EL PICAFLOR Y EL PAUJIL Cuentan nuestros abuelos que, al principio del tiempo, Jempue, el picaflor, cantaba. Su canto era hermoso y muy sonoro. Un día Jempue estaba cantando mientras iba y venía entre los árboles para chupar el néctar de las flores. Su canto se oía a larga distancia. Mashu, el pájaro paujil, al escucharlo desde el interior de la selva, se preguntó: –¿Qué animal será ese que canta tan fuerte y tan lindo? Iré a ver quién es. Y se fue volando a buscarlo. Llegó después de un buen rato al lugar de donde procedían tan lindas melodías, pero miraba y miraba por todas partes y no lograba ver a nadie. Porque Jempue es un ave bien chiquita. Mashu, el paujil, se preguntaba: –¿Dónde estará escondido ese pájaro que canta tan fuerte? Y siguió buscándolo, hasta que por fin encontró al picaflor que cantaba. Y Mashu quedó admirado de que un pájaro tan diminuto pudiese cantar tan fuerte. Y entusiasmado, rogó al picaflor, diciéndole: –Préstame tu canto. Yo también deseo cantar un poco. Pero Jempue, que estaba enamorado de su canto, mezquinaba y no quería prestárselo. Por esto, el paujil se enojó y quería matar al picaflor. Entonces éste, por miedo al paujil que era un pájaro bien grandazo, le prestó su canto. Y el paujil, agarrando el canto del picaflor, se fue volando bien lejos y nunca se lo quiso devolver. El picaflor quedó triste y lloroso sin sus lindas canciones. Desde aquel tiempo, el paujil canta muy fuerte y su estridente canto se oye desde larga distancia. Por el contrario, al pequeño picaflor, desde entonces, apenas se le oye silbar un poco y hasta dicen muchos que no sabe cantar. LEYENDA AGUARUNA (Versión de José Luis Jordana)