CLASE 8: Guerra y revolución. ¿Cómo hacer las tareas de la escuela con la ayuda de la Web? Síntesis: En esta clase comenzamos a estudiar los contenidos de la unidad tres de nuestro programa. Los mismos intentan brindar un panorama de los comienzos del Siglo XX que se abre con esa "guerra civil europea" (1914-1919) y prosigue con el intento de establecer un nuevo orden - el socialista en Rusia -; continua con la dramática década de crisis y rearme de 1919-1945 que tiene su punto culminante en la primera guerra que podemos llamar legítimamente "mundial", la de 1939-1945. Seguida de una posguerra de reconstrucción y enfrentamientos. En la clase de hoy vamos a detenernos en la llamada Gran Guerra, más conocida como la Primera Guerra Mundial. Primero haremos una visión desde la perspectiva económica, señalando aquellos procesos que conducirán inevitablemente a la catástrofe. Luego daremos un panorama de los hechos más destacados de este fenómeno para concluir con la intervención de los Estados Unidos en el conflicto y sus consecuencias. También encontrarán información sobre sitios en la Web que pueden ser útiles para un bibliotecario de una escuela. Al final tropezarán con la consigna del segundo parcial individual, escrito y con las fechas de entrega. Desarrollo: Fines del siglo XIX y principios del XX: de la depresión a una nueva expansión A partir de principios de la década de 1870, el crecimiento de la economía se había detenido y una crisis - que los contemporáneos consideraban profunda y amenazadora para la idea de constante progreso que alentaban las naciones industrializadas - se había declarado. Sin embargo, a pesar de la forma en la que percibían la situación quienes vivían en ese tiempo, vista desde hoy la época no parece tan dramática. Incluso, en varios aspectos había signos de avance aunque, eso sí, más lentos de lo esperado. Los síntomas de que la expansión continuaba eran variados: la producción de acero de los cinco mayores productores pasó de 11 millones de toneladas en 1870 a 23 millones en 1890; el comercio internacional continuó expandiéndose aunque a un rimo menor al que se había incrementado en 1873; las economías de los Estados Unidos y Alemania se incrementaron notablemente y otros países (como Suecia) se incorporaban a la industrialización. Por otra parte, algunas regiones integradas recientemente al mercado mundial mostraban señales de un extraordinario crecimiento. Es el caso de la Argentina, que en la década de 1880, duplicó en cinco años la extensión de sus líneas férreas, recibió 300 mil inmigrantes por año y adonde llegaron (en forma de préstamos al gobierno y de inversiones directas) grandes cantidades de capitales de Gran Bretaña. ¿”La Gran Depresión” consistía solamente en que el ritmo del crecimiento se había moderado? Había algo más: bajaron los precios y la tasa de interés y, en consecuencia, disminuyó el beneficio de los empresarios. La caída de la rentabilidad era generalizada pero en algunas actividades resultaba particularmente grave. La agricultura fue la más castigada. Los precios bajaron tanto que para 1894 el trigo se vendía casi a una tercera parte de lo que costaba en 1867, lo que visto desde el punto de vista de los consumidores era muy bueno pero resultaba ruinoso para los productores y trabajadores agrícolas que en los países industrializados (a excepción de Gran Bretaña) conformaban todavía entre el 40 y el 50 por ciento del total de la población. Que esta situación no provocara grandes problemas sociales se debió en buena parte a que había una válvula de salida para los campesinos arruinados y la mano de obra agrícola desocupada. En los años ’70, los países que habían sido los primeros en enviar sus excedentes de población a ultramar incrementaron el número de gente que expulsaban fuera de sus fronteras por no tener oportunidades económicas en su patria. Por otra parte, comenzó la emigración masiva de naciones que hasta ese entonces no habían participado en ella como España e Italia. Todo el siglo XIX es un siglo de deflación (o sea, de baja generalizada de precios), pero esta tendencia se hace más aguda entre 1893 y 1896. Durante ese período, los precios en Inglaterra cayeron un 40 por ciento. Si disminuyen los precios de venta, las formas en que los empresarios pueden mantener sus beneficios consisten básicamente en bajar los costos de producción y aumentar la cantidad de productos vendidos. Pero ambas cuestiones resultaban problemáticas en la época. Por una parte, porque los salarios que pagaban a los obreros no podían ser reducidos en forma significativa y porque las maquinarias quedaban obsoletas, debían ser reemplazadas y se tardaba más en amortizarlas. Por otra, porque ya no era posible agrandar el mercado en forma ilimitada. Varios países se habían industrializado y esto mismo hacía que esas naciones compitieran por los mercados escasos y que, inclusive, se convirtieran en rivales. Pero tan de repente como se había producido el hundimiento, la prosperidad volvió y duró unos veinte años. A lo largo de esas dos décadas, burguesía pensó que el aumento de la riqueza sería constante y que en definitiva, mejoraría la situación de todas las clases sociales. Esta situación fue acompañada por un período de paz que también pareció