1 DE LA FOBIA AL FETICHISMO. Comentario del artículo

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DE LA FOBIA AL FETICHISMO.
Comentario del artículo “Fetichización de un objeto fóbico”
Madeleine Maida Re
Desgrabación de la presentación en las Jornadas Anuales del Ciclo Claves del Psicoanálisis, año 2011.
Fundación Ross, Rosario.
El artículo que voy a trabajar aparece publicado en el número 7 de la Revista Scilicet. Se llama “Fetichización de un
objeto fóbico”, y trata de un caso en el que el objeto de la fobia es fetichizado. El analista comenta el caso de Jean, quien
consulta por una fobia a los botones. En el caso vamos a ver que en determinadas condiciones un mismo objeto puede
funcionar como fetiche, y en otras como objeto fóbico. La diferencia está en el número, porque cuando este objeto se
presenta solo, es UN botón, entonces funciona como objeto fóbico, le da asco, nauseas y no puede ni tocarlo ni
nombrarlo. Pero cuando hay más de uno, cuando aparece la multiplicidad, el objeto funciona como fetiche. Esa serie de
botones aparece como una condición erótica para Jean. Por ejemplo, le excitaban las mujeres, cualquiera de ellas, no
alguna en especial, cuando tenía un saco con hileras de botones. La cuestión iba más allá de la mujer como tal, sino que
lo que lo excitaba era cualquier mujer con un saco o cualquier otra prenda con una hilera de botones. Pero en el caso de
que faltara alguno de esos botones de la hilera, el fetiche perdía su condición erótica. Tenían que estar todos y a la
misma distancia, en hilera.
Aquí ya se ve que cuando un botón se aísla, ya sea porque está solo o porque falta en la hilera, esto le generaba un
problema, y por ello un solo botón funcionaba como objeto fóbico.
Jean empieza su análisis por la complicación que le generaba la fobia a los botones, ya que debía siempre abrocharse y
desabrocharse los botones cada vez que se vestía o desvestía. En el artículo se describe cómo no podía ni mirar un botón
ni nombrarlo, que no soportaba que estuviera mal cosido y pudiera caer, no lo podía tocar y le daba un asco terrible
pensar en ponérselo en la boca. Le daba nauseas, era para él un objeto repugnante. El problema con los botones se le
hacía insoportable y por eso consulta a un analista. A lo largo de las entrevistas surge la otra cara del objeto, la condición
de fetiche cuando se encontraba ante una hilera de botones, una serie.
El uno singular era objeto de angustia, y en plural, multiplicado, era objeto de atracción.
Jean comenta una escena, en la que siendo él muy pequeño, su madre lo llama desde su habitación, y le pide que lo
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ayude a abrochar la hilera de botones de su vestido. El niño le abrocha el vestido, y ya en análisis comenta la fascinación
que le producía la belleza de su madre al abrocharle el vestido. En esa fascinación alcanza por primera vez un orgasmo, y
este punto máximo es el punto en donde él también cae, estalla la escena. Después de esto, Jean no ayudará más a su
madre a vestirse, hay algo que hace que él no pueda responder más ante su madre.
En ese momento surge la fobia, pero a su vez, antes de la caída, antes del orgasmo, se produce también la fetichización
del objeto. Lo que aparece es que simultáneamente un objeto fóbico puede ser también un fetiche y la diferencia está
dada por el número. Hay un primer momento en el que se estructura un objeto fóbico, y retroactivamente se producirá
luego, la constitución del fetiche. Después de esto, se darán simultáneamente el fetiche y el objeto fóbico, pero es
importante marcar que en su constitución no se dan de modo simultáneo. Primero aparece la fobia, y luego, en ese
momento antes del orgasmo, se constituye como fetiche.
