A ñ o X X X I X . — N ú m . 13.616 Red. y Ad., Marqués de Cubas, 7, Miércoles 18 s e p t i e m b r e d e 1929 No se devuelven los originales EDICIOM DE LA HQCHE nmiiiiiiiuiiHiiuiiuMiniiiiiuiiiinniniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitiiuiiiiiiitiiiiiiiiintiiiiiiiiiiiiiniiiiHiHuinuniiiiiiiiiiiiiiin COMENTARIOS A UN C0N6RES0 MUY ANTIGUA Y MUY MODERNA ,» Ida Mussolini, hija del "duce", ha llegado hoy a Madrid NUESTRAS RELACIONES ECONÓMICAS CON AMERICA En breve se celebrará en Sevilla el segundo Cojigreso del Comercio Españ-oi en Ultramar, al oabo de seis años de haberse celebrado el primero, en 1923. Bien mere<ce el asunto que se le consagre atención. No necesitará este Congreso esforzarse en buscar temas interesantes para su esitudio y solución, siuo que, antes bien, la dificultad oooisistirá para él en limitarse, en seleccionar de entre la fronda de problemas que se ofrecen a su atención los más apremiantes o aquellos que ofrecen posibilidad de acción pronta y eficaz, concentrando en ellos su atención para evitar el escollo de las conclusiones vagas y divagatorias en que tan fácilmente naufragan empresas de esta índole. En realidad el Conéreso tiene que ©nfi-entarse con el pTOblema completo do l a s relaciones hispanoamericanas, de las que es un simple capítulo el de sus relaciones comerciales. No se puede, en efecto, abordar la situación del comercio español en x^mérica sin tener presente las demás cuestiones conexas de que _ depende su florecimiento o postración. Así, por ejemplo, hay una relación directa entre el auge del comercio _español en América y la emigración hispánica a sus países. Por diversas razones: por patriotismo, por hábito, las colonias españolas en América constituyen la principal clientela de la producción esipañola, y por tanto, al tratar del comercio es,pañol en América no podrá prescludirse en modo alguno de la emigración. Planteadas así las cosas no hay que esforzarse en ponderar la importancia del Congreso a que venimos refiriéndonos. En cuanto a su urgencia, no puede ser mayor. Los inter-e^ses del comercio español en América, y en general los intereses eispañoles en. América, atraviesan una grave crisis, a la que hay que atender con apremio. Hace falta cambiar la orientación que preside a nuestras relaciones económicas con América; mejor dicho, darles u n a orientación, pues hasta el presente no se puede decir propiamente que haya habido ninguna. Piénsese que tenemos que luchar en América con poderosas, excelentemente organizadas, que aprovechan muy bien los elementos de todo género con que cuentan p a r a extender en la América española su inñuencia cultural y su mercado industrial, particularmente en la Argentina, donde el comercio español, desorganizado y des concertado hasta ahora, tenía que luchar con las potentes organizaciones de los Estados Unidos, por una p a r t e ; de Inglaterra, Francia e Italia, por otra. El resultado se muestra bien patente en _ este elocuente dato: Dwsde el primer Congreso de 1923 hasta 1928, las exportaciones españolas a^ la Argentina descendieron de 50 millones de pesos argentinos a unos 30 millones. Véas<a lo que amenazaría quedar reducido nuestro comercio con América si no se emprendiera pronto una reconquista bien dirigida de los mercados perdidos. í A qué se debe este descenso tan significativo, que va acompañado do otros análogos en las demás Eepúblicas norteamericanas 1 El problema es demasiado complejo para que pretendamos aquí ni esbozarlo siquiera. Más bien es al propio Congreso al que coiTesponde la enumeración de estas causas, de la que se deducirán fácilmente los remedios aplicables. Pei-o sí hemos de decir que, tanto como a la actividad desarrollada por nuestros competidores, se debe a nuestra inacción. En la lucha actual por los mercados extranjeros se emplean métodos y pi-ooedimientos iperfeccionadísimos y no se puede entrar en ella con armas herrumbrosas. Nuestra situación especial con respecto a América ; los lazos de cultura y ¡sangre que nos unen con las Repúblicas de habla española: el apoyo valioso que puede prestarnois una emigración bien encauzada y sólidamente preparada, son posiciones que nos conceden indudables ventajas , pero no tantas que nos pennitan triunfar sin más. Es de esperar que el Congreso del Comercio español en Ultramar sepa articular un programa de medidas concretas, que inicie