natural y que resultaría interminable. A ese período de vida plácida de los sectores acomodados y confianza en el presente y en el porvenir es a lo que se llamó belle époque, un paraíso que se perderá para siempre con la Primera Guerra Mundial. Si de 1850 a 1870 la economía había florecido para derrumbarse aparentemente entre las décadas de 1870 a 1890 y volver a crecer a partir de ese entonces, el fenómeno parecía presentar cierta regularidad que merecía ser investigada. Los estudiosos de la economía comenzaron a preocuparse por esta sucesión de períodos de expansión y contracción que presentaba el capitalismo e intentaron encontrar una lógica a los ritmos de la actividad económica que hiciera posible prever esos cambios para estar mejor preparados para sus consecuencias. A estas distintas fases las llamaron ciclos, períodos donde se repiten un conjunto fenómenos a intervalos regulares y que marcan el compás del crecimiento o el descenso de la producción de bienes, la inversión de capitales, los precios, los beneficios empresarios, los salarios de los obreros, el empleo de mano de obra, etc. Los economistas coinciden en que se pueden distinguir cuatro fases sucesivas en el comportamiento de esas variables. En una primera etapa, la expansión, todos las variables se incrementan (producción, empleo, utilidades, trabajo). En la segunda, a la que denominan crisis, todas esas variables comienzan a declinar y dan paso a una tercera, la depresión, caracterizada por la contracción de la economía. Pero luego, sigue una nueva etapa de recuperación, y todo vuelve a empezar. En lo que no se pusieron de acuerdo fue en lo que explicaba esta sucesión de alzas y bajas de la actividad. Para algunos, el elemento central era la organización de la producción; para otros, el ritmo de la acumulación de capitales o los conflictos sociales o las innovaciones tecnológicas. Ninguna de estas hipótesis es aceptada por todos, pero quizás la más conocida sea la de Josef Schumpeter. Según este famoso economista australiano, la explicación fundamental de los avances y retrocesos está (aunque reconoce que no es el único elemento que influye) en el cambio tecnológico y en el sujeto que lo promueve: el “empresario innovador”. Para este economista, ese tipo de empresario, siempre dispuesto a incorporar novedades es el agente eficiente que impulsa el progreso y salva al capitalismo porque para que haya expansión es siempre necesario que existan nuevas industrias que actúen como “sectores de punta” y arrastren al conjunto de la economía. Este papel lo cumplieron en 1780 la industria del algodón y en 1840 con los ferrocarriles. En los últimos años del siglo XIX el rol de industrias dinámicas estuvo a cargo de la química y la eléctrica. Los críticos de Schumpeter argumentan (además del carácter difícil de comprobar de la existencia real de un empresario comprometido con el ideal de cambio y no con el de la simple ganancia) que si esta explicación puede ser válida en lo que se refiere al papel que jugaron la industria textil algodonera y los trenes, no puede decirse lo mismo con la salida de la crisis en 1896 porque era muy temprano para que la acción de las industrias química y eléctrica hicieran sentir su influencia en el conjunto de la economía. La economía hasta 1914 En esos años de optimismo podemos decir que varias cosas habían cambiado en la economía mundial. Por una parte, los cambios tecnológicos no sólo expandieron la industrialización a otras regiones sino que cambiaron radicalmente la vida cotidiana de los hombres comunes con la aparición de elementos como el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, la lámpara eléctrica, el cine, el automóvil, el aeroplano, la bicicleta, la aspiradora o la aspirina . Un fenómeno que se había incrementado en las últimas décadas era, como dijimos anteriormente, el aumento de la población urbana. Las ciudades aumentaban pero las grandes ciudades crecían todavía más. En 1850, sólo el 19% de los pobladores de los EE. UU. vivían en ciudades y en la zona desarrollada de Europa nada más que el 14%. Para 1910, la población urbana en las dos regiones alcanzaba un promedio del 41% pero, además, el 80% de esas personas vivía en ciudades de más de 20.000 habitantes. La aparición de las masas trajo a la vez temores políticos y oportunidades económicas. Rápidamente, los hombres de negocios comprendieron la potencialidad de esa gente que hasta ese entonces había estado fuera del mercado e intentaron con éxito venderles productos. Un ejemplo de ello fue el inglés Thomas Lipton, que se hizo inmensamente rico vendiendo a sus compatriotas pequeños paquetes de té de cien gramos, una cantidad que todos podían comprar por unas pocas monedas. Pero también, que la población tendiera cada vez más a concentrarse en las ciudades, promovió la producción para esas multitudes de bienes que no fueran solamente los básicos de subsistencia como la comida y el vestido sino también algunos que hasta ese entonces estaban dirigidos a sectores de altos ingresos. Con este “descubrimiento de los pobres” surgen nuevas técnicas comerciales como venta en cuotas de pago que posibilita a los sectores de menores recursos acceder a bienes que hasta ese entonces le estaban negados y que les permitirá a