EL GRACIOSO DE JUAN RUIZ DE ALARCÓN Y EL CONCEPTO DE LA FIGURA DEL DONAIRE TRADICIONAL JOSEPH H. SILVERMAN University of California, Berkeley En el discurso que sirve de introducción a las obras dramáticas de don Juan Ruiz de Alarcón, fijó don Juan Eugenio Hartzenbusch los "caracteres distintivos" 1 de la comedia alarconiana y estableció un punto de partida fundamental para toda la crítica futura del dramaturgo mexicano.* Respecto de Alarcón y el gracioso Hartzenbusch emitió la siguiente opinión: quiso apoyarse en el gracioso alarconiano para insistir una vez más en el tan debatido "mexicanismo" del dramaturgo. Y a base de una discusión en que tocó someramente los rasgos de diez graciosos, generalizó que los graciosos de Alarcón "carecen de gracia," que no son "iguales en sangre y color a sus amos" como el gracioso "español," que no son alcahuetes como el gracioso tradicional, y que representan la parte enigmática de la personalidad del dramaturgo mexicano. Según Abreu Gómez, "en ellos puede percibirse la hipótesis de[l] . . . mexicanismo literario que manifiesta no una definida esencia propia, sino un no españolismo."3 Para poder juzgar la exactitud del juicio crítico que se viene repitiendo desde la época de Hartzenbusch y para poder verificar las conclusiones de Abreu Gómez será indispensable dar una ojeada al concepto de la figura del donaire tradicional. La manera más corriente de considerar a la figura del donaire—o sea al gracioso— es la de enumerar una serie de características que han de representar el prototipo de la figura. Se dirá que el gracioso es cobarde, impertinente, fiel, representante del sentido común, consejero de su amo. Pero estas características bien conocidas por su repetición ad nauseam en la comedia española y en las obras de crítica que versan sobre ella no son, de ninguna manera, la propiedad exclusiva del gracioso. Se encuentran con igual facilidad en los personajes cómicos de otras épocas del teatro español* y de otros teatros del mundo. De hecho, el gracioso comparte todos sus elementos de comicidad y aún los elementos no cómicos El introdujo otra grande novedad para su época, modificando el personaje del criado cómico o gracioso, quitándole el carácter filosófico-bufón con que de ordinario se le representaba y reduciéndole a ser un sirviente de confianza. Como en las obras de Alarcón entraba la filosofía por base, no había necesidad de ponerla en boca de un personaje inferior; como el gusto de Alarcón era más escrupuloso que el de sus compañeros de arte, le repugnaba una figura que ofendía repetidas veces la ley del buen gusto; como Alarcón, en fin, buscaba la verdad en sus obras, y el gracioso, tal como solía introducirse, no era personaje verdadero, sino convencional, queríale nuestro autor en las tablas como venía a ser en el mundo. Esto lo habían conocido ya y dicho varios dramaturgos; Alarcón lo dijo y lo puso en práctica." 2 Y este juicio se ha repetido por casi cien años ya en los manuales de la literatura española, en ediciones críticas de sus comedias, en disertaciones norteamericanas sobre su técnica dramática, y en libros enteros dedicados a la vida y obra del autor. Entre todos estos estudios sólo hay uno que se ha dedicado exclusivamente al gracioso de Alarcón y que a la vez se ha desviado de las normas establecidas por Hartzenbusch. En 1935 Ermilo Abreu Gómez publicó un estudio en que * A paper read at the Thirty-Third Annual Meeting of the AATSP, Chicago, December 26-27, 1951. 