Orduña que había permanecido en la Orden. Finalmente Coínta y su compañera pudieron llegar a Talavera donde fueron recibidas con gozo por su comunidad. ASÍ NOS TRABAJA DIOS Un trienio que se prolongó con muchas dificultades Pocos días después del regreso, tuvo lugar una nueva elección de superiora, y Coínta fue nuevamente elegida. Comenzaba así un trienio lleno de dificultades, que tuvo que prolongarse, porque la situación así lo exigía; para la comunidad era motivo de consuelo tener a Coínta al frente en ese largo período. La apertura del nuevo curso escolar aquel año de 1932 pareció hacerse sin novedad; la matrícula fue tan numerosa como siempre, pero poco a poco empezaron a sentirse los efectos de las leyes laicas que pretendían borrar todo indicio de presencia e instrucción religiosa en la educación. Se dio la orden de retirar los crucifijos y todo signo religioso de los Colegios. En estas circunstancias que iban señalando un futuro incierto, las Casas de la Orden intensificaban la comunicación entre ellas; en algunas regiones se fueron agrupando para apoyarse en las posturas tomadas respecto a la Unión, y sobre todo en el empeño por adecuar sus conventos-escuelas a las necesidades del momento; la comunidad de Talavera, cuyo Colegio era de los más florecientes, formó parte de uno de esos núcleos que apoyaron para tomar medidas semejantes en defensa de sus Colegios en los difíciles años que precedieron a la guerra. A medida que empeoraba la situación del país y aumentaban las dificultades, la ciudad empezó a temer por la suerte de las religiosas; algunos amigos se ofrecieron a montar guardia en la noche; las religiosas también velaban en oración, encomendaban al Señor su futuro y el de la patria y encontraban allí la fortaleza que necesitaban. Las antiguas alumnas ofrecían sus casas a las religiosas como posible refugio. 54