UNA IGLESIA RENOVADA EN LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN: LA NOVEDAD DE VIDA PARA EL DIÁLOGO ECUMÉNICO HÉCTOR MANZANO RODRÍGUEZ Proyecto Monografía para optar el título de Magíster en Teología ASESOR P. GUILLERMO SARASA SJ Director Departamento de Teología PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGIA Bogotá D.C. 8 de septiembre de 2011 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 2 CONTENIDO Pág. 1. LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN A PARTIR DE GÁLATAS 2,1-10 Y LA EXÉGESIS TEOLÓGICA COMPARATIVA CON HECHOS 15………..12 1.1 Criterios fundamentales de historicidad y denominación……………………13 1.2 Fuentes testimoniales de la Asamblea.………………………………………..20 1.3 Contexto……………………………………………………………………….29 1.3.1 Judeocristianos……………………………………………………...31 1.3.2 Helenistas…………………………………………………………...38 1.4 Exégesis teológica comparativa a partir de Ga 2,1-10 con Hch 15……………46 1.4.1 Introducción y compendio (vv. 1-3)…………………..…………...56 1.4.2 La oposición en la asamblea plenaria (v. 4-5)….………………….61 1.4.3 Negociación y acuerdo con los ―notables‖ (v. 6-10)………………65 2. UNA LECTURA TEOLÓGICA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN: EL ETHOS DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA NOVEDAD DE VIDA…75 2.1 El ethos en Jesús y la comunidad primitiva……………………………….......83 2.1.1 Jesús y la Ley…………………………………………………….…87 2.1.2 Jesús ante el culto…………………………………………………..90 2.1.3 Jesús ante el templo…………………………………………...……91 2.2 El ethos en juego en la Asamblea de Jerusalén………………………………..93 2.3 La Asamblea de Jerusalén una experiencia de novedad de vida en la iglesia primitiva……………………………………………………………………………97 2.3.1 Vida nueva a partir de Pablo: ―Orientar decididamente la Vida a Cristo.‖……………………………………………………….…….98 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 3 2.3.2 Enfrentamiento entre el ethos evangélico de Jerusalén (los judeocristianos) y el ethos de Pablo (junto con los helenistas): ¿Cómo se vivieron en la Asamblea?............................................................100 3. PENSAR EL DIÁLOGO ECUMÉNICO A PARTIR DEL ETHOS Y LA NOVEDAD DE VIDA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN……………….112 3.1 Pensar el diálogo ecuménico a partir de la novedad de vida de la Asamblea de Jerusalen……………………………………………………………………….….112 3.2 Pensar el diálogo ecuménico a partir del ethos en la vida de la Asamblea de Jerusalen…………………………………………………………………………..124 3.2.1 Primer valor fundamental del cristianismo primitivo: El amor al prójimo…………………………………………………………….125 3.2.2 Segundo valor fundamental del cristianismo primitivo: La renuncia al estatus……………………………………………………………..129 CONCLUSIONES………………………………………………………………………..136 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………..…………………………….....142 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 4 INTRODUCCION La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida lanzó el desafío de implementar los cambios urgentes y necesarios para el hoy de América Latina y del Caribe. El poner en marcha dichos cambios requiere decisión y acción, entereza y valentía: exige novedad de vida, es decir, vida nueva de la cual es portadora el Evangelio. Los cuarenta años de Medellín que se celebraron en el año 2008 nos interpelaron hasta qué punto su denuncia profética y sus expectativas se han cumplido o han venido siendo silenciadas y acomodadas al interior de la Iglesia y la sociedad. La novedad de vida se ve truncada por el permanecer en las propias seguridades e intereses de una religiosidad que ve crecer dramáticamente las desigualdades en nuestro continente, uno de los más asimétricos en la distribución de los recursos e ingresos. Frente a esta realidad el cristianismo latinoamericano sólo logrará ser auténtico si mantiene vivo en sí la novedad del Evangelio, lo cual implica el conflicto frente a todo lo que lo quiere desvirtuar, aquietar o callar y, desde luego optar decididamente por los más pobres y redescubrir los rostros de los nuevos excluidos que señala Aparecida. 1 Es necesario plantearse la pregunta por el significado de la vida nueva a partir de la Iglesia primitiva para lograr configurar en América Latina y el Caribe la Iglesia transformada que requiere el siglo XXI. 1 ―Migrantes, víctimas de la violencia, desplazados y refugiados, víctimas del tráfico de personas secuestrados, desaparecidos, enfermos de VIH y enfermedades endémicas, toxico dependientes, adultos mayores, niños y niñas víctimas de la prostitución, pornografía, trabajo infantil y violencia, mujeres maltratadas, víctimas de la exclusión y trafico para la explotación sexual, personas con capacidades diferentes, desempleados/as, excluidos por analfabetismo tecnológico, los habitantes de las calles en las grandes urbes, indígenas y afro americanos, campesinos sin tierra, mineros‖. (numeral 402) Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 5 En la alocución pontificia del primero de octubre de 2008 el Papa Benedicto XVI2 abordó el Concilio de Jerusalén y la controversia de Antioquia, resaltando la actitud de Pablo que, fiel al Evangelio que representa Jesucristo, se atrevió a cuestionar lo que se consideraba como esencial en la dinámica de la fe cristiana primitiva3 y no lo era, posibilitando así una renovación en la comunidad primitiva cristiana que quería seguir anclada en las seguridades que ofrecían el culto y la religión proveniente del judaísmo e incluso la propia seguridad de haber escuchado las palabras del Señor. Al respecto el Papa Benedicto XVI afirmó: ―El respeto y la veneración que San Pablo siempre cultivo frente a los Doce no disminuyeron cuando él defendía con franqueza la verdad del Evangelio, que no es otro que Jesucristo, el Señor. […] la libertad con la que el Apóstol se dirige a Cefas y a los demás Apóstoles: el llamado ―Concilio‖ de Jerusalén y la controversia de Antioquia de Siria, relatados en la carta a los Gálatas (cf. Ga 2,1-10; 2,11-10)‖ Se torna ineludible para ser fieles a la tarea apremiante de buscar una auténtica vivencia cristiana en nuestro continente preguntarse por la novedad de vida de la cual es portadora el Evangelio y la comunidad cristiana primitiva, para lo cual recuperaremos los principales pasajes evangélicos de la Asamblea de Jerusalén: Ga 2, 1-10 y Hch 15, 1- 35. Luego de realizar su interpretación y desentrañar su sentido desde la praxis de Jesús y la teología paulina, a la luz de la novedad de vida que trajo para los discípulos del Señor y la comunidad cristiana primitiva, se cuestionará la praxis de la Iglesia hoy, especialmente en lo concerniente a la posibilidad de fomentar el diálogo ecuménico tomando como fundamento la Asamblea de Jerusalén con todas sus exigencias e implicaciones. 2 Papa Benedicto XVI, Audiencia Papal: El Concilio de Jerusalén y la controversia de Antioquia, 1 de octubre de 2008 3 Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 13. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 6 La ―Asamblea de Jerusalén‖ es un acontecimiento central en la historia del cristianismo primitivo que ha sido retomado a partir de los textos de Hch 15 y Ga 2, 1-10 por múltiples autores y desde diversas posiciones teológicas. Luego, en cuanto a tema de investigación aparentemente no presentaría gran novedad, sin embargo, al hacer un seguimiento más detallado a la forma como ha sido considerado, encontramos que dada la relevancia de dicho acontecimiento y su significado para la edificación de la comunidad eclesial, así como el referente permanente que constituye – La Asamblea – para la totalidad de la Iglesia y el quehacer teológico, su consideración sigue teniendo gran vigencia como lo demuestran estudios recientes4. El estudio de la Asamblea de Jerusalén es una veta de significado no sólo para la teología bíblica, también lo es, por ejemplo, para la teología pastoral al ofrecer grandes lineamientos a la Iglesia Cristiana para la consideración del anuncio del evangelio por encima de los factores culturales cambiantes y relativos. De la misma forma, el acontecimiento vivido en Jerusalén aporta grandes luces para la construcción, por ejemplo, de una eclesiología dialogante de cara a los conflictos vividos dentro de la iglesia. En la Asamblea de Jerusalén se aborda la peligrosa situación para el cristianismo naciente de permanecer anclado en el judaísmo, con sus formas expresivas de su experiencia religiosa, contrapuesto en múltiples ocasiones a la praxis del Evangelio. El análisis del capítulo 2 (hasta el versículo10) de la Epístola de San Pablo a los Gálatas, y del capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles (hasta el versículo 35), nos permitirá entender uno de los problemas fundamentales para la Iglesia primitiva y hoy para la 4 Cfr. Aguirre, Rafael et al. Así empezó el cristianismo, 150-153; Theissen, La religión de los primeros cristianos, 300-302. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 7 Iglesia de América Latina y, una clave para buscar la unidad de la Iglesia en el presente siglo: la novedad de vida para el diálogo ecuménico. Esta novedad de vida en la Iglesia primitiva pasó por enfrentamientos muy arduos, no sólo con el judaísmo, sino también al interno del mismo cristianismo. Es más, una buena parte de los conflictos de la Iglesia primitiva se dieron entre los cristianos judeocristianos y los convertidos de los gentiles al cristianismo5. La configuración de la experiencia de ser discípulos del Señor tuvo que delinearse y definirse en la Iglesia primitiva a lo largo de los años subsiguientes a la muerte del Señor. La Iglesia organizada muy pacíficamente6 para la misión enfrentó un conflicto capital para su maduración: el conflicto vivido en la Asamblea de Jerusalén. El problema de la unidad en la diversidad se constituyó en fuente de novedad para la Iglesia. Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén ante las exigencias de los ―falsos hermanos‖ para que se circuncidasen los convertidos del paganismo y se dejasen conducir por la ley mosaica7, sometiéndolos, según Pablo, a la esclavitud de la ley. Un recorrido serio, guiados por la teología bíblica nos permitirá ver los pormenores allí contenidos8. En el conflicto de Jerusalén se juega la unidad de la totalidad de la Iglesia, del Pueblo de Dios y el problema de la salvación, núcleos esenciales de la vida de la Iglesia. Sin la superación de este conflicto y la implementación de sus acuerdos la novedad de la Iglesia y su vitalidad se hubieran anquilosado en las formas decadentes del judaísmo 5 Cfr. Schenke, La comunidad primitiva, 99 ss. Especialmente en Hechos de los apóstoles (Hch) 7 Cfr. Hch 15, 1 y Ga 2,4 8 Puede consultarse a Crossan J y Reed J. En busca de Pablo. Verbo Divino: Navarra (España), 2006 pp. 265285; a Gnilka, Joachim. Pablo de Tarso: Apóstol y testigo. Herder: Barcelona, 1998. pp. 95-107; a Theissen, Gerd. La religión de los primeros cristianos: Una teoría del cristianismo primitivo. Salamanca: Sígueme. 2002. pp. 199-204. 6 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 8 tardío que alcanzó a afectar a los apóstoles y discípulos columnas de la Iglesia de Jerusalén. El mismo Pedro no alcanzaba, inicialmente, a entender que ese Evangelio que representaba el Señor muerto y resucitado no se acomodaba ya al esquema de un judaísmo anclado en el Antiguo Testamento. Tuvo que emprender el camino que el Señor le indicó para lograrlo9. Pedro y Pablo chocaron entre sí en las comprensiones del Pueblo de Dios querido por Jesús y, en medio del conflicto, descubren la novedad del anuncio del Evangelio. Llevan a cabo un importante ejercicio de ―diálogo” que les permitirá paulatinamente clarificar el sentido de vida auténtico contenido en el Evangelio; hermoso ejemplo para construir hoy nuestra eclesialidad de la cual también fue maestra la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín hace más de cuarenta años. Se requiere hoy favorecer el diálogo ecuménico para lograr la unidad de la Iglesia recuperando el espíritu de la Asamblea de Jerusalén. En cuanto a la metodología que conduce el presente trabajo es importante señalar, brevemente, la orientación de los principales estudios sobre la consideración de los textos de la Asamblea para situar, luego, la perspectiva asumida en este escrito. Los estudios de la Asamblea de Jerusalén se pueden retomar acorde con las intencionalidades y finalidades propuestas por los mismos textos. Encontramos estudios que buscan afianzar las tesis del autor de Hechos, Lucas, en cuanto a la presentación de una Iglesia naciente que se agrupa y logra consolidar su unidad sin grandes conflictos ni obstáculos que no se pudiesen controlar. Son muestra de ello Fitzmyer10, Wikenhauser, y Josef Holzner.11 9 Cfr. Hch 10 en donde se muestra Pedro descubre como el Señor le manifiesta que es necesario superar el apego a la ritualidad judía desde el anuncio nuevo que representa el Evangelio, el Señor Jesús. 10 Cfr.Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 183-224. 11 Cfr. Holzner, San Pablo: Heraldo de Cristo, 146-152. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 9 Otros, por el contrario, ven con sospecha el libro de Hechos y presentan con mayor relevancia el texto de Gálatas por su valor histórico y por estar éste desprovisto de un gran número de datos adicionales, como contiene Hechos, que pudiesen acomodar el acontecimiento a la teologización del autor. En ese sentido, se encuentran estudios como los de Bornkamm12, Vidal13, y Koster14 abierta a nuevos sentidos de interpretación, con una postura crítica y, al mismo tiempo, donde el conflicto y la unidad siguen estando en juego. Por otra parte, emergen posiciones conciliadoras que buscan a través de una exégesis comparativa establecer los puntos convergentes y las articulaciones posibles que ayudan a buscar el horizonte común del acontecimiento. De manera especial está ahí Schlier15 para quien resulta inconveniente apartar las versiones de Hch 15 y Ga 2, 1-10 para una auténtica comprensión de la Asamblea. En esta perspectiva se presentan, entre otras, dos vertientes: las que parten del texto de Hechos o las que parten del texto de Gálatas para efectuar la comparación, dependen también del lugar teológico desde donde se ubiquen. El trabajo que emprendemos retoma la exégesis comparativa partiendo del texto de Gálatas y retomando a Hechos. Frente a los autores que centran su atención de los acontecimientos de la Asamblea en la teología bíblica, surgen otros autores que a través de una hermenéutica teológica buscan ampliar y polemizar el significado de los hechos registrados en la Asamblea, de manera especial, aparece Gerd Theissen quien a partir de su sólido aparato crítico teológico del estudio de la religión cristiana primitiva, permite una consideración de la Asamblea de manera compleja y rica. También, aparece Ludger Schenke16 quien con su extenso bagaje religioso y cultural brinda el contexto vital ―Sit Zim Lebem‖ de la comunidad primitiva para la comprensión de lo que está en juego en la Asamblea. 12 Cfr. Bornkamm, Pablo de Tarso, 67-80. Cfr. Vidal, Las cartas originales de Pablo, 82-85. 14 Cfr. Köster, Introducción al nuevo testamento, 613-615. 15 Cfr. Schlier, Carta a los Gálatas, 135 ss. 16 Cfr. Schenke, La comunidad primitiva, 498-503. 13 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 10 Completan estos análisis, estudios efectuados en los últimos años desde la antropología y la sociología de la religión con autores como Reed y Crossan17 que permiten delinear hechos y situaciones particulares del entorno sociocultural de la Asamblea. Teniendo presente la sucinta ubicación del estudio de la Asamblea que permite considerar el amplio horizonte del acontecimiento de Jerusalén, emerge con mayor claridad el objeto del presente trabajo. Se trata, ayudado por el aparato crítico que brinda la hermenéutica teológica y bíblica, de emprender una lectura de la Asamblea de Jerusalén a partir de su ethos y la novedad de vida comunicada por eminentes testigos del Evangelio del Señor Jesús, entre ellos Pedro y Pablo. Por tanto, este trabajo posibilita nuevas lecturas de sentido enriquecidas desde la hermenéutica teológica para interpretar la Asamblea de Jerusalén y, así, ampliar los imperativos que se infieren para la praxis eclesial, de manera particular, para el diálogo ecuménico. Es por eso que la pregunta fundamental que guiará el presente trabajo es ¿cuál es la novedad de vida de la cual es portadora la Asamblea de Jerusalén que posibilita una renovación de la Iglesia de cara al diálogo ecuménico? El método que se empleará pasará, en primer lugar, por un acercamiento serio y sistemático desde la teología bíblica al acontecimiento de la Asamblea, confrontando las posiciones teológicas y las teologizaciones efectuadas por los intérpretes de los textos, precisando los contextos fundacionales y escrutando los pretextos que movieron a los protagonistas de la Asamblea. Luego, ayudados por el aparato crítico de la hermenéutica teológica se plantea una plataforma que permite considerar el acontecimiento de la Asamblea más allá de la recuperación de lo que pasó puntualmente y, emprender la deconstrucción de categorías teológicas que ahondan y profundizan en los textos y su sentido, de cara a lo que hoy continúan diciéndonos. Al edificar esta plataforma se avanza en la comprensión del sentido, se abren las puertas 17 Cfr. Crossan, En busca de Pablo, 265-285. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 11 para una exégesis más existencial que recupere a sus personajes, sus conflictos y su experiencia religiosa conducida progresivamente por el Evangelio que representó Jesucristo en sus vidas. El segundo capítulo mira de una nueva manera las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo superando los prejuicios que en ocasiones cierran el diálogo, en este caso interreligioso, y permite que el diálogo ecuménico encuentre puntos de convergencia más próximos que distantes. Se trata no tanto de un problema doctrinal en la Asamblea sino más de la praxis desencadenada en ella que debe conducir el diálogo al interno del cristianismo. Un aporte fundamental de este apartado será partir del contexto fundacional del cristianismo primitivo a partir de las categorías hermenéuticas propuestas. El último capítulo, nos lanza a enriquecer la praxis del diálogo ecuménico desde el contexto vital de la Asamblea y sus implicaciones, por tanto, se mueve en el horizonte de posibilitar un encuentro sincero y franco al interno del cristianismo desmontando autoritarismos y descalificativos entre las Iglesia cristianas y los movimientos religiosos que surgen en su seno. Este capítulo brinda también categorías sociales y culturales que amplían y completan la interpretación del acontecimiento de Jerusalén. De esta forma, se llegará después del desarrollo de los capítulos propuestos al establecimiento de conclusiones teológicas relevantes para la praxis de la Iglesia en América Latina y el Caribe, de cara al diálogo ecuménico y los desafíos apremiantes frente al empobrecimiento creciente de millones de hermanos excluidos de la justicia y el pan cotidiano, privilegiados por las orientaciones y acciones de la Iglesia reunida en Jerusalén. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 12 1. LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN A PARTIR DE GÁLATAS 2,1-10 Y LA EXÉGESIS TEOLÓGICA COMPARATIVA CON HECHOS 15 La experiencia registrada en Jerusalén con motivo de la Asamblea entre quienes constituían los pilares de la Iglesia de Jerusalén a fines de la década de los años cuarenta y Pablo, marcó un acontecimiento decisivo en la praxis de la comunidad cristiana primitiva de los años posteriores; en ese momento el conflicto registrado no fue superado definitiva ni taxativamente como pretende mostrarlo Hechos, perduró por unos años más en las reuniones y acciones cúlticas de la comunidad cristiana primitiva como se denota en diversos pasajes bíblicos (por ejemplo, en Ga 2,11 ss). Volver a la asamblea de Jerusalén es retornar a una pieza que siempre ha de ser tenida en cuenta para entender lo que somos hoy los creyentes en Cristo, considerando distintas situaciones y prácticas, tales como, por ejemplo, los ritos y símbolos empleados en las acciones litúrgicas, la forma de asumir la ley y, el diálogo entre creyentes (diálogo ecuménico) y aún el diálogo con los no creyentes en Cristo (diálogo interrreligioso). Por tanto, no podemos ignorar ni minimizar lo acontecido so pretexto de no generar hoy polémica en un hecho histórico que cuestionó las prácticas del direccionamiento de la Iglesia y la manera de superar las dificultades doctrinales y pastorales en el seno de quienes fueron testigos del acontecer del resucitado en sus vidas. En ese orden de ideas, los Hechos de los apóstoles parecen atenuar el abrupto conflicto desatado entre la Iglesia de Jerusalén y la Iglesia de los gentiles; o mejor, las comunidades que Pablo había ido fortaleciendo hasta ese momento, especialmente en Antioquía, al suscitarse la conversión de los gentiles al cristianismo. Por otra parte, en la epístola a los Gálatas, Pablo retoma el conflicto con mayor fuerza y vehemencia, no oculta ni acalla las diferencias de la Iglesia primitiva. Luego, fue latente la conflictividad en la edificación de la Iglesia primitiva y la superación de todo aquello que no constituía el espíritu del Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 13 Evangelio. ―Este doble testimonio de los Hechos y de Ga 2,1-10 revela que nos encontramos ante un debate histórico en la iglesia primitiva, como acertadamente ha demostrado, entre otros, H. Schlier.‖18 Los traducciones de los textos que nos servirán a lo largo del presente trabajo, como base para desentrañar la conflictividad latente en la Asamblea de Jerusalén y sus implicaciones, son las siguientes: Aland, Kurt, Ed. Et al. The greek new testament. D-Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft. 1994; la Biblia de Jerusalén, Ed. Desclee de Brouwer. 1975. 1.1. CRITERIOS FUNDAMENTALES DE HISTORICIDAD Y DENOMINACIÓN Los criterios establecen orientaciones, pautas e indican al mismo tiempo caminos para guiar el trabajo; no son acciones aisladas ni sueltas, ni mucho menos fórmulas mecánicas, requieren el discernimiento y el buen juicio para validar lo que podría hacerse con un alto grado de certeza y probabilidad. A continuación se señalan, ayudados por el estudio de los expertos, aquellos criterios fundamentales que permiten establecer elementos ciertos y seguros en el momento del ejercicio de la interpretación teológica en relación con los textos de Ga 2, 1-10 y Hch 15 que serán objeto del presente estudio. La ciencia teológica no anda a la deriva pero tampoco se encierra en unos estrechos horizontes de interpretación. Hoy por hoy, irrumpen en la exégesis bíblica los aportes de teólogos que tienen una visión desde las ciencias sociales, desde la antropología, la historia, la psicología, entre otras ciencias, que nos permiten acercarnos cada vez más a los acontecimientos fundantes del cristianismo y de otras religiones. Así también se clarifican 18 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 185. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 14 los horizontes comunes que comparten muchas experiencias religiosas y que son abordadas con gran rigurosidad, piénsese por ejemplo, en este sentido, en los valiosos estudios de Mircea Eliade en su Tratado de historia de las religiones. Uno de los elementos más importantes a considerar en la exégesis bíblica en su carácter de validación científica se refiere a los criterios de historicidad, los cuales no son fáciles de dilucidar por cuanto son múltiples los enfoques y los acercamientos para determinar las fuentes, precisar los hechos y develar los contenidos verídicos. Además, los criterios hacen alusión al juicio reflexivo que se efectúa sobre una serie de hechos que no pueden ser reproducidos, y que en muchos casos no presentan testimonios directos. Es por ello que la hermenéutica bíblica será una de las más importantes ciencias que el presente estudio tendrá en cuenta. Además, el hecho religioso está revestido por su historicidad, la fe atraviesa la historia y los estudios, especialmente desde la antropología teológica, nos muestran lo religioso como un constitutivo de lo humano aún cuando se pretenda sostener una concepción ateísta del mundo. Se debe acudir, entonces, a la experiencia investigativa que ha podido validar los métodos y las formas más adecuadas en torno a la historicidad de los hechos. Desde el presente trabajo se retoman los aportes adelantados por John Meier en su libro Un Judío Marginal19. Meier destaca en el capitulo sexto, tomo I, cinco criterios primarios para determinar ¿Cómo decidimos qué es lo que proviene de Jesús?; si bien los criterios se aplican allí para dilucidar lo que concierne al problema del Jesús histórico, éstos son válidos análogamente para un ejercicio serio de exégesis; para el caso que nos interesa de Gálatas y Hechos de los apóstoles sobre la Asamblea de Jerusalén. Frente a los criterios presentados por Meier alguien podría anotar que su aplicación se debería tener en cuenta sólo para el estudio exegético del Jesús histórico y del Cristo de la 19 Meier, Un judío marginal, Tomo I. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 15 fe20, ante lo cual se argumenta que, los criterios exegéticos y hermenéuticos en la teología bíblica han sido validados por el trabajo con diferentes textos en distintos contextos y desde diversos pretextos21, es decir, que no se debe caer en minimizar los criterios para ciertos textos bíblicos; al contrario, se hacen extensivos y se constituyen en pistas relevantes para la ciencia bíblica. Además, el surgimiento de la hermenéutica como ciencia y el debate en torno a esta afirmación, han hecho que cada vez más se establezcan consensos frente a la interpretación y apropiación del sentido de los textos bíblicos, teniendo siempre en cuenta no sólo la teología inmersa sino los condicionamientos socioculturales, las condiciones políticas, y las religiosas entre otros. Algunos criterios primarios, que como su nombre lo indica son centrales a la hora de validar el carácter histórico de los textos bíblicos, son: Criterio de dificultad o contradicción: el cual permite considerar hechos o acontecimientos que han desconcertado o creado dificultad para la iglesia primitiva, en cuanto, permiten evidenciar acontecimientos de no fácil consideración, y son aceptados pese a la dificultad que acarrean para su misma interpretación. Se requiere la confrontación de varios textos que expresen posiciones diferentes en torno a un mismo hecho22. Este es el caso de la Asamblea de Jerusalén que, siendo un acontecimiento polémico y muy fuerte, no se pudo ocultar dado que evidenció una realidad subyacente en el contexto de la comunidad cristiana primitiva. Sin embargo, si encontramos diferencias en la visión presentada por Hechos y por Gálatas, en donde el primero teologiza dentro de un relato admirable y no conflictivo según la trama de Lucas, mientras que el segundo aborda el acontecimiento en su problemática o dificultad, si bien el contexto está también cargado de las disputas de Pablo con los fariseos, especialmente frente a la circuncisión. Por tanto, el 20 El debate entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe ha marcado un debate permanente en la teología tanto bíblica, sistemática y desde luego en la teología de la acción. 21 Cfr. Parra, Textos, contextos y pretextos para la teología y la pastoral. 2005. 22 Cfr. Meier, Un judío marginal, 184-187. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 16 criterio de contradicción nos permite reconocer el carácter histórico del conflicto suscitado en el núcleo de los seguidores de Jesús, en los pilares de lo que hoy constituye el cristianismo; no puede ser acallado el conflicto que vivió la comunidad primitiva en su seno, hay que recuperar su sentido para iluminar los aparentes irreconciliables conflictos que surgen dentro de los seguidores actuales del Señor Jesús de cara al diálogo ecuménico. Criterio de discontinuidad: se refiere a aquellas palabras o hechos que siendo originales en la iglesia primitiva marcaron una ruptura con lo establecido y no permiten la reducción o simplificación. Por ello este criterio también recibe el nombre de disimilitud. En el caso de Jesús permite verificar su continuidad con el judaísmo, y al mismo tiempo su discontinuidad con él23. Este importante criterio nos permite considerar elementos de valor capital en la asamblea de Jerusalén que no pueden esconderse o ignorarse y cuyo tratamiento en el desarrollo de la misma representó una ruptura con la manera de entender la experiencia del seguimiento del Señor por parte ni más ni menos que de la comunidad de Jerusalén y sus integrantes. Fue la ocasión para una nueva mirada a la experiencia religiosa que progresivamente se estaba configurando en discontinuidad con el judaísmo. Este será un criterio fundamental y se considerará especialmente en el segundo capítulo del presente trabajo con mayor detenimiento. De antemano, se puede vislumbrar cómo la asamblea de Jerusalén marca el surgimiento de un proceso de autonomía de la religión cristiana frente al judaísmo. Criterio de testimonio múltiple: nos permite cruzar la información contenida en más de una fuente literaria independientemente, por ello también recibe el nombre de referencias cruzadas24. También se aplica para el caso de la Asamblea de Jerusalén y permite que sea vista desde ángulos diversos pero al mismo tiempo complementarios, se trata de una consideración que 23 Cfr. Ibid., 187-190. 24 Cfr. Ibid., 190-191. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 17 podríamos llamar dialéctica en cuanto siendo diversas nos permiten configurar una interpretación enriquecida del acontecimiento en cuestión. Además de estar registrado el acontecimiento de la Asamblea aparecen otros hechos que se relacionan con ella, tales como las narraciones de las comidas entre los judeocristianos y los helenistas, por ejemplo en Antioquía, y los conflictos que siguen sorteándose aunque se haya llegado a un supuesto consenso en la Asamblea. El denominado ―Concilo de Jerusalén‖ debe ser enriquecido por distintos textos que nos permiten traer un significado más profundo del mismo. Criterio de coherencia: como los anteriores, no aparece solo, sino que requiere la convergencia de varios de ellos, sólo puede entrar en juego después de haber aislado cierta cantidad del material histórico mediante la aplicación de los criterios anteriores. ―El criterio de coherencia sostiene que otros hechos y dichos que encajan bien en la ―base de datos‖ preliminar, establecida mediante la aplicación de los tres primeros criterios, tienen buenas probabilidades de ser históricos.25‖ Para nuestro caso el criterio de coherencia se valida con la importancia que adquirió dicho acontecimiento para la Iglesia naciente y para la Comunidad cristiana primitiva, su eco sigue hoy resonando para suscitar el diálogo ecuménico entre quienes nos denominamos cristianos. La polémica desatada en torno al Concilio en torno a la circuncisión no fue solucionada en la práctica de una vez por todas, se necesitó un tiempo considerable para que fuera dándose una transición hacia nuevas formas de entender la religiosidad y ritualidad de la comunidad primitiva. Además, la asamblea de Jerusalén resonó mucho tiempo más, dados los espinosos asuntos tratados sobre todo en lo que se refiere a la relación del cristianismo naciente y su independencia del judaísmo del cual provenían un buen número de seguidores de Cristo. Varios textos así lo muestran como es el caso de Ga 2,11-14. 25 Ibid., 191-192. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 18 Criterio de rechazo y de ejecución: Meier aplica este criterio sobre todo para el Jesús histórico, y denota que palabras y hechos históricos pueden explicar su muerte y crucifixión como ―Rey de los Judíos‖. No obstante en los textos de Nuevo Testamento será útil para acercarnos a la experiencia del seguimiento de las primeras comunidades cristianas. La forma como ellas interpretaron dicho acontecimiento26. El mismo Pablo experimentó, a causa de la defensa del Evangelio del cual fue portador, persecusiones e incomprensiones incluso en el seno de las comunidades cristianas como lo muestra la Asamblea. Este criterio un poco extraño para nuestro caso, sin embargo, se hace más cercano cuando tenemos presentes figuras como la de Pablo y, a los cristianos helenistas como fue el caso de Esteban. Se efectuó en multiples ocasiones un rechazo a la manera como los cristianos no provenientes del judaísmo interpretaron y vivieron su encuentro con el señor Jesús desvinculándose de la mediaciones rituales judías; incluso los mismos cristianos judaizantes emprenden la persecución contra los cristianos helenistas. Por tanto, este criterio aplicado al rechazo que sufrió Jesús por lo que se atrevió a proclamar y vivir, se hace extensivo en los seguidores del Señor encabezados por Pablo que tienen que asumir la persecución por mantener el Evangelio que recibió del mismo Jesús. Si bien el género evangelios aparece posteriormente al concilio, se da una experiencia vital que constituye, en el caso de Pablo, un Evangelio y desde el cual él vive los acontecimientos que lo marcan, entre ellos la Asamblea de Jerusalén: “Pues el que actuó en Pedro para el apostolado de los circuncidados actuó también en mí para el de los gentiles.”(Ga 2,8) Por tanto, los anteriores criterios nos servirán como referentes permanentes del ejercicio hermenéutico bíblico que se realizará a lo largo de estos capítulos. En el primer capítulo, se evidenciarán los criterios de contradicción, de testimonio múltiple y coherencia, mientras, los dos restantes en el capítulo segundo y tercero. 26 Cfr. Ibid., 193. