BREVE RELACIÓN HISTÓRICA DE LOS BUQUES AUXILIARES DE LA ARMADA, DE LA PNA, MERCANTES Y CAPTURADOS EN LAS ISLAS MALVINAS DURANTE EL CONFLICTO LLEVADO A CABO POR SU RECUPERACIÓN El personal militar que participó en la Guerra de Malvinas tal vez conozca sólo una parte de esta Historia, que sí conocen perfectamente muchos hombres de nuestra Armada, la Prefectura Naval y la Marina Mercante, que desinteresada, generosa y eficientemente prestaron abnegados servicios con pequeñas o inadecuadas embarcaciones, dando apoyo a las operaciones conjuntas llevadas a cabo por nuestras FF.AA, en su gesta por recuperar nuestras Islas Malvinas. Veamos un poco lo que fue la organización humana y el equipamiento naval que dispuso el Apostadero Naval Malvinas. EL APOSTADERO NAVAL MALVINAS Por Daniel G. Gionco Luego de una escalada de situaciones ríspidas en la isla San Pedro (Georgias del Sur), entre la República Argentina y Gran Bretaña, un contingente de fuerzas argentinas desembarcó en la capital de las Malvinas el día 2 de abril de 1982 y sin ocasionar bajas al pequeño destacamento británico ni a los malvinenses, reestableció la soberanía argentina sobre las islas. En esas circunstancias, y ante la necesidad de brindar apoyo logístico a las unidades navales que operaban en el puerto de la capital de las islas, ese mismo día 2 de abril, el comandante de la Flota de Mar dispuso la creación del Apostadero Naval Malvinas, designando como jefe del mismo al capitán de fragata Adolfo A. Gaffoglio. De esta forma, el Apostadero Naval Malvinas se constituyó en la primera dependencia oficial de la Armada Argentina que se estableció en suelo malvinense, disponiendo de sello oficial distintivo y su correlativa proposición orgánica, roles de funciones y planillas de armamento. Sin embargo, con el desarrollo posterior de los acontecimientos que conducirían a un conflicto bélico en gran escala, ese campo inicial de actividades se extendió notablemente, exigiendo un gran despliegue de la dotación asignada a lo largo de toda la geografía de las islas. Así los integrantes del Apostadero fueron desarrollando tareas tales como: 1) La carga y descarga de los buques que operaban a las islas, el apoyo a las maniobras de muelle y el control de acceso a la zona portuaria. 2) El traslado y distribución de equipos, alimentos, medicamentos, combustibles, armamentos y otros aprovisionamientos para el personal destacado en la capital y en los distintos puertos del archipiélago. 3) La ejecución de operaciones marítimas de búsqueda y rescate de combatientes. 4) El patrullaje naval de las islas. 5) La defensa terrestre de la península Camber, incluyendo el rechazo del intento de desembarco enemigo. 6) La ejecución de operaciones bélicas terrestres en la localidad de Pradera del Ganso, hasta la caída de la plaza en manos de los británicos. 7) La realización de acciones de combate contra aviones caza-bombarderos y helicópteros artillados. 8) La protección, transporte e instalación nocturna de la batería terrestre de misiles Exocet antibuques. 9) El minado de las aguas circundantes y el pilotaje de barcos a través de los campos minados navales. 10) La descarga de las aeronaves que arribaban al aeropuerto de la capital y la limpieza de su pista. 11) La custodia y operación del Faro San Felipe. 12) La realización de jornadas de recuperación física y anímica para los soldados de la Infantería de Marina. 13) El lanzamiento sistemático de cargas explosivas subácuas antipersonal (antibuzos). 14) La operación de radios y centrales telefónicas de la población civil. 15) La elaboración de pan para las unidades de la Armada. 16) Muchas otras acciones de colaboración con diversas unidades militares argentinas. Estas múltiples actividades fueron realizadas mayormente por personal de conscriptos de la clase 1962 con instrucción de marinería, provenientes de distintos destinos militares del país; como Salta, Catamarca, Santa Fe, Buenos Aires, etcétera. Asimismo, el Apostadero Naval Malvinas se integró con varios conscriptos, que estando bajo bandera, solicitaron ir voluntariamente a las islas para defender la soberanía argentina. Para lograr ese noble propósito, tuvieron que realizar muchas gestiones y mover importantes influencias, además de luchar contra la incomprensión de parientes y amigos. Los voluntarios que integraron la dotación del Apostadero Naval Malvinas como conscriptos fueron: Claudio Castillo, Alejandro Egudisman, Fernando González Llanos, Marcelo Padula, Ricardo Pérez y Ángel Scilingo. Conmemoración del primer gobierno patrio en el Apostadero Naval Malvinas - 25 de mayo de 1982 Fuente: Adolfo Gaffoglio Finalmente es interesante transcribir la opinión del Comandante de la Subárea Naval Malvinas, el capitán de navío Antonio J. Mozzarelli, quién al referirse al desempeño de la dotación (cf. Boletín del Centro Naval 783), afirmó: "... sólo resta agregar que el comportamiento del personal satisfizo plenamente las expectativas del Comando en el cumplimiento de las misiones ordenadas y que la entereza de que hizo gala para el cumplimiento de su deber en condiciones de alto riesgo y, más aún, en los enfrentamientos armados que tuvieron lugar, durante los cuales presentó combate con medios definitivamente inferiores, han cumplido con las mejores tradiciones de nuestra Armada. Sólo la adecuada formación del personal permitió que, con elevado espíritu e increíble imaginación, se suplieran tremendas faltas de medios, adiestramiento previo y preparación específica para la campaña. Nuestros comandantes y sus dotaciones improvisadamente designados, fueron capaces de tripular buques no conocidos y carentes de armamento, cuya eficacia de operación se fue logrando durante el curso mismo de misiones reales, en las que tuvieron que enfrentar a un enemigo muy superior en un Teatro de Operaciones inicialmente desconocido...". Este modesto trabajo procura ofrecer un justo homenaje a la memoria de todos aquellos hombres que, en condiciones de marcada inferioridad, pelearon y murieron en cumplimiento de las leyes de la Patria. ACCIÓN DE LOS BUQUES DEL APOSTADERO NAVAL MALVINAS Una de las principales funciones del Apostadero Naval Malvinas fue la de ofrecer un adecuado soporte logístico para las unidades navales que operaban en el puerto de la capital de las islas. Como se indicó en la introducción, la evolución del conflicto condujo a que el número de responsabilidades asignadas al personal del Apostadero aumentase notablemente. Así debieron realizarse diversas tareas, entre las que pueden citarse: el minado de las vías de acceso naval, el patrullaje de las islas, el lanzamiento de cargas subácuas antipersonal, el rescate de combatientes, el pilotaje de barcos a través de los campos minados y la distribución de equipos, alimentos, medicamentos, combustibles, armamentos y otros aprovisionamientos para el personal asentado en los distintos puertos de las Malvinas. Para efectuar estos trabajos vitales, se embarcó a parte del personal del Apostadero en distintos tipos de unidades navales que debieron realizar un largo periplo por las aguas malvinenses, luciendo el pabellón argentino en condiciones de extremo riesgo; considerando que se enfrentaban al bloqueo aeronaval británico establecido a partir del 12 de abril y carecían de comunicaciones, medios de detección, socorro y armamento adecuado para su defensa. Para llevar a cabo las misiones asignadas, los buques navegaban muy cerca de la costa, caleta por caleta, de manera de que no se notase su presencia en los radares enemigos, debido al efecto de enmascaramiento producido por los ecos provenientes de la tierra firme circundante. El grupo naval afectado a estas misiones estaba formado por un conjunto muy heterogéneo de transportes de la Armada, buques de la Marina Mercante y barcos requisados a la gobernación colonial y a empresas particulares. Como es fácil imaginar, estas circunstancias dieron lugar a una gran cantidad de aventuras y anécdotas, que han ido conformando una verdadera tradición oral que se ha ido manteniendo viva en la reunión anual de camaradería del Apostadero. Los tripulantes del ELMA Río Carcarañá desembarcando en la costa oriental de la Bahía Rey, tras el ataque británico - Mayo de 1982 Fuente: Edgardo Dell´Elicine Las tareas de estos buques de apoyo no han sido muy publicitadas; sin embargo su acción resultó muy importante para el desarrollo de la guerra. Los británicos los tuvieron como blancos preferenciales, causándoles fuertes pérdidas. Su trabajo fue una epopeya silenciosa, un servicio sin descansos, una misión con un final inevitable, aunque aceptado por sus tripulaciones: ser bombardeados y hundidos. A continuación se presenta un resumen de la actuación de las unidades navales citadas, varias de las cuales yacen en el fondo del mar por haber cumplido heroicamente su deber hasta el final. BUQUE TRANSPORTE ARA BAHÍA BUEN SUCESO (B-6) ARA Bahía Buen Suceso Fuente: Ricardo Burzaco ARA Bahía Buen Suceso Fuente: Dto. Estudios Históricos Navales ARA Bahía Buen Suceso Fuente: Dto. Estudios Históricos Navales Este buque de 102,5 m de eslora, 5.300 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 14,6 nudos, había sido incorporado en el año 1950 y pertenecía al Servicio de Transportes Navales de la Armada. Desde principios de la década del 70 venía realizando una serie de viajes regulares a las Malvinas, trasladando equipos, materiales y hombres para diversos fines; como la construcción del aeropuerto y la estación de combustibles de la localidad principal del archipiélago. El Bahía Buen Suceso participó en el Conflicto del Atlántico Sur desde sus inicios, pues fue el encargado de llevar a la isla San Pedro (Georgias del Sur) al personal del comerciante argentino de chatarra Constantino S. Davidoff, para desmantelar una estación ballenera situada en Puerto Leith. Posteriormente regresó al continente, mientras se iban desarrollando los acontecimientos que culminarían el 2 de abril de 1982 con la recuperación de las Malvinas. En esa época el buque estaba llegando al fin de su vida útil, pues se había planeado radiarlo del servicio en ese mismo año. El 8 de abril recibió la orden de suspender sus reparaciones y partir rumbo a Puerto Argentino con el comando civil del capitán de ultramar Osvaldo M. Niella y el capitán de corbeta Héctor E. Zukowski como comandante militar. Finalmente arribó a la capital de las islas el 11 de abril, transportando importantísimos pertrechos como material de artillería antiaérea, munición, minas, equipos, vehículos y 160 toneladas de víveres. Hasta el 23 de abril permaneció en el muelle del Apostadero descargando materiales y sirviendo inicialmente como buque cuartel y central de comunicaciones. Cuando abandonó el muelle para dejar lugar a otros buques, fondeó en medio de la bahía de Puerto Argentino. Junto al ARA Isla de los Estados realizó innumerables tareas para alijar a los buques mercantes de mayor porte, que por su calado no podían tomar muelle. El 29 de abril zarpó hacia el sur de las islas y posteriormente se dirigió hacia el estrecho de San Carlos, para protegerse del inminente ataque inglés. Así estuvo navegando y fondeando en distintos lugares para transferir carga a otros buques logísticos que por su calado podían atracar fácilmente en Puerto Mitre (Howard) o Bahía Fox. Hay que resaltar que el buque operaba en zonas que controlaba el enemigo, sin medios de defensa, alerta, ni mucho menos elementos de cifrado o contramedidas electrónicas. A la tripulación del ARA Bahía Buen Suceso le cabe una mención, no sólo por el trabajo cumplido y el ingenio demostrado por sus hombres, sino también porque el estado general del buque hacía muy penosa la navegación. Así, la carencia de un destilador de agua dulce y sus escasas reservas lo obligaron a dirigirse a Bahía Fox, donde atracó el 10 de mayo para reaprovisionarse en forma precaria con agua de un pozo surgente natural y con agua de lluvia. El 12 de mayo un temporal violentísimo hizo pivotar al viejo barco sobre el improvisado muelle de Bahía Fox, arrancando las amarras de proa. El buque se varó del centro hacia popa sobre la banda de babor, por lo que el timón y la hélice de ese lado quedaron imposibilitados de moverse. Entonces el Monsunen procuró sacarlo de la varadura, lo que no logró por su escasa potencia. En la madrugada del día 16, el barco fue sobrevolado por un helicóptero británico, que se retiró por el ataque con fuego de fusilería del personal en tierra. A las 10:00 un Harrier realizó una pasada rasante y a las 13:30 se produjo el ataque al ELMA Río Carcarañá, surto en la costa de enfrente. Como se esperaba que el próximo ataque fuera sobre el Bahía Buen Suceso, se dispuso el abandono del barco, quedando sólo la guardia de máquinas y de radio. La medida resultó acertada, pues 2 Harrier lo atacaron 15 minutos después de haber desembarcado sus tripulantes. El fuego de cañones de los aviones le causaron ligeras averías y 2 heridos por esquirlas; además se produjeron daños en algunas casas del poblado, un incendio en el muelle y heridos entre el personal del Ejército. Como ya no se justificó vivir a bordo, el personal se alojó en unos galpones ubicados a 100 m de la costa, concurriendo diariamente a bordo para hacer funcionar los generadores y la cámara frigorífica durante algunas horas. Ante la imposibilidad de zarpar de Bahía Fox, el buque continuó en esa situación durante muchos días. El 18 de mayo a las 15:00 dos Harrier atacaron las proximidades del barco con bombas Beluga y el día 26 a las 00:30 soportó un bombardeo naval que se prolongó hasta las 04:30. En esas circunstancias, falleció el marinero primero Juan Ramón Turano de la tripulación del ARA Bahía Buen Suceso. El 30 y el 31 de mayo se produjeron nuevos bombardeos navales, que también se repetirían el 5 y 6 de junio. Tras la orden de cese el fuego, el 15 de junio se procedió a la destrucción de la radio y de la documentación clasificada, se inundaron los tanques y se arrojaron al mar las armas y municiones. Finalmente a las 10:00 el personal de la fragata HMS Avenger se hizo cargo de lo que quedaba del antiguo buque. BUQUE TRANSPORTE ARA ISLA DE LOS ESTADOS (B-8) El Trans-Bética, que luego sería el "ARA Isla de los Estados" Fuente: Ricardo Burzaco El ARA Isla de los Estados saliendo de Ushuaia rumbo a las Malvinas Fuente: Ricardo Burzaco El ARA Isla de los Estados en el Canal Beagle viajando a las Malvinas Fuente: Ricardo Burzaco Este buque de 81,4 m de eslora, 3.900 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 14 nudos, también pertenecía al Servicio de Transportes Navales de la Armada. Cabe destacar que esta nave se compró ante la necesidad de contar con un buque de carga que mantuviera una línea regular entre las Malvinas y el continente, y así cumplir con los acuerdos diplomáticos entre Gran Bretaña y la República Argentina. Para ello, se adquirió el buque español "Trans-Bética", que fue incorporado en 1980 y se rebautizó como "Isla de los Estados". En cumplimiento de tales acuerdos, este barco llevaba maderas a las islas y transportaba ovejas al continente y en marzo de 1982 había hecho su último viaje comercial. Por todo esto, el capitán civil Tulio N. Panigadi conocía muy bien la zona del Apostadero Naval Malvinas. El 29 de marzo de 1982 zarpó de Puerto Deseado rumbo a las Malvinas bajo el comando militar del capitán de corbeta Alois Esteban Payarola, transportando material del Ejército. Participó de la Operación Rosario para reconquistar las Malvinas, integrando el grupo de tareas 40.2. El 4 de abril atracó en el muelle de la capital de las islas y a partir de allí sus actividades se tornaron intensas. El Isla de los Estados, entre otras tantas cosas, trasladó personal para ocupar Darwin, Pradera del Ganso (Goose Green) y Bahía Fox. Entre el 15 y el 17 de abril sembró minas en las aguas circundantes a Puerto Argentino, improvisando un sistema casero pero efectivo, ya que no era un buque minador. Estas minas habían sido transportadas por el ARA Bahía Buen Suceso y en las operaciones colaboró el Forrest. Durante estas maniobras, debido a los rolidos provocados por el mal tiempo imperante, una de las minas se desprendió de la pluma y cayó sobre las restantes; pero afortunadamente no explotó por acción de los seguros respectivos. Posteriormente emprendería tareas de abastecimiento a los distintos destacamentos diseminados por las islas. En su larga travesía navegó desafiando a los submarinos nucleares y soportando rolidos del orden de los 25 y 30 grados. Sus tripulantes hicieron de todo a puro corazón, desde realizar las tareas de navegación interisleña hasta trabajar de estibadores. Operó en estrecho contacto con gente del Ejército, cuyo personal, vehículos y pertrechos fueron llevados en gran parte por este buque, aprovechando su capacidad de transporte y su calado adecuado para los puertos de las islas. El 8 de mayo amarró en Puerto Rey al costado del ELMA Río Carcarañá, para realizar su alije en conjunto con el Yehuín, el Forrest y el Monsunen. El 10 de mayo por la noche, mientras navegaba rumbo a Puerto Mitre, fue iluminado por una granada estrella en las proximidades de la isla Cisne. Inicialmente se supuso que provenía de fuerzas propias, pues no se había detectado ninguna presencia británica y se estimaba que era poco probable que el enemigo navegase por el estrecho de San Carlos. Sin embargo, inmediatamente fue atacado