EDUCACIÓN MORAL Y CIUDADANÍA. EL MODELO DE CONSTRUCCIÓN DE LA PERSONALIDAD MORAL Maria Rosa Buxarrais1 Universidad de Barcelona, Spain Resumen: Presentamos un modelo de educación moral: la construcción de la personalidad moral. Elaborado por el Grupo de Investigación en Educación moral de la Universidad de Barcelona. Dicha propuesta teórica se basa en las aportaciones de diversas disciplinas: la filosofía, la psicología, la sociología, la antropología y la pedagogía. La construcción de la personalidad moral supone que se desarrollan las tres áreas de la personalidad: la cognitiva, la emotiva y la volitiva. Defiende la complementariedad de paradigmas en aras a la puesta en práctica en diferentes contextos educativos. Palabras-clave: Educación moral, valores éticos, personalidad moral, ciudadanía El Grupo de Investigación en Educación Moral (GREM) de la Universidad de Barcelona se constituyó en el año 1989 como resultado del trabajo en equipo sobre educación moral y ciudadanía de profesores de la Facultad de Pedagogía. Partiendo de diversas aportaciones desde la filosofía (Habermas, Apel, Rawls, Taylor, Sandel, MacIntyre, Levinas, etc.), la psicología (Bandura, Piaget, Vygotski, Kohlberg, Rest, Gilligan, Turiel, Berkowitz, Colby and Damon, Blasi, Power, Higgins d’Alessandro, Lickona, Nucci, etc.) y la educación (Dewey, Freinet, Makarenko, etc.), de la sociología (Durkheim) y la antropología, el GREM ha elaborado una idea de educación moral propia en la que se complementan los distintos paradigmas de la educación moral conocidos. El trabajo del grupo se concreta en la elaboración del modelo denominado “construcción de la personalidad moral”. Desde el GREM entendemos que la educación moral como construcción parte, en tanto que primer precepto, de la convicción de que la moral no es algo dado de antemano, presupuesto, o que simplemente se decide o elige; sino que la moral debe generarsegracias a un esfuerzo complejo de elaboración o reelaboración de las formas de vida y de los valores que se consideran correctos y adecuados para cada situación. Por lo 1 E-mail: mrbuxarrais@ub.edu 1 tanto, la educación moral conlleva una tarea constructiva: la ética no se descubre, sino que se construye. Y por lo tanto, cabe entenderla como una tarea de construcción o reconstrucción personal y colectiva de formas morales valiosas. Por consiguiente, no se trata de una construcción en solitario, ni tampoco desprovista de pasado y al margen de todo contexto histórico. Todo lo contrario: es una tarea influida socialmente, que además cuenta con precedentes y elementos culturales de valor que, sin duda, contribuyen a configurar sus resultados. La moral es, en definitiva, un producto cultural cuya creación depende de cada sujeto y de su conjunto. Este modelo de educación moral quiere reconocer y entrelazar aquellos aspectos de las anteriores posturas que considera positivos, priorizando los elementos que se valoran como claves. Lo que supone elaborar y encajar los componentes que a continuación se enumeran: 1. La construcción de la personalidad moral parte de un doble proceso de adaptación a la sociedad y a sí mismo. Por lo tanto, en un primer momento vemos la educación moral como socialización o adquisición de las pautas básicas de convivencia. Y la vemos también como un proceso de adaptación a sí mismo de reconocimiento de aquellos puntos de vista, deseos, posiciones o criterios que personalmente se valoran. 2. El segundo momento de la construcción de la personalidad moral se caracteriza por la transmisión de aquellos elementos culturales y de valor que, pese a no estar completamente enraizados en la trama social, se considera que son horizontes normativos deseables. En este sentido nadie o casi nadie quiere prescindir de la guía de valores como la justicia, la libertad, la igualdad o la solidaridad; ni tampoco abandonar el espíritu y las formas democráticas con las que deseamos organizar la convivencia; asimismo nos resistimos a olvidar propuestas morales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Elementos culