material de apoyo - Dirección de Educación de la Guardia Nacional

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MATERIAL DE APOYO
Ética y Moral Socialista
ÍNDICE GENERAL
CONTENIDO
UNIDAD I:
Fundamentos de Ética y Moral.
CAPITULO I:
Conceptos de Ética y Moral.
CAPITULO II:
Valores y Virtudes Socialistas.
CAPITULO III:
La Dignidad, Valores Universales Socialistas.
CAPITULO IV:
Conciencia y Tipos.
CAPITULO V:
Moral Socialista. El Deber, Felicidad y Moral Socialista.
CAPITULO VI:
Principios del Socialismo y la aplicación de la Ética.
CAPITULO VII:
Bioética.
CAPITULO VIII:
Ética Ecológica.
UNIDAD I:
Auto Finalidad del Hombre.
PAGINA
3
39
BIBLIOGRAFÍA
54
2
UNIDAD I
FUNDAMENTOS DE ÉTICA Y MORAL
CAPITULO I
CONCEPTOS DE ÉTICA Y MORAL
1.
Ética y Moral.
La Ética es la disciplina filosófica que se propone el estudio de los actos morales; el análisis
de la conciencia moral, el origen y razón de la preceptiva, y los principios a priori que
fundamentan la conducta valorativa.
Etimológicamente la palabra "ética" proviene del vocablo griego "ethos", el cual
originariamente poseía dos significaciones diferentes. En una primera significación hacía
referencia a la morada, al lugar donde se habita. La palabra ética ingresó al vocabulario
filosófico con esta acepción, mas con el tiempo se enriqueció con otras significaciones
diferentes y llegó a ser usada para nombrar el "lugar que el hombre porta en sí mismo", a su
actitud interior. El ethos pasó a ser el "suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la
que brotan todos los actos humanos". Es importante recordar que Heidegger hace partir su
ética de este significado originario y acaba por concebirla como "el pensar que afirma la
morada del hombre en el ser". La segunda acepción hacía referencia al modo de ser
particular de un individuo; al carácter, entendido no como lo dado por naturaleza, sino como
algo adquirido por hábito.
En nuestra definición hemos dicho que la ética es una disciplina filosófica, pues bien,
empecemos por decir que una disciplina filosófica es un conjunto de conocimientos sobre un
objeto determinado, pero que no es ciencia porque no reúne las condiciones exigidas por los
científicos para tenerla como tal.
Las disciplinas filosóficas fundamentales son la metafísica y la ética. La metafísica pretende
alcanzar el conocimiento de las ultimidades, por esta razón algunos pensadores han llegado
hasta a negarle su validez. La ética indaga sobre los fundamentos y la razón de ser de
nuestra conducta moral.
A manera de ejemplo transcribimos a continuación tres definiciones de Filosofía en las
cuales está presente una referencia clara al asunto ético:
La filosofía es, por definición, el amor y la procura de la sabiduría, explica en qué se basa
una persona para afirmar que tal acto es moral o inmoral. La respuesta a la cuestión de los
fundamentos de los actos morales ha sido diferente en los distintos filósofos que se han
ocupado de la ética. Para algunos basta con la razón especulativa para dar explicación
acerca de las fuentes de la moralidad. Para otros, como Kant, existe una razón especial, la
razón práctica, que tiene la facultad de dilucidar sobre las acciones morales. Para un tercer
grupo de pensadores, la razón especulativa no tiene competencia sobre tal asunto, es por
ejemplo, el caso de Pascal, de Bergson, de Max Scheler y de todos los irracionalistas.
3
El hombre posee, dicen los irracionalistas, además de la capacidad de intuición intelectual, la
capacidad de percibir sentimentalmente el mundo de los valores. Según ellos, la vida moral
es independiente del juicio, de la razón.
Existe, además, un grupo de filósofos anglo-americanos, pragmatistas, que afirman que el
fundamento de la acción moral está en el criterio de utilidad. Por esta razón llegan a afirmar
que lo bueno es equivalente a lo útil.
2.
La Ética y sus relaciones con la Moral.
Es conveniente que señalemos las distinciones conceptuales que existen entre la ética y la
moral.
La palabra moral tiene su origen en la correspondiente latina "mos". Mos tenía
originariamente varias significaciones: costumbre, modo de vivir, deseo, capricho, gusto,
carácter, modo de ser, norma, precepto.
En un comienzo se usaron las palabras ética y moral indistintamente. Podría decirse que los
romanos denominaron moral a la misma materia que los griegos llamaron ética. Durante la
Edad Media y hasta bien entrada la modernidad se usaron ambas palabras como sinónimos,
aunque con una marcada preferencia por la palabra moral, entre otras cosas porque los
filósofos acostumbraban escribir sus obras en latín, y como hemos dicho anteriormente el
vocablo "mos" pertenece a la lengua latina. Fue a partir de Kant cuando se operó la
separación conceptual de estos dos términos.
El término moral pasó a caracterizar los juicios, las reglas, las actitudes e instituciones
establecidas en una determinada sociedad con el fin de regular el comportamiento de los
individuos, no sólo en su vida privada sino también en sus relaciones con el prójimo. La
moral comprende, entonces, el conjunto de los juicios de valor, de los ideales, virtudes e
instituciones a través de las cuales tiende el hombre a realizar los valores de lo bueno.
Cuando hablamos de moral, nos estamos refiriendo a un campo de la vida humana diferente
al de la ciencia (antropología, psicología, sociología, historia, etc.), del arte, de la religión y
del derecho.
Si queremos usar correctamente los términos referentes a esta materia debemos saber, en
primer lugar, que la palabra "moral" usada como adjetivo, se refiere a una persona que tiene
una conducta acorde con los preceptos de la moral establecida; "inmoral" será la persona
que actúe en contra de esos preceptos. Pero si nos vamos a referir a un tipo de conducta
que no tiene nada que ver con el campo de la moral, entonces debemos usar el término
"extra-moral", o sencillamente "amoral". Por ejemplo, si un hombre traiciona a su amigo,
podemos decir, sin duda, que es inmoral. Pero si una perra en celo, anda por la calle seguida
por un grupo de perros, no podríamos decir que es inmoral. Le convendría mejor el
calificativo de amoral o extra-moral.
Con respecto a las relaciones que existen entre la ética y la religión recordaremos a Bolívar
cuando dijo: "Sin los principios de la religión la moral carece de bases". También cuando dijo:
"Todo el mundo sabe que la religión y la filosofía contienen a los hombres".
4
Afirmar que Bolívar fuese un hombre religioso es algo que no compete. Lo que sí podemos
afirmar es que en cuanto hombre político, tenía una clara conciencia del valor de la religión
como principal fundamento de la moralidad y por consiguiente, de las normas que rigen la
conducta de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, de que la religión aporta fundamentos a
la moral, y que la moral, a su vez, los aporta a la ciencia política y al derecho.
Los mandamientos de la religión son, en sentido estricto, preceptos morales que norman la
vida de los hombres.
Particularmente conozco casos de jóvenes alcohólicos y adictos a las drogas que han sido
rescatados del vicio por esos grupos de religiosos que durante los fines de semana tocan a
las puertas de nuestras casas con el fin de predicarnos el Evangelio.
Finalmente, si reparamos en los diferentes tipos de éticas que han tenido mayor vigencia en
la cultura occidental, podemos cerciorarnos que gran parte de ellas han buscado sus
fundamentos en nociones de tipo religioso. Otras, las menos, se han esforzado por conseguir
fundamentos en principios filosóficos o científicos. Entre las primeras podemos señalar a la
moral cristiana, la cual fue sistematizada por Santo Tomás, siguiendo los lineamientos
generales de la ética de Aristóteles; la ética kantiana, que en definitiva se afirma en los
postulados de la inmortalidad del alma y en la existencia de Dios. Entre las que han buscado
fundamentación fuera del campo religioso están, por ejemplo, la ética epicúrea; la ética de
Nietzsche que considera los valores cristianos como antivalores y predica por ello, una
inversión total de esos valores; la ética marxista-leninista que aspira constituirse en la ciencia
verdadera de la moral. También están las éticas producidas en el campo de la filosofía
analítica que pretenden alcanzar un valor científico semejante al de las otras ciencias. Tal es
el caso de la Principia Ethica de G.E. Moore.
CAPITULO II
VALORES Y VIRTUDES SOCIALISTAS
La guerra forma parte de los acontecimientos que el hombre no puede evitar; es necesario
preverla para soportarla en las mejores condiciones posibles.
Todo ciudadano de un gran país debe tener la convicción de la guerra; pero es
principalmente el Oficial quien necesita sentirla de modo más imperativo, puesto que su
inevitabilidad hace su misión indispensable y útil para el país.
En el complejo organismo de los estados modernos, toca al Oficial la tarea más vasta, la que
requiere mayor trabajo personal para llegar al éxito. Su misión no se reduce al servicio
rutinario, que consiste en enseñar la técnica de la profesión a los subordinados. El que la
reduce a esta simplicidad no concibe la Carrera Militar sino como un oficio, que en realidad
es un apostolado, porque consiste en formar su propio espíritu para la guerra; luego de
preparar el espíritu de los contingentes anuales, o sea darles la educación moral, tan difícil
en los tiempos actuales; y, por último, en formar los cuadros inferiores.
La parte personal de la misión del Oficial y la convicción de la guerra, constituyen las bases
en que se apoya la fuerza moral del Jefe, que a su vez sirve de base al resto de los factores
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morales. El objeto de formar la conciencia militar del Oficial, es acumular toda clase de
energías para poder gastarlas a manos llenas cuando la suerte de la patria dependa de sus
decisiones.
Es de admirar la inmensidad de conocimientos materiales y sobre todo morales que han
debido adquirir los genios militares para alcanzar la ciencia del éxito, que resume en sí todo
el arte de la guerra. Por supuesto, son pocos los que tienen la capacidad suficiente para
adquirir tal cúmulo de conocimientos en la primera mitad de su vida; pero tampoco debe
creerse que los genios hayan entrado a la vida militar ya completos, sino que les ha sido
necesario trabajar incesantemente para aplicar con éxito las enormes facultades mentales
con que han nacido. Gracias a esas extraordinarias facultades pudieron asimilar toda clase
de conocimientos los grandes capitanes, distinguiéndose de los que, aún bien dotados por la
naturaleza, necesitan toda una vida para lograr otro tanto. Pero esos grandes hombres han
necesitado trabajar mucho. La leyenda de los generales espontáneos o intuitivos es una
mentira peligrosa, el genio de los grandes caudillos militaras se ha formado por el trabajo
incesante y profundo.
De modo que si para esos hombres incesantes fue indispensable el trabajo, con mayor razón
para los que no tienen ni su excepcionalidad ni su deslumbradora facultad de asimilación.
Como el trabajo debe formar su espíritu abarca casi todos los conocimientos humanos el
Oficial necesita una elevada cultura intelectual. Al Oficial le es indispensable una gran cultura
científica, técnica y humanística que, completada en las escuelas militares por una
instrucción casi exclusivamente profesional, lo pone en condiciones de trabajar con
provecho.
Pero no hay que caer en el error de que lo que se estudie en las escuelas, basta para formar
Oficiales dignos de tal nombre; los profesores y alumnos deben cuidarse de pensar que los
cursos seguidos en estas escuelas son la quinta esencia del arte de la guerra.
El objeto de la instrucción en los planteles militares es despertar la atención de los alumnos,
darles afición por el trabajo y deseo de penetrar en el inmenso dominio del arte de la guerra.
La enseñanza debe orientarse en el sentido de hacer conocer al alumno las relaciones del
arte de la guerra con todas las ciencias humanas; nociones claras sobre los principios
generales; mostrarle cuan extenso es el campo en que se le hace penetrar, para que
aprenda a ser modesto. Más tarde, cuando llegue a los cuerpos, el Oficial podrá
complementar la preparación escolar, por medio del trabajo personal diario. En este trabajo,
el Oficial comprobará muchas veces que algunas de las enseñanzas recibidas son ilusorias;
se dará cuenta de que nuevos factores intervienen en el arte de la guerra, y llegará a la
conclusión de que la mejor manera de apreciar la influencia de estos factores, consiste en
analizar la historia y sacar consecuencias personales.
Este procedimiento es el único aplicable a todos los casos y el que puede dar resultados de
cierto valor; principalmente en relación a la influencia que han aportado a la conducción de la
guerra los perfeccionamientos del material moderno.
Pero no hay que exagerar la importancia de los perfeccionamientos. Eso fue lo que sucedió
con el fusil Chassepot en Francia. Se preconizó que para liberarse de los poderosos efectos
de su fuego, el infante debía ocultarse y maniobrar y con este pretexto se trataba de evitar el
choque, que es y será siempre el único medio efectivo de vencer al enemigo.
6
Hoy más que nunca es indispensable el conocimiento perfecto del hombre, el estudio de la
historia y la reflexión, para que el oficial tenga bases sólidas en que apoyar sus ideas y sacar
provecho de sus trabajos. Y como el campo de sus estudios es inmenso, el Oficial debe
hacer investigaciones personales, muy interesantes pero arduas; es de notar que no le basta
aumentar la extensión de su saber, sino que sus subordinados aprovechen el fruto de su
trabajo. El Oficial tiene que ser maestro de sí mismo, profesor de sus subordinados,
administrador y jefe de su Unidad, velar hasta en sus menores detalles por la vida del
soldado; todo esto sin consideraciones personales ni de familia.
El trabajo y la reflexión no bastan para cumplir esa larga y penosa tarea. La ciencia se
adquiere por el estudio, pero el arte hay que practicarlo; es el resultado de la experiencia.
En los tiempos actuales se esparcen teorías que señalan el bienestar y la satisfacción de los
apetitos como el único objeto de los humanos esfuerzos. Ahora bien, la guerra no ha sido
nunca una situación propicia al bienestar y a la satisfacción material. El éxito sólo puede
coronarlo cuando se le conduce con el mayor espíritu de sacrificio y con el más profundo
menosprecio del peligro y de la comodidad. Tales ideas hay que inculcarlas a los clases y
soldados desde tiempos de paz; y esto no es posible al Oficial cuando él mismo posee tales
cualidades como si fueran naturales. La enseñanza hecha con convicción, los ejemplos del
pasado y las consecuencias que se deducen, preparan los espíritus para la asimilación de
tales virtudes; pero sólo el ejemplo dado en las más variadas circunstancias, es capaz de
hacerlas sentir e imponerse. Tal es la razón por la cual se exige a todos la estricta
observación de los reglamentos en los breves períodos de la vida militar semejantes a la vida
de campaña. Y hay que tratar de que esos períodos sean lo más frecuentes, porque ellos
dan al Oficial oportunidad para dar a su tropa ejemplo de resistencia a la fatiga, de energía
física y moral, de ánimo frente a las privaciones o pequeñas contrariedades; en una palabra,
en todas las dificultades con que se tropieza en las marchas y maniobras en tiempos de paz.
Así puede el Oficial entrenar su energía y resistencia con fatigas y privaciones.
Acostumbrándose a condiciones penosas de la vida, mostrándose indiferentes a las
solicitudes del confort, que son la plaga de los cuerpos de tropa en operaciones o en
maniobras.
Al Oficial entrenado le es fácil dar ejemplos de resistencia pero no pasa lo mismo con el que
no ha adquirido las costumbres de la vida en campaña desde el comienzo de su Carrera y no
las ha conservado en circunstancias de entrenamiento.
Si este tipo de Oficial no puede subordinar su servicio a ciertos hábitos de comodidad debe
revestirse de una energía particular, pero que cualquiera que sea el resultado de sus
esfuerzos, el Oficial no entrenado gastará una parte de su energía en vencer esa tendencia y
siempre se encontrará en inferioridad delante del Oficial que tenga entrenamiento.
Hay que dar a la tropa en guarnición, todas las comodidades posibles que permitan los
recursos, para obtener derecho a exigirle sacrificios en maniobras o en campaña.
Por muy dura que sea la vida en maniobras, no es sino un pálido reflejo de la vida en
campaña, pues no hay casi dificultades de abastecimiento, las privaciones son raras, no hay
causas de depresión ni se sienten los efectos del fuego. Principalmente en los cuerpos
montados es donde el Oficial debe ejercer mayor vigilancia en el cumplimiento de las
disposiciones reglamentarias, porque su misma organización le procura ciertas facilidades de
vida que no conocen las tropas a pie, para que éstas tengan la impresión de que todo
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marcha correctamente y se aumenta así la confianza recíproca entre las diferentes armas,
estrechando los lazos morales indispensables en todo organismo militar.
Pero la exageración en todas estas cuestiones es tan perjudicial como el descuido. El
soldado sólo tiene que ocuparse de sus caballos, mientras que el Oficial tiene una misión
más compleja que reclama mayor fuerzo intelectual y cierta presencia de espíritu que
únicamente se alcanza reduciendo su fatiga física conforme a los procedimientos que señala
el reglamento al tratar sobre sus prerrogativas.
Falta a su deber el Oficial que exagera su fatiga aunque sea con el fin laudable de dar buen
ejemplo, porque en el momento en que tenga que ejecutar un trabajo propio de su categoría,
podrá no tener la energía y libertad de espíritu indispensables. Un exagerado celo en este
sentido puede tener graves consecuencias para el éxito de una operación; por tanto, Oficial
no debe agotar sus fuerzas porque puede presentarse una situación que requiera un gran
esfuerzo o una gran energía para el bien de todo; entonces es cuando necesita la integridad
de sus facultades. De ahí que Oficial conozca bien su resistencia a la fatiga, lo que puede
hacer sin comprometer su fuerza moral y su poder de decisión. Sólo la experiencia puede
hacerlo conocer sus fuerzas y su temperamento.
El Oficial debe usar su energía en todas las circunstancias de vida militar; debe trabajar
incesantemente para adquirir los conocimientos indispensables al Jefe; estar convencido de
que su misión, tan grande por su saber como por su consagración, no tiene ninguna que le
sea superior en el organismo social. Sólo así alcanzará a tener esa poderosa fuerza moral
que se llama valor personal del Jefe, que junto con la convicción de la guerra, forman la base
de todas las fuerzas morales para la guerra.
El notable pensador Etienne Gilson nos dice: "La religión cristiana se funda, desde sus
comienzos sobre la enseñanza de los Evangelios, es decir, sobre la fe en la persona y en la
doctrina de Jesucristo. Los evangelios de Mateo, Lucas y Marcos anunciaban una buena
nueva: Ha nacido un hombre en circunstancias maravillosas: Se llama Jesús. Ha enseñado
que era el Mesías anunciado por los profetas de Israel. Este Jesús ha anunciado el
advenimiento del reino de Dios para todos aquellos que se preparen a él con la observancia
de los mandamientos: El amor al Padre que está en los cielos; el amor mutuo de los
hombres; la penitencia de los pecados y la renuncia al mundo y a todo lo que es del mundo”.
En el texto antes citado están presentes todos los supuestos que nos permiten caracterizar
la ética cristiana. Éstos son:
1.
Como religión que es, todo su pensamiento gira en torno a una idea rectora, ésta es, la
existencia de un ente superior al cual se llama Dios;
2.
En ella están presentes muchos componentes morales de la tradición judeocristiana. Entre otros:
a.
Que Dios es nuestro Padre;
b.
Que Dios nos ordena obedecerle;
c.
Que debemos obedecer a Dios porque él sabe qué es lo mejor para nosotros, y
que lo mejor para nosotros es obedecer a él.
3.
De lo anterior se sigue que los preceptos morales adquieren la forma de
mandamientos.
4.
En la ética cristiana se pretende hacer coincidir la felicidad con la virtud, si no en este
mundo en el otro.
8
5.
Dios ha creado el mundo de la nada, y también ha creado al hombre a su imagen y
semejanza. En este aspecto se nota una profunda diferencia con la filosofía griega, pues para
los griegos ni el mundo ni el hombre han sido creados por nadie, sino que están ahí desde
siempre.
6.
Para el cristiano el mundo está escindido en dos. Por una parte está el mundo en que
vive su existencia terrena; por la otra, el reino de Dios. Esta circunstancia hace que su vida
en este mundo debe consistir en una preparación para la otra vida prometida, en la cual
aspira encontrar una eterna bienaventuranza.
7.
Lo que Dios quiere y porqué lo quiere, eso es lo justo y lo recto. De todo lo anterior
puede deducirse que la ética pasa a ser una disciplina subordinada a la teología.
8.
La ética no se eleva únicamente como antes sobre el concepto de ley, ni sobre el de
voluntad, sino también sobre el concepto de razón, razón humana y lo más importante, razón
divina. La bondad de la voluntad depende, pues, de la razón. Si bien depende mucho más de
la ley eterna, puesto que el dictamen de la razón no es sino participación y reflejo de aquélla.
La elaboración teórica de la ética cristiana comenzó en el siglo II con los llamados Padres de
la Iglesia. Tres siglos después alcanzó un mayor desarrollo con San Agustín (Siglo V) y llegó
a su madurez con Santo Tomás (Siglo XIII). Todos ellos utilizaron ideas que tomaron de la
filosofía griega, especialmente de Platón, como es el caso de San Agustín, y de Aristóteles y
los estoicos, como lo hizo Santo Tomás.
La ética cristiana actual está fundada esencialmente en los comentarios que hizo Santo
Tomás a la ética de Aristóteles, naturalmente, adaptándola a la dogmática, y por supuesto
también a las nuevas formas de vida que presenta la sociedad de nuestros días, pues San
Agustín está separado de nosotros por 17 siglos, y Santo Tomás, por 7 siglos de transcurrir
histórico.
Los temas de la ética aristotélica comentados exhaustivamente por Santo Tomás fueron:
1.
El problema de los bienes y de los fines. Aquí plantea la cuestión de si existe un fin último
de la vida humana, y de los medios por los cuales el hombre puede alcanzar ese fin.
2.
La segunda cuestión que abordó fue el tema de la felicidad. Aquí trató de dar
respuestas a las siguientes interrogantes: ¿En qué consiste la felicidad? ¿Qué es la felicidad?
¿Cuáles realidades se requieren para alcanzar la felicidad? Las respuestas a estas
cuestiones, elaboradas sobre un trasfondo religioso, son muchas, pero todas ellas concluyen
en que la felicidad perfecta sólo se alcanza cuando el entendimiento capta la esencia misma de
la causa primera que, naturalmente, es Dios.
3.
La tercera cuestión se refiere al problema de las virtudes. Cuando Santo Tomás
plantea el problema de las virtudes, se acoge en sentido general a la teoría establecida por
Aristóteles. Acepta la división de las virtudes en dianoéticas o intelectuales y éticas o morales.
Agrega a ellas un nuevo grupo de virtudes que comprende las llamadas teologales. Acepta
la teoría del justo medio para las virtudes éticas o morales.
En el estudio de las virtudes destacan las cuatro denominadas cardinales (de cardines que
significa goznes), llamadas así porque sobre ellas se basan y giran todas las demás virtudes.
Santo Tomás ve en ellas las virtudes-tipo que realizan perfectamente los cuatro modos
generales de la virtud. Éstas son:
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3.
La Prudencia.
Es la virtud que nos señala la recta determinación de los medios que hay que utilizar para
realizar los fines del obrar humano.
La manera de comportarse el hombre prudente se distingue por las siguientes
características: En primer lugar determina en concreto y en cada momento, la situación en
donde va a actuar y la forma como debe actuar; en segundo lugar, tiene perfectamente claro
lo que debe hacer "porque está convencido que su ser es el resultado de su hacer, porque el
hombre se hace a través de lo que hace".
Las partes integrantes de la prudencia son:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
La memoria, en el sentido de experiencia "vivida";
El intelecto, en el sentido de visión clara de la situación;
La docilidad para seguir el buen consejo;
La prontitud en la ejecución;
La "razón" en el sentido de ser juicioso o razonable;
La previsión y la provisión;
La circunspección, que es la atenta consideración de todas las circunstancias, y
La caución, precaución y cautela.
Las partes subjetivas de la prudencia son:
1.
2.
3.
La prudencia política;
El buen consejo;
El buen juicio o capacidad para obrar conforme a los principios más elevados.
Lo opuesto a la prudencia es la imprudencia en sus diferentes formas:
1.
2.
3.
4.
La precipitación;
La inconsideración;
La inconstancia, y
La negligencia.
4.
La Justicia.
La virtud de la justicia es el hábito consistente en la voluntad de dar a cada uno lo suyo, su
parte, lo que le corresponde.
La justicia -decía Bergson- ha evocado siempre las ideas de igualdad, de proporción, de
compensación.
"Pensare de donde se deriva compensación y recompensa tienen el sentido de pesar. De ahí
que desde tiempos antiguos la justicia se halla representada con una balanza".
La teoría tomista de la justicia estuvo fundamentada en la idea de igualdad o igualación.
Igualdad en el sentido de la distribución de los bienes y de las privaciones; igualdad en las
transacciones civiles. Para ilustrar este asunto es bueno recordar el dicho popular: "el que se
come las maduras, que se coma también las verdes".
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Cuando pedimos la intervención de un juez en el arreglo de una disputa, lo que pretendemos
es que se igualen las partes.
La justicia es el justo medio entre lo más y lo menos. La justicia suele dividirse en general y
particular. La justicia general consiste en la ejecución del bien jurídico y, por consiguiente,
presupone el concepto de ley.
La justicia particular hace relación al derecho de cada cual.
Santo Tomás considera dos especies o partes subjetivas de la justicia. Ellas son: La justicia
conmutativa y la justicia distributiva. El acto de la justicia conmutativa consiste en la
"restitutio". Esto, quiere decir que la justicia no consiste solamente en dar a cada uno "de una
vez por todas" lo suyo, sino en "restituíselo", y en establecerle de nuevo, una y otra vez en
su dominio. Según esta tesis el acto de la justicia no constará de un solo momento, sino de
una sucesión temporal, porque "la justicia es, en realidad, lucha por la justicia. Una lucha que
se propaga al infinito".
La justicia distributiva, es la justicia particular que se encarga de asegurar el bien común,
honores y cargos, ventajas y desventajas a los miembros de la comunidad. Y esto según una
medida proporcional a los méritos, a los servicios prestados, a las actuaciones en el cuerpo
social.
Antes de terminar esta breve exposición debemos precisar que la virtud de la justicia
requiere la existencia de un orden previo, del derecho, el cual siempre será anterior a
nuestra voluntad de justicia.
5.
La Templanza.
Existen dos tendencias poderosas en el hombre que son los signe más evidentes de su
pertenencia al mundo animal. Una es la tendencia la alimentación que procura la
conservación y el desarrollo del individuo. La otra es la tendencia sexual que procura la
conservación la evolución de la especie. La importancia de estas dos tendencias explica la
fuerza con que se manifiestan y en cierto modo la violencia que suele acompañarlas en
algunas ocasiones en que se frustra su realización.
El apetito natural de su propia conservación y de la conservación de la especie puede, en
ocasiones, irrumpir en un impulso violento, en una tempestad pasional que moviliza en
provecho propio la agresividad de la esperanza-pasión, de la audacia y de la ira. Entonces
interviene la razón para "temperar" la intensidad de estos impulsos y el desbordamiento de la
conducta emocional.
Lo anterior explica que se hace necesaria una virtud especial destinada a restablecer la
medida razonable en el apetito sensitivo y moderar los apetitos que nos llevan a la codicia y
al placer. Esta virtud es la templanza.
La templanza (temperantia) es la virtud moderadora de los llamados deseos carnales, y en
general de los placeres originados en el tacto. Santo Tomás tiene una actitud realista y
comprensiva en el tratamiento de esta virtud, pues por una parte alerta contra la mojigatería
en que suele caerse con un ascetismo mal comprendido que tiene la tendencia a aniquilar o
extenuar al cuerpo por el miedo patológico o el temo exagerado a lo sexual, y por la otra la
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sobreestimación de lo sexual que podría llevarnos al extremo vicioso de la lujuria.
Refiriéndose a esta concepción tomista es que nos dice René Simón lo siguiente: "Es
preciso, pues, según nuestra situación personal, asumir los valores biológicos en la plenitud
de su realidad y en la riqueza de su impulso afectivo, según la orientación que la naturaleza
del hombre, cuerpo y espíritu implica normalmente. No lo debemos aceptar de mala gana,
sino también querer, con un querer profundo y generoso los placeres vinculados a la comida
y a la bebida, y al ejercicio de la actividad sexual con la condición, evidentemente, de
conservar la jerarquía de los valores, de aceptar la ley del sacrificio que será a veces total,
de no separar el placer del acto y de su finalidad, sino de aceptarlo en su significación global
y humana y en su ordenación al acto".
"Si el placer, en su realidad física, es, en tesis general, la expresión y el índice de una
tendencia que alcanza su objeto, es, considerado en sí mismo, un bien, y la actitud moral
auténtica no consiste en rechazarlo”.
Santo Tomás considera que en la templanza pueden distinguirse tres partes subjetivas.
Estas son: 1) La abstinencia, virtud que consiste en privarse total o parcialmente de
satisfacer los apetitos; 2) la sobriedad, que consiste en la moderación, especialmente en el
comer y el beber; 3) la castidad, virtud que se opone a los actos carnales.
Igualmente señala cuatro partes potenciales de la templanza, las cuales son: 1) La
abstinencia o virtud que modera y refrena las pasiones y afectos del ánimo; 2) la clemencia,
es la virtud moderadora de la acción o punición exterior. La clemencia modera la acción de la
justicia; 3) la mansedumbre, es la virtud que nos hace aceptar pacientemente las cosas
desagradables de la vida; 4) la modestia, que consiste en no hacer gala de los bienes de las
facultades que se poseen. El sentido ético de la modestia está en no lastimar al prójimo con
un desplante que pueda causarle daño.
6.
La Modestia. El vicio opuesto a la modestia es la petulancia.
La templanza es una virtud que interviene en la formación del carácter y por esta razón, debe
ser ingrediente indispensable en toda buena educación hogareña.
7.
La Fortaleza.
La fortaleza es la virtud que nos permite huir del temor, al mismo tiempo que alejarse de la
temeridad.
Algunas situaciones que se presentan en nuestras vidas traen consigo un efectivo peligro de
muerte. Es entonces cuando surgen las reacciones de temor y de osadía. Por el temor
huimos del peligro; la osadía nos impulsa a enfrentarlo. Es entonces cuando necesitamos la
virtud de la fortaleza que viene a ser la mediadora entre la actitud del cobarde y la del
temerario.
Santo Tomás señala a la fortaleza dos vertientes que son: soportar y emprender. Es
necesaria la fortaleza para soportar las vicisitudes de la vida. También es necesaria la
fortaleza para emprender acciones valientes contra aquellos peligros que nos amenazan.
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CAPITULO III
LA DIGNIDAD. VALORES UNIVERSALES SOCIALISTAS.
El modelo capitalista es inviable y lesivo para la especie humana, no sólo porque pone en
peligro la propia existencia del planeta, sino porque promueve y estimula valores negativos,
ajenos a la integridad humana, y pretende el sometimiento de las grandes mayorías por
parte de unas minorías privilegiadas.
Detrás de las maneras de vida del capitalismo, invariablemente existirá un reducido grupo de
individuos que acumulan riquezas materiales, tras el aprovechamiento del trabajo de una
gran mayoría explotada.
El capitalismo cosifica a los individuos, les hace actuar y comportarse ante la sociedad como
rivales y pervierte las relaciones sociales. Entre otros de sus antivalores podemos distinguir:
Explotación del hombre por el hombre; Supervivencia del más apto; Cultura individualista y
egoísta; Pragmatismo insensible “el fin justifica los medios”; Consumismo; Culto al fetiche
materialista y la corrupción; Todo se compra y se vende; El trabajo visto como materia prima;
Resignación a ser oprimido, Intolerancia; Acumulación de riquezas para la “felicidad”;
Privilegios sólo para las clases altas; Cuánto tienes, tanto vales; Vivir para trabajar; Dar
únicamente para recibir algo a cambio; Competencia feroz; Lucha de unos contra otros… la
guerra.
El socialismo es la negación del capitalismo, en tanto que se concibe como un modo de
producción que auspicia la convivencia armónica entre las personas con base en una
estrategia de supervivencia colectiva.
El ideal socialista propugna el desafío de edificar una nueva sociedad, con una mujer nueva,
un hombre nuevo que asumen la solidaridad como un acto reflejo. En dicha sociedad ha de
existir igualdad material y cultural entre las personas, es decir, se concreta el desarrollo
integral de todos, la vida digna y la plena realización humana. Es una sociedad con valores
renovados.
La sociedad socialista pide a cada uno de acuerdo a su capacidad y le entrega a cada cual
de acuerdo con su necesidad; de esta forma se prescinden las diferencias sociales entre las
personas. Al promoverse la posesión pública de los medios de producción y su gestión
también pública, se actúa en pos del interés de la sociedad en general y no en favor de
clases o grupos particulares.
Visto como un sistema, el socialismo conjunta una red de principios y valores sobre los
cuales los hombres y mujeres basan la convivencia. Los tres ideales fundamentales,
proclamados al calor de la revolución francesa de 1789, los conocemos suficientemente:
igualdad, fraternidad y libertad. De forma 2 complementaria también supone democracia
infinita, pluralismo, cooperación, bienestar, desarrollo integral del ser humano, paz, utopía y
amor.
Transformar al ser humano para transformar la sociedad y viceversa
13
Transformar al ser humano significa volcarlo hacia el bien. Se trata de un proceso de
permanente educación hacia el salto cultural, a la par de la instauración de procesos sociales
de fluida y transparente articulación y cohesión social.
Transformar al ser humano significa insistir en la idea de hacer de la solidaridad un acto
reflejo en todos, y a la par hacerle un acto consciente. Por su parte, la conciencia se apoya
sobre dos pilares: comprender el mundo y convertir la práctica rutinaria en praxis
transformadora. El hombre nuevo no dice ser de un modo, sino que se comporta y actúa
como tal.
Sólo cuando el discurso transformador se hace acción cotidiana, cuando los sujetos
históricos hacen lo que postulan y actúan solidariamente, se logra instaurar el sistema de
valores socialistas, las nuevas relaciones sociales de la renovada sociedad, la plena
exaltación humana.
Así como para incidir en la transformación de la sociedad es imperativo moldear seres
humanos reproductores de amor y proclives a la convivencia fraterna, también es necesario
forjar la nueva actitud ciudadana.
Rasgos distintivos del hombre y la mujer socialistas
En la nueva sociedad las personas han de practicar todas las bondades humanas. Es claro
que tal aspiración comporta un prolongado recorrido de trascendencia civilizatoria. La
especie en proporción armónica con el medioambiente proyecta sus capacidades en el
sentido de la vida plena, apacible, sublime. Se trata de un proyecto histórico que demanda
de los revolucionarios su incorporación a la vanguardia transformadora. Quienes ocupen
dicha posición serán seres integrales, dividen su actuación vital entre la procura colectiva y el
logro de sus aspiraciones. Están en la cúspide la civilización, fermento esencial para la
maduración de los pueblos.
El nuevo hombre y la nueva mujer se caracterizan por ser y actuar conforme a los siguientes
rasgos distintivos: Es ético y moral; Tiene conciencia de clase; No es individualista; No es
egoísta, No es dogmático; No es sectario; No es racista; No es consumista; No es autoritario;
No es intolerante; No trata a los demás como mercancía; Promueve la unidad en la
diversidad; Promueve el trabajo digno; Practica la igualdad entre los seres humanos; Es,
ante todo, revolucionario; Es justo; Es solidario y practica la reciprocidad; Es participativo;
Labra su cultura y está en perenne proceso de formación; Es dedicado; Es organizado y
disciplinado; Es responsable.
1.
La Dignidad Humana y sus implicaciones éticas.
a.
El criterio de valoración
Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para
la supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la
independencia que necesita y a las que aspira.
14
Es por tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida se
correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores
verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades
naturales. Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de
su capacidad para hacer más humano al hombre.
Veamos un ejemplo. Puedo elegir como ideal el egoísmo, en la forma de búsqueda de la
propia comodidad y del propio bienestar, desestimando las exigencias de justicia y respeto
que supone la convivencia con otras personas y que exigen renuncias y esfuerzos. La
personalidad se volverá entonces insolidaria, ignorando los aspectos relacionales y
comunicativos esenciales en el ser humano. Hecha la elección, el crecimiento personal se
detendrá e iniciará una involución hacia etapas más primitivas del desarrollo psicológico y
moral.
Por el contrario, si se elige como valor rector la generosidad, concretada en el esfuerzo por
trabajar con profesionalidad, con espíritu de servicio, y en la dedicación de tiempo a causas
altruistas y solidarias, entonces se favorecerá la apertura del propio yo a los demás,
primando la dimensión social del ser humano y estimulando el crecimiento personal.
b.
Valores universales
Como acabamos de referir (tal como se deduce del proceso de desarrollo del ser humano),
la maduración personal sólo se facilitará procurando eliminar obstáculos que puedan originar
una detención de la misma o una regresión a etapas más primitivas (propio interés). Por eso,
parece acertado concretar algunos valores universales, deseables para todos.
En este sentido, la formulación clara y precisa del imperativo categórico kantiano ofrece
abundante luz. Así, en la segunda formulación del Imperativo, en la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, dice: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu
persona como en la de cualquier otro, nunca meramente como un medio, sino que, en todo
momento, la trates también como a un fin». Y en la tercera insiste en el mismo sentido:
«Pues los seres racionales están todos bajo la ley de que cada uno debe tratarse a sí mismo
y debe tratar a todos los demás nunca meramente como medio, sino siempre a la vez como
fin en sí mismo. De este modo, surge un enlace sistemático de seres racionales por leyes
objetivas comunes, esto es un reino, el cual, dado que estas leyes tienen por propósito
precisamente la referencia de estos seres unos a otros como fines y medios, puede llamarse
un reino de los fines»
Se trata de aquellos valores que se fundamentan en la dignidad incondicionada de todo ser
humano. Una dignidad que -como puede deducirse de su propia génesis- no admite ser
relativizada, no puede depender de ninguna circunstancia (sexo, edad, salud - calidad de
vida - y demás cualidades).
c.
¿Qué es un principio?
En sentido ético o moral llamamos principio a aquel juicio práctico que deriva
inmediatamente de la aceptación de un valor. Del valor más básico (el valor de toda vida
humana, de todo ser humano, es decir, su dignidad humana), se deriva el principio primero y
fundamental en el que se basan todos los demás: la actitud de respeto que merece por el
mero hecho de pertenecer a la especie humana, es decir, por su dignidad humana.
15
Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el principio
ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y algunos otros principios
básicos.
d.
La dignidad humana, un valor fundamental
En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una subjetivización de los valores y
del bien.
Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea de que
no es posible derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos
lleva a concluir que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con
lo cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras decisiones.
En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las
autoridades del estado, que son las que determinan aquello que es legalmente correcto - y
legítimo - y lo que no lo es.
En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones meramente
irracionales o puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto
en el positivismo como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo
como una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o
de un pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo podría acordar que
los judíos no son seres humanos o que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede
asesinar sin miedo a castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se
base en la naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a
otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la arbitrariedad del estado y
el ejercicio de la violencia.
Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer
en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su
inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del
que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad
que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es
algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se
halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia.
En resumen: ala vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una
singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de dominarlo. Y se siente
impulsado a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser
humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese
valor lo denominamos "dignidad humana".
La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo
podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni
está en nuestra mano retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a
16
nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y
aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.
Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto
incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los
que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la
sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo
una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato
indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio
no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su
particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que
resurgirá de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí
mismo digno y merecedor de respeto.
e.
Principios derivados de la dignidad humana
La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de
respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos
conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr
nuestros fines personales.
1)
Principio de Respeto
En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo
y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona»
Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las
cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio,
tienen valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son
únicos e irreemplazables.
El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa cuando uno
dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi
respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El principio de
respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas.
Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar
elecciones, deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras
palabras: los hombre no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden
manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser
respetada.
Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto
consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que
alguien te hiciera a ti la misma cosa que tú vas a hacer a otro? Esta es la idea fundamental
contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a ti».
Pero no es ésta una idea exclusiva de los cristianos. Más de un siglo antes del nacimiento de
17
Cristo, un pagano pidió al Rabí Hillel que explicara la ley de Moisés entera mientras se
sostenía sobre un solo pié. Hillel resumió todo el cuerpo de la ley judía levantando un pié y
diciendo: «No hagas a los demás lo que odiarías que ellos hicieran contigo.
2)
Otros principios
El respeto es un concepto rico en contenido. Contiene la esencia de lo que se refiere a la
vida moral. Sin embargo, la idea es tan amplia que en ocasiones es difícil saber cómo puede
aplicarse a un caso particular. Por eso, resulta de ayuda derivar del principio de respeto otros
principios menos básicos.
Vale la pena hacer notar que, en ética aplicada, cuanto más concreto es el caso, más puntos
muestra en los que puede originarse controversia. En esta área, la mayor dificultad reside en
aplicar un principio abstracto a las particularidades de un caso dado. En consecuencia,
convendrá disponer de formulaciones más específicas del principio general de respeto. Entre
estos principios están los de no malevolencia y de benevolencia, y el principio de doble
efecto.
3)
Principios de No-malevolencia y de Benevolencia
En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el
bienestar de los demás.
4)
Principio de doble efecto
Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en
tu intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos
secundarios malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal.
El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un
profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.
5)
Principio de Integridad
Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas
tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así
merecedor de vivir con plenitud tu profesión».
Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo con
profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las
normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de
los intereses egoístas.
6)
Principio de Justicia
Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente
de forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares.
18
La idea principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto
puede expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos
aspectos incluyen la justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.
Principio de Utilidad
«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con
respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor
número de personas».
El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo, supone
que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones
moralmente permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.
CAPITULO IV
CONCIENCIA Y TIPOS.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que mi principal preocupación se puede resumir en
una única palabra: conciencia. De un tiempo a esta parte, en la medida en que me lo
permiten esa serie de ocupaciones mundanas que todos tenemos (no está de más recordar
que nadie se alimenta de ideas), intento comunicar que es necesaria una toma de conciencia
ante el mundo en que vivimos, a la vez que procuro ampliar cada día más mi propio campo
de conciencia.
Os preguntaréis, ¿por qué hay que tomar conciencia? ¿ante qué? ¿es que resulta que hay
algo que no funciona? Pues sí, hay muchas cosas (en mi opinión) que no funcionan, de las
que es preciso tomar conciencia.
Podríamos hablar de la injusticia, que en nuestro mundo actual se disfraza de múltiples
formas. Para no prolongar estas líneas innecesariamente, piénsese simplemente en que hay
seres humanos (una minoría) que vivimos con toda serie de comodidades, mientras que
otros (la mayoría) no sólo no disfrutan de las mismas comodidades, sino que a veces no
tienen asegurado ni un plato de comida.
Podríamos también hablar de la incomunicación, que finalmente se traduce en infelicidad. Y
es que, en lo que se refiere a esa minoría acomodada a la que nos hemos referido antes, las
cosas no marchan en absoluto de color de rosa. En el fondo la mayoría de las personas se
sienten solas y vacías porque una serie de valores como el éxito, el dinero, el poder... han
desplazado a otros que podríamos considerar más humanos, y entre los cuales el principal
es la comunicación verdadera.
Para terminar con la injusticia no podemos confiar solamente en la ayuda humanitaria, al
igual que no podemos confiar en los móviles para que nos resuelvan el problema de la
incomunicación (pequeños parches para tan grandes rotos).
Solo un cambio radical en las estructuras económicas y sociales que rigen este mundo
puede solucionar de verdad los problemas comentados, así como otros tantos que se
19
podrían mencionar; de modo que no podemos renunciar a buscar la utopía. Pero para que
ese cambio radical tenga lugar es necesario primero un cambio radical en nuestra forma de
pensar y de vivir, de ahí que resulte tan importante la toma de conciencia.
La Conciencia es un fenómeno cognitivo usualmente activo cuando uno o más sentidos
fisiológicos están conectados con la realidad externa. Otros fenómenos cognitivos se derivan
del estado de conciencia o vigilia y se pueden denominar "estados incrementados de
conciencia" (tal la atención). Muchos autores identifican la conciencia con experiencia
subjetiva, como la de una niña hamacándose y escuchando los aplausos de sus progenitores
o la experiencia de quemarse un dedo. Estas experiencias no son del todo comunicables, se
las clasifica como subjetivas. Una definición pasable de la conciencia sería la "sensación
subjetiva, no apta para ser comunicable, de a qué se parece ser yo (usted) en mi (su) estado
de vigilia presente". La hipótesis es que lo que usted siente con respecto a usted mismo,
esto es, con respecto a ser usted, es, en principio, similar a lo que yo siento con respecto a
mí mismo, esto es, con respecto a ser yo. Esa similitud es lo que llamamos conciencia. Ned
Block discrimina entre conciencia fenomenológica y conciencia de acceso (P- and Aconsciousness), y otros autores mencionan la conciencia monitora y la conciencia de tener
conciencia (autoconciencia).
Algunas expresiones:
Libertad de conciencia: Derecho de profesar cualquier religión, sin ser inquietado por la
autoridad pública. Desenfreno y desorden contra las buenas costumbres.
Caso de conciencia: Punto dudoso en materia moral.
Examen de conciencia: Recordación de las palabras, obras y pensamientos con relación a
las obligaciones del cristiano. Meditación sobre las faltas o pecados cometidos.
Sentido moral: Percepción, en el ámbito de la conciencia, de la realidad del bien.
Subconciencia: Estado inferior de la conciencia psicológica en el que, por la poca intensidad
duración de las percepciones, no se da cuenta de estas el sujeto.
1.
TIPOS DE CONCIENCIA.
a.
CONCIENCIA FENOMÉNICA
La conciencia-P significa la conciencia fenoménica, la que construye imágenes mentales o
de apariencia mental de la cosa en sí externa, pero no puede capturar la realidad pura de la
cosa en sí. La conciencia-P es la que dinamiza las imágenes mentales, la apariencia mental
de las cosas, las experiencias internas del sujeto.
Es distinta de la conciencia-A (conciencia de acceso), que cumple con funciones de
procesamiento de la información. Muchos intentos buscan relacionar (tarea para el futuro)
20
este mundo "espiritual" interno con mecanismos físico- psicofísicos análogos a los de los
otros cuatro niveles previos. Estas distinciones se basan en Ned Block.
b.
CONCIENCIA MONITORA
Atributo general de la conciencia - relacionado con la atención y con la interpretación del
cerebro como instrumento de control - y extendido a todos los circuitos cerebrales
relacionados con el entorno y del propio interior íntimo.
"Aparece una fortísima presión evolutiva (siempre con aportes adicionales de apartamiento
del equilibrio) por perfeccionar y ampliar los sensores o filtros de reconocimiento de pautas
de alarmas, así como de sumarlos. La suma de todos estos sensores es parte importante de
una hipotética "conciencia monitora". Como la colección de sensores sumados
aparentemente actúa asimismo como un suprasensor global, dicha conciencia es
autorreferencial, o sea que aparece como autoconciencia, conciencia de si misma,
conciencia de tener conciencia. Con ella el humano normal, llega a la experiencia subjetiva
de tener activada dicha colección de sensores..." (Barral y von der Becke)
Es aparentemente el resultado de la generalización de la aptitud de los animales provistos de
cerebro de construir detectores de pistas o pautas de alarmas. La mente humana consiguió
heredar e incrementar dicha aptitud. Esta es la base del Sistema Operativo cerebral (Philip
Johnson-Laird), así como en computación es indispensable poseer algún Sistema Operativo
como el DOS. (Cohen J, Stewart I)
Una alarma surge de un encadenamiento y procesamiento de alarmas elementales que
mediante sensores llega a un hipotético "espacio de gestión de alarmas" (conciencia
monitora) donde se la procesa. Esos elementos sumados y combinados dan origen a
elementos de conducta y con ellos, a la conducta propiamente dicha. Los sensores para
alarmas y problemas originan entre todos dicha conciencia monitora. En años recientes se
ha difundido la idea según la cual se propone que el Yo es una confederación de agencias
más o menos autónomas. Estas referencias a la conciencia monitora se deben interpretar a
la luz del "más o menos " recién mencionado.
c.
CONCIENCIA CORPORAL.
Se trata de unas actitudes hacia uno mismo y hacia los demás * un modo de escucharnos y
re-conocernos un proceso para estar en movimiento interior * una técnica.... para aprender a
recuperar nuestra sabiduría interior * un modo de promover el desarrollo personal una teoría
sobre el funcionamiento de la personalidad
2.
LIBERTAD DE CONCIENCIA Y DE RELIGIÓN.
Declaración Universal Art. 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia,
así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto
en público como en privado, por la enseñanza, el culto y la observancia.
21
a.
CONCIENCIA TEOLÓGICA.
En inglés hemos hecho con una palabra latina qué ni los latines ni los franceses han hecho:
hemos doblado el término, haciendo el soporte de la " conciencia " para el departamento
moral y dejando el " sentido " para el campo universal de los objetos sobre los cuales somos
enterados. En Cicero tenemos que depender del contexto para la limitación específica al
área ética, como en la sentencia: "sermo del omnium del quam del est de los pluris del
conscientia del mihi del mea". El sir W. Hamilton ha discutido hasta dónde podemos ser
dichos para ser conscientes de los objetos externos que sabemos, y de hasta dónde el "
sentido " ought ser llevado a cabo un término restringido a los estados del uno mismo o de la
timidez. (véase Thiele, DES Selbstbewusstseins, Berlín, 1895 de Philosophie del dado.) En
las dos palabras Bewusstsein y Gewissen los alemanes han hecho una distinción útil que
contestaba a nuestro "sentido" y a la "conciencia". Los ancients descuidaron sobre todo tal
discriminación. Los Griegos utilizaron a menudo el phronesis donde debemos utilizar "
conciencia ", pero los dos términos están lejos de coincidente. También utilizaron el
suneidesis, que ocurre en varias ocasiones para el propósito a disposición ambos en el viejo
y nuevo testamento. Los hebreos no tenían ninguna psicología formal, aunque Delitzsch
tiene se esforzó para encontrar uno en Scripture. Allí el corazón está parado a menudo para
la conciencia.
3.
ORIGEN DE LA CONCIENCIA EN LA RAZA Y EN EL INDIVIDUO
De antropólogos algunos hacen y algunos no validan la cuenta bíblica del origen del hombre;
y la clase anterior, admitiendo que los descendientes de Adán pudieron pronto haber perdido
los rastros de su pendiente más alta, está dispuesta a oír, sin el compromiso de endosar,
qué la última clase tiene que decir en la asunción del desarrollo humano incluso de una
ascendencia animal, y en la asunción posterior que en el uso de evidencias él puede
descuidar la secuencia del tiempo y del lugar. No es mantenido por ningún estudiante serio
que el pedigrí de Darwinian es ciertamente exacto: tiene el valor de un diagrama que da una
cierta noción de las líneas a lo largo de las cuales las fuerzas se suponen haber actuado. No,
entonces, como validando para el hecho, sino como usarlo para un propósito muy limitado,
podemos dar un bosquejo característico del desarrollo ético según lo sugerido en el capítulo
pasado moralejas del Dr. L. T. Hobhouse de las " en la evolución". Es una historia conjetural,
muy como lo que la otra oferta de los antropólogos para lo que vale y no para la ciencia
completamente certificada.
El ética es conducta o vida regulada; y la regulación tiene un principio crudo en la vida
animal más baja como respuesta al estímulo, como acción refleja, como adaptación útil al
ambiente. Así la ameba se dobla alrededor de su alimento en el agua y vive; propaga por la
uno mismo-división. En otra etapa en la serie animal encontramos impulsos ocultos en
beneficio de la vida y de su propagación que toman una dimensión de una variable más
compleja, hasta que algo como propósito instintivo se visualiza. Las acciones útiles se
realizan, no al parecer agradables en sí mismos, con todo con bueno en la consecuencia que
no puede haber sido prevista. El cuidado del animal para sus jóvenes, la disposición para la
necesidad de su descendiente futuro es una clase de sentido presagiado del deber. El St.
Thomas es en negrilla seguir la terminología de los abogados romanos, y afirmar una clase
de moralidad en emparejar y propagar de los animales más altos: " docuit del animalia del
omnia del natura del quod del est del naturale del ius”. (es el derecho natural que la
naturaleza ha enseñado a todos los animales -- " en el intravenoso enviado."Los costumbres
22
se forman bajo las presiones e interacciones de la vida real que son fijados por herencia, y
aguardan el análisis y las mejoras de la razón naciente. Con el advenimiento del hombre, en
su estado más grosero -- sin embargo él vino estar en ese estado, sea por subida o
pendiente -- amanece una conciencia, que, en la teoría del desarrollo, tendrá que pasar a
través de muchas etapas. Al principio sus categorías de derecho y de incorrecto están en
una condición muy fluida, no guardar ninguna forma fija, y el entremezclarse fácilmente,
como en el caos de los sueños, de las suposiciones, de las ilusiones, y de las ficciones de un
niño. Los requisitos de la vida social, que se convierte en el gran moralizer de la acción
social, están cambiando continuamente, y con que ellos el ética varía sus adaptaciones.
Mientras que la sociedad avanza, el su ética mejora. " las líneas en las cuales se forma el
costumbre es determinado en cada sociedad por las presiones, las mil interacciones de esas
fuerzas del carácter individual y lazo social, que nunca dejan de remoulding hasta que han
hecho los amantes y los odios de los hombres, sus esperanzas y los miedos para sí mismos
y sus niños, su pavor de las agencias no vistas, sus celos, sus resentimientos, sus
antipathies, su sociability y amortiguan sentido de la dependencia mutua todas sus calidades
buenas y malas, egoístas y comprensivas, sociales y antisociales." El asimiento de la
experiencia ensancha y la potencia del análisis aumenta, hasta, de una gente como los
Griegos, venimos sobre los pensadores que pueden reflejar distintamente en conducta
humana, y podemos poner en la práctica el seauton del gnothi (sepa el thyself), para en
adelante asegurar el método del ética por todas las veces, con el alcance indefinido
izquierdo para su aplicación mejor y mejor. "aquí hemos alcanzado el nivel de las religiones
filosóficas o espirituales, los sistemas que intentan concentrar toda la experiencia en un foco,
e iluminar toda la moralidad a partir de un centro, pensamiento, tan siempre, llegando a ser
más comprensivo como llega a ser más explícito".
Cuál es dicho de la raza se aplica al individuo, como en él las reglas acostumbradas
adquieren el carácter ético por el reconocimiento de principios y de ideales distintos, todo
tendiendo a una unidad o a una meta final, que para el evolucionista mero se dejan muy
indeterminada, pero para el cristiano tiene definición adecuada en una posesión perfecta del
dios por conocimiento y amante, sin la contingencia de otros lapsos del deber. Venir a la
plenitud del conocimiento posible en este mundo es para el individuo un proceso del
crecimiento. El cerebro al principio no tiene la organización que le permitiría ser el
instrumento del pensamiento racional: es probablemente una necesidad de la naturaleza de
nuestra mente que no debemos comenzar con el cerebro completamente formado pero que
se deben recolectar los primeros elementos del conocimiento con las gradaciones de la
estructura que se convierte. En la familia moral buena el niño aprende lentamente a la
derecha conducta por la imitación, por la instrucción, por la sanción de la manera de
recompensas y de castigos. Bain exagera el predominio del elemento nombrado pasado
como la fuente de dónde viene el sentido de la obligación, y en esto él es como Shaftesbury,
que considera en conciencia solamente el reprover. Esta visión es favorecida también por
Carlyle en su " ensayo en características ", y por el Dr. Mackenzie en su " manual del ética ",
donde leemos: " debo preferir decir simplemente que la conciencia es una sensación del
dolor que acompaña y que resulta de nuestra inconformidad al principio." Newman también
ha puesto la tensión en la oficina de la reprensión de la conciencia. Carlyle dice que no
debemos observar que teníamos una conciencia si nunca nos habíamos ofendido. El verde
piensa que la teoría ética está sobre todo de uso negativo para la conducta. mejor para
mantener in vista ambo cara verdad y decir que mente ético desarrollar venir uno sentido
satisfacción en derecha hacer y descontento en wrongdoing, y que recompensa y castigo
juicioso asignar joven tener para su propósito, a medida que Aristóteles poner él, para
enseñar enseñable cómo para encontrar placer en qué ought por favor y descontento en qué
ought para descontentar. La mente no madura se debe dar sanciones externas antes de que
23
pueda alcanzar el interior. El su brillar tenuemente más temprano del deber no puede ser luz
clara: comienza distinguiendo conducta como agradable o como repugnante y traviesa: como
aprobado o desaprobado por los padres y los profesores, detrás de quienes de una manera
dévil está parado al dios oft-mencionado, concibió, no sólo en un antropomorfo, pero de una
manera nepiomorphic, para no corregir todavía más correcto que las especulaciones de
Caliban sobre Setebos. La opinión del pecado en el sentido genuino se forma gradualmente
hasta la edad que señalamos áspero como el séptimo año, y en adelante el agente comienza
la carrera tremenda de la responsabilidad según los dictados de la conciencia. En los
argumentos no éticos sino scholastically theological, el St. Thomas explica una teoría que
unbaptized a persona en el amanecer de la razón pase con una primera crisis en la
discriminación moral que las vueltas simplemente en la aceptación o el rechazamiento del
dios, y exigen pecado mortal en caso de incidente.
4.
¿QUÉ CONCIENCIA ESTÁ EN EL ALMA?
Es a menudo una buena máxima para no importar por una época de cómo una cosa vino
ser, pero para ver cuáles es realmente. Hacer tan en vista de conciencia antes de que
tomemos la historia de la filosofía en su respeto es política sabia, porque nos dará una cierta
doctrina clara sobre la cual poner el asimiento, mientras que viajamos con una región
perpleja por mucha confusión del pensamiento. Las puntas siguientes son cardinales:
La conciencia natural no es ninguna facultad distinta, sino la una intelecto de un hombre ya
que considera a la derecha y mal en conducta, ayudada mientras tanto por una voluntad, por
el uso de las emociones, por la experiencia práctica de vivir, y por todas las ayudas externas
que estén al propósito.
La conciencia natural del cristiano es sabida por él para actuar no sola, pero bajo la
aclaración e impulso derivados de la revelación y de la tolerancia en un orden
terminantemente supernatural.
En cuanto a la orden de la naturaleza, que no existe solamente que pudo haber existido, el
St. Thomas enseña que para el conocimiento del dios y para el conocimiento del deber
moral, los hombres tales como nosotros están requeriría una cierta ayuda del dios de hacer
su conocimiento suficientemente extenso, claro, constante, eficaz, y relativamente adecuado;
y ponerlo especialmente dentro del alcance de los que se absorben mucho con los cuidados
de la vida material. Sería absurdo suponer que eso en el orden del dios de la naturaleza se
podría excluir de cualquier revelación de se, y que se dejaría para ser buscado para
absolutamente irresponsively.
El ser una cosa práctica, conciencia depende en gran medida para su corrección del buen
uso de él y en el cuidado apropiado tomado para prestar atención a sus deliverances, para
cultivar sus potencias, y para frustrar a sus enemigos.
Incluso donde se emplea la diligencia debida la conciencia errará a veces, pero sus errores
inculpables serán admitidos por Dios para ser no culpables.
24
CAPITULO V
MORAL SOCIALISTA. EL DEBER, FELICIDAD Y MORAL SOCIALISTA.
En esta parte del trabajo nos centraremos en los aspectos de la ética que pueden servir de
fundamento al Socialismo del siglo XXI. Parece claro que cualquier programa ético que
involucre a la sociedad, a la política, a los hombres y su vida, no puede pensarse en
abstracto o en escuelas filosóficas solamente. Igualmente no sería correcta reducirlo a puros
preceptos morales, conjunto de principios sobre el bien y el mal o simples prescripciones
valorativas por sí mismas.
El objeto de una presentación sobre una ética social, política, o las llamadas éticas
particulares como responsabilidad, como autenticidad, como sistema de valores y creencias,
creo deben ser encuadradas en dimensiones fundamentales de la vida social: me refiero a
los modos de vida, a los sistemas de vida, proyectos de vida en la cual la praxis humana
(social, personal y cotidiana) sea un referente orientador de una dialéctica en donde los
procesos incluidos en la ética aparezcan sustantivados.
Otra parte orientadora en cuanto a lo que entendemos por moral y ética puede ser de
utilidad. Adolfo Sánchez Vásquez, una autoridad intelectual en el campo de la filosofía nos lo
plantea sencillamente:
“Moral... una forma específica de comportamiento humano, individual o colectivo, que se da
realmente o se postula que debiera ser.
Ética.... la atención reflexiva, teórica moral, en un caso u otro plano (fáctico o el ideal) que no
son para ella excluyentes.
A la ética le interesa la moral, ya sea para entender, interpretar o explicar la moral histórica o
social realmente existente, ya sea para postular y justificar una moral que, no dándose
efectivamente, se considera debiera darse.
Las Luchas anti-coloniales y por la independencia de los países del mundo en los siglos
XVIII y XIX, los procesos de liberación de los pueblos en el siglo XX, las nuevas "realidades"
y retos del siglo XXI. Especialmente la propuesta de construcción del "Socialismo del Siglo
XXI" de la Revolución Bolivariana de Venezuela, Obligan a "desmontar" las estructuras de
dominación de un "orden de cosas" naturalmente insostenible, ecológicamente inviable y
terriblemente injusto ante la "dignidad humana".
La clase dominante "impone" su ideología, sus paradigmas, su cosmovisión, su filosofía, su
visión de la historia y sus códigos éticos al resto de la sociedad, constituyendo esta
"imposición" el verdadero mecanismo de dominación y de reproducción del sistema
dominante.
Nuestra propuesta surge de la necesidad de desmontar, "desconstruir" la reproducción del
pensamiento teórico-filosófica del modelo de dominación capitalista, que impone a la
sociedad una ética (la ética burguesa) de "doble cara" en función de enmascarar y justificar
la dominación hegemónica del imperialismo con su carga de egoísmo, de carácter
individualista, excluyente, occidentalista, asertivista, conservadora, intelectualista, elitesca,
alienante, pero "preñada de buenas intenciones".
25
Hablando con propiedad el sistema dominador reproduce las condiciones de "vida injusta" a
la que somete a la mayoría de la humanidad, aquella donde están presentes las
consecuencias del modelo egoísta (capitalista) de producción y que son negadoras de la
"Reproducción y Desarrollo de la Vida en general y de la vida del Sujeto Humano" es decir:
explotación del hombre por el hombre, esclavitud, precariedad de la salud, precariedad de la
vivienda, precariedad de la educación, destrucción y /o degradación medio-ambiental,
destrucción de la fauna y la flora y de la naturaleza en general, la explotación de la mujer, la
explotación de niños, niñas y adolescentes, la prostitución infantil, masculina y femenina, la
imposibilidad de acceder a la justicia, la desvalorización de unos seres humanos por otros,
las guerras e invasiones de saqueo y vasallaje, las imposiciones culturales, las torturas, la
crueldad etc.
La construcción de la "Moral del Socialista Bolivariana" En consecuencia proponemos ante
la fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela, no una declaración de principios
éticos tomados de aquí y de allá, sino la "construcción" de la "Ética Socialista Bolivariana
para La Liberación", que se convierta en la "forma de ser" del militante PSUVISTA y en
instrumento liberador.
"Ética Socialista Bolivariana para La Liberación" debe ubicar sus raíces: en el ideario del
Libertador Simón Bolívar y las luchas de emancipación de los pueblos, latino americanos de
donde el acto ético por excelencia lo constituye "la acción correcta" cuya teoría y práctica
deben conducir a "la mayor suma de "justicia social y a la mayor suma de felicidad posible
para la comunidad humana aun a costa del beneficio propio como individuo, y el
internacionalismo revolucionario no solo como respuesta a las agresiones imperiales, sino
como principio de unidad en la diversidad para alcanzar el mayor grado de desarrollo,
reproducción y conservación de la vida ". La otra raíz se debe nutrirse de las enseñanzas del
Cristo redentor de quien toma el Amor como principio y valor del que se desprenden: el
servicio desinteresado, la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y que se puede resumir
en "amar al prójimo como a nosotros mismos", pero enfrentando sin temor las injusticias tal y
como la expresa la teología de la liberación, "el seguimiento de Jesús supone abrazar la cruz
a través de la solidaridad histórica con los pobres y su causa. Y esa solidaridad exige, a su
vez, participación en los procesos concretos de liberación", porque, centrada en el
seguimiento (de Cristo), recupera la memoria desconcertante y subversiva de Jesús y cita al
creyente en el lugar donde el mismo Jesús se situó: el de la solidaridad activa con los pobres
y marginados de la tierra.
La "Ética Socialista Bolivariana para La Liberación" en consecuencia enuncia que no basta
con declarar y condenar las injusticias del sistema dominador capitalista ni de ningún otro
sistema, que no basta con aborrecer la explotación y la degradación humana, ni de condenar
la destrucción del plantea por la voracidad capitalista, si no que, quien actúa éticamente
desde la conciencia de La "Ética Socialista Bolivariana para La Liberación" debe ponerse con
todas sus fuerzas y actuar, accionar, en la medida de sus posibilidades contra ese estado de
cosas, quedando siempre obligado responsablemente a conseguir las causas de la injusticia
y hacer lo necesario para corregirlas, esto y solo esto le daría sentido al grito de "Patria
Socialismo o Muerte".
Se trata pues de enfrentar las injusticias en todos los terrenos aun a costa de la vida propia,
por el bienestar colectivo, por la súper-vivencia de la humanidad y del planeta siguiendo el
ejemplo inmortal de nuestros guías Jesús, Bolívar, El Che, Allende y todos los grandes
hombres y mujeres de la tierra que "prefirieron morir de pie a vivir de rodillas".
26
"Vida Justa" entendida como el "bien supremo", es decir, todo aquello que contribuya,
promueva y realice "La Reproducción, Desarrollo y Conservación de la vida en general y de
la vida del sujeto humano en particular".
"Ética Socialista Bolivariana para La Liberación" naturalmente-mente será: Colectiva,
Incluyente, Universal, Positiva, Progresista, Humanista (aunque no antropocéntrica),
Liberadora, Concreta. Se trata de argumentar en favor del sentido ético de la lucha por la
sobre vivencia y la validez moral de la praxis de liberación de los oprimidos/excluidos.
Consideramos que los procesos de liberación de la humanidad producen el "desarrollo"
histórico y que el movimiento contradictorio (dialéctico) de las fuerzas sociales progresivas y
retrógradas, (Procesos de cambios sistémicos) conserva, eleva y despliega la vida humana
en las formas históricas dadas de la sociedad. Por lo tanto, La "Ética Socialista Bolivariana
para La Liberación" "conduce necesariamente a la "praxis de liberación, es decir a la "salida"
del estado de injusticia y dominación por reconstrucción (desmontar las estructuras y
superestructuras) del sistema que las reproduce y a la construcción de nuevas normas,
actos, instituciones o sistema global necesariamente de índole liberadora.
En consecuencia, desde la conciencia ética socialista-cristiana y bolivariana, toda postura,
acto y forma de ser revolucionario, del "hombre y la mujer nuevos" debe: Favorecer,
procurar, desarrollar "el bien común", "la reproducción, desarrollo y conservación de la vida
en general" en estado de liberación para ser considerado ético y juzga como "invalida" a la
acción que afirma la mera particularidad ante la universalidad del humano como ser-social.
Es Incluyente: porque contraria a la ética elitesca al servicio de las dominación burguesa que
excluye como "invalido", irracional, inmaduro o fantasioso todo pensamiento, creencia,
filosofía, religión, conocimiento que no sea el de la "cultura occidental" es decir, en franco
desprecio de las culturas autóctonas indo-americanas, japonesas, hindúes, chinas etc.. La
postura ética socialista bolivariana considera absolutamente inmoral e "INVÁLIDA" toda
exclusión y la negación capciosa de las "culturas no occidentales" y considera ético todo lo
que promueva el acercamiento, el conocimiento, el intercambio, la colaboración, la
solidaridad y la fraternidad Inter.-cultural de todas la etnias, razas, pueblos y culturas del
planeta aceptándolas como propias, como condición básica para "la reproducción y
desarrollo de la vida del sujeto humano".
En este mismo orden de ideas la "Ética Socialista Bolivariana" va más allá del
"reconocimiento del otro" y se ubica en un estado de conciencia que considera a todos los
seres humanos como "exactamente iguales" en tanto y en cuantos seres biológicos, sociales,
naturales sujetos a los mismos derechos, consideraciones y dignidad y en apego a los
valores cristianos, como seres espirituales a imagen y semejanza de Dios. De manera que
todo cuanto denigre, rebaje, ofenda, niegue la dignidad del ser humano (individual o/y
colectivo) es un acto inmoral y deleznable en el ámbito de la Ética Socialista Bolivariana. Es
Progresista: por que la "Ética Socialista Bolivariana" considera que la conciencia humana
evoluciona a estados superiores de conocimiento y sabiduría en el acto histórico de
"Reproducción y Desarrollo del La Vida del Sujeto Humano", lo que obliga a incluir en el
futuro consideraciones y categoría éticas que hoy pueden no aparecer claras. Por ejemplo
como aconteció con la conciencia ecológica, que ausente antes de la explotación irracional
de la naturaleza por el modelo capitalista, toma puesto de preeminencia en la ética
"Socialista Bolivariana" que considera inmoral y absolutamente toxica toda agresión al medio
ambiente y a la naturaleza en general.
27
Es Humanista: La Ética Socialista Bolivariana" es de carácter humanista al considerar que el
ser humano como el sujeto único de la ética, por ser esta (la ética) producto de un estado
superior de la conciencia, estado que calibra la calidad del hombre y la mujer como seres
sociales. Pero esta condición de "ser poseedor de conciencia," no obliga a una concepción
"antropocéntrica" en cuanto a la "Ética Socialista Bolivariana, sino, que de acuerdo a esa
misma elevación de la conciencia, se considera a la humanidad como parte integral de la
trama de la "madre naturaleza" y no egoísta-mente como centro de la misma.
Esto reviste primordial importancia en el desarrollo de la "Ética Socialista Bolivariana" en este
crucial momento histórico, en el cual la humanidad o abandona definitivamente el modelo
egoísta de producción capitalista o desaparece como especie antes de que termine el siglo
XXI.
Es Liberadora: Porque valida y se sitúa conscientemente al lado de las luchas de liberación
en todos los frentes (político, económico, social, religioso, femenino, ambientalista, antiimperialista, anti-hegemónico. Étnicos, etc.) Libradas por la humanidad. Es Concreta: Por
que asume su razón de ser, del hecho mismo del fenómeno de la vida en general y de la
reproducción y desarrollo de la vida humana en lo particular" Tomando posición ante la
dominación para invalidarla y combatirla, afirmándose positivamente en el bien de todos, en
la acción liberadora en la praxis revolucionaria. Perfil Ético del Militante Socialista –
Bolivariano del PSUV.
Como herederos de las ideas y de las luchas por la independencia del libertador Simón
Bolívar, de las enseñanzas y prácticas del amor militante de Nuestro Señor Jesús Cristo, del
socialismo originario en el modo de vida de nuestras culturas indígenas ancestrales, los
hombres y mujeres del PSUV asumen como valores éticos fundamentales: "La
Reproducción, Desarrollo y Conservación de la Vida" Como principio formal inalienable de la
"Ética Socialista Bolivariana". La praxis revolucionaria por la liberación de los oprimidos del
mundo como principio material de la Ética Socialista Bolivariana.
La Paz: y sus valores estructurales, la ecuanimidad, la amabilidad, el respeto, el equilibrio, la
ponderación, la equidad, el despego, la humildad, etc.
La No Violencia: y sus valores estructurales: La tolerancia, la comprensión, la igualdad, la
resistencia, el discernimiento, la justicia, etc.
CAPITULO VI
PRINCIPIOS DEL SOCIALISMO Y LA APLICACIÓN DE LA ÉTICA.
El socialismo es una ideología de economía política que designa aquellas teorías y acciones
políticas que defienden en principio un sistema económico y político, basado en la propiedad
o posesión democrática de los sistemas de producción, su control administrativo colectivo,
no-estatal o estatal, y del control democrático de las estructuras políticas civiles por parte de
los ciudadanos. Por ello el socialismo se asocia, sin ser necesariamente, a ideas que van
desde la búsqueda del bien común y la igualdad social hasta el socialismo de Estado o el
28
intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que pueden variar
drásticamente según el interlocutor.
En resumen apoderar a quienes realizan la vida social y economía de una sociedad en lugar
de darle poder sólo a aquellos que las puedan comprar o concentrar el control de ella (e
incluso elaborar mecanismos para evitarlo de raíz), de ahí su carácter originalmente
anticapitalista. En principio es a esto a lo que en el siglo XIX, en el contexto de un proceso
de proletarización masivo producido por el ascenso del capitalismo industrial, se denominó
movimiento socialista y en algunos lugares movimiento de reforma del trabajo.
Es un término político, que permanece fuertemente vinculado con el establecimiento de una
clase trabajadora organizada, creada ya sea mediante revolución o evolución social o
mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases
estratificadas o subordinadas unas a otras. La radicalidad del socialismo no se refiere tanto a
los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen.
Al socialismo se le atribuye el siguiente principio: "De cada uno, según su capacidad; a cada
uno, según sus necesidades".
Como producto de las candentes discusiones que se vienen gestando en el seno de los
Batallones de Aspirantes y Militantes Socialistas, sobre la esencia de la organización política
que crearemos para construir el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, he tomado la iniciativa
de elaborar y presentar humildemente los siguientes elementos que pueden servir como
principios de esa necesaria organización.
1. Debe ser un movimiento que se fundamente en la producción del bienestar
colectivo del ser humano.
No en la producción y acumulación de capital u otro bien material. Es decir, su corazón,
pensamiento y actividad es cónsona con la producción del bienestar colectivo de mujeres y
hombres, niñas, niños y adolescentes agrupados en comunidad. Para que este bienestar
humano sea colectivo, sea bienestar social, las oportunidades deben presentarse a todos y
cada uno de los individuos, sin discriminaciones económicas, sociales, religiosas, políticas o
ideológicas.
2.
Creer en la solidaridad y la cooperación en contraposición a la competencia.
La calidad, la eficacia y la eficiencia no se obtienen con la lucha de unos contra otros, en la
victoria de uno y la derrota de muchos. Está en el uso inteligente de los recursos para
satisfacer con justicia e igualdad las necesidades de todos y cada uno de los integrantes de
la comunidad, es la victoria de todos, es ganar ganar.
3.
Impulsar el respeto, la integración y el amor a la naturaleza.
Creer que el individuo debe tratar a los animales, al aire, a las aguas, a las plantas, a la
tierra, al sol, la luna, las estrellas y a todo ser vivo con el amor con que se debe tratar a un
29
hermano. Esa es nuestra herencia indígena, contrapuesta a la explotación y destrucción sin
medida ni conciencia del capitalismo salvaje. Es la conciencia de sabernos hijos de la pacha
mama, integrantes de la madre naturaleza y no dueño o sometedor de ella.
4. Creer en la necesidad de crear un modelo de estado incluyente, democrático,
participativo y protagónico.
Con el propósito de democratizar el poder político, proporcionar a todos sus habitantes
garantías para la auto-construcción y el sostén de una nación próspera, llena de vida, salud,
consciencia, felicidad, fraternidad, igualdad, justicia y amor.
5.
Creer en los poderes creadores del pueblo.
Impulsando la participación popular y el autogobierno, en todas las instancias, porque más
allá del saber academicista, muchas veces teórico y especulativo, está el saber real, el saber
de la experiencia cotidiana, la tecnología popular para la solución de sus problemas, de esa
forma concebir la democracia; participativa y protagónica.
6. Creer en las organizaciones horizontales, democráticas y participativas, como su
mejor estrategia.
Distante de las experiencias del pasado inmediato de nuestras organizaciones de izquierda
(los partidos políticos), por ello se plantea la igualdad y equidad entre quienes conforman las
comunidades y quienes participan en las organizaciones de coordinación, de autogobierno o
cogobierno, con estructuras donde se desplace el presidencialismo por la figura de
coordinadores, introducir el carácter revocable de estos cargos de coordinación, cuando la
asamblea lo considere oportuno y necesario. Concebir a los delegados como voceros,
portavoces de la asamblea y no delegados, basados en la premisa de que el poder
constituyente no se delega. No ceder poder alguno para dirigir, ni tomar decisiones en su
nombre y mucho menos en su desconocimiento.
7. Estar convencido en dirigirse a crear y fortalecer una economía social
centralizada en su planificación y descentralizada en su ejecución.
Una economía donde los trabajadores y sus familias sean los protagonistas y no el capital;
donde las asociaciones, el cooperativismo y la planificación productiva centralizada se
impongan al mercado y su modelo competitivo; donde la propiedad social y colectiva
subyugue a la privada.
8.
Creer en el liderazgo colectivo, no en el individualismo.
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Debe respetar la individualidad en un contexto colectivo, porque tampoco se puede pisar al
individuo en nombre del colectivo, por ello debe defender las asambleas populares como
espacios de discusión y decisión. Donde se incentive la participación de todos de igual a
igual (como lo reflejan nuestras raíces Zamoranas), y se agoten los medios disponibles para
tomar las decisiones por consenso, sin imposiciones, con los aportes de todos y cada uno de
los integrantes.
9.
Concebir al individuo como un ser perfectible
Que ante las oportunidades adecuadas, justicia, libertad y disciplina puede alcanzar
desarrollos orgánicos, mentales y espirituales, llegando a alcanzar estados de felicidad
plena. Bajo este marco se entiende que existan activistas evolucionados en mayor grado y
que por su elevado amor al prójimo se conviertan en líderes de la comunidad sin menoscabo
de los principios aquí expuestos.
10. Practicar un socialismo científico, original, autóctono y creativo.
Científico porque sustenta y canaliza los sueños y las ideas de desarrollo armónico, a las
condiciones objetivas de la realidad, realidad que sabemos es cambiante en la medida que
es transformada y por lo tanto nuevo escenario para nuevos sueños e ideas. Siguiendo la
máxima de Simón Rodríguez, “inventamos o erramos”, impulsar un socialismo original,
propio y creativo. Su lucha responderá a la praxis creadora, al libre ejercicio de la voluntad y
los anhelos de igualdad, hermandad y solidaridad del pueblo venezolano. No será “copia ni
calco”, para usar la expresión de José Carlos Mariátegui, sino “creación heroica”.
11. Reconocer y celebrar que en su esencia y en su forma, la organización sea
dinámica y no dogmática.
Esta organización estará condicionada por el desarrollo de sus activistas, quienes
enmarcados en nuevas realidades buscarán cambiarlo, modificarlo, eliminarlo y recrearlo
para adaptarlo a los nuevos tiempos, a los nuevos sueños, a las nuevas condiciones.
Existimos y luego pensamos. Lo que significa que el pensamiento es determinado por las
condiciones materiales de existencia. Basados en este principio la organización socialista
renacerá de sus cenizas. Así con esa misma reflexión se sostiene que la revolución nunca se
estanca, siempre se recrea, en la medida que el socialismo evoluciona la revolución se
revoluciona.
12. Reconocer al ser humano como un ser interdependiente.
Por ello es que cada militante tiene que desempeñar su papel con eficacia para lograr la
mayor eficiencia en la acción colectiva. Igualmente, creer que para alcanzar los deberes,
generados por circunstancias existenciales u ocupacionales, y los derechos, generados por
31
circunstancias contractuales, se requiere de preparación cónsona, esfuerzo personal,
disciplina ejemplar, una perseverancia constante, una actitud proactiva y una dedicación
plena.
13. Promover la vocación al servicio.
El individuo es libre para servir, más vale servir que ser servido (Keshava Bhat, Naturismo
Tropical). El servicio con amor a la humanidad, es una de las cualidades humanas que más
embellece a la personalidad. Al pensar en algún interés ulterior ya el servicio volvería a ser
un asunto utilitario o comercial.
14. Interpretar que los medios de producción son bienes sociales de interés
estratégicos para la nación.
Hombres y Tierras libres” (nuestras raíces Zamoranas), la tierra, los medios de producción
deben ser propiedad social. La existencia de la propiedad privada bajo el socialismo, debe
entenderse sobre los bienes de uso y consumo personales, no estratégicos para la nación.
El origen de la propiedad privada está sustentado por un acto criminal de usurpación,
asesinato y despojo del coloniaje, de españoles contra los indígenas americanos.
15. Concebir la libertad de empresa limitada por la inviolabilidad de los derechos
civiles y humanos consagrados en nuestra carta magna.
La libertad existe sólo en cuanto los individuos “…quieran hacer lo que está en sus
posibilidades y hacen lo que mas conviene…” a la sociedad (Juan Jacobo Rousseau,
“Emilio”). La actividad empresarial no debe atentar a la seguridad social del ciudadano, no
deteriorar la calidad de vida, no destruir el vital equilibrio con la naturaleza y no
contraponerse a los planes estratégicos de la nación.
16. Definirse en lo que respecta a las relaciones internacionales:
Organización Integracionista; más allá de relaciones bilaterales o multilaterales de índole
económicas, creer e impulsar la integración de los movimientos socialistas, en todos sus
aspectos. Es la eliminación de las fronteras, de las divisiones mentales impuestas por los
imperios, triunfadores en el pasado remoto y hoy en plena decadencia. Igual suerte deben
correr sus anti-valores, sus imposiciones culturales.
Anti-imperialista; respetuoso de la libre autodeterminación de las naciones, de la cultura de
los pueblos, de sus modos de vida, de sus derechos y recursos humanos, materiales,
económicos y sociales. Defensores de las relaciones enmarcadas en acuerdos de
integración y fraternidad.
32
Anti-neoliberal; para hacer frente a los males de la doctrina capitalista, local y globalmente,
con su voracidad y atropello de las naciones, de la naturaleza, de los hombres, de su cultura,
sus ideologías, sus recursos, sus derechos, sus sueños y sus vidas.
17. Defender el patrimonio económico, natural y cultural de las naciones y por ello
estar ganado a enfrentar la opresión y el expolio.
18. Promover el reestablecimiento del tejido social global y la reversión de la
injusticia, la devastación del modelo neoliberal y sus ramificaciones militaristas y
totalitarias.
Para lo cual debe ser capaz de formular, presentar y aplicar propuestas lúcidas y
responsables. En este sentido, serán sus prioridades la lucha contra la ignorancia, el
desempleo, la insuficiencia sanitaria y alimentaria, contra las crisis del campo y de las
fuentes energéticas, contra la destrucción de los recursos naturales.
19. Plantear un desarrollo teórico-práctico, político y organizativo socialista de la
voluntad revolucionaria de los pueblos.
Ante la aceleración de la crisis del capitalismo, sustentado en el enfrentamiento de los
explotados y explotadores en un marco mundial, de los pueblos nacionales contra los
capitales nacionales y transnacionales, desarrollo solo posible con la integración de esos
pueblos nacionales explotados por el gran capital.
20. Concebir a la propaganda como un instrumento para la formación de una
conciencia de clase revolucionaria de las masas.
Como estrategia revolucionaria y su ineludible fusión con la organización en una instancia
revolucionaria capaz y dispuesta a liderar el combate contra las oligarquías nacionales e
internacionales. Bajo el entendido que los pueblos explotados no pueden luchar por su
liberación sin una clara y bien definida, consciencia de clase.
21. Compartir el pensamiento Martiano, Bolivariano y Robinsoniano.
“Ser culto para ser libres”, “moral y luces son nuestras primeras necesidades”, “derecho de
todos de recibir una educación gratuita, pública, autóctona y de calidad”. Defender el
derecho del pueblo a definir, desarrollar y controlar la educación socialista que quiere, es
decir, una educación en correspondencia con los principios de libertad, igualdad y
fraternidad, su identidad nacional y acorde a los planes de desarrollo que se dote.
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22. Comprender de nuestras raíces Zamoranas que el desarrollo de los pueblos pasa
por la revolución del campo.
Por ello la distribución de las tierras aptas para el cultivo a los campesinos y campesinas, en
condiciones de libertad, igualdad y hermandad, para hacerlas productivas sin dañar el
equilibrio natural y garantizar el autoabastecimiento alimenticio, bajo una planificación
centralizada de siembra, cosecha, almacenamiento y distribución.
23. Enmarcar el desarrollo energético dentro de los límites de la naturaleza.
Por ello apoyar la búsqueda de fuentes autóctonas y alternativas a los combustibles
contaminantes (carbón, hidrocarburos líquidos, sólidos o gaseosos, atómica, etc.), como lo
son: la energía solar, la eólica, la hidroeléctrica e inclusive el retorno al uso de fuentes de
energía de seres vivos (hombres y animales), bajo una planificada y equilibrada
conformación de centros de hábitat y producción comunal.
24. Concebir a las Fuerzas Armadas, como el pueblo organizado y preparado con las
ciencias y armas militares para la defensa de su nación, de su revolución socialista.
Único camino para exterminar la pobreza, la miseria intelectual, orgánica y espiritual, para
detener la destrucción del ambiente, de la vida, del planeta. Bajo el principio de que somos
una nación amante de la paz, que respetamos la libre autodeterminación de los pueblos,
pero que como herederos de libertadores defenderemos nuestra soberanía y nuestra libertad
con la vida de ser necesario, concientes que sin el socialismo solo alcanzaremos la muerte.
25. Creer en el desarrollo de las naciones.
Pero no bajo el concepto neoliberal del mismo, donde se mide el desarrollo por el índice per
cápita o el índice de desempleo o el índice del costo de la vida o de las variaciones de la
bolsa de valores o de la profesionalización de sus habitantes, o el elevado número de
centros hospitalarios, ninguna de ellas mide lo esencial, el bienestar humano. Se concibe a
una nación desarrollada cuando este muestra altos niveles de salud de la población, de
autoabastecimiento alimentario nacional y familiar (producción y consumo de alimentos), de
familias con vivienda digna, del bajo nivel de contaminación del aire, agua, tierra, del bajo
consumo energético, del alto nivel de satisfacción de las necesidades reales de la población,
en conclusión por el alto nivel de producción de bienestar humano y de felicidad de la
población
CAPITULO VII
BIOÉTICA.
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La bioética es la rama de la ética que aspira a proveer los principios orientadores de la
conducta humana en el campo biomédico. Etimológicamente proviene del griego bios y
ethos: "ética de la vida", la ética aplicada a la vida humana y no humana.
En un sentido más amplio, sin embargo, la Bioética no se limita al ámbito médico, sino que
incluye todos los problemas morales que tienen que ver con la vida en general, extendiendo
de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido
a los animales.
La bioética es una disciplina relativamente nueva y el origen del término corresponde al
oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, quien utilizó el término por primera vez en
1970 en un artículo publicado en la revista de la Universidad de Wisconsin "Perspectives in
Biology and Medicine" y cuyo título ostentaba por primera vez dicho término: "Bioética: la
ciencia de la supervivencia". Posteriormente, el año 1971, Potter publica un libro con el título
de "Bioética: Puente hacia el futuro" ("Bioethics: Bridge to the future") en el cual se recogen
varios de sus artículos.
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre
biología, medicina, política, derecho, filosofía, sociología, antropología, teología... Existe un
desacuerdo acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos.
Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a la moralidad en tratamientos
médicos o en la innovación tecnológica. Otros, sin embargo, opinan que la ética debe incluir
la moralidad de todas las acciones que puedan ayudar o dañar organismos capaces de
sentir miedo y dolor.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a sus
derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se
tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser
humano.
La bioética es con frecuencia material de discusión política, resultando en crudos
enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma
incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe
estar al servicio de las personas.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra
Mundial, cuando el mundo se escandaliza con el descubrimiento de los experimentos
médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en
los campos de concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema planteado por el
invento de la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital
Judío de Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York,
1963), van configurando un panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la
declaración de principios a favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la
publicación de diversas declaraciones y documentos bioéticos a nivel mundial.
35
1. Principios fundamentales de la bioética
En 1979, los bioeticistas Beauchamp, T.L y Childress, J.F,1 definieron como cuatro los
principios de la Bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer
momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan siempre que
no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro dependiendo del
caso. Sin embargo en 2003, Beauchamp2 considera que los principios deben ser
especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea, deben ser
discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
a. Principio de autonomía.
Principio de respeto a las personas que impone la obligación de asegurar las condiciones
necesarias para que actúen de forma autónoma. La autonomía implica responsabilidad y es
un derecho irrenunciable, incluso para una persona enferma. Una persona autónoma tiene
capacidad para obrar, facultad de enjuiciar razonablemente el alcance y el significado de sus
actuaciones y responder por sus consecuencias.
El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe respetarse como norma,
excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan ser no autónomas o
presenten una autonomía disminuida (menores de edad, personas en estado vegetativo o
con daño cerebral, etc.) siendo necesario en tal caso justificar por qué no existe autonomía o
por qué ésta se encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es
la máxima expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente
y un deber del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales
desde el punto de vista ético y supone que el objetivo del médico es respetar esta autonomía
porque se trata de la salud del paciente.
b. Principio de beneficencia.
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y
suprimiendo perjuicios. En medicina, promueve el mejor interés del paciente pero sin tener
en cuenta la opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos
de los que el paciente carece, por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente
para éste. Es decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente,
primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta
de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de
pacientes pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello es difícil
defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se
dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
36
c. Principio de no maleficencia
Abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjudicar a
otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico sino en todos
los sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una
interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.
Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este
principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el
perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio
profesional, investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar
los ya existentes en vistas a que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar
en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y con ello, la multiplicación de
procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
d. Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad (biológica, social, cultural, económica, etc.) En nuestra sociedad, aunque en el
ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que
todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales
y desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia lo podemos desdoblar en dos: un principio formal (tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características
relevantes para la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito,
capacidad económica, esfuerzo personal, etc.)
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo a ciertos principios materiales de justicia. En
España por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita, por tanto
basada en el principio de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayoría de la
asistencia sanitaria de la población está basada en los seguros individuales contratados con
compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a
cada uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud.
Pero también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación
impuesta al médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y
de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En cambio,
37
la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto que
consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.
CAPITULO VIII
ÉTICA ECOLÓGICA.
La ecología se ocupa de las complejas relaciones de los organismos vivos con su medio.
Desde el momento que en ese complejo sistema, el ser humano deviene fundamental, se
habla de ecología humana.
Cuando la problemática ecológica es analizada a la luz de los deberes y obligaciones
morales, se han distinguido dos tipos de enfoques diferentes:
"Ética del ambiente o del uso del ambiente: se referiría a aquel enfoque en el que
únicamente los intereses de los seres humanos importan moralmente; sería una ética
homocéntrica aún cuando se considera como válido que el medio debe ser usado de modo
que la calidad de la vida humana, incluyendo las generaciones futuras, pueda ser mantenida
y mejorada.
"Ética ecológica": supone admitir que seres no humanos puedan poseer valor reconocible en
función del "todo biótico".
Ubicándonos en este segundo concepto expondremos en lo que sigue, algunos datos
respecto a la historia y a la realidad actual de esta problemática del globo terráqueo, luego
nos ocuparemos de las distintas teorías éticas en relación a la responsabilidad ecológica,
para concluir, después, formulando -desde cuales serían los imperativos éticos más
relevantes en relación con la ecología, en convergencia con las políticas que se han
formulado en la conferencia internacional de Río de Janeiro en 1992.
1.
Problemática Ecológica en el contexto global.
Tanto a nivel de los profesionales de la salud como las empresas de producción o de
servicios, la preocupación por la ecología se ha incrementado sustancialmente en la última
mitad del siglo pasado, especialmente, a partir de la conferencia de las Naciones Unidas en
1949.
En el ámbito empresarial este asunto es tan relevante que el mercado europeo de empresas
con tecnologías para proteger el ambiente mueve más de 88.000 millones de dólares al año
y dan trabajo a más de 1 millón y medio de personas. Actualmente los negocios vinculados a
la protección ambiental en el mundo ocupan el 5° lugar del producto bruto interno mundial.
Por mencionar sólo un caso en este sentido, Portugal invierte cerca del 2% del producto
38
bruto interno en la industria de protección ambiental1, que resulta ser muy significativo en
relación al 9-10% que dedica a la Salud. En el MERCOSUR Brasil ocupa uno de los primeros
lugares del mundo en cuanto a legislación exigente en la protección del ambiente.
En el ámbito sanitario, hemos de tener presente a la Organización Mundial de la Salud que
en 1990 puso como lema del Día Mundial de la Salud (7 abril) el siguiente imperativo:
"Piensen globalmente, actúen localmente". Esto es indicio del progresivo interés de la OMS
por los problemas ambientales, especialmente en lo que tiene que ver con la disminución de
la capa de ozono, de la contaminación de los suelos y de las aguas.
1
39
UNIDAD II
AUTO FINALIDAD DEL HOMBRE
1.
Necesidad de la Educación Moral.
La instrucción más perfecta en cualquier rama de la actividad humana, y principalmente en el
Ejército, es incompleta si no marcha paralelamente o está basada en la educación moral.
Esta necesidad de la educación moral del soldado está contemplada en todos los
reglamentos vigentes y es tan vieja como la existencia de los ejércitos. En todo tiempo se ha
dicho que la fuerza moral está sobre la fuerza física; que la instrucción técnica del soldado
no es la más difícil de las tareas del Oficial; que las evoluciones y el manejo de armas que se
enseñan al recluta son muy necesarias, pero que no basta para convertirlo en soldado; que
este se forma por el sentimiento de la disciplina, el respeto a sus superiores, la confianza en
sí mismo y en sus camaradas y la emulación de las nobles acciones. La historia militar
prueba que los factores más importantes del éxito son los factores morales, tales como el
sentimiento del deber, el patriotismo y la confianza en los jefes y que la disciplina es eficaz
en medio de los peligros de la guerra.
El Ejército es la gran escuela del país, en cuyo seno los sucesivos contingentes adquieren
sentimientos de patriotismo, de disciplina y de honor. El ciudadano recibe en él una
educación viril que ejerce a la postre una gran influencia sobre sus destinos, elevando así el
nivel moral de los hombres y de la sociedad.
En el tiempo que el Oficial emplea en enseñar a los soldados el manejo de las armas, la
fortificación, el servicio interior, el de guarnición y otras materias, está seguramente bien
empleado; pero el tiempo consagrado a la educación moral, que hace nacer en el espíritu la
idea del sacrificio y de la abnegación, tiene una importancia que se mide por minutos, pues
la principal misión del Oficial es el desarrollo de las fuerzas morales.
Ante todo, el Oficial tiene que enseñar al soldado la razón del deber militar y el porqué de la
pesada obligación del deber militar en la paz, de los sacrificios que se le exigen en campaña,
de la necesidad de obediencia, la disciplina y elevación de sentimientos de patriotismo y
solidaridad. La importancia de esta labor crece a medida que disminuye la duración del
servicio y que el adelanto del país lleva al Ejército elementos más leídos o imbuidos de ideas
más o menos disolventes, pues el ciudadano de hoy quiere saber por qué debe arriesgar su
vida y obedecer a sus jefes, creyendo que le será más fácil cumplir estos deberes cuando
conozca las razones de su necesidad.
Otra causa que hace necesaria la educación moral es la diversidad de procedimientos de
combate, basados en el desarrollo de las fuerzas morales, individuales y colectivas, que
obligan al soldado, aislado y lejos de sus jefes a combatir forzando su propio instinto de
conservación; esto es, reemplazando la cohesión física, constituida por las formaciones
densas de antes, con la cohesión moral, que permite orientar las energías dispersas hacia el
fin común. La educación moral permite que el soldado encuentre en su patriotismo no sólo la
inteligencia y la iniciativa que reclama la guerra moderna, si no también la valentía y la
voluntad para afrontar el peligro, aún con riesgo de su vida. En Particular, en el soldado
proveniente de los contingentes campesinos, hay que desarrollar la conciencia del sacrificio
y del heroísmo, el espíritu de solidaridad, el sentimiento de ayuda a sus conciudadanos
40
como si se tratara de sí mismo, y que si falta a su deber, pone en peligro a la nación entera.
Esta labor, de su yo difícil, corresponde por igual a los padres de familia, a los maestros y a
los oficiales. El deber que tiene el Oficial es más imperioso si se considera que las virtudes
en que descansa la fuerza moral del Ejército y de la nación, son combatidas por teorizantes
ilusos que sueñan con la paz perpetua y predican que el cumplimiento del Servicio Militar es
una carga para el pueblo.
2.
Fundamento Moral de la Educación en el Sentimiento del deber.
La idea del deber implica a la vez cierta concepción del bien y la conciencia de que este bien
es obligatorio. El ser humano, vive, siente y piensa; considera un bien todo lo que hace la
vida más intensa, más amplia y más variada. El bien es real cuando lo perciben realmente
las facultades, Ejemplos: La salud, la amistad, la ciencia. El bien es ideal cuando sólo se le
concibe por analogía o generalización del bien real; Ejemplos: la inmortalidad, el amor
infinito, la ciencia absoluta. Cada vez que el hombre considera el bien, piensa simultáneamente en la necesidad y el deber de cumplirlo. La idea del deber, desarrollada por
la educación y la civilización, se convierte en un sentimiento y en una inclinación.
La primera etapa en el individuo y en la colectividad la gobierna el instinto; viene luego el
imperio de la razón, la educación y civilización que transforman en hábito el cumplimiento del
deber. En cuanto a la voluntad, formada y desarrolla por la educación individual y colectiva,
se pone primero al servicio del instinto y sucesivamente al de la razón y la inclinación al bien.
Esta evolución del sentimiento del bien se transmite al individuo por medio de la educación y
a los pueblos por medio de la civilización.
El sentimiento del deber es una cuestión de orden social, porque no es posible concebir al
hombre aislado sino en relación con los demás seres de su misma especie, es decir, en
sociedad; y esta, para asegurarse las mejores condiciones de vida en común, ha establecido
sanciones para los que desconocen sus deberes o se resisten a cumplirlos. Hay preceptos
de moral que no figuran en leyes escritas, pero que no son menos obligatorios, como las
costumbres morales, para cuya infracción no existe pena. Y esta falta de sanción es la que
justamente da a tales costumbres un carácter más elevado, que las coloca por encima de la
legalidad.
3.
Deberes del hombre para consigo mismo.
Los deberes para consigo mismo tienden a la conservación y desarrollo físico, intelectual y
moral. El deber de conservar la vida obliga al hombre a conservar la higiene y preservar la
salud; a hacer su legítima defensa cuando la ve amenazada; a adquirir por el trabajo lo
necesario para la subsistencia. El hombre tiene el deber de desarrollar su razón, que lo eleva
por encima de los que carecen de ella. Una de las mejores maneras de cultivarla es el
estudio hecho con criterio de libre comprensión. pero sin espíritu presuntuoso; con
sinceridad, esto es, sin dejarse arrastrar por el sentimiento ni por el interés; con tolerancia
para las ideas ajenas; sin restricciones mentales que deforman la verdad.
Entre los deberes de sensibilidad se tiene la temperancia caracterizada por ser equidistante
entre el ascetismo y el abuso de los placeres, tan nocivo uno como el otro, pues el primero
es la negación de la naturaleza humana y el segundo, disminuye las energías físicas y
morales, es decir, animaliza al hombre. El ser humano tiene el deber de desarrollar constantemente su voluntad y ponerla al servicio del bien; es decir, de la razón y de las inclinaciones
generosas. La voluntad tiene una forma de abstención, que es la paciencia.
41
El valor militar tiene dos aspectos: paciencia para soportar las fatigas y privaciones, y el
esfuerzo que pone en juego toda actividad hasta el sacrificio.
El valor cívico es quizá más difícil porque procede de propia inspiración y se pone de
manifiesto aisladamente. El valor moral consiste en sostener una opinión sincera a pesar de
la opinión general; o, lo que es más raro, en reconocer el propio error. La voluntad y el valor
en todas sus formas sólo valen por el objeto que inspiran, es decir, deben tener un móvil
digno y elevado.
El cumplimiento o incumplimiento de los deberes personales trae consigo respectivamente,
el desarrollo de las virtudes o los vicios sociales.
Así, por ejemplo, el alcoholismo (falta de temperancia) es un peligro social porque degenera
la raza; el trabajo propende al engrandecimiento económico del país. Esos mismos deberes
guardan entre sí estrechas relaciones de reciprocidad. Así, la temperancia implica el juego
de la razón para apreciar el buen camino y de la voluntad para resistir a las pasiones.
4.
Deberes del hombre para con sus semejantes.
El hombre tiene Deberes que cumplir respecto de sus semejantes por el sólo hecho de que
estos son hombres. Dichos deberes pueden clasificarse en dos grupos: los de Justicia y los
de Fraternidad. Los de justicia son más bien deberes de abstención y se basan en los
sentimientos que obligan a no hacer a otro lo que uno quiere que hagan consigo, o lo que es
lo mismo, hay que respetar en los otros lo que desea que le respeten. El respeto a la vida
ajena es tan sagrado como el de la propia. Si aquella está amenazada, hay que defenderla
como si se tratara de uno mismo. El respeto a la libertad condena la esclavitud y permite la
intervención del Estado para reglar la prestación de servicios. El respeto a la libertad moral
se manifiesta por la tolerancia respecto al pensamiento y la conciencia de los demás, así
como por la modestia. El respeto a la propiedad tiene un papel social irreemplazable, pues
en él se basa la actividad humana.
La importancia de todos estos deberes de abstención es muy grande, porque regula la vida
social en todos los casos no previstos por la Ley, que deja así un ancho campo para el
ejercicio de la moralidad.
Mientras que los deberes de justicia son de abstención, los de Fraternidad tienen un
concepto imperativo; hay que hacer a los otros lo que se quiere que hagan con uno. La
justicia no es la virtud más meritoria, porque sólo consiste en el respeto de los derechos;
mientras que la Fraternidad resume el amor al prójimo. Si la justicia obliga a respetar la vida
ajena, la fraternidad impone salvarla aún a riesgo de la propia; si la justicia obliga a respetar
los bienes de otro, la fraternidad impone ayudarlo en caso necesario; si la justicia obliga a no
engañar al prójimo, la fraternidad impone enseñarle la verdad.
5.
El deber de solidaridad es una combinación de Justicia y Fraternidad.
Su primera manifestación consiste en la dependencia recíproca de todos los elementos
constituyentes de un organismo moral, La solidaridad humana se exterioriza económica,
física e intelectualmente. Desde el punto de vista económico, todos los hombres son
tributarios unos de otros al producirse el intercambio de productos, lo que es la dependencia
en el espacio; y las generaciones actuales se benefician con los capitales acumulados por
42
las anteriores, o sea la dependencia en el tiempo. Físicamente, hay contagio de
enfermedades, trasmisión hereditaria de los rasgos fisionómicos, de la piel, de las tareas,
etc. Intelectualmente, hay intercambio de ideas, acumulación de conquistas científicas a
través del tiempo y trasmisión hereditaria de las tendencias intelectuales. El hombre es
solidario de sus semejantes y de la sociedad en que vive por las ventajas de que goza por
las leyes que lo protegen; es necesario, por tanto, que cada uno, con buena voluntad,
reconozca sus deberes de asociado.
6.
Deberes para con las colectividades.
Las colectividades tienen por objeto mejorar las condiciones de existencia de sus
componentes. Formadas al principio por tendencias instintivas, se perfeccionan luego por el
raciocinio penetrando en ellas el concepto del deber; y por último, al sentimiento cohesiona
los miembros y forman con ellos un verdadero cuerpo social. Los deberes que el hombre
tiene para con las colectividades son de dos clases: las que se refieren a los individuos
miembros de la misma colectividad, y los que se relacionan con las condiciones de
existencia y conservación de la colectividad considerada como personalidad moral, gran
parte de la libertad, civilización y comodidades que disfruta. Estos conceptos dan una idea
clara sobre el deber de ayuda mutua que tiene para con su coheredero en la unidad material,
intelectual y moral que es la patria.
Pero no basta al hombre tener noción clara de los deberes para con la colectividad; es
indispensable que haga lo posible para llevarlos a la práctica, estando listos para cumplirlos
en todo momento. A cada paso se le presentan ocasiones para hacerlo, ya sea que se trate
de los miembros de la familia, de la patria o de otras colectividades de que forma parte.
No es necesario establecer una escala jerárquica para cumplir los deberes con las
colectividades, ni cultivarlos exquisitamente en particular: todo hombre que ha comprendido
sus deberes de fraternidad, justicia y solidaridad, los llenará en toda constancia y bajo
cualquier forma que se le presenten; el buen hijo será buen ciudadano y lo será en la forma
más amplia de la palabra. Podría decirse que, de manera general, son siempre los mismos
individuos los que cumplen sus deberes, y siempre los mismos, también, quienes no los
cumplen. Los deberes para con la colectividad considerada como persona moral consisten,
según la constitución de dicha colectividad en salvaguardar la existencia de esta. La
humanidad, considerada totalmente, no es una persona moral puesto que su constitución no
está ajustada a ninguna regla, ni lo estará nunca; no tiene necesidades propias y
específicas, y no se puede concebir una personalidad moral sin relaciones externas. Por
consiguiente, el hombre no tiene deberes para con la humanidad considerada como, persona
moral: sólo tiene deberes para con todo ser humano. Entre todas las colectividades que
constituyen persona moral, la familia y la patria tienen un carácter más personal y vital.