por la fragata HMS Alacrity, que produjo varios impactos directos sobre la obra muerta del buque. A pesar de las maniobras evasivas intentadas, se recibieron nuevos impactos de cañón que provocaron una rápida escora a estribor y un incendio de grandes proporciones, hasta que repentinamente una gran explosión destruyó el puente del ARA Isla de los Estados, haciendo desaparecer a las personas que lo ocupaban. La destrucción del barco continuó acelerándose, pues a bordo había munición del Ejército y 5.000 litros de JP1 (combustible para aviones), y posteriormente la nave terminó hundiéndose en medio de la noche. Sólo 4 personas de la tripulación pudieron escapar y alejarse apreciablemente del buque, pero 2 de ellas murieron al dirigirse a la costa. Finalmente el marinero Alfonso López y el capitán Payarola alcanzaron una isla en medio del estrecho de San Carlos. Allí debieron soportar bajas temperaturas y sobrevivieron comiendo lo que encontraron y bebiendo agua de lluvia, hasta que el 16 de mayo fueron rescatados por el heroico Forrest. BUQUE MERCANTE ELMA FORMOSA El Formosa en Buenos Aires - Junio de 1993 Fuente: Carlos A. Fortes La bomba que impactó en el ELMA Formosa en cercanías de la isla Pelada - Mayo de 1982 Fuente: Jorge Muñoz La bomba alojada en la bodega del ELMA Formosa Fuente: Jorge Muñoz Este buque de 159 m de eslora y una velocidad de 15 nudos, zarpó de Punta Quilla el 18 de abril con una carga de 3.500 toneladas de importantes materiales para el Ejército y la Fuerza Aérea, con el comando civil del capitán Juan Gregorio y el capitán de fragata Héctor D. Bianchi como comandante militar, arribando a las islas el día 20 luego de burlar el bloqueo. La maniobra de descarga se complicó pues el muelle del Apostadero Naval Malvinas no tenía el calado suficiente para este buque de 20.704 toneladas de desplazamiento. Entonces fondeó en Puerto Groussac, al noreste de la capital, para ser alijado por otros barcos del Apostadero. El día 26 el capitán Bianchi fue reemplazado por el capitán de corbeta Juan C. Iannuzzo y el 28 de abril pudo atracar al muelle luego de una difícil maniobra. Posteriormente aparecieron complicaciones notables durante la descarga del material en el puerto. No había vehículos suficientes para el traslado de los pertrechos, faltaba utillaje adecuado, los guinches no podían soportar el peso de los bultos y al ser desembarcados mediante los elementos de a bordo se iban amontonando en el muelle, restando espacio para maniobrar. La situación se tornaba muy peligrosa, pues entre el material manipulado había grandes cantidades de municiones y combustibles. Además, como los contenedores no podían ser trasladados, debían ser abiertos y vaciados en el muelle, transportándose su carga en entregas fraccionadas. Ante la inminencia del ataque enemigo, el Formosa abandonó Puerto Argentino en la madrugada del 1º de mayo, sin haber completado su descarga. Ese mismo día a las 11:00 fue atacado por aviones Harrier que no le provocaron daños. A las 17:30 un avión no identificado lo atacó con cañones y le arrojó varias bombas cuando estaba por el través de la isla Pelada. En esta última acción tampoco se produjeron bajas ni daños mayores, pero con asombro se descubrió que en una de las bodegas se había alojado una bomba argentina de 250 Kg. sin detonar y con la espoleta desprendida, por lo que se dedujo que el avión atacante era propio, como se confirmó posteriormente. Ante esta situación crítica, el capitán Iannuzzo y dos voluntarios procedieron a trincarla con sumo cuidado, para que al llegar a puerto pudiera ser desactivada por personal especializado. Tras una navegación muy tensa y sin ningún tipo de protección contra el enemigo, el Formosa llegó al continente el 7 de mayo, con su peligrosa carga sin explotar. BUQUE MERCANTE ELMA RÍO CARCARAÑÁ ELMA Río Carcarañá Fuente: Carlos Mey El ELMA Río Carcarañá fotografiado desde uno de los aviones británicos, luego del ataque al buque - Mayo de 1982 Fuente: Edgardo Dell´Elicine El ELMA Río Carcarañá el 16 de mayo de 1982 a las 14 hs; luego del ataque de aviones británicos con cañones de 30 Mm. Vista de los impactos en la zona de estribor de la chimenea y el camarote del 1er. radio Fuente: Edgardo Dell´Elicine Este buque de 157 m de eslora, 10.430 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 17 nudos, zarpó de Buenos Aires el 22 de abril con el comando civil del capitán de ultramar Edgardo Dell´Elicine y el capitán de corbeta Daniel E. Robelo como comandante militar, transportando 934 toneladas de carga. Luego de quebrar el bloqueo, fondeó en Puerto Groussac el 26 de abril, encontrándose con las mismas dificultades que se describieron anteriormente para efectuar la descarga en el muelle del Apostadero. Así fue alijado por el Isla de los Estados hasta el día 29. Durante el ataque del 1º de mayo fue ametrallado por un avión enemigo que erró el blanco. Después de dicho incidente se dirigió a zonas teóricamente menos peligrosas en el sur de la isla Soledad. Este buque tampoco tuvo protección, medios de defensa ni comunicaciones adecuadas y su tripulación se vio expuesta a numerosas situaciones de tensión. El 3 de mayo recibió órdenes de zarpar hacia Puerto Rey y al día siguiente traspasó 68 tambores de combustible al Monsunen. El día 5 entregó víveres al Forrest y 2 cocinas de campaña y 5 contenedores al Yehuín. Las maniobras de alije por parte del Isla de los Estados, el Forrest y el Monsunen se prolongaron hasta el 10 de mayo, en que se completó su descarga. El día 16 a las 10:00 el Río Carcarañá fue sobrevolado por un avión británico y a las 13:30 recibió el ataque de 2 Harrier con bombas y fuego de cañón. Si bien los daños parecían ser leves, se efectuó el desembarco del personal. Posteriormente el infatigable Forrest trasladó a la tripulación