Tema: Transferencia en las escuelas Autora: Bibiana, Rousiot “Mejor pues es que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de la época” Lacan, J. “Función y campo de la palabra”, Escritos, Pág.138 Siglo XXI El presente trabajo pretende acercarnos a algunos modos en que se establece la transferencia entre docentes y estudiantes y la relación de dicho concepto con los posicionamientos de los educadores. Consideramos que hay distintos tipos de posicionamientos docentes. Y de acuerdo al modo en que se presentan en el aula, va a arrojar un resultado diferente de su práctica. Entendemos por posicionamiento a la manera en que un docente se presenta frente al aula, que permite relaciones saludables con los alumnos y con la tarea docente propiamente dicha, o que deja lugar a situaciones de otra índole, como la violencia. Si bien hay muchas causas y razones para las situaciones de agresividad o violencia, recortaremos algunas de ellas que pueden ser sensibles a la modificación que el docente haga, a partir de la consideración de su propio lugar en esas situaciones. En la actualidad, cada vez con mayor frecuencia vemos en las escuelas sucesos relativos a hechos de agresión, que generan gran conmoción en toda la sociedad. Quedando muchas veces los docentes, impotentizados ante los mismos. En los establecimientos educativos, nos encontramos también con docentes que se ubican de manera tal que pueden establecer una relación afectiva y de compromiso, que propician condiciones saludables para el desarrollo de su actividad. ¿Cómo es ese posicionamiento? ¿Se requiere de alguno en especial para el ser docente? ¿Existe uno o distintos posibles? Cuando los alumnos sienten que son queridos por sus docentes, estos pueden intervenir de manera tal que sus dichos tienen efectos sobre el desenvolvimiento de sus educandos. Mientras que si los alumnos sospechan o suponen que sus docentes están en el aula sin interés por su tarea y por ellos, es desestimado lo que puedan hacer o decir. 1 Creemos necesario que algo en el orden de la transferencia, es necesario que instale el docente para con sus educandos, para que puedan suponerle un saber necesario para la tarea áulica. Paul-Laurent Assoun, en su texto “La transferencia”, nos dice: “hacer transferencia con alguien: la expresión, que designa claramente un acto, se aclimató a tal punto de desbordar el análisis, significando que no solo ahí, en el recinto de la relación analítica, actúa. Realmente se trata de un fenómeno humano general”. A continuación relataremos una viñeta del trabajo realizado por una docente. “En una ocasión estaba dando clase en una escuela nocturna a la que concurrían adolescentes que habían fracasado reiteradamente en las escuelas diurnas de la ciudad de Viedma.” “Hacía un tiempo que les estaba dando clase y notaba que últimamente, los alumnos estaban produciendo cada vez menos. Ese día me propongo hablar con ellos para ver cómo se podía solucionar el tema. Inicio la clase planteando lo que estaba viendo en el funcionamiento del grupo y uno de ellos me dice: si, estamos muy vagos, nosotros funcionamos cuando nos retan. A continuación, cosa que no me costó mucho porque realmente estaba enojada, comienzo a retarlos. Terminamos el año con los alumnos haciendo las tareas y propuestas de trabajo pertinentes para cada día. Al año siguiente, una docente que daba clases en la misma área que yo, renuncia a una asignatura. Los alumnos me avisan de dicha renuncia y me solicitan que sea yo quien tome esas horas que quedaron vacantes y resuelvo hacerlo. El primer día de clase, cuando nos reencontramos, risueñamente, lo primero que me relatan fue el episodio de mi enojo y reto que les había dado el año anterior, que yo ni siquiera recordaba.” “Creemos que lo antes dicho fue un acto de amor y además una apuesta a que ellos estaban en condiciones de estar allí produciendo, aprendiendo como cualquier otro alumno y que así como hay otros alumnos que estudian, ellos también lo podían hacer y yo creía que podían hacerlo”. Creemos necesario aclarar que ese “reto” no fue en cualquier momento y de cualquier manera, fue en transferencia. Destacamos la importancia de la transferencia, entre el docente y sus estudiantes, como motor para que la tarea áulica se lleve a cabo saludablemente, ya que la misma, en ocasiones, no suele instalarse lo que genera obstáculos y malestar de diversa índole. 2 Laurent Assoun, en el texto citado dirá: “Mas allá de toda definición, pues, hay que tomar debida nota de esta dimensión: la trasferencia viene a significar la irrupción de un real inédito en el seno de una relación. Algo nuevo ocurre entre dos sujetos. La palabra transferencia, denota ese acontecimiento”. Consideramos posicionamientos no saludables cuando vemos docentes que pasan todo el año retando a los alumnos produciendo palabras vacías, a las que sus educandos no les dan lugar, en otras ocasiones, se manejan de ésta manera para “guardar el orden” produciendo temor. Este accionar, suele ser favorecedor de acontecimientos donde surge la agresividad tanto del docente, que se encuentra sin un saber sobre su hacer, como en los estudiantes. Entendemos a la agresividad como parte constitutiva del psiquismo humano. Lacan en La agresividad en el psicoanálisis, plantea que el hombre presenta una tendencia a la agresividad y esta es propiamente libidinal. La agresividad, no solo la vemos cuando hay una puesta