A finales de verano, cuando gran parte del noreste de China se

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A finales de verano, cuando gran parte del noreste de China se encontraba ya ocupada, Ishii viaja
por gran parte del país con un grupo de más de una docena de científicos con la firme decisión de
asentar su propio centro de investigación en un lugar a 20 kilómetros de Harbin, muy cerca del
río Peiyin. Tendría que finalizar el año 1932 para que lo sueños de Ishii se
hicieran realidad y fuera nombrado coronel. Recibió un presupuesto de 200.000 yenes para
comenzar y promover sus estudios. Cuatro años después, en 1936 por orden del emperador
Hiroito, se asientan en Machuria dos unidades de investigación, una de ellas comandada por
Ishii. Serían conocidas como 'Prevención Epidémica y Sección de purificación de Agua del
Ejército de Kuantung', la primera y la segunda, dirigida por Yujiro Wakamatsu, se asentaría bajo
el nombre de 'Sección de Prevención de la Enfermedad Veterinaria del Ejército de Kuantung' .
Estos ingenuos nombres solo tenían un propósito, encubrir las verdaderas intenciones de las
instalaciones a la luz pública. El complejo albergaba en total más de 150 edificios distribuidos en
cerca de 10 kilómetros cuadrados. En su interior trabajaban 3000 personas comprendidos entre
personal científico y técnicos.
Las infraestructuras de la muerte
El Complejo asentado en Ping Fan, fue terminado en 1939, y entre las decenas de edificios de
investigación, se asentaban además, prisiones, crematorios, granjas de animales, una central
eléctrica, un centro de patologías, y los barracones de los oficiales.Todo ello rodeado por una
valla electrificada de alta tensión. Era el centro de investigación biológica más grande del
mundo, y nadie tenía conocimiento de su existencia.Países como Rusia o Estados Unidos
vigilaban de cerca las acciones de Japón, pero desconocían totalmente el propósito
final de las instalaciones, siendo fácilmente engañados por la mentira que se ocultaba tras sus
falsos nombres. Ergo, la realidad era mucho más aterradora. El lugar donde se asentaban las
instalaciones era ideal para la captura de enemigos al régimen japonés, siendo principalmente
soldados y civiles chinos. También podían encontrarse civiles de otras nacionalidades
como rusos o coreanos. Fueron encarcelados en las prisiones por miles y se realizaban cruentas
investigaciones con ellos. 'La mujer que se encontraba en la camilla, la cual se había
desmayado, abrió los ojos inesperadamente, y comprobó con horror como su abdomen estaba
abierto de par en par. Se puso comprensiblemente histérica y comenzó a gritar presa del pánico.
Inmediatamente, algo más calmada y entre sollozos nos pidió que la matáramos a ella, pero que
le perdonáramos la vida a su bebe'. Estos duros testimonios pertenecen a Kurumizawa Masakuni,
uno de los médicos de Unidad-7313. Esta unidad era la comandada por Ishii Shiro. El Dr.
Kurumizawa ha sido uno de implicados que se ha atrevido a hablar, y relatar los horrores vividos
en Manchuria. Estas y otras muchas vejaciones fueron descritas entre lagrimas al escritor
Halgold, quien las reprodujo en su libro 'La Experimentación humana durante la Guerra:
Testimonios, Japón y el encubrimiento de la posguerra'.En un documental de la NBC, 'Fabrica de
Muerte: Unidad-731'el propio Dr. Kurumizawa, explicaba como las vivisecciones, eran una
practica habitual en todas las unidades, no solo en la 731, sino también en la 100 o en la 569.
