RESUMO: Desde 1640, las relaciones entre ambas coronas Ibéricas se caracterizaron por continuos enfrentamientos fronterizos que alcanzaron una intensidad especial durante los peridos 1640-1668, 1704-1713, 1761-1763, 1776-1777 y 1801. En América, cada una de estas guerras tuvieron una repercisión más que notable, especialmente a partir de 1680 cuando Portugal instaló en el Río de la Plata la Colonia del Sacramento. Desde esta fecha, la cuestión de Colonia se transformó en uno de los principales caballos de batalla en cualquier negociación , acuerdo o tratado mediante los cuales se relacionaran ambas Coronas, y tanto en la guerra como en la paz. Asaltos, ataques, defensas, conquistas, se sucedieorn en torno a este enclave en la medida que, como aclaraba el ministro espanhol Grimaldi en 1763, Colonia de Sacramento era la "atmósfera misma de Buenos Aires", el lugar con mayor densidad de contrabando de toda America, y la punta de lanza portuguesa -y por tanto británica- más pró xima a los complejos mineros andinos, las fuentes de metal vitales para la monarquia espanhola. Esta relación entre los conflictos peninsulares de ambas coronas y sus respectivas colonias americanas, preocupó considerablemente a los dos gobiernos, en la medida que se temia que, tras cada conflagración, con motivo de los mutantes y mudables juegos de alianzas en Europa (y que indefectiblemente llevaban a la guerra a Espanha y a Portugal) siguiera una confrontación integral de todos los territorios americanos de ambas metrópolis. Precupación que llevó a que, en el Tratado de Limites establecido en 1750, y donde pretendian fijar definitivamente las fronteras en América, en los puntos 21 y 22 se determinara que, siendo cual fuera la guerra declarada en la peninusla, en las colonias se siguiera como si tal guerra no existiera. Evidentemente, fue éste una clausula que no llegó a cumplirse porque el tema de Colonia de Sacramento impidió ninguna clase de acuerdo. Así, desde la misma firma del tratado en 1750, y a lo largo de los anhos 60, el gobierno pombalino consideró vital para los intereses de la monarquia lusitana resguardar y proteger los limites coloniales en el interior brasilenho, a lo largo de un arco que giraba desde las mismas bocas del Amazonas, pasaba por los límites andinos de su cuenca, los del Chaco, hasta la región de Rio Grande do Sul. Un plan de fortificaciones luego avanzado y ejecutado con más vigor si cabe a lo largo de la decada de los 70, cuando la guerra entre las dos coronas declarada en 1776, ni siquiera llegó a desarrollarse en tierras peninsulares, sino sólo en América, con el ataque y conquista por los espanholes de la Isla de Santa Catarina, de las fortificaciones de Rio Grande de San Pedro, y la toma definitiva de Colonia de Sacramento. Ante la posibildiad de que, desde Venezuela (atravesando la sierra de Neblina que divide las cuencas del Orinoco y el Amazonas) los espanholes penetraran por el rio Negro hacia el corazón amazónico, o que desde Quito avanzaran por el rio Solimoes, o desde los distritos charquenhos de Moxos y Chiquitos, o desde las misiones jesuiticas del Paraguay, pudieran penetrar por los ríos Guaporé, Mamoré o Paraguay, el ministro Pombal y su gobierno dictó ordenes terminantes a los gobernadores de Pará y Mato Grosso a fin de que fortificaran la zona, levantándose entonces la cadena de fuertes mencionada, desde Macapá a Río Grande. De todos los proyectos y realizaciones en cuanto a la contrucción de estos puestos fortificados, el más ambicioso por su tamanho y lugar de emplazamiento fue el de la fortaleza Principe da Beira, encargada al ingeneiro Domingo Sambucetti, luego continuada por otros constructores. En 1776 comenzaron las obras, que fueron finalizadas a lo largo de la decada de 1780, resultando una de las construcciones más emblematicas de las posesiones portuguesas en la región amazonica, a orillas del Guaporé, y una de las empresas más significativas del periodo ilustrado en la América Colonial. Una reciente visita a la zona que hemos realizado permite contemplar en la actualidad el estado de la fortificacion, y algunos de los planos y disenhos originales, mudo testigo de este periodo donde, como escribió la prof. Ângela Domingues, se mixturan ciencia, geografía y aventura.