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 19 En cuanto a la denominación se refiere, se han dado múltiples acercamientos al acontecimiento de Jerusalén desde diferentes enfoques, épocas y autores, de los cuales señalaremos algunos representativos; su riqueza hace que siga siendo vigente su consideración con miras a discernir el sentido profundo de la experiencia de seguimiento del Señor Jesús y de las comunidades que interpretaron y generaron una praxis vital que fue plasmada en los escritos neotestamentarios que constituyeron el canon fundamental de las Sagradas Escrituras. Lo primero que conviene señalar es la misma denominación del hecho, llamarlo por su nombre en el momento histórico en el cual se produjo; el nombre representa una realidad, en este caso dice un significado para una comunidad concreta y hoy para quienes queremos interpretar las experiencias que acompañaron a los seguidores de Jesucristo. Por mucho tiempo se le denominó a este acontecimiento el Concilio de Jerusalén, nombre que, desde la eclesiología se podría cuestionar, máxime cuando dicho evento no reunió a la totalidad de las comunidades que profesaban a Jesús como Señor de sus vidas. Sin embargo, lo anterior podría también cuestionarse desde el planteamiento de que si bien no reunió a la totalidad de las Iglesias nacientes, sí simbolizó la totalidad de la Iglesia en tanto acogió a los herederos primarios de la experiencia de Jesús, los judíos, y al mismo tiempo a quienes cobijaría la promesa de salvación anunciada desde antaño en los profetas, es decir, los gentiles, y en ellos la salvación extensiva a todos los hombres y mujeres de diferentes épocas y culturas. El mismo Fitzmyer así lo expresa: A esta reunión se le da el nombre de Concilio apostólico. Este es realmente un nombre inapropiado, pues tal como se describe no es una asamblea solemne de autoridades de toda la Iglesia. Además, nunca aparece en la lista de los concilios de la historia del cristianismo. No obstante, cuando se reflexiona sobre el tema que es Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 20 discutido y su importancia doctrinal, puede verse por qué se le considera como una especie de ―concilio‖.27 De ahí que si bien se prefiera el término Asamblea de Jerusalén, ya que expresa mejor el acontecimiento en su relidad histórica, aún así no deja de adquirir ésta una relevancia suprema por los elementos que planteó para la edificación de la Iglesia y para la esencia del cristianismo. La denominación Asamblea conlleva la representación de un acontecimiento que fue y es hoy relevante para la Iglesia, por ello pese a que de manera oficial no se le denomine Concilio, no por ello deja de tener la trascendencia capital que tiene para los seguidores del señor Jesús. Además, la categorización de los Concilios fue muy posterior y obedeció a un ordenamiento más doctrinal y jerárquico, lo cual no le resta a la asamblea de Jerusalén el centro que ocupa en la Iglesia primitiva; la Asamblea tiene en el fondo ejes de sentido que determinarán la orientación doctrinal y pastoral del cristianismo naciente. Por tanto, tampoco puede pasarse de forma efímera sobre este acontecimiento fundante de un nuevo paradigma en la historia de las religiones: el cristianismo. Para el presente escrito se utilizará la expresión Asamblea para referirse a la asamblea de Jerusalén y evitar caer en reiteraciones innecesarias. 1.2. FUENTES TESTIMONIALES DE LA ASAMBLEA Determinar el contexto de los textos fundamentales que dan cuenta de la asamblea de Jerusalén requiere tomar nuevamente los criterios ya señalados al iniciar el presente capítulo. El contexto de la comunidad primitiva cristiana es el contexto de los fundadores de lo que hoy llamamos el Cristianismo. El cristianismo en cuanto movimiento religioso nace en medio del anonimato y progresivamente se va haciendo visible para la comunidad 27 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 190. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 21 de Jerusalén, en la región Palestina y, se va expandiendo poco a poco por la fuerza del espíritu del Resucitado por Asia Menor y luego a todo el Imperio Romarno. El origen del cristianismo exige reconocer sus raíces, pues quien pierde sus raíces pierde su historia. La historia también muestra que el movimiento desatado por el Resucitado, el Señor Jesús, fue creciendo lentamente, su evangelio resonó en la Palestina, en Galilea y otras poblaciones en donde Jesús había dejado su impronta. Ahora bien, este movimiento no fue bien visto en sus inicios por la religión judía, al contrario representó una amenaza para esta experiencia vigente en la Palestina y desde luego en Jerusalén. Sin embargo, el cristianismo que se expande fuera de la Palestina progresivamente va desencadenando nuevas experiencias que crean discontinuidad con la praxis de la comunidad de Jerusalén, lo cual se hace incontenible. Las dos principales fuentes bíblicas testimoniales de la asamblea de Jerusalén son la Carta de San Pablo a los Gálatas en su capítulo 2, versículos (vv) 1-10 y el libro de los Hechos de los Apóstoles en su capítulo 15. Los textos exigen verificar las fuentes inspiradoras para la conformación de los pasajes definitivos, dado que se encuentran diferencias notables y estructuras diversas como las que subraya Bornkamm: El mismo Pablo (Gal 2, 1-10), así como tambien los Hechos (cap. 15), informan sobre ella con todo detalle, y ambos, cada uno a su manera, reconocen su capital importancia: el informe paulino, tanto por el amplio espacio que le dedica, como porque refleja el modo profundo y sentido con que Pablo participó en ella y que se trasparenta en la misma redacción del hecho; el relato lucano por la forma artística en que está escrito, y por el lugar que ocupa en el conjunto de los Hechos.28 La experiencia de Hechos constituye un pilar para entender la irrupción del cristianismo en el primer siglo de la era cristiana y su evolución progresiva frente al judaísmo, si bien como se hace notar anteriormente, hay que tener muy en cuenta cómo se matiza o se incorpora en 28 Bornkamm, Pablo de Tarso, 68. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 22 la intencionalidad del autor, Lucas, los acontecimientos que pudieron tener distintas connotaciones, como lo es la asamblea de Jerusalén. Hay que tener en cuenta las intencionalidades de Lucas en Hechos, entre otras, presentarnos una visión magnánima del origen del cristianismo; los conflictos pareciesen matizarse en función de la misma historia. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en la asamblea de Jerusalén dándose por solucionado un grave conflicto que, si bien se consideró en la misma Asamblea, perduró por mucho tiempo más y, se manifestó en otras confrontaciones posteriores, tales como la ya señalada en Ga 2,11 ss. Profundizando en lo que se ha afirmado debemos confrontar los textos, de forma tal, que emerjan los conflictos subyacentes en toda su dinámica. Si a ello sumamos los criterios intuidos por el padre Meier podríamos enfatizar que la conflictividad producida por la asamblea de Jerusalén muestra que no fue un simple acontecimiento pasajero sino que centró todo el interés de quienes eran columnas de la Iglesia madre de Jerusalén y, quien fuera posteriormente pilar de la consolidación del anuncio del evangelio entre los gentiles, Pablo. La cuestión de las fuentes en el caso de Hch 15 ha sido ampliamente estudiada como señala Fitzmyer en su destacado estudio de los Hechos de los apóstoles29. El trata de precisar si en el capítulo 15 de Hechos, el autor, Lucas, acude o no a otras fuentes; al examinar los materiales desde la crítica textual y después de una cuidadosa argumentación sostiene que sí acude a fuentes antioquenas las cuales organiza desde sus pretensiones teológicas. En los vv. 1-2 se atribuye la visita de Pablo a una decisión de la Iglesia de Antioquía para solucionar la controversia entre éste y los judeocristianos. Sostiene Fitzmyer: ―La solución adoptada aquí es que los v. 1-2 son una sutura lucana que une el material encontrado en 3, 33, proveniente de la fuente antioquena con la que Lucas se ha encontrado, con la fuente paulina 29 Cfr. Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 186. que había usado en 13,1 -14,28, la Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 23 descripción de la primera misión de Pablo. El último material que Lucas usó de la fuente antioquena fue el de 11, 19-29, del cual el material antioqueno en el capítulo 15 es la secuencia original‖30. Los Hechos de los apóstoles presentan la Asamblea con un escrito más de corte discursivo, frente al de Gálatas más de corte narrativo, manifestado por ejemplo en las palabras de Pedro y en las indicaciones de Santiago, para afianzar las posiciones que eran esenciales para la Iglesia de Jerusalén desde la perspectiva de Lucas. Su valor histórico, sin embargo, es relevante, como señala en una de sus notas Gerd Theissen: ―Que los hechos de los apóstoles son una historiografía religiosa no debería ser objeto de debate. […] Esto no significa que sus relatos sean ―históricos‖. Pero los Hechos contienen datos históricos valiosos: los numerosos contrastes del libro con las cartas de Pablo impiden derivarlo de ellas, aunque el autor conociera algunas. Los Hechos de los apóstoles se apoyan en tradiciones independientes que son aprovechables históricamente.31‖ Los dos textos, el de Hechos y el de Gálatas que abordan la Asamblea de Jerusalén entran a ser confrontados, en tanto cada uno desde su pretensión y desde su interés teológico enfatiza en elementos que parecieran contraponerse. Un primer aspecto, es la fecha de los textos que resulta portadora de un gran significado en orden a su valor histórico y teológico: ―Para el espacio de tiempo hasta el año 70 d.C. contamos con la monografía historiográfica de los Hechos de los Apóstoles y con las Cartas paulinas auténticas. De la suma de ambos se obtienen valiosas informaciones sobre algunos conflictos en los que emergen grupos muy diferentes, sin que poseamos escritos de todos estos grupos.32‖ Reunirlos y reconocerlos por el Canon oficial de la Iglesia antigua primitiva ratifica el cumplimiento de los criterios históricos señalados por Meier para demostrar la veracidad 30 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 186. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 300. 32 Ibid., 300. 31 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 24 del acontecimiento de la Asamblea y sus hondas repercusiones en la Iglesia primitiva. Para el caso del texto de Gál 2,1-10 se tienen presentes rasgos históricos relevantes: El apóstol examina los sucesos de la asamblea un buen lustro más tarde y lo hace en la situacion conflictiva peculiar de la carta a los gálatas. Consiguientemente su informe está puesto al servicio de los principios apologéticos y polémicos con los que mantiene a raya a sus adversarios. Por más que lo esencial resulte ciertamente bien fundado y los pormenores aducidos merezcan crédito, sin embargo el informe es claramente un resumen de los hechos, redactado de cara a una situacion posterior y, como si esto fuese poco, es sometido por Pablo a una constante actualización. […] A pesar de todo, no puede haber duda de que con Ga 2 disponemos de un informe auténtico sobre la asamblea, e incluso de que él constituye la única fuente utilizable desde el punto de vista histórico.33 El testimonio registrado en Gálatas 2, 1-10 posee una descripción del hecho más desprovisto de adiciones y condicionamientos, no reviste las tradiciones originarias de un ropaje que transforma su sentido afianzando el judeocristianismo como sucede en Hechos y, además, en Gálatas Pablo es un testigo directo de dichos acontecimientos. Ahora bien, esto no quita que el texto de Gálatas contenga sus propias intencionalidades, pero es aquí donde la hermenéutica bíblica nos exige utilizar las herramientas críticas adecuadas para captar el sentido fundamental de los textos, en nuestro caso para acercarnos a Gálatas. El texto de Gálatas posee un carácter narrativo apologético, es muy escueto, está centrado en la figura de Pablo, y en el acontecimiento del pasado, se interpreta desde la situación actual (crisis gálata). Hay que tener muy en cuenta ese carácter del texto, al intentar precisar históricamente el acontecimiento de la ―asamblea‖ de Jerusalén: detrás hubo mucho más de lo que el texto insinúa; no se trataba de un asunto propio de Pablo, sino de toda la comunidad de Antioquía (detrás de la primera persona singular esta la primera plural de la delegación antioquena); y el 33 Bornkamm, Pablo de Tarso, 68. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 25 influjo de aquel acontecimiento se dejó notar después, también en la actualidad de la crisis gálata, dentro de la cual se escribe el texto (salto de verbos en pasado a verbos en presente).34 Abordar el texto de Gálatas 2,1-10 permite retomar un hecho histórico de la comunidad cristiana primitiva que marcó un derrotero importante para la configuración de la Iglesia, no tanto por su impacto en el momento de la realización de la Asamblea sino por las enseñanzas y nuevos caminos que significó para la experiencia religiosa naciente que estaba definiendo su propia identidad en relación con el judaísmo, del cual bebió por un tiempo considerable, hasta alcanzar una autonomía y un lugar propios. La asamblea de Jerusalén será por muchos años y hoy para nosotros un referente imprescindible sine qua nom es posible entender la libertad y grandeza del evangelio frente a las tradiciones culturales y los imaginarios religiosos35 cambiantes en la sociedad. Por otra parte, los criterios primarios iniciales de Meier señalados en este capítulo permiten adentrarnos cada vez más en la lectura desprovista de prejuicios, favorecen ir a las teologías subyacentes en los textos, sus pretensiones y sus intencionalidades. Se puede evidenciar en la confrontación de estos dos textos que hacen alusión a la Asamblea que el ejercicio hermenéutico no es mecánico ni simple y, que exige profundidad, seriedad y, además, una gran habilidad para ir desentrañando lo fundamental de los autores en cuanto a los diversos intereses que defiende cada uno en su texto y al ropaje cultural subyacente en ellos. El análisis comparativo de las fuentes enriquece el significado teológico del acontecimiento en cuestión y nos permitirá avanzar en el objeto último del presente capítulo, es decir, precisar con certeza el horizonte interpretativo de la Asamblea. Al respecto, Fitzmyer encuentra convergencias en los dos textos base de la Asamblea: 34 Vidal, Las cartas originales de Pablo, 82. El imaginario religioso lo conforman las tradiciones culturales religiosas, su folclor, su lenguaje y sus formas de representar y simbolizar el hecho religioso; el imaginario religioso cambia a través de la historia de manera especial con movimientos religiosos nuevos o renovadores del acontecer religioso. 35 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 26 Anteriormente, en el comentario a los vv. 1-2, se dijo que lo más probable es que Lucas usara fuentes antioquenas en los vv. 3- 33. Ahora es necesario hacer una distinción más, pues en los vv. 3-12 tenemos en efecto la contrarréplica de lo que Pablo mismo refiere en Ga 2. En ambos relatos, el lucano (Hch 15, 3-12) y el paulino (Ga 2, 4-6), el tema es el requerimiento de la circuncisión y el cumplimiento de la Ley mosáica para los gentiles convertidos. La decisión, que niega este requerimiento, anotada en los dos relatos, revela que el ―concilio‖ de Jerusalén estuvo sólo dedicado a estas cuestiones. Lucas ha obtenido la información sobre este ―concilio‖ de una fuente antioquena.36 Ahora bien, para el presente trabajo existe un rasgo definitivo que nos ayuda a entender mejor el sentido de los textos de la Asamblea: el hecho de considerar, ayudados por Gerd Theissen, la aproximación que él hace desde la historia del cristianismo primitivo a Lucas, como escritor. Al respecto señala que Lucas retoma desde el género evangelio una nueva forma de entender la religión naciente frente al judaísmo. Aquí surge algo nuevo, que se consolidará no sólo con el Evangelio de Lucas sino con su continuación en el relato de Hechos de los apóstoles. Lucas da un aporte singular en cuanto a diferenciar y distinguir un nuevo elemento constitutivo de la religión naciente cristiana, este elemento lo denomina Theissen el deslinde narrativo-histórico frente al judaísmo37, o mejor una nueva manera de entender la experiencia religiosa naciente a partir de la narración del acontecimiento Jesús. ―Lucas cuenta la historia de salvación del cristianismo primitivo de forma que hace comprensible la separación de judíos y cristianos. Elige para ello un camino muy simple. Añade a su evangelio una segunda obra acera de los seguidores de Jesús. En ella hace ver cómo los caminos de judíos y cristianos se bifurcan contra la voluntad de los cristianos.‖38 36 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 191 Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 217-221. 38 Ibid., 216. 37 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 27 Lucas a partir de una nueva manera de entender lo que constituye la experiencia cristiana naciente, que se aparta en gran medida de la judía, está dando un salto cualitativo para las generaciones venideras. Por tanto, se debe rastrear el hecho de la conformación progresiva de la experiencia naciente cristina y, su proceso de constitución como religión propia y autónoma de otras formas de religiosidad existentes, en la época posterior al Jesús histórico. Al mismo tiempo, se trata de acercarse a la vitalidad del acontecimiento de Jerusalén, a su representación o significado en la comunidad. El conflicto de Jerusalén evidencia la lucha interna que sostiene la experiencia religiosa crisitiana en su interior y, al mismo tiempo, muestra que los conflictos en la misma se superan enfrentándolos decididamente a través del diálogo, por difíciles o polémicos que aparezcan. Finalmente, apartarse o deslindarse de la tradición judía no fue una ruptura abrupta, conllevó, por momentos, asumir y validar la posición del judeocristianismo como aparece en el texto de la Asamblea de Hch 15 que retoma fuentes Antioquenas y añade tradiciones con las que se valida la posición judeocristiana, como señala Fitzmyer: (…) Lucas ha añadido otra historia que trata de una decisión que Santiago y otros han hecho en Jerusalén sobre los alimentos y otros asuntos. […] Aun cuando en otras partes Lucas depende de una fuente Palestina para los relatos de los acontecimientos de Jerusalén en los Hechos, parece improbable que la información combinada de este capítulo provenga de dicha fuente; razón por la cual se atribuye el relato básico de los vv. 3-12 y 13-33 a fuentes Antioquenas39. Lucas permanece vinculado con la posición judeocristiana como se denota en Hech 15, 29 al incluir las decisiones adoptadas por la Asamblea: ―Las decisiones adoptadas en Jerusalén 39 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 191. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 28 parecen haberse determinado originalmente en momentos diferentes, si bien Lucas las relata juntas en el capítulo 15. Lucas indiscutiblemente ha modificado la primera historia, sacada de una fuente antioquena, con referencia a la experiencia de Pedro en el capítulo 10, especialmente en su discurso, que es fundamentalmente de composición lucana.‖40 El texto de la asamblea de Jerusalén marca esa ruptura entre una salvación ofrecida inicialmente a los judíos y la salvación ahora ofrecida a los gentiles. Se trata de un nuevo inicio, un nuevo comienzo en donde Dios no hace ya distinciones entre judío y no judíos, sin embargo, late la crisis permanente del pueblo elegido por Dios y la salvación prometida a Israel: ―La misión pagana es para Lucas consecuencia del rechazo del mensaje por parte de los judíos. Históricamente ocurrió quizá a la inversa: la misión pagana cuestionó la identidad del judaísmo con la renuncia a la circuncisión y a los preceptos sobre manjares, y provocó con ello la resistencia de los judíos, de suerte que las comunidades paganocristianas se alejaron aún más del judaísmo‖41 A partir de estos aportes podemos vislumbrar una interesante inferencia indicada por Theissen: ―Los adeptos de Jesús crearon así una narración histórico-mítica propia que otorgó el estatus divino a un hombre; ya por eso, esa narración no pudo entrar en el patrimonio narrativo religioso del judaísmo.‖42 De esta forma, Lucas logra en su evangelio una distinción capital en lo que se refiere a la narración del mito43 fundante del cristianismo, uno de los elementos centrales que constituye la experiencia religiosa cristiana y, Hechos prosigue esa intencionalidad. Por las razones expresadas en relación a las fuentes, el presente trabajo confronta el texto de Ga 2,1-10 con el de Hechos 15, en los apartes que son comunes, para emprender la 40 Ibid., 191. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 219. 42 Ibid. 221. 43 En la Religión de los primeros cristianos, Gerd Theissen aborda ampliamente la religión como un sistema de signos socio-culturales y religiosos. En el segundo capítulo se amplia lo dicho aquí. 41 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 29 búsqueda del sentido enriquecido de la asamblea de Jerusalén sin que se reste su fuerza conflictiva y deconstructiva en la historia de la configuración de la Iglesia primitiva. 1.3 CONTEXTO El anterior apartado nos ha ubicado con amplitud en las fuentes principales que expresan el acontecimiento de la asamblea de Jerusalén. Sin embargo, el contexto de la Asamblea resulta no sólo del punto de vista geográfico e histórico, también, entra a jugar el contexto sociocultural y religioso. La asamblea de Jerusalén reúne la manera de pensar de los miembros de distintos grupos cristianos que conformaban la Palestina, así como de los que, en el anuncio del Evangelio que representa Cristo, habían irrumpido en Antioquía y otros lugares más allá de las fronteras de Judea y Galilea. La religión cristiana con la asamblea de Jerusalén o sin ella sería diferente, no aparecería con esa impronta; para lograrlo tuvo que enfrentar la conflictividad inherente al ropaje cultural de hombres y mujeres que sostienen en sus sistemas religiosos la posesión de la verdad y las razones que fundamentan su praxis religiosa. Se trata, entonces, de un hecho nada secundario y en consecuencia, se debe abordar con una mirada nueva para entresacar su riqueza renovada para el actuar de las Iglesia seguidoras del Señor Jesús. En esta configuración de ese nuevo sistema religioso la asamblea de Jerusalén ejerce un papel único e irremplazable en el nuevo rostro de la experiencia religiosa cristiana que se separa del judaísmo. Por tanto, desde el punto de vista de la génesis de las religiones y, en particular de la génesis de la religión cristiana resulta, la asamblea de Jerusalén, una pieza invaluable en su configuración y en la definición de su identidad. La historia de la religión cristiana primitiva es la historia genética de un sistema religioso autónomo. Comenzó con el abandono del lenguaje ritual del judaísmo – la Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 30 circuncisión y los preceptos sobre los manjares- y se completó con la formación de un lenguaje narrativo propio -como unidad de mito e historia en la narración fundamental de los evangelios-. Con el desarrollo de un ethos que alcanzó toda la vida cotidiana, aseguró su fundamento social: el compromiso de los grupos con un nuevo modo de vida, no heredado de los ―padres‖ y por el que había que optar voluntariamente. 44 El judaísmo como experiencia religiosa se vio violentada por la experiencia del cristianismo naciente, no obstante los hombres y mujeres de la iglesia primitiva bebieron de ese mismo judaísmo e hicieron las ruptura progresivamente en un marco cultual, dado que el judaísmo representó una cosmovisión global de la existencia y la asunción del cristianismo sólo se llevó desde esas historias reales de hombres y mujeres que fueron tocados y trasformados por la experiencia del Jesús resucitado. La aceptación de la fe en Jesús no fue mecánica ni mucho menos desconoció las dinámicas propias de los hombres y mujeres que conformaron las culturas que se adhirieron al cristianismo. Se produjo un hondo impacto en quienes enfrentaron la tensión de la nueva experiencia religiosa no sólo en el ámbito religioso, también, repercusiones sociales y culturales que muchas veces pasan desapercibidas ingenuamente. El reconocimiento obtenido en el concilio de los apóstoles dio un fuerte impulso a la misión pagana. Los desórdenes provocados en la comunidad romana poco después del concilio (46/48) ante el vigor con que se difundía allí el mensaje de Cristo, pudieron ser un efecto remoto de dicho concilio. Es posible que el cristianismo estuviera ya presente en Roma con anterioridad. Pero sólo la admisión de paganos no circuncisos como miembros con igualdad de derechos podía provocar desórdenes en una comunidad judía. Los desórdenes tuvieron como respuesta el edicto de 44 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 249. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 31 Claudio el año 49 d.C. y la expulsión de aquellos que más habían significado. La expulsión afectó a los judíos45. Para completar esta caracterización se presenta a continuación los grandes grupos que confluyeron en la Asamblea, con algunos de sus rasgos fundamentales en cuanto a sus aspectos socioculturales y religiosos. Interesa identificar aquí su origen, sus tendencias, los elementos doctrinales, rituales y simbólicos que nos permiten delinear de una mejor manera el rostro de los protagonistas de la Asamblea. El estudio elaborado por Ludger Schenke46 permite hacer una seria caracterización de los distintos grupos cristianos dentro y fuera de Jerusalén del primer siglo de nuestra era. También, posibilita entender la dinámica evolutiva de la comunidad jerosolimitana y Palestina y los entornos culturales complejos que entran en conflicto en la asamblea de Jerusalén. Es tan importante este aspecto que desconocerlo conllevaría falsear la interpretación bíblica y, en nuestro caso, aniquilar el contexto vital para la comprensión del acontecimiento de Jerusalén. Por tanto, se acudirá de manera especial a este importante autor para precisar mejor el contexto de quienes participaron en la Asamblea. 1.3.1 Los judeocristianos Los judeocristianos configuraron el primer grupo en el cual se llevó a cabo el anuncio de los seguidores del señor Jesús, si bien la denominación fue posterior hasta que se menciona en Antioquía a los seguidores de Jesús como cristianos. Este importante grupo que proviene de los judíos reunidos en Jerusalén y sus alrededores, se consideran herederos de las promesas que pertenecían al pueblo judío, en otra época el pueblo de Israel. Se sienten los herederos directos y por tanto privilegiados de no haber rechazado el anuncio que trajo Jesús, el enviado de Dios. 45 46 Ibid., 263. Cfr. Schenke, La comunidad primitiva, 1999. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 32 Su crecimiento progresivo como grupo representativo se da a lo largo del anuncio de los primeros discípulos del Señor en Jerusalén y en la Palestina, especialmente, de personajes influyentes como Pedro, Juan y Santiago. Ellos mismos se consideran enviados a proclamar la Buena Nueva a los judíos, pueblo elegido por Dios y en donde Jesús realizó su anuncio. Su origen se remonta al pueblo de Israel, cuya configuración se consolidó con la confederación tribal bajo el reinado de David, posteriormente, en la monarquía entra en decadencia, sin embargo, mantiene la promesa de ser el pueblo elegido por Dios. Este carácter se mantuvo vivo, pese a la división de Israel y Judea, así como también, a la diáspora experimentada a manos de los pueblos que le dominaron durante siglos. La experiencia religiosa del antiguo Israel sufrió un vuelco definitivo con el exilio, con la deportación. Los elementos constitutivos de ésta experimentaron un quiebre, y les obliga a tomar unos nuevos referentes de sentido: aparece, entonces, el judaísmo. Se experimenta una nueva forma de vivir las antiguas promesas, sintiéndose el pueblo elegido de Dios. Después del exilio los persas instauraron en Jerusalén y en Judea un estado templario de tipo teocrático. Su base fue la torá como ―ley fundamental‖, y su cometido, la realización del culto divino ordenado en la torá. Los sacerdotes oficiantes en el templo, con el sumo sacerdote a la cabeza, además de ser responsables del culto, fueron también por largo tiempo y reiteradamente los representantes políticos de aquella comunidad judía. Ellos consideraban la comunidad como un ―Estado de Dios‖ que funcionaba con un arreglo de la voluntad divina. Representaba al resto de Israel purificado por el destierro. 47 El judaísmo se configura a partir del exilio, y pretende mantener el sentido fundamental que movió a Israel a seguir a su Dios, pese a la infidelidad de su pueblo. El exilio marca profundamente la religiosidad de la comunidad judía y a partir de él, advienen nuevos 47 Ibid., 238. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 33 significados para su experiencia religiosa. Aconteció, pues, un hecho que marcará de forma definitiva al judaísmo y sin el cual no sería posible entenderlo: El Exilio. Como indica Hans Küng: ―Desde entonces, Israel vive en la tensión entre patria y diáspora. Pero precisamente de esa diáspora han emanado siempre impulsos esenciales. Aquí se ve con claridad que ambas, la patria y la extranjería, son auténticas titulares de antiguas tradiciones israelitas.48‖ El pueblo judío es consecuencia de una transformación muy profunda de la praxis religiosa de Israel, cambios producidos en sus símbolos fundamentales y referentes de su culto. Se gestó una evolución de la antigua religión del pueblo de Israel hacia un judaísmo con elementos que se institucionalizaron progresivamente para perdurar en la historia y para resistir los ataques de aquellas naciones que sometieron al pueblo elegido por Dios. Sin embargo, pese a una institucionalización de la experiencia religiosa en el judaísmo, dentro del mismo, se mantuvieron posturas diferentes en orden a salvaguardar la heredad dada por el Señor a su pueblo. La resistencia a la institucionalización también se efectuó en el seno del judaísmo como, por ejemplo, frente al Estado teocrático: ―Esta visión de la comunidad judía concreta como un ―Estado de Dios‖ ya efectiva fue siempre objeto de discusión. Desde la fundación de la comunidad post-exílica hubo un frente de oposición intrajudía que rechazó, a la luz de premisas escatológicas, la idea de una teocracia ya realizada.‖ 49 De esta forma, para entender a los judeocristianos, es decir, aquellos primeros cristianos que fueron conversos del judaísmo y protagonistas de primer orden en la Asamblea, se deben tener presentes los rasgos fundamentales del judaísmo, además, de los ya mencionados se encuentran: su vinculación con el templo de Jerusalén, la circuncisión como un signo de la Alianza y, la Ley mosáica, como un referente permanente de su praxis de vida. 48 49 Küng, El Judaísmo, 103. Schenke, La comunidad primitiva, 239. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 34 Este acercamiento nos permite entender la dinámica de la Asamblea y el conflicto profundo que se desencadenó entre Pedro, Pablo y demás protagonistas de la asamblea en Jerusalén, a fines de la década de los cuarenta. Por tanto, se precisa a continuación algunos rasgos fundamentales de la experiencia religiosa judía que marcaron profundamente a los judeocristianos y, que permiten comprender la encrucijada que se tuvo que sortear para lograr asumir la novedad de vida de la experiencia religiosa cristiana. La experiencia de lejanía en el exilio hace que uno de los referentes religiosos fundamentales, el templo, experimente sentidos nuevos; el templo se torna no tanto en un lugar para el culto cotidiano sino en un signo de referencia para la fe del pueblo judío. Una vez hincada la diáspora, los Judíos perdieron un referente muy importante, este era el templo, el cual estaba ubicado en Jerusalén y al principio los Judíos creyeron no poder seguir adorando a Dios, pues se encontraban fuera de su centro, pero a medida que el tiempo pasaba, hubo otra transformación en lo referente a los cultos.50 Luego, el templo es resignificado dentro de las acciones cultuales, dado que se siente su ausencia y la imposibilidad de estar presente en él; el judío entra a reconstruir su relación con el templo, se infiere una transformación en cuanto a la presencia física y se gana en la práctica de una religiosidad centrada en el verdadero culto a Dios. La religiosidad personal del judío practicante se había desentendido desde hacía tiempo del ejercicio del culto en el templo. La vida moral acorde con los preceptos de Dios, era considerada como el verdadero culto que complacía a Dios. El hecho de que el judaísmo, pese a todas las reservas, no se apartara radicalmente del templo y su culto, tenía que ver con su concepto de la torá.51 50 51 Cfr. Küng, El Judaísmo, 103. Schenke, La comunidad primitiva, 241. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 35 De esta forma, la torá se constituye en un articulador y una clave hermenéutica de primer orden en la experiencia judía, sin embargo, la torá se ve interpretada y completada a partir de otro elemento central para el judaísmo que se configura desde la diáspora, este elemento se denominó la halajá y cobró cada vez más importancia en el culto del pueblo judío. Luego, si el culto y el templo se integraban con la torá, en consonancia con ello, la halajá pasó a ser determinante en la interpretación y apropiación histórica que hicieron los judíos de su culto y su relación con el templo. Schenke nos define este aspecto esencial: ―A la torá acompañaba siempre la halajá en todo el judaísmo primitivo, e incluso se atribuía a la segunda la misma dignidad que la primera. Torá y halajá constituían juntas lo que se llamaba ley. (…)‖52. Si la torá se veía completada en su interpretación por la halajá, se debe entre otros factores a la necesidad de los mismos judíos de mantener en relación su vida con el texto fundamental de su fe, sobre todo en las circunstancias de deportación, su lejanía real con sus referentes no mermó el anhelo de mantener viva su fe en las concretas circunstancias de su vida, en las situaciones particulares que requerían el moldeamiento de su conducta desde su fe y en un culto que se transformó significativamente. La revelación de la torá aparecía en una estrecha dependencia del proceso de mediación humana, que permitía la aplicabilidad de la torá en las circunstancias históricas concretas. En virtud de ese principio teológico, la torá no debía ser entendida en la forma peculiar de sus inicios como Moisés en el Sinaí, sino que necesitaba de una constante relación con los tiempos siempre cambiantes y sus exigencias, en forma de tradición, para que el fiel judío pudiera comprenderla en su verdadero sentido y observarla. Sólo mediante la condensación de la palabra de Dios en las infinitas posibilidades de la halajá adquiere la singularidad de la revelación su permanencia y su capacidad animadora y formativa a través de las generaciones. 53 52 53 Ibid., 242. Ibid., 243. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 36 Esta ubicación histórica y cultural nos permite traer a discusión los temas considerados en la asamblea de Jerusalén y su relevancia para quienes constituyeron los grupos judeocristianos del cristianismo naciente; la religiosidad judía nos sitúa en un horizonte de comprensión para percibir lo que cada grupo participante estaba proponiendo en la Asamblea. Theissen nos lo sintetiza así: ―Hay tres comportamientos rituales que cristalizaron en tiempo exílico-posexílico como señas de identidad (―identy market‖) del judaísmo: la circuncisión, preceptos sobre manjares y santificación del sábado.