18 Jueves. 14 de agosto de 2014 • LA RAZÓN Tribuna Pienso en todos ellos. Pienso en una misión que ha sido extremadamente dura para nuestros contingentes. Pienso en el cierto vacío en que se encuentran los que quedan MAR EN CALMA LUIS ALEJANDRE - General (R) Irene Villa Otros veraneos: Herat B usque el lector Herat entre las ventajosas ofertas de última hora para su veraneo. No está ni entre los lugares de sol y playa, ni entre los circuitos fluviales, ni entre los lugares de festivales estivales que reúnen a miles de personas. Podría estar entre los circuitos de riesgo, pero ni esto. ¡Bien saben dónde está, los mas de 30.000 soldados españoles, sus mandos y familias, que han servido en Afganistán desde que hace doce años aterrizase en un destartalado aeropuerto de Kabul el entonces coronel Jaime Coll ,con el primer contingente español de ISAF, la fuerza internacional creada en diciembre de 2001 por acuerdo de la Conferencia de Bonn y bajo el «paraguas legitimador» de la Resolución 1386 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pues por allí andan nuestros uniformados de los Ejércitos de Tierra y Aire, de los Cuerpos Comunes –especialmente sanitarios– e incluso guardias civiles, junto a italianos, americanos, lituanos y albaneses. Unos, en el Cuartel General de Kabul como el coronel Carrión; otros en el de Herat, hasta hace poco Mando Regional Oeste de la Coalición, hoy Mando de Entrenamiento, Asesoramiento y Asistencia; otros, al mando del Coronel Arroyo, en el aeropuerto internacional, gestionándolo; otros en unidades logísticas; otros en el Hospital ROLE 2. Total, mas de 250 veraneantes. De acuerdo con los planes de reducción de ISAF, se van transfiriendo al Ejército Afgano sus responsabilidades en materia de seguridad. Y el contingente español, que llegó a contar con 1500 efectivos en 2011, también se va replegando. A finales de junio lo hicieron los especialistas del Regimiento de Inteligencia del Ejército nº 1, que dirigieron desde 2008 –más de 6.000 horas de vuelo contabilizadas– los drones de fabricación israelí MK-II-J. Su eficacia ha estado asociada a su pequeña dimensión su baja firma radar y sonora y su gran autonomía y alcance. Han proporcionado una inestimable seguridad a las fuerzas desplegadas, dando información en tiempo real e imágenes de gran nitidez y calidad. EL RETROVISOR por Julio Merino 1936 «Éste va a ser un verano atípico para nosotros–dirá el coronel López Aroca en Herat– ya que se espera sea diferente por el trabajo, por las extremas y duras condiciones meteorológicas; diferente por el viento abrasador que reseca la piel; diferente porque todavía el futuro de este país es incierto; diferente por la añoranza de los que quedaron en España. Pero ilusionante por haber diseñado y emprendido una transformación pionera para las fuerzas internacionales desplegadas en todo Afganistán». Los testimonios de los expedicionarios son coincidentes. «El que bautizó este lugar como Camp Arena, acertó de pleno» dirá el brigada Carrión . «El viento incesante desde que llegamos en mayo –le queda hasta noviembre– lo remueve todo; ni un árbol, ni un arroyo, ni una brizna de hierba verde; este es nuestro resort de vacaciones que este verano nos conformaremos pasar junto a nuestras familias por teléfono». «En los llamados 120 días de viento las rachas son de 50 kms hora como norma general y la humedad del 10%», apostillará el comandante La Guerra no había hecho más que empezar y las cosas no estaban claras. Las dos Españas trataban de organizarse para defender o atacar. Los nacionales habían quedado separados, al norte, el general Mola y en el sur, el ejército llegado de Marruecos. Era imprescindible unir a los dos ejércitos y Franco, en cuanto aterrizó en Sevilla, Oscar Reyero, oficial de Información. El subteniente Arrufat, jefe de una