LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS DISUELTAS POR IMPERIO DE LA LEY Nº 19.288 Ricardo Olivera García 1. Introducción. Con la aprobación en el año 2012 de la Ley Nº 18.930, nuestro país emprendió el tortuoso camino de promover la inscripción preceptiva de los titulares de acciones u otras participaciones patrimoniales al portador, como forma de superar los cuestionamientos planteados por el Foro Global de Transparencia de OCDE al sistema uruguayo de información y cooperación internacional en materia tributaria y de prevención del lavado de activos. Si bien el asesoramiento que brindamos en su momento al Gobierno fue abandonar el régimen de acciones al portador –como lo han hecho la inmensa mayoría de los sistemas latinoamericanos- y transformar, de pleno derecho, las acciones de al portador en nominativas, se optó por el camino alternativo de crear un mecanismo de información por las sociedades de la identidad de los titulares de sus acciones al portador ante un registro de alcance restringido a ser llevado por el BCU. Paralelamente –justo es reconocerlo- se estableció un procedimiento simplificado para la reforma de estatutos, que dispusiera la transformación de las acciones al portador en nominativas o escriturales, facilitando que los operadores económicos pudieran migrar espontáneamente a esta forma de representación del capital accionario. El sistema creado por la Ley Nº 18.930 no tuvo el éxito esperado. Si bien la ley establecía sanciones económicas, tanto para la sociedad como para los accionistas, y la pérdida además por éstos de legitimación para ejercer frente a la sociedad cualquiera de sus derechos inherentes a la condición de tales (dividendo, participación en la cuota de liquidación, voto, suscripción preferente, receso, etc.), estas sanciones no resultaron un estímulo eficiente para que los operadores económicos siguieran el camino buscado por la ley, informando sobre la identidad de los titulares de acciones al portador o transformando el capital social en nominativo. Según informaciones oficiales, en el período establecido por la ley para optar por uno u otro camino (30 de abril de 2013), en el entorno de 26.500 sociedades declararon los titulares de sus acciones al portador ante el registro del BCU y otras 13.500 transformaron sus acciones en nominativas. Es decir que la ley aprobada solucionó la situación de 40.000 sociedades. Con posterioridad, la DGI publicó la nómina de las sociedades incumplidoras de la Ley Nº 18.930 (ni informantes al BCU ni transformadas en nominativas), la cual alcanza aproximadamente a 82.000 sociedades. Es decir que, según la información oficial, solamente la situación de una tercera parte de las sociedades resultó solucionada. Ante esta situación, el Gobierno optó por dar un segundo paso, con la finalidad de borrar de la faz de la Tierra las sociedades por acciones al portador que no identificaran a sus accionistas. Este paso consistió en la aprobación de la Ley Nº 19.288 de 25 de setiembre de 2014, reglamentada por los decretos 346/014 y 347/014, la cual se encuentra en proceso de aplicación. Catedrático de Derecho Comercial de la UDELAR, Decano emérito de la Universidad de Montevideo, Socio principal de Olivera Abogados. 2. Caracteres más relevantes de la Ley Nº 19.288. El régimen establecido por la Ley Nº 19.288 presenta los siguientes caracteres básicos: a) Establece un plazo de 90 días, contados desde la vigencia de la ley (el cual venció el 29 de enero de 2015), para que las sociedades por acciones al portador otorguen información sobre los titulares que representen al menos el 50% del capital integrado. b) Dispone la disolución opelegisde las sociedades que incumplan con suministrar esta información.No será aplicable en este caso la norma interpretativa a favor de la vigencia de la sociedad (art. 165) ni la que establece la posibilidad de su reactivación (art. 166). Una vez disueltas, estas sociedades quedarán eximidas de las sanciones que preveía la Ley Nº 18.930 y pasarán a estar exoneradas de ICOSA. c) La disolución implica además la revocación de todos los mandatos y poderes que la sociedad hubiera otorgado hasta ese momento. d) Impone, para las sociedades disueltas por esta causa, la obligación de liquidarse en un plazo de 120 días (29 de mayo de 2015), a cuyos efectos la ley y su decreto reglamentario establecen una serie de disposiciones especiales: Incorpora la necesidad de realizar una asamblea extraordinaria para nombrar los liquidadores, aprobar el inventario y balance inicial de la sociedad, requisito no exigido preceptivamente por la Ley Nº 16.060. Prevé un régimen de aprobación ficta de este inventario y balance inicial, para el caso que la asamblea no se reúna. Para esta asamblea (no requerida por el régimen general), la reglamentación prevé la convocatoria directa por accionistas que representen el 20% del capital integrado, la publicación de la convocatoria por una sola vez en el Diario Oficial, y la posibilidad de celebración sin necesidad de convocatoria, en el caso de ser una asamblea unánime. No surge de la ley que este régimen especial resulte aplicable a la aprobación del inventario y balance final que prevé el art. 179 de la Ley Nº 16.060, el cual continuará siendo competencia de la asamblea extraordinaria de accionistas, que deberá aprobarlo bajo el régimen general previsto por la Ley Nº 16.060 para la celebración de las mismas. Exonera de impuestos la adjudicación de bienes realizada en el