El Rey que Viene INTRODUCCIÓN Apocalipsis 19:11-21 nos habla de la venida visible de Cristo. Este pasaje nos ofrece en detalle, como ningún otro, lo que hará Jesús cuando regrese. Los mensajes escatológicos del Rapto de la Iglesia, el Tribunal de Cristo, las Bodas del Cordero, la Gran Tribulación y la Segunda Venida de Cristo, plantean a la Iglesia su más bienaventurada promesa como la “Esposa del Cordero”, la más elevada esperanza para los redimidos por haber sido comprados a precio de su sangre, pero también la más seria advertencia para un mundo que se burla de los eventos que corresponden a su tiempo final. Desde hace unos 6.000 años, el drama de la condición humana se ha mantenido en pleno desarrollo, y, desde el día que el hombre pecó en el Jardín del Edén, toda la historia se ha venido moviendo hacia un evento que jamás ha ocurrido ni ocurrirá después. La humanidad va a conocer el día cuando Jesucristo regrese “con poder y gran gloria” para reinar en el trono de David (Is. 9:7; Lc. 1:32). Debemos tener claro que una cosa es el “rapto” y otra muy distinta es la Segunda Venida del Señor. El uno es para llevar a su Iglesia y el otro será para reinar con su Iglesia. Tan grande será su venida que “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mt. 24:29). Estas dos grandes lumbreras apagarán sus luces porque la gloria del “Rey que viene” será más excelsa y sublime que la de ellas juntas. Nada será tan glorioso como aquel día cuando descienda el jinete en el “caballo blanco”, montado por uno que se llama “Fiel y Verdadero”. Ahora Jesús viene como Rey, porque ya vino como Siervo. Consideremos la naturaleza de la segunda venida de Cristo. I. EL REY QUE VIENE SERÁ VISTO POR TODOS LOS HOMBRES 1. Será visto como Rey triunfante (vs. 11, 12) En el rapto, Jesús vendrá como el ladrón en la noche; pero en su Segunda Venida, Jesús vendrá de una manera visible, con poder y gran gloria. Allí todo ojo le verá de acuerdo a Apocalipsis 1:7. La visión de un “cielo abierto” por parte de Juan no deja dudas que su presencia será expuesta de una manera universal. Note que Juan no vio el templo abierto o el tabernáculo abierto, vio el cielo, de donde viene toda su gloria. El mundo en su totalidad será testigo de su indescriptible aparición. ¿Y qué es lo que veremos en ese cielo abierto? Un hombre montado en un caballo blanco. Jesús vino a Jerusalén montado en un pollino, ahora lo hará montado en un caballo, símbolo de vencedor. Vendrá coronado de majestad, teniendo en su “cabeza muchas diademas”; la palabra “diadema” habla de las coronas de la realeza; estas son las coronas que ahora distinguen su realeza. Una vez llevó una corona de espinas, ahora llevará muchas coronas para gobernar con nosotros. Sus ojos, “como llamas de fuego”, refieren al hecho que nada escapará a su mirada penetrante. Al principio los hombres le rechazaron, ahora temblarán ante su majestad, nadie se ocultará de él. 2. Será visto como Fiel y Verdadero (vs. 11b) Mucha gente no cree que Jesús volverá, pero el día de su descenso sabrá por qué Él es el único a quien se le puede llamar “Fiel y Verdadero”. Si Jesús ha dicho que vendrá, ni usted ni yo podemos poner en duda su Palabra. El anticristo y el falso profeta poseen una naturaleza dominada por el engaño y la mentira; la astucia de esos siniestros personajes está construida sobre un poder engañoso, mientras que la naturaleza del Rey que viene, es de ser “Fiel y Verdadero”. Cuando Cristo aparezca, el mundo sabrá que Él no fue como aquellos que vinieron engañando a la humanidad. ¿Qué nos asegura esto? Cuando ponemos nuestra fe y esperanza en el Salvador Jesucristo, sabemos que estamos en el Verdadero (1 Jn.5:20), así como lo dijo el profeta, “no hubo engaño en su boca”, así será visto cuando regrese. Pero note que el texto también dice que “con justicia juzga y pelea”; la causa del Señor es justa. Ciertamente Jesús es el “Príncipe de Paz”, pero también él es hombre de guerra (Ex. 15:3). Como “Fiel y Verdadero” proclama su paz entre los hombres, pero si ellos no se arrepienten, llegará el día cuando Dios actuará contra toda injusticia y pecado para que no sean los que reinen. 