hasta Bahía Fox. Para evaluar el estado en que se hallaba el buque, el 19 de mayo arribó una comisión a bordo de la Penélope; concluyéndose que el Río Carcarañá no podía navegar sin efectuarle importantes reparaciones, de realización imposible en esa zona. Se supone que el buque abandonado fue finalmente hundido en los ataques enemigos del 23 y 24 de mayo. BUQUE REMOLCADOR YEHUÍN El Yehuín en Puerto Argentino Fuente: Chacho Rodríguez Muñoz El Yehuín navegando por aguas malvinenses Fuente: Andy Loveley Vista de la popa del Yehuín en el muelle del Apostadero Naval Malvinas Fuente: Gaceta Malvinense Este buque de 756 toneladas de desplazamiento perteneciente a la compañía Geomatter operaba como sostén logístico de la plataforma petrolera General Mosconi. Tenía 53,5 m de eslora y 11 de manga, llegando a desarrollar una velocidad máxima de 8 nudos. Su diseño lo hacía especialmente apto para tareas de alije y transporte de contenedores, contando con modernos equipos de navegación y un pórtico de izado en popa que le permitía elevar pesos importantes desde el mar. El 29 de abril zarpó de Río Gallegos con el capitán de corbeta Eduardo R. Llambí como comandante militar, arribando a las islas el 1º de mayo, siendo así la última unidad naval argentina en romper el bloqueo. Como consecuencia de los ataques aéreos de esa fecha, el Yehuín se desplazó hacia Puerto Aventura en la costa sur de la Bahía del Laberinto, hasta que el 3 de mayo una alerta aérea lo obligó a dirigirse a Puerto Yegua en el lado norte del seno Choiseul. Finalmente el día 4 arribó a la capital de las islas. A las 08:00 del 5 de mayo partió hacia Bahía Fox, donde realizó diversas tareas de alije en situaciones de alto riesgo y con las serias limitaciones descriptas para las demás unidades navales del Apostadero. El día 7 el Yehuín volvió a Puerto Argentino, donde permaneció realizando numerosas travesías en la bahía interna y en la bahía externa de la localidad. El 23 de mayo se le instalaron dos ametralladoras de 7,62 Mm, y el 3 de junio se pintó el casco del buque de color negro, para proporcionarle algo más de protección. Posteriormente, en las últimas etapas del conflicto operó como buque ambulancia, efectuando una gran cantidad de viajes para transportar heridos entre la capital de las islas y los buques hospital fondeados en la zona. Estas tareas humanitarias se prolongaron hasta después de la caída de Puerto Argentino, lo que influyó para que no se efectuara la destrucción del buque, ante la posibilidad de ser utilizado para evacuar heridos hacia el continente. Finalmente, el 17 de junio el personal de la fragata HMS Plymouth se hizo cargo del barco. Pero allí no termina la historia de este servicial buquecito argentino arrebatado por los ingleses. Tiempo después de la guerra, con distinta configuración y pintura, ojos conocedores de los horizontes de agua y de los buques, lo vieron en el puerto de Buenos Aires y navegando en nuestras aguas interiores. Recientemente, incluso, bajo bandera de conveniencia panameña, fue localizado en el Puerto de Buenos Aires, y reivindicado como buque mercante de bandera nacional, al tiempo que se reclamaba la puesta en marcha de la declaración del barco como monumento histórico nacional, echo que se debate parlamentariamente desde 1999. BUQUE MULTIPROPÓSITO FORREST El Forrest en las Islas Malvinas Fuente: Ignacio Amendolara El Forrest navegando frente a Puerto Argentino (1982) Fuente: Jorge Muñoz El Forrest en un muelle de Puerto Argentino y un guardacostas navegando por la rada (1982) Fuente: Adolfo Gaffoglio Este buque de 250 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 9 nudos pertenecía a la Gobernación Colonial y realizaba tareas para la Falkland Islands Company. Fue requisado y puesto bajo el mando del teniente de navío Rafael G. Molini el 14 de abril y obviamente soportaba todas las limitaciones que se indicaron para los casos anteriores. Para disimular su presencia, se cubrió su color rojo original con pintura negra. Inicialmente se lo destinó para tareas logísticas, pero con el desarrollo de las acciones también remolcó a otros buques, exploró intrincados espacios marítimos, alijó grandes naves, rescató náufragos, recorrió las distintas bases dispersas por las islas y hasta sostuvo un duro combate contra un helicóptero artillado británico. En resumen, fue un verdadero comodín multipropósito. En las operaciones de sembrado de minas ya descriptas, ayudó a situar la posición de los artefactos y actuó como cortinador acústico antitorpedos, para lo cual se colgaron cadenas en los costados del buque, se pusieron en marcha todos los motores y se ordenó a la tripulación que golpeara el casco para atraer hacia sí los posibles torpedos destinados al buque minador, con el consiguiente peligro que esta acción tenía. En los días posteriores realizó numerosos viajes llevando pertrechos para la guarnición de Pradera del Ganso. Asimismo, el 29 de abril emprendió un viaje a la isla Borbón junto con el guardacostas GC 82 Islas Malvinas, que resultó muy dificultoso, pues al atravesar el paso Tamar se presentó una importante onda de mar, fuerte viento y una corriente en contra de unos 8 nudos, lo que junto con la reducida luz reinante; hizo que el cruce del estrecho resultara heroico para una nave tan pequeña. El 1º de mayo participó en el primer combate aeronaval que ocurrió en las Malvinas. Ese día, el Forrest se hallaba fondeado en la caleta Riñón frente a la isla Celebroña, junto con el guardacostas GC 82 Islas Malvinas cubriendo una guardia de vigía radar y esperando una oportunidad para ingresar a Puerto Argentino. A las 16:40 avistó un helicóptero enemigo tipo Sea Lynx que volaba al encuentro de ambos buques. En esa circunstancia el teniente Molini ordenó alistar toda su tripulación que estaba