proceso de liquidación. e) Vencido el plazo de 120 días, la ley impone a la sociedad una multa equivalente al 50% del valor de los activos sociales, calculados a esa fecha. f) En el caso de las sociedades que hayan registrado parcialmente la titularidad de sus accionistas al portador, vencido el plazo de 90 días contados a partir de vigencia de la ley, éstos resultan excluidos de pleno derecho de la sociedad. La sociedad deberá reembolsarles el valor de su participación y los haberes que les hubiera retenido, previa deducción de la multa establecida por la Ley Nº 18.930, siempre que el accionista hubiera registrado previamente su identidad ante el BCU. g) Modifica, con carácter general, la Ley Nº 16.060 respecto al régimen de cancelación registral de la sociedad. En tal sentido, sustituye el procedimiento previsto por el art. 181 de la Ley Nº 16.060, estableciendo un sistema de declaración directa de clausura de actividades ante la DGI y el BPS, expresando que se ha extinguido la totalidad del pasivo social y se han adjudicado la totalidad de los activos, acreditándose además la anulación o destrucción de la totalidad de las acciones. Corresponderá luego a la DGI comunicar los referidos datos a la Dirección General de Registros para la cancelación de oficio de la inscripción registral de la sociedad. Este régimen sustituye la fiscalización del órgano estatal de control, impuesta por el art. 409 de la Ley Nº 16.060 para la disolución anticipada, la cual debe considerarse tácitamente derogada. En un instructivo emitido por la AIN se establece la diferencia entre el régimen de cancelación registral de las sociedades cuya disolución estuviera en trámite a la fecha de vigencia de la Ley Nº 19.288 y el régimen general de cancelación establecido por reforma del art. 181 de la Ley Nº 16.060, pretendiendo que –en este último caso- se mantenga el control previo por parte dela AIN. No llegamos a percibir las diferencias entre ambas situaciones. Consideramos que la reforma legislativa al régimen societario general es clara en el sentido de que el trámite de clausura se realizará ante los organismos recaudadores tributarios, correspondiendo a la DGI la cancelación de oficio. Este procedimiento es excluyente de a intervención del órgano estatal de control, por lo que corresponde entender que deroga tácitamente este requisito. 3. Valoración del régimen legal. Mucho nos tememos que el régimen establecido por la Ley Nº 19.288 no habrá de resultar eficiente para dar solución al problema de las sociedades anónimas por acciones al portador, incumplidoras de la obligación de inscribir la titularidad de sus accionistas en el registro del BCU. El legislador pierde de vista que las sociedades disueltas de pleno derecho mantienen su personalidad jurídica y que los directores o administradores sociales, con funciones de liquidadores, continúan estando legitimados para disponer de los activos sociales. Aun cuando, por imperio de la ley, resultan revocados mandatos y poderes a la fecha de la disolución, la ley no priva de legitimación a los administradores para disponer de los activos sociales ni les impide que otorgar nuevos poderes. Este estado habrá de mantenerse incambiado aun después transcurrido el plazo previsto por la ley para realizar la liquidación. Si bien la ley impone, en estos casos, una multa muy importante para la sociedad incumplidora, no establece mecanismos eficientes de control para hacerla efectiva. Cierto es que la reglamentación exige acreditar el cumplimiento por la sociedad de su deber de información ante el BCU para realizar cualquier inscripción en los registros públicos, para lo cual –en caso de haber omitido su liquidación temporánea- deberá pagar previamente la multa. Sin embargo, este mecanismo de control no impide la transferencia de bienes o derechos no registrables,ni de activos ubicados en el exterior. Esto determina que, a pesar de la severidad de la sanción legal, no existe un estímulo real para la liquidación de las sociedades en el marco de la Ley Nº 19.288, máxime cuando ajustarse al mandato legal tiene el costo de pagar los adeudos tributarios de la sociedad hasta la fecha de su disolución. Si a las fisuras que, según vimos, deja la Ley Nº 19.288 sumamos la onerosidad que su solución implica, habremos probablemente de hallarnos ante el desalentador escenario de que solamente unas pocas sociedades habrán de cumplir con el proceso de liquidación propuesto. Consideramos que, para el caso de que el Gobierno se propusiera eliminar las sociedades anónimas por acciones al portador que se resisten a registrar sus accionistas y depurar definitivamente el padrón, debería revisar el régimen propuesto, estableciendo un sistema eficiente de bloqueo permanente y definitivo de las mismas, que tuviera como contrapartida la ausencia de costos por la medida. Sería además altamente conveniente que se aprovechara la ocasión para eliminar las acciones al portador de nuestro régimen societario, transformando las acciones en nominativas, haciendo desaparecer como un mal recuerdo el régimen establecido por la Ley Nº 18.930. Como saldo positivo de esta mala experiencia habrá de quedar la modificación introducida por el art. 19 de la Ley Nº 19.288 al art. 181 de la Ley Nº 16.060, en el procedimiento de cancelación de la inscripción registral de las sociedades comerciales, el cual supera el tortuoso e ineficiente trámite al cuál la disolución y liquidación de sociedades anónimas se encontraba sujeto.