Clotario Por Claudia Echenique El Colectivo Obras Públicas nace como compañía a partir del trabajo creativo, la escritura y puesta en escena para teatro callejero de la obra Clotario, estrenada en Enero del 2011 en la Quinta Normal de Santiago. La obra se ha presentado a partir de allí en calles, plazas, colegios, universidades y juntas de vecinos del gran Santiago y alrededores, adjudicándose este año financiamiento Fondart (“Mercado de las artes”) para realizar una itinerancia al norte del país, con presentaciones gratuitas en diversos espacios públicos y colegios de Copiapó. La opción del colectivo por el teatro callejero responde a una necesidad que busca re-instalar en el espacio público una reflexión política y social en torno a la memoria y la construcción de una comunidad nacional. Una comunidad perdida (Bengoa: 2009) o bien extraviada, pero que se re-inventa, cada vez que se cuenta una historia alrededor de la hoguera que genera el teatro y que permite una participación ciudadana transversal, cuando el acceso es libre y no existen barreras e impedimentos (porteros, entradas, dinero) que restrinjan o derechamente inhiban la participación ciudadana. El teatro callejero gratuito se abre como invitación verdaderamente democrática a cualquiera que se sienta atraído a participar de la experiencia. La motivación inicial que inspiró el rescate de la memoria de Clotario Blest, tuvo que ver con el Bicentenario y la enorme difusión de figuras emblemáticas por parte de los medios hegemónicos. Una vez mas se rendía homenaje a los conquistadores de la independencia y una vez más el recuerdo de heroicos militares, de audaces caudillos y padres de la patria, de presidentes valorados por sus conquistas de mejoras económicas para la nación, fueron ensalzados. Siempre primando el ideal del éxito, de la fuerza militar, del logro económico y la conquista de prosperidad. Estas eran las referencias necesarias y condiciones admiradas para encarnar los ideales bicentenarios. La ironía del destino y de la naturaleza indómita fue que en vez de fiesta y celebración, hubo que dedicarse a llorar a los muertos y a las tareas propias de la reconstrucción. Tras el terremoto devastador que sacudió la nación, quedó todo en el suelo y hubo que cambiar los planes. El festejo fue una ilusión y el dolor de muchos chilenos la realidad. Clotario Blest Riffo era un conocedor del dolor con que vivía la gran mayoría de los trabajadores chilenos a comienzos del siglo pasado, producto de las injusticias, la indefensión y las precarias condiciones laborales con las cuales tenían que lidiar. Había experimentado en carne propia la opresión con que las clases pudientes y aristocráticas explotaban a las grandes masas de trabajadores. Con una importante formación cristiana que impulsaba su sentido de justicia y su profundo amor al prójimo, se entregó por completo a la tarea de construir condiciones para una vida laboral con mayor dignidad para los asalariados y trabajó duramente durante toda su vida, transformando su vida personal en un testimonio de entrega, fortaleza y convicción al servicio de los demás. Hoy Clotario Blest es recordado por unos pocos que conocen su historia y honran su memoria. Para la mayoría de los jóvenes es un nombre desconocido, así como también lo es la historia de la lucha sindical. Las conquistas y logros sociales se dan lenta y penosamente siempre en el tiempo largo de la historia. Son consecuencia del trabajo de muchos seres anónimos que sumando fuerzas e ideales, logran cristalizar ciertos objetivos que sumados a otros van conformándose en realidades mas beneficiosas para el conjunto. Clotario fue un ser humano íntegro y apasionado por la causa de los más necesitados. Movilizado por su fe, cambió la figura de Cristo rey por la del Cristo obrero, creyó en una iglesia junto al pueblo y en épocas de crisis se mantuvo firme frente a la autoridad, llegando a ser golpeado y encarcelado con bastante frecuencia. Albergó a los familiares de presos y perseguidos políticos durante la dictadura y nunca aceptó transar su lealtad al pueblo y a los oprimidos por algún cargo político o para participar