La familia desempeña un papel social civilizador; asegura el crecimiento de la raza y la
educación de los hijos, por medio de la cual transmite a estos la riqueza intelectual y moral
de las generaciones precedentes; es la base de la solidaridad hereditaria, y permite la
civilización y el progreso de la humanidad por medio del adelanto individual.
La organización civil de la familia la protege contra aquellos cuya educación moral es
insuficiente; es necesario, por lo tanto, respetar las leyes que la rigen que, en suma, no
tienen más objeto que consagrar una evolución que es contraria al instinto físico, pero que
está conforme con el progreso de la humanidad y que es susceptible de aumentar por la
educación moral. Así, son respetables las leyes que establecen la monogamia y el
43
matrimonio, pues hacen de la familia un organismo educador por excelencia, valiéndose de
la razón; dando origen a efectos más puros e perecederos, desarrollando los sentimientos
que constituyen la verdadera célula social.
7.
Deberes con la Patria.
Como la familia, la nación constituida tiene una influencia capital obre el progreso y sobre la
continuidad en la elección de lo mejor; en consecuencia, es indispensable en la educación
de la humanidad. La historia enseña como se constituyen las naciones y la multiplicidad y
diversidad de circunstancias en que se ejecuta la aproximación y agrupación de los
individuos y de las familias, tales como condiciones geográficas, comunidad de raza, de
idioma, de religión, de costumbres y de intereses, que sean una solidaridad más definida y
más imperiosa. Pero lo que constituye la verdadera cohesión de todos estos elementos es la
comunidad de sentimientos y de voluntades que da a la patria la organización del Estado,
pues este le confiere una personalidad, gracias a la cual las generaciones venideras se
enlazan con las que pasaron, aprovechan de sus trabajos, su en sus errores, continúan sus
proyectos y terminan las reformas. Todo esto forma la tradición nacional, lazo consistente
entre los ciudadanos, independientes de la constitución política, que hace de la patria una
personalidad original que se desarrolla y se afirma en toda circunstancia. Cada nación así
constituida comprende la vida a su manera, busca progreso en el sentido que se adapta a su
propio carácter y aprovecha progreso alcanzado por otras naciones. Así, cada una aporta su
contribución al adelanto general de la humanidad, que se beneficia con la diversidad de
actividades, con la emulación que impulsa todos los esfuerzos, la patria exige numerosos
deberes, tales como el respeto a la defensa nacional, la contribución a los gastos públicos, el
sufragio, etc.
El respeto y obediencia a las leyes es un deber esencial cuyo abandono conduce a la
anarquía y la destrucción nacional; no se puede considerar; siquiera, si la Ley es justa o
injusta, porque por perfecta que sea, siempre es susceptible de ser considerada mala por un
individuo o grupo individuos; es necesario admitir la legalidad en conjunto, sin distinción i
ninguna especie, puesto que las leyes son la expresión de la voluntad, principalmente en los
países democráticos.
Las naciones son indispensables al progreso; cada una tiene su carácter propio, y, además,
deberes y derechos con relación a las demás, les como son los de conservación, justicia y
fraternidad. Esto es una carga táctica que asume cada ciudadano sin compromiso previo, por
el sólo hecho de su nacimiento. La existencia nacional impone que este contrato no esté
sujeto a la voluntad explícita de los contratantes. En fin, en una democracia, en la que cada
ciudadano goza de los derechos esenciales del hombre, esa obligación asume mayores
proporciones por la fusión absoluta que en todos produce el sentimiento de la dignidad de la
patria es la dignidad del ciudadano. Esto es lo que dicta la razón, pero se hace mucho más
comprensible, interviene también el patriotismo, que es el lenguaje del sentimiento.
El patriotismo es un hecho que nadie puede negar; que anima a todos, aún a los que
pretenden que no es necesario para llevar la vida con dignidad. En efecto, cada hombre ama
instintivamente a su patria, simplemente porque es suya. Pero no todos ponen en el
patriotismo la misma fuerza de actividad y de sacrificio, variando, en muchos casos, su intensidad según las características de la época.
El amor a la patria no se traduce forzosamente por el odio hacia las otras naciones, como
algunos pretenden. El verdadero patriotismo no consiste en la suma de odios, de prejuicios y
44
de antipatías por otros pueblos. Consiste, al contrario, en todas las verdades, las facultades
y derechos que cada pueblo mantiene como su patrimonio espiritual o material: en el ansia
constante de superación en todos los órdenes de la vida; en el orgullo de tener una tradición
y una historia que denotan la grandeza de alma de los antepasados; en la firme voluntad de
hacer todo esfuerzo por conservar el patrimonio nacional y por impulsar todas las fuerzas
que tienden al engrandecimiento del país que nos da la vida, la cultura y los pliegues
protectores de su bandera. La defensa nacional se apoya en el raciocinio y en el sentimiento,
que se funden en un profundo, intenso e inextinguible amor por la patria. Este amor es la
finalidad suprema de la educación moral y exige grandes sacrificios, puesto que durante la
paz obliga a sacrificar intereses con la prestación del servicio militar, y, durante la guerra,
impone el sacrificio de la vida misma.
8.
Concepto Social e influencia de la Moral en la Guerra.
La guerra es un estado transitorio de lucha intensa, caracterizado por el empleo de las armas
cuando dos entidades políticas no han podido llegar a un acuerdo respecto de sus
diferencias, dejando a la fuerza la decisión del conflicto.
Para unos, la guerra es la única base del derecho; es una manifestación divina en su
concepción y en sus resultados, porque eleva al hombre en la cumbre de la sensibilidad
sentimental. Para otros, es una situación que sólo crea daños, destructora de la civilización y
opuesta a los más elementales principios de solidaridad humana.
Pero lo cierto del caso es que, hasta el presente, las tentativas hechas para suprimir la
guerra sólo han servido para probar que es inevitable; y por muy honorables que sean los
sentimientos con que espíritus cultivados contemplan la violencia, debe reconocer que si la
guerra trae calamidades, también es un estado para despertar el espíritu patriótico, inflamar
los corazones, inspirar actos de abnegación y consagración, desechar las debilidades
inherentes a la vida animal, suscitar el entusiasmo y el espíritu de sacrificio en todas las
clases de la nación y el desarrollo de ciertas virtudes que tienen el mérito de elevar al
hombre y a su país.
Tales ventajas no deben despreciarse; sobre todo en una época en que el egoísmo particular
y colectivo tiende a prevalecer. Además, el honor de la humanidad requiere, no sólo que las
diferencias se solucionen por la vía del derecho, sino que los pueblos que defienden una
causa justa puedan emplear la energía necesaria para resistir con la fuerza, y a vencerlas,
las humillaciones que otros pueblos quisieran imponerles.
La guerra tiene su filosofía, que no es otra que la sicología; es decir el conocimiento de la
naturaleza humana y, por consiguiente, de los me dios que deben actuar sobre esta en las
graves circunstancias de la guerra. Los grandes guerreros estuvieron siempre dotados de un
profundo sentimiento sicológico; esta es una de sus cualidades predominantes.
La guerra exige el máximo de esfuerzos morales y de sufrimientos físicos. Para no sucumbir
en ella se necesita cierta fuerza corporal y de alma que por instinto y educación insensible al
hombre contra esos esfuerzos y sentimientos.
El vigor físico se requiere para que la razón humana, más que e cuerpo, se acostumbre a
sufrir privaciones de todo género. Sucede en muchos casos que en la guerra el soldado
considera que sus fatigas se deber a errores, a faltas o confusiones del comando. Y es
45
necesario prevenirse de este equivocado concepto, que casi siempre da origen a profundas
depresiones morales y extingue la fe que todo soldado debe tener en la victoria.
La guerra no es un problema mental; es más bien de resistencia física y de grandeza moral.
El buen soldado debe saber que antes de vencer al enemigo se ha de vencer a sí mismo. El
buen Jefe debe proporcional a su subordinado la alegría de acostumbrarlo a la victoria diaria
sobre si mismo, para que una vez logrado este fin esté en camino de vencer a si adversario.
Esta tarea, por su puesto, no se resuelve por medio de teorías; es una cuestión de vigor
moral y físico.
9.
Preparación Moral para la guerra.
Cuando se trata de la preparación para la guerra, surge el conocí do principio de que en la
actualidad sólo se lleva a cabo por la Nación en Armas. Teóricamente, es fácil realizar la
transformación de esta en un Ejército, porque el material necesario se compra con dinero y a
los hombres es sencillo enseñarles el manejo de las armas. Pero las dificultades comienzan
cuando se quiere dar valor militar a dicho Ejército, porque esta es cuestión de tiempo y no
basta el corto período del servicie militar; es indispensable comenzar esa tarea en el hogar y
en la escuela.
Los elementos que caracterizan el valor militar de un ejército son: sentimiento nacional, la
confianza del soldado en sí mismo, tanto física como moral mente; la confianza recíproca
entre los cuadros y los soldados; el valor de los cuadros.
El sentimiento nacional es indispensable para dar cohesión a un ejército cuya base es el
servicio de corta duración. La confianza del hombre se basa en el sentimiento de su
superioridad física y de sus conocimientos técnicos. La práctica de los deportes, la destreza
en el manejo de las ametralladoras y del cañón, el conocimiento a fondo de su carrera por
parte del Oficial; todos estos son factores que inducen a los hombres a considerarse
invencibles mientras los hechos no prueben lo contrario.
La confianza del soldado en los cuadros en función del valor que les atribuye. El soldado es
el más severo juez de su Jefe y lo seguirá con mayor decisión a medida que lo crea más
capaz, enérgico, inteligente y sereno a toda prueba.
Tratándose de la formación de los cuadros es conveniente saber que la nación tiene sus
Jefes desde los tiempos de paz y que el pase al pie de guerra debe hacerlo sin bruscos
sobresaltos, utilizando las aptitudes de mando y de organización que tienen sus profesores,
industriales, comerciantes, etc., conservándole su papel habitual dentro de las filas del
ejército puesto que ya ellos están habituados a ser Jefe, han adquirido sus cualidades de
mando en el curso de la lucha por la vida en las lides de la paz y seguramente se convertirán
en buenos conductores de hombres en la guerra.
El Estado debe, por parte, hacer comprender sus deberes a los cuadros nacionales,
valiéndose de leyes, medios de persuasión y estímulo diversos, para que se preparen
debidamente en el cumplimiento de sus funciones en el ejército.
En la guerra hay que aprovechar todas sus energías espirituales: no debe haber
exclusivismo de ninguna especie para que todas las actitudes tengan campo propicio a su
46
desenvolvimiento. Hay por tanto, que dar la instrucción militar conveniente a los que estén
capacitados para recibirla, a fin de que lleguen a los puestos a que los llama su inteligencia.
Es imprescindible desarrollar en tiempo de paz, los sentimientos militares; pero es mucho
más imperativo conservar la moral de la nación en tiempo de guerra, porque en la actualidad
el menor síntoma de revés, la desorganización comienza por la retaguardia.
En los tiempos pasados podía desdeñarse lo que pasaba en el interior del país, porque no
habían estrechas relaciones entre este y el Ejército de operaciones, a causa de sus
pequeños efectivos y de la falta de transporte y comunicaciones.
Pero hoy es muy diferente: los grandes efectivos, la intervención de la aviación, de la
artillería, la facilidad de comunicaciones y transporte, crean lazos estrechos entre el Ejército
y la población civil. A esto hay que agregar la difusión de las teorías antinacionalistas, para
tener una idea clara de la influencia recíproca entre la masa civil y las Fuerzas Armadas.
Otro factor de singular importancia en la preparación moral de la guerra es la prensa; pero
debe cuidarse el fondo y la forma de las noticias que se difunden y de las apreciaciones que
emite, para que aliente al pueblo y no dé lugar a depresiones y pánico que hay que evitar a
toda costa. Es cierto que no es necesario mentir ni al pueblo ni al Ejército, pero todo hay que
saberlo decir con mesura y sin truculencia. Un pueblo patriota soporta los mayores sacrificios
cuando se prepara su opinión por medio de una prensa comprensiva y se le convence de la
necesidad de su sacrificio.
Además de la prensa, los cuadros civiles de la nación deben poner en juego toda su
influencia para avivar la cruzada patriótica emprendida. Autoridades, clero, maestros,
publicistas y en general todos aquellos que por su papel en la vida social tengan
ascendientes sobre la masa popular, deben consagrar la parte de su actividad a solidificar,
por la práctica y el ejemplo, la moral de la nación. Pero es necesario que esa tarea sea dirigida y controlada por un organismo superior destinado a informar al país y a cristalizar la
opinión pública respecto de los problemas de la guerra, teniendo especial cuidado de
escoger acertadamente al ciudadano que ha de gobernar ese organismo, que así se
convierte en director moral de la nación y en un agente de propaganda interna y externa que
crea simpatías para la causa del país. Tal organismo debe tener poder sobre todas las
actividades públicas y actuar en perfecta comunidad de ideas con el comando en Jefe del
Ejército, única entidad capaz, desde el punto de vista militar, de juzgar los hechos y la forma
de expresarlos.
De esta manera, gracias al concurso decidido de todas las energías, la acción de los
poderes públicos y de la prensa, la moral de la nación se prepara desde el tiempo de paz y
se conserva a la hora de la crisis. El Ejército encontrará en la moral de la nación el más
poderoso estímulo y la retaguardia contribuirá a dar la parte que le corresponde para
alcanzar la victoria.
10. Influencia que tiene en la guerra los fenómenos de Psicología Política.
La inteligencia humana no ha descubierto aún las leyes que rigen los fenómenos sociales, ni
puede percibir con claridad y correctamente las proyecciones de estos en un futuro lejano.
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Los hombres de Estado tienen la imperiosa obligación de apreciar certeramente los hechos y
sus consecuencias, por medio de un cabal conocimiento de las influencias efectivas,
místicas y colectivas que impulsan a los pueblos; pero, a veces, esa apreciación se desfigura
por un raciocinio exagerado que impide a la inteligencia darse cuenta de los móviles que
predominan en el alma del pueblo, siendo generalmente más fructífero el empleo de un claro
sentido de previsión.
Los gobiernos disponen de poderosos y múltiples medios de información; pero casi nunca
llegan a penetrar en la verdadera intención de los pueblos vecinos; unas veces por la
mediocridad de los hombres encargados de apreciar los hechos, otras, por dejarse llevar de
ideas y sentimientos suyos no conformes con la realidad. Estos factores negativos dan lugar
a graves faltas en el gobierno de las naciones, en lo que respecta a las posibilidades y
preparación para la guerra.
Las faltas de sicología más comunes son: la ilusión pacifista, que conduce a descuidar la
preparación militar; la idea de que las guerras son de corta duración, que conduce a la falta
de preparación del pueblo para hacer esfuerzos prolongados; la creencia de que en la guerra
habrá pocas batallas de importancia, que conduce a pesar en que las bajas serán pocas; la
excesiva fe en los vecinos y aliados, que conduce a una vana confianza en la efectividad de
una ayuda casi siempre problemática; la exageración en apreciar los defectos del enemigo,
que conduce a disminuir la exaltación de las propias facultades morales, la creencia de que
el terror es una fuerza eficaz para abatir la moral del adversario, que conduce a excitar la
resistencia que este opone; la tendencia a perseguir ideas religiosas, que conduce a
aminorar la cohesión nacional.
11. Los factores psicológicos en Estrategia.
Todos los grandes capitanes tuvieron la convicción de que la guerra es un asunto de
sicología y de estrategia.
Como es natural, los errores estratégicos pueden tener múltiples causas; unas de orden
material y otras son provenientes de factores sicológicos, que son las más numerosas.
Una de las principales causas puede consistir en estar persuadida de la superioridad de las
propias convicciones. Existe un fenómeno sicológico en virtud del cual las ideas fijas en el
espíritu impiden aceptar lo que es contrario. El especialista casi nunca admite sino sus
propias concepciones. Otra falta típica consiste en calificar a priori las cualidades favorables
o desfavorables de una posición, lo que puede dar origen a pérdidas cuantiosas de vidas o a
abandonar al enemigo zonas de gran valor militar. Luego vienen los errores cometidos a
causa de una mala apreciación sobre los planes del enemigo, causada por prejuicios o falta
de conocimiento de su mentalidad.
El manejo de los factores sicológicos es mucho más difícil que el de los cañones y demás
elementos materiales. Esto es más cierto tratándose de apreciar las relaciones con los
vecinos y neutrales, pues cualquier acto a veces insignificante, en favor o en contra de éstos,
puede prestar ayuda inestimable o acarrear enemistades que agraven la situación.
Para dominar espiritualmente al enemigo hay que valerse no sólo de factores materiales,
sino de procedimientos diversos, algunos de los cuales tienen estrecha relación con la
táctica; tales procedimientos, entre nosotros, son: llevar la guerra a territorio enemigo, para
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impresionar objetivamente a la población enemiga y darle una sensación de superioridad
propia; desarrollar intensamente una lucha aérea o una campaña submarina, para crear
ambientes de inseguridad en la población enemiga, que debiliten su energía moral; imponer
el terror, casi siempre contraproducente cuando ello tiene lugar contra un pueblo consciente
y de bien afirmado patriotismo; buscar la sorpresa, para desconcertar al enemigo; ejecutar
ataques nocturnos, para agotar las energías físicas y morales del enemigo, etc.