armada con sólo 13 fusiles automáticos FAL. A una distancia de 400 m el helicóptero inició el ataque sobre el Forrest, al que le produjo daños menores en la banda de babor. El enemigo se dirigió posteriormente al guardacostas que estaba a 100 m del primer buque. El GC 82 contestó el fuego con sus ametralladoras de 12,7 Mm, pero sus piezas se trabaron luego de los primeros disparos, mientras uno de sus hombres resultaba herido de gravedad y la nave sufría averías generales. Entonces el Islas Malvinas zarpó hacia la capital, mientras que el Forrest marchó decididamente al encuentro del atacante, disparando todos sus fusiles cuando se aproximó a 100 m de la aeronave. Mientras el buque trataba de acercarse y disparar a un blanco tan móvil, el helicóptero aparecía y desaparecía detrás de los accidentes del terreno, abriendo fuego en cada oportunidad favorable. Luego el helicóptero emprendió la retirada hacia la Bahía de la Anunciación, posiblemente para aterrizar en la isla de los Pájaros. El Forrest marchó en su persecución con la esperanza de que la aeronave tuviese averías, pero al hacerlo el helicóptero huyó hacia el este en dirección de la flota enemiga. Entre los días 5 y 10 de mayo, el Forrest navegó por el estrecho de San Carlos alijando a los barcos surtos en Bahía Fox y Puerto Rey; trasladando las cargas obtenidas hasta Puerto Mitre. Tras el hundimiento del ARA Isla de los Estados y el ataque al ELMA Río Carcarañá, se encargó del rescate de sus náufragos; y posteriormente auxilió al averiado Monsunen. A partir del 28 de mayo, participó del patrullaje de las vías de aproximación a Puerto Argentino, realizando además distintas tareas de traslado y practicaje en la zona, bajo el intenso accionar de la artillería británica. Finalmente, el relato de las peripecias corridas por la tripulación de este buque ha ido conformando una verdadera tradición oral entre los miembros del Apostadero. En sus 2.000 millas navegadas, sus aventuras fueron tantas, que sería muy largo detallarlas una por una. Su presencia se tornó familiar en cuanto incidente naval; se presentaba en las islas y su desempeño fue un ejemplo de esfuerzo, tenacidad y trabajo silencioso. Tras la caída de Puerto Argentino, fue una verdadera pena ver este valeroso barco tripulado por integrantes de la Royal Navy. BUQUE LOGÍSTICO MONSUNEN El Monsunen navegando en aguas malvinenses (1982) Fuente: Roy Burley El Monsunen en el muelle de Pradera del Ganso durante la Guerra de las Malvinas Fuente: Chacho Rodríguez Muñoz Vista de la proa del Monsunen durante el conflicto de 1982 Fuente: Steve Johnson Este buque de 30 m de eslora de origen noruego pertenecía a la Falkland Islands Company y desarrollaba una velocidad de 7 nudos. Fue requisado y puesto bajo el mando del teniente de navío Jorge A. Gopcevich Canevari. Sus plumas y su capacidad de transporte lo hicieron muy útil para las tareas logísticas, desarrolladas en condiciones muy adversas. A partir del 14 de abril cumplió 19 misiones de alerta temprana y transportes diversos, muchos de ellos vitales para los habitantes de las islas, pues se realizaban principalmente para la provisión de alimentos. El 1º de mayo, mientras se hallaba en cercanías de la punta Celebroña, fue sobrevolado por un Harrier enemigo que no lo llegó a atacar, presuntamente por entender que se trataba de un buque tripulado por isleños. Al día siguiente se embarcó el mayor Jorge A. Monge, para buscar los cañones del GADA 101 que estaban a bordo del Río Carcarañá. Como medida de seguridad se instalaron dos ametralladoras MAG, una a proa y otra a popa, más por efecto moral que por su eventual eficacia ante un ataque naval o aéreo. Luego de continuas alertas de ataques aéreos y tormentas, el 3 de mayo se procedió al trasbordo de los 8 cañones y 16.000 proyectiles que por entonces se hallaban a bordo del ARA Isla de los Estados, anclado en el estrecho de San Carlos. Esta importante operación se realizó de noche, con mucho viento y continuos rolidos. Cuando el Monsunen regresó a Puerto Argentino, recibió una alerta de ataque naval, posiblemente de un submarino, que lo obligó a permanecer inmóvil durante 8 horas. En la primera quincena de mayo estuvo alijando al ELMA Río Carcarañá en Puerto Rey. Pero a partir del desembarco británico en San Carlos, la navegación por la zona se tornó cada vez más peligrosa. El día 21 de mayo el Monsunen zarpó de Bahía Fox hacia la capital de las islas, llevando 250 bolsas de harina y 150 tambores de JP1. En la madrugada del día siguiente fue sobrevolado por un helicóptero inglés, hallándose en el estrecho que separa la isla Bouganville de la isla Soledad. A los pocos minutos recibió una intimación de rendición por radio. El helicóptero regresó a los 15 minutos, siendo recibido con fuego reunido de fusilería y una MAG cedida por el Ejército lo que provocó que la aeronave se alejase con aparentes daños. Al poco tiempo se detectaron dos ecos grandes a 8 millas que se acercaban rápidamente, y que según se supo mas tarde, corresponderían a las fragatas HMS Brilliant y HMS Yarmouth. Entonces el Monsunen buscó refugio cerca de la costa, pero cuando los barcos llegaron a 3 millas abrieron fuego con lanzamiento de bengalas y munición trazante. Ante esa situación el teniente Gopcevich Canevari decidió embicar la nave contra la costa, en las proximidades de la caleta Foca situada al nornoroeste de la ensenada de Luisa, interrumpiéndose el ataque enemigo por falta de contacto radar. Para abandonar el buque se arriaron 3 balsas inflables, lo que resultó complicado por las olas presentes, la oscuridad reinante y la reanudación del fuego naval sobre la zona de desembarco. Durante esta maniobra nocturna se produjo la caída al mar del cabo Carlos Rivero. Esta circunstancia sólo fue advertida por el conscripto Romualdo