‖54 Ahora bien, los grupos partícipes en la Asamblea expresan la diversidad de miembros de la comunidad eclesial primitiva, en donde existen diferentes experiencias religiosas previas. Al considerar a los judeocristianos estamos abordando un planteamiento central en orden a realizar un seguimiento a la forma como los judíos realizaron la transición hacia el cristianismo, al mismo tiempo, desde un quiebre que posibilitó el surgimiento de una nueva experiencia religiosa. La información que suministra Schenke y los autores mencionados nos permiten adentrarnos en la comprensión de profundas problemáticas y situaciones que tuvieron que sortear las comunidades que constituyeron el cristianismo primitivo para poder coexistir y sacar adelante la experiencia religiosa del cristianismo, de manera particular el conflicto de la Asamblea. De esta forma, toma gran relieve mirar las diferencias entre uno y otro grupo que llevaron a tener experiencias distintas y diversas acerca de la concepción de la religión que se fue configurando en el seno de los seguidores del Señor Jesús. Se destacan las diferencias que se van acentuando en orden a la comprensión del culto, de la ley y del templo pilares del judaísmo, los cuales son cuestionados directa o indirectamente también en la Asamblea y, en los años posteriores a la misma. 54 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 49. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 37 Para una adecuada comprensión de los grupos presentes en la comunidad primitiva que marcaron una diferencia taxativa y, al mismo tiempo, complementaria, en el rostro del cristianismo primitivo se acude y se asume en el presente trabajo la posición de Ludger Schenke, a partir del análisis de los textos lucanos de Hch 6,1-655 y de Hch 6,8-8,356, en la que infiere en la comunidad primitiva, desde el principio, dos grupos muy importantes ―los helenistas y los hebreos‖. Al respecto, señala: Como hecho histórico podemos inferir del relato lucano la existencia de dos grupos en la comunidad primitiva desde el principio: ―los helenistas‖ y ―los hebreos‖. Pero ¿quiénes eran ―los helenistas‖ y ―los hebreos‖? Los investigadores coinciden hoy en afirmar que el término ―helenistas‖ no se refiere a los ―griegos‖ (paganos) que vivían en Jerusalén, pero tampoco a los judíos que vivían al modo ―helenístico‖, es decir, conforme a la cultura griega, sino a los judíos cuya lengua materna era el griego. Los ―helenistas‖ eran pues, gentes que se habían trasladado de la diáspora a Jerusalén. No es probable que dominaran el arameo. Y ―los hebreos‖ eran los judeocristianos cuya lengua materna era el arameo. No pocos de ellos hablaban también, sin duda, el griego como lengua extranjera, sobre todo en Galilea, rodeada de un territorio de habla griega y donde predominaban las ciudades helenísticas. […] La diversidad teológica de ambos grupos sólo derivó en discrepancias cuando se independizaron ambos, una vez que los ―helenistas‖ salieron de Jerusalén.57 Por tanto, a partir de esta nota crítica se concluye que el término “hebreos” corresponde no a la cultura hebráica amplia sino a un uso restringido aplicado a los judeocristianos que tenían por lengua materna el arameo y por ello tenían sus propias asambleas cúlticas, así como eran partícipes de otros elementos culturales propios de los judíos, luego, tenían un mayor acceso al culto judío a diferencia de los helenistas, que terminarán siendo expúlsados de Jerusalén. 55 Cfr. Schenke, La comunidad primitiva, 101-105. Cfr. Ibid., 237-282. 57 Ibid., 103. 56 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 38 Los judeocristianos no fueron perseguidos ni expulsados de Jerusalén, asunto que no ocurrió con los cristianos helenistas que fueron expulsados o tuvieron que huir con la muerte de Esteban. Una de las razones más poderosas para ello fue que, para los judíos los judeocristianos aparecían como una secta que no agredía ni ponía en riesgo los fundamentos del judaísmo, algo que cambiará años más tarde. Al respecto Schenke ilustra lo siguiente: ―La comunidad arameoparlante vivió como una secta, sin ser molestada, en la federación del judaísmo. Su anuncio escatológico sobre la inminencia del reino de Dios y su proclama del Resucitado como mesías no fueron razón, por lo visto, para actuar contra ellos. Por otra parte, Esteban y ―los helenistas‖ fueron liquidados o perseguidos por su predicación y en especial por su posición respecto al templo y a la torá.58” Interesa por tanto, conocer las concepciones cultuales que tenían los diversos grupos que constituían el cristianismo naciente, máxime cuando en la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén se dio una diferencia notable entre los cristianos provenientes de los hebreos y los denominados helenistas. Por tanto, a continuación se caracteriza a los helenistas.59 1.3.2 Helenistas El grupo sociocultural de los helenistas ejerció una gran importancia en los acontecimientos Palestina, de la en su permanente confrontación frente al judeocristianismo; la influencia cultural determinó en ellos formas de pensar diversas frente a los judeocristianos. Otro factor a tener en cuenta es el que las circunstancias vividas por los judíos y su desplazamiento a otras regiones y poblaciones crearon modos de pensar diversos, se realizaron vivencias e incluso aprendizajes desde diferentes ópticas y cosmovisiones. 58 Ibid., 238. El uso del término helenistas en el presente trabajo corresponde a la nota crítica de Schenke ya mencionada, a saber, los ―helenistas‖ eran pues, los judíos cuya lengua materna era el griego, gentes que se habían trasladado de la diáspora a Jerusalén y que se hicieron cristianos por la predicación de Jesús o de sus discípulos. 59 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 39 Se puede constatar, entonces, la importancia que tiene la cultura en la configuración de los imaginarios religiosos de un grupo de personas, de una comunidad, de una sociedad. Lo cultural entra a modelar lo religioso como se muestra a continuación en el caso de los helenistas. Lo primero que hay que tener presente es el ámbito de la comunicación entre los judeocristianos y helenistas: ―La lengua usual de la población nativa [de Jerusalén] era obviamente el arameo, y la lengua religiosa y cúltica el hebreo. Roma, la potencia de ocupación, hablaba latín y griego koiné. Los numerosos repatriados de la diáspora que vivían en Jerusalén hablaban el griego como lengua materna.60‖ Luego, la presencia de los helenistas llevó a desarrollar el cristianismo de una forma muy particular que entró a cuestionar los postulados del judaísmo, entre ellos Esteban y su grupo, comenzando con un elemento básico: las formas de comunicación empleadas en lo cotidiano y en el culto. En Jerusalén existía un grupo de judíos helenistas, llamados así por su cultura y por el idioma que usaban, procedían de la diáspora y habían cumplido su sueño de establecerse en la ciudad santa, donde contaban con su propia sinagoga. Pronto hubo judíos helenistas que se incorporaron a la comunidad de los judíos que rendían culto a Jesús junto a Dios. Para facilitar la convivencia y evitar conflictos, los helenistas recibieron una organización autónoma con unos varones a su frente, que procedían del grupo, entre los que sobresalieron Esteban y Felipe (Hch 6- 7).61 Los helenistas, ejercieron un gran peso en la comunidad primitiva comenzando con Jerusalén, antes y después de su expulsión de Jerusalén; una vez expulsados, son pieza clave para la acción evangelizadora por su convicción y por sentirse enviados a testimoniar el ejemplo de Cristo y del primer protomártir, Esteban, impulsados en su celo de comunicar el evangelio por doquier; de manera admirable realizan el anuncio evangelizador al norte de 60 61 Schenke, La comunidad primitiva, 78. Aguirre. La primera evangelización, 7. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 40 la Galilea, en Antioquía y otras poblaciones que fueron bastiones del cristianismo primitivo. Aguirre apoya nuestra reflexión: El grupo de judeohelenistas seguidores de Jesús jugaron un papel decisivo en la evangelización primitiva. Mantenían una actitud especialmente crítica con la ley en el templo, que podía encontrar coincidencias con la actitud del mismo Jesús. Esto les acarreó conflictos y dificultades bien conocidas y que no hace falta explicar ahora. El caso es que tuvieron que salir de Jerusalén y en su dispersión, anunciaban el evangelio por la planicie costera mayoritariamente pagana y en la que los judíos eran minoría – y por Samaria – con una población considerada apóstata por los judíos, con los que mantenían pésimas relaciones (Hch 8). 62 Además, hay que tener presente un antecedente importante para comprender el pensamiento de los helenistas y es, descifrar las razones por las cuáles los judíos helenistas habían retornado a Jerusalén, dado que el entorno en donde habitaban les ofrecía buenas posibilidades para su desarrollo y su bienestar, máxime cuando Jerusalén no ocupaba un lugar tan significativo como otras ciudades del Imperio Romano. Por tanto, hay que acudir a razones de otra índole, las cuales Schenke indica: Los motivos del retorno a Jerusalén entre los judíos helenistas procedentes de la diáspora eran sobre todo de índole religiosa. Las razones económicas y comerciales apenas contaban, dada la situación apartada de Jerusalén para el comercio y el tráfico. […] Económica y culturalmente, Jerusalén no podía ser muy atractiva para los judíos de la diáspora, que habían vivido en su mayoría en grandes ciudades helenísticas de alto nivel cultural. Lo que los empujó a Jerusalén fue la tradición religiosa de la ciudad, sobre todo el templo con su ―lugar santísimo‖, donde habitaba Yahvé y su shekiná o ―sabiduría‖. 63 62 63 Ibid., 7 Schenke, La comunidad primitiva, 79. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 41 Este rasgo sorprendente de los helenistas, cuya influencia griega es evidente no sólo en la lengua sino aún en su forma de pensar, es determinante para su adecuada comprensión. Los helenistas como los judíos helenistas, también, buscan la sabiduría de Dios de la cual es portadora ahora el evangelio de Cristo, su persona, sus obras y acciones que dan testimonio de ello. Por tanto, así como en los judeocristianos se presenta una fuerte y marcada influencia del judaísmo palestinense, de forma análoga, en los helenistas debe considerarse muy cuidadosamente la influencia del judaísmo helenístico como uno de sus antecedentes fundamentales. Ampliando esta influencia, conviene argumentar la posición del judaísmo helenístico frente a la Ley de Moisés, es decir, su relación con la racionalidad universal. El judaísmo helenístico intentaba demostrar en su diálogo cultural que la ley de Moisés contenía, por razón de la revelación divina, la ley moral ―racional‖ universal y que el antiguo testamento anticipó ya toda la sabiduría de los filósofos paganos, incluso que éstos se habían inspirado en Moisés y en el antiguo testamento. Esta demostración suponía obviamente una enorme idealización, simbolización y alegorización.64 Este pensamiento enriquece el diálogo intercultural tan difícil en el momento de abordar el acercamiento de las distintas experiencias religiosas; en múltiples ocasiones acudimos a pistas externas a la misma experiencia fundacional del cristianismo, cuando ahí están presentes semillas llenas de contenido y profundidad para pensar el diálogo ecuménico. Se impone desde la Asamblea la búsqueda de esas experiencias perennes que pueden ayudarnos de manera significativa a ese propósito. Retomando la argumentación en orden a la posición de los judíos helenistas y su influencia en los cristianos helenistas es importante indicar que, por las razones socioculturales e históricas que permearon al judaísmo, especialmente, a partir del exilio, los símbolos 64 Ibid., 81. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 42 rituales y cultuales se distancian progresivamente de la praxis cotidiana y, por tanto, se crean nuevos referentes de sentido en la experiencia religiosa para quienes no habitan en Jerusalén. Desde esta perspectiva se facilita la comprensión de la transformación del significado y el lugar que ocupará, por ejemplo, el templo en los helenistas: no puede ser concebido solamente como un lugar, máxime con el desarrarigo físico que ellos han experimentado desde el exilio. La gran mayoría de los judíos helenísticos no conocía directamente el culto del templo, sino por el estudio de la Sagrada Escritura. Realizaban el culto divino periódico en la sinagoga. La situación de diáspora hizo surgir un nuevo culto sin sacrificio, sin sacerdotes y con una actitud más pura y espiritual. Los judíos de la diáspora de regreso a Jerusalén no renunciaron a esta forma de culto divino. Todo esto no significa un rechazo general del culto al templo, pero si una actitud crítica hacia ese culto, sobre todo entre los grupos ilustrados del judaísmo helenístico.65 Frente a la asamblea de Jerusalén este grupo, los helenistas, cobrarán un lugar preponderante, puesto que fueron ellos quienes expulsados de Jerusalén continúan el anuncio del evangelio a los que no se encuentran en Jerusalén, comienzan a extenderse a otros pueblos. Se populariza así el anuncio del evangelio con nuevas culturas, formas de entender y de apropiar el Evangelio; en últimas se desarrollan nuevas comprensiones teológicas del cristianismo. A lo anterior se suma que los helenistas en su experiencia con el Jesús histórico y el Cristo de la fe encuentran una convergencia que les traerá fuertes contradicciones con los judíos radicales, puesto que realizan una comprensión más allá de las categorías judeocristianas enmarcadas en una continuidad con el judaísmo; los helenistas al experimentar una realidad diferente encuentran otras formas de interpretar y desarrollar su experiencia religiosa. Lo cultural e histórico abre a un nuevo horizonte de sentido la experiencia religiosa del judaísmo y del cristianismo. 65 Ibid., 84. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 43 La comunidad primitiva recogió y transmitió las ―antítesis‖ de Jesús. Tampoco ella rechazó la torá; se sintió llamada por Jesús a una observancia radical de ésta, incluida la esfera del pensamiento y la intención. También los ―helenistas‖ fundamentaron su actitud crítico-progresista en esa tradición de Jesús. La autoridad de Jesús era para ellos superior a la propia autoridad de Moisés. Ellos consideraron a Jesús como Revelador escatológico de Dios, por encima de todos los portadores de la revelación del pasado; Jesús era sophia misma de Dios.66 Luego, he aquí una indicación invaluable para la comprensión del porqué los helenistas miran desde otra óptica a Jesús que no coincide muchas veces con la mirada de los judeocristianos, puesto que su interés, que hoy se podría denominarse teológico, buscaba la sabiduría de Dios y no una acción cúltica para recuperar el poder perdido por el pueblo judío con el exilio; no pretenden los helenistas una instauración de los poderes temporales de Israel ni un mesianismo triunfalista. Esto conllevó una nueva interpretación de lo cultual y de las formas expresivas religiosas que si bien eran vigentes para los judíos ahora trastocaban su significado. La apertura del mensaje cristiano por parte de los helenistas oxigeno el cristianismo y permitió nuevas miradas que fueron trascendentales en el momento de superar las disonancias registradas en el paso del judaísmo al cristianismo. Otro de los puntos claves de novedad que se dan en los helenistas frente a posturas de los judeocristianos tiene que ver con la interpretación de la muerte y resurrección del Señor, una asunción del acontecimiento de Jesús que les hará entenderse de una manera nueva; las prácticas cultuales son superadas de manera admirable por el acontecimiento que representa Cristo. Los helenistas con su predicación dieron, pues, un paso decisivo más allá de las ideas de Jesús y de la comunidad primitiva sobre la torá y el templo ya reseñadas. 66 Ibid., 256. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 44 En su lugar apareció el acontecimiento de Jesús, entendido como revelación escatológica que ―anulaba‖ y ―cambiaba‖ ambas cosas. (…) No fue la actitud de Jesús lo que determinó su crítica radical al culto del templo y a la torá, sino su propia idea específica de la muerte y resurrección de Jesús como acción expiadora y reveladora final de Dios. Su actitud crítica ante el templo y la torá no depende, pues, del Jesús terreno, sino que se funda en su muerte y resurrección.67 Por estas razones enunciadas anteriormente, la evolución del pensamiento religioso de los helenistas conllevó acrecentar las diferencias paulatinas que fueron apareciendo en los seguidores del Señor, lo cual señala, para el interés del presente trabajo, que muchas veces la teología puede incomodar las experiencias religiosas estancadas o quietas, por cuanto confronta formas que si bien expresan una verdad son cuestionadas por su involución o lenta transformación. Dicho estancamiento se refleja, en muchos casos, en las prácticas cultuales, en los ritos y aún en los conceptos religiosos frente a una realidad compleja y cambiante. La evolución del pensamiento cristológico de los helenistas suscitó una confrontación con el judeocristianismo. Es posible que ―los helenistas‖ encontraran escasa comprensión en el sector arameo parlante de la comunidad primitiva. La evolución intraeclesial posterior hace incluso probable que la ―cristología‖ avanzada de los ―helenistas‖ y las consecuencias derivadas de ella generasen muy pronto controversias internas y recelos. (…) En todo caso, las discrepancias y controversias teológicas cruzarán desde ahora como un hilo rojo la historia del cristianismo primitivo. Ellas forzaron el concilio de los apóstoles68, se agravaron ante la actividad de Pablo y suscitaron desconfianzas casi insuperables del judeocristianismo arameoparlante hacia el judeocristianismo helenístico.69 67 Ibid., 272. La cursiva es nuestra. 69 Ibid., 272. 68 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 45 Pese a lo anterior, es importante considerar que, en el caso de Jerusalén, no se produjo la presencia de dos comunidades inconexas; he ahí lo admirable, en el caso de los judeocristianos y los helenistas en Jerusalén, la forma como por un tiempo conviven juntos respetando su idiosincrasia y su forma de pensar. Esta convivencia en la diversidad debe ser tomada continuamente como referente puesto que abre luces sobre la forma como hoy deberíamos plantear el diálogo ecuménico en el seno del cristianismo. Schenke afirma: No se puede hablar, sin embargo, de dos comunidades en Jerusalén, aunque las diversidades lingüísticas dificultaban la comunicación y ―los helenistas‖ hicieron pronto su propio aporte teológico.‖ […] No es fácil exagerar la significación de este grupo ―helenista‖ para el desarrollo de la comunidad primitiva. Surgieron en él corrientes e ideas teológicas y cristológicas que abrieron el cristianismo a una misión entre los paganos. Toda la obra paulina de evangelización es impensable sin este grupo y su actividad. Los ―helenistas‖ fueron también los que a hora muy temprana vertieron al griego la tradición de Jesús y abrieron así su mensaje al mundo antiguo.70 A partir de esta contextualización nos situamos de una manera global y clara en el ambiente vital que rodeó a los grupos que confluyeron en Jerusalén el año 48/49. Por tanto, se llevará a continuación el ejercicio interpretativo de los textos de Ga 2, 1-10 y su confrontación con Hch 15 retomando como referente este apartado para comprender el contexto subyacente. 70 Ibid., 104-105. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 46 1.4 EXÉGESIS TEOLÓGICA COMPARATIVA A PARTIR DE GÁLATAS 2,1-10 CON HECHOS 15, 1-35 GÁLATAS 2, 1-10 Gál 2, 1:Epeita dia. dekatessa,rwn evtw/n pa,lin avne,bhn eivj ~Ieroso,luma meta. Barnaba/ sumparalabw.n kai. Ti,ton\ Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. v2 avne,bhn de. kata. avpoka,luyin\ kai. avneqe,mhn auvtoi/j to. euvagge,lion o] khru,ssw evn toi/j e;qnesin( katV ivdi,an de. toi/j dokou/sin( mh, pwj eivj keno.n tre,cw h' e;dramonÅ Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles – tomando aparte a los notables- para saber si corría o había corrido en vano. v3 avllV ouvde. Ti,toj o` su.n evmoi,( {Ellhn w;n( hvnagka,sqh peritmhqh/nai\ Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. v4 dia. de. tou.j pareisa,ktouj yeudade,lfouj( oi[tinej pareish/lqon kataskoph/sai th.n evleuqeri,an h`mw/n h]n e;comen evn Cristw/| VIhsou/( i[na h`ma/j katadoulw,sousin( Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, v5 oi-j ouvde. pro.j w[ran ei;xamen th/| u`potagh/|( i[na h` avlh,qeia tou/ euvaggeli,ou diamei,nh| pro.j u`ma/jÅ a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio… v6 avpo. de. tw/n dokou,ntwn ei=nai, ti( o`poi/oi, pote h=san ouvde,n moi diafe,rei\ pro,swpon Îo`Ð qeo.j avnqrw,pou ouv lamba,nei evmoi. ga.r oi` dokou/ntej ouvde.n prosane,qento( Y de parte de los que eran tenidos por notables -¡que me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas- en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. v7 avlla. touvnanti,on ivdo,ntej o[ti pepi,steumai to. euvagge,lion th/j avkrobusti,aj kaqw.j Pe,troj th/j peritomh/j( Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, v8 o` ga.r evnergh,saj Pe,trw| eivj avpostolh.n th/j peritomh/j evnh,rghsen kai. evmoi. eivj ta. e;qnh( - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles- Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 47 v9 kai. gno,ntej th.n ca,rin th.n doqei/sa,n moi( VIa,kwboj kai. Khfa/j kai. VIwa,nnhj( oi` dokou/ntej stu/loi ei=nai( dexia.j e;dwkan evmoi. kai. Barnaba/| koinwni,aj( i[na h`mei/j eivj ta. e;qnh( auvtoi. de. eivj th.n peritomh,n\ y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; v 10 mo,non tw/n ptwcw/n i[na mnhmoneu,wmen( o] kai. evspou,dasa auvto. tou/to poih/saiÅ 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. HECHOS DE LOS APOSTOLES 15, 1-35 GNT Acts 15:1 Kai, tinej katelqo,ntej avpo. th/j VIoudai,aj evdi,daskon tou.j avdelfou.j o[ti( VEa.n mh. peritmhqh/te tw/| e;qei tw/| Mwu?se,wj( ouv du,nasqe swqh/naiÅ Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros.» 2 genome,nhj de. sta,sewj kai. zhth,sewj ouvk ovli,ghj tw/| Pau,lw| kai. tw/| Barnaba/| pro.j auvtou.j e;taxan avnabai,nein Pau/lon kai. Barnaba/n kai, tinaj a;llouj evx auvtw/n pro.j tou.j avposto,louj kai. presbute,rouj eivj VIerousalh.m peri. tou/ zhth,matoj tou,touÅ Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. 3 Oi` me.n ou=n propemfqe,ntej u`po. th/j evkklhsi,aj dih,rconto th,n te Foini,khn kai. Sama,reian evkdihgou,menoi th.n evpistrofh.n tw/n evqnw/n kai. evpoi,oun cara.n mega,lhn pa/sin toi/j avdelfoi/jÅ Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos. 4 parageno,menoi de. eivj VIerousalh.m parede,cqhsan avpo. th/j evkklhsi,aj kai. tw/n avposto,lwn kai. tw/n presbute,rwn( avnh,ggeila,n te o[sa o` qeo.j evpoi,hsen metV auvtw/nÅ Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 48 5 evxane,sthsan de, tinej tw/n avpo. th/j ai`re,sewj tw/n Farisai,wn pepisteuko,tej le,gontej o[ti dei/ perite,mnein auvtou.j paragge,llein te threi/n to.n no,mon Mwu?se,wjÅ Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. 6 Sunh,cqhsa,n te oi` avpo,stoloi kai. oi` presbu,teroi ivdei/n peri. tou/ lo,gou tou,touÅ Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto. 7 pollh/j de. zhth,sewj genome,nhj avnasta.j Pe,troj ei=pen pro.j auvtou,j( :Andrej avdelfoi,( u`mei/j evpi,stasqe o[ti avfV h`merw/n avrcai,wn evn u`mi/n evxele,xato o` qeo.j dia. tou/ sto,mato,j mou avkou/sai ta. e;qnh to.n lo,gon tou/ euvaggeli,ou kai. pisteu/sai\ Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. 8 kai. o` kardiognw,sthj qeo.j evmartu,rhsen auvtoi/j dou.j to. pneu/ma to. a[gion kaqw.j kai. h`mi/n Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; 9 kai. ouvqe.n die,krinen metaxu. h`mw/n te kai. auvtw/n( th/| pi,stei kaqari,saj ta.j kardi,aj auvtw/nÅ y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. 10 nu/n ou=n ti, peira,zete to.n qeo,n evpiqei/nai zugo.n evpi. to.n tra,chlon tw/n maqhtw/n o]n ou;te oi` pate,rej h`mw/n ou;te h`mei/j ivscu,samen basta,saiÈ ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? 11 avlla. dia. th/j ca,ritoj tou/ kuri,ou VIhsou/ pisteu,omen swqh/nai kaqV o]n tro,pon kavkei/noiÅ Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.» 12 VEsi,ghsen de. pa/n to. plh/qoj( kai. h;kouon Barnaba/ kai. Pau,lou evxhgoume,nwn o[sa evpoi,hsen o` qeo.j shmei/a kai. te,rata evn toi/j e;qnesin diV auvtw/nÅ Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles. 13 Meta. de. to. sigh/sai auvtou.j avpekri,qh VIa,kwboj le,gwn( :Andrej avdelfoi,( avkou,sate, mouÅ Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: «Hermanos, escuchadme. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 49 14 Sumew.n evxhgh,sato kaqw.j prw/ton o` qeo.j evpeske,yato labei/n evx evqnw/n lao.n tw/| ovno,mati auvtou/Å Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre. 15 kai. tou,tw| sumfwnou/sin oi` lo,goi tw/n profhtw/n( kaqw.j ge,graptai( Con esto concuerdan los oráculos de los Profetas, según está escrito: 16 Meta. tau/ta avnastre,yw kai. avnoikodomh,sw th.n skhnh.n Daui.d th.n peptwkui/an kai. ta. kateskamme,na auvth/j avnoikodomh,sw kai. avnorqw,sw auvth,n( Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída; reconstruiré sus ruinas, y la volveré a levantar. 17 o[pwj a'n evkzhth,swsin oi` kata,loipoi tw/n avnqrw,pwn to.n ku,rion kai. pa,nta ta. e;qnh evfV ou]j evpike,klhtai to. o;noma, mou evpV auvtou,j( le,gei ku,rioj poiw/n tau/ta Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace 18 gnwsta. avpV aivwn/ ojÅ que estas cosas sean conocidas desde la eternidad. 19 dio. evgw. kri,nw mh. parenoclei/n toi/j avpo. tw/n evqnw/n evpistre,fousin evpi. to.n qeo,n( «Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios, 20 avlla. evpistei/lai auvtoi/j tou/ avpe,cesqai tw/n avlisghma,twn tw/n eivdw,lwn kai. th/j pornei,aj kai. tou/ pniktou/ kai. tou/ ai[matojÅ sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre. 21 Mwu?sh/j ga.r evk genew/n avrcai,wn kata. po,lin tou.j khru,ssontaj auvto.n e;cei evn tai/j sunagwgai/j kata. pa/n sa,bbaton avnaginwsko,menojÅ Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas.» 22 To,te e;doxe toi/j avposto,loij kai. toi/j presbute,roij su.n o[lh| th/| evkklhsi,a| evklexame,nouj a;ndraj evx auvtw/n pe,myai eivj VAntio,ceian su.n tw/| Pau,lw| kai. Barnaba/|( VIou,dan to.n kalou,menon Barsabba/n kai. Sila/n( a;ndraj h`goume,nouj evn toi/j avdelfoi/j( Entonces decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, elegir de entre ellos algunos hombres y enviarles a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron Judas, llamado Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 50 23 gra,yantej dia. ceiro.j auvtw/n( Oi` avpo,stoloi kai. oi` presbu,teroi avdelfoi. toi/j kata. th.n VAntio,ceian kai. Suri,an kai. Kiliki,an avdelfoi/j toi/j evx evqnw/n cai,reinÅ Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. 24 VEpeidh. hvkou,samen o[ti tine.j evx h`mw/n Îevxelqo,ntejÐ evta,raxan u`ma/j lo,goij avnaskeua,zontej ta.j yuca.j u`mw/n oi-j ouv diesteila,meqa( Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos, 25 e;doxen h`mi/n genome,noij o`moqumado.n evklexame,noij a;ndraj pe,myai pro.j u`ma/j su.n toi/j avgaphtoi/j h`mw/n Barnaba/| kai. Pau,lw|( hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo, 26 avnqrw,poij paradedwko,si ta.j yuca.j auvtw/n u`pe.r tou/ ovno,matoj tou/ kuri,ou h`mw/n VIhsou/ Cristou/Å que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. 27 avpesta,lkamen ou=n VIou,dan kai. Sila/n kai. auvtou.j dia. lo,gou avpagge,llontaj ta. auvta,Å Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto mismo de viva voz: 28 e;doxen ga.r tw/| pneu,mati tw/| a`gi,w| kai. h`mi/n mhde.n ple,on evpiti,qesqai u`mi/n ba,roj plh.n tou,twn tw/n evpa,nagkej( Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 avpe,cesqai eivdwloqu,twn kai. ai[matoj kai. pniktw/n kai. pornei,aj( evx w-n diathrou/ntej e`autou.j eu= pra,xeteÅ :ErrwsqeÅ abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós.» 30 Oi` me.n ou=n avpoluqe,ntej kath/lqon eivj VAntio,ceian( kai. sunagago,ntej to. plh/qoj evpe,dwkan th.n evpistolh,nÅ Ellos, después de despedirse, bajaron a Antioquía, reunieron la asamblea y entregaron la carta. 31 avnagno,ntej de. evca,rhsan evpi. th/| paraklh,seiÅ La leyeron y se gozaron al recibir aquel aliento. 32 VIou,daj te kai. Sila/j kai. auvtoi. profh/tai o;ntej dia. lo,gou pollou/ pareka,lesan tou.j avdelfou.j kai. evpesth,rixan( Judas y Silas, que eran también profetas, exhortaron con un largo discurso a los hermanos y les confortaron. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 51 33 poih,santej de. cro,non avpelu,qhsan metV eivrh,nhj avpo. tw/n avdelfw/n pro.j tou.j avpostei,lantaj auvtou,jÅ Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado. 34 35 Pau/loj de. kai. Barnaba/j die,tribon evn VAntiocei,a| dida,skontej kai. euvaggelizo,menoi meta. kai. e`te,rwn pollw/n to.n lo,gon tou/ kuri,ouÅ Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y anunciando, en compañía de otros muchos, la Buena Nueva, la palabra del Señor. La exégesis ofrece la posibilidad de indagar por el carácter y sentido del texto; se efectuará un análisis teológico antes que lingüístico literario, adoptando la exégesis teológica71, apoyados por la hermenéutica y contemplando el acontecimiento de la Asamblea desde la perspectiva de Ga 2,1-10 confrontado con el texto de Hch 15; el punto de partida será entonces la epístola a los Gálatas por las razones expuestas ya en el apartado fuentes testimoniales de la Asamblea del presente capítulo. Por otra parte, cabe señalar aquí que uno de los objetos últimos de la exégesis teológica es acercarse a la actuación de Dios en la historia de la humanidad, Él actúa como sujeto y quiere en nosotros sujetos que asumamos la historia incorporando su actuar característico, así lo descubrió Pablo y los primeros cristianos y, es un objetivo esencial en este trabajo para desentrañar la actuación de Dios en la asamblea de Jerusalén. El actuar de Dios no desconoce o acomoda las contradicciones inherentes a toda experiencia humana y social, al contrario se vale de ellas para delinear mejor la experiencia en la iglesia primitiva y, por consiguiente, en la Iglesia hoy a partir del diálogo con la 71 Cfr. Ortiz, Introducción a los métodos exegéticos, 6-7. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 52 cultura y las experiencias religiosas diversas. El estudio así enfocado, conducirá a favorecer una propuesta hermenéutica que posibilite, fomente y permita plantear el encuentro ecuménico, como ocurrió, análogamente, con las columnas de las Iglesia de Jerusalén y Pablo, junto con sus compañeros de evangelización. Por otro lado, ratificamos los criterios primarios que el padre Meier formula para verificar la contundencia de los acontecimientos y hechos bíblicos registrados, en nuestro caso de la asamblea de Jerusalén. El presente ejercicio de exégesis toma como base el texto de Ga 2,1-10 y desde ahí se confrontará el texto de Hch 15. Se ha indicado que una de las razones por las cuales se privilegia este texto es su valor en cuanto a fuente primaria, teniendo como testigo al mismo Pablo, como señala con radicalidad Helmut Köster al referirse a la Asamblea de Jerusalén: ―La única fuente de confianza en relación con el concilio de los apóstoles (que probablemente tuvo lugar en el año 48 d.C.) es Ga 2,1-10. La tradición que utilizó Lucas en Hch 15 está tan reelaborada por él que de ella no se puede deducir más que la celebración misma del concilio‖.72 Sin embargo, este planteamiento lo completa Bornkamm valorando a Hechos y su aporte en relación con la Asamblea en el capítulo 15. Sin embargo, el relato de los Hechos no posee el valor propio de una fuente histórica. Prescindiendo de algunas indicaciones no intrascendentes sobre las motivaciones de la asamblea, que son confirmadas por la carta a los gálatas, desde el punto de vista del contenido tiene todos los visos de ser un producto literario de Lucas, compuesto en una época en que las luchas de antes hacía tiempo que habían cesado y, aparecían únicamente como acciones perturbadoras sin importancia que, desde fuera, atentaban contra la unidad, fundamentalmente inconmovible, de la primitiva comunidad. El narrador no se dejó escapar la ocasión que se le brindaba de pintar aquella reunión corno una formidable demostración de lo que era la única iglesia universal dirigida desde Jerusalén, y estructuró su relato en función 72 Köster, Introducción al nuevo testamento, 613. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 53 de la concepción ideal que, en época muy posterior, tenía él de la iglesia y de su historia.73 Con lo anterior no se descalifica el texto de Hechos pero tampoco se le da un carácter de una cronología histórica fiel a lo acontecido en la Asamblea, al contrario, se matiza en función de las pretensiones de Lucas y pasa a ser irrelevante el conflicto subyacente, perdiéndose la fuerza de la confrontación acaecida en su momento. Mientras tanto, el texto de Gálatas expresa con más vehemencia el conflicto, no lo acalla sino que lo narra Pablo con su afectación por cuanto no fue algo secundario ni mínimo, representó una ruptura con lo establecido hasta ese momento e implicó un diálogo de posiciones contrarias, este acontecimiento, por tanto, exige ser recuperado en su dialéctica y lucha para ser interpretado con certeza. El texto de la Asamblea presentado en Hechos adquiere un valor representativo por cuanto ilustra lo acontecido en torno a la experiencia religiosa vivida al interno de las comunidades cristianas primitivas que se enfrentaron a situaciones difíciles tales como, la comunión de mesa, las comunidades mixtas que compartían el culto y que se comenzaban a identificar como cristianas, lo cual conllevó una necesaria conformación de horizontes comunes, así como de prácticas rtuales que por lo menos conviviesen mutuamente; se expresa, entonces, el hecho de una nueva experiencia que superara las prácticas heredadas de las comunidades judeocristianas y se abriera a los creyentes provenientes del helenismo e incluso del paganismo. Ludger Schenke es radical al afirmar que ―el verdadero tema del concilo de los apóstoles fue la cuestión, sucitada en Antioquía, de la convivencia de judeocristianos y paganocristianos en comunidades mixtas‖.74 El texto de Hechos es relevante para entender la superación de los conflictos planteados en Jerusalén pero se queda corto para interpretar en sí mismo el conflicto, es decir, desprovisto de acomodaciones, además, Hechos trae tradiciones y determinaciones que le dan un tinte 73 74 Bornkamm, Pablo de Tarso, 68. Schenke, La comunidad primitiva, 501. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 54 más centrado en lo cultual ritual como por ejemplo Hch 15, 29 lo cual no aparece señalado en Pablo. Por todo lo anterior, así como por lo expresado en el apartado de las fuentes de este capítulo, la perspectiva presentada aquí asume la exégesis comparativa a partir de Ga 2,110 hacia Hch 15. Se aborda la exégesis comparativa dado que permite precisar mejor las convergencias y divergencias de las interpretaciones de los textos. El ejercicio de exégesis comparativa se completará en el segundo capítulo, con la interpretación del acontecimiento de la Asamblea apoyados por las herramientas suministradas por la ciencia teológica desde la comprensión de la religión como un sistema de símbolos, propuesto por Gerd Theissen, y por tanto, con un referente común a otras experiencias humanas fundamentales. El presente escrito omite una exégesis literaria exhaustiva, por cuanto no es el objeto último del trabajo, no obstante, retoma análisis de exégetas reconocidos que ya han efectuado un acercamiento serio y profundo de los pasajes de Ga 2,1-10 y Hch 15, 1-31; Se hace un ejercicio desde la exégesis teológica ya que es pieza clave para demostrar la novedad que representan los planteamientos de la asamblea de Jerusalén para la renovación de la Iglesia y, de manera especial, para ayudar a pensar derroteros firmes para el diálogo ecuménico, entre otros. También, es fundamental anotar que el presente capítulo en su totalidad constituye en su conjunto una reflexión enmarcada en la teología bíblica y, por tanto, todo lo antecedente a este momento es parte del ejercicio exegético, precisando entre otros, el contexto que enmarcó la Asamblea, así como las fuentes bíblicas principales que la soportan. Por tanto, se prosigue el ejercicio de una exégesis teológica que inicio con este primer capítulo. Los autores que ya se han señalado han contribuído notablemente a delinear mejor el ejercicio que prosigue, a saber, el análisis de los versículos del texto bíblico de Ga 2, 1-10 y, su Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 55 confrontación con el texto de Hch 15, 1-35, en lo concerniente a esos puntos comunes que constituyen el centro de lo vivido en la Asamblea. Uno de los autores más destacados de la exégesis comparativa entre Ga 2, 1-10 y Hch 15 es Heinrich Schlier el cual emprende una seria tarea por mostrar la compatibilidad y complemento de los textos testimoniales. Se presenta a continuación una síntesis de los principales aspectos que él considera convergentes en los dos textos, esto servirá de marco referencial para luego realizar un ejercicio más detallado de dichas convergencias al considerar cada versículo de Ga 2, 1-10 frente al texto de Hch 15. ―Al comparar Ga 2, 1-10 y Hch 15 se ha dicho con mucha frecuencia que ambos relatos son incompatibles. Un análisis detallado muestra una clara concordancia en cosas decisivas, sin que por otra parte se vean apenas desacuerdos inconciliables. Ambas narraciones tienen en común: - Se trata de disputas habidas en Jerusalén, entre aquellas autoridades, entre Pablo y los adversarios cristianos provenientes de judaísmo. - Estos adversarios se habían infiltrado en comunidades cristianas de gentiles, pero que aparecieron igualmente en Jerusalén. - Pablo y Bernabé vinieron a Jerusalén y trajeron ―a algunos de los suyos‖ Ga 2, 1b se nombra a Tito. - Los debates tuvieron lugar ante la comunidad, los apóstoles y los ancianos, éstos son los que juzgan y deciden (15,22). Ga 2, 2b; 2, 6s. - Las discusiones eran por la circuncisión de los cristianos gentiles. - Pablo impuso su idea en los debates y se llegó a un acuerdo. - Pablo y Bernabé hablaron de la misión entre los gentiles. Ga 2, 7.9.‖ 75 Continuando el ejercicio de exégesis comparativa a partir de Ga 2, 1-10 y siguiendo a un estudioso de la carta a los Gálatas, Senén Vidal, es importante precisar la estructura del 75 Schlier, Carta a los Gálatas, 135. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 56 texto de Gálatas e ir a la consideración fundamental del núcleo problémico de la Asamblea, puesto que su carácter de narración apologética lo hace muy escueto76. Vidal Identifica tres elementos secuenciales en los cuales se puede dividir el texto de Ga 2, 1-10: introducción y compendio (vv 1-3), la oposición en la asamblea plenaria (vv 4-5), negociación y acuerdo con los ―notables‖ (v 6-10).77 Por otra parte, las principales partes que presenta del texto de Hechos 15, 1-35, siguiendo a Fitzmyer, son: prehistoria (vv. 1-2), Convocación y apelación de Pedro al precedente (vv 312), confirmación de Santiago y propuestas (vv 13-21), Carta de Jerusalén a las Iglesias locales (vv 22-29), repercusiones de la decisión y carta (vv 30-35).78 Desde la estructura propuesta por Vidal se hace el ejercicio de interpretación exegética de Ga 2,1-10 estableciéndose la comparación con el texto de Hch 15 en sus apartes comunes y convergentes enunciados por Schlier. 1.4.1 Introducción y compendio (vv 1-3) Ga 2, 1 :Epeita dia. dekatessa,rwn evtw/n pa,lin avne,bhn eivj ~Ieroso,luma meta. Barnaba/ sumparalabw.n kai. Ti,ton\ Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. Ga 2, 2 avne,bhn de. kata. avpoka,luyin\ kai. avneqe,mhn auvtoi/j to. euvagge,lion o] khru,ssw evn toi/j e;qnesin( katV ivdi,an de. toi/j dokou/sin( mh, pwj eivj keno.n tre,cw h' e;dramonÅ Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles – tomando aparte a los notables- para saber si corría o había corrido en vano. Ga 2, 3 avllV ouvde. Ti,toj o` su.n evmoi,( {Ellhn w;n( hvnagka,sqh peritmhqh/nai\ Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. 76 Cfr. Vidal, Las cartas originales de Pablo, 82. Cfr. Ibid., 82. 78 Cfr. Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 183-224 77 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 57 La indicación de Pablo expresa que después de catorce años, de su primera visita, regresa a Jerusalén, un tiempo bastante considerable si se tiene en cuenta que Jerusalén representó un bastión fundamental en el cristianismo primitivo. En cuanto a esta datación del acontecimiento de la asamblea de Jerusalén encontramos convergancias en los autores que realizan la crítica textual a partir de las fuentes más importantes. Se presentan a continuación dichas precisiones en los autores. Sostiene Fitzmyer: ―Este episodio, que ahora refiere la reacción inicial de la comunidad de Jerusalén a la venida de Pablo y Bernabé a la Iglesia madre, cuenta otra visita de Pablo a Jerusalén después de su conversión. Debió de ser en el 49 d.C., catorce años después de su experiencia en el camino de Damasco.‖79 Helmut Köster precisa aún más la cronología probable para referirse a la asamblea de Jerusalén. El apóstol estima la duración de este período como de ―14 años‖ (Ga 2,1). Pero resulta problemático saber si debemos calcular este período a partir de su vocación, es decir, si incluye su actividad en ―Arabia‖, o a partir de su primera visita a Jerusalén. Otra inseguridad más surge del hecho de que, según la costumbre de aquellos tiempos, en los cálculos del tiempo se contaban el año primero y el último de un período en cuestión, aunque solamente una parte de esos años estuviera incluído en él. Por tanto, ―tres años‖, podrían transformarse en 12 y algunos meses. Según calculemos los tres años como dentro de los 14, o los añadamos a éstos, tenemos un período mínimo de 12 años y uno máximo de 17.80 79 80 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 190. Köster, Introducción al nuevo testamento, 611. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 58 Por otra parte, aparecen dos lugares distintos en cuanto origen del conflicto: ―(…) al leer el relato paulino se tienen la impresión de que la controversia surgió en Jerusalén, mientras que la historia de Lucas sitúa el comienzo de la controversia en Antioquia.‖ 81 Lo que sí es claro es que la Iglesia de Jerusalén detenta una autoridad que convoca a Pablo y sus compañeros en el anuncio del evangelio. Al respecto Schlier indica: ―La autoridad definitiva está representada por el evangelio más antiguo y el apostolado más antiguo. Es Pablo quien va a Jerusalén y no los apóstoles jerosolimitanos quiénes vienen a él.‖ 82 De otra parte, se puede inferir que, Ga 2 es una narración de Pablo en el marco de la carta a los Gálatas y, que por tanto, tiene una finalidad específica omitiendo detalles que aparecen en el relato de Hechos. Sin embargo, lo narrado por Pablo adquiere mucha fuerza por cuanto es él un testigo directo de dicho acontecimiento. Schenke afirma: ―Nos hemos anticipado un poco señalando que también Pablo formaba parte de la comunidad de Antioquía. No sabemos exactamente cuándo llegó a esta ciudad. Según su propio testimonio (Ga 1,17 ss), después de su conversión pasó varios años en Damasco.‖83 Por otra parte, en esta introducción del texto de Gálatas, en el versículo primero, se muestra como Pablo es acompañado de Bernabé, de gran estima y aprecio en la comunidad de Jerusalén, por una parte, y de Tito, un seguidor del anuncio de Cristo pero con una caracterización diferente e incluso contraria a la de Bernabé, su origen griego y por tanto, en el contexto de la comunidad primitiva, no partícipe de la tradición judía: ―Bernabé, el levita oriundo de Chipre y judeocristiano helenista, podría haber desempeñado en esto un papel decisivo y pionero. (…)Fue el eslabón entre el sector arameoparlante de la comunidad y los «helenistas». Por su origen y por su pensamiento teológico se aproximaba a los «helenistas»; por su linaje levítico tenía autoridad entre los judeocristianos de lengua aramea.‖ 81 84 Mientras que Tito incluso no se menciona en Hechos, ante lo cual podría Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 185. Schlier, Carta a los Gálatas, 83. 83 Schenke, La comunidad primitiva, 495-496. 84 Ibid., 493. 82 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 59 aludirse que no figuraba en la intencionalidad del autor de Hechos, por lo conflictivo de su presencia. Al respecto señala Fitzmeyer: ―En los Hechos no se menciona a Tito, que acompañó a Pablo a Jerusalén, ni a Juan en Jerusalén (Ga 2,4). No obstante, ninguna de estas diferencias es lo suficientemente significativa como para socavar la concordancia sustancial de los dos relatos, el lucano y el paulino.‖ 85 Ahora bien, aparece una discontinuidad entre lo afirmado por Pablo en relación con Tito ―ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse‖ (Ga 2,3) y lo afirmado en Hch1, 1 ―Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros.‖ Esta situación evidencia la irrupción de algo nuevo en la comunidad cristiana primitiva que pasa necesariamente por la lucha entre lo antiguo y lo nuevo de la experiencia cristiana, sin embargo, tiene que pasar por el diálogo y la confrontación intensas que registra cada relato bíblico. En cuanto a lo dicho en Ga 2,2 Pablo ha expuesto su evangelio predicado entre los gentiles, lo ha presentado en Jerusalén, temiendo que estuviera trabajando o hubiera trabajado en vano en relación con la edificación de la iglesia. Está convencido, por tanto, de que no basta con haber recibido el evangelio y el apostolado por revelación de Cristo. Precisamente, tiene que manifestar la unidad del evangelio y del ministerio apostólico entre él y quiénes eran apóstoles antes que él. El verdadero evangelio y la legítima misión apostólica llevan en sí la tendencia a ser comunes, es decir, el evangelizador se identifica con el Evangelio y lo hace suyo; la Iglesia se edifica sólo por el Evangelio que es uno y, mediante el apostolado que es uno, mas esta unidad tiene que hacerse visible. Pablo expresa que subió ―… movido por una revelación‖ (Ga 2,2) y desde unos intereses muy concretos, entre ellos uno de capital importancia no haber corrido en vano en el anuncio del Evangelio que él predicaba. Mientras tanto, Hch 15,2 ―decidieron que Pablo y 85 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 186. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 60 Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén‖, expresa que fue debido a una decisión de aquellos afectados por el conflicto desatado en Antioquía por algunos que bajaron de Judea. Aquí aparece la contradicción o dificultad que lleva a preguntarse por las razones reales que movieron a Pablo a ir a Jerusalén. Por otra parte, se encuentra una diferencia en la denominación entre el grupo señalado por Pablo en Gálatas, los notables, y por Lucas en Hechos, los presbíteros. Éstos tienen una autoridad dentro de la orientación de la Iglesia de Jerusalén que es muy significativo, sin embargo, Pablo pasa por encima de su rango en cuanto que en Dios no hay acepción de personas. Luego, el poder y su ejercicio son superados en orden a la centralidad del anuncio del evangelio. ―Pablo presenta, pues, su evangelio a una asamblea de los dirigentes de la iglesia. Estos son la instancia decisiva, mientras que los ancianos aparecen como los dirigentes que las representan.‖86 En ambos relatos se efectúa el testimonio múltiple en relación con la comunicación de la experiencia a las autoridades de Jerusalén ―expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles‖ (Ga 2,2) Por tanto, en los tres versículos iniciales de Gál 2 se nos presenta la introducción a todo el texto de Gálatas 2,1-10 y, por tanto, constituyen la plataforma de lo que Pablo quiere mostrar, en primera instancia, la Asamblea de Jerusalén. El marco trazado plantea de entrada algunos puntos relevantes a ser tenidos en cuenta, entre ellos: los motivos por los cuáles Pablo tardó tanto en regresar a Jerusalén; el anuncio emprendido a lo largo de esos años por Pablo y por Bernabé; la praxis desencadenada en medio de los no judíos para comunicar el evangelio; los ritos y símbolos que sostuvieron el anuncio del evangelio si ya no aparecían arraigados elementos tan centrales como el de la circuncisión entre los griegos y los no judíos, que se adherían al evangelio; la autoridad en el seno de la Iglesia primitiva de Jerusalén, entre otros. Esto lleva a confrontar las versiones de Gálatas y de Hechos frente a la intencionalidad de la Asamblea. Schlier afirma: 86 Schlier, Carta a los Gálatas, 82 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 61 Pablo propone como fin de su viaje presentar su evangelio en Jerusalén, mientras que Hechos menciona su apaciguamiento de la disputa a propósito de la circuncisión de los cristianos gentiles. Tal diferencia se explica bien, considerándola como una apreciación subjetiva del hecho, por cuanto que el evangelio paulino de la libertad se encontraba en juego en la disputa sobre el precepto de la circuncisión, y con estas miras se presentó el evangelio. 87 De esta forma, Pablo sitúa en la narración de Gálatas, temas que son centrales no sólo para las comunidades de los gálatas sino para la multitud de las iglesias que configuraron el cristianismo naciente del primer siglo. Emerge una veta enorme que no puede ser acallada ni mucho menos ignorada u olvidada, estamos ante uno de los acontecimientos más importantes de la Iglesia primitiva cristiana. 1.4.2 La oposición en la asamblea plenaria (v 4-5) Ga 2, 4 dia. de. tou.j pareisa,ktouj yeudade,lfouj( oi[tinej pareish/lqon kataskoph/sai th.n evleuqeri,an h`mw/n h]n e;comen evn Cristw/| VIhsou/( i[na h`ma/j katadoulw,sousin( Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, Ga 2, 5 oi-j ouvde. pro.j w[ran ei;xamen th/| u`potagh/|( i[na h` avlh,qeia tou/ euvaggeli,ou diamei,nh| pro.j u`ma/jÅ a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio… En el versículo 4 de Gálatas se acrecienta la contradicción al señalar a los falsos hermanos ―…a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús‖ frente a lo descrito en Hch 15, 5 ―Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era 87 Ibid., 135. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 62 necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés‖; estos grupos se oponen en la Asamblea a Pablo, entran a chocar visceralmente. Pablo identifica a los falsos hermanos que se han filtrado solapadamente en la comunidad; cabe, entonces, preguntarse quienes eran estos personajes dentro de la comunidad de creyentes. Podría de manera precipitada señalarse que este grupo sería parte de los creyentes del territorio de Judea y, por tanto, partícipes de uno de los grupos de los dirigentes de la Iglesia de Jerusalén, sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos que presenta Hechos y el mismo Pablo en Gálatas nos llevan a considerar otra posición, dado que resultaría paradójico que primero llegase un grupo avalado por Jerusalén y, luego, en la Asamblea fuera desvirtuado ratificando la posición de Pablo. Se trata, pues, de otro grupo cuyas posiciones se dejan entrever con claridad. El grupo de los falsos hermanos se enmarca dentro del judaísmo radical con una posición muy marcada de los ritos judíos en donde se ha acogido el acontecimiento Jesucristo. Evitando el prejuicio de juzgar a este grupo anticipadamente, hemos de situarnos en lo que representa para un grupo de personas que han estado en una experiencia religiosa, por muchos años, emprender una transformación radical de sus símbolos fundamentales; no se da mecánicamente un salto de una experiencia religiosa antecedente a otra nueva, implica un proceso muy lento y progresivo en donde son importantes las mediaciones que dan seguridad frente a nuevos referentes. Incluso los primeros creyentes vivieron su cristianismo con elementos evidentemente judíos, luego, no es extraño que la circuncisión signo elocuente y referencial para los judíos cause una polémica visceral entre los cristianos provenientes del judaísmo y los cristianos helenistas. Además, ―es claro que en ambos relatos, el lucano (Hch 15, 3-12) y el Paulino (Ga 2, 4-6), el tema es el requerimiento de la circuncisión y el cumplimiento de la ley mosaica para los gentiles convertidos.‖88 88 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 191. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 63 Por otra parte, Gnilka habla de una tercera facción, diferenciando las otras de la Iglesia de Jerusalén y, de los seguidores de Pablo y Bernabé, para explicar el grupo que ataca a Pablo y que son considerados por éste como falsos hermanos e intrusos. De hecho, en la Asamblea de Jerusalén no hubo dos facciones, sino tres. Tener esto presente es de suma importancia para comprender toda la problemática. Constituían la primera facción Pablo, Bernabé y Tito como representantes de los cristianos gentiles. Formaban la segunda Santiago, Cefas y Juan como portavoces de los judeocristianos. La tercera facción constaba de aquellos a los que Pablo denomina ―falsos hermanos que furtivamente se metieron a espiar…‖ (Ga 2,4)89 En el caso de Hechos se afirma que los que se oponen a Pablo y Bernabé en Antioquia son, simplemente, algunos que bajaron de Judea y que pueden haber estado relacionados con los fariseos: ―(…) en el relato de Lucas se dice que aquellos que se oponen a Pablo y a Bernabé en Antioquia son simplemente ―algunos que bajaron de Judea‖ (15, 1); estos pueden haber estado relacionados con aquellos que luego son identificados como ―algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe‖ (15,5), esto es convertidos de Jerusalén de antecedentes farisaicos.‖ 90 De esta manera, lo que Pablo defiende no es ni más ni menos que la unidad del Evangelio que se ve atacado por los falsos hermanos. Pablo defendió su causa, mostrando que Cristo es portador de una ley nueva (Cfr. Ga 2,19), la cual lo revistió a él y a quienes le siguen de una novedad permanente, no supeditada a la Ley mosaica. Jesucristo como Anuncio Nuevo, es decir, como Buena Nueva y Vida Nueva en el seno de las comunidades primitivas eclesiales hace necesario indicar el sentido primigenio del mismo. Pablo portador de la experiencia del resucitado para los gentiles no puede condescender con ideas erróneas que les sean impuestas a los gentiles; necesariamente y en 89 90 Gnilka, Pablo de Tarso: Apóstol y testigo, 97-98. Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 185. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 64 una actitud profundamente honesta, se presenta como apóstol elegido por el mismo Señor, su ministerio no se supeditó a la aprobación de falsos hermanos (Cfr. Ga 2,4) que quisieron desvirtuar su anuncio. Se supera así el peligro del reducir la nueva experiencia religiosa naciente al marco cultual del judaísmo: ―Los judeocristianos de Jerusalén no se habían distanciado aún significativamente del judaísmo. Por tanto, surgió la exigencia de vincular otra vez con más fuerza al judaísmo a las comunidades paulinas de cristianos gentiles, y de imponerles la observancia de la ley y de la circuncisión‖91. Pablo defenderá con toda su vida lo que ha recibido de Jesús y que no puede traicionar ni desvirtuar, su experiencia con los gentiles le ha llevado a reconocer la gratuidad de Dios así como la novedad que conlleva la experiencia cristiana frente al judaísmo. Además de lo anterior, Hechos al presentar la Asamblea acomoda algunos elementos quitándoles la conflictividad que representaron para la comunidad primitiva; algunos argumentarían, por el contrario, la vehemencia de Gálatas en la disputa paulina para defender la libertad del Evangelio, sin embargo, el escrito de Pablo sigue siendo un testimonio del acontecimiento y ahí emerge lo que lo afectaba profundamente como seguidor del Señor. Pablo experimenta su conversión del judaísmo y ahora es un testigo autorizado del evangelio que es Cristo. Hechos de los apóstoles matiza el conflicto y llega a plantear una resolución pacífica, si bien, como lo muestran otros textos, el conflicto perdurará un tiempo en la iglesia primitiva. Confrontando mucho más los sucesos de la Asamblea se cita en el versículo 5 de Gálatas lo fundamental de la discusión: salvaguardar la verdad del Evangelio, ahí se toca el corazón de lo que permitirá la solución del conflicto; se trata de mirar que es y que no es Evangelio, dicho de otra forma, que corresponde al anuncio fundamental de Jesucristo y que es secundario, con los revestimientos culturales y el ropaje de la legislación humana. El conflicto cobra intensidad con los falsos hermanos y alcanza su clímax: 91 Cfr. Gnilka, Pablo de Tarso, 97. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 65 Lo que ellos pretendían con su conducta, lo señala Ga 2 categóricamente: "para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud" (Gal 2, 4); en este sentido participan de la mentalidad de los Judaizantes que actuaron más tarde en Galacia. Para los agitadores de Antioquía esto viene a decir: basados en sus propias observaciones se proponían lograr uno de dos objetivos: o sumisión de los cristianos de origen pagano a la primitiva comunidad, muy estrechamente uncida todavía a la ley, o, en caso contrario, denuncia de la comunión eclesial. Para Pablo con esto estaba en juego la "verdad del Evangelio" y la "libertad" de la fe.92 Al colocar en este versículo como centro el Evangelio y su anuncio se emite un criterio permanente que soluciona los más intrincados conflictos en el seno de las iglesias primitivas y se encuentra un referente hermenéutico para el mismo diálogo ecuménico. El conflicto de Jerusalén nos muestra con diafanidad las diferencias latentes que tuvieron que ser superadas para edificar la iglesia primitiva y que constituyen hoy un modelo para afrontar la construcción de la Iglesia en medio de la diversidad, en donde el diálogo ecuménico tiene una palabra muy importante. 1.4.3 Negociación y acuerdo con los “notables” (v 6-10) Ga 2, 6 avpo. de. tw/n dokou,ntwn ei=nai, ti( o`poi/oi, pote h=san ouvde,n moi diafe,rei\ pro,swpon Îo`Ð qeo.j avnqrw,pou ouv lamba,nei evmoi. ga.r oi` dokou/ntej ouvde.n prosane,qento( Y de parte de los que eran tenidos por notables -¡que me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas- en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. Ga 2, 7 avlla. touvnanti,on ivdo,ntej o[ti pepi,steumai to. euvagge,lion th/j avkrobusti,aj kaqw.j Pe,troj th/j peritomh/j( 92 Bornkamm, Pablo de Tarso, 69-70. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 66 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, Ga 2, 8 o` ga.r evnergh,saj Pe,trw| eivj avpostolh.n th/j peritomh/j evnh,rghsen kai. evmoi. eivj ta. e;qnh( - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentilesGa 2, 9 kai. gno,ntej th.n ca,rin th.n doqei/sa,n moi( VIa,kwboj kai. Khfa/j kai. VIwa,nnhj( oi` dokou/ntej stu/loi ei=nai( dexia.j e;dwkan evmoi. kai. Barnaba/| koinwni,aj( i[na h`mei/j eivj ta. e;qnh( auvtoi. de. eivj th.n peritomh,n\ y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; Ga 2, 10 mo,non tw/n ptwcw/n i[na mnhmoneu,wmen( o] kai. evspou,dasa auvto. tou/to poih/saiÅ sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. El versículo 6 de Ga 2 introduce una polémica por lo expresado por Pablo frente al grupo de los notables, polémica que aparece muy desdibujada en Hechos en donde pareciese que fuera algo secundario y pasajero. El estudio que hemos emprendido muestra que este pasaje no puede ser leído sin su contexto circundante, máxime que si bien todo pareciera centrarse en elementos rituales y simbólicos, sin embargo en el fondo transluce serias posiciones no fáciles de conciliar, en medio de una vivencia muy particular del Evangelio del cual son portadores tanto Pedro y la Iglesia de Jerusalén, como Pablo y la Iglesia de Antioquia. De manera muy fuerte se encuentra en el v. 6 de Ga 2 una posición clara frente a la autoridad en la comunidad cristiana primitiva, no puede ser silenciada la agudeza de la expresión paulina ―(…) eran tenidos por notables -¡que me importa lo que fuesen!”; Pablo no defiende su posición y su status en la Iglesia de Jerusalén, a él le interesa la defensa de la verdad del Evangelio. Por ello, la autoridad es vista no con desconocimiento sino desde su sentido auténtico, como un servicio en la Iglesia primitiva. Su reacción resulta sorprendente y expresa lo impactante que fue este conflicto y, que por tanto, la solución no fue Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 67 simplemente un Decreto apostólico, defendido más por Hechos por las razones ya expuestas en este capítulo, un añadido lucano. Además, tengase muy presente que la solución al conflicto se presenta en Hechos por la intervención directa de Pedro y no por los argumentos formulados por Pablo. Al respecto Fitzmeyer nos indica: Desde la perspectiva de Hechos, la importancia de este episodio es la resolución del ―concilio‖ que un cristiano no tiene que ser circuncidado ni obedecer todas las prescripciones de la ley mosaica. Esta resolución se debe a la intervención de Pedro, que hasta este punto de los hechos ha sido el portavoz de la iglesia cristiana de Jerusalén. [...] Pedro confirmaba así la práctica de Pablo, que había estado fundando iglesias de gentiles cristianos sin imponer a los convertidos ni la circuncisión ni la obligación de aceptar la ley. […] Pedro estaba simplemente ejerciendo el encargo que Cristo resucitado había impuesto a los once: predicar en su nombre el arrepentimiento y perdón de los pecados ―a todas las naciones‖ (Lc 24, 47), encargo que no decía nada sobre la necesidad de la circuncisión o la obligación de observar toda la ley de Moisés.93 Lo contrastante de esta polémica es que pese a lo acordado en la Asamblea sigue latente el conflicto para conservar los ritos judíos en situaciones como, por ejemplo, la expresada en Ga 2, 11 ss, donde se origina una ruptura profunda a causa de la simulación de Pedro y Bernabé en torno a la comunidad de mesa en Antioquía. Para ahondar y comprender mejor estos conflictos ligados a la asamblea de Jerusalén hay que acercarse al contexto sociocultural vivido en Antioquía y por otras comunidades, en donde eran evidentes tales choques. Ludger Schenke nos ilustra con gran precisión las razones, que ayudan a entender lo que estaba en juego con las determinaciones de la Asamblea, y la novedad de vida que conllevaba la asunción del Evangelio de Cristo, de cara a la antigua religión judía. Sin embargo, ¿estuvieron todos los creyentes en Cristo dispuestos a superar los elementos culturales que identificaban como esenciales en su 93 Fitzmyer, Los hechos de los apóstoles, 192. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 68 experiencia religiosa? ¿Cómo se podrían superar las diferencias en cuanto a la asunción de posiciones radicales y extremas desde los imaginarios religiosos subyacentes en los judeocristianos y los helenistas? Cabe preguntar si todos los judeocristianos recién convertidos de Antioquía aceptaron sin reservas la misión pagana que prescindía de la circuncisión. Es poco probable. Lo que estuvo confuso y fue tema discutido durante mucho tiempo fue más bien la situación de los paganos recién convertidos entre los Judeocristianos de Antioquía. Sobre todo, la cuestión de cómo unos, y otros podían convivir en lo concerniente a las normas rituales surgió desde luego antes de la aparición de la gente de Santiago (Ga 2, 12) en Antioquía. Pablo atestigua (Ga 2, 11 ss) que hubo allí judeocristianos que compartían la mesa con los cristianos procedentes del paganismo, que posponían por tanto las cuestiones rituales a favor de la comunión de todos los creyentes. Entre ellos estaban Bernabé e incluso Pedro. Pero ¿actuaron así todos los judeocristianos de Antioquía? En particular, dado el rápido crecimiento de la comunidad, no hay por qué suponer la vigencia general de una mesa común entre judeo- y pagano-cristianos. Pudo haber, junto a la comensalidad mixta, reuniones y celebraciones reservadas a Ios judeocristianos; en este terreno sólo cabe hacer conjeturas; pero no debemos perder de vista las condiciones sociales de las primeras comunidades, que no poseían aún nada parecido a los «centros comunitarios» o a las «salas parroquiales». El ágape común de las casas privadas y, por tanto, en pequeños grupos que excedían de las veinte o treinta personas. No es probable que de todos estos pequeños grupos se juntaran judeo- y pagano cristianos; entre otras razones porque, incluso en Antioquía, el número de judeocristianos, parece que fue en un principio superior al de los paganocristianos. El judeocristiano que tuviera sus reservas contra el ágape común con los cristianos procedentes del paganismo podía participar en aquellas comidas donde todos los comensales fuesen judeocristianos. En cualquier caso, el desvío de Pedro y Bernabé en esta cuestión denunciado por Pablo (cf. Gál 2, 12 s) sólo se comprende desde una situación cornunitaria controvertida. Señalemos aquí que la misión simultánea entre los judíos Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 69 y los paganos «temerosos de Dios» de Antioquía implicó desde el principio el arduo problema —no resuelto teológicamente— de la convivencia práctica de judeo- y pagano-cristianos‖.94 Por tanto, no podemos desconocer que si bien Hechos habla de una solución definitiva del conflicto planteado en Jerusalén, persiste en las comunidades cristianas primitivas que se aferran a sus ritos y símbolos religiosos; sólo lentamente se va produciendo la superación del conflicto orientados eso sí por las luces perennes de la Asamblea. Además, en Ga 2,6 Pablo afirma que ―los notables nada nuevo me impusieron” lo cual contrasta con lo expresado en Hech 15,28-29 ―Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas cosas. Adiós.‖ Esta contradicción demuestra la teologización efectuada por Gálatas y por Hechos en donde el segundo, enfatiza en los elementos rituales que han de mantenerse en las comunidades cristianas, de manera concreta en las judeocristianas que comparten su experiencia de fe con el cristiano- helenismo o mejor expresado en el helenismo.95 La contradicción o dificultad aparente se supera si se toma el concilio de los apóstoles no como un hecho puntual, rígido e inflexible, sino como una dinámica vital de la comunidad cristiana primitiva que se enfrenta a la transformación progresiva de una experiencia religiosa la judía en donde Jesús ha vivido y ha generado una nueva praxis. Necesariamente, el cristianismo primitivo tiene que pasar por la discontinuidad con el judaísmo adquiriendo un rostro propio; en términos de Gerd Theissen, se trata de un nuevo sistema de símbolos religiosos, de un nuevo mundo simbólico que trae nuevos sentidos a los creyentes en Cristo. 94 95 Schenke, La comunidad primitiva, 494-495. Téngase en cuenta la categoría helenismo en el marco contextual del presente capítulo. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 70 De esta forma, la convivencia entre judeocristianos y paganocristianos encuentra una orientación para ir logrando puntos de encuentro y superar así los obstáculos suscitados, que fueron grandes conflictos que no se acallaron con un decreto, implicó una convivencia que fue dramática por la exclusión, el rechazo y la persecusión que, incluso el mismo Pablo y sus seguidores enfrentaron. Afirma Schenke después de un cuidadoso análisi que el relato de Hch 15 es sustancialmente correcto y además que, ―el problema de la convivencia práctica de judeo- y pagano-cristianos en Antioquía y en el área de misión antioquena de Siria y Cilicia (Hch 15,23) se resuelve imponiendo a los cristianos procedentes del paganismo unas exigencias rituales mínimas.96‖ Por otra parte, en el versículo siete encontramos un pilar común encomendado tanto a Pedro como a Pablo, esta piedra base es el Evangelio y por ende la evangelización como acción necesaria para la comunicación de la salvación conferida por Dios en su Hijo Jesúcristo. Las expresiones tales como, la evangelización de los incircuncisos así como la evangelización de los circuncisos son expresiones poco comunes en las cartas paulinas, lo que denota que existe una gran certeza que dichas expresiones fueron propuestas en el marco de la Asamblea. Además, ya se ha reconocido el ministerio de Pablo como evangelizador lo cual choca con aquellos que pretendían deslegitimar su acción en la comunidad de Antioquía; el anuncio de Pablo es tan válido y legítimo como el de Pedro aunque se asuman formas distintas de entender la actuación de Dios en los ritos y signos religiosos. De esta forma, los falsos hermanos tienen que reconocer que no pueden en el seguimiento de Jesús, estar arraigados en el pasado inamovible del tradicionalismo y, cuan benéfico sería hoy entender en la praxis cristiana la novedad permanente de la cual es portadora el Evangelio, así como las formas diversas de asumir lo religioso propuestas desde las culturas, sin que por ello se desmerite el mismo anuncio, Cristo Muerto y Resucitado. 96 Schenke, La comunidad primitiva, 502 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 71 En el versículo ocho, emerge un planteamiento que para la teología es imprescindible si no se quiere caer en una teología de espaldas a Dios, aunque suene paradójico. Lo que se quiere afirmar es que la actuación de Dios reflejada a través de Pablo y Pedro es una pieza invaluable en la teología tanto bíblica como pastoral y, desde luego sistemática, para la comprensión profunda de la asamblea de Jerusalén. Una teología que no se pregunte y responda a la actuación de Dios resulta acéfala; el sentido último de la teología está en descubrir e intuir la acción de Dios en su pueblo, en sus hijos e hijas, en la historia. Y esta es la experiencia paulina: Dios actúo en Pablo para el apostolado de los gentiles. No requiere títulos honoríficos, su praxis muestra el acontecer de Dios en medio de su pueblo en medio de la contradicción y la incredulidad de algunos. La religión de cualquier época y en nuestro caso del cristianismo debe reconocer la actuación de Dios en los creyentes y en la historia, especialmente, para aquellas experiencias religiosas que se reconocen precisamente inmersas en la historia, como por ejemplo, el Judaísmo, el Islám o el mismo cristianismo.97 Quienes pretendan reflexionar sobre la teología desconociendo o ignorando el actuar de Dios en el creyente tendrían que volver a Pablo y meditar en este versículo de gálatas para releer su vida en Cristo. El versículo noveno de Gálatas muestra un momento cumbre de la Asamblea de Jerusalén: la comunión o koinonia que se mantiene pese a la diversidad de los planteamientos, posturas y prejuicios latentes en los partícipes de ésta. La conflictividad que en múltiples ocasiones se pretende silenciar o acallar al interior de la Iglesia Cristiana encuentra un cuestionamiento muy fuerte en la manera como se desenvolvió la Asamblea de Jerusalén. La anhelada unidad en la Iglesia no se impone, se 97 Cfr. Pikaza, El fenómeno religioso, 182-199. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 72 construye desde la praxis del Evangelio, tan difícil de asumir en su radicalidad: ―Tocamos con ello el problema central de la asamblea. La unidad de evangelio, apenas alcanzada, comienza a resquebrajarse en este estadio temprano. Para captar la importancia de esta cuestión apremiante y dificil no hay que perder la vista la delicada situación de la Asamblea.‖98 Ahora bien, si se añade a lo anterior el lugar privilegiado que tiene dentro del cristianismo primitivo la asamblea de Jerusalén, entonces, nos encontramos con un auténtico tesoro por años encubierto, como ocurrió, de manera análoga, por siglos con la tumba de San Pedro oculta sobre los pies de los creyentes. Abramos, pues, esa veta para edificar la koinonia fragmentada por elementos secundarios frente a la centralidad del anuncio del Evangelio, fente al acontecimiento salvífico para todos los hombres y mujeres del mundo: Cristo el Anuncio Nuevo. Finalmente, el versículo décimo ratifica la señal de comunión descrita en el versículo noveno. Algunos autores, como Gnilka, ven en esta señal la apertura a la comunidad de Jerusalén por parte de Pablo, Bernabé y los evangelizadores de los gentiles. Pese a las ideas encontradas y los planteamientos aparentemente contradictorios es posible pensar en la unión común de los creyentes en Cristo. De esta forma, los conflictos que parecen solucionarse muy pacíficamente en Hechos son profundos en la comunidad primitiva, en los discípulos que siguen el Evangelio y en las comunidades que acogieron la praxis evangelizadora. Los acuerdos logrados en la Asamblea, son más bien, puntos de partida que de llegada. Conllevan evoluciones en las prácticas cultuales, en los ritos y, en los mismos símbolos que sostienen los sistemas religiosos del judaísmo y del cristianismo. La evolución del judaísmo al cristianismo está marcada por la transformación de la experiencia religiosa, como se analizará en el siguiente capítulo de este trabajo. 98 Gnilka, Pablo de Tarso: Apóstol y testigo, 97. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 73 Por tanto, se produce un reconocimiento de la experiencia religiosa de Pablo y en él de los cristianos helenistas que han sido portadores o evangelizadores de los gentiles. La praxis del reconocimiento es un ejercicio lento y progresivo que hemos de suscitar cada vez más para lograr un auténtico diálogo ecuménico, sólo así se construye la Iglesia del Resucitado. Un aspecto realmente importante es que la unidad del evangelio y del apostolado y, consecuentemente, la de la iglesia no se consigue a base de hacer un compromiso teórico y práctico en lo fundamental, sino gracias a una decisión que manifiesta el reconocimiento del evangelio paulino y su apostolado por parte de los de Jerusalén. La unidad de la iglesia se guarda en virtud de la verdad del evangelio y del único apostolado, descubierta y reconocida en común por el juicio de las autoridades de la iglesia. 99 La Iglesia primitiva optó así por la Vida Nueva que defendió Pablo llegando a un acuerdo en la Asamblea y restaurando la unidad de la Iglesia en la diversidad, rechazando la uniformidad y la normativización que se quería imponer por parte de los mismos creyentes en el Señor. La asamblea celebrada en Jerusalén (hacia el 48/49 d. C.) demuestra que la unidad amenazada, de una manera sorprendente, no llegó a romperse y, por tanto, "ella puede ser considerada con toda razón corno el aconteciminto más importante de la historia de la primitiva comunidad.‖100 Es una constante que los hombres y mujeres de todos los tiempos estemos ligados a tradiciones milenarias, a paradigmas que son difíciles de superar, como les aconteció a los discípulos del Señor al proclamar el Evangelio más allá de sus fronteras y como sucede hoy, también en nuestras iglesias. Se impone la praxis de la apertura a la novedad comunicada por el Evangelio del Señor en la historia que vivimos, donde las dinámicas de muerte pareciesen imponerse por doquier. 99 Schlier, Carta a los Gálatas, 84. Bornkamm, Pablgo de Tarso, 67. 100 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 74 Este acontecimiento, la asamblea de Jerusalén, de importancia única, es un aporte fundamental para la renovación de la Iglesia y para repensar el diálogo ecuménico, en conexión con la novedad de la cual es portador el Señor Jesucristo a los suyos y, que Pablo experimentó en carne propia. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 75 2. UNA LECTURA TEOLÓGICA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN: EL ETHOS DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA NOVEDAD DE VIDA La asamblea de Jerusalén reúne los conflictos y tensiones de una Iglesia que se está delineando y configurando sobre las experiencias fundantes que han tocado profundamente las mentes y corazones de hombres y mujeres que creen en Cristo, lo cual no constituye una uniformidad en las comprensiones de la realidad ni una vivencia unívoca e inflexible de la experiencia religiosa, al contario, parece que es allí, donde emergen los diversos elementos culturales que enriquecen la praxis religiosa en el momento de decidir qué hacer en coherencia con la fe recibida y cómo actuar en consecuencia con sus exigencias. Los protagonistas de la asamblea de Jerusalén han vivido tradiciones culturales distintas y aún contrarias que generan no pocas dificultades, piénsese en Santiago o en Pedro arraigados a lo largo de años en el seno del judaísmo, con unos valores referidos a las tradiciones de sus antepasados, además, han participado de la predicación de un judío, Jesús, y quieren mantener intacto lo que les ha sido dado por su experiencia religiosa en relación a la ley, al culto y al templo; es relevante preguntarse hasta qué punto las columnas de la Iglesia de Jerusalén han modificado sus tradiciones religiosas originarias. Por otro lado, Pablo, fariseo radical converso al cristianismo, formado en un contexto cosmopolita, con un bagaje cultural muy amplio, con una experiencia de la fe en Cristo y, por ello, con nuevas formas de entender su fe a partir de su conversión, de vivirla y de proponerla al mundo greco romano, marcado ahora por el acontecimiento que representa Cristo. Sin embargo, un detalle muy importante para el presente trabajo de la extensa y rica biografía de Pablo lo constituye el hecho que Pablo una vez convertido al Señor no va donde los apóstoles para formarse doctrinalmente sino que sigue con el anuncio y se integra en la comunidad que lo acogió. Al respecto Bultmann ilustra diciendo: Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 76 Después de su conversión no buscó encontrarse con los discípulos ni con la primitiva comunidad de Jerusalén a fin de que le adoctrinasen sobre la persona de Jesús y sobre su actividad. Por el contrario, subraya Gal 1-2 con palabras fuertes su independencia respecto de ellos. De hecho sus cartas apenas muestran huellas de la influencia de la tradición palestinense de la historia y predicación de Jesús. Para él, lo significativo de la historia de Jesús es el hecho de que él, como judío, nació bajo la ley y vivió bajo ella (Gal 4, 4), y que fue crucificado (Gal 3, 1; 1 Cor 2, 2; Flp 2, 5 s).101 Estos actores confluyen en el entramado de la asamblea de Jerusalén, han sido reunidos históricamente o simbólicamente por razones teológicas y pastorales, esto si por ejemplo, se tiene en cuenta situaciones y episodios como el de Ga 2,11-14 que por su relevancia e impacto muestra que pudieron darse, antes de la misma asamblea de Jerusalén, disputas y rupturas entre los protagonistas de la misma102. Sólo así se explicaría la simulación de Pedro y Bernabé ante los judeocristianos, para traer a colación una situación que tiene fuertes matices por el enfrentamiento producido entre Pablo y Pedro. La asamblea de Jerusalén es un fenómeno que no puede ser comprendido unívocamente y que conllevará unas decisiones que delinearán los rostros de los movimientos del cristianismo naciente del primer siglo de la Iglesia. El complejo entramado así esbozado, nos abre a la consideración de hechos que pueden ser abordados de una manera analítica o si se prefiere reflexiva, para poder descifrar su significado que, en ese momento representó y que hoy vuelve con un sentido enriquecido para nosotros. Para un creyente en Cristo o para quien se denomina cristiano adquiere también relevancia la consideración seria de lo que se jugó en la asamblea de Jerusalén, entrar en los pormenores, mostrar las dinámicas, indagar los cómos y dilucidar los dilemas que 101 Bultmann, Teología de Nuevo Testamento, 243. 102 Cfr. Schenke, La comunidad primitiva, 498 ss. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 77 superados, permitieron que las iglesias creyentes en Cristo definieran criterios y horizontes comunes para su praxis en la historia. Para ahondar estos planteamientos se retoma a continuación el aporte de Gerd Theissen en su obra la religión de los primeros cristianos, en donde se muestra, como su nombre lo indica, la religión de los primeros cristianos a partir de una marco estructural que permite verla dentro de unos referentes globales de sentido, cuya clave es la religión como un sistema de signos103. Este aporte permitirá desde la teología considerar la asamblea de Jerusalén desde sus dinámicas internas, desde los contextos que la conforman, desde los intereses que la mueven, en últimas desde lo que no aparece tan evidente pero no por ello irrelevante. Se podría utilizar la expresión el currículo oculto, valiéndonos del ámbito pedagógico, para designar la tarea que nos ocupa en este capítulo. La comprensión en Gerd Theissen de la religión está determinada por ser un sistema cultural de signos en donde interactúan y se asocian el mito, el rito y el ethos; lo que caracteriza un sistema religioso de signos es la combinación de estas tres formas expresivas que sólo en la religión se asocian de ese modo104. Ahora bien, hablar de mito en ningún momento constituye una concepción despectiva ni ilusoria, al contrario el mito expresa el hecho religioso, ―los mitos religiosos permiten a los humanos coordinar su conducta mediante símbolos y roles comunes.‖ Los mitos, los ritos y el ethos constituyen una triada estructurante de la religión como un sistema de símbolos, las experiencias humanas acuden a lo simbólico para poder ser aprehendidas, comunicadas y vividas. Desde estas formas expresivas constitutivas de las experiencias religiosas (mito, rito y ethos), se generan unos sistemas que se vuelven referenciales y que exigen una autorganización, dando origen a la institucionalización de lo religioso, es decir, a la religión 103 104 Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 408. Cfr. Ibid., 16. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 78 propiamente dicha. Adquieren su máxima expresión en la vida y la cultura de las personas y los pueblos: ―encontramos en el mito, el rito y el ethos de una religión los mismos elementos que influyen en la vida: roles, símbolos y normas.‖105 Por otra parte, completando lo expresado en relación a las formas expresivas constitutivas de las experiencias religiosas, en este segundo capítulo, se considera el ethos como un elemento esencial para entender lo que ha estado en juego en la asamblea de Jerusalén y que constituye un aporte definitivo en la recreación del significado de este magno acontecimiento para la edificación del Nuevo Pueblo de Dios que representa la Iglesia. Al respecto precisa Theissen: Nosotros llamamos ethos de un grupo al conjunto de la conducta real y la conducta exigida que tiene vigencia en ese grupo. El ethos del cristianisrno primitivo no es, según eso, algo que se agrega secundariamente al significado primario de los mitos religiosos (de sus roles y símbolos), sino que forma parte constitutiva de ese significado. El ethos es el significado del mito en el lenguaje de la conducta. 106 Si el lenguaje de la conducta incluye el ethos, la conducta ética es integrada en el lenguaje religioso. Sin embargo, el ethos no es solamente una ética aunque la incluya. En relación con esta importante forma expresiva del sistema religioso, se ha dado una no fácil discusión metodológica y epistemológica, hasta el punto que, la experiencia religiosa que retoma el ethos se enfrenta a las preguntas para establecer su validez y su obligatoriedad, su carácter vinculante de la praxis humana. La gran mayoría de las religiones contienen éticas explícitas que guían sus postulados y ofrecen una orientación para la vida; lo interesante sería rastrear en ellas la evolución de los constructos éticos y su transformación, de forma tal que, se visibilicen los quiebres generados y los nuevos paradigmas producidos con la transformación del ethos en una misma religión107. 105 Ibid., 26. Ibid., 87. 107 Cfr. Ibid., 18. 106 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 79 Lo religioso se encarna en la historia a través de las instituciones religiosas dando pie al conflicto entre lo originario de una experiencia religiosa (lo carismático) y lo que ella logra ser a lo largo de mucho tiempo (la institución), es el precio de ser humanos sometidos al tiempo; lo simbólico posee una gran carga de sentido que se transforma enriqueciéndose o empobreciéndose con el transcurrir de los años en la institucionalidad religiosa. La interpretación de la religión como un sistema cultural de signos incluye, como notas características, su carácter semiótico, sistemático y cultural, en donde este último indica que todo su lenguaje religioso de signos se da en un acontecer humano, una acción social de años o siglos. Aparecen las religiones como sistemas de signos socio-culturales108. La categorización de las formas expresivas de una experiencia religiosa nos permite aproximarnos desde la teología a la comprensión de los fenómenos constitutivos del hecho religioso, en nuestro caso del cristianismo de los primeros siglos y, particularmente, al acontecimiento de la Asamblea. Para la experiencia cristiana el acontecimiento de Jesucristo constituye el mito fundacional en su relación con la revelación del pueblo de Israel y, su praxis, conlleva un ethos al que sus discípulos moldearán y darán vida. Por tanto, el método propuesto aquí reitera la importancia de lo simbólico como una forma de apropiación de la experiencia religiosa. En el recorrido por cada cosmovisión religiosa no pueden pasarse por alto los mitos y ritos que han hecho cercana y perceptible a las distintas tradiciones religiosas. Se invita a seguir lo simbólico desde los procesos y experiencias propias de las religiones. Como presupuesto hermenéutico es importante observar o intuir los paradigmas que han modelado cada experiencia religiosa. La experiencia fundante de cada religión es una realidad desde la cual han de ser analizados los paradigmas subyacentes en su evolución histórica. Los factores socio108 Cfr. Ibid., 20-21. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 80 culturales son portadores de un valor único para contextualizar la experiencia religiosa. Conviene establecer, entre otros, los imaginarios subyacentes, los prejuicios comunes, frente a las ciencias y, las orientaciones ético-políticas sobre las cuales ejerce o podría ejercer influencia la experiencia religiosa en la sociedad. En el método aquí propuesto, también, se sugiere un acercamiento a la experiencia religiosa teniendo como inspiración la fenomenología del hecho religioso109 unida a un ejercicio hermenéutico bíblico que conlleva la comprensión de los fenómenos religiosos, interpretación de los mismos y la asunción de una postura crítica en diálogo con las experiencias religiosas vividas en el seno de la comunidad cristiana primitiva. En el caso presente la fenomenología de la asamblea de Jerusalén. Es importante, además, establecer cuál es la concepción que se tiene desde lo religioso del otro y, ahí examinar las relaciones trazadas frente a los otros a partir de la experiencia religiosa; téngase presente que la religión ha sido considerada tradicionalmente como una experiencia de religatio con el Misterio pasando por el concepto de otredad, es decir, que el otro es parte de mi propia experiencia religiosa. No se da una experiencia religiosa en ausencia del otro. Para el seguimiento de la asamblea de Jerusalén será vital desentrañar cómo se produjo el reconocimiento del otro y la validación de su palabra y de su acción, frente al seguimiento del evangelio que representa el Señor Jesús. La asamblea de Jerusalén se movió en la lucha intrincada entre la tradición judía y una tradición apenas naciente, la cristiana. Esta última con múltiples facetas dado que sus miembros no sólo provienen de judaísmo palestinense sino también del judaísmo helenista y, el paganismo. Retomando el planteamiento de Gerd Theissen, la elaboración de un nuevo mito en la experiencia religiosa cristiana frente a la revelación veterotestamentaria, conllevó una 109 Para ampliar el significado de la fenomenología en la Biblia se podrá consultar muy pronto la magna obra del padre Gustavo Baena “Fenomenología de la revelación” de editorial Verbo Divino cuyo lanzamiento se dará en la segunda parte del año 2011. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 81 nueva manera de entender el seguimiento del Señor, ya no en continuidad con el judaísmo sino en discontinuidad con el mismo. El deslinde narrativo-histórico frente al judaísmo del cristianismo, como ocurrió con Lucas en su Evangelio y en el Libro de Hechos, marca un nuevo comienzo y es necesariamente una ruptura con lo establecido. Además, teniendo presente lo dicho en los criterios primarios de Meier, el de discontinuidad será muy notable en los textos que relatan la Asamblea y, en este capítulo, profundizaremos teológicamente su registro en lo acontecido y en las implicaciones para la iglesia primitiva. Se puede hablar, entonces, de una discontinuidad producida entre las tradiciones, que conllevó un choque de concepciones religiosas diversas, es decir, sistemas referenciales simbólicos religiosos diferentes que requirieron una convergencia o por lo menos una articulación. El caso de la circuncisión y de las comidas en la comunidad de Antioquía entre los judeocristianos y los helenistas, por ejemplo, son hechos que muestran esa discontinuidad y novedad al mismo tiempo, objeto de la asamblea de Jerusalén110. La discontinuidad, sin embargo, no significa saltos en el vacío, como si la experiencia religiosa se substrajese de lo humano y prescindiera del lenguaje y de lo cultural, todo lo contrario, lo presupone y tiene que pasar por la experiencia dolorosa del abandono y del desarraigo para poder evolucionar y resignificar las nuevas experiencias religiosas. En la historia de las religiones y de la iglesia ocurre con frecuencia que cuestiones de una importancia y de un alcance "bastante fundamental se actualizan" por medio de ritos o símbolos, cuyo significado las generaciones posteriores apenas pueden llegar a comprender. En los primeros tiempos de la iglesia y de su misión, con la cuestión de la circuncisión111 se ventila en realidad, el problema de la historicidad de la fe que era de vital importancia, tanto para el judaísmo como para el cristianismo. Ese elemento capital de la historia pertenece a la esencia de ambos. Y por esto, ni unos ni otros se consideraron nunca como un grupo religioso, en el que 110 Es importante remitirse a la explicación ofrecida en el primer capítulo frente a la comunidad de mesa y lo concerniente a la circuncisón en comunidades donde se encontraban judeocristianos y helenistas. 111 Esta cursiva es nuestra. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 82 uno entra porque quiere. En el ámbito helenístico-oriental esto era muy posible; incluso se llegaba a realizar varios ensayos para acertar con el camino mejor. Por consiguiente, los modernos conceptos de "abandono" de una confesión y "paso" de una confesión a otra, en el fondo, no son aplicables a la relación entre judaísmo y cristianismo, como tampoco es aplicable a Jesús la categoría de ―fundador de religión".112 El cristianismo primitivo en la conformación de su fe tuvo que pasar por un proceso que, Gerd Theissen, denomina disonancia113, como fue por ejemplo, el paso de la dinámica monoteísta de Israel a la experiencia de Jesús como Señor y Dios. De manera análoga, los grupos y personas que se fueron adhiriendo al cristianismo, hicieron un camino progresivo de identificación de algunos de sus símbolos religiosos con la fe en Jesús y al mismo tiempo entraron a reevaluar o desechar otros de sus referentes anteriores en su experiencia religiosa, proceso lento y con traumatismos. La disonancia afecta las formas expresivas de la religión y por tanto, el ethos de la comunidad primitiva también se ve afectado, pasa por la deconstrucción a partir de la radicalización del ethos judío y la confrontación con el paganismo. En perspectiva histórica, el ethos cristiano primitivo se sitúa entre el judaísmo y el paganismo. Es el ethos de un grupo que procede del judaísmo, pero encontró la mayoría de los adeptos en el paganismo. Sólo difiere del ethos judío en los acentos. Intensifica y radicaliza postulados existentes en el ethos judío, pero con tendencia a sobrepasarlos con una ―justicia mejor‖ (Mt 5,20). Esta <tendencia superadora> se desarrolla en un ambiente pagano. Los primeros cristianos quieren observar de modo ejemplar muchas normas de su entorno pagano. Se produce, sin embargo, al mismo tiempo una transformación cualitativa del ethos. 114 112 Bornkamm, Pablo de Tarso, 71. Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 62-65. 114 Ibid., 87. 113 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 83 En la Asamblea la disonancia entre la circuncisión y nuevas formas de simbolizar y vivir la religión naciente, la cristiana, conllevó una ruptura y representó un reto enorme para mantener lo fundamental del anuncio, así como la unidad de la misma Iglesia. Luego, no es secundario el desarrollo de la trama de la Asamblea, no tanto en lo externo; el ethos subyacente que ilustra a creyentes y no creyentes en una nueva praxis y vivencia será definido en la discusión de la Asamblea, por tanto, para autores representativos como Bornkamm lo abordado en Jerusalén constituye una pieza invaluable en la historia del cristianismo primitivo. Por todo lo anterior, se recupera en el presente trabajo el ethos propuesto por la Asamblea de Jerusalén para el cristianismo primitivo y hoy para la Iglesia cristiana. Esta recuperación nos permite ahondar teológicamente en el sentido de la Asamblea, situarnos en los pormenores y recrear el significado de ésta para las iglesias cristianas de cara, especialmente, al diálogo ecuménico como una exigencia permanente para la unidad querida por Jesús en la experiencia evangélica que ha instaurado el nuevo Pueblo de Dios. 2.1 EL ETHOS EN JESÚS Y LA COMUNIDAD PRIMITIVA Si el ethos del cristianismo primitivo es tan importante en la configuración y delineamiento de la Iglesia primitiva, entonces cabe preguntarse por el origen de ese mismo ethos desde su inspiración primigenia, en Jesucristo. Ahora bien, deviene problemático hablar y sostener que Jesucristo propuso una ética, lo cual no quita que haya vivido desde una ética que él mismo forjó desde su experiencia religiosa y en el progresivo reconocimiento de su misión. Por tanto, antes de proseguir este recorrido conviene determinar si Jesús formuló o creó una ética específica, si dio origen a un ethos en sus discípulos que ellos hubiesen podido heredar. Este rastreo no es fácil y puede resultar polémico, por ello, se acude en este apartado a Rudolf Bultmann que nos brinda unas orientaciones claves. Sostiene Bultmann Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 84 que Jesús propiamente no estructuró una ética, dado que no era su pretensión ni interés. Lo que realizó en su vida, sin embargo, desencadenó una praxis ética en sus discípulos. 115 Las afirmaciones de Bultmann contrastan fuertemente con los postulados de una ética contemporánea, es más, se podría considerar, por algunos, como postulados de una ética religiosa involucionista. Sin embargo, Bultmann nos muestra desde sus presupuestos y su reflexión teológica la contundencia de esta posición. Bultmann nos advierte su sentido: ―La heredad de Jesús a los suyos es que la liberación que trae Jesús no consiste en enseñar a los hombres a discernir el bien como ley de su propia esencia humana, en proclamar la autonomía en el sentido moderno. El bien es la voluntad de Dios: no es la realización de la esencia humana, no es algo inmanente al hombre.‖ 116 La actitud de Jesús ante el culto, la ley y el templo, por tanto, encuentran correspondencia con este accionar profundo en Jesucristo, es por ello, que él supera el legalismo judío y crea una ruptura profunda con éste: importa por encima de todo la obediencia a Dios; la ética cristiana ha sido objeto de múltiples estudios, no obstante, son pocos los que indican claves hermenéuticas tan destacadas como las de Bultmann. Una de las más relevantes pistas hermenéuticas de Bultmann en relación con la importancia del ethos de Jesús frente a la comprensión de Pablo y su anuncio, así como del ethos que envuelve la Asamblea de Jerusalén es la de adentrarse en la comprensión de Jesús y el cristianismo helenístico: La teología de Pablo representa frente a la predicación de Jesús una nueva estructura y esto demuestra justamente que Pablo tiene su lugar dentro del cristianismo helenístico. La tan a menudo y tan apasionadamente discutida cuestión Jesús y Pablo es en el fondo la cuestión: Jesús y el cristianismo helenístico.117 115 Cfr. Bultmann, Jaspers, Jesús: la desmitologización del Nuevo Testamento, 65 Ibid., 65. 117 Bultmann, Teología del Nuevo Testamento, 243. 116 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 85 Por tanto, es importante reconocer la relación de Jesús y el cristianismo helenístico, la forma como el cristianismo helenístico posibilita un nuevo ethos en la Iglesia cristiana primitiva. Si se retoma el ethos de la iglesia primitiva como una expresión de la experiencia religiosa fundante y, el deslinde narrativo-histórico frente al judaísmo que nos muestra Lucas en Hechos, se genera un ethos correspondiente en el cristianismo, es decir, Jesucristo y su anuncio propician modos de ser y actuar que permean a quienes acogen el Evangelio que Él representa. Por otra parte, también para precisar el ethos que caracterizó a Jesús y que asumió la iglesia primitiva, es determinante analizar la acogida de Jesús al ethos judío; algunos autores sostienen el rechazo de Jesús a la ética legalista del judaísmo, mientras que, otros enmarcan a Jesús en el ethos judío y su mundo religioso. Sea la posición que se asuma, no se puede objetar que Jesús realiza un gran quiebre con la lógica de la religiosidad judía: su anuncio conlleva la novedad del Reinado de Dios, th/j basilei,aj tou/ qeou. Él mismo es la novedad, es el Anuncio Nuevo que ha sido revelado por el Padre a toda la humanidad. Por tanto: Lo que distingue a Jesús del judaísmo es que concibe la idea de obediencia en términos radicales, no que la elimina. También la suya es una ética diametralmente opuesta a la ética humanista y a la ética de valores; es una ética de la obediencia. […] No ve sino al hombre individual situado ante la voluntad de Dios. Tampoco el obrar tiene su sentido según que, mediante él, se alcance o se realice un valor, sino que éste obrar se reduce a obediencia o desobediencia; así que tampoco se da en él un sistema de valores. 118 Ibid., 65 ss. 118 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 86 El anuncio de Jesús aparece novedoso y rico en sentido, sobre todo en sus parábolas, en sus palabras y acciones; toda su vida nos muestra el acontecer de Dios. La revelación efectuada por Dios al pueblo de Israel adquiere su plenitud, tiene más fuerza que nunca, no se destruye, se transforma por la vida de Cristo. Jesús es la novedad de la revelación del Padre, y nos conduce a establecer nuevas relaciones con Dios, paternas y fraternas, más cercanas y amigables, más profundas y exigentes: ―En la posición de Jesús está enmarcada una relación con su Padre y solamente desde allí puede ser interpretada auténticamente: su único criterio es el absoluto‖119. La relacionalidad con nuestros hermanos se enriquece, se hace más vital, en donde el mandamiento del amor es el principal de la religiosidad de Jesús y se hace extensivo a sus seguidores. A lo largo de la vida de Jesucristo, se registra la novedad de una manera admirable al descubrir y mostrarnos a su Padre: un Dios cercano y providente, que sufre y camina con nosotros, que nos ama en el Hijo (Jn 15, 9), que está dispuesto a dar su vida por nosotros y que desmonta el odio a los enemigos. De esta forma, el ethos de Jesús no se enmarca en unos preceptos innamovibles y petrificados sino en una praxis de la obediencia, en donde se requiere la voluntad, la capacidad de optar y decidir frente al querer de Dios: Para Jesús, igual que para el judaísmo, la obediencia está referida estrictamente a la actualidad de la decisión que enfrenta el hombre; sólo actualmente, en el instante120 del obrar se da la obediencia, y si quiere llamársela intención debe tenerse presente que presupone la autoridad ante Dios y que el hombre, por lo tanto, sólo puede ser obediente en cuanto enfrentado con esta autoridad, no pudiendo, pues, serlo en cuanto considerado en sí y por sí.121 Los Evangelios resaltan el contenido novedoso de la praxis salvífica de Jesús, sus signos y sus enseñanzas, el camino que recorre asumiendo la cruz (Mc 8,34), sin embargo, la 119 Ibid., 65. La cursiva es nuestra. 121 Ibid., 65. 120 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 87 actitud obediente al Padre es uno de los rasgos más importantes de Jesucristo para comprender e interpretar su ethos vivido y comunicado a los suyos. Obediencia que se une al imperativo de la decisión, para el caso de Jesús por el Reino de Dios y su justicia. Por tanto, la praxis del seguimiento se estructura fundamentalmente retomando el caminar histórico de Jesús, entendiendo su praxis y apropiándola conscientemente, en donde el ethos que Él vivió encuentra un lugar privilegiado. Así lo entendieron aquellos testigos que escucharon su palabra, que compartieron la cena con él, estos seguidores fueron carismáticos itinerantes como lo señala Theissen: ―El ethos radical procede en su origen de carismáticos itinerantes cristiano-primitivos que se desligaron de las ataduras represoras de la vida cotidiana. Vivieron una vida distante del poder, la posesión, el trabajo y la familia. En su centro estaba Jesús, también carismático itinerante, cuyo estilo de vida continuaron después de la Pascua.‖ 122 Una vez efectuado este acercamiento a lo que se puede considerar el corazón del ethos de Jesús se entiende su posición frente a iconos de la religiosidad judía, sin que por ello se diga que Jesús cayó en una anarquía o un rechazo al judaísmo, al contrario, su actitud favorece una auténtica interpretación frente a la que fue su experiencia religiosa: el judaísmo. A continuación se hace una breve ubicación en lo que fue la praxis de Jesús frente a los símbolos claves del Judaísmo: la ley, el culto y el templo. Se tiene como presupuesto indispensable lo dicho en este anterior apartado. 2.1.1 Jesús y la ley Indagar sobre la posición de Jesús frente al judaísmo nos introduce en la pista de la transformación del ethos judío para que llegue a constituirse en ethos cristiano en sus seguidores, sin dar saltos en el vacío o rupturas abruptas, difíciles de lograr en la dinámica 122 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 125. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 88 histórica, se trata de considerar al mismo Jesús como un hombre afectado por la relación con su Padre y con la historia, en la dinámica del tiempo y en el espacio concreto donde desarrolló su misión en medio del pueblo judío. Jesús no enuncia una moral jesuítica o una moral taxativa: ―Jesús desconoce el concepto de moralidad. No rige para él, el concepto de moralidad y de desarrollo moral (…) porque concibe al hombre como el que está situado en el instante absoluto de la decisión y porque para él los conceptos de bien y mal están referidos a la voluntad de Dios‖123. Desde esta perspectiva se enriquece la impronta del ethos que Jesús hereda a los suyos, conlleva la difícil tarea de mostrar la evolución de dicha heredad en los seguidores del resucitado y sus implicaciones en las prácticas culturales y religiosas. (…)Jesús tenía una identidad judía, revitalizó el lenguaje semiótico del judaísmo. Le dio nueva vida, a la luz del contenido central: la fe en el Dios uno y único. Observamos en él una historización del mito judío sobre el reinado de Dios, una doble radicalización sobre el ethos judío como endurecimiento y mitigación de normas. Sus conflictos con los contemporáneos fueron conflictos dentro del judaísmo y no con el judaísmo.124 Jesús muestra una nueva justicia, un nuevo orden que pone en crisis la ley judía absoluta e inamovible, todo ello a partir de la contraposición con lo que se venía entendiendo por parte de las autoridades religiosas judías y el nuevo orden del cual es portador el mismo Jesús. La clave está en entender la novedad en la forma de proponer la vivencia de la ley y no la forma tradicional de una ley por la ley, vacía de sentido. ―Lo realmente nuevo es la forma de proponer esa ley de Dios, en donde ―la santa voluntad de Dios compromete totalmente al hombre. Su ―interior‖, sus pensamientos y sus sentimientos, que un 123 124 Bultmann, Jaspers, Jesús: la desmitologización del Nuevo Testamento, 65. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 52. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 89 ordenamiento jurídico profano no puede abarcar, son juzgados en el orden jurídico de Dios.125‖ Se supera así el carácter legalista de la ley por la ley y se instaura una nueva comprensión a partir de la obediencia de Jesús a su Señor. Jesús no rechaza en ningún momento la Ley mosáica, le da un sentido muy profundo y desencadena su auténtica praxis, él muestra desde su propia vida el sentido de la Ley. Jesús se vio envuelto, forzosamente, en un debate con representantes de otros grupos, especialmente con los fariseos. Rechazó sin duda la halajá, al menos su ampliación de la torá cúltico-ritual a los laicos. Sin embargo, Jesús no declaró abolida la torá ni total ni parcialmente, sino que se mantuvo en el ámbito de ella. Cuando criticaba, no lo hacía contra la torá misma, sino contra su interpretación y práctica por los diversos grupos del judaísmo. Combatió una observancia exterior de la torá, el ritualismo y el legalismo. Y exigió un cumplimiento integral de la voluntad de Dios que escudriñase la intención del precepto de la torá. 126 La vida de Jesús enfrentó también el conflicto, no pasó tranquila, al contrario tuvo que sortear muchos obstáculos para ser Anuncio Nuevo. Entre éstos, los enfrentamientos frente a la ley, al culto y al templo. Sin embargo, hay que precisar que ―los duros enfrentamientos narrados por los evangelios entre Jesús y los fariseos reflejan más bien las tensiones entre la joven iglesia cristiana y los rabinos fariseos que después del 70 d. C. pasaron a ser representantes y guardianes del judaísmo ortodoxo.‖ 127 Por tanto, la ruptura de Jesús con la ley judía no fue absoluta ni arbitraria, Él se mantiene unido a ella transformándola y recuperando su sentido. Lo que hay que tener presente es que Jesús adquirió progresivamente entre sus seguidores el lugar que tuvieron en otro tiempo las leyes del pueblo judío, lo cual era inconcebible, 125 Schenke, La comunidad primitiva, 252. Ibid., 244. 127 Ibid., 245. 126 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 90 sonaba hasta blasfemo en su comprensión religiosa. El cristianismo ocupará poco a poco la ley del Antiguo Testamento por la Nueva Ley que representa Cristo el Señor: ―La comunidad primitiva consideró a Jesús como el Revelador escatológico de la voluntad de Dios expresada realmente en la torá. Colocó por encima de Moisés –o, al menos, a su ladoa aquel que Dios había corroborado mediante la resurrección (…). Sus mandatos eran para ella la continuación auténtica de la revelación del Sinaí.‖128 2.1.2 Jesús ante el culto El culto es un rasgo característico de la experiencia religiosa y en él se expresan de manera simbólica los sentimientos, los imaginarios y las manifestaciones profundas de una comunidad religiosa; paradójicamente el culto que encierra nobles sentimientos en la dinámica humana puede convertirse en un espacio para al manipulación, la inautenticidad e incluso donde se justifica los juegos de poder de los líderes religiosos. Aparece, al mismo tiempo, como una veta y como una trampa de la experiencia religiosa. El culto, además, genera adhesión a una confesión o experiencia religiosa, de ahí que sea tan significativo el hecho que Jesús invite a los que son beneficiados por su acción a incorporarse en un nuevo culto a Dios. Jesús reivindica a quienes habían sido marginados del culto oficial judío, en múltiples ocasiones sin una justificación satisfactoria. Jesús asume una actitud que se podría llamar proactiva del culto, realiza una deconstrucción del culto judío y lanza a un renovado culto a Dios por parte de los suyos: ―La actitud de Jesús ante el culto de Jerusalén se caracterizó, al parecer, por las mismas reservas que mantenían ―piadosos‖ de su tiempo. Las reservas de Jesús tenían un componente escatológico. El culto en el templo perdería toda su razón de ser en el reino venidero. Ya ahora carecía de eficacia para el perdón de los pecados.‖ 129 128 129 Ibid., 250. Ibid., 245. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 91 Jesús en su experiencia religiosa realiza un culto nuevo en cuanto que supera el carácter legalista del mismo y además reconoce que el culto está puesto para que el hombre glorifique a Dios y pueda realizarse y, no para ser esclavo de las acciones cúlticas externas. Su experiencia comunica una esperanza escatológica que reviste al culto de un aire nuevo frente a las normas rituales centradas más en lo externo que en la misericordia de Dios: ―es totalmente improbable que Jesús exigiera la supresión del culto en el templo o la destrucción de éste, porque contaba también en este aspecto con la intervención escatológica de Dios.‖ 130 2.1.3 Jesús ante el templo Considerar la posición de Jesús frente al culto resulta polémico, máxime cuando se ha relacionado en diversas ocasiones su muerte con las autoridades religiosas judías. Sin embargo, lo que aparece es que el templo fue un referente para Jesús de su experiencia religiosa, por una parte, y que la muerte de Jesús no puede ser justificada como una sentencia del Sanedrín frente a la crítica de Jesús al Templo de Jerusalén, por otra, ya que el Sanedrín no tenía el poder para realizarlo directamente, necesitaba el concurso de las autoridades romanas. Ludger Schenke basado en otros argumentos históricos sostiene: ―También es dudoso que su actitud pública [la de Jesús] ante el templo la acarreara la muerte. Cuando, 30 años después, un profeta estuvo clamando durante años en Jerusalén, anunciando el ―ay‖ escatológico sobre la ciudad, este delito le mereció un severo juicio y la pena de la flagelación, mas no la condena a muerte.‖131 Ahora bien, en el judaísmo del siglo I el Templo de Jerusalén constituyó un referente fundamental que no podía ser puesto en cuestión, sin embargo, fue objeto de la crítica por parte de los profetas cuando se apartó el culto de la justicia y la misericordia. 130 131 Ibid., 245. Ibid., 246. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 92 El culto en Jerusalén adquirió un carácter referencial, si bien los judíos que vivieron en la diáspora y que continuaron fuera de Judea, tuvieron ya una relación diferente; su experiencia religiosa, más adelante, cambiará de referentes con la destrucción del templo. De la misma forma, se debe apreciar con cuidado la posición de los cristianos helenistas frente al templo. Jesús con sus afirmaciones sobre el templo, apunta al centro del judaísmo; pero, además, él personalmente forma parte del judaísmo. No es un ―judío marginal‖ sino, desde la perspectiva de otros grupos judíos como los fariseos, saduceos y esenios, un personaje marginal con opiniones liberales problemáticas y con un carisma misterioso que va socavando las tradiciones.132 Por tanto, hay que matizar y ubicar con claridad la concepción de Jesús frente al templo. Jesús no rechaza el templo, de hecho enseñaba todos los días en él durante su vida pública (cfr, Lc 19, 47) y exhorta a muchos de los que cura a presentarse al templo; lo que no comparte es que haya sido convertido en cueva de ladrones (cfr. Mt 21,13). Esta actitud encontró una gran acogida en los helenistas, quienes experimentan el alejamiento del culto agradable a Dios en quienes abusan de su autoridad en función de su propio provecho. El valioso estudio realizado por Rafael Aguirre y un grupo de especialistas en Ciencias Bíblicas, denominado ―Así empezó el cristianismo‖, corrobora lo expresado: Entre los judíos de la diáspora y en cierto modo también en los galileos, el templo despertaba sentimientos encontrados. Por un lado, lo reconocían como lugar santo, pero por otro eran conscientes que la aristocracia sacerdotal se había apoderado de él para su propio provecho. La crítica de Jesús hacia el templo había encontrado buena acogida entre los juíos de la diáspora asentados en Jerusalén, que tenían una experiencia directa de estos abusos.133 132 133 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 52. Aguirre et al, Así empezó el cristianismo, 132. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 93 2.2 EL ETHOS EN JUEGO EN LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN En la Asamblea de Jerusalén, necesariamente emergieron y pervivieron interpretaciones diversas de la novedad ofrecida por Jesús a los suyos. La comunidad apostólica tuvo que sortear entonces diferentes comprensiones para configurarse como Iglesia -Ekklesia- asamblea de Dios unida en una misma fe, en un solo Señor, en un sólo bautismo, en una praxis común de misericordia a ejemplo de Cristo. La asamblea de Jerusalén es un escenario propicio para detenerse a examinar las luchas, tensiones y conflictos que sortearon las comunidades primitivas para madurar en su opción de fe, permite ver su grandeza y fragilidad y, por ello, no es conveniente ignorar los acontecimientos reales vividos; hay que considerarlos como fueron y desde allí aprender para nuestra experiencia religiosa cristiana hoy. La experiencia religiosa y su consideración nos conducen a colocar ante nosotros realidades existenciales personales y sociales como son, por ejemplo, el amor, el dolor y el sentido de la vida; se quedan cortas en el abordaje de una teología aséptica con pretensiones de cientificidad. Para el cristianismo las realidades existenciales constituyen pilares fundamentales de la estructura personal y social de la cultura. Es importante, por tanto, adentrarse en el estudio de las relaciones de poder, del amor y de la solidaridad en perspectiva de lo religioso ya que estas realidades emergen en el ethos de la asamblea de Jerusalén. La asamblea de Jerusalén muestra de una manera contundente las interpretaciones del ethos heredado por Jesús y, su incorporación en las formas culturales de quienes acogen la fe en Él. Se observa en ella una gama polifacética de tradiciones, ritos mitos y símbolos religiosos que habrían delineado las experiencias particulares de cada grupo, especialmente, Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 94 los judeocristianos y los helenistas134; solamente el conflicto y el choque entre las diversas tradiciones permite trazar un horizonte común para la iglesia naciente. Tener presentes los diferentes grupos reunidos en la asamblea de Jerusalén que ayudaron a configurar el ethos del cristianismo primitivo, entre ellos los judeocristianos y los cristianos helenistas, nos ayudará a valorar de una manera diferente las decisiones y los derroteros tomados por quienes constituían las cabezas visibles de la iglesia, tanto en la labor evangelizadora del pueblo judío como fuera de él. Acercarnos a la experiencia de Jesucristo presente en los testigos de la Asamblea permite recuperar la originalidad del ethos cristiano que sus discípulos retomarán en la acción evangelizadora y misionera y, desde luego, en la conformación de las comunidades primitivas. De esta forma, es importante determinar las transformaciones registradas en el modo de vivir y entender la experiencia religiosa de la iglesia primitiva recibida por los judeocristianos y por los helenistas; Jesús fue un judío y, las experiencias que los apóstoles y discípulos del Señor llevan a cabo en la conformación de las iglesias nacientes, está marcada por la heredad recibida del Señor y recreada por sus seguidores. Se produce así una apropiación de la experiencia fundante de Jesucristo y quienes le anuncian como Señor y Dios en las comunidades creyentes. Estos carismáticos fueron las primeras autoridades de las comunidades cristianas que iban surgiendo paulatinamente. Sus tradiciones se conservan, sobre todo, en los evangelios sinópticos. Su ethos es el ―radicalismo itinerante‖. El desarrollo del cristianismo primitivo estuvo determinado luego por un traspaso de las estructuras de autoridad a las comunidades locales. Estas ganaron en autonomía, se orientaron a través de sus propios dirigentes –los obispos, diáconos y presbíteros- y se protegieron cada vez más contra los carismáticos que viajaban de un lugar a otro.135 134 Tengase muy presente la denotación expresada en relación con estos grupos en el capítulo primero del presente trabajo. 135 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 126. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 95 Ahora bien, el ethos pasa en la experiencia religiosa por la institucionalización. La institucionalización aparece en la medida que los acontecimientos carismáticos se van distanciando y se da paso a la continuidad de las experiencias; la realidad carismática originaria va dando lugar a la institución, en nuestro caso la iglesia primitiva. Puede parecer contradictorio pero no lo es que, en la historia humana, las experiencias que perduran se institucionalizan para poder subsistir; la institución es una entidad necesaria para que una experiencia permanezca en la historia, como ya lo había señalado Hegel en la modernidad. La lucha permanente entre carisma y poder está al orden del día, entre lo originario como experiencia fundante y lo accesorio que va revistiendo la experiencia religiosa; trae consigo el debate y la discusión permanente, la lucha por lo que representa el espíritu fundante y aquello que no es esencial. De esta dialéctica no se sustrajo la asamblea de Jerusalén ni la conformación del cristianismo primitivo del siglo I. El cristianismo naciente va dando paso a la iglesia primitiva que establece una organización y un derrotero en donde se desencadenan los factores culturales y los juegos de poder. El ethos también se afecta paulatinamente por la dinámica de la institucionalización: Sin embargo, lo que se fue imponiendo, por su mayor peso, fue el ethos moderado y crecientemente conservador de los presidentes domésticos: la crítica a la familia es sustituida por una por un ethos de apoyo familiar; la renuncia a la posesión, por el tratamiento social de los bienes; la crítica del poder, por la adaptación selectiva a las estructuras del mundo; etc. El proceso comienza ya con Pablo –un carismático itinerante cuya grandeza estuvo en subordinar toda su actividad a la formación de comunidades locales-. Este ethos más moderado se conserva en la literatura epistolar. Lo encontramos, sobre todo, en los escritos deutero-paulinos, a modo de un conservador ―patriarcalismo del amor‖.136 Por tanto, no es secundario considerar en el desarrollo en la asamblea de Jerusalén los elementos que ayudaron a configurar el ethos de la comunidad primitiva de cara a la progresiva institucionalización de la experiencia religiosa cristiana y, pese a la distancia 136 Ibid., 126. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 96 histórica, podemos por el testimonio de la Asamblea y por sus repercusiones, salvaguardar un patrimonio invaluable para los seguidores del señor de todos los tiempos en orden a su praxis y a los imperativos perennes de los creyentes en cristo, en últimas, al ethos del cristianismo. Rastrear la originalidad del ethos del cristianismo primitivo y su novedad representa para la teología bíblica y para la exégesis de la Asamblea de Jerusalén una herramienta o mejor un marco interpretativo muy valioso, por cuanto desentraña sentidos profundos de los acontecimientos experimentados y vividos por la comunidad cristiana primitiva. Si bien algunos autores, como se planteó en el primer capítulo, indican problemas muy puntuales llevados a cabo en la Asamblea, reduciendo el impacto de la misma en la iglesia primitiva, conviene señalar con vehemencia que lo que estuvo en juego en el conflicto de Jerusalén fue la unidad de la comunión eclesial, su koinonia. Bornkamm va más allá, incluso, señalando el riesgo del anuncio de salvación en la solución del conflicto de Jerusalén. Echando mano de la célebre frase de Pascál podemos decir que ahí se anuncia el descubrimiento de que el Dios de la fe cristiana es también "el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob" y no el "Dios de los filósofos". Partiendo de ahí comprenderemos que con aquella cuestión que, por trasnochada que parezca, se debatió en la asamblea apostólica, lo que estaba en juego era la unidad del pueblo de Dios y de su historia e incluso de una manera más general, todo el problema de la salvación.137 Las pistas y las soluciones de la Asamblea abordadas en la construcción de esa misma unidad tan fragmentada por las polarizaciones, muchas veces más de tipo cultural y cultual, 137 Bornkamm, Pablo de Tarso, 71. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 97 marcaron el inicio de un proceso de autonomía de la religión cristiana primitiva como lo fundamenta Gerd Theissen.138 En esta autonomía, Pablo fue intérprete veraz y autorizado para entender la novedad de vida de la cual es portador, hoy y siempre Jesucristo; Pablo fue avalado por las mismas autoridades de Jerusalén: ―… y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos‖ (Ga 2,9). La Iglesia primitiva optó por la novedad de vida que defendió Pablo con plena libertad, en la asamblea de Jerusalén. 2.3 LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN UNA EXPERIENCIA DE NOVEDAD DE VIDA EN LA IGLESIA PRIMITIVA En la exégesis comparativa del capítulo anterior, se enució como Pablo se presenta como un intérprete autorizado de la comunidad cristiana para anunciar el Evangelio: Pablo es portador del Evangelio de Cristo y lo conoce como una experiencia que ha vivido desde luego en el seno de la comunidad cristiana y, por ello, no requirió de un reconocimiento explícito de apóstol para anunciarlo; él lo comunica desde su propia experiencia del Resucitado. Si Pablo es testigo del Evangelio por la acción del Resucitado ―pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles‖ (Ga 2,8), entonces, surge una pregunta central para asumir una interpretación teológica acorde con el cristianismo primitivo de la asamblea de Jerusalén: ¿Cómo entendió Pablo la novedad de vida de la cual fue portador el mismo Cristo en su experiencia del seguimiento? Es la pregunta por la novedad que representó la muerte y 138 Cfr. Ibid., 199-204. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 98 resurrección del señor para la comunidad cristiana primitiva y para la vocación del Apóstol de los gentiles. Adentrémonos, entonces, en el contenido de lo que encierra la expresión “vida nueva” o “Novedad de vida”, ayudados por su significado en la experiencia Paulina, para entrever las implicaciones que trae consigo en la edificación y en el diálogo ecuménico por la unidad de la Iglesia a la luz de la Asamblea. 2.3.1 Vida nueva a partir de Pablo: “Orientar decididamente la Vida a Cristo.” El término vida (zwh) aparece un total de 135 veces en el Nuevo testamento especialmente en el Corpus paulinum, principalmente en Romanos, así como en el Evangelio de Juan y en la primera carta de Juan. En Pablo el uso metafórico de los términos vida y muerte se hallan en primer plano en lo que respecta a las afirmaciones soteriológicas; Pablo, va más allá de la comprensión de la vida como una realidad natural así como también de una realidad espiritual. Vivir se entiende como ―la vitalidad del hombre histórico, como la intencionalidad del ser humano139‖. El vivir es conducirse, mirar y decidir. Pablo ve al hombre en cuanto es sujeto de su querer y actuar. El concepto de vida surge como algo paradójico en cuanto que, la vitalidad hace al ser humano sujeto de sus acciones y, al mismo tiempo como algo que le ha sido entregado al hombre, como una posibilidad presente en él140. ―Él se ve confrontado con el futuro, por las posibilidades con las que puede ganarse a sí mismo o perderse. Esto se expresa en que él no vive simplemente, sino que ―conduce‖ su vida siempre de una forma y manera concreta‖.141 139 Gnilka, Pablo de Tarso: Apóstol y testigo, 97. Cfr. Ibid, 97. 141 Ibid., 97. 140 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 99 De ahí que se pueda vivir en Cristo o en el pecado, como podemos ver en Filipenses 1,20 en donde se presenta la vinculación de la totalidad del hombre creyente en Cristo, y se entiende la vida misma y su sentido como Cristo. San Pablo entiende el vivir para Dios142. Se trata, entonces, de la vida de la cual es portador Cristo entendida como resurrección y, la vida aparece como una tendencia del hombre espiritual. En Romanos 8,2 se presenta la vida como una condición que está presente en el hombre por la ley del espíritu, unida directamente a la liberación de la cual es portadora Jesús. Emerge vivir como una forma de existir, de ser en el mundo, de aparecer, de configurarse al conducir la propia existencia. Se puede vivir, en Pablo, conducido por la carne (en pecado) o vivir en el espíritu (en la entrega de la propia vida). Esta aproximación nos permite adentrarnos en las implicaciones que trae para los discípulos y discípulas del Señor y para la Iglesia el considerar la vida como una realidad imprescindible por ser portadora de vida, de la vida de Cristo. De otra parte, el término novedad (kainótees), aparece en Rm 6,4 y 7,6. La novedad de vida se halla en antítesis con la vida precristiana. En Rm 6,4 está en conexión directa con la resurrección de Cristo y con el permanente vivir para Dios: el bautizado participa de esa vida en Cristo Jesús. En Rm 7,6 aparece como un calificativo que acompaña al espíritu, que se contrapone al hombre viejo, y concretamente a la letra vieja que orientaba el proceder de los judíos radicales que atacan a Pablo en la Asamblea. Además, por medio del Bautismo, los cristianos están sepultados con Cristo, es decir, han sido hechos propiedad suya, así como también –en virtud de la resurrección de Cristocaminarán en una nueva vida. Vivir una vida nueva es un vivir para Dios. Podríamos decir entonces, que vida nueva es un jugársela permanentemente por Dios, totalmente, sin condicionamientos. Ser discípulo de Jesucristo es jugarse o conducir 142 Cfr. Ro 6, 8-10. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 100 libremente la vida por Cristo. Fue esta la novedad presentada por Pablo en la Asamblea, con su actitud valiente y decidida ante los notables y, las colúmnas de la Iglesia de Jerusalén. Así la vida nueva del discípulo y de las Iglesia discípula implica jugársela totalmente por el Señor, rompiendo la antigua ley y los paradigmas que movían el proceder religioso hasta el momento, entre ellos la circuncisión signo elocuente en el judaísmo. Completando los señalamientos anteriores y aplicándolos en el marco del presente escrito, se subraya el planteamiento que hace Joachim Gnilka del conflicto de la asamblea de Jerusalén con la superación de la ley: ―Al reconocer ahora las autoridades de Jerusalén que el Evangelio sin la ley predicado por Pablo es plenamente válido y suficiente para la salvación, de hecho la ley que observan los judeocristianos queda abolida como camino de salvación y pasa a formar parte de los usos y costumbres‖.143 Valga aquí un paréntesis para preguntarse por aquellos usos y costumbres en el camino de la Iglesia de América Latina que nos están sobrando en el anuncio del Evangelio para volver a lo verdaderamente central, los pobres amados por Jesús, preocupación también de la Asamblea de Jerusalén, y opción de la Conferencia episcopal Latinoamericana de Medellín, si bien en el texto de Hechos es donde se nombra de manera expresa la colecta, mientras que en Gálatas se indica tener presente a los pobres, como un signo de koinonia. Sin lugar a dudas, allí subyace una veta sin igual para el seguimiento de Cristo frente al compromiso de la implementación de los compromisos de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe y la recuperación del sentir profético de Medellín. 2.3.2 Enfrentamiento entre el ethos evangélico de Jerusalén (los judeocristianos) y el ethos de Pablo (junto con los helenistas): ¿Cómo se vivieron en la Asamblea? El ethos judío ha sido radicalizado con la experiencia religiosa cristiana, a partir como se ha mostrado, del ethos de Jesús y sus discípulos y, el ethos pagano se ha transformado significativamente, sobre todo con la labor evangelizadora que Pablo y Bernabé. 143 Gnilka, Pablo de Tarso: Apóstol y testigo, 99. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 101 El mito cristiano primitivo es expresado en un ethos, y éste viene determinado por dos valores fundamentales que el cristianismo introdujo en la ética antigua pagana, pero tomados ambos de la ética judía. Si bien el cristianismo radicaliza el ethos judío, en el paganismo se da una trasformación cualitativa del ethos. 144 Gerd Theissen introduce una pista significativa al referirse a los dos valores que aparecen como nuevos en el mundo pagano y que proceden de la tradición judía: el amor al prójimo y la humildad (o renuncia la estatus). El cristianismo primitivo introduce en el mundo pagano dos valores que proceden de la tradición judía, pero que en esa forma son nuevos: el amor al prójimo y la humildad (o renuncia al estatus). Por eso, al lado de una adaptación a los valores y normas del entorno pagano (con pretensión superadora) aparece la conciencia de una oposición a él. Junto a la pretensión de cumplir mejor que todos los otros las normas generales del entorno, aparece una conciencia contracultural que da a la religión cristiana primitiva un aire de “religión de marginales. 145 Estos dos valores, adquieren una connotación muy importante para la definición del ethos del cristianismo primitivo y, por tanto, para la adecuada comprensión de lo vivido en la asamblea de Jerusalén. La estructura hermenéutica que aportan estos dos valores, son piezas relevantes para la interpretación teológica y bíblica de la asamblea de Jerusalén. Requerimos, entonces, ver la dinámica de Jerusalén desde la impronta del ethos primitivo ofrecido por ellos. Dicho de otra forma, la consideración de los contextos, los personajes, las acciones y las determinaciones han de ser permeadas por los dos valores fundamentales que le dan un rostro definitivo al cristianismo naciente. Gerd Theissen señala que el amor y la renuncia al estatus forman la clave para la comprensión de muchas exigencias concretas en el ethos cristiano. 144 145 Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 103 ss. Ibid., 87 y 88. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 102 En cuanto al amor se refiere, no aparece como originario de la propuesta de Jesús, dado que su exigencia impregna el Antiguo Testamento y el Judaísmo: ―La ampliación del precepto del amor al prójimo, a personas del ―Grupo externo‖ comienza en el Antiguo Testamento.‖146 El amor desde la perspectiva cristiana pasa por la praxis de Jesús histórico y su predicación. En los sinópticos Jesús habla poco del amor al prójimo, si bien, cuando lo hace lo refiere en un lugar preponderante y en relación con el amor a Dios. ―El amor al prójimo se convierte en amor al extranjero y amor al pecador.‖147 En el capítulo quinto de Mateo Jesús lo hace extensivo ―A los de afuera‖ es decir, a los que no son del grupo originario, ni comparten los mismos afectos, es decir, a los enemigos (Cfr. Mt 5,43ss). El seguidor de Jesucristo ha de arriesgarse a entrar en conflicto y de practicar el amor con los de fuera. En este sentido, ―el amor pierde su simetría de principio: los enemigos no son personas de igual estatus.‖148 El amor al prójimo pasa por la conflictividad, su praxis se enfrenta a la dialéctica de los que están dentro y fuera de la comunidad, lo cual resulta determinante para la asamblea de Jerusalén: las lógicas de exclusión se estaban gestando en la misma iglesia primitiva. Trayendo a colación los planteamientos de René Girard, las lógicas de inclusión y exclusión atraviesan y permean a las instituciones religiosas y son origen de muchos sistemas religiosos. Estas lógicas crean dos grupos, los que están dentro y los que no; en las experiencias religiosas hay que examinar con cuidado la presencia de la exclusión hacia los que no son o piensan como los que se hallan dentro. Es natural que la experiencia humana cuente con la inclusión y la exclusión, aparece como un rasgo de supervivencia y de seguridad, sin embargo, hay que combatir desde la lógica del Evangelio lo que excluye al otro e incluso lo agrede. 146 Ibid., 89. Cfr. Ibid., 91. 148 Ibid., 92. 147 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 103 El amor afecta sobre todo a la relación entre grupo interno y grupo externo. El amor cristiano primitivo quiere rebasar esa frontera. La renuncia al estatus afecta a la relación entre los que están arriba y los que están abajo. La renuncia al estatus (humildad) exige que las personas renuncien a representar, imponer o poseer un estatus superior. Debe suprimirse la frontera entre el de arriba y el de abajo. 149 El rastreo de la asamblea de Jerusalén muestra que en el momento de vivir el amor al prójimo no se puede ser excluyente. Acaso, cuando emerge la pregunta por la circuncisión: ¿no estaría ella ligada a la pregunta por el amor al prójimo y el amor de Dios? Por tanto, he ahí una transformación radical desde el ethos cristiano a partir del desenlace de la Asamblea; ella se enfrentó a la exclusión de los que no pensaban desde la cosmovisión religiosa judeocristiana. Triunfa una nueva lógica: salvaguardar el Evangelio de Cristo y dentro de él la inclusión de todos aquellos que eran externos a la comunidad eclesial: el don de Dios se hace extensivo a todos los creyentes. El cristianismo formó un pueblo nuevo, la iglesia, compuesto de judíos y paganos. Nació así la nueva comunión basada en unas convicciones religiosas. Si la religión había llegado a ser ya en el judaísmo un poder autónomo que tendía a conformar toda la vida de un pueblo, también ahora llega a ser un poder autónomo que funda un pueblo nuevo, forjado en todos los pueblos y culturas, y se emancipa de su religión madre.150 Luego, el desenlace de la Asamblea invita a considerar una nueva praxis en donde no hay exclusión entre judíos y paganos por el amor de Cristo que los une. Por otra parte, Rudolf Bultmann ofrece nuevas pistas para desentrañar el sentido del amor propuesto por Jesús y comunicado por sus seguidores desde una aproximación teológica 149 150 Ibid., 88. Ibid., 198. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 104 existencial. Esto nos permitirá ser más contundentes para examinar la praxis de la Asamblea permeada por el ethos del cristianismo primitivo. He aquí una síntesis de sus planteamientos. El amor generalmente ha sido concebido como un impulso, afecto o pasión que mueve al hombre en su cotidianidad y se contrapone a dinámicas tales como el odio y la venganza. También se percibe desde una relacionalidad que mueve la vida del hombre. El amor siempre ha acompañado al hombre y lo han expresado miles de autores como por ejemplo Seneca al referirse al postulado del amor en su frase célebre ―El hombre es sagrado para el hombre‖. Afirma implícitamente que el hombre es valioso, sagrado y por tanto debe practicarse el amor al prójimo de la filantropía, su culminación en el amor al enemigo. Por su parte Jesús, no funda el postulado de amor en el valor del prójimo como hombre; lo basa en la necesidad del prójimo en ―tal situación concreta‖. El amor al enemigo no es para él, la culminación del amor general al hombre sino la culminación del desprendimiento, de la renuncia a la propia voluntad. 151 Con estos planteamientos Bultmann elabora una fina caracterización de lo que constituye el amor al prójimo que proviene de Jesús; se sobrepasa el ámbito convencional del respeto al otro en cuanto éste encuentra correspondencia con mi actuar, es decir, establece una relación mutua que condiciona el amor. En esta perspectiva el amor al enemigo sería imposible. Por tanto, la praxis de Jesús lleva a superar los límites convencionales del amor y lo sitúa en otro horizonte de sentido. No se desconoce ni se deja a un lado el amor al ser humano, al contrario, se enaltece por cuanto pasa a ser un amor sin condiciones, podría llamarse incondicional, para otros un nivel postconvencional, en donde se supera la reciprocidad sin negarla; el otro participa de mi amor aún sin merecerlo, seía una frase que nos ayuda a pensar en esta perspectiva, incluso mi enemigo. 151 Bultmann y Jaspers, Jesús: la desmitologización del Nuevo Testamento, 82 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 105 Esta manera de amar es la propuesta por Jesús con una denotación aún más profunda: el amor al prójimo en su condición única y real, superando mi propia voluntad o mi propia conveniencia. Esta perspectiva deviene revolucionaria no tanto por su contenido, el amor en sí, que en últimas es patrimonio de la humanidad, sino por la forma como debe llevarse a cabo el amor. Así, pues, Jesús no concibe el amor ni como virtud que forma parte de la perfección del hombre, ni como contribución al bien público, sino como superación de la propia voluntad en la situación concreta de la vida en que el hombre está ante el prójimo.152 El amor a Dios aparece ligado al amor al prójimo en la tradición sinóptica y veterotestamentaria, sin embargo, dicha unidad no se problematiza y generalmente aparece el cumplimiento de una condición en la otra, en otras palabras, se podría hablar de una concepción mecanicista a través de la cual, si amo a Dios amo inmediatamente al prójimo, olvidándose las circunstancias concretas, el afecto, la cercanía, la presencia y viceversa. El amor al prójimo que conduce per se al amor de Dios, que podríamos calificar de filantrópica desprovista de una relacionalidad con Dios. Si ambos preceptos conforman uno solo, no es porque pierdan su identidad o se confundan mezclándose sincréticamente, se trata de establecer la conexión entre los dos para determinar su sentido. Bultmann establece la conexión de la siguiente manera: Los dos postulados, el de amor a Dios y el de amor al prójimo, no son idénticos; el amor al prójimo no es sin más ni más, amor a Dios. […] No, el mandamiento primordial es éste: amar a Dios, someter la propia voluntad a la de Dios. Y éste primer mandamiento determina el sentido del segundo, que es el de que la actitud del hombre ante el prójimo está determinada por su actitud ante Dios, como el que obedece a Dios que se sobrepone a su voluntad egoísta y renuncia a las pretensiones de su yo, el hombre está ante el prójimo, pronto a sacrificarse por él igual que por 152 Ibid., 82. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 106 Dios y a la inversa, el segundo mandamiento determina el primero: amando al prójimo, el hombre demuestra su obediencia a Dios. No existe, pues, obediencia a Dios en el vacío. […] Con razón dice Kierkegaard: ―Si el hombre debe amar al prójimo como así mismo, el mandamiento fuerza como una ganzúa la cerradura del amor a sí mismo y lo arranca al hombre...‖153. Además, el amor al prójimo pasa por un elemento que el ethos cristiano ha valorado fundamentalmente y que en la praxis histórica de Jesús también lo fue, el tema del perdón al prójimo, el cual se concibe como una exigencia en coherencia con el amor recibido de Dios: ―Es parte del amor al prójimo exigido la disposición para perdonarle y esta disposición es lo que más claramente caracteriza el amor que aquí se postula; pues si eso de perdonar es tomado en serio, es el postulado más arduo con que pueda tener que habérselas el natural amor a sí mismo.