64 E L GRACIOSO DE RUIZ DE ALARCÓN 65 de su personalidad con los bufones del relación entre él y su señor—la simbiosis teatro inglés, con los zanni italianos, y inexorable entre ellos y su mutua particon figuras cómicas de la antigüedad cipación en la comedia—y no las caracclásica.5 Así es que estas características terísticas tan repetidas que da forma y 9 sólo pueden proporcionarnos los aspectos sentido a la verdadera figura del donaire. De los orígenes y aspectos biográficos externos de su personalidad sin revelarnos su verdadero espíritu y sentido del gracioso baste decir que es una imagen ideal basada en los servidores españoles dramático. Hasta hoy día el mayor número de de la época y en sus antepasados literarios. críticos que se han dedicado a la comedia Aunque con mayor frecuencia llevaba la española sólo se han detenido en el designación de lacayo en la lista de pergracioso para discutir sus orígenes lite- sonajes dramáticos, las actividades del rarios y sociales, para determinar su gracioso eran más bien una combinación primera aparición en el teatro, o para de todos los deberes de la servidumbre repetir cansadamente los rasgos típicos española de los siglos XVI y XVII. Es que lo caracterizan. Pero sólo uno entre dudoso que existieran en la vida real ellos se ha esforzado por explicar las lacayos con la versatilidad y el donaire razones primordiales de su psicología y del gracioso, pero es innegable que su de su presencia sistemática en la comedia. imagen literaria fué concebida por Lope a Según este crítico, don José F. Monte- base de criados de carne y hueso, y de los sinos, "el sentido del gracioso está en la tipos cómicos de sus predecesores litecontraposición de dos visiones de la vida rarios, españoles y extranjeros. que un psicólogo moderno consideraría Vamos ahora a comparar al gracioso como complementarias, mientras Lope alarconiano con la figura del donaire las daba como exclusivas la una de la tradicional. Si hacemos una síntesis de otra." 6 Estas dos visiones de la vida son los juicios críticos manifestados sobre el antitéticas por razón de una deficiencia gracioso alarconiano sacamos que era un genética en el gracioso. El no tiene criado educado, de finos modales, y sangre noble y es "la sangre heredada usualmente un hidalgo pobre de pre[que] hace al héroe." 7 Es la posesión de tensiones frustradas. Ahora bien, si esta sangre a sabiendas o sin saberlo "los criados o lacayos que pinta Alarcón que orienta la vida del galán hacia lo no suelen ser ni filósofos, ni descomedidos, ideal, las grandes hazañas, la aventura, y ni sermoneadores, ni en exceso familiala verdadera sensibilidad para el amor. res," 10 como indica Monner Sans, si el La ausencia de esta sangre en el sistema criado de Alarcón era "en las tablas como circulatorio del gracioso es como la venia a ser en el mundo," 11 como advierte ausencia del hidrógeno en un globo Hartzenbusch, y si el gracioso de Alarcón aerostático. Lo mantiene a ras de tierra, "tends to assume in the comedia the role incapaz de vuelos líricos y de abnega- which he played in actual life,"12 como ciones; lo empuja hacia lo antipoético, repite Hamilton, es justo suponer que hacia el pan de cada día; y le infunde un el criado del siglo XVII era un hidalgo amor por lo material sobre lo espiritual, pobre, comedido, inteligente, nada imy lo ruin sobre lo noble.8 pertinente, que había estudiado en SalaDe esta antítesis del criado y su amo manca, y que había fracasado en sus surge la personalidad del gracioso. Sepa- pretensiones en la Corte. rado de su señor podemos estudiarlo Para confirmar estos juicios varios como un ente sin vida. Pero entrelazado a eruditos refieren a la crítica contemporála vida de su amo, importante para su nea del gracioso y de la inverosimilitud destino, el gracioso puede estudiarse de sus relaciones con su amo y con la como un organismo vital. Pues es la nobleza. Ellos citan pasajes de las obras 66 HlSPANIA de Cervantes, Quevedo, Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina, y aún de Lope mismo para hacer resaltar esa inverosimilitud. Pero esos mismos críticos dejan de mencionar que hay tantas otras citas que no se refieren exclusivamente a los graciosos de la comedia sino al criado en general, lo cual indica claramente la presencia del criado consejero, filósofo, bufón e indiscreto en la vida real también. Así es que la