Bazán, que resueltamente se lanzó al mar para rescatarlo con éxito de los peligrosos remolinos que lo habían succionado. La llegada de la tripulación a tierra resultó muy accidentada, con golpes y caídas como la del cabo Rivero que le afectó la columna y le impidió caminar. Al amanecer, el enemigo ya se había retirado y pudo escucharse el ruido del motor del Monsunen aún en marcha. Al acercarse se vio que la nave había zafado de su varadura, por lo que se la abordó nuevamente y se constató que no había sufrido daños en el casco pero sí en la hélice o en su eje. Cuando se intentó zarpar, la hélice se enredó con una cuerda de amarre, siendo inútiles los esfuerzos para solucionar el inconveniente. El 23 de mayo el Forrest se presentó en el lugar para remolcar al buque averiado, utilizando la cadena del ancla del Monsunen. Luego de muchas vicisitudes ambas embarcaciones pudieron arribar a Darwin y atracaron en el muelle de Pradera del Ganso. El 24 de mayo se traspasó toda la carga al Forrest, que partió hacia Puerto Argentino, mientras que el Monsunen quedó al aguardo de ser reparado. A pesar de la odisea pasada, su valerosa tripulación no bajó los brazos y solicitó ser incorporada a la dotación que defendía la localidad. En consecuencia se le asignó una posición en la playa y en el muelle donde había quedado el buque. Entonces se construyeron los pozos de zorro para la defensa y se minó la costa con pequeñas bombas subácuas. El día 26 la proa del Monsunen recibió el impacto de los cañones enemigos, sin causar averías mayores. Durante la defensa de la plaza, el teniente de navío O. Vázquez, Segundo Comandante del Monsunen, hizo fuego sobre dos fragatas británicas que hostigaban la localidad, utilizando un cañón de 105 Mm del Ejército. Como resultado de ese cañoneo, las naves enemigas tuvieron que alejarse. El 28 los británicos volvieron a atacar al buque, sin que se produjeran daños. En ese día se inutilizaron los aparatos esenciales del Monsunen ante la inminente caída de la plaza. Sin embargo, posteriormente el enemigo pudo recuperar el buque para su uso. PENÉLOPE La Penélope en la rada de Puerto Argentino, tras el conflicto Fuente: Horacio González Llanos La Penélope en el muelle del Apostadero (de popa, a la derecha), observándose varias unidades menores y los depósitos de combustible de la península Camber al fondo - Isla Soledad (1982) Fuente: Carlos Saturnino Vega Esta pequeña goleta de madera también pertenecía a la Falkland Islands Company y había sido construida en Alemania en el año 1927 para el explorador Gunther Plüschow. Tenía 16 m de eslora, 5 de manga y desarrollaba una velocidad de apenas 4 nudos. Luego de ser avistada en el muelle de una estancia de la isla Águila, fue requisada el 7 de mayo y puesta bajo el mando del teniente de navío Horacio González Llanos. La Penélope colaboró en las diversas tareas logísticas ya descriptas, con las serias limitaciones indicadas en los apartados anteriores. Al igual que en el caso del Forrest, sus numerosas peripecias se han tornado casi legendarias entre los veteranos del Apostadero Naval Malvinas. Así, por ejemplo, participó en la búsqueda de los náufragos del ARA Isla de los Estados, siendo sobrevolada por un par de aviones Harrier, que no llegaron a atacarla. Estando en Bahía Fox, el 15 de mayo recibió el impacto de los disparos de 2 aviones Harrier, que le averiaron el palo mayor y el castillaje de la nave, aunque no le produjeron heridos. Asimismo el día 19 navegó hasta el lugar donde quedó el ELMA Río Carcarañá tras el ataque británico, para evaluar su estado y rescatar los preciados víveres y abrigos que contenía a bordo. Por su parte, durante los días 22 y 23 de mayo transportó diversas agrupaciones de comandos del Ejército para contrarrestar posibles incursiones enemigas. En las jornadas siguientes permaneció en Bahía Fox, soportando los ataques aeronavales británicos que se dirigían principalmente a los depósitos de combustible cercanos al muelle. El día 26 las explosiones y las esquirlas de las bombas alcanzaron a la goleta, produciéndole daños al casco y a la torreta donde se encontraba el conscripto Roberto Herrscher, que milagrosamente salió ileso. A fines de mayo procedió a alijar al ARA Bahía Buen Suceso en Bahía Fox, embarcando 30 tambores de JP1 para llevarlos a Puerto Argentino, donde se los necesitaba para los helicópteros. La Penélope zarpó de Bahía Fox emprendiendo una travesía que presentó muchas dificultades de navegación debido a la neta supremacía del enemigo en las aguas malvinenses, que la obligaba a ocultarse y a moverse con mucho cuidado. Además su reducida velocidad provocaba que los cruces le demandaran muchas horas, con el consiguiente peligro de ser detectada. Así transcurrieron penosamente los días hasta que en la primera semana de junio irradió su última comunicación, en la que informaba que se encontraba al oeste de la isla Bougainville, que su sonda estaba fuera de servicio y que le quedaba combustible para sólo 2 días, lo que resultaba insuficiente para llegar a la capital. Sin embargo pudo arribar a Puerto Argentino unos días antes de su caída, pues en una de las incontables caleteadas para ocultarse de los británicos, se avistó un casillaje en tierra en el que se encontraron algunos tambores de gasoil. BUQUES GUARDACOSTAS DE LA PNA GC 82 ISLAS MALVINAS Y GC 83 RÍO IGUAZÚ El GC 82 Islas Malvinas en Puerto Argentino durante la guerra de 1982 Fuente: Prefectura Naval Argentina El GC 83 Río Iguazú en las Malvinas durante la guerra de 1982 Fuente: Prefectura Naval Argentina Estas dos lanchas patrulleras de la Prefectura Naval Argentina de 28 m de eslora y 81 toneladas de desplazamiento, estaban armadas con sólo 2 ametralladoras de 12,7 Mm, pero eran modernas y podían alcanzar una velocidad de 22 nudos. El 11 