CAPÍTULO 1 ANTECEDENTES AL TRATADO DE LÍMITES DE 1922 La firma del Tratado Salomón – Lozano fue producto de una especial coyuntura política y económica que no solo comprometió a Perú y Colombia. El presente capítulo analizará la urgencia o importancia que tenían para ambos países los territorios en litigio a partir de los antecedentes políticos del tratado. 1.1. Zona de influencia cero: El Caquetá, el Putumayo y el Amazonas La zona comprendida entre los ríos Caquetá (o Yapurá), el Putumayo y el Amazonas1, se encontró en una situación de abandono a lo largo del siglo XIX e inicios del XX ya que conformaba un territorio en litigio entre Perú y Colombia. Esta región amazónica limítrofe, tropical y selvática, se había mantenido inexplorada a lo largo de la existencia republicana de Perú y Colombia. Con una extensión aproximada de 12 000 kilómetros cuadrados, la región tenía un valor inmenso (calculado en centenares de millones de dólares) por ser rica en “toda clase de productos” minerales y vegetales - maderas y gomas (ACP, 1979,p.79). Estaba habitada además por un promedio de 17 000 recnícolas2. A pesar de ello, la presencia estatal había sido muy escasa, casi nula: una “región de imprecisos límites fronterizos y de soberanía imprecisa” (García, 2001, p. 592) en la cual reinaba la incertidumbre. Los habitantes de uno y otro país penetraban más allá de 1 Ver Mapa 1 en anexo. Un conjunto de indios salvajes (wisotos, ticunas y yaguas), extractores y cargadores de balata que participaban de una economía natural. Los cálculos se basan en estimaciones no comprobadas, pues nunca se hizo un censo poblacional ni un estudio oficial de dicha región; sin embargo, las cifras son similares en distintas fuentes. 2 la frontera natural, definida por el río Putumayo. El Caos Amazónico (Valverde, 1928, p.42) se explicaba en que ni Perú ni Colombia tenían plena soberanía en la región, no había autoridades ni servicios del Estado, manteniendo una conducta estática3. En la práctica lo anterior conllevó a un abandono del territorio nacional, incluso mayor a partir de 1906 tras la firma de un modus vivendi por el cual Perú y Colombia se comprometían a no intervenir en la zona, facilitando que se convirtiera en una tierra de nadie. 4 Una consecuencia de esta situación de abandono, fue el surgimiento de un capitalismo informal y salvaje en la región. Los empresarios, tanto peruanos como colombianos, aprovecharon la situación para expandir sus negocios desmesuradamente, aplicando las medidas necesarias para mantener esta expansión. Es así que ante la ausencia de mano de obra y la creciente demanda internacional de productos como el caucho, se impuso un régimen de esclavitud basado en la coacción y la fuerza. Esta sobreexplotación inhumana de la mano de obra indígena afectó su cultura e incluso acarreó la desaparición física de grupos enteros de indígenas. El principal implicado fue The Peruvian Amazon Company o Casa Arana, del peruano Julio César Arana 5, sucesor del colombiano Benjamín Larrañaga en el dominio indiscutible de la región desde 1903. La situación de abuso cobró importancia internacional a partir del escándalo del Putumayo (1910-11), o la agitación de la prensa europea y estadounidense en contra del Perú una vez que el ingeniero estadounidense Walter E. Hardenburg denunciase en Esta conducta estática se entiende, sobre todo por parte de los gobiernos peruanos, en la “idea peregrina” de mantener el statu quo con el objetivo de que la población peruana se expandiera naturalmente en las regiones disputabas. Cfr. Valverde, 1928, p.35 4 También conocido como Modus Vivendi de Neutralización del Putumayo, o de Barbarización del Putumayo. Cfr. Porras Barrenechea y Wagner Reyna, 1981, p.52. 5 “…Arana, tratando de estimular la rápida colocación de los títulos [acciones], exigió de los capataces un aumento significativo de la producción, que se logró a costa de una represión que provocó la muerte de millones de indígenas. Cfr. García, 2001, p.602. 3 1909 todos los abusos en la revista británica Truth. El resultado fue una batalla mediática que generó una reacción en los gobiernos de diversos países, movilizando a las diplomacias peruana, colombiana, británica e incluso al Vaticano, así como a diversas asociaciones, entre ellas la Sociedad Antiesclavista y Protectora de indígenas (Liga Anti-Esclavista proveniente del Reino Unido). En otras palabras y según Valcárcel (1931), la “denuncia formal al Perú por parte de Gran Bretaña y Estados Unidos estuvo acompañada de una campaña de desprestigio contra el Perú” (p.607)6. Tras la intervención de Gran Bretaña, a través del cónsul Roger Casement y su viaje al Putumayo, el Perú pierde la lucha mediática (al igual que la Casa Arana) a favor de Colombia, cuyos dirigentes políticos habían también participado intensamente en el asunto. Es por ello que a partir de 1911, a pesar de la caída de la casa Arana y de los precios del caucho desde 1907, la región amazónica adquirió una importancia política sin precedentes, lo que definiría el curso de la cuestión de límites entre Colombia y Perú. 6 Se acusaba al Perú de la existencia de una cultura del terror, o sea, el empleo de métodos inhumanos para contratar a los indígenas (correrías, compraventa de esclavos, peonaje por deudas, castigos corporales).