excesiva intimidad entre amo y criado y la posición de consejero de aquél no eran meras convenciones de la comedia sino aspectos de la vida real ls que la comedia pervirtió por excesivo énfasis o por lo que pudiéramos llamar la convencionalización de lo extraordinario: la normalización falsa de un aspecto excepcional de la realidad. Y lo que es más importante aún es que un estudio detallado del teatro de Alarcón ha revelado que el gracioso descomedido, consejero de su amo, entremetido con la nobleza, y filosófico-bufón existe también en él. Se ha afirmado que el hecho de que unos graciosos de Alarcón no se casan en la terminación de la comedia indica una desviación de las normas impuestas por Lope de Vega.1* Es una equivocación, porque si el gracioso tradicional suele casarse en la comedia hay un grupo bastante grande de ellos que no se casan.16 El hecho de que algunos graciosos de Alarcón asistieron a la universidad también se ha indicado como rasgo diferenciador. Pero Miguel Herrero ha demostrado con no poca insistencia aunque con algo de exageración que el gracioso per se es de "indiscutible raíz universitaria." 16 Hartzenbusch y Pfandl17 aseguraron que Alarcón no expresaría pensamientos elevados por boca del gracioso. Sin embargo, Alarcón utilizó el gracioso en varias comedias, aun en sus obras maestras, para expresar sus propias ideas y para exponer sentencias enaltecidas.18 De esta manera podríamos proseguir con todas las características de la figura del donaire para encontrar su reverberación en el gracioso de Alarcón. ¿De dónde habrán sacado Hartzenbusch y sus secuaces la concepción del gracioso alarconiano que perdura hasta hoy día? A mi juicio ellos forjaron su imagen del gracioso de Alarcón a base de sus comedias más prestigiosas y generalizaron esa imagen para representar al gracioso típico del autor. Pero ha sido fácil averiguar que varios graciosos alarconianos son gemelos del gracioso tradicional. Las ideas de Abreu Gómez requieren consideración especial ya que representan una tesis distinta de la que sostenía Hartzenbusch. Para poder creer la teoría de Abreu Gómez es necesario aceptar a priori varias postulaciones suyas. Hay que aceptar que Alarcón como extranjero no era capaz de dar expresión cabal "a lo nacional español ni en sus obras de tipo histórico ni en sus obras de carácter social."19 Hay que admitir que sus graciosos no son iguales a sus amos, que son de sangre y de raza y de categorías distintas. Es decir, que son o indios o mestizos o criollos o, a lo más, españoles que "no comprendían lo peninsular."20 Y finalmente hay que creer que el gracioso de Alarcón carece de gracia, y que es incapaz de hacerse el alcahuete de su amo como se hacían con frecuencia los graciosos españoles. Después del estudio de todo el teatro de Alarcón me es imposible aprobar las conclusiones de Abreu Gómez, presentadas con todo el primor del artista literario que es. ¿Cómo vamos a creer que Alarcón, de prosapia española, de extraordinaria sensibilidad, de larga residencia en España, y de gran inteligencia, no pudo cuajar la conciencia nacional española en sus obras mientras que el español Fernán González de Eslava, escritor mucho menos dotado que Alarcón, pudo llegar al corazón del pueblo mexicano, según nos dice don Amado Alonso, pudo identificarse con él, instalarse en su alma "con la mente y con los afectos, y lo instruyó y deleitó apropiándose su saber y sus gustos"?21 No puedo creer que, mientras González de Eslava "adopta y E L GRACIOSO DE vive la mentalidad del pueblo mexicano,"22 Alarcón sea incapaz de hacer lo mismo con el espíritu nacional español. Otras de las afirmaciones de Abreu Gómez no tienen ni fundamento ni comprobación. Por ejemplo, el afirmar que el gracioso de Alarcón no es el alcahuete de su amo es equivocarse, ya que en varias comedias suyas hay referencias directas al gracioso como alcahuete de su señor. Y no hay substanciación alguna para creer