Para trabajar esto es necesario remitirse al artículo de Freud “Escisión del yo en el proceso defensivo” de 1938. En este
artículo, Freud interpreta que el fetiche aparece como sustituto del pene en la mujer. Freud comenta que hay un
conflicto entre una exigencia pulsional y la realidad objetiva, y que el sujeto buscará una manera de resolver el conflicto
sin resignar a su satisfacción. El sujeto ante la falta de pene en la mujer, crea un sustituto, un fetiche. Lo hace a partir de
un desplazamiento, un descentramiento dice Freud, en la que se transfiere la significación del pene a otra parte del
cuerpo. El desplazamiento sólo afecta al cuerpo de la mujer, no a su propio cuerpo. De este modo salva su propio pene
ante la amenaza de castración. Después de explicar esto, Freud propone que a su vez, el niño no solamente creará un
fetiche para poder desmentir esa realidad de la falta de pene en la madre, sino que a su vez creará un síntoma, y que
este dará cuenta de que reconoce el peligro de la castración. Es decir, no es que no sepa de ese peligro, sino que el
mecanismo de descentramiento que hace, a la vez, engendra un otro síntoma. Aparece una angustia que Freud plantea
como angustia de ser devorado por el padre. Allí se da una regresión a la fase oral. Es la angustia de ser devorado por el
padre.
En esta angustia de devoración se puede leer lo que sucede en la fobia, y que está ejemplificado por el caso Juanito y su
fobia a los caballos.
Lo que plantea Freud es que hay un problema en cuanto una exigencia pulsional que necesita satisfacción, no puede
tenerla porque la realidad le pone un freno, y se opone a esa satisfacción. Lo que comenta Freud es que no ocurre ni una
cosa ni la otra, ni hay satisfacción que la pulsión exige, ni se deja de observar la realidad que la impide. Hay otra
satisfacción, otro camino, para ello crea un fetiche, en donde ya no habrá una modificación en su cuerpo, sino en el
cuerpo de la mujer.
Volviendo al caso de Jean, allí se comenta que en su infancia Jean siempre estaba enfermo. Sufría de constantes gripes y
fiebres, por los que debía recibir constatemente cuidados especiales. La madre continuamente le aplicaba diferentes
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tratamientos por sus constantes enfermedades.
Se menciona que el abuelo de Jean, no quería que su hija tuviera hijos, y se oponía de manera explícita. Por tanto, el
nacimiento de Jean está marcado por la trasgresión de una prohibición, una prohibición paterna. La madre se casa con
un hombre del que sospechaba que no podia tener hijos, siendo este el único acceptable para su padre.
Jean pasa la mayor parte de sus días bajo tratamientos curativos y enfermedades diversas. Esta posición está en
correlación con la historia de su madre, y tras años enteros de estar enfermo, hay algo que pone freno a la serie de las
efermedades. Jean debe ser operado de apendicitis, y al principio la madre descree de esta nueva enfermedad de Jean.
Pero debe ser operado y luego de la operación, cuando Jean se estaba recuperando, el padre le muestra en un tarro su
propio apéndice, lo que le han extirpado. A partir de este momento, Jean no enferma más. Esta intervención funciona
como una privación, con un efecto imaginario de castración. En el momento en el que el padre le muestra lo que le
extirparon de su propio cuerpo,
esto produce un cambio, Jean no seguirá sufriendo de tantas enfermedades.
Cuando acaban esas enfermedades es cuando Jean no puede abrochar más los botones de su madre, y es en este
momento en el que aparece el botón como objeto fobígeno y como fetiche.
Jean recuerda dos momentos que hacen al botón un objeto especial: una vez que el padre le llama "botón" al órgano
sexual de su madre, y otro el que el padre le dice a la madre que ella podría vestirse sola. Esto indica que son las
palabras del padre que dan lugar a la fetichización del objeto. Y a su vez, Jean también comenta que su madre le dice
botón al pene de Jean. Le dice "tu puntita", que en francés se arma un juego homofónico con botón.
El lugar del padre según como lo comenta el artículo es un lugar de ausencia, porque no cuenta en el deseo de la madre.
La transgresión de la madre de la ley paterna implica que Jean no es hijo de su padre, sino que sería hijo de la relación
de la madre con su propio padre, el abuelo de Jean. Pero más allá de esto es el padre quien nombra el botón, y en
referencia al sexo de la mujer. Esto da lugar a la creación del fetiche, porque a partir de que eso puede ser nombrado,
nombrado como botón, algo cambia. Aquello que el padre nombra como botón, puede contar y hacer serie. Ya no es
una totalidad, que correspondería al objeto fóbico, sino que es en una colección, en la que pueden ser contados los
botones.