los hombres de negocios aumentar sus negocios de una manera insospechada. El ejemplo clásico de este cambio es que la industria de los automóviles no se revoluciona por los aristocráticos Rolls Royce sino por el modesto Modelo T de la fábrica de Henry Ford. Pensar en los sectores populares como mercado produjo grandes fortunas y estos hombres de negocios tuvieron en su aventura un nuevo aliado: la publicidad, que se transforma en la época en una verdadera industria. Otro fenómeno va unido a la aparición de las masas urbanas: el desarrollo de los medios de comunicación. En esta época aparece la prensa de gran tirada, con la importancia que ello tiene en la formación de la opinión pública. En 1890 un periódico inglés vendió por primera vez un millón de ejemplares; un diario francés llegará a esa misma cifra en 1900. Como dirá años después un filósofo, la lectura del diario se transformó en “la oración matutina de los hombres”. También la urbanización trae cambios en la sociedad. Con el crecimiento de las ciudades las actividades vinculadas a los servicios aumentan su importancia. Un ejemplo claro lo brinda Gran Bretaña. En 1851, 67 mil personas eran funcionarios públicos y 91 mil empleados de comercio. Para 1881, los funcionarios eran 120.000 y los vendedores 360.000. En 1911, estos últimos eran 900.000 y de este número el 17% eran mujeres. ¿Cuál fue la suerte de los obreros con la expansión? Incluso los trabajadores se beneficiaron del período de prosperidad porque la industria ofrecía trabajo en gran escala y estas ocupaciones eran de escasa calificación o de rápido aprendizaje para los hombres y las mujeres que deseaban emplearse en las fábricas. No obstante, aunque el trabajo era abundante, los salarios no parecen haber aumentado o, si lo hicieron, el incremento no fue importante. Además, los adelantos en las comunicaciones permitían que los pobres buscaran mejores destinos en ultramar y países como los Estados Unidos o la Argentina atraían a aquellos que sin posibilidades en su propia tierra buscaban un destino mejor del otro lado del océano. Si miramos el proceso desde otro punto de vista, también encontramos cambios significativos. Por una parte, las nuevas industrias requieren más capitales para su desarrollo y, con la depresión económica que hace caer a las pequeñas empresas, la tendencia a la concentración se hace característica. Las grandes empresas desplazan a las pequeñas, las sociedades por acciones a la empresa familiar y los “ejecutivos” a los dueños en la conducción de los negocios. Tal vez la transformación más importante es que el mundo económico deja de ser monocéntrico En 1913 de las cuatro economías más importantes, Gran Bretaña sólo aportaba el 19,5% de la producción industrial; a los Estados Unidos le correspondía el 46%, a Alemania el 23,5% y a Francia el 11%. Inglaterra había dejado de ser “la fábrica del mundo” y su balanza comercial era negativa pero ello no quería decir que hubiera perdido importancia. Su desequilibrio era compensado por las llamadas “entradas invisibles”. El comercio marítimo estaba bajo el control de su flota, la más grande del mundo y le correspondían también grandes entradas de dinero por otros conceptos como las regalías que las empresas inglesas en el exterior giraban a su país y los derechos o patentes que debían pagársele por los inventos registrados por súbditos británicos. Por otra parte, Londres era el centro financiero y comercial del mundo donde se realizaban las grandes transacciones internacionales e Inglaterra era el mayor inversor de capitales en el extranjero. En 1914, las inversiones mundiales en ultramar de Gran Bretaña por sí sola alcanzaban al 44% del total. Sólo poco más de la mitad correspondía a todos los demás países en conjunto. Sin embargo, un hecho era innegable: la industria inglesa había perdido importancia. Las fluctuaciones de la economía, la concentración empresaria y la industrialización de varias naciones lanzan también un fenómeno nuevo: los países se convierten rápidamente de competidores en rivales por el control de los mercados. Rumbo a la Gran Guerra o la venganza de la tecnología Entre 1880 y 1914 no había dudas de que el orden internacional estaba cambiando. Inglaterra había dejado de ser el único país industrializado y nuevas potencias se apresuraban para quitarle el primer lugar. Los europeos, acostumbrados a ser el centro del mundo, creían en su mayoría que el crecimiento más espectacular era el de Alemania. Sin embargo los que daban los pasos más largos eran dos gigantes: Rusia y los Estados Unidos. Algunos pocos contemporáneos lo notaban. Sir John Seeley, por ejemplo, sostenía en 1883 que esas dos naciones ya eran un enorme conglomerado político y afirmaba que, una vez que pusieran en marcha todo su potencial con el vapor y la electricidad y con una red de ferrocarriles, achicarían por completo a los Estados europeos como Francia y Alemania hasta reducirlos a países de segunda categoría. Rusia tenía un pie en el viejo continente y el otro en Asia pero era algo muy distinto por su cultura y su sociedad a lo que se consideraba por entonces como un país europeo. Pese a su gran atraso económico (o precisamente por eso) el ritmo de su crecimiento era notable al punto de que superaba las tasas