3. Será visto con nombres nuevos (vs. 12, 13, 16) El tiempo de conocer a Jesús es ahora. Cuando Jesús nació se le asignó un nombre; cuando regrese otra vez, tres nuevos nombres revelaran su carácter y su estado glorificado. Primero, hay un nombre que nadie puede saber; viene el día cuando Él será solamente Juez, pero nadie debiera esperar el juicio para encontrarse con Jesús de esa forma, solo él conoce ese nuevo nombre (v. 12). El otro nombre es revelado como el VERBO DE DIOS (v. 13); Jesús es la Palabra hablada por quien se crearon todas las cosas desde el principio, cuando Él habló, el mundo fue hecho. También es la Palabra encarnada por quien vino la salvación. El mismo Juan nos dice que a Dios nadie le vio jamás, pero que su Hijo unigénito “le ha dado a conocer” (Jn. 1:14). La espada que sale de su boca, que representa el poder de la Palabra, pondrá a sus enemigos bajo el “estrado de sus pies”. El tercer nombre con el que Juan vio a Jesús se constituye en el más glorioso de todos. El texto nos dice que aquel guerrero que galopa en su caballo blanco tiene una inscripción en su muslo llamada: “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (v. 16), ese nombre representa su dominio universal… ¡Nada será comparable! II. EL REY QUE VIENE ES EL GUERRERO DE LA GRAN BATALLA 1. El viene con sus ejércitos (v. 14) Todo rey tiene un ejército para la batalla y el Señor Jesús no es la excepción. Sólo que Su ejército no podrá ser superado porque posee una naturaleza especial. Observe cómo es su uniforme: “Vestidos de lino finísimo, blanco y limpio…”, sin embargo, es un ejército que no tiene armas. ¿No es esto una extraña manera de enviar soldados a la batalla? Por supuesto que ningún rey enviaría a su ejército con tan desfavorables condiciones. ¿Cuál es la diferencia con este ejército? Que su Rey Jesucristo es quien pelea por ellos, él es “Jehová de los ejércitos”, el poderoso en batalla que siempre peleó por su pueblo. ¿Quiénes conforman este ejército? En su “uniforme celestial” llegamos a captar alguna semejanza con otros que visten igual. Cuando usted conecta el versículo 14 con el 8 del mismo pasaje, descubrirá que ese ejército vestido de esta manera es la Iglesia del Señor que viene con su Rey. Por supuesto que la Iglesia no posee un armamento para pelear, “porque las armas de nuestra milicia no son carnales…”. La figura de este ejército montado en caballos blancos y con esta vestimenta es simplemente majestuosa. No se preocupe si no sabe montar a caballo, el Señor mismo le enseñará hacerlo. 2. Su armamento es poderoso (vs. 15) Cuando Jesús regrese otra vez va a pelear sin necesidad de armas, tanques, artillería o algún poder nuclear. La única arma que usará será la “espada aguda” que sale de su boca. ¿Qué hace esa arma? Pues según Hebreos 4:12, ella es “más cortante que toda espada de dos filos”, ella tiene poder para restaurar a los hombres, pero también para juzgarlos. A Jesús le basta Su palabra; Él no necesita un arsenal de armas sofisticadas para pelear. Recordemos que con una sola palabra hizo al mundo y los que en el habitan, por lo tanto, con una sola palabra que sale de su boca destruirá a los enemigos que se levantarán contra él en la batalla (Is. 11:4). Este texto es único en la Biblia para hablar de la victoria final, nadie podrá estar de pie frente a la espada que sale de su boca. Por otro lado, “la vara de hierro” con la que regirá el Señor a las naciones significa que Él las pastoreará después de su derrota. Jesús llevará a los pueblos de la tierra como un pastor a su rebaño, nadie lo hará mejor que Él. Pero, la figura de las uvas trituradas ilustran la condición en la que quedarán los enemigos del Señor en su venida; simplemente ninguno de ellos prevalecerá. 