Yo de mayor quiero ser científico Quizá la mejor forma de empezar este escrito no sería explicando por qué quiero ser científico de mayor, sino preguntándome a mí mismo el porqué de no querer dedicarme a otra cosa que no sea la ciencia… pues, considerándome curioso y teniendo cierta facilidad para encontrarle el atractivo a cualquier materia, podría haberme interesado por el arte, o la historia… y no es el caso. Pero ¿y qué tiene la ciencia que no tenga lo demás? Podríamos considerar el arte como un medio de expresión de lo humano y lo natural, de forma plástica, al igual que la literatura lo hace con la palabra. La historia es una recopilación de sucesos del pasado contados de la manera más objetiva y contrastada posible y cuyo fin más trascendental es intentar aprender, de los errores cometidos, una nueva manera de pensar y actuar, con el objetivo de no volver a repetir los momentos más bárbaros de la existencia humana. Sin embargo, todos estos campos del saber no proporcionan aquello que la ciencia logra: descubrir, innovar y conseguir, mediante el esfuerzo de muchos, el progreso de todos. Para mí la ciencia es la ilusión y el anhelo por descubrir y sacar a la luz los misterios del Universo; aquello que a simple vista no tiene una explicación, pero que una vez descubierta su causa, parece lo más lógico del mundo. La ciencia, como muchas otras disciplinas, está en constante renovación, pero a diferencia de estas, ella es la única que siempre se renueva hacia algo mejor, es decir, que va avanzando hacia explicaciones y modelos más exactos y razonables que nos hacen la vida mucho más sencilla. Además, la ciencia es la base de la mayoría de lo que conocemos y a su cultivo y existencia debemos el progreso de la raza humana y la consecución de un mayor conocimiento de lo que nos rodea. Sin embargo, la ciencia tiene un único inconveniente, del que ni siquiera es la culpable: los humanos no sabemos manejarla equilibradamente, la vemos como un negocio, como un elemento sobre el cuál, si se aplica un exhaustivo control económico, se pueden obtener grandes ganancias. Además, durante el siglo XX quedó claro que también recurríamos a ella para hacer el mal, bien sea para causar daño al prójimo o para deteriorar nuestro soporte vital, nuestro planeta, la Tierra. Es este problema el que hemos de tratar de resolver con tesón; nadie debería buscar, mediante el control de la ciencia, los científicos o sus descubrimientos, una manera de lucrarse o hacer daño a los demás. Y este nadie engloba a miles de directivos de empresa, gobernantes y también a las personas normales y corrientes. Todos juntos deberíamos luchar por hacer de la ciencia un ente libre. El desarrollo que conoceríamos es inimaginable. Dentro de la ciencia siempre me ha apasionado el campo de la astrofísica y el espacio exterior; el simple hecho de pensar en la inmensidad del Universo y en que es posible que no estemos solos me pone los pelos de punta. Por ello, me gustaría, mediante mis estudios, adquirir un nivel de conocimiento suficiente como para aportar mi granito de arena en el campo de la concepción del espacio y los viajes ‘extraterrestres’, para que algún día, los seres humanos descubran vida fuera de la tierra (suponiendo que exista) o exploren galaxias lejanas que en nada se parezcan a nuestro ‘hogar’. Y en esta labor también juega un importante papel el CERN, al estudiar desde lo más elemental (el mundo de las partículas subatómicas) la composición y formación de la materia, tarea esencial para comprender la composición y existencia del Universo. Por todo lo expuesto, creo que la labor científica es esencial.