Por otro lado, en cuanto al objeto fóbico, Jean dice que ni siquiera puede nombrarlo, el objeto uno, allí aparece como
innombrable. Sólo al poder nombrarlo en una serie se transmuta en fetiche.
La pregunta que se hace el analista en el artículo es por qué el botón. Es claro que es en la función significante en donde
el botón podrá aparecer como objeto fóbico o fetiche, el botón en primer lugar sirve para abrochar, lo que el botón hace
es atravesar un ojal, un agujero. Atraviesa un vacío, si no hay un vacío que atraviese el botón, no hay función del botón.
Para que haya botón es necesario que haya un ojal. Lo que hay tras ese botón es un agujero.
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Lacan en el seminario IV “La relación de objeto”, plantea que el objeto se sitúa sobre un fondo de angustia. Lacan en
este momento aún no ha conceptualizado el objeto a como tal, y cuando habla del objeto habla de él en tanto el objeto
fóbico y el fetiche, e intentará despejar sus funciones. El objeto es un instrumento destinado a enmascarar, a modo de
protección, el fondo fundamental de angustia.Tanto la fobia como el fetiche son objetos que se sitúan sobre un mismo
fondo de angustia.
En la fobia, el objeto fóbico está constituido para mantener el miedo a distancia. El objeto encierra al sujeto en un
determinado círculo, una muralla, donde se protégé de los miedos. En el caso de los botones podemos decir que el
botón protege del ojal.
El fetiche a su vez también tiene que ver con esta angustia, también aquí, el objeto tiene una función de complemento
con respecto a algo que se presenta como un agujero.
Lacan toma la función del velo, para mostrar que sobre ese velo que se pone por delante del objeto puede proyectarse e
imaginarse la ausencia. Es decir que el fetiche está ahí y por eso la mujer no ha perdido el falo, pero al mismo tiempo
puede hacérselo perder, puede castrarla. Entonces de lo que protege el fetiche es del agujero que hay detrás.
Tanto en la fobia como en el fetichismo siempre está en juego el falo, y se articula de diversas maneras. En la fobia al
situar un determinado objeto como fóbico se da una delimitación, un marco para la angustia. En este punto cabe
distinguir el objeto a del objeto fobígeno siendo que la fobia proporciona un objeto, mientras que el objeto a, no es en sí
mismo un objeto, sino que remite a la causa. No es óntico, y su traducción subjetiva es la angustia. En la fobia hay objeto
pero el objeto que corresponde a la angustia no es un objeto que pueda ser determinado. Y por esto Lacan dice que el
objeto fóbico y el fetiche en realidad se constituyen sobre un mismo fondo de angustia.
Esto es importante porque indica que el objeto de la fobia no es el objeto a, sino que es un objeto que encarna una
función que tiene que ver con el a. El objeto fobígeno permite evitar el desarrollo de angustia, poniendo en su lugar otra
cosa. La evitación remite a que por un lado se desarrolle miedo o asco en el lugar donde aparecería la angustia, y por
otro lado se hace patente en la cuestión misma de la fobia, en cuanto a evitación del objeto de la fobia.
Volviendo al caso de Jean, esta diferencia entre el objeto fóbico y el fetiche con el objeto a, es muy clara. En el caso se
puede ver que se transmuta un mismo objeto el botón, en un fetiche o en un objeto fóbico, y lo que queda sin ser
planteado es lo que comanda esto, la función del objeto a. Si la angustia es la única traducción subjetiva de la angustia,
entonces podemos ver que en el caso otros objetos se sitúan en ese lugar.
Para finalizar quiero leer un párrafo del Seminario de La angustia, de la clase 6
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“Me normalicen o no mis objetos, mientras desee no sé nada de lo que deseo. Y luego, de vez en cuando, aparece un
objeto, entre todos los demás, que en verdad no sé porqué se encuentra ahí. Por un lado, está aquel objeto del que he
aprendido que cubre mi angustia, el objeto de mi fobia (…) Por otro lado, está aquel objeto del que en verdad no puedo
justificar por qué ése es el del deseo – y yo, que no detesto a las chicas, ¿cómo es que me gustan aún más los
zapatitos?”
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