de aumento de la actividad de los Estados Unidos. A pesar de ello, se acercaba sin ninguna duda la hora de los norteamericanos. El notable crecimiento de los Estados Unidos no era ningún misterio, sin embargo su transformación en un posible rival en el dominio del mundo no parecía estar cerca. La política norteamericana aparentemente se desentendía de los problemas europeos y se refugiaba en su propio territorio. Esto, en alguna medida, era cierto ya que durante la mayor parte del siglo XIX su política estuvo centrada en asegurarse el control del continente norteamericano: después de comprar Luisiana, se fue fijando como objetivos inmediatos la ocupación de Texas, Oregón, California y, desde la guerra con España en 1898, controlar Cuba y el Caribe. Pero la política norteamericana desde mucho antes apuntaba más allá y nadie lo expresó con más énfasis que el periodista sureño J. D. B. de Bow en un artículo de1850: “Tenemos un destino a cumplir, un ‘destino manifiesto’ sobre México, sobre Sudamérica, sobre las Indias Occidentales y sobre Canadá. Las islas Sandwich son tan necesarias para nuestro comercio oriental como las islas del golfo para el occidental. Las puertas del imperio chino deben derribarlas los hombres de Sacramento y de Oregón; debemos imbuir en las doctrinas republicanas y en las urnas electorales a los altivos japoneses, que no temen pisotear la Cruz. El águila de la república deberá posarse sobre los campos de Waterloo, después de trazar su vuelo a lo largo de las gargantas del Himalaya y de los montes Urales; y un sucesor de Washington se ceñirá la corona del imperio universal.” Ese imperialismo fervoroso que no reconocía límites y que se justificaba afirmando la legitimidad de imponer los propios valores sobre los de las culturas diferentes era compartido a fines del siglo XIX por todas las naciones industrializadas que encaraban su expansión con mayor o menor éxito. A medida que más países se subían al tren de quienes habían logrado modernizarse, la necesidad de asegurarse mercados parecía ser más urgente. Pero esta urgencia se presentaba en un escenario distinto: un mundo que se había achicado por el desarrollo de las comunicaciones internacionales. Como dijo John Seeley, el océano Atlántico se había “encogido hasta parecer poco más ancho que el mar encerrado entre Sicilia y Grecia”. Esto fue una poderosa razón para que las potencias pasaran de competidoras a rivales. La primera manifestación fue que los países industrializados comenzaron a proteger la producción de algunas de sus propias industrias en el mercado nacional y el liberalismo en su versión más o menos clásica quedó relegado a Inglaterra que lo mantendrá en estado casi puro hasta 1932. La segunda, que a la corta resultará la más peligrosa, fue el establecimiento de bloques o alianzas entre aquellas potencias que tenían más que principios iguales los mismos enemigos posibles. Así se formaron la Triple Entente, integrada por Rusia Francia e Inglaterra, y la Triple Alianza, de la que eran parte Alemania, el Imperio Austro - Húngaro e Italia. Pero cuando la guerra estalle, todos los países industrializados o en camino de serlo tomarán partido. En realidad, no era sólo que el mundo se había encogido sino que, sobre todo, estaba quedando chico. Por otra parte, la tecnología había mejorado notablemente también la capacidad mortífera de las armas. En 1914, el fusil de repetición con cargadores de seis o de ocho balas era el arma corriente de la infantería. Mucho más espectacular todavía en su capacidad mortífera era el uso de la ametralladora. También los explosivos habían mejorado notablemente con los avances de la industria química y la pólvora negra que había sido usada durante siglos fue reemplazada por otros explosivos que contenían nitroglicerina, el destructor invento de Alfred Nobel. .Los alemanes aportaron novedades importantes al “arte” de matar: los morteros y los lanzallamas. Pero mucho más espectaculares fueron el empleo de tanques de guerra (que tendrán un papel protagónico en los combates recién durante la Segunda guerra Mundial) y los submarinos, que inauguraron tácticas de combate naval totalmente novedosas. También comenzaron a utilizarse aviones cargados de bombas, cuyos pilotos las dejaban caer tirando de una cuerda cuando “a ojo” creían estar sobre el blanco. Ingleses, franceses y Alemanes experimentan con gas venenoso e iniciando así lo que más tarde se denominará “guerra química”. Los militares de uno y otro bando confiaban en que si estallaba un conflicto sería corto. Suponían que los trenes llevarían rápidamente a los soldados al frente de batalla y que las ametralladoras, los barcos de guerra y la artillería apabullarían al enemigo. Sin embargo, estas previsiones no se cumplieron y, justamente por el desarrollo de la industria de guerra, cuando el conflicto estalló se convirtió rápidamente en una interminable guerra defensiva. Por otra parte, toda la sociedad se vio envuelta en el combate y todos los recursos dedicados a este fin. Es lo que se llamó “guerra total”. Como dijo el primer ministro francés Georges Clemenceau, la guerra se convirtió en “algo demasiado serio para dejarlo en manos de los generales”. No debe creerse, sin embargo, que la Gran Guerra fue un conflicto