de maniobras junto al poder. Por ello es que la figura de Clotario representa alguien digno de ser honrado, una memoria necesaria de ser estudiada, compartida y difundida. Nos parecía de toda lógica que su historia fuera abierta a todo público y que el lugar idóneo para presentarla fuese el espacio público. La propia calle, despojada de recursos teatrales, era consecuente con su historia de vida, con la precariedad y la austeridad con la que siempre vivió. Hoy luego de un año de presentaciones en circuitos alternativos y frente a los públicos más diversos, podemos ser testigos de como la figura de Clotario es una figura que convoca y reúne. Aglutina en torno a valores permanentes y es que tal vez existe cierta carencia de experiencias significantes en el recorrido del transeúnte por la ciudad o del grupo de punkies que se acerca en la plaza y al día siguiente regresa nuevamente a presenciar la función. Fuimos regalados con marraquetas, con helados y aplausos generosos por parte de nuestros compatriotas. No es cierto que al santiaguino la inclusión social le sea indiferente. Estar en la calle con una obra como Clotario, educa tanto a quien la presenta que a quien la presencia. El agradecimiento del espectador anónimo, que alguna vez conoció a Clotario y que participó de la formación de la CUT o de alguna otra organización social se suma con fuerza al gesto de hacer una memoria viva y en comunidad. Traer al presente y poner en valor la historia de este hombre vuelve a muchas personas anónimas en protagonistas. En cierta ocasión, concluida una función de la obra, se me acercó una señora y me contó muy emocionada que ella había atendido a Clotario en el convento Franciscano, dándole de comer días antes de su muerte. Ella también era una protagonista de esta historia y así me lo quería hacer saber. Lo más importante de la experiencia que nos ha brindado seguir la huella de Clotario, es justamente que nos ha permitido generar un contacto aunque breve, profundo, con muchos seres anónimos que se sienten conmovidos frente a la historia de este hombre bueno y generoso. Con canciones, con versos, con humor, con el rescate de técnicas de actuación brechtianas, estamos intentando hablar de lo que significa trabajar en conjunto por lograr objetivos grupales, que promuevan valores solidarios, rescaten parte de la memoria nacional olvidada y contribuya a crear sentido comunitario. El Colectivo Obras Públicas, es un grupo de artistas formados en la Universidad Católica que siente un malestar (el de la cultura y el de la sociedad) y es por eso que actúa, como una búsqueda de respuestas a la pregunta por la comunidad. Por eso sale a la calle a encontrarse con el público, en una relación lo más directa posible. Cuenta historias que a ese público no le son ajenas, que tal vez no conoce, pero que le resultan de fácil reconocimiento. Propone, a partir de la creación de Clotario, compartir experiencias de conocimiento con su teatro, generar unidades de reflexión, diseñar capsulas de conocimiento. Historias cortas, contadas con simpleza, para ser entendidas por cualquiera que pasa por ahí. No se necesita ser académico. Por eso la voz de Clotario resulta en alguna medida un ejemplo. Hablar es fácil, hacer es difícil. Hacer teatro a veces resulta tan difícil como organizar las energías de un grupo humano, como puede serlo el de cualquier asociación sindical. Cuando nos quedamos en la letra pequeña, cuando dejamos de ver el objetivo mayor, es mas fácil ver las diferencias. Cuando nos enfocamos en el objetivo mayor, los super-objetivos de los que nos habla Stanislavsky y cualquier construcción dramática con estructura clásica, es mas fácil, posponer los conflictos y encontrar afinidades (Galtung). Idear proyectos comunes y trabajar por la inclusión de los más desprotegidos, no es una idea que se venda bien en el mercado financiero. Las acciones no van a subir gracias a ninguno de nosotros. Sin embargo, tal vez alguien se vaya a su casa pensando en lo que vio, con un sentimiento de ser y estar diferente al cotidiano… quién sabe. Foto internet http://www.flickr.com/photos/alejandrohoppe/440152718/