AUTOESTIMA EN LA VEJEZ Dr. Walter Rosich Profesor de Gerontología, Recinto de Ciencias Medicas, UPR En un artículo publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, el Dr. Ulrich Orth y sus colaboradores encontraron que la autoestima de las personas (aprecio por su valor) aumenta, en términos generales, hasta los sesenta años de edad. A partir del retiro comienza un declive en la autovaloración. La disminución en la autoestima en la vejez aumenta el riesgo de padecer trastornos del ánimo como la depresión, abandono personal y abstinencia social. Entre las múltiples causas implicadas en este fenómeno resaltan aquellas relacionadas a las pérdidas que suelen ocurrir en la vejez como son las ligadas a la salud, roles sociales, ingresos económicos y apariencia física. Resulta curioso el hallazgo de que la disminución en autoestima ocurre igualmente entre aquellos que mantienen una relación afectiva feliz y los demás. En fin, a partir de “cierta edad” muchos comienzan a representar el rol de viejos, según el decreto cultural de dar paso a las nuevas generaciones. A los estudiosos de nuestra cultura les tengo noticias: los “boomers” hemos llegado a viejos y no estamos dispuestos a ceder nuestro espacio social sin dar una magnifica batalla. Hemos cuidado nuestra salud, trabajaremos por más tiempo y redefiniremos el rol de viejo dando al traste con todo el prejuicio cultural. ¿Por qué el remplazo de rodilla de un viejo es una sabia decisión y ponerse Botox en la cara, una vanidad narcisista? Debe ser por la misma razón que se piensa que la vejez es asexual y época para recogerse en muerte social a esperar la parca. Esto conduce al abandono personal, lo cual agrava la perdida de autoestima. Como decía Yogi Berra: “el juego no se acaba hasta que se acaba”. En lo que nos llega ese “out 27” reclamemos el derecho a disfrutar de la vida, aunque sea de manera distinta.