que su gracioso es mestizo o indio. El sostener que el gracioso de Alarcón carece de gracia revela la influencia de la escuela de Hartzenbusch, cuya visión del gracioso se formó a base de obras cuya trama no se prestaba a la presencia de un gracioso cómico, dicharachero y entremetido. Además, el tener graciosos no cómicos no es calidad exclusiva del teatro de Alarcón como después se verá. En fin, si tenemos presente la personalidad y las características del gracioso tradicional al juzgar las citas que trae Abreu Gómez para subrayar el "no españolismo" del gracioso alarconiano, vemos que todas se vuelven meras reafirmaciones de la propincuidad entre la figura del donaire tradicional y el gracioso de Alarcón. Quizás he dado la impresión de que no hay ninguna diferencia entre el gracioso de Alarcón y la figura del donaire tradicional. Esto no ha sido mi intención. Pero ha sido necesario hacer hincapié en las semejanzas entre una y otra figura cómica para poder desacreditar los conceptos erróneos que se han dejado florecer por tantos años alrededor de la obra de Alarcón. Un estudio del teatro alarconiano sin los prejuicios de estudios previos y sin el afán de adornar sus personajes anacrónicamente con las características de una raza amorfa en su época ha descubierto graciosos filosóficos y no filosóficos, bufonescos y no bufonescos, impertinentes y no impertinentes, con matices individualizadores pero españoles según la posible fecha de la obra, RUIZ DE ALAECÓN 67 las necesidades de la trama y la actitud misma del autor hacia la vida y el arte. Cabe discutir aquí la idea misma de un gracioso tradicional. ¿Son todos los graciosos de Lope "tradicionales"? ¿Han salido todos de un mismo molde? Claro que no. Es bien sabido ya que en el caso de Lope cualquier generalización es peligrosa. La sin par fecundidad y variedad del autor no se dejó encerrar en fórmulas inmutables. Parece que esto se ha olvidado en la formación del concepto del gracioso tradicional. Muchos han olvidado que existen en las comedias de Lope graciosos no convencionales también. Así Montesinos puede escribir del gracioso de El marqués de las Navas que "rara vez ha trazado Lope una figura del donaire tan viva, tan poco convencional como la de Mendoza."23 Y William L. Fichter puede decir de Galindo, el gracioso de El sembrar en buena tierra: "If he is less given to pleasantries than his brothers in some comedias . . . it is probably because of the dramatist's more serious, didactic aim in this play,"24 lo que revela la existencia de un gracioso en el teatro de Lope que también carece de gracia por motivos internos de la trama. Antes de terminar este discurso es necesario hablar de la manera misma de estudiar al gracioso. El profesor Arjona en su estudio cronológico del gracioso en Lope de Vega dijo que una definición de la figura "es imposible, debido a la complejidad de dicho personaje."25 Sin embargo, es indispensable establecer alguna uniformidad en lo que es un gracioso si hemos de evitar las contradicciones flagrantes que aparecen en los trabajos de críticos de renombre sobre la presencia o ausencia del gracioso en varias comedias. Arjona mismo señaló diferencias de opinión sobre el gracioso en Buchanan, Vossler, Rennert, Castro, Place y otros. Y para completar el círculo, Morley y Bruerton están en desacuerdo con Arjona respecto a la existencia de un gracioso en Los torneos de Aragón de Lope.26 Ernest Kohler escribe que "dans El maestro de danzar... le valet Belardo 68 HlSPANIA représente le type du gracioso."1" Kohler aquí sólo está repitiendo una frase de Rennert y Castro: "en El maestro de danzar . . . el criado Belardo representa el tipo de gracioso."28 Pero Köhler no se enteró de que en la página 543 del mismo libro Castro enmendó esa frase dos veces : "Léase 'Cornejo,' no 'Belardo,' " y "En El maestro de danzar, el escudero Cornejo se parece mucho a un gracioso." Arjona, por su parte, niega