'Las vivisecciones eran practicadas con regularidad para efectuar varios tipos de cirugía y se
solía seguir un patrón definido. Primero se realizaba una apendicetomía, luego la amputación de
un brazo, u otra extremidad y finalmente una traqueotomía. Una vez terminada la práctica
mataban al individuo con una inyección letal'. Otro de los doctores de la Unidad-731 que se
atrevió a hablar fue el Dr. Y Yoshio Shinozuka. 'la primera vez que tuve que experimentar con
sujetos vivos las piernas me temblaban, casi no podía tenerme en pie. Pero eso no era nada
comparado con la mirada del sujeto que se encontraba encima de la camilla, sus ojos reflejaban
un intenso odio hacia mí'. Shinozuka explicaba como, para superar el trauma de ese odio,
llamaban a sus 'pacientes' con el sobrenombre de 'marutas' (trozos de madera), ya que debían de
mentalizarse que lo que estaba encima de la mesa de operaciones, no eran humanos, sino
simples troncos, de lo contrario podrían volverse completamente locos. El fin último de estos
atroces programas de investigación, la fabricación en masa de armas biológicas de
exterminación masiva, fue el gran secreto de Japón durante la segunda guerra mundial. Tal era el
secretismo que se cernía sobre las instalaciones, que la mano de obra utilizada para construir las
infraestructuras, principalmente esclavos, fueron enviados a las prisiones para luego ser las
primeras cobayas en la experimentación. La efectividad de estas mortíferas armas ya había sido
comprobada en más de una ocasión con la población asiática. Pruebas realizadas sobre el terreno
habían sido ya iniciadas espués de la ocupación del noreste de China. En varias ocasiones,
cuando se había elaborado grandes dosis de agentes patógenos productores de enfermedades
mortales como la Peste Bubónica, el Cólera, la Viruela o el Botulismo, se arrojaban sobre la
población de diferentes maneras, para luego estudiar su comportamiento. En Ningbo, dejaron
caer, mediante aeroplanos, millares de pulgas infectadas. En Shandong o en Yunnan, se
arrojaban estos virus a los pozos, charcas o ríos. Incluso varios testigos relataban como los
aeroplanos japoneses arrojaban arroz, algodón o telas infectadas con diferentes enfermedades.
Más cruel incluso era el reparto de caramelos con ántrax a los niños. Sobra decir que las muertes
producidas por estas epi-demias se contaban por millares en todo el territorio oriental de la
república China. Las infecciones en masa se comparaban con los estudios realizados en los
laboratorios de las instalaciones. Las declaraciones de Shinozuka o Kurumizawa, entre otros, han
sido la única manera de conocer más oscuros detalles de los experimentos que realizaban las
diferentes unidades.
El Auswitch asiático
Los experimentos con humanos en las instalaciones de la Unidad-731 o la 100, eran a cada cual
más horrible. Probablemente, si se considera sensible, no deba seguir leyendo
estas líneas. Aunque, para poder entender el porque de la ira china a lo largo de todos estos años,
o tal vez perturbarse por el vergonzoso comportamiento del gobierno estadouni-dense
al finalizar la guerra, quizás y solo quizás, si que debería hacerlo. En su libro 'The Devouring
Monsters', Morimura Seiichi describe con gran detalle las incontables atrocidades cometidas
durante los últimos años de la guerra en China. Muchas de ellos eran pruebas sencillas como
juntar a infectados de epidemias con sujetos sanos en entornos controlados para comprobar como
se extendía la enfermedad. Otros eran tan cruentos como introducir a sujetos dentro de cámaras
de presión, y elevar esta última hasta que el cuerpo literalmente reventara. Todo ello con el único
propósito de saber cuanta presión era capaz de soportar el cuerpo humano. En lo relativo a la
capacidad de supervivencia, se dejaban morir a personas de hambre o de sed, o incluso
momificarlos vivos deshidratando sus cuerpos. Para hacer un seguimiento de cómo afectaban las
enfermedades víricas que se esparcían sobre la población china, se vestía
al sujeto con un traje especial infestado de pulgas portadoras de virus como el de la peste
bubónica. Una vez que la enfermedad había progresado, se le llevaba a una cámara aséptica y se
le ataba a la mesa de operaciones. Posteriormente se le realizaba una autopsia mientras aún
estaba vivo. No se utilizaba anestesia, pues se deseaba observar los órganos sin ningún tipo de
alteración. Con todo, los experimentos más sanguinarios consistían en producir graves
quemaduras tanto de hielo como de fuego en los sujetos, primero en un brazo, luego lo
amputaban y seguían con cada una de las extremidades hasta que sólo quedaba el
tronco y la cabeza, que finalmente eran utilizadas para experimentos con agentes patógenos.[...]
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