la acción sistemática y bien orientada que requiere la mejora de nuestras relacio- l a c o m p e t e n c i a de n a c i o n e s r i c a s y nes comterciales con A m é r i c a . m]iininiuiic3HiH!iuinaiHiiiiiiuic3iuiiiiiniiniiiniiiiiiiniinniiniic]iaiunHHHiniuiiininniiiini»!HiniinniiiniMniiiunui!!iiiiiuiininuiH» Guando estaba pronunciando un disourso po itico e! ex minis re Vasoonoeios lia sido obieto de un atentado — * — A GonseDüencia de los disparos han moerto un peatón y un policía pero algunos de los disparos alcanzaron a un peatón y a un policía, originándoles la muerte. En las paredes del balcón ocupado por el Sr. Vasconcelos se clavaron ocho de las balas disparadas por los asesinos. Se afirma también que los asesinos han disparado sobre la clínica del doctor Salvador de Lara, gerente de la campaña presidencial vasconcelista en Torreón.-7-Associated Press. Oelesla la política y el feminismo. Ama ios deportes, la música y la escultura •dda Mussolini, hija del creador del fascismo, con nuestro compañero Juan G. Olmedilla. Procedente dñ Barcelona h a llegado á Madrid esta mañana la señorit a Edda Mussolini, hija del presidente del Gobierno italiano. Como el embajador del rey Víctor Manuel y su familia ,están ausentes de la corte,^ la viajera no residirá en la Embajada, sino en el Palace, donde la acomipañají su intinia amiga la oond&sita Bárbara y familiares de ésta. :-: :•: RETRATO :-: :-: ü n poco más alta que el reportero. Espigada y cimbreña. La melena colombina, de oro pálido, sin rizos sobre la amplia ñ-ente, de cuño inequívoco, asoma en la nuca bajo una boina azul muy echada hacia atrás. Rostro blanco, céreo casi, sin más afeites que el carmín de los labios, dibujados perfectamente, como las cejas sutiles, de la más pura escuela italiana. Sobre la boca, tres, cuatro lunares, tal vez dos, quizá seis ; incontables por la movilidad expresiva de la tara cuando Edda responde a mis preguntas. Bajo los arcos superciliares, prominentes, mussolinescos, se hunden en la ancha cuenca ojerosa las pupilas brillantes y lejanas. El mentón, anguloso; la garganta, magra, como toda la figura, que viste un traje azul moteado de blanco ; en el escote (ni atrevido ni mojigato, discreto, como la carv a del seno y como el l a r g o d e l a falda que cubre las rodillas y muéstra unas piernas fibrosa/s y ágiles, delgadas y' bien formadas), un cuello marinero, y entre las bocamangas, blancas y lánguidas, unas manos largas, finas, casi exangües, dignas del pincel exquisito de Sandro; en el iininiiiniiiiniiinnninnnnniHmt]iiiniiniionii!ininniiiiniiniininnHiiHiE]niiHiiiiu»nuniiinic}ii¡unii¡ii[3!Hiuiiini[]iHiiiu{niniiifiiui^ wx w ^ ' V X ' v n c ' w x ^ . w x . x r EN LA EVACUACIÓN DE RENANSA Vasconcelos. MÉJICO 18.—Según noticias procedentes de la ciudad de Torreón, el ex ministro de Instrucción pública señor D. José Vasconcelos ha sido objeto de an atentado contra su vida, del que, afortunadamente, ha salido ileso. ] Don José Vasconcelos, que presenta su candidatura a la presidencia de la República por el partido antirreeleccionista, se encuentra en Torreón organizando su campaña electoral. Loa asesinos, montados en dos autos, pasaron bajo el balcón donde el candidato presidencial Sr. Vasconcelos estaba pronunciando un discurso de propaganda. Inesperadamente dispararon sus armas y huyeron merced a la confusión que se produjo. El Sr. Vasconcelos resultó ileso de la agresión. La marchi d^ !os itommys» británicos del ejercito de ocupación en Renania se ha celebrado en un ambiente de cordialidad del que dan idea las escenas que aparecen aquí fotografiadas. Es natural, después d e todo, porque todos estaban contentos: los unos de marcharse y los o t r o s de que se fuesen. Todos o casi todos. Desde luego, esa parefita, entregada a ardientes transportes amorosos, no comparte la alegría general. Y es que, al parecer, la estancia de las tropas inglesas en Alemania ha producido lazos ós unión verdaderamente eficaces entre ambos pueblos- dedo corazón de la mano izquierda, una sencilla, sortija de cristal azul. Quieta, inmóvil frente al fotógrafo, Edda Mussolini reconstituiría, sin boina y bajo otro indumento, una Virgen "de Ghirlandaio. Animada en la vivacidad de su charla, rápida, natural y segura, parece lo que e s : una muchacha italiana de hoy día, que ama los deportes, la naturaleza, los viajes. apasiona es la música. Y luego 1K escultura. Ni FEMINISMO NI P0« : !