12. La transformación de los métodos de guerra y sus repercusiones sobre la Moral de
las tropas.
Las condiciones actuales de la guerra hacen de ésta un poderoso elemento de evolución
individual, política y social, puesto que los adelantos en el armamento, la estrategia, las
costumbres, las concepciones humanitarias, las nociones del derecho, etc., han introducido
profundos cambios en la vida humana. Estos cambios profundos se refieren a la guerra al
ras y bajo la superficie terrestre, a la guerra al nivel del mar y submarina, y a la guerra en el
aire.
En lo que respecta a la guerra terrestre, se tienen los enormes efectivos a que alcanzan
proporcionalmente los ejércitos modernos; la gran extensión de los frentes de batalla; la
utilización del terreno (fortificación y arreglos) llevada al máximo; el gran alcance de la
artillería; el terrible poder destructor de los explosivos y el gran desarrollo de los medios de
transmisión para noticiar el comando y permitir dar oportunamente órdenes en tan vastos
medios.
En la guerra naval se ha revelado el poder del arma submarina, tanto para la lucha contra las
naves de guerra cuanto para dificultar el comercio y los transportes marítimos ordinarios.
En lo que atañe a la guerra aérea, los aviones pueden llevar su poder destructor más allá de
los continentes y de los mares, sembrando el pánico y la destrucción en las poblaciones
alejadas del frente de batalla y haciendo sentir la guerra a la totalidad de la población de un
país.
La Batalla antigua era una lucha espectacular donde se veía a las tropas de uno y otro
bando presenciar las maniobras de sus contrarios y a sus generales sobre una elevación del
terreno disponiendo sus medios de acción en un frente reducido, siempre bajo su vista. El
campo de batalla actual se caracteriza por una sensación de vacío dada por el enmascaramiento y ocultación de las tropas adversas, que no dejan percibir sus movimientos sino al
saltar sobre las líneas sucesivas del terreno, durante breves instantes y en forma
desparramada, arrastrándose los hombres para no ser blanco de los fuegos concentrados
desde lejanas distancias; los Jefes ya no abarcan de una mirada su campo de acción y se
encuentran generalmente bien distanciados, dirigiendo un ejército invisible por medio de
órdenes generalmente telefónicas y recibiendo datos del frente que le permiten orientar sus
reservas hacia las necesidades de la lucha.
Dejando de lado el aspecto técnico de las condiciones de la guerra moderna, que no
corresponde a este curso, hay que estudiar únicamente la repercusión que sobre las fuerzas
morales de las tropas han tenido o tienen esas condiciones técnicas.
Así se ve que las dificultades de abastecimiento a enormes masas humanas en grandes
extensiones, crean en el espíritu de las tropas cierta inseguridad sobre la forma en que serán
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atendidas sus necesidades de vida, de municiones y material de diversa índole, dando lugar
a temores de insuficiencia que disminuyen la capacidad combativa, tanto en el ataque como
en la defensa; particularmente en el primero.
En el curso de la guerra de estabilización, el hombre adquiere la costumbre de medir la
importancia de los éxitos o reveses por la extensión del terreno conquistado o perdido,
adquiriendo así el terreno una significación militar muy particular.
La última guerra europea puso en evidencia el poco valor de las fortificaciones permanentes.
Pues bien, esta debilidad ha disminuido la vida de municiones y material de diversa índole,
dando lugar a temores de insuficiencia que disminuyen la capacidad combativa, tanto en el
ataque como en la defensa; particularmente en el primero.
La gran extensión de los frentes no permite la concentración de tropas en un solo punto y
hacer un esfuerzo decisivo en determinada dirección; las batallas se hacen indecisas en la
mayor parte de los casos. Tal indecisión produce una disminución de la capacidad combativa
de las tropas, que no ven llegar rápidamente al fruto de sus esfuerzos y piensan que cada
unidad no desempeña el papel principal en la lucha, sino que ese papel está asignado a otra
fracción, no dando por tanto el máximo rendimiento.
El empleo intensivo de la fortificación y organización del terreno, parece dar a las tropas una
sensación de inferioridad respecto al enemigo, que se traduce por una sobre estimación de
las fuerzas que éste pone en acción y por una desconfianza del propio valor.
La guerra de trincheras, desde el punto de vista moral, es una serie de luchas psicológicas
en las cuales la moral del combatiente, factor principal de la victoria, sufre pruebas. Cuando
los efectivos lo permiten, el sistema de relevos de los elementos avanzados logra aminorar
los efectos de la vida en las primeras líneas; pero si la actividad y la insuficiencia son tales
que la guerra asume el carácter de un contacto permanente con la muerte, la naturaleza
humana reacciona por un fatalismo resignado, por una especie de embrutecimiento animal
que, a pesar de ser un verdadero antídoto contra el peligro, al fin acarrea una disminución en
la capacidad combativa del individuo.
Otra consecuencia funesta de la guerra de trincheras, es la oposición que crea entre las
tropas y el mando, por que la inutilidad de la maniobra lleva al hombre a pensar que el
comando es inútil y está de más; y de otro lado, a consecuencia de las nuevas formas del
combate, el soldado adquiere la impresión de que todo el peso de la lucha recae sobre él.
Tampoco acepta sin resistencia las decisiones de un mando que vive lejos de él una vida
diferente y, que no puede por lo tanto captar las consecuencias de sus órdenes, ni
comprender la realidad de los sacrificios que pide.
En el curso de la guerra de estabilización, el hombre adquiere la costumbre de medir la
importancia de los éxitos o reveses por la extensión del terreno conquistado o perdido,
adquiriendo así el terreno una significación militar muy particular.
La última guerra europea puso en evidencia el poco valor de las fortificaciones permanentes.
Pues bien, esta debilidad ha disminuido la invulnerabilidad de ciertas regiones de los efectos
de la guerra, y de origen a que las poblaciones y las tropas tengan la impresión de
inseguridad que da la posibilidad de que el enemigo no pueda ser contenido en parte alguna
por las moles de concreto y acero que representan las grandes fortificaciones.
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13. Nuevos sentimientos creados por la guerra y cambios en la personalidad.
En tiempo de guerra, las condiciones de vida interna y externa de un país sufren profundas
modificaciones. La vida económica, la producción agrícola e industrial, los intercambios
comerciales, están sujetos a graves perturbaciones. Pero lo más imprevisible y grave, es el
cambio en la estructura moral y espiritual, pues la guerra transforma las naciones y es el
crisol en que se funde el alma nacional a las temperaturas síquicas más elevadas.
Durante mucho tiempo se creyó que la personalidad humana tenía características
sicológicas fijas y permanentes, siempre en constante equilibrio. Pero las últimas guerras,
que todo lo han transformado, pusieron en evidencia que la invariabilidad de la personalidad
es sólo aparente y resulta únicamente de la fijeza de condiciones habituales del medio. En
cuanto éste experimenta una gran sacudida, la personalidad humana se transforma y cambia
rápidamente, así como también la colectividad, puesto que al romperse el equilibrio de la
quietud anterior, se disgregan los diversos elementos de la vida mental y se establece un
nuevo equilibrio al combinarse los elementos previamente disgregados en nuevas formas,
para adaptarse a las nuevas condiciones de existencia; esto es, aparece una nueva
personalidad.
Esta es la aplicación que tienen los fenómenos sicológicos producidos en ciertos pueblos al
estallar la guerra, dando a la aparición de energías insospechadas o que se consideraban
aletargadas, o sumiendo a las naciones en un caos presuroso de la derrota, o dando rienda
suelta a sentimientos adormecidos por el decurso de la vida civilizada. Cada hombre encierra
posibilidades variadas de carácter que sólo las circunstancias de la guerra puedan revelar.
14. El Poder de Adaptación.
Para adaptarse a un nuevo medio es preciso cambiar de personalidad. Esto ofrece
generalmente grandes dificultades en tiempo normal; pero en la guerra se facilita dicha
adaptación porque ella rompe bruscamente el equilibrio mental y permite una rápida
transformación.
Hay pueblos y razas de temperamento flexible tales como el nuestro, que se adapta muy
pronto a las necesidades de una nueva situación. Esta facultad debe ser aprovechada
inteligentemente por los que mandan, a fin de que durante la guerra, mantenga una
constante inquietud espiritual orientada hacia la exaltación do las virtudes morales y hacia el
vencimiento del carácter conformista que pueda desarrollarse en momentos de adversidad.
El hombre generalmente ignora que puede más lo que cree. Sólo las circunstancias permiten
la evolución de las capacidades humanas.
En tiempos normales, los hombres se clasifican por su cuna y los títulos que adquieren en
las diversas profesiones. Pero esta clasificación responde muy rara vez al valor real de los
individuos, principalmente en lo que se relaciona con las necesidades de la guerra.
Es imposible predecir como actuarán las diversas personas en la guerra. Casi siempre las
previsiones hechas al respecto fracasan ante la realidad. Tal es la causa por la cual se ha
visto a individuos que aparentemente servían para poco en la vida ordinaria, tener papel
descollante en las acciones de armas, descubriendo energías insospechadas y una personalidad que sólo necesitaba un medio oportuno para revelarse.
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15. La guerra fortifica el carácter.
Las principales cualidades de carácter desarrolladas por la guerra son: la valentía heroica, la
energía, la calma, la resignación, la paciencia, el sacrificio completo del egoísmo personal al
interés general y la perseverancia en el esfuerzo.
En la vida civil no es posible concebir que un individuo puede ser capaz de hacer ni una
pequeñísima parte de los sacrificios que ese mismo individuo hace en la guerra cuando está
sometido a las influencias colectivas.
Se ha visto que no sólo en el frente de batalla ha dado el hombre pruebas de su carácter y
de su voluntad de vencer. Los obreros en las fábricas y talleres, los campesinos en sus
tierras y las mujeres en sus hogares, todos, absolutamente todos, han trabajado con
denuedo para adoptar los medios que llevaron sus ejércitos a la victoria.
Se ha visto a los heridos no proferir ni una queja ni un lamento, para que sus camaradas no
se impresionen ni se vieran presa del desmayo moral. Se ha visto a los soldados hacer gala
de altruismo, de delicadeza y de amor por sus compañeros, compartiendo con ellos hasta los
regalos más mínimos eximiéndose muchas veces de lo suyo para darlo a quienes lo
necesitaban.
16. La Guerra Agudiza y Transforma las Cualidades Intelectuales.
Las necesidades de la guerra moderna obligan a perfeccionar incesantemente el material de
defensa, así como a desarrollar la facultad de inventar, hasta el más alto grado. Todo el país
tiene que entregarse a la faena de aportar elementos a la guerra, y esa faena origina
esfuerzos intelectuales incesantes para superarse cada día. Esa actividad mental creciente
no la origina la guerra de la nada, sino por el rápido incremento de lo que existe en germen,
con antelación, y aceleran el proceso de las ciencias.
Los progresos que trae la guerra en el orden intelectual se refieren a todas las actividades
humanas; ciencia, industria, artes, literatura, política, etc. Y no se limitan a motivos nuevos,
sino que también se dirigen a la rectificación de errores subsistentes. Es así como los
obreros socialistas durante la última guerra europea, se convencieron de que la guerra no
hubiera podido continuar con éxito sin la ayuda del capital. De igual modo se puso en
evidencia que la necesidad de trabajar más rápido y mejor, hizo desaparecer los
procedimientos rutinarios y estimuló la iniciativa.
17. Fusión del alma individual en el alma colectiva.
El hombre es egoísta por naturaleza y orienta su vida hacia el mayor bienestar personal;
pero durante las grandes conmociones sociales se producen fenómenos que el individuo
renuncia bruscamente a su individualismo y se sacrifica por el bienestar de otros.
Este cambio no se produce por causas de orden racional; esa transformación se debe a que
despierta el alma de la nacionalidad, anula el alma individual, surge la unificación general de
sentimientos o ideas, rivalidades partidistas, odios racionales, de clase, religiosos, al
desencadenarse el conflicto armado.
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Esa transformación no se produce sino en momentos, pero breves, de la existencia de un
pueblo. Es entonces cuando el egoísmo colectivo puede en cierta hora sustituir
completamente al individual, por el predominio de las fuerzas atávicas que representan el
interés del pueblo. En la paz, el hombre tiene una existencia individualista; en la guerra
emprende una vida colectivista.
18. Exaltación del Patriotismo.
El amor a la Patria, que es lo que constituye el patriotismo, exige el sacrificio completo de los
intereses personales a los intereses generales.
Tal patriotismo crea a medida que el alma de la raza se estabiliza a través de siglos de
convivencia y de comunidad de intereses; es la razón por la cual el instinto de conservación
colectiva prevalece sobre el de conservación individual. Durante la guerra es el alma de la
raza la que lucha y se defiende con mayor vigor a medida que se ve más amenazada.
El patriotismo es una cualidad hereditaria de orden místico en la que no interviene la razón.
Es un instinto, un sistema hereditario de ideas y sentimientos, construido por la vida de los
pueblos, destinado a perpetuar o perfeccionar sus formas. Su objeto esencial es la
conservación del tipo nacional. Su fuerza emotiva es de tal poder que induce al sacrificio. Y
ello es así porque la existencia humana no se limita al individuo, que no tiene valor de por sí,
sino que vive de su grupo y para su grupo y cuya misión principal en el mundo es más del
dominio social que del individual.
Así concebido, el patriotismo es lógico; Y no puede considerarse como un error de cálculo
ser parte del individuo, como pretenden afirmarlo pensadores materialistas; es una función
de la vida afectiva para la existencia en común; es el amor a la vida comunitaria latente en
tiempo ordinario, pero susceptible de un brusco despertar.
El patriotismo, herencia legada por los antecesores que sucumbieron, es una de las fuerzas
superiores creadas por acumulaciones ancestrales, que se pone en evidencia en
determinados momentos y a cuyo influjo todos los corazones se ponen de pie, para agrupar
unánimemente a todos los individuos de una misma nacionalidad alrededor de su bandera.
Esa unanimidad es imposible de alcanzar si el patriotismo no constituyera una fuerza
inconsciente cuya impulsión se sobrepusiera a cualquier raciocinio.
19. Influencia de la Guerra en la mentalidad de la población civil.
Las guerras del pasado sólo interesaban directamente al elemento militar, permaneciendo
casi indiferente el resto de la nación. Pero en las guerras modernas, en las que participaban
las fuerzas de todo orden, la sicología nacional se modifica completamente a causa de la
intervención de toda la población, pues todos los individuos aptos son llamados bajo las
armas y se les extiende sobre inmensos teatros de operaciones; se reduce al mínimo
estrictamente indispensable los que se necesitan para el funcionamiento del estado y de las
industrias de guerra; los que no pueden ir al frente tienen su destino en los depósitos,
servicios auxiliares, fábricas, etc., Pero toda la población sufre un cambio en el desarrollo de
su vida normal. No hay familia que no tenga uno o dos deudos en el frente, encontrándose
afectada en su economía, en sus sentimientos y hasta en su estructura.
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El mundo está gobernado hoy por conceptos colectivos que van cristalizando poco a poco,
pero que luego adquieren una gran fuerza expansiva. De ahí la razón por la que es
necesario seguir la evolución de los sentimientos populares durante la guerra, principalmente
en lo relativo a su continuación y la forma en que debe terminar. Al respecto, cabe advertir
que la realidad de las cosas vale en el sentimiento popular menos que la idea que el pueblo
se haya forjado de la situación.
Una nación en guerra es vencida cuando el sentimiento popular no cree en la victoria;
cuando ese sentimiento se muestra desconfiado en alcanzarla o se considera vencido; pero
cuando un pueblo se siente con fuerzas morales, materiales y espirituales suficiente,
concluye casi siempre por imponer su voluntad al enemigo.
El sentimiento público es susceptible de pasar por varias fases según la duración y el
desarrollo de la lucha. Casi siempre al principio de la guerra un entusiasmo desbordante
arrebata las almas; luego viene una sensación de apatía que gana todos los espíritus,
principalmente cuando no se logra pronto una victoria notable sobre el enemigo; y por último,
con el correr del tiempo, sobreviene un estado de excesiva nerviosidad pública a manera de
reacción contra la apatía anterior, durante el cual el menor hecho de armas repercute
intensamente en el alma popular, que se encuentra presa de un fenómeno casi morboso.
Pero un pueblo consciente se muestra siempre optimista y seguro de la victoria; se habitúa a
la idea de que sus sacrificios no son estériles |y trata en toda ocasión de mostrarse firme en
el éxito y en la adversidad. Y si ese pueblo tiene en su debe un fracaso que haya pasado
lustros sobre su existencia es necesario que oponga a los acontecimientos una voluntad
decidida a no dejarse arrastrar nuevamente al fracaso, que, repetido, puede ser la causa de
su fin como nación. Para ello le es preciso tener una clara noción del peligro y dirigir su
mentalidad hacia la conservación de sus destinos.
20. Detención de los cuadros.
El problema de la detención de los cuadros, y más especialmente de los Oficiales, sólo ha
suscitado recientemente la atención sistemática que merecía y las diferentes soluciones
propuestas reflejan todavía cierta incertidumbre ideológica y metodológica. Los sistemas
políticos en vigor, los diferentes modos de reclutamiento (Ejército Profesional, Ejército de
Conscripción) han ejercido en cada país una influencia indiscutible sobre la determinación de
los medios adecuados para la selección racional de los cuadros. Sin embargo, el banco de
ensayo de la segunda guerra mundial ha permitido, no solamente reducir esas divergencias
generales en provecho de un esquema esencial de exigencias adecuadas a la condición de
Oficial, sino también establecer un juicio de valor acerca de las diferentes tentativas
internacionales afectadas al respecto.
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