rotundamente que Cornejo sea un gracioso.29 En la comedia La manganilla de Meliüa de Ruiz de Alarcón, Hamilton encuentra a dos graciosos, Pimienta y Salomón.30 Castro Leal dice que Pimienta es el gracioso.31 La señorita Quirarte y Carlos Vázquez-Arjona afirman que Salomón es el gracioso.32 Y yo creo que la comedia no tiene verdadero gracioso.33 El caso de la comedia El leal criado servirá como otro ejemplo de la confusión que vengo acotando. Àrjona menciona que Maria Heseler incluye al criado Julio en su lista de graciosos, que Vossler no está seguro si es o no es gracioso, y que según Rennert y Place la obra no tiene verdadero gracioso. Arjona mismo cree que Julio no es un verdadero gracioso sino un precursor de la figura,34 pero deja de mencionar que, según don Américo Castro, "En El leal criado, Julio es un gracioso."35 Finalmente, Menéndez y Pelayo y Menéndez Pidal refieren a la existencia del gracioso antes de la fecha de composición de La francesilla de Lope.36 Me parece obvio que hay sólo una verdadera solución para poder evitar la continuación de tales errores y confusiones. Debe establecerse una serie de normas y de elementos que se aceptarán como típicos del gracioso, que en conjunto lo separarán de los otros tipos cómicos del teatro español, y que lo fijarán como un personaje dramático específico. Tales normas darán la seguridad de que los críticos de la comedia estarán teorizando "científicamente" a base de los mismos elementos fundamentales. Una vez que se hayan aislado estos elementos, estos modelos de conducta dentro de la comedia, se entenderá que los continuadores de Lope—Alarcón entre ellos—dieron preferencia a determinados tipos de graciosos, de acuerdo con sus temperamentos, que hallaron entre las diversas y contradictorias figuras cómicas del teatro de Lope.37 Y entonces los críticos podrán dedicarse no a la mil veces repetida tarea de señalar que tal y tal gracioso es glotón, impertinente, fanfarrón, cristiano viejo, etc., o que el gracioso de fulano de tal es o no es tradicional, sino a los problemas difíciles e importantes de "establecer criterios cronológicos [y de] matizar mejor el sistema de reacciones, simpatías y antipatías creado"38 por el autor cuyas obras estudian y cuyo gracioso quieren explicar. NOTAS J. E. Hartzenbusch, "Caracteres distintivos de las obras dramáticas de don Juan Ruiz de Alarcón," Biblioteca de Autores Españoles, xx, p. xiii. 2 Ibid., p. xvi. 3 Ε. Abreu Gómez, "Los graciosos en el teatro de Ruiz de Alarcón," Investigaciones Lingüísticas, n i (México, 1935), 189-201. 4 Véanse las obras siguientes : George Ticknor, History of Spanish Literature (Boston, 1882), II, 310, 311 nota 15; A. Valbuena Prat, Historia de la literatura española (Barcelona, 1946), il, 38-39; Merimee and Morley, A History of Spanish Literature (New York, 1930), p. 345; J. P. W. Crawford, Spanish Drama before Lope de Vega (Philadelphia, 1937), p. 96; M. Menéndez y Pelayo, Estudios de critica literaria (Madrid, 1900), n i , 155-156; H. A. Rennert y A. Castro, Vida de Lope de Vega (Madrid, 1919), p. 376; W. S. Hendrix, "Some Native Comic Types in the Early Spanish Drama," Ohio State University Bulletin, i, no. 3 (1924), 52. 5 Véanse las obras siguientes : Olive Mary Busby, Studies in the Development of the Fool in the Elizabethan Drama (London, 1923), pp. 30, 31, 38, 39, 63-65, 67, 79; E. E. Stoll, Shakespeare Studies (New York, 1927), pp. 57-58; W. Smith, Commedia dell'arte (New York, 1912), pp. 9-10; John Palmer, Comic Characters of Shakespeare (London, 1947), pp. 36, 38, 44, 92; H. L. Stow, The Violation of the Dramatic Illusion in the Comedies of Aristophanes (Chicago, 1936), p. 7. 1 E L GRACIOSO DE 6 José F. Montesinos, "Algunas observaciones sobre la figura del donaire en el Teatro de Lope de Vega," Homenaje a Menéndez Pidal (Madrid, 1925), i, 503. 7 Ibid., p. 470. 