-: :-5 LITIGA :-•. :••. s —jSe puede haMa<r de su pa-dre como político? —jCóimo no? i Quién mejor que yo para hablar de élí Pregunte... E s la persona a quien más quiero en el mundo. Y me lo dice con tanto aplomo natural que me desarma p a r a la. impertinencia. Tanteo sin embargo algunas preguntas: -^he interesa a usted la polítical i Sigue usted la labor de su padre? —En ao&oluto. Yo no lo veo máS: que como padre.' Ni me interesa la política ni quiero que me interese. Hago todo lo posible por olvidar que existe eso. —i Y cómo, queriéndole tant-o, no se asocia usted espiritualmente a su obra? j N o le gustaría ser, como misa Mac Donald del suyo, secretaria de su padre 1 —Le asisto mejor con mi earifio. i, No cree usted 1 G A C E T ILLA BIOGRA:.; :•: :-: FICA :•: :•: :•: —^Tengo diecinueve años. Me nacido en Farli, en la Romana. Mi familia, el isapá, la mamá y cuatro hermanos. «Tampussmo», bueno, este es el mote que le hemos puesto en casa a E o m a n o ; Vittono, Bruno y Anna María. He estudiado algo de todo, como cualquiera otra muchacha, y he viajado todo lo que me ha permitido mi p a d r e : África, Tripolitania, Ateñas, Egipto y... bueno, las indias orientales. ¿Para qué detallar? Aquí termina mi biografía, hasta a h o r a ; oorao ve, muy breve... Kl prólogo nada más de una vida. Se queda un momento pensativa. Vuelven en la quietud las línea-s de UNA FRASE DE EDDA Botticelli. De pronto ríe otra vez, y :•! :-: MUSSOLINI •.-: s-s delicio-samente burlona agrega: _—^Dentro de unos años, veinte, por Y agrega, sin darle importancia i^ ejemplo, si va usted a Italia o vuel- la frase, que le ha salido redonda: vo y o p o r E s p a ñ a , y le i n t e r e s a , le ---A: los grandes hombres se le» contaré la segunda parte, ayuda solamente con amor. —j Quiere usted escribirme esas, DEPORTIVA, MUSICAL Soy un pueril coleccionis:-: Y ESCULTÓRICA :-: palabras? ta de autóstrafos... H e aquí un rotulillo que no lleva —i Ah ! j P e r o le parece bien? Pues intenciones de madrigal, pero que con mucho gusto. Déme la pluma. pudiera serlo. Edda Mussolini tiene Y escribe, con letra culta, pero una predilección v i t a l : los deportes. irregular; sin amaño ni afectación; —Nado muy b i e n ; sin modestia «On aide les grands hommes seulo digo, porque es verdad. Y conduz- lement avec d'amour.n co como un corredor mi automóvil. Luego firma, sin rúbrica.' También me gusta mucho hacer es—i,Le interesa el feminismo? quíes, aunque me caiga en algunos —i N o ! Menos aún que l a política.' saltos. Pero eso no importa. ¡ Entonan tanto los desportes de nieve! UN HOGAR TRANQUILO —I y el Arte 1 Una italiana del —¡¡Y los atentados? j N o temen usRenacimiento... tedes en, casa por la vida del «duo6»í —I Cómo 1 Del novecientos : i ul—Nada. Mi casa es un h o g w tramarinéttica! Me siento muy del tranquilo. Todos nos queremos mudía y muy contenta de haber naci- cho y cada cuál se ocupa de sus co-, do en este siglo, que quisiera vivir sas. Mi padre, cuando puede, se toentero para ver qué pasaba. ¿No ma unos días de vacaeiones, una secree usted que es la época más in- mana, a lo sumo, y la pasa entre teresante del mundo esta que se es- nosotros, como si no fuera gober» nante- Juega con nosotros, se intetá cuajando 1 Y antes de que le conteste se co- resa por el jardín, por los a-nimalitos, y descansa. Entonces es cuando rrige : —Bueno no soy yo quien delie me siento mas feliz- Pobre todo en preguntar. Respondo. L a s Bellas nuestra üvilUí», cerca de Milán. Yo Artes no me intercáai) gran cosa. prefiero el cati-po a la ciudad. Y enClaro que, como turista, "me gustan tre las ciudades ésta, Milán, dond« pasé m\ infancia y donde quisiera. Florencia, Roma, El Cairo... vivir siempre. —lY Venecia, mujer'—interrum—Traigo una gran impresión de pe, reprochándola dulcemente, ?la contessina Bárbara», una divinidad Barcelona. Es una ciuda-d_ muy eude chiquilla, que asiste a parte die ropea, muy fuerte; una ciudad tumultuosa, cjue me gusta mucho. % nuestra entrevista. Edda accede; la Exposición es algo «ieérico», de —Bueno. Pongamos que también maravilla. Oreo que me va a agr$ñ rae encanta Venecia. Pero conste dar bastante España, por su oarácv que todo esto del a r t e en general me ter y por BU variedad. Ya veremos, gusta «por obligación». Por devoción, espontáneamente, lo que me J U A N O. OLMEDILLA