3. Habrá muchos muertos en la batalla (v. 17, 18) La visión de estos textos es la de una masacre real. La escena es tan dantesca que el Señor convoca a las aves del cielo para que se harten de semejante mortandad. Esta visión aparece también en Apocalipsis 14:20 con un cuatro tan sorprendente, que la sangre que será derramada llegará “hasta los frenos de los caballos”. Los ejércitos que se enfrenten al Señor no sólo serán derrotados en su venida, sino que serán un menú para las aves, en la llamada “cena de Dios”. Una cosa es la “Cena de las Bodas del Cordero” y otra muy distinta será la “cena de Dios”. El menú será de carnes de reyes y de capitanes, con caballos y sus jinetes, carne de todo tipo, incluyendo libres y esclavos, grandes y chicos. Lo curioso de este pasaje es que en la vida hubo separación de esas clases sociales, ahora en aquella masacre estarán todos juntos. La muerte se convierte en el gran nivelador de la vida. No importa quién haya sido usted, al final nos enfrentaremos al juicio, pues eso es lo que está establecido. La Segunda Venida de Cristo enfrentará a todos los enemigos que se unieron al anticristo, la batalla será decisiva. Y así como peleó con el faraón: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Ex. 14:14). III. EL REY QUE VIENE SERÁ EL SOBERANO VENCEDOR 1. Los reunidos para la batalla (v. 19) La visión de Juan fue muy clara acerca de los que se reunieron para pelear con el “jinete del caballo blanco”. Esta será la batalla del Armagedón, la última que el Señor peleará a favor de su pueblo. Esta batalla se conoce como la más grande y terrible que se haya dado en la humanidad, será la gran conflagración de los ejércitos del oriente y sus aliados, contra el anticristo y sus aliados. El objetivo final será unirse para pelear contra Israel y adueñarse de su territorio. Pero justamente cuando esta conspiración esté en proceso, entonces vendrá el Señor como el “guerrero conquistador” para derrotar a todos los ejércitos que se unieron contra su pueblo y su Ungido en el lugar llamado “Armagedón” (Apc.16:14, 16). Es un hecho que el objetivo final de Satanás será acabar con la humanidad; su acción más poderosa y devastadora se verá durante esos siete años, siendo después de eso atado por mil años, quedando sin acción alguna. En cambio, la Segunda Venida del Señor con toda su gloria, poder y majestad, será vista como la del Soberano Vencedor. El mundo será de Cristo y no de Satanás; ese es el propósito de Su Venida. 2. Será estrenado el lago de fuego y azufre (v.20) Ahora vea esta escena final en la segunda venida de Cristo. La bestia y el falso profeta que habían engañado durante aquel periodo de la Gran Tribulación, obligando a los hombres a llevar la marca de la bestia, ahora han sido agarrados vivos. Imagínese la escena; los dos están atados delante del Juez Jesús, y allí en presencia de todos los redimidos son lanzados dentro de “un lago de fuego que arde con azufre”. Si vemos que el infierno ha sido creado para el diablo y sus ángeles, entonces concluimos que la bestia y el falso profeta serán quienes inaugurarán aquel lago. Así que a los primeros que el Señor destruirá con su poder será aquel dúo diabólico. Ningún poder prevalecerá delante del Señor en Su Venida. Su Segunda Venida no será como el Mesías sufriente, sino como el Rey triunfante. Observe como este poder del Soberano Rey es tan grande que basta un solo versículo para describir el destino final de aquellos que ostentaban un poder con sus numerosos ejércitos. Es inútil levantarse contra el Señor. Vea como el versículo 21 plantea el mismo destino para aquellos que se rebelaron y pretendieron pelear con el Señor. La venida de Cristo plantea la derrota de sus enemigos y el triunfo de su pueblo. CONCLUSIÓN: Lo presentado hoy pareciera ser algo fantástico para la mente de algunos, pero todo lo que nos enseña este texto se cumplirá. Jesús vendrá otra vez, pero lo hará como el Rey triunfante. Todo ojo le verá, pues será una venida gloriosa, tanto así que el universo se conmoverá y el sol y la luna cederán su resplandor. Aquel día todos los hombres entenderán que la promesa de su venida se convirtió en su más notoria realidad. Pero el Señor no vendrá pacíficamente, Su Venida será violenta. Su espada en su boca asegura que viene para pelear con aquellos que se rebelaron contra su poder. Mientras la Iglesia galopa detrás de él como el ejército que le acompañará vestido de lino fino, veremos a nuestro amado Rey destruyendo a todos sus enemigos. Ese será un espectáculo glorioso. Ahora bien, ¿seré parte del ejército que acompañará al Rey que viene o seré parte del ejército que se unirá contra él en la batalla de aquel día? Tengo ahora la oportunidad de ser salvo y unirme al glorioso ejercito del Rey victorioso. ¿Cuál será mi decisión en el día de hoy? ¿Estoy preparado para Su Segunda Venida? Ver 2 Pedro 3:9-11