‖154 Por lo expuesto anteriormente, los postulados de Bultmann nos invitan a pensar el ethos que la Asamblea vivió en relación al amor, no tanto doctrinalmente sino experiencialmente en las relaciones de reconocimiento mutuo de los judeocristianos hacia los helenistas, que se encontraron con Pablo y Bernabé en Antioquía y otras poblaciones en donde éstos insignes evangelizadores habían realizado el anuncio de Jesucristo. Este reconocimiento implica superar la exclusión que señala Theissen: los que están dentro y los que están fuera. Si la iglesia primitiva no hubiese reconocido esa diversidad, representada en los helenistas, la Iglesia cristiana se hubiese dividido o fragmentado. Sin embargo, este reconocimiento no conllevó la uniformidad o el desconocimiento de lo que cada grupo poseía. Cada grupo prosigue el ejercicio de la vivencia del cristianismo desde sus referentes y va enriqueciendose con los aportes diversos, desencadenados en el conflicto en Jerusalén. De esta forma, se llegan a los acuerdos que serán tenidos como pautas y normatividad que 153 154 Ibid., 83-84. Ibid., 85 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 107 garanticen la vivencia de la praxis del seguimiento del Señor, en donde el amor encuentra un lugar central, como lo fue en la vida de Jesús. Además, el amor experimentado en Jerusalén no fue fruto meramente de un decreto apostólico, sólo fue posible vivirlo y comunicarlo en la Asamblea a través de la superación de los propios intereses y cosmovisiones egoístas para dar paso a las situaciones concretas de la vida de quienes eran parte de ella; no se consideró una masa amorfa de creyentes sino que se llevó a cabo un reconocimiento de aquellos que eran prójimo y, al mismo tiempo, hermanos(as) de una misma fe y un mismo Bautismo: se da paso al acontecer de Dios en los hombres y mujeres de la Asamblea que son distintos, que piensan diferente, que entienden desde otros horizontes y, que son parte de una experiencia religiosa común a partir del Anuncio Nuevo que fue Cristo en sus vidas. La iglesia se edifica en la diversidad y avanza en su teología al superar las disonancias con el judaísmo; de manera especial este avance se registrará con mayor celeridad en la segunda generación del cristianismo155, pero encuentra sólidas bases en este paso gigante de la Asamblea. Ahora bien, el amor al prójimo se ve complementado con el segundo ya mencionado, la renuncia al estatus, dado que no se puede vivir en profundidad el primero sin este segundo. Avanzando en la explicación se argumenta que, difícilmente se ama cuando se está atado así mismo, dicho en otras palabras, si no soy capaz de renunciar a mis propios intereses el amor al prójimo no dejara de ser una mera posición de conveniencia. Vivimos en un mundo que se ha acostumbrado a las desigualdades, algunos llegan a llamar a esto la buena o mala fortuna que se tenga y, no son capaces de advertir las profundas asimetrías dadas entre los seres humanos que residen en contextos comunes y que incluso comparten la misma fe en una experiencia religiosa. Tomar en serio este valor que 155 Cfr. Aguirre et al. Así empezó el cristianismo, pp.195-292. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 108 transforma la praxis de la iglesia primitiva conllevaría una revisión profunda de nuestra forma de llevar a cabo el seguimiento de Jesucristo. La enseñanza primera en el cristianismo de la renuncia al estatus encuentra su inspiración en Jesús y su ejercicio de la autoridad; Él es autoridad en cuanto se muestra con autoridad y comienza por la autoridad que es servicio: ―Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.‖ (Jn 13,14) Emerge así, el segundo valor señalado, el estatus, se constituye en el valor complementario del amor al prójimo. Si el amor al prójimo supone la existencia de vecinos y semejantes en plano de igualdad, y tropieza con la desigualdad existente en todas partes, la relativización y superación de las diferencias de estatus tiene que convertirse necesariamente en el valor complementario del amor al prójimo, sea que los superiores renuncien a su estatus o que los inferiores sean elevados en el suyo156 La renuncia al estatus o la humildad, se halla en relación con el amor al prójimo. El amor al prójimo conduce al equilibrio entre las diferencias de rango y de estatus, el Evangelio recupera la dignidad y la condición de las personas, de los hombres y de las mujeres, de los que son libres y esclavos, de los niños y los excluidos. Por tanto, en la asamblea de Jerusalén, no hay que dejar pasar o pasar demasiado de prisa lo referente a la renuncia al estatus que se evidenció como un valor supremo en la Asamblea, máxime, cuando se produjo un enfrentamiento en los que fueron y siguen siendo hoy autoridades de la Iglesia primitiva: Pedro y Pablo. 156 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 96. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 109 Subyace en la Asamblea la confrontación de un ethos que se va configurando progresivamente entre los discípulos y seguidores del Evangelio de Cristo. En el caso de Pablo uno de los pincipales protagonistas de la Asamblea se realiza una armonización entre el amor y la humildad, características de su ministerio y fundamento de su praxis evangelizadora: El amor conduce, según él [Pablo], al equilibrio entre diferencias de rango y de estatus. Así, exhorta a los fuertes a encontrarse con los débiles en el amor (1 Cor 8,1 cf.Rom14, 15). El amor es lo contario al engreimiento que subraya un estatus más alto de conocimiento y acción (cf. 1 Cor 8,1). Pide también a los Corintios una colecta para los pobres de Jerusalén en prueba de su amor. La meta es crear la igualdad de forma que a uno no le sobre y a otro no le falte (2 Cor 8,7 y ss)157. La renuncia al estatus se constituye en un valor complementario al amor al prójimo; entre el ethos judío y cristiano se produce la radicalización de estos valores. En la combinación de los dos valores, amor y humildad, y retomando la praxis de Jesús, se hace visible la estructura y lo nuevo del ethos cristiano primitivo. La vinculación entre estos valores, conforman y delinean en gran medida el ethos cristiano primitivo. Theissen nos ilustra las tendencias y paradojas de estos valores en textos del Nuevo Testamento: Encontramos, pues, dos tendencias en el desarrollo del precepto del amor en el cristianismo primitivo: la superación de los límites entre grupo interno y grupo externo por una parte, y entre ―arriba‖ y ―abajo‖ por otra. […] Hemos encontrado la primera tendencia en la tradición sinóptica marcado por el Jesús terreno. El amor traspasa aquí las fronteras de grupo interno, pero choca con diferencias de estatus. La segunda tendencia se encuentra en las tradiciones paulina y joánica, marcadas por la fe en el Cristo exaltado. El amor supera aquí las fronteras de estatus, pero queda ceñido al ámbito del grupo interno158. 157 158 Ibid., 94. Ibid., 95. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 110 Una vez puestos en relieve los dos valores que ayudan a transformar el ethos judío radicalmente hacia el ethos cristiano, se consolidan las claves hermenéutico- teológicas para la interpretación bíblica de Gálatas 2,1-10 y la exégesis comparativa con Hch 15. Estas claves le dan vida a los textos alejándolos de teologizaciones abstractas que fracturan los contextos vitales en los cuales se han desarrollado las dinámicas sociales, culturales y religiosas, máxime, cuando se trata de un mundo complejo con las más variadas tradiciones que confluyeron en el movimiento naciente del cristianismo de la primera generación. 159 De la misma manera revitalizan y nos abren un sin número de posibilidades para plantear el horizonte del diálogo ecuménico a partir de los sólidos postulados de la Asamblea. El anterior planteamiento nos permite recuperar al Pablo de la asamblea de Jerusalén que enfrenta un conflicto real donde se juega lo doctrinal y fundante de la experiencia cristiana: el Evangelio que es Cristo. La doctrina no está nunca desprovista de la experiencia y la experiencia histórica de la asamblea de Jerusalén muestra como Pablo ha transformado ya su pensamiento en torno a La ley y a los ritos judíos, Gálatas denota con más fuerza lo que representó para Pablo la Asamblea y recupera la fuerza de la argumentación contra quienes quieren desvirtuar su anuncio, así como quienes quieren manipular su praxis evangelizadora. Hay que interpretar con precisión la crítica de Pablo a la ley, ya que no se trata de una crítica al conjunto de la Torá, al contrario, se trata de un sentido que la lleva a su plenitud en Cristo; la crítica paulina se dirige sobre todo a las obras de la ley, opuestas a las obras de la fe160. Los hombres y mujeres presentes en la asamblea de Jerusalén fueron seres humanos llenos de pasión por la vida, cuyo anuncio del Evangelio comprometía todo su ser; su ethos los llevó a ser referentes de una experiencia religiosa que perdura hasta nuestros días y que 159 160 Cfr. Aguirre et al. Así empezó el cristianismo, 101-194. Cfr. Crossan, Reed, En busca de Pablo, 269-270; 461-464. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 111 requiere ser renovada bajo los postulados que condujeron a la Asamblea a mantener la unidad en el Acontecimiento Jesucristo. Se asume, entonces, una teología de sentido testimonial que se aproxima a la fe cristiana primitiva y que hunde sus raíces en la dinámica de la vida de las comunidades que acogieron el Anuncio Nuevo que representó Jesucristo. Esta perspectiva, asume la teoría de la religión cristina, desde las categorías generales de la ciencia de la religión161. A partir de esta caracterización de lo religioso y la religión se puede comprender cómo el ethos de la asamblea de Jerusalén se enmarca en una experiencia de carácter espiritual: ―la teología es una ciencia a posteriori, fundada en la experiencia individual, concreta e histórica, que tiene su sitio en la oración y en la revelación de Dios.‖162 El acontecer de Dios que condujo la Asamblea tiene la palabra Y exige una actitud obediente. 161 162 Cfr. Theissen, La religión de los primeros cristianos, 14. Schneider, Teología como biografía, 13. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 112 3. PENSAR EL DIÁLOGO ECUMÉNICO A PARTIR DEL ETHOS Y DE LA NOVEDAD DE VIDA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN 3.1 PENSAR EL DIÁLOGO ECUMÉNICO A PARTIR DE LA NOVEDAD DE VIDA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN Hablar de diálogo ecuménico para nuestro tiempo supone un trabajo de análisis y reflexión que implica retomar, entre otros, la vida de la comunidad primitiva pasando por la asamblea de Jerusalén, para asi, entender desde sus entrañas, la relación que entabló con el mundo la iglesia primitiva, su influencia, su espiritu y la luz que hoy nos aporta para este diálogo. Este volver a las fuentes inspiradoras aportará elementos que adquieren especial valor por ser la experiencia fundante la que nos permite reconstruir la propuesta de la iglesia primitiva y la que ayuda a zanjar dificultades, muchas veces más de tipo cultural, para configurar una Iglesia cimentada en la tradición apostólica. Por otra parte, partir de una contextualización general referente a la configuración de la Iglesia primitiva, desde las ciencias sociales, posibilita una visión más clara de sus dinámicas interiores que fueron permeando la sociedad de su época, consolidando su proyecto y siendo sostenibles en el tiempo. Retomaré algunos de los planteamientos hechos sobre la Iglesia primitiva en capítulos anteriores, sin entrar a explicar nuevamente los pormenores, con la finalidad de dar nuevas pistas y claves en cuanto al diálogo ecuménico se refiere. Lo primero, será aclarar dos conceptos fundamentales del análisis, ayudados por la sociología: iglesia/secta. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 113 Esta distinción nos permitira tomar conciencia de la evolución inicial que se registró en la comunidad primitiva para avanzar hacia su institucionalización como Iglesia. La tipología de «iglesia» y «secta» tiene su origen en la obra de Max Weber (…), [quien afirma que] ―la iglesia es el tipo de organización religiosa que se nutre de miembros nacidos en su seno, mientras que la secta es un tipo de organización religiosa cuyos miembros han ingresado en ella voluntariamente y sobre la base de determinadas cualificaciones religiosas163. Weber evidencia el conflicto entre los dos tipos de organización, poniendo como ejemplo ―la gerencia oficial del culto confuciano ―iglesia‖ en relación con el budismo, el taoísmo y otras vías sectarias de salvación, demostrando que la distinción no es simplemente una descripción de datos históricos (cristianos) sino un tipo ideal, una abstracción utilizada con fines de análisis comparativo‖164. La evolución de las experiencias religiosas llega a la institucionalización de las mismas. Troeltsch, caracterizando estas dos realidades, Iglesia y secta, crea una tipología que acrecienta la distinción entre ellas: La «iglesia» acepta al mundo y la sociedad en que vive, es conservadora y apoya los valores de la clase dirigente. Recluta y acepta en principio a todos, desde la cuna hasta el sepulcro, y los incluye en su sistema salvifico (con una jerarquía, personal dedicado al culto, sacramentos y ritos). La «secta» es todo lo contrario: un pequeño grupo de personas intensamente religiosas en el que se ingresa únicamente en virtud de un acto consciente de conversión y en el que se permanece en virtud de la adhesión a un exigente etbos de grupo y un comportamiento religioso. La secta se muestra muchas veces indiferente 163 164 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 116. Ibid., 117. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 114 o crítica ante el mundo maligno de fuera, no se identifica con las clases superiores y recluta sus miembros en los estratos más bajos de la sociedad; típico de ella es ser anticlerical, antisacramental y profundamente igualitaria165. Esta aproximación de Troeltsch se podría confrontar con el ethos en juego en la Asamblea166. Ahí se indica como se pasa del ethos del radicalismo itinirante (de los primeros seguidores del Señor) al ethos moderado y crecientemente conservador (de quienes pasan a ser dirigentes en las primeras comunidades cristianas), siguiendo a Gerd Theissen. De esta forma, no se comparten todas las características indicadas por Troeltsch pero si se presentan coincicencias con las propuestas por él. Por otro lado, Scroggs describe al cristianismo primitivo como una secta cristiana, apoyado en los estudios de Max Weber, Ernst Troeltsch y Werner Stark; este último define algunas carácterísticas básicas, que aplica Scroggs al primitivo cristianismo palestinense. Como punto de partida, afirma que la secta emerge siendo ―una protesta contra la represión económica y societaria‖167, es por esto que quienes la integran son sin duda los menos favorecidos, incluyendo a los pobres y hambrientos, pero también a aquellos que por diversos factores han sido rebajados en cuanto a su posición social. Stark hace una aclaración sobre la Palestina del siglo I, ―era un ambiente difícil, los pequeños agricultores eran muy numerosos y se sentían alienados no sólo económica, sino también culturalmente en virtud de las exigencias de pureza legal formuladas por los fariseos, que los había convertido virtualmente en intocables‖168. No es difícil entender el gran conflicto social al que se enfrentó Jesús, en una sociedad profundamente dividida. En segundo lugar, Scroggs retomando a Stark, analiza la lectura de la realidad que hace la secta, distanciándose de la sociedad institucional y desvirtuando el mundo para formar su 165 Ibid., 117. Cfr. apartado 2.2 del capítulo 2 de este trabajo. 167 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 119. 168 Ibid., 119. 166 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 115 propia contracultura. Es así como Jesús y sus seguidores proclamaban y vivían una realidad separada y distinta de la realidad de la sociedad exterior. Son evidentes los datos relativos a la hostilidad entre Jesús, su familia y sus paisanos, pero sobre todo, su enfrentamiento con los grupos acomodados de la sociedad judía: los fariseos, los ricos y los intelectuales. Como tercer punto, Strak y Scroggs caracterizan a la secta como una organización igualitaria, donde las jerarquías y la organización no existen. Afirma que ―todos son hermanos y hermanas; dentro de la secta quedan abolidas las diferencias de posición social habituales en la sociedad circundante. La primitiva iglesia era fuertemente igualitaria (cf. Ga 3,28) y desconfiaba de cualquier tipo de organización eclesial (Mt 18 y 23)‖169. En cuarto lugar, se destaca el desarrollo emocional que favorece la secta, el escenario propicio que ofrece para la expresión de emociones reprimidas, para la apropiación de un intenso sentimiento familiar. Señala Scroggs que hay ―ciertas expresiones que manifiestan la convicción de que Dios cuida de los suyos, sobre todo de los más insignificantes. En el cristianismo primitivo se daban notoriamente la glosolalia y la propiedad compartida‖170. Otra de las carácteriscas representativas de la secta es su carácter voluntario: es una asociación libre. Sus miembros necesitan tomar una decisión comprometida para pertenecer a ella. ―Nadie nace dentro de la secta, y ésto es también notorio en la iglesia primitiva‖171. Además, implica un compromiso total por parte de sus miembros, la secta exige una conducta moral y un estilo de vida, así como la expresion determinada de la doctrina. La iglesia cristiana primitiva evidencia estos rasgos, asi como también, en muchos casos, la perspectiva adventista, con la espera de la venida inminente del reino de Dios sobre la tierra. Así, aporta Scroggs una mirada nueva sobre la condición sectaria del cristianismo primitivo, ―nuestra perspectiva ha cambiado desde el momento en que hemos empezado a 169 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 119. Ibid., 120. 171 Ibid., 120. 170 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 116 entender los documentos del Nuevo Testamento no como productos primariamente teológicos, sino como expresiones de un grupo de personas que se han sentido heridas por el mundo y sanadas por la aceptación de la comunidad‖172, este postulado es revelador e inquietante, desde el punto de vista sociológico devela las circunstancias sociales represivas de la época y la respuesta de un grupo de personas que buscan su liberación, en medio de la hostilidad del mundo. Un cristianismo vitalmente diferente al que vivimos hoy en una iglesia institucionalizada que ha perdido la fuerza de los primeros cristianos itinerantes, que no exige las grandes luchas y riesgos y que se acomoda a las estructuras sociales. Por otro lado, Günther Baumbach observa en la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén elementos como la igualdad de los sexos, el acto voluntario de compartir las propiedades para el sostenimiento de sus miembros pobres, la observancia de la Tora, la ausencia de tendencias ascéticas, las comidas comunitarias, la beneficiencia organizada y su propia «Tora oral», todos ellos puntos de encuentro entre los fariseos y los cristianos173. Es por esto que Baumbach difiere de Stark en su clasificación del cristianismo primitivo como una secta. Holmberg citando a Baumbach indica: El término mismo de «secta-, al relacionarse con el de «iglesia» como su opuesto, ha adquirido la connotación de un grupo contrario a la iglesia o religión oficiales, de las que viene a ser una desviación. Pero dado que antes del año 70 d.C. (o antes de Yamnia) no cabe hablar de un judaismo «oficial» o «normativo», frente al que podrían situarse unos grupos más o menos aberrantes o unas sectas más o menos heréticas, esta terminología tiende a provocar una distorsión en la clasificación ideal de los tipos, supuestamente neutral174. 172 Ibid., 120. Cfr. Ibid., 121. 174 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 122. 173 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 117 A patir de esta afirmación, Holmberg sugiere que ―caracterizar el judeocristianismo palestinense como una secta sería más apropiado al describir sus relaciones con el judaismo de Palestina a partir del año 70 d.C., no antes‖175. Por otro lado, Michael White, se contrapone a Baumbach afirmando que ―puede comprenderse adecuadamente el movimiento primitivo de Jesús como una secta judía en sus comienzos, es decir, un movimiento de regeneración separatista dentro de la cultura dominante del judaismo palestinense‖176 La definición que marca la diferencia es la que hace White a partir de dos términos comparativos, secta y culto: Una secta es un movimiento de regeneración separatista (o carismático) que surge dentro de un sistema establecido y religiosamente definido con el que comparte una visión simbólica del mundo. Un culto es un movimiento integrador, a menudo sincretista, que se importa eficazmente (por traslado o mutación) a otro sistema cultural religiosamente definido, con el que trata de sintetizar su novedosa vista simbólica del mundo177. Tanto las sectas como los cultos, según White, aparecen ―desviados‖ frente a sus contextos culturales, es decir, producen una tensión tanto en el mensaje religioso como en la organización social. White puntualiza las diferencias entre las sectas y los cultos: Puesto que las sectas surgen en una visión compartida del mundo, estarán constantemente amenazadas por la reabsorción; en consecuencia, la «retórica sectaria» tiende a trazar fronteras que subrayan las diferencias con «el mundo» (la cultura materna). De hecho, la retórica sectaria, por su propia naturaleza, tiende a producir más sectarismo. En contraste, dado que los cultos, por definición 175 Ibid., 122. White, De Jesús al cristianismo, 170. 177 Ibid., 170. 176 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 118 introducen una visión, «extraña» del mundo, tienden a aminorar la tensión subrayando las semejanzas con su cultura anfitriona178. Desde esta perspectiva es posible que un mismo movimiento religioso pueda actuar como una secta o como un culto, sobretodo en los momentos de transición de una experiencia religiosa a otra, repitiendo el mismo lenguaje. En cuanto al panorama de la comunidad cristiana primitiva, White observa que sus ―seguidores compartían un conjunto básico de valores y creencias y una visión del mundo con otros judíos, aun cuando pudieran haber polemizado sobre algunos aspectos fundamentales‖ 179. Y agrega: ―Cuando el movimiento [Primitivo de Jesús] se introdujo en una cultura no predominantemente judía, es decir, en una cultura «pagana», apareció corno un culto extranjero. El nuevo culto llevó a cabo una síntesis entre él mismo y la visión del mundo de la cultura anfitriona, intentado convencer a los recientes vecinos de su mensaje beneficioso‖ 180 valioso y . Completando lo dicho hasta ahora y siguiendo la línea argumentativa de los diversos autores, Jhon Elliott hace su aporte desde una perspectiva sociológica de la comunidad de la primera epístola de Pedro, tomando como base la investigación de Scroggs y de Bryan R. Wilson, elabora una definición más amplia de la secta: La secta es una comunidad claramente definida, que sólo acoge a un número de personas que asegure una diversidad mínima de comportamientos, pues busca un modelo rígido de conducta y dar coherencia a su estructura de valores; compite activamente con cualquier otra organización de valores e ideales y contra cualquier otro contexto social en que pudieran situarse sus adeptos, ofreciéndose a la vez como una sociedad completa y divinamente establecida. La secta es no sólo una unidad ideológica que trata de imponer un comportamiento determinado a los que aceptan la fe y que no pierde ocasión de apartar a sus fieles del resto de la sociedad 178 White, De Jesús al cristianismo, 170. Ibid., 171. 180 Ibid., 171. 179 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 119 y estrechar entre ellos los lazos fraternales.... La secta, como grupo de protesta, siempre ha desarrollado su ética, sus creencias y prácticas peculiares frente a la sociedad circundante; su propia protesta está condicionada por las circunstancias económicas, sociales, ideológicas y religiosas que prevalecían en el momento de su aparición y desarrollo.181 Esta definición encaja perfectamente con la realidad de los cristianos de Asia menor de la primera epistola de Pedro, personas que viven en una comunidad familiar definida por su fe en Jesús como Salvador y por una ética exigente, muy distinta de la que profesa la sociedad de su entorno. Se consideran como los santos y elegidos, que esperan el retorno de Jesús trayendo la salvación plena, pero hasta que llegue ese día mantienen una estricta disciplina interna, guardándose de cualquier tipo de asimilación a los de fuera. Elliot, sustentado por el estudio de Wilson, aborda la caracterización de las sectas a partir de su respuesta al mundo: ―La respuesta conversionista se caracteriza por el presupuesto básico de que el mundo está corrompido porque los hombres también lo están, y si fuera posible cambiar a los hombres, también cambiaría el mundo‖182. Los sentimientos que genera esta respuesta en los fieles logran catalizar la tensión social, la exclusión y la lucha sectaria como la afirma Holmberg ―Así, la secta ofrece muchas veces los medios para soportar la tensión que se produce con el mundo y hasta para darle una interpretación positiva: ser rechazado por el mundo es la prueba de que se es aceptado por Dios‖183. Otra característica de las sectas es su enfoque en los marginados y excluidos, ella les ofrece una cálida comunidad de apoyo que les compensa por las diversas privaciones que sufren en la sociedad circundante, fomentando asi la conciencia de grupo y la solidaridad. El autor refuerza diciendo: ―Uno de los recursos para conseguirlo es subrayar una condición religiosa especial («santos y elegidos») y otro, la imposición de un código ético 181 Wilson, Sects and Society. Cita tomada por HOLMBERG, Bengt. Historia Social del Cristianismo Primitivo, 123. 182 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 124. 183 Ibid., 124. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 120 exigente‖184. La tensión con respecto al mundo exterior inevitablemente produce un desgaste difícil de soportar a la larga, Pedro refleja esta fatiga y adopta una estrategia sociorreligiosa que Elliot explica como: Contrarrestar el impacto desmoralizador y desintegrador que esa tensión y ese dolor sociales ejercen sobre la secta cristiana reforzando la característica identidad comunitaria de sus miembros, recordándoles la importancia de mantener la disciplina y la cohesión dentro de la fraternidad y la separación con respecto a las influencias gentiles de fuera, ofreciéndoles una racionalización de apoyo y una motivación para fortalecer su fe y su compromiso.185 Esta vision del cristianismo primitivo como una secta conversionista, tiene un eco muy amplio en diversos autores como Margaret MacDonald, Watson, Philip Esler, Rowland, entre otros. Concluye Holmberg citando a Margaret MacDonald: ―Con respecto a la sociedad grecorromana en conjunto, está claro que la comunidad de las [Epístolas] Pastorales constituye una secta. Pero si comparamos la comunidad de las pastorales con las comunidades que se nos muestran en las epístolas auténticas y en Colosenses y Efesios, cabe hablar de un distanciamiento del tipo de secta y un acercamiento al de iglesia186. Aunque pareciera contradictorio, es pertinente aclarar que la cristiandad paulina puede ser caracterizada como una secta hasta bien entrado el siglo II. El cristianismo primitivo fue identificado por mucho tiempo como una secta y curiosamente fue en este tiempo donde el testimonio de su ethos fue radicalmente cuestionador. La anterior contextualización en relación con la configuración social de la iglesia primitiva nos permite adentrarnos en la comprensión del cambio producido en el cristianismo al independizarse del Judaísmo y al ir delineando su porpia praxis socio – religiosa, en un contexto cultural plural. 184 Holmberg, Historia Social del Cristianismo Primitivo, 124. Ibid., 125. 186 Ibid., 142. 185 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 121 A partir de esta caracterizacion del cristianismo primitivo, surge la pregunta: ¿Cómo pensar una base común para el dialogo ecuménico desde la novedad de vida de la Asamblea de Jerusalén? Desde el análisis sociológico de la Asamblea de Jerusalen la base común posible tiene que retomar también, entre otros factores no tan evidentes, las condiciones de dicha comunidad como su pobreza, exclusión, injusticia, violencia, y demás situaciones sociales que son comunes no sólo a las comunidades cristianas primitivas, sino que han sido permanentes y en aumento a través de 2000 años de historia del cristianismo. Retomando a Scroggs: ―La iglesia primitiva recopila las expresiones de un grupo de personas que se han sentido heridas por el mundo‖187, las heridas de la asamblea primitiva de Jerusalén siguen siendo las heridas de la comunidad cristiana de hoy, es más, las heridas son más profundas teniendo en cuenta que no sólo ha sido ―el mundo externo‖ la causa de las heridas; en el seno de la Iglesia, concebida en nombre de Cristo, se ha cometido también la barbarie contra la especie humana, como lo reconoció el hoy Beato Juan Pablo II. Por otra parte, surge de los presupuestos hermenéuticos establecidos en el segundo capítulo del presente trabajo una importante pista para rastrear la novedad de vida propuesta en la asamblea de Jerusalén, para pensar el diálogo ecuménico en las iglesias cristianas. En la Asamblea de Jerusalén a Pablo le preocupa la unidad de la Iglesia tanto de los gentiles como de los judíos, sin embargo, no está dispuesto a realizar la unidad pasando por encima del Evangelio (Ga 2,5). La novedad de la cual es portadora el Evangelio no se extingue, cobra nueva fuerza superando las prácticas normalizadoras que la comunidad judeocristiana quería imponer. ―Existía una misión paulina independiente que ni estaba sometida a la comunidad antioqueña, ni dependía de la central en Jerusalén. Pero no hay más que una iglesia y un evangelio. Totalmente convencido estaba Pablo al combatir a sus adversarios 187 Ibid., 120. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 122 de que no había otro evangelio además del suyo - 1, 6 s – [Gálatas], pero también estaba persuadido de que los apóstoles de Jerusalén poseían igualmente el evangelio y eran apóstoles de Jesucristo, cf. 1, 17.19 [Gálatas]. Esto pedía un cambio de impresiones del apóstol nuevo y extraordinario con los apóstoles antiguos y ordinarios. A ese intercambio lo empujó Dios en una revelación especial.‖ 188 Ese intercambio señalado por Schlier es lo que representa hoy el diálogo y de manera especial expresa hoy el diálogo ecuménico que es lo que los distintos creyentes en Cristo estamos llamados a emprender movidos también por Dios. La Iglesia primitiva vence el peligro de convertirse en una secta del judeocristianismo y se abre como Ekklesia de los gentiles y de los cristianos convertidos del judaísmo. Se abre el camino del reconocimieno mutuo en la diversidad como pista para el diálogo ecuménico. Se muestra así la naturaleza evolutiva de la Iglesia en cuanto Institución, que se hace en la historia y no paralizándola o desvirtuándola. La Iglesia debe asumir su condición evolutiva que es portadora de novedad en cuanto en Ella actúa el poder del resucitado. Yace un tesoro para emprender el diálogo mutuo entre las diversas formas de entender y asumir el cristianismo en América Latina con las riquezas que contienen y expresan los diversos carismas en la Iglesia. Además, la distinción efectuada en la primera parte de este capítulo nos lleva a pensar en un diálogo desprovisto de prejuicios, así como nos invita a tener en cuenta que el cristianismo en sus orígenes participó de las características socioreligiosas de las sectas. Por tanto, el diálogo ha de partir del reconocimiento de la otra experiencia religiosa no de su negación. El estudio de los conceptos Iglesia y secta a partir de la sociología aportan una mirada nueva para desmontar los prejuicios que subyacen al momento de dialogar con otra experiencia cristianas. 188 Schlier, Carta a los Gálatas, 81. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 123 Por tanto, si retomamos la fuerza inherente de la cual es portadora la Asamblea de Jerusalén en la comunidad primitiva se vencerán los quietismos y anquilosamientos en los paradigmas conservadores de la Iglesia que por muchos años la han paralizado, especialmente en el diálogo ecuménico. Es oportuno señalar la fuerza desencadenada por el Concilio Vaticano II y su quiebre del paradigma medieval, pero al mismo tiempo, hay que considerar que emergen las reacciones de múltiples grupos, personas e instituciones al interno de la misma Iglesia para volver a las viejas seguridades e impedir la novedad o planteamientos demasiado arriesgados que puedan comprometer el statu quo de la Iglesia. Existe temor a entablar el diálogo ecuménico en condiciones ―Simétricas‖. Medellín nuevamente nos alerta frente a estos peligros y nos muestra, después de cuarenta años, caminos concretos de renovación, uno de ellos el diálogo ecuménico. Se hace necesario desarrollar la praxis de la novedad brindada por Cristo resucitado a su Iglesia y a la comunidad primitiva reunida en Jerusalén como modelo para emprender los cambios y transformaciones que requiere nuestra Iglesia y nuestra sociedad hoy. De esta forma, se une la expresión “vida nueva” al diálogo ecuménico entendida como la totalidad del ser humano, del discípulo, que se conduce por el espíritu del resucitado; la Iglesia discípula que se deja guiar y conducir por la acción del Espíritu santo. La Iglesia primitiva se abre a la acción del Espíritu y éste la conduce aún en medio de las divergencias y de las discusiones que permiten asumir su propia historia. La Iglesia se hace sujeto de su historia y se presenta como vida nueva en Cristo para los suyos, especialmente los marginados y excluidos como aparece en Ga 2,10. La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano ha trazado el reto de relanzar el discipulado para que nuestros pueblos tengan vida y vida en abundancia, por tanto, es ésta una oportunidad y una coyuntura histórica favorable para que la Iglesia Latinoamericana asuma el conflicto de mostrarse como comunidad discípula del Señor que proclama la salvación a todos los pueblos develando la globalización de la injusticia y las prácticas de las comunidades normalizadoras aún en su mismo seno. La Iglesia no puede sustraerse a enfrentar los retos inherentes a su sociedad, la Iglesia se ubica espacio-temporalmente y requiere estar abierta a contexto, en nuestro caso, abierta al Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 124 diálogo ecuménico. La Iglesia debe vovler a su propia historia, recuperar su fuerza profética y enmendar los errores del pasado. Nuestra sociedad actual vive el conflicto de enfrentar la lucha contra la lógica de los mercados y el poder normalizador de los grupos económicos, aquellos que detentan el poder, que moldean la sociedad y la manipulan, entonces, se hace imprescindible que la Iglesia se incorpore a la dinámica social si quiere testimoniar la novedad del Evangelio de Jesús. Es imposible moldear una sociedad permaneciendo al margen de ella. El cristianismo tiene aquí una gran responsabilidad de transformación, y en la medida en que la busque a través del diálogo ecuménico lo logrará de una manera más eficaz. 