8 Max Oppenheimer, Jr., en "The Baroque Impasse in the Calderonian Drama," PMLA, ixv (December, 1950), 1155, llega a una diferenciación de los personajes nobles y burlescos por medio de un estudio discretísimo de sus "behavioristic cycles." 9 En una carta del 7 de noviembre de 1950 el señor Montesinos me escribió: "Mi convicción es cada día mayor respecto al sentido "funcional" del gracioso de Lope . . . Partiendo de esta convicción, he refundido, para la edición nueva que vengo preparando, las conclusiones de mi incompleto estudio sobre la figura del donaire." En estas conclusiones ha hecho resaltar con aún más insistencia la importancia de las relaciones entre el galán y su criado para poder comprender el sentido de éste. Cf. J. F. Montesinos, Estudios sobre Lope (México, 1951), pp. 68-70. 10 R. Monner Sans, "Don Juan Ruiz de Alarcón, el dramaturgo, el moralista," Revista de la Universidad de Buenos Aires, xxxi (1915), 26. 11 Hartzenbusch, p. xvi. 12 Thomas Ε. Hamilton, The Structure of the Alarconian Comedia (Doctoral dissertation; Austin, Texas, 1940), p. 170. 13 Miguel Herrero, "Génesis de la figura del donaire," Revista de Filología Española, xxv (1941), 48; Busby, pp. 11, 14; C. Suárez de Figueroa, El pasajero (Madrid, 1913), p. 154; M. Alemán, Guzman de Alfarache (Madrid: Clásicos Castellanos, 90, 1928), pp. 91-92, 94, 95; Gustave Reynier, La Vie Universitaire dans L'Ancienne Espagne (Paris, 1902), p. 43. 14 E. Barry, La verdad sospechosa de D. Juan Ruiz de Alarcón (Paris, 1897), p. xxvi. 15 Marjorie E. C. Bradford, The Gracioso of Lope de Vega (Doctoral dissertation; Radcliffe College, 1929-30), pp. 74, 112-113, 204. Esta disertación es quizá el estudio más completo e inteligente que se ha escrito sobre el gracioso. 16 Herrero, p. 60. 17 Ludwig Pfandl, Historia de la literatura nacional española en la edad de oro (Barcelona, 1933), p. 461. 18 Alfonso Reyes observa que los lacayos de Alarcón "dejan de ser graciosos para convertirse en filósofos y consejeros, maestros del RUIZ DE ALARCÓN 69 sentido común." Capítulos de literatura española: Sa serie (México, 1945), p. 259. 19 E. Abreu Gómez, Ruiz de Alarcón, bibliografía critica (México, 1939), p. 43. 20 Abreu Gómez, "Los graciosos . . . ," p. 193. 21 Amado Alonso, "Biografía de Fernán González de Eslava," Revista de Filología Hispánica, π , (Buenos Aires, 1940), 20. 22 Ibid., p. 21. 23 José F. Montesinos, Teatro antiguo español (Madrid, 1925), vi, 182. 24 William L. Fichter, en su edición de El sembrar en buena tierra de Lope de Vega (New York, 1944), p. 18. 25 J. H. Arjona, "La introducción del gracioso en el teatro de Lope de Vega," Hispanic Review, vu (January, 1939), 3. 26 S. G. Morley and C. Bruerton, The Chronology of Lope de Vega's Comedias (New York, 1940), p. 127. 27 Ernest Köhler, "La Date de Composition de Έ1 ejemplo de casadas' de Lope et la Valeur Chronologique du 'Gracioso'," Bulletin His­ panique, XLVii (1945), 84. 28 Rennert y Castro, p. 481. 29 Arjona, p. 17. 30 Hamilton, p. 24. 31 A. Castro Leal, Juan Ruiz de Alarcón: su vida y su obra (México, 1943), p. 91. 32 C. E. Quirarte, Personajes de Juan Ruiz de Alarcón (México, 1939), p. 49; C. VázquezArjona, "Elementos autobiográficos e ideológicos en el teatro de Alarcón," Revue Hispanique, Lxxiii (1928), 587. 33 "There are plays, which having no true "figura del donaire," distribute what might be their foibles and tricks, usually to two characters, sometimes to more." Bradford, p. 71. "In the fully developed comedia of the 17th century, there never appeared more than one "gracioso"; thus Roberto is the only "gracioso" in El castigo del discreto, although Pinabel on one or two occasions approaches the buffoon's territory." William L. Fichter, Lope de Vega's El castigo del discreto (New York, 1925), p. 222 nota 2. 34 Arjona, p. 16. 36 Rennert y Castro, p. 543. 36 Menéndez y Pelayo, loe. cit.; R. Menéndez Pidal, L'Epopée Castillane (Paris, 1910), p. 211. 37 Valbuena Prat, n, 39-40. 38 Montesinos, Estudios sobre Lope, p. 69 nota 98.