La conversión de Pablo Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Hechos 22:14-15 INTRODUCCIÓN: En esta lección muchas personas se identificarán con el apóstol Pablo. Antes de conocer al Señor, la mayoría de nosotros creíamos estar en lo correcto, siguiendo una religión o confiando en el poder de nuestras buenas obras. En el estudio pasado vimos como los seres humanos podemos contener y a veces hasta oponernos a la verdad por orgullo o simple capricho. O la verdad puede cambiar nuestros paradigmas si se lo permitimos. En este estudio veremos como la Verdad transformó la vida de un hombre y que este hombre uso la verdad para cambiar al mundo. DESARROLLO 1) ¿Quién era Pablo antes de su encuentro con Jesús?: “Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.” (Hch 22:3). Pablo nació en Tarso, descendiente de la tribu de Benjamín. Su nombre era Saulo. A los cuatro años se sabía de memoria la Torá (la Ley judía); hablaba griego en la calle y hebreo en su casa. Sus padres también fariseos, le transmitieron su aversión por quienes incumplían la ley. A los 25 años tuvo como maestro a Gamaliel, fariseo y doctor de la Torá, el mejor de la época. Saulo era un hombre de alta sociedad, conquistador, soldado y entrenado en la mentalidad judeo-romana. Era testarudo y no le importaba a quien se llevara por delante cuando se trataba de cumplir su misión. 2) ¿Qué función cumplía Pablo con respecto a la naciente iglesia de Jesucristo?: “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.” (Hch 8:3). Perseguía a los creyentes, los hacia negar su fe, los sacaba arrastrados de sus casas y los apedreaba hasta matarlos. Saulo de Tarso quería borrar a los cristianos de la faz de la tierra. Pero Dios tenía otros planes para él y su testarudez. “El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel…” (Hch 9:15) Cuando Saulo terminó su instrucción con Gamaliel regresó a Jerusalén, creyendo que todos lo reverenciarían; en cambio, encontró un avivamiento por otro hombre y a todo el mundo enloquecido por la reputación de un carpintero que había ¡resucitado! Y que había dicho: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” (Lc 4:18-19). Saulo, muy celoso de su tradición, acudió a Gamaliel, quien para su sorpresa le dijo: “Si esto es de Dios, permanecerá; si no, se disolverá”. Entonces fue donde Caifás, el sumo sacerdote, y le reclamó: “¡Hay una religión nueva y es una amenaza para nosotros! Dame cartas para perseguir a esta gente”; pero Caifás le respondió: “No te preocupes, esto pasará…”. Aun así, Saulo siguió empecinado en destruir a los creyentes, encabezando el movimiento contra los seguidores de Jesús, a quien consideraba un impostor. “Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos. Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.” (Hch 5:33-39) Saulo sentía que todo el mundo lo dejaba solo y pensó que era el único que amaba a Dios. El pelearía por su causa hasta el fin; sin embargo, algo inesperado y repentino le ocurrió. 3) La conversión de Saulo: “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.” (Hch 9:3-6). Todo niño hebreo sabía que cuando se veía una luz más brillante que la del mediodía era la Gloria de Dios. Seguramente Saulo pensó que Dios estaba agradado de él y que por eso se le manifestaba y lo llamaba por su nombre. Pero Jesús le preguntó: “¿Por qué me persigues?”. Saulo no esperaba esto; levantó su cabeza y le pregunto quién era, pero al ver la luz refulgente se dio cuenta que estaba luchando contra Dios mismo. Saulo se creía amigo de Dios, pero en realidad era su enemigo (cf. Ro 5:10). ¡Qué triste que tantas personas estén equivocadas! No importa la religión que tengas, no importa de dónde vengas: si no tienes a Cristo, no tienes vida. Jesucristo es la respuesta, Él es la vida eterna y hoy está aquí para dártela. Si tu familia te ha dicho que su religión es la verdadera, no significa que lo sea. ¡Qué triste seria saber que tratando de hacer lo mejor, te has convertido en enemigo de Dios! A pesar de todo el daño que Saulo hizo, Jesús lo perdonó, lo salvó y le dio su verdadera misión. Luego de esto, Pablo manifestó el poder de Jesús, predicó su palabra y no cesó de hacerlo hasta su muerte. APLICACIÓN: Compare su vida antes de Cristo y como cambio después de conocerle. ¿Qué puntos tienen de similitud su vida pasada y conversión con la del apóstol Pablo? Aunque cada experiencia es distinta entre persona y persona, notará la gran similitud en ideologías que tienen los seres humanos. Y al igual que apóstol Pablo, si ya es un redimido, dedique su vida también a la proclamación del evangelio; y si aún no lo es, este es su tiempo para abrirle el corazón al Señor.