3.2 PENSAR EL DIALOGO ECUMENICO A PARTIR DEL ETHOS EN LA VIDA DE LA ASAMBLEA DE JERUSALEN El término Ethos,como se presento en el segundo capítulo, se refiere también a una moral social y religiosa que identifica a un grupo determinado, es aceptada en el grupo. El conjunto que agrupa la conducta real y la conducta exigida por las normas y valores del grupo es lo que hemos denominado con Gerd Theissen ethos. Se ha dicho también, en el segundo capítulo, que el ethos en la comunidad primitiva de Jerusalén deviene originario del judaísmo, pero el cristianismo experimenta una fuerte influencia del paganismo, ya que fueron los paganos la mayoría de adeptos al cristianismo naciente. Por tal razón, tenemos un ethos judío pero matizado con el ethos que proviene de un ambiente pagano. ―Los primeros cristianos quieren observar de modo ejemplar muchas normas de su entorno pagano. Se produce, sin embargo, al mismo tiempo una transformación cualitativa del ethos.‖189 189 Theissen, La religion de los primeros cristianos, 87 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 125 Ahora bien los dos valores el amor y la renuncia al status, característicos del ethos del cristianismo primitivo, constituyen la novedad del ethos en el mundo pagano. Ambos valores apuntan a la transformación de las relaciones sociales. El primero quiere derribar la frontera entre el mundo interno de la comunidad y su contexto exterior, por otro lado, la renuncia al estatus afecta las relaciones de poder entre quienes lo tienen y quienes no. El ethos judío ha sido radicalizado por el ethos cristiano. La Asamblea fue atravesada por este ethos, los protagonistas de la misma enfrentan lo que poseen, es decir, su autoridad, su amor hacia el prójimo. Dicho en otros términos, el ethos del cristianismo primitivo encuentra un escenario real y propicio para mostrar su radicalidad, su praxis. Sólo en esa confrontación producida en gran medida por divergencias socioculturales y religiosas, así como también, en el rol que cada uno desempeñaba en el contexto de la Asamblea, se logra evidenciar el camino que debe seguir la Iglesia cristiana para conservar su unidad, lo cual no representó en ningún momento uniformidad. Entonces, comprender en profundidad el significado y la influencia de estos dos valores nos lleva a identificar, además de los indicados en el capítulo anterior, los pilares sobre los cuales hoy podemos pensar el diálogo ecuménico partiendo del mismo ethos del cristianismo primitivo. Por tanto, a continuación se consideran nuevamente estos valores, expuestos en el segundo capítulo, para completar su sentido de cara al diálogo ecuménico. 3.2.1 Primer valor fundamental del cristianismo primitivo: El amor al prójimo Hablar del amor cristiano conlleva remontarse al Antiguo Testamento y a la tradición judáica; debe vislumbrarse en qué elementos el ethos cristiano radicaliza el ethos judío para lo cual conviene tener presentes algunas preguntas, tales como: ¿cuál es el enfoque y los alcances de este precepto? ¿Es acaso un amor restrictivo, parcial, ―interno‖ dentro de la comunidad? ¿Cuál es la propuesta novedosa del cristianismo naciente? Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 126 La ampliación del concepto de amor al prójimo a personas externas a la comunidad comienza en el Antiguo Testamento, el mandamiento del amor al prójimo aparece en su primera formulación como amor al enemigo, al extranjero y al débil. Theissen afirma: Lev 19, 18 prescribe el amor al vecino, que es de igual posición social en principio. Su igualdad es en parte un hecho se trata de un vecino que puede ser adversario en un proceso judicial y tiene iguales derechos y en parte una exigencia: la obligación de reconocerlo como persona de igual valor. Porque hay que amar al prójimo «como a sí mismo». Este amor al prójimo se combina ahora, en Lev 19, con un ethos oriental de misericordia referido a los débiles, las viudas y los huérfanos, a personas que tienen un estatus desigual o marginal. Sólo en Israel se amplía este grupo clásico de las «personae miserabiles» a los extranjeros. Precisamente a ellos se extiende explícitamente el precepto del amor al prójimo: Cuando un emigrante se establezca con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. Será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor, vuestro Dios (Lev 19, 34)190. De esta manera, el amor como mandamiento, rige para quien tiene iguales derechos, pero es más exigente en los casos donde hay desigualdad, inequidad e injusticia. Desde este punto de partida, la evolución del precepto tiende a la ampliación, un ejemplo de ello lo expone Theissen asi: El mejor ejemplo de tendencia a la ampliación son los Testamentos de los doce patriarcas. Los doce hijos de Jacob exponen, en discursos de despedida a sus hijos, una ética impresionante de amor al prójimo y de fraternidad. El gran pecado contra la fraternidad es, en Test XII, la venta de José como esclavo, la anulación total de su estatus y su libertad. José obtiene un cargo y dignidades en Egipto, a pesar de todo. Y los hermanos acuden a él como refugiados en demanda de ayuda. Él muestra su amor fraterno al perdonarlos y no aprovecharse de su estatus elevado para proceder 190 Theissen, La religion de los primeros cristianos, 89. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 127 contra ellos. Su amor implica la renuncia al estatus: Y yo no me engreí sobre ellos con orgullo por mi espléndido cargo, sino que estuve entre ellos como uno de los más pequeños (TestJos 17, 8). El amor al prójimo defendido en Test XII rebasa también en principio, además de la frontera entre arriba y abajo, la frontera entre grupo interno y grupo externo. El amor no debe darse sólo a los hermanos sino a todo ser humano (Testlss 7, 6 v.l.)191. Incluso la ampliación se extiende al concepto de misericordia, como afirma Zabulón dirigiendose a sus hijos: «Ejercitad la misericordia hacia el prójimo y la misericordia hacia todos, no sólo hacia las personas, sino también hacia los animales irracionales»192 Para el cristianismo primitivo el amor a Dios y al prójimo, es el mandamiento supremo. Este mandamiento ya existía antes de Jesús, pero no en ese puesto central. Incluso el amor al prójimo alcanza a amor al enemigo como se expresa en Mt 5, 43ss., aquí no se trata únicamente del enemigo personal, se trata de enemigos, el precepto va dirigido igualmente, a individuos en singular y a un colectivo: ―amad a vuestros enemigos‖. Entonces, el precepto del amor oscila en dos sentidos, por un lado se extiende, como en Lc 10, 25ss. donde el buen samaritano, se muestra como prójimo, no por razón de un estatus dado, sino de un comportamiento; se acercó al prójimo, es decir, se desvió del camino para preocuparse de la víctima malherida de los ladrones, a diferencia del sacerdote y del levita. Asi mismo se puede percibir un nuevo amor: el amor al pecador, como lo relata Lc 7, 36ss. La gran pecadora, que es discriminada por otros, es aceptada por Jesús, y ella responde con amor, lavando sus pies con lágrimas y secándoselos con el cabello193. Theissen afirma que ―esta ampliación del amor se combina en la tradición de Jesús con una negación del amor a los miembros más próximos de la familia: Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y hasta su propia 191 Theissen, La religión de los primeros cristianos, 90 Ibid., 90 193 Ibid., 91 192 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 128 vida, no pude ser discípulo mío (Lc 14, 26)‖194. Para tener nuevas nociones desde donde podamos sostener hoy una visión ecuménica de acogida amorosa al extranjero, al pecador, al desconocido, al diferente, el autor agrega: Este ethos crítico con la familia indica que el amor se desliga aquí de su primer «Sitz im Leben» -el amor en la familia y entre parientes- y va dirigido a aquellos que están fuera de este círculo estrecho. Normalmente son preferidos y amados los más próximos, y los otros aparecen como lejanos, con los que hay que entrar en conflicto si hace falta; pero aquí sucede a la inversa: ¡el seguidor ha de arriesgarse a entrar en conflicto con la familia y debe practicar el amor con los de fuera!195 Además, se puede subrayar la tendencia del amor a reconocer la igualdad de las personas. Lucas, por ejemplo intercala en su formulación del precepto de amor a los enemigos la regla de oro (Lc 6, 31), haciendo alusión a la reciprocidad, como afirma Theissen ―una reciprocidad ideal: hay que tener con los enemigos el comportamiento que se desea de ellos, pero que en realidad no cabe esperar. Es decir, hay que guiarse por la reciprocidad como criterio, incluso cuando es atropellada deliberadamente por otros‖196. El amor de Jesús de Nazareth, el amor que traspasa fronteras, que alcanza a los extranjeros y a los marginados, se afirma aquí en el reconocimiento a los extranjeros como sujetos de amor. La ampliación del amor, más allá del estrecho grupo íntimo, va asociada al juego de las diferencias de rango, estatus y poder, lo mismo cuando se ejercita la misericordia con el débil que cuando se ama a un enemigo poderoso. Con la ampliación, la igualdad de estatus se vuelve más improbable. De esta forma se han identificado dos tendencias en movimiento en el cristianismo primitivo: la superación de los límites entre grupo interno y grupo externo, por una parte, y 194 Theissen, La religion de los primeros cristianos, 93 Ibid., 92 196 Ibid., 92 195 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 129 entre arriba y abajo por otra. Pero no es posible que ambas tendencias se realicen plenamente al mismo tiempo. El amor extensivo a personas que están más allá del propio grupo interno tropieza con dificultades, porque ha de aceptar unas diferencias de estatus reales. El amor entre personas de estatus igual y en reciprocidad se limita a pequeños grupos. En ellos puede realizar ejemplarmente aquello que busca todo amor: el reconocimiento de la igualdad de otras personas. Esta mirada nueva del amor universal nos aporta una considerable evidencia de que hubo experiencias diferentes en el seno del movimiento emergente, un desplazamiento progresivo en el ethos, lá ubicación social y los horizontes culturales, asi como direrentes formas de desarrollo social y organizativo. Situaciones reveladoras para nuestro tiempo que amplian las posibilidades de construir un diálogo ecuménico respetuoso, sincero y productivo. De esta manera, hay que pensar el diálogo interdisciplinariamente, pues hay que dialogar desde perspectivas no sólo teológicas, sino también antropológicas y sociales, entre otras. Para el caso de la Asamblea fue fundamental el reconocimiento del otro, es decir, la praxis del amor al prójimo. Sólo en el mutuo reconocimiento Pedro y Pablo entablan el diálogo que los conduce a reconciliar posiciones diversas y aún contrarias; se enfrentan dos cosmovisiones la judeocristiana y la helenista. Este ejercicio expresa que la experiencia religiosa está provista del ropaje cultural pero, al mismo tiempo, esta situación no es una limitante sino una oportunidad para ejercer el amor al prójimo, colocándose en la situación real y efectiva que vive el otro. 3.2.2 Segundo valor fundamental del cristianismo primitivo: La renuncia al estatus El término que designa este valor fundante del ethos cristiano primitvo es la humildad ―humilitas‖, este concepto habla de la conducta exterior, y de la actitud interna. Describe el comportamiento de aquel que tiene un estatus bajo y lo acepta internamente, como el de aquel que posee un estatus alto, pero no se aprovecha de él. Humildad es según Theissen, la Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 130 renuncia a algo que se posee, el término adecuado es renuncia de estatus197, ―esta es la renuncia a hacer ostentación del propio estatus, a aprovechar un estatus superior para imponer la propia voluntad, o incluso renuncia a poseer un estatus, ¡como cuando alguien deja su profesión por Jesús! La renuncia va asociada, a la elevación del estatus correspondiente: abajamiento y exaltación se correlacionan‖198. Algunos Logia se asocian a la renuncia al estatus ―el que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos‖ (Mc 10,43s cf. 9, 35; Mt 23, 11). Dentro del cristianismo primitivo es común que para tener autoridad dentro de la comunidad se deba renunciar al estatus. ―La humildad, actitud propia de esclavos y dependientes, pasa a ser el rasgo de aquellos que quieran asumir papeles directivos en la comunidad‖199. Los valores éticos de la tradicion judía que tienen que ver con la humildad frente a Dios, convergen con las exhortaciones paganas a la sociabilidad, dando como resultado algo nuevo: la humildad debe ser una conducta social recíproca. Theissen explica: Esta virtud social choca con un código de honor de la antigüedad según el cual cada uno debe comportarse de acuerdo con su estatus, y el aumento de estatus y de prestigio constituye el resorte más importante del obrar. En el marco de este código de honor, la ―humildad‖ es considerada como actitud servil, despreciable. El nuevo ethos judío y cristiano de humildad conduce aquí a una «inversión de los valores»: un déficit moral pasa a ser virtud. Por eso, lo nuevo del ethos cristiano primitivo (y judío) aparece aquí con mucha mayor claridad que en el «amor al prójimo»; o más exactamente: sólo en la combinación de los dos valores, amor y humildad, se hace visible la estructura fundamental y lo nuevo del ethos cristiano primitivo200. 197 Theissen, La religión de los primeros cristianos. Cfr., 96 Cfr. Ibid., 96 199 Ibid., 97 200 Ibid., 97 198 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 131 Aparece quizá por primera vez la humildad, inequívocamente, como virtud social. Esta virtud, tendrá que abrir paso, e iluminar un diálogo edificado desde la renuncia a la posición absoluta de poseer la única verdad, la renuncia a considerar que los ―otros‖ están equivocados, si bien es cierto ninguna podrá prescindir totalmente de sus propios criterios específicos de verdad con respecto a otros movimientos cristianos. Diálogo no significa abdicación de lo propio, pero si implica un principio inicial y sostenible de admiración hacia lo diferente. La Asamblea experimentó un admirable ejercicio de autoridad en cabeza de Pedro y en la figura de Pablo; ellos están dispuestos a ceder en orden al Evangelio que los une, no se impone la autoridad como autoritarismo y verticalismo. El diálogo se hace desde la humildad que reconoce la grandeza del Evangelio y, al mismo tiempo, los límites de las personas y las culturas. La propuesta dialogante de Pedro y Pablo no acalla el conflicto, al contrario indica cómo se solucionan las dificultades en el seno de la comunidad eclesial, gran ejemplo para retomar el diálogo ecuménico: una nueva forma de ejercer la autoridad en la Iglesia. Por tanto, si cada movimiento cristiano se limitase a insistir en los propios y únicos criterios de verdad, cualquier auténtico diálogo estaría, de antemano, condenado al fracaso. Nos vemos así enfrentados a volver a pensar los criterios generales para el diálogo ecuménico, aplicables análogamente al diálogo con otras religiones, incluso, a los problemas del derecho internacional y de la paz de los pueblos. Es alli donde la asamblea de Jerusalén nos da luces a partir de la construcción de criterios éticos generales o universales para el diálogo ecuménico, basados en el amor y la humildad, en contrapocision a una historia cristiana matizada por hechos y posturas muy lejanas de esta realidad fundante. Hans Kung, va más allá al referirse al diálogo del cristianismo frente a otras religiones: El cristianismo, más que todas las demás religiones, se ha visto sometido en la época moderna a un doloroso proceso de transformación, por cierto muy Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 132 significativo en nuestros días para las otras religiones. En el área cristiana se ha destacado, a lo largo del proceso moderno-ilustrado de emancipación, un humanismo —con frecuencia anticristiano-secular— apoyado críticamente en la razón, la naturaleza y la conciencia. Durante no poco tiempo, el cristianismo ha reaccionado decididamente contra ideales autónomo-humanistas como la libertad de fe, la libertad de conciencia y la libertad de religión. Todo ello de forma indebida. No sólo porque, en última instancia, el cristianismo ha salido beneficiado por ese proceso de autonomía, sino porque libertad, amor, igualdad y «dignidad humana» (nervio de lo humano incluso en el derecho codificado, por ejemplo en el artículo 1 de la Constitución de la República Federal de Alemania) son en su origen valores cristianos, «redescubiertos» de la comunidad primitiva y puestos rigurosamente en práctica en la época moderna. Los autores de la Declaración americana de derechos humanos no eran precisamente ateos, sino creyentes ilustrados (deístas). También los derechos humanos de la Revolución francesa de 1789 debían formularse, según la intención primera de algunos revolucionarios, «en nombre de Dios», aunque luego no se hizo así. Curiosamente, Roma, la Iglesia católico-romana (y en parte también otras Iglesias) condenó los derechos humanos como anticristianos hasta mediados de nuestro siglo, con el nuevo giro, dado a la Iglesia por Juan XXIII y el concilio Vaticano II.201 La posibilidad de hablar lenguajes ecuménicos basados en los puntos comunes y no en las diferencias sería un camino posible, entonces los pilares de base tendrían que anclarse en las realidades humanas, más alla de la religión, es más lo humano necesita encontrar derecho de ciudadanía en la religión, en este caso, en el cristianismo universal. Küng, nos lleva a profundizar el hecho ético: No se puede olvidar algo que ya hemos señalado en la parte I: en un tiempo de desorientación y pérdida de fidelidades, en un tiempo de amplia permisividad y 201 Küng, Proyecto de una ética mundial, 111 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 133 descarado cinismo, el cristianismo, y las religiones en general, pueden jugar un papel decisivo —más allá de cualquier psicología, pedagogía, jurisprudencia o política— para devolver a la conciencia humana un poco de reposo, apoyo emocional, seguridad, consuelo y coraje para protestar. En su lucha en favor de lo humano, la religión es capaz de fundamentar sin ambigüedades algo que no le es dado a la política: ¿por qué la moral y la ética han de ser algo más que una simple cuestión de gusto personal o de oportunidad política, de valoración individual o de convención y comunicación social? La religión puede fundamentar sin equívocos por qué la moral, los valores éticos y las normas deben ser incondicionalmente vinculantes (y no sólo en lo que me resulta cómodo) y, por tanto, universales (para todos los estratos sociales, clases y razas). Lo humano queda a salvo justamente cuando se lo considera fundado en lo divino. Ya está demostrado que sólo lo incondicional puede a su vez obligar incondicionalmente, y sólo lo absoluto vincular absolutamente202. Desde esta perpectiva, el autor reclama la urgencia de un diálogo ecuménico que permita una ―creciente concienciación con respecto a temas humanos de la mayor importancia: atención a los derechos humanos; emancipación de la mujer; realización de la justicia social; inmoralidad de la guerra‖203. Dicho de manera más amplia, se hace imperativo partir de lo humano como criterio ecuménico fundamental. Küng propone: ¿Por qué no ha de ser posible, partiendo de la humanidad común a todos los hombres, formular un criterio ecuménico fundamental, un verdadero criterio ético general, apoyado en lo humano, en lo verdaderamente humano, es decir, en la dignidad del hombre con sus consecuentes valores esenciales? La cuestión decisiva planteada por una criteriología ética podría ser ésta: ¿qué es bueno para el hombre? Evidentemente, lo que le ayuda a ser verdaderamente hombre. El criterio ético fundamental sería que el hombre no puede ser inhumano, puramente instintivo o «animal», sino que ha de vivir de una forma humana, verdaderamente humana, 202 203 Küng, Proyecto de una ética mundial, 111 Ibid., 113 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 134 humanamente racional. Moralmente bueno sería, pues, lo que, tanto en su dimensión individual como social, permite y posibilita a largo plazo una vida auténticamente humana: lo que posibilita un desarrollo óptimo del hombre en todos sus aspectos (también el instintivo y el de los sentimientos) y en todas sus dimensiones (incluidas sus referencias a la sociedad y a la naturaleza)204. La necesidad de que haya un diálogo para superar el conflicto entre las Iglesias cristianas nos lleva a pensar una base común a todas, para que el diálogo sea posible. Las religiones tienen un fin: Acercarnos a Dios para alcanzar un ideal ético y moral elevado, mediante un camino espiritual. Si lo consiguen son eficaces, si no, se convierten en instrumentos de discordia. Las religiones se han convertido en lugar de intolerancia allí donde algunos han pretendido que su visión y perspectiva sea única, queriendo imponerla a los demás, quizá por envidia (¡No quieren visiones distintas!), quizá por imperialismo (¡Los otros deben aceptar lo que decimos y ponerse a nuestro servicio!). Pero pueden y deben convertirse en espacios o laboratorios de diálogo admirado. Es hermoso que existan otros saberes para completar el nuestro; es hermoso que podamos decir con gratuidad lo que sabemos, para comunicarnos y compartir el Misterio. En este sentido, las religiones son (deben ser) universales en perspectiva dialogal. Construirse como Iglesia discípula y como comunidad de discípulos y discípulas de Jesucristo es la oportunidad de ser un actor social válido en la sociedad actual, con la fuerza que conlleva: ser discípula de la misericordia del Padre, superando el institucionalismo, mostrándose comprometida con nuestros hermanos excluidos. Volver a la Asamblea de Jerusalén, significa fortalecer una nueva identidad humanocristiana arraigada en la profunda experiencia de encuentro con Cristo, que favorezca la admiración hacia el otro, la escucha y aceptación de la pluralidad, evitando prejuicios y actitudes excluyentes. Fruto de esta nueva identidad deben aparecer nuevas prácticas eclesiales que acrecienten en las Iglesias locales actitudes y experiencias conjuntas: 204 Ibid., 116 Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 135 Oración común, promoción de la dignidad humana, valores fundamentales, adecuación del lenguaje hacia términos universales y respetuosos. ¿Cómo pueden las iglesias cristianas proclamar en forma creíble, el Evangelio de Jesús, el Evangelio del amor y la reconciliación, si ellas mismas no están reconciliadas entre sí? El diálogo que propone la Asamblea de Jerusalén, más que un intercambio de ideas, supone un intercambio de sentires (heridas y esperanzas), un proceso por el cual busquemos juntos superar las divisiones siendo receptivos al ethos del otro reconocido por Jesús, el prójimo real que vive, sufre y lucha en una Iglesia que exige ser renovada a la luz de la Asamblea de Jerusalén. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 136 CONCLUSIONES RELEVANTES Al finalizar el presente trabajo resultaría pretensioso establecer unas conclusiones que sintetizasen lo abordado, además, complejo por cuanto el mismo fenómeno (desde la perspectiva de la fenomenología religiosa) sigue siendo hoy objeto de múltiples estudios y contiene una extensa bibliografía desde diferentes perspectivas investigativas. Por tanto, lo que aquí se presenta es una ratificación de algunos de los planteamientos fundamentales desarrollados en el escrito, no sin antes reconocer que este estudio no pretende ser conclusivo, al contrario, abre nuevos caminos de reconocimiento de la experiencia ecuménica inspirada en el testimonio de la Asamblea de Jerusalén. En primer lugar, se ha logrado articular el ejercicio de una teología bíblica aplicada a la consideración del acontecimiento de Jerusalén con la hermenéutica teológica, evidenciando así su correlación y su complemento que fortalece el quehacer teológico. La teología bíblica nos ha conducido a verificar los pormenores contenidos en las fuentes de Hechos y Gálatas; ha implicado un estudio metódico y sistemático que condujo a un ejercicio de exégesis acorde con las pretensiones de la maestría. De esta forma, lanzó a mostrar los saberes y las habilidades que deben ser validados al concluir un proceso de esta magnitud. Se emplearon los criterios primarios para el tratamiento de los textos bíblicos fundamentales, y se realizó una exégesis existencial retomando el acontecer de Dios en los testigos del Evangelio, para nuestro caso de manera especial el de Pablo, Pedro, Bernabé y Santiago. La hermenéutica teológica ha posibilitado el constructo de unas categorías fundamentales para ahondar en el sentido y significado de lo acontecido en la Asamblea de Jerusalén. En este punto, se verifica un avance en que, el acontecimiento no queda en el marco de una historiografía ni en una interpretación textualista de los hechos registrados; conllevó ir Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 137 hacia adelante con una visión propositiva para traer el sentido enriquecido a la experiencia de fe cristiana contemporánea. Por otra parte, nos enfrentamos a cómo una el cristianismo se configuró en la historia en medio de su experiencia religiosa. Dicha experiencia se aborda desde una comprensión holística, enfatizando en su ethos. Se visualizaron algunos de las formas expresivas constitutivas de las experiencias religiosas el judaísmo y del cristianismo, considerando al ethos como un elemento esencial para entender la dinámica de la asamblea de Jerusalén, aporte definitivo en la recreación del significado de este magno acontecimiento para la edificación del Nuevo Pueblo de Dios que representa la Iglesia En conexión con lo expresado anteriormente, la transición y dinámica de la religión cristiana que se separó progresivamente del judaísmo y por ello no puede desvincularse de sus raíces. A través de las categorías de Secta y culto se ha logrado establecer la disonancia producida entre el judaísmo y el crisitanismo, en cuanto como secta fue un movimiento de regeneración separatista que compartió el mundo simbólico común con el judaísmo y, por otra parte y simultaneamente, aconteció como culto, es decir, como un movimiento integrador que importó eficazmente al sistema cultural religioso que estaba construyendo definiendo así su visión simbólica de mundo, de hombre- mujer y de sociedad. Todo lo anterior se logró gracias al hacer visible el testimonio de heraldos insignes del evangelio como lo son Pablo y Pedro: El testimonio vivo de Pablo y Pedro que con su libertad y su fidelidad al Evangelio no temen enfrentar a sus detractores, aún a costa de ser incomprendidos o atacados. Se impuso así en el trabajo la reflexión sobre la teología del actuar de Dios en el creyente Pablo y su comunicación vital en medio de las diferencias de pensamiento, formación y experiencia religiosa. Se infirió, entonces una profunda experiencia del cristianismo primitivo para el diálogo ecuménico. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 138 De esta forma se privilegia una teología de sentido testimonial que se aproxima a la fe cristiana primitiva y que hunde sus raíces en la dinámica de la vida de las comunidades que acogieron el Anuncio Nuevo que representó Jesucristo. Para lograr responder a la pregunta originaria del trabajo ¿Cuál es la novedad de vida de la cual es portadora la Asamblea de Jerusalén que posibilita una renovación de la Iglesia de cara al diálogo ecuménico? se contó con el invaluable aporte de verificar la discontinuidad producida por la reflexión teológica del helenismo y su influjo en el cristianismo, manifestado en el accionar de Pablo y Bernabé durante la Asamblea. De esta forma, se mostró como el choque entre el judeocristianismo y el helenismo era necesario para la evolución y configuración del cristianismo primitivo, dado que produjo la disonancia que hizo que, el cristianismo se apartara progresivamente del judaísmo y superara así los ritos, mitos y ethos en los cuales había tenido su origen y, por tanto, pudo desarrollar un rostro e identidad propios. No por ello se negó o se cortó la relación con el judaísmo, al contrario se estableció un marco común y al mismo tiempo diferente que constituye una base para el diálogo no sólo ecuménico sino interreligioso. Se enfatizó en la misión imprescindible que jugó el helenismo - cristiano- en la definición del derrotero definitivo del cristianismo primitivo, sin perder el arraigo y la relación con el judaísmo que marco también la identidad del cristianismo. Complementando y evidenciando lo expresado, el trabajo tomó nuevamente una veta para edificar la koinonia fragmentada por elementos secundarios frente al acontecimiento salvífico fundante del cristianismo: Cristo el Anuncio Nuevo. La Iglesia primitiva optó así por la Vida Nueva que defendió Pablo llegando a un acuerdo en la Asamblea y restaurando la unidad de la Iglesia en la diversidad, rechazando la uniformidad y la normativización que se quería imponer por parte de los mismos creyentes en el Señor. La asamblea celebrada en Jerusalén (hacia el 48/49 d. C.) demuestra que la unidad amenazada, de una manera sorprendente, no llegó a romperse y, por tanto, Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 139 "ella puede ser considerada con toda razón corno el aconteciminto más importante de la historia de la primitiva comunidad.‖205 Otra de las conclusiones relevantes del trabajo es el carácter vinculante del ethos y la experiencia religiosa que lo retoma, nos enfrentamos a las preguntas para establecer su carácter vinculante en la praxis humana. Continúa así abierto el camino para rastrear en la experiencia religiosa cristiana y su evolución, los constructos éticos y su transformación. La praxis del reconocimientoes una de las inferencias más importantes de la Asamblea, es un ejercicio lento y progresivo que hemos de suscitar cada vez más para lograr un auténtico diálogo ecuménico, sólo así se construye la Iglesia del Resucitado. Ahora bien como ampliar la respuesta a la pregunta: ¿Cómo pensar una base común para el dialogo ecuménico desde la novedad de vida de la Asamblea de Jerusalén? Algumas pistas construídas a partir del estudio presente podrían ser: un cristianismo vitalmente diferente al que vivimos hoy en una iglesia institucionalizada que ha perdido la fuerza de los primeros cristianos itinerantes, que no exige las grandes luchas y riesgos y que se acomoda a las estructuras sociales. Se hace imprescindible la renovación de la Iglesia desde los imperativos vividos en la Asamblea de Jerusalén. La base común para el diálogo ecuménico ha de retomar también, entre otros factores, las condiciones de pobreza, exclusión, injusticia, violencia, y demás situaciones sociales, culturales y religiosas que generan excluión y muerte al interno y fuera del cristianismo. Se impone la necesidad de revisar la violencia inherente al cristianismo que ha producido una ruptuira o estancamiento del diálogo para renovar las propuestas y trazar prácticas que 205 Bornkamm, Pablgo de Tarso, 67. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 140 superen las ideas y deconstruyan escenarios reales de ecumenismo. No podemos olvidar a los excluidos de la justicia y el pan cotidiano, privilegiados por las orientaciones y acciones de la Iglesia reunida en Jerusalén. Además, inspirados en el anuncio del Evangelio hemos de recuperar los contextos vitales en donde dicho anuncio conlleva alegría y esperanza; este trabajo nos invita a pensar nuevos escenarios que superan los límites entre grupo interno y grupo externo, por una parte, y entre arriba y abajo por otra. Algunos escenarios los señala la Coferencia Episcopal de Aparecida como se indicó en la Introducción, pero además otros que aún no hemos considerado y que se imponen a nuestros ojos. Una Iglesia al servicio de los pobres que no teme ponerse a favor de ellos ni mucho menos notifica206 y cerca a los que muestran la lejanía de la Iglesia con los pobres, al contrario, que es consciente de sus errores históricos aún en la proclamación del Evangelio, impuesto originalmente en América con sangre, para así convocar y reunir a los diversos actores que pueden trabajar conjuntamente, con quienes vivimos el Evangelio para hacer viable una sociedad nueva más justa y digna. Si retomamos la fuerza inherente de la cual es portadora la Asamblea de Jerusalén en la comunidad primitiva se vencerán los quietismos y anquilosamientos en los paradigmas conservadores de la Iglesia que por muchos años la han paralizado, especialmente en el diálogo ecuménico. Además, ―¿Por qué no ha de ser posible, partiendo de la humanidad común a todos los hombres, formular un criterio ecuménico fundamental, un verdadero criterio ético general, apoyado en lo humano, en lo verdaderamente humano, es decir, en la dignidad del hombre con sus consecuentes valores esenciales?‖207, a la luz del acontecimiento Jesucristo. 206 Codina, Víctor. Los pobres, la Iglesia y la teología. En: Bajar de la cruz a los pobres: Cristología de la liberación de la Comisión Teológica Internacional. (Edición virtual de mayo de 2007 en respuesta a la notificación hecha contra Jon Sobrino). 54-55. 207 Küng, Proyecto de una ética mundial, 116. Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 141 Si Pablo es testigo del Evangelio por la acción del Resucitado ―pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles‖ (Ga 2,8) y Vida nueva es un jugársela permanentemente por Dios, totalmente, sin condicionamientos. Ser discípulo de Jesucristo es jugarse o conducir libremente la vida por Cristo, entonces, nuesta misión por encima de cualquier condición o interés es Orientar decididamente la vida de la Iglesia a Dios, un jugarsela totalmente por el Señor. El místico sufí Rumí decía: ―No soy ni cristiano, ni judío, ni musulmán. No soy de Oriente ni de Occidente, ni de la tierra ni del mar. Mi sitio es estar sin sitio, mi huella es no dejar huella. No hablo de cuerpo y alma ya que pertenezco al alma del Bienamado...». ¿Acaso católico, o musulmán o hindú no significan universal? Por poner un ejemplo: ¿Acaso católico no es configurarse a Jesús que profesaba el único mandamiento que nos dejó, amaos unos a otros como yo os he amado? Una Iglesia renovada en la Asamblea de Jerusalén: La novedad de vida para el diálogo ecuménico. 142 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Aguirre, Rafael et al. Así empezó el cristianismo. Estella - Navarra: Verbo Divino. 2010. Aguirre, Rafael. Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. Ensayo de exégesis sociológica del cristianismo primitivo. Estella- Navarra: Verbo Divino. 1998. Aguirre, Rafael. La primera evangelización. Conferencia Universidad de Deusto. 2006. Aland, Kurt, Ed. Et al. The greek new testament. D-Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft. 1994 Bornkamm, Günther. Pablo de Tarso. Salamanca: Ediciones Sígueme. 1997 Bruce, Frederick Fyvie. Hechos de los Apóstoles: Introducción, comentario y notas. Buenos Aires: Nueva creación. 1998. Bultmann, Rudolf. Teología de Nuevo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme. 1987. 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