enteramente moderno. Huellas de las técnicas de combate del pasado seguían coexistiendo con las modernas técnicas militares, como el transporte de armamentos a lomo de mula o los soldados de caballería que cargaban contra el enemigo montados en sus cabalgaduras. Tal vez, la anécdota más absurda (y más trágica) tenga que ver con los cambios que se imponía en los uniformes por las modernas técnicas de matar. Los soldados franceses mantenían su colorido uniforme de 1830, compuesto por una chaqueta azul y pantalones y quepis rojos, que los hacía un blanco inmejorable para las nuevas armas. Se produjo una discusión nacional acerca de la conveniencia de modificarlo para aumentar la seguridad de los combatientes que terminó con la decisión del Ministro de Guerra, quien sentenció: “¿Eliminar los pantalones rojos? ¡Nunca! El pantalón rojo es Francia”. Para muchos autores, la Primera Guerra Mundial no fue el primer conflicto bélico del siglo XX sino el último del siglo XIX. El mundo de la Gran Guerra (1914-1919) Uno de los fenómenos que se inicia con el siglo XX es la denominada Primera Guerra Mundial, en 1914. Se ha dicho muchas veces, y no es exagerada la afirmación que al finalizar la Gran Guerra surge un mundo distinto. Las novedades que en o durante el conflicto van a surgir marcarán de manera decisiva los rasgos sobresalientes de este nuevo siglo: desarrollo tecnológico aplicado a la destrucción, hasta límites inéditos, de todo tipo de bienes; la aniquilación sistemática y masiva de pueblos, comunidades, etnias, hasta alcanzar cifras de millones de seres humanos en tiempos cada vez más cortos; la consolidación y desarrollo de Estados proletarios en desafío no sólo al poder burgués sino a todos los valores que éste representaba; formación de un nuevo escenario político-económico internacional, en el que Europa tiene todavía un papel importante, pero no el único; desarrollo de una vieja fuerza, el nacionalismo, canalizado ahora por la vía de la reivindicación del derecho de autodeterminación (en los pueblos largamente sometidos) o por la vía de la expansión avasalladora, militarista y xenófoba; crisis económica de intensidad y características hasta entonces desconocidas en el capitalismo del siglo XIX - hiperinflación, paro masivo- que, a la vez que quiebran el optimismo de fin de siglo, fuerzan a los gobiernos a medidas intervencionistas de una energía y envargadura radicalmente nuevas. El siglo XIX confiaba en el progreso indefinido como factor de mejoras materiales, ampliación de conocimientos y, sobre todo, como civilización. El siglo XX iba a poner de manifiesto rápidamente que, en contra del ingenuo optimismo decimonónico, el progreso estaba también asociado a la barbarie; en este caso a una barbarie tecnificada. En muchas oportunidades se han analizado los orígenes y las responsabilidades del conflicto. Los vencidos sostienen una verdad; los vencedores otra. La cuestión quedó formalmente resuelta en el artículo 231 del tratado de Versalles, firmado al finalizar la guerra, que atribuía a Austria-Hungría y Alemania la responsabilidad de la guerra. Los historiadores saben que la cuestión es mucho más compleja y también tienen en cuenta la organización del sistema internacional en los veinte años que precedieron a la guerra, el estallido de las rivalidades imperialistas, el impresionante crecimiento económico e industrial de Alemania, la efervescencia nacionalista y el culto a la guerra, la debilidad de los pacifistas y el fracaso de los socialistas. Sin embargo, esta enumeración no debe ocultar que los círculos militares y al menos una parte del gobierno alemán, consideraban que una breve y victoriosa guerra reforzaría la hegemonía centroeuropea que ya ejercían de hecho, y convertiría a Alemania en una potencia mundial acorde con su capacidad económica. También Austria-Hungría pretendía defender su existencia como estado multinacional frente al peligro que significaba la disgregación de las distintas nacionalidades que dominaba en su interior. Probablemente eran mayores las ambiciones de Rusia que, a su tradicional política de injerencia en el mundo balcánico y al protectorado sobre los eslavos sumaba ahora su enérgica expansión hacia el Lejano Oriente. Francia también tenía pretensiones bien precisas frente a Alemania: recuperar las zonas de Alsacia y Lorena. Se trataba de retomar lo que se consideraba mal perdido y detener, eventualmente, la marcha alemana hacia una preponderancia absoluta en Europa. Gran Bretaña se preocupaba por el creciente poderío industrial y naval de Alemania; la invasión de las tropas alemanas a Bélgica en 1914 y la amenaza en el canal de la Mancha justificaban los temores que había despertado en los últimos años la política alemana de rearme naval, acompañada por la expansión industrial y comercial que los ingleses observaban con gran inquietud. En este marco, aparecen como elementos decisivos del estallido del conflicto la confianza en que la guerra sería breve y el respaldo a la contienda de la opinión pública nacional de ambos bandos. Todos hicieron un uso extremadamente hábil de la propaganda, vendiendo a la opinión pública respectiva la idea de que la nación era víctima de la agresión de sus enemigos. El impulso patriótico en todos los países