Carpeta N°2 – LOS ENEMIGOS DEL ALMA – Lección 5: “LA

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Carpeta N°2 – LOS ENEMIGOS DEL ALMA – Lección 5: “LA AUTOCONMISERACIÓN”
Introducción
Vamos a tratar en esta clase sobre un enemigo del alma que causa mucho daño: La
autoconmiseración. Este pecado nos lleva a manifestar en nuestra vida actitudes como: Un
lamento constante, falta de fe, egocentrismo y una deficiente entrega a la voluntad de Dios; y si
persiste, es posible que esto llegue a traer depresión y resentimientos.
¿Qué es la autoconmiseración?
1) Es un instrumento del diablo. Satanás utiliza y ha utilizado la autoconmiseración para que nos
apartemos de Dios y de su voluntad. Así lo intentó con el mismo Señor Jesús en Mateo 16:22-23:
“Entonces, Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten
compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero volviéndose, dijo a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres de tropiezo porque no pones la mirada en las
cosas de Dios, sino en la de los hombres”.
Cuando nos esforzamos por servir a Dios, cuando pasamos momentos de pruebas y dolor,
también escuchamos la voz del enemigo que nos dice: -Ten compasión de ti-, para que de esta
manera consideremos nuestra situación, nos lamentemos y quitemos los ojos de Cristo. Si así
lo consigue, nos habrá paralizado en la fe, pero nosotros al igual que el Señor, digamos:
“Quítate de delante de mí, Satanás” y caminemos confiados por el camino que Dios nos ha
trazado.
2) Pretende que tengamos lástima de nosotros mismos. En Lamentaciones 3:39 dice: “¿Por qué
se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre de su pecado”.
Al tiempo de escribir Jeremías estas palabras, él estaba contemplando Jerusalén destruida.
Estaba recordando a sus hermanos muertos en manos de los enemigos y como el resto fue
llevado cautivo. Sin embargo el Señor no permite que nos entreguemos a un lamento eterno
por las circunstancias de nuestra vida, y que nos pasemos siempre recordando nuestros
fracasos y dolores. Lo que realmente es digno de ser lamentado es nuestro pecado, pero una
vez arrepentidos hallamos perdón y paz en el Señor. Tal como lo expresa 2 Corintios 7:10:
“Porque la tristeza que es según Dios, produce arrepentimiento para salvación, de que no
hay que arrepentirse, pero la tristeza del mundo produce muerte”.
3) Pretende que vivamos sin fe en Dios. Al considerar nuestra situación y poner los ojos en
nosotros mismos, y no en el Señor, nos encontramos con todas nuestras imposibilidades y
frustraciones. Allí comienza la autoconmiseración a actuar. Un ejemplo de lo que estamos
diciendo lo encontramos en la Biblia, con los 10 espías que regresaron trayendo sus informes
después de recorrer la tierra que Dios les había prometido y los motivaba a conquistar. Ellos
dijeron: “También vimos allí gigantes, hijos de Anac y éramos nosotros a nuestro parecer,
como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Números 13:33). Cuando enfrentamos los
“gigantes” (los problemas), de la vida desde nuestra perspectiva humana, y no desde la de
Dios, terminaremos considerándonos como “langostas impotentes”. El que sabe que la batalla
es de Dios, no se considera “un pobrecito” sino que sabe en Quién ha creído y descansa por
completo en Él. Así como dice Jeremías 20:11 “Más Jehová está conmigo como poderoso
gigante”.
4) Fomenta en nosotros el egocentrismo. Es decir, hace que todo en nuestra vida gire en torno a
nosotros mismos y no alrededor de Cristo. En el fondo nos consideramos demasiado
importantes, y nos dedicamos toda la atención, en vez de dársela al Señor. Así nos
encontramos como María Magdalena que por llorar y lamentarse no reconoció a su Señor
resucitado que estaba frente a ella (Juan 20:13-16). La Biblia nos dice: “Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado” Isaías
26:3. Esto nos motiva a que en todo tiempo nuestro pensamiento sea para el Señor.
Algunos utilizan la autoconmiseración y la lástima para atraer la atención de los demás y
tenerlos a su disposición, ya que espera que todos estén alrededor suyo. Nuevamente no se
busca a Dios, sino que se está depositando toda la confianza en la ayuda o el afecto que
pudieran brindarle los demás. La Biblia nos enseña que: “Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone su carne por brazo, y su corazón se aparta de Jehová” Jeremías 17:5. Por
tanto, confiemos solo en Cristo, para que Él sea verdaderamente el centro de nuestra historia.
5) Impide comprender lo agradable y perfecta que es la voluntad de Dios. El que se lamenta por
las circunstancias de su vida, habitualmente desconoce que el Señor tiene todas las cosas en su
mano, que ni aún un cabello de la cabeza cae sin que Dios lo permita.
Por otra parte, también es muy importante tener presente el siguiente versículo: “el Señor al
que ama disciplina, y castiga a todo aquel que recibe por hijo” Hebreos 12:6
Sabemos que las pruebas y las aflicciones de este mundo nos ayudan a crecer y fortalecernos
en la fe (Santiago 1:2-4 y 1 Pedro 1:6-7) El que en el momento de prueba esté alabando a Dios,
sin dudas alcanzará la victoria planeada para su vida. El ejemplo de Pablo y Silas en la cárcel es
más que alentador (Hechos 16:25). El lamentarse y compadecerse impide el crecimiento en la
fe y no permite cumplir sanamente la voluntad de Dios.
“Que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” Santiago 1:4
Esto es en referencia al fruto de haber soportado la prueba.
Por lo tanto, alabemos a Dios en momentos de alegría, como también en tiempos de lucha y
aceptemos caminar con gozo en medio de los “desiertos” de esta vida hasta que veamos la
gloria de Dios manifestarse en cada circunstancia.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” Romanos 8:28
Conclusión
Rechacemos los dardos del enemigo que nos tientan a desalentarnos y a compadecernos de
nosotros mismos. Miremos a Cristo pues ¡Él reina con PODER!
Puede que muchas aflicciones intenten desmoralizarnos, “Más Jehová está en su Santo
Templo, calle delante de Él toda la tierra” Habacuc 2:20
Año 2015
Pastores Claudio y Betty Freidzon
Iglesia “Rey de Reyes”
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