en escena de un hecho violento, estas son las menos frecuentes; también aparecen en el discurso, en sus vacilaciones en sus lapsus, en los reproches, en las reacciones emocionales de ira, en las demostraciones intimidantes, etc. (Lacan, 1948 p. 99). La expresión manifiesta de la agresividad no es, sin embargo, una condición necesaria para su reconocimiento. Ella puede manifestarse en una sola presencia, en un semblante. La sola presencia de la intención agresiva es suficiente para producir una modificación corporal. (Ramírez, 2010 p.41) Cuantas veces escuchamos a educadores decir de sus educandos “este es una plantita” o “que podes esperar de él, viste de quien es hijo” Estos modos de presentación de la agresividad, suelen ser muy eficaces, generando aún más agresividad. Los alumnos, en ocasiones, intentando evitar la angustia, suelen montar una escena dirigida al docente que muchas veces se ofrecen de sostén, en posición de adultos y otras se ubican como pares, sin poder registrar el daño que ocasionan a sus alumnos. Para ilustrar lo antes dicho presentaremos la siguiente viñeta. “Habían pasado unas clases en la que una alumna llevaba a su hijo dos años aproximadamente a cursar. En un principio el niño se quedaba al lado de su madre 3 dibujando, con lo cual no me opuse a que permaneciera en el aula. A medida que el pequeño iba entrando en confianza, la cosa cambió. Hacia ruido, movía las mesas, salía y entraba, lo que me producía mucho malestar y también a los alumnos que intentaban escuchar la clase. Se tornó imposible dar un teórico. Con lo cual decido parar la clase y hablar con la madre del niño, manifestándole que era imposible dar una clase y que me escucharan si era interrumpida todo el tiempo. La alumna se puso furiosa, me insulta, me dice que soy la responsable que ella abandone la escuela, que iba a hablar con la directora, para contarle lo que yo le había dicho”. “A partir de ahí pude finalmente dar la clase. Cuando termina la hora me dirijo a la dirección para hablar de lo acontecido minutos antes. La directora me pide que le alcance una nota donde describiera todo lo que había pasado”. “A la clase siguiente llevo la nota a dirección. Dos o tres clases después, la alumna, retoma sin el niño y a mitad de la clase, comienza a hablar del tema que la preocupaba. Plantea nuevamente que por culpa mía seguro que va a tener que dejar de estudiar, porque no tiene quien le cuide el nene. Repito nuevamente que en esas condiciones no puedo dar clase y sus compañeros no pueden escuchar si el niño molesta. Aparece nuevamente su enojo, esta vez pega un portazo diciendo que va a traer a la directora a hablar en el aula”. “Llega con la directora y a los gritos argumenta lo ya explicitado. Yo trataba en vano, explicarle que a la escuela iban estudiar muchos alumnos y tenían derecho a escuchar la clase. Otra alumna levanta la mano y pide hablar. Ella expone que durante mucho tiempo había querido ir a la escuela pero como tenía niños pequeños no lo había podido hacer, además agregó que había tenido que optar y que ahora estaba intentando terminar la escuela y que le gustaba escuchar las clases. Su compañera la escuchaba atentamente, comienza a llorar angustiada y se retira del aula. En unos minutos toca el timbre y yo me retiro también. Los demás alumnos hablan con la directora, le comentan que en todas las clases pasaba lo mismo, no podían escuchar a los profesores y que estos no hacían nada. Que la única que había hecho algo había sido yo”. “Luego de ese incidente pasaron tres clases y la alumna no concurría a clase. Hablo con una de sus compañeras que era a su vez, su amiga y le digo que le transmita a la alumna que estaba faltando que ella tenía prohibido faltar a mis clases”. “A la clase siguiente estaba sentada en su banco.” 4 Muchos educadores, suelen decir que “no hay nada más que puedan hacer” con sus alumnos. Remarcando que han utilizado “todas” las estrategias que tuvieron a su alcance. Manifiestan que no les enseñaron en su formación académica, a trabajar con los chicos de estas épocas. Suelen mostrar su impotencia y su malestar. El fracaso de los educadores queda muchas veces, del lado de los educandos. Freud, (1914) en el texto sobre la psicología del colegial, va a ubicar que las actitudes afectivas frente a las otras personas se establecen en épocas tempranas. Esta primera época fija la forma y el tono afectivo de sus relaciones ulteriores, El amor es parte de la vida psíquica, así como también el odio, la decepción. Cuando el amor se ausenta de sus hogares, vemos que es en la escuela donde emprenden su búsqueda, sin muchas veces, poder encontrarlo. Los docentes suelen no dimensionar la importancia de su función. De lo importante que pueden ser sus palabras para sus alumnos, ya sea para producir bienestar como para dañarlos. Cuando trabajamos en instituciones educativas, creemos necesario intervenir sobre el personal que los tiene a cargo, que son ni más ni menos, que todos los actores intervinientes en las mismas.” 5 Bibliografía: ASSOUN, P. (2008) “La transferencia”. Lecciones psicoanalíticas. Nueva Visión. FREUD, S. (1914) “Sobre la Psicología del colegial”. Amorrortu, Buenos Aires. 1982. LACAN, J. (2002) “La agresividad en Psicoanálisis”. Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A. RAMIREZ, M.E.(2010) “Actualidad de La agresividad en psicoanálisis de Jacques Lacan”.Grama Ediciones. Buenos Aires 6