desbordó las previsiones más optimistas de los gobiernos beligerantes. Se estaba recogiendo el fruto de una sistemática campaña de exaltación patriótica en todos los países sobre la base de la descalificación de los vecinos o competidores. Este entusiasmo nacional y bélico se manifestó con mayor intensidad en los habitantes de las ciudades y en los lectores de la prensa, ávidos de gloria y aventura tras un largo período de paz. La guerra fue concebida esencialmente como una campaña de movimientos que terminaría en pocas semanas. El plan Schlieffen, del estado mayor alemán, consistía en llevar rápidamente las tropas hasta París y destruir al ejército francés con una gran maniobra envolvente. La invasión de la neutral Bélgica se consideraba necesaria para que el ala derecha de la formación avanzara en profundidad y se cerrara sobre la capital y los ejércitos franceses. Los franceses y británicos asignaban a las fuerzas rusas, por su rico potencial humano (más de 8 millones de soldados), aunque mal provisto de armas y municiones, la función de "rodillo triturador": ingentes cantidades de hombres debían irrumpir sobre el oeste en los imperios centrales. Los planes fallaron muy pronto. El avance ruso fue detenido en la batalla de Tannenberg, a fines de agosto de 1914 y la ofensiva alemana quedó paralizada tras la batalla de Marne (septiembre de 1914). Los frentes se estabilizaron, se cavaron kilómetros de trincheras y, en poco más de un mes, la guerra de movimientos se transformó en una guerra de posiciones desconocida hasta entonces. A partir de aquí la guerra es una guerra de trincheras estables, donde los hombres se hacinan y desesperan, sufriendo más por el frío, el hambre y la suciedad que por los ataques enemigos. En este tipo de guerra no tiene tanta importancia el valor personal o el esfuerzo individual sino aquellos elementos que permiten sobrevivir en este medio: leña, comida, tabaco, velas. Cuando llega el combate, el modo de operar clásico es el de machacar con la artillería las posiciones del adversario hasta lograr, en términos militares "ablandarlas". A veces los cálculos fallan y los ataques a las posiciones enemigas se convierten en operaciones suicidas: miles de soldados son obligados a salir de las trincheras a campo abierto sin la menor posibilidad de llegar al lugar en el que unas fuerzas emboscadas, con la artillería casi intacta, disparan sobre los hombres, cuyas bajas se cuentan de a miles. En cambio, cuando se tiene éxito, el avance se mide por unos cientos de metros: un esfuerzo desproporcionado para un resultado tan magro. El nuevo armamento contribuyó a acentuar los perfiles de la tragedia. Ni los tanques, ni los rudimentarios artefactos aeronáuticos tuvieron un desarrollo tan importante como los submarinos, un arma decisiva en la estrategia alemana de quebrar por algún lado el poderío de la flota británica. La esperanza de doblegar a Gran Bretaña y cortar el abastecimiento a los ejércitos y el sistema productivo de la Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) descansaba en adelante en la acción de los submarinos, una de las más pérfidas y novedosas armas que había perfeccionado la moderna tecnología industrial. Los alemanes habían dedicado mucha atención a la construcción de sumergibles aumentando su potencia y su capacidad para navegar en alta mar. A fines de 1916 emprendieron una guerra submarina indiscriminada, sin respetar las banderas ni los derechos de los países neutrales. La eficacia militar de la decisión fue muy grande: centenares de buques fueron hundidos, la economía de Gran Bretaña llegó al borde de la quiebra; pero, fundamentalmente, la actitud alemana castigó duramente el comercio de Estados Unidos, que se había convertido en el mayor proveedor de los países de la Entente. Razones económicas y humanitarias conmovieron a la opinión pública norteamericana que, pese a las importantes minorías de origen alemán, simpatizaba en su gran mayoría con Gran Bretaña, Francia e Italia. En abril de 1917 el Congreso votó la declaración de guerra contra Alemania. Esta decisión, adoptada poco después de la revolución rusa indicaba un vuelco en el conflicto, que asumía dimensiones realmente mundiales, y tenía también muchísima importancia en la historia de Estado Unidos. La intervención de Estados Unidos en la guerra La intervención norteamericana movilizó contra los imperios centrales un poderoso y eficiente aparato industrial, los recursos inmensos de un país rico y el entusiasmo, a veces ingenuo e idealista, por la lucha en defensa de la democracia. Los norteamericanos llegaban a un ritmo de 200.000 hombres por mes y, en el otoño de 1918, sumaban cerca de dos millones. A largo plazo no se podía dudar de los resultados del encuentro. Ya se podía sostener que, de un lado, luchaban los regímenes liberales y democráticos y, del otro, los dos imperios en los que no solo pesaban los intereses dinásticos, sino que se regían de hecho por una dictadura militar. En el enfoque del presidente norteamericano, Woodrow Wilson, estas razones tenían una importancia fundamental; se debía construir la paz abandonando la diplomacia secreta y afirmando, en cambio, el principio de la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos entre los Estados por medio