unidad de mantenimiento, aparte de sus relaciones orgánicas oficiales, se debe a un afgano –un local en el argot operativo– llamado Abdul, al que apoda «el mejor». Abdul es capaz de encontrar un tornero que reconstruya una pieza de un blindado o reparar un alternador de un «torito» para carga. Pero Abdul no es hombre de prisas y le recuerda a Arrufat la distinción entre nuestras culturas: «Los relojes son vuestros; el tiempo, nuestro». «Si no encuentro en Herat, le dirá pausado y calmo, habrá que buscar en Irán; si no hay, en China o mejor en Dubái». ¡Son sus tiempos! Pienso en todos ellos. Pienso en una misión que ha sido extremadamente dura para nuestros contingentes. Pienso en el cierto vacío en que se encuentran los que quedan. Pienso en cómo consiguen proteger el instrumental los médicos del Hospital ROLE 2, una instalación de enorme prestigio en la ciudad y en la zona. «Trabajamos junto a americanos unas 44 personas; 3 quirófanos, UCI, sala de telemedicina y telecirugía en quirófanos, enlazadas con el Hospital Central Gómez Ulla». «Si el equipamiento es admirable–dirá el teniente coronel médico Rodeles del Pozo– más destacable es la profesionalidad del personal». Recojo, para terminar, el testimonio del sargento primero Reyes Zafra: «Sólo sueño que algún día, la sociedad española, igual que la de otros países, sepa reconocer el esfuerzo y el sacrificio tan grande que hacen nuestras familias, cada vez que un soldado como nosotros BARRIO debe abandonarlo todo para cumplir con su misión». «La ilusión y la satisfacción de lo iniciado que reflejan las caras de los que aquí nos encontramos –dirá Lopez Aroca– es un aliciente para superar este verano atípico pero inolvidable y que esperamos ayude a sobrellevar las condiciones en las que se desarrolla el trabajo». ¡Bien saben que estamos con ellos, y que les deseamos un –dentro de lo posible– feliz verano y pronto retorno a la Patria! fue enviando las tropas que llegaban de África en dirección a Madrid. Varias columnas motorizadas iniciaron el avance con el teniente coronel Yagüe al mando y 10.000 soldados. El 14 de agosto, tal día como hoy, la tropa se plantó a las puertas de Badajoz. En 24 horas Yagüe se hizo dueño absoluto de la ciudad y comenzó las represalias. ¿Cómo se supera? «Lo único que seguimos pidiendo es lo de siempre. El Ministerio dio un paso enviando una carta… que nos sigan acompañando». Justo hace una semana nos hacíamos eco de la insoportable situación de unas familias, que tras cuatro años de burocracia y demás trabas para culminar un arduo –pero presumiblemente gratificante– proceso de adopción, se encontraban atrapadas en Etiopía desde el mes de marzo por un error en el procedimiento. Tras un juicio favorable y ya con sus hijos, su proceso fue paralizado por supuestas irregularidades cometidas por el orfanato de origen. En su desesperación, por la amenazadora temeridad de que les fueran arrancados sus pequeños tras cinco meses en su país natal –dejando sus vidas, trabajos, quehaceres y compromisos–, la ciudadanía se volcó con ellos, instando a nuestro Gobierno a intervenir con el fin de que hicieran «lo posible para que unos niños no se queden sin sus padres, de nuevo, y que unos padres no se queden sin sus hijos». Pero ni esa carta ha impedido que sean devueltos al orfanato. Una vez más los intereses económicos fagocitan sin escrúpulos los derechos humanos. Lo que para los padres es un privilegio y una alegría, significa además una labor vital a favor de la infancia, pero se convierte en un suplicio. Tendría que haber una legislación mundial que facilite los procesos e impida los bloqueos de las adopciones o, por ejemplo, tener que devolver a los niños a los hospicios tras convivir con sus padres, porque esa sensación de abandono, por segunda, tercera o cuarta vez, ¿cómo se supera?