de abril zarparon de Puerto Deseado hacia las islas, cargadas al máximo de su capacidad. Cabe resaltar que este cruce de casi 700 km se realizó al límite de su autonomía máxima y atravesando un mar abierto para el que no resultaban muy aptas. Llegaron a Puerto Argentino el 13 de abril luego de burlar el bloqueo británico y superar un "mar 8". Inmediatamente se procedió a pintar las embarcaciones con un enmascaramiento apropiado. Inicialmente se destinaron a sus tareas específicas, pero al poco tiempo debieron emprender numerosos trabajos propios de la marina de guerra. Junto con las otras embarcaciones mas pequeñas del Apostadero, se turnaron para patrullar todas las vías de aproximación a Puerto Argentino durante la noche, con lanzamiento de cargas subácuas antipersonales confeccionadas por los Buzos Tácticos para prevenir la eventual acción de buzos provenientes de submarinos enemigos. También era habitual que transportasen diversos grupos de comandos que descendían en distintos puntos de las islas para contrarrestar las eventuales incursiones enemigas. Así en una travesía a la isla de los Leones Marinos, el GC83 desembarcó una veintena de infantes de marina que hallaron depósitos de combustible de aviación y dos precarias pistas de aterrizaje en cruz, una de 800 m y otra de 400 m. El 22 de mayo el GC 83 Río Iguazú, al mando del subprefecto Eduardo A. Olmedo, navegaba por el seno Choiseul transportando 2 obuses de 105 Mm y 20 hombres del Ejército para Darwin. A las 08:30 de ese día fue atacado por 2 ó 3 aviones Harrier cuando se encontraba al norte de la isla León Marino. El fuego del enemigo fue contestado con las 2 ametralladoras de popa, una de las cuales era operada por el cabo segundo Omar Benítez, quién cayó abatido al recibir un impacto de 30 Mm en pleno tórax. Asimismo, los dos tripulantes que disparaban la otra ametralladora recibieron heridas de esquirlas. En ese momento el cabo segundo José Raúl Ibáñez se encontraba achicando una vía de agua que pronto se tornó incontenible. Al subir a cubierta para dar aviso, se encontró con el compañero muerto. A pesar de no contar con ninguna instrucción como apuntador de ametralladora, inmediatamente tomó su lugar y comenzó a operar la ametralladora de 12,7 Mm con la que logró hacer impacto en un Harrier enemigo que se aproximaba por popa y luego cayó al mar en las proximidades de Darwin. Sin embargo, el severo ataque británico continuó, hasta obligar al comandante de la pequeña nave a embicarla en la costa debido a los irreparables daños sufridos. La tripulación desembarcó y buscó refugió en tierra, pudiendo posteriormente rescatar los obuses y regresar a salvo a Puerto Argentino. Por su parte, el GC 82 Islas Malvinas, al mando del oficial principal Jorge C. Carrega, sufrió el ataque de un helicóptero británico el día 1º de mayo. Dicha acción aeronaval se desarrolló en conjunto con el Forrest, como se relató anteriormente. Al momento de la rendición, las tripulaciones de los dos guardacostas se hallaban a bordo del GC 82. Entonces procedieron a destruir equipos y claves secretas, pero no pudo concretarse la destrucción de la nave. OTRAS UNIDADES MENORES Una de las lanchas de desembarco en Puerto Argentino - Isla Soledad (1982) (También conocidas como BDP –Barcazas de Desembarco de Personal-. Fuente: Daniel Marchi Las 2 lanchas EDPV en el muelle del Apostadero (1982) Fuente: Ricardo Vélez y Gustavo Bonaudo La lancha de desembarco "9" navegando por la bahía interior de Puerto Argentino, observándose algunas edificaciones de la península Camber al fondo (1982) Fuente: Carlos Saturnino Vega La chata de combustible anclada en la rada de Puerto Argentino, tras el ataque británico del 01/05/82 Fuente: Ramón Von Eckstein El remolcador de dársena Lively en el sector de muelles del Apostadero (1982) Fuente: Carlos Saturnino Vega Vista del Lively en Puerto Argentino, tras el conflicto - Isla Soledad Fuente: Donald Morrison Además de los buques mencionados, en Puerto Argentino había un conjunto de unidades menores agrupadas en la denominada "Dotación de Lanchas", que comprendía dos lanchas de desembarco tipo EDPV, un pequeño remolcador de dársena de nombre Lively y una chata de combustible sin propulsión propia. Las lanchas EDPV integraron la fuerza naval argentina que recuperó las islas, mientras que el remolcador y la chata se requisaron localmente. A lo largo del conflicto, las lanchas EDPV (BDP) realizaron innumerables viajes para transportar personal entre Puerto Argentino, el muelle de la península Camber y los distintos buques fondeados en la bahía interior de la capital de las islas. Dichas embarcaciones de desembarco de personal y vehículos tenían 11,7 m de eslora, 12 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 9 nudos. Por su parte, el remolcador cumplió con su misión específica en la zona portuaria; en tanto que la chata se utilizó para el alije de combustible desde las unidades mayores del Apostadero hacia las unidades mas pequeñas del mismo. Dicha chata tenía unos 20 metros de eslora, 4 metros de manga y 2 metros de puntal y poseía dos depósitos, uno de combustible y otro de agua. CONCLUSIÓN A modo de final para esta narración descriptiva de hombres, medios y misiones, queda por destacar que todos cumplieron abnegadamente hasta el límite de sus posibilidades. La necesidad, una vez más demostró ser fértil en recursos y la experiencia de nuestros hombres de mar, tanto de la Armada, como de la Prefectura Naval o de la Marina Mercante, pasaría a la Historia en forma casi desapercibida, de no ser por investigadores como Daniel G. Gionco, que en una excelente y sentida recopilación de documentos, fotografías y testimonios personales de quienes participaron de la gesta en esta forma, nos brinda el ejemplo que nos legaron nuestros hombres de mar.