de una organización internacional nueva y democrática. Al comienzo, el estallido de la guerra había permitido atenuar o reprimir las tensiones sociales internas apelando a la cohesión nacional e instaurando una severa dictadura militar. Ahora la guerra, prolongándose más allá de todo lo previsto, se convertía, de factor de cohesión e integración en motivo de desintegración, y alentaba el peligro de la revolución social. Las perspectivas habían cambiado totalmente respecto a las de 1914.1915. La revolución rusa y la intensa propaganda pacifista y revolucionaria eran algunos de los nuevos elementos que acelerarían la solución del conflicto. En estas condiciones, la presencia norteamericana asumía una importancia aún mayor que en los meses anteriores y, con la proclamación de "los catorce puntos" de Wilson, en enero de 1918, Estados Unidos tomaba la iniciativa diplomática e ideológica en los países occidentales. El Mensaje de Paz del presidente al Congreso norteamericano y los catorce puntos, que en algunos aspectos puede también parecer una respuesta a la propaganda de paz soviética, oponían la libre expresión de la voluntad popular y de la autodeterminación de los pueblos a los acuerdos entre cancillerías y sostenían, muy especialmente, que las relaciones entre los Estados se debían regular según principios democráticos instituyendo la Sociedad de las Naciones, una especie de gobierno supranacional que garantizara la paz internacional. Todos los gobiernos de la Entente juzgaron que la posición de Wilson era muy valiosa para la propaganda y la diplomacia; incluso algunos sectores de los grupos dirigentes y de la opinión pública de los imperios centrales pudieron ver en ella la esperanza de una paz sin venganza. La guerra, comenzada por disputas intestinas de Europa y planteada con antiguos esquemas de ajuste de fronteras y equilibrio de fuerzas entre los Estados europeos, avanzaba hacia su final abriendo perspectivas totalmente nuevas: Europa había perdido su primacía en el mundo y en menos de dos años desaparecieron los tres imperios más antiguos y sus respectivas dinastías: el Imperio ruso, el Austro-Húngaro y el Imperio Turco. Además surgió un nuevo intento para organizar la sociedad cuyo objetivo apuntaba a transformar radicalmente las bases de la sociedad capitalista: la revolución rusa. ACTIVIDAD: 110 sitios con herramientas para el colegio; cómo hacer tus tareas escolares con ayuda de tu bibliotecario y de la Web En la Red hay páginas con mucha información para resolver los “deberes” de la semana escolar, con la ayuda de un bibliotecario y de la Web, podrán encontrar recursos sobre matemáticas, lengua, historia, física o geografía. También, herramientas para guardar los sitios favoritos en línea. A continuación te damos una lista de sitios que puedes visitar. Selecciona aquellos que puedan ser útiles para ampliar, profundizar o ilustrar el tema de esta clase. Escribe un pequeño texto con los sitios seleccionados y fundamenta tu elección. Ten en cuenta que el usuario es un estudiante de la Escuela Secundaria Básica. Biología y ecología Bio-logia.com.ar ( www.bio-logia.com.ar ) Ecopibes.com ( www.ecopibes.com ) Fundación Vida Silvestre Argentina ( www.vidasilvestre.org.ar ) Instituto Nacional de Ecología de México ( http://cambio_climatico.ine.gob.mx/sabycono/sabyconokids.html ) Hipertextos del área de la Biología ( www.biologia.edu.ar ) Kids Health ( http://kidshealth.org/kid/en_espanol/ ) Microbeworld ( www.microbeworld.org ) Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable ( www.ambiente.gov.ar ) ZooWeb Plus ( www.zoowebplus.com/principal/contenido.html ) Buscadores y directorios Abchicos.com ( www.abchicos.com.ar/abchicos/ ) AlltheWeb.com ( www.alltheweb.com ) Educaguía.com ( www.educaguia.com/Zonas/Recursos/Recursos.htm ) EducaRed ( www.educared.net/mespana/home_1_117_esp_1__.html ) Educared.org.ar ( www.educared.org.ar ) ez2Find (http ://ez2find.com ) Google Argentina ( www.google.com.ar ) Live Search ( www.live.com ) Open Directory ( http://dmoz.org/ Kids_and_Teens/International/ Espa%c3%b1ol/Actividades_escolares/ ) Ultraguía ( www.ultraguia.com.ar/Gente/UltraPibes.htm ) Yahoo! Argentina ( ar.yahoo.com ) Ciencia en general Ciencia para chicos ( www.df.uba.ar/users/sgil/tutoriales1/fisica_ tutoriales/ciencia/children.htm ) Cienciafacil ( www.cienciafacil.com ) CIENCIAnet ( www.ciencianet.com ) Divulgón ( www.divulgon.com.ar/enlaces.html ) Ejercitando ( www.ejercitando.com.ar ) Planetario de la Ciudad de Buenos Aires ( www.planetariogalilei.com.ar/linksinte.htm ) Red Creativa de Ciencia ( www.cienciaredcreativa.org ) Enciclopedias Enciclomedia ( www.enciclomedia.edu.mx/Los_Alumnos/index.html ) MSN Encarta en línea ( es.encarta.msn.com ) Wikipedia en español ( http://es.wikipedia.org/wiki/Portada ) Física Astronomía moderna ( www.astronomiamoderna.com.ar ) AstronomíaOnline ( www.astronomiaonline.com ) Física re-Creativa ( www.fisicarecreativa.com/index.htm ) Fisicanet ( www.fisicanet.com.ar ) Fundación Cientec ( www.cientec.or.cr/index.shtml ) Observatorio Astronómico de Rosario ( www.ifir.edu.ar/~planetario/index.html ) Ventanas al Universo (www. windows.ucar.edu/spanish.html ) Vistas del Sistema Solar ( www.solarviews.com/span/homepage.htm ) Historia Busca biografías ( www.buscabiografias.com ) Efemérides Argentinas ( www.periodismo.com/modules/piCal/ ) El Folklore Argentino ( www.elfolkloreargentino.com ) Elhistoriador.com.ar ( www.elhistoriador.com.ar ) Granaderos voluntarios ( www.granaderovoluntario.com.ar ) Historia del Siglo XX ( www.historiasiglo20.org ) Historiadelpais.com.ar ( www.historiadelpais.com.ar ) La historia pensada ( www.lahistoriapensada.com.ar ) Lengua y literatura Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ( www.cervantesvirtual.com ) Chicos y escritores ( www.chicosyescritores.org ) CVC - Aula de lengua ( cvc.cervantes.es/aula/ ) Diccionario de la Real Academia Española ( buscon.rae.es/draeI/) Diccionarios y traductores ( www.diccionariostraductores.com ) Diccionarios.com( www.diccionarios.com ) Dictionary.com ( http://dictionary.reference.com ) Lenguaje.com ( www.lenguaje.com/herramientas/silabeador.php ) Literatura.org ( www.literatura.org ) Los poetas ( www.los-poetas.com ) Proyecto Aula ( lenguayliteratura.org/mb/) Reglas de Ortografía ( roble.pntic.mec.es/~msanto1/ortografia/index1.htm ) Mapas Google Maps ( maps.google.com ) Live Maps ( maps.live.com ) Mapas del mundo ( www.luventicus.org/mapas.html ) Maps - National Geographic( plasma.nationalgeographic.com/mapmachine/ ) Yahoo Maps ( maps.yahoo.com ) Matemáticas Enseñanza de las matemáticas ( redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/mate/mate.htm ) Matematicas.net ( www.matematicas.net ) Recursosmatematicos.com ( www.recursosmatematicos.com ) Portales Chicos en Internet ( www.chicoseninternet.com.ar ) Educ.ar ( www.educ.ar/educar/ ) Educar.org ( www.educar.org ) Escolar.com ( www.escolar.com ) Escolares.com.ar ( www.escolares.com.ar ) Escolares.Net ( www.escolares.net ) Gleducar ( wiki.gleducar.org.ar/wiki/Portada ) Portal del menor ( www.portaldelmenor.es/escuela.php ) Portal Didáctico ( www.portaldidactico.es ) Red Telemática Educativa Argentina( www.telar.org ) Química Chemedia ( www.chemedia.com/index.shtml ) Chemistry and you ( www.chemistryandyou.org/base_span.htm ) Historia de la Química ( www.uv.es/~bertomeu/ ) La página de la ciencia ( pagciencia.quimica.unlp.edu.ar ) Tabla periódica ( http://inicia.es/de/sistemaperiodico/ ) Tabla periódica según McGraw-Hill( www.mcgrawhill.es/bcv/tabla_periodica/mc.html ) WebElements.com ( www.webelements.com ) Varios Acceder.gov.ar ( www.acceder.gov.ar ) Ad Infinitum ( www.santillana.es/AdInfinitum/index.htm ) Aplicaciones didácticas ( www.aplicaciones.info ) Artenautas ( artenautas.conaculta.gob.mx/home.php ) Biblioteca del Congreso - Historia argentina en facsímiles ( www.bcn.gov.ar/historia/historia.htm ) Biblioteca del Congreso ( www.bcnbib.gov.ar ) Biblioteca Nacional ( www.bibnal.edu.ar ) Biblioteca Virtual Universal ( www.biblioteca.org.ar ) Cámara de Diputados ( www.diputados.gov.ar ) Ciberhabitat ( www.ciberhabitat.gob.mx ) Conversor universal ( www.convertme.com/en/ ) Crucigramas y rompecabezas ( www.kidcrosswords.com/espanol/home.htm ) Divertitareas ( ninos.esmas.com/divertitareas/ ) Manualidades ( www.educared.edu.pe/estudiantes/manualidades/index.htm ) MundoEscuela.net ( www.mundoescuela.net ) Presidencia de la Nación ( www.presidencia.gov.ar ) Senado de la Nación( www.senado.gov.ar/principal.php ) Hay una versión en línea con esta información, en www.lanacion.com.ar/tecnologia , el lector encontrará un archivo ZIP (es decir, comprimido) con todos los enlaces organizados en carpetas, para que sume a sus Favoritos de Internet Explorer. Como se publicó el 05.03.2007, hay sitios que ya no están vigentes. Consigna del Segundo parcial individual, domiciliario y escrito: Nos proponemos abordar una actividad de evaluación sobre las últimas clases, como es la de escribir una carta. El autor de la carta es un italiano que vive en Liguria, cerca de Génova y tiene 30 años, es casado y tiene dos hijos menores de edad; la escribe a fines de Diciembre de 1919 a su hermano Giuseppe que vive en Flores, ciudad de Buenos Aires. Su intención es migrar a esta ciudad y le escribe a su hermano mayor con el propósito de conseguir información. Ahora reflexionaremos en conjunto sobre el arte de escribir una carta que refleje el clima de una época. El género epistolar se relaciona con la crónica, la intimidad y el pensamiento. Por eso, las cartas son excelentes fuentes para los historiadores que encuentran en ellas diversos puntos de vista, consideraciones subjetivas y observaciones de primera mano. Les proponemos la escritura de una carta que refleje las condiciones materiales, culturales de la época estudiada en estas clases desde la mirada del hermano de Giuseppe. La carta será escrita en letra Time New Roman, tamaño 12, espaciado 1,5 y podrá extenderse hasta dos carillas. A continuación te ofrecemos el enlace para ver el trabajo de un alumno sobre las causas y consecuencias de la Primera Guerra, después de ver el video, lean los comentarios que hacen los oyentes. Escriban Ustedes el suyo debajo del texto de la carta con el título “Comentario sobre el video”: http://youtu.be/pG9TWQG-p5Q Si no lo pueden abrir desde aquí, copien el link y peguen en su navegador. * * * Cronograma de entrega: Comisiones 1 y 2: 30 de Septiembre Comisiones 3 y 4: 24 de Septiembre Éxitos y hasta la próxima clase.