El Final de los Otis. Ya la situación no era la misma. Canterville había cambiado, y su gente también. La epidemia fue brutal y los pueblerinos de este remoto lugar la habían sufrido mas que en cualquier lugar del país. La familia del Señor Otis estaba devastada, pues él había muerto por las enfermedades que rodeaban por el aire. Era una familia distinta, cambiada, no era la de antes. Washington, el hermano mayor había vuelto junto a su hermana Virginia a Estados Unidos para empezar su vida de nuevo. La señora Otis fue la única que se mantuvo igual a pesar de los años y acontecimientos durísimos que le habían pasado por arriba. Y bueno, ¿de los gemelos qué decirse? Ya habían crecido y eran casi unos adultos que pronto empezarían su vida en este difícil mundo en que hoy estamos. La señora Otis al cabo de unos años la vida empezó a dar de lo suyo. Las arrugas aparecían, los dolores, las enfermedades… Las enfermedades. Parecía que la familia Otis tenía un problema con estas que la Señora Otis quedó en cama. Para su edad la enfermedad que tenía era grave, y poder levantarse para ella era casi un reto. Ayrton, el más maduro de los dos, se encargaba de su madre siempre. Como todos los días acostumbrada a llevarle el desayuno a la cama. Subió las escaleras, y entró a la habitación, dejó la bandera de plata sobre un mueble y se desplazó por el cuarto para abrir los postigos. -Mamá- exclamó Tomó la bandera de plata y se dirigió a la cama. -Mamá- Volvió a exclamar- ¿Mamá? Movió el bulto que yacía tapado por las finas sábanas de seda y, la bandeja de plata calló. La señora Otis estaba pálida con la mandíbula descolocada. Este hecho fue la gota que resbalo del vaso. El otro gemelo armó unas valijas y emprendió viaje a quien sabe donde. Sin notas, sin explicaciones, sin datos, sin nada… , Solamente se fue. Por lo tanto, Ayrton había quedado solo, solo en ese inmenso castillo. Un silencio recorría día y noche los pasillos y la oscuridad era la reina sobre todo. Ayrton no se acostumbraba a salir de su cuarto, solamente para comer había entrado en una depresión profunda. Pasaron los años y esta situación no cambió en nada. Pero el castillo sí, poco a poco se fue arruinando por no mantenerlo. Ayrton era mayor y no podía encargarse de él. Así que por primera vez en años salió de ese enorme castillo y se fue al centro del pueblo. Caminó alrededor de mucha gente, el pueblo ya era un lugar grande y con muchos comerciantes. Fue a un puesto de frutas y le pidió una manzana, hacía mucho que no comía una comida fresca. Y fue entonces cuando alguien se le puso al lado y pidió sus recados que tenía en un papel desgastado. Alzó la vista y era nada más ni nada menos que su hermano gemelo. Quedó helado y luego le dijo: -Hermano, ¿eres tú? - ¿Ayrton? Cielos, no te había visto en años. Para entonces Ayrton no había entrado en razón. Verlo después de tanto tiempo y de esa forma no era fácil. Entonces como lo había acordado su hermano fue a la casa. Habían preparado un pollo que tenía un aroma excelente, y más para él que hacía tanto tiempo ya que no comía bien. Pegó un salto en el aire cuando escuchó dos voces agudas que corrían por la casa. -Mis nietos – dijo la esposa del gemelo . Después de comer se acercaron al fuego a conversar, toda la familia. Tomaron unas copitas de vino y la charla empezó. Hablaron de todos los temas y el más interesante fue cuando los nietos le preguntaron a su abuelo cómo había sido su infancia en el castillo. Ayrton suponía que les resultaría raro, y emocionante. - Bien chicos, cuando éramos jóvenes con mi hermano convivimos con un fantasma, uno de verdad. Pero a nosotros no nos movilizaba la idea de que haya un fantasma en la casa y no debíamos tener miedo. Es más, me acuerdo de su primera aparición como la palma de mi mano. Recuerdo que se nos acercó y le empezamos a tirar almohadas para que se enfadara y nos persiguiese por el castillo, pero no tuvo éxito ya que nos siguió su camino. - Abuelo, eres un mentiroso- dijo el niño sin creerle nada. Ayrton y su hermano sonrieron y le dijeron que era la hora de acostarse para ir a la escuela al día siguiente. Ayrton esa noche durmió en el cuarto de huéspedes y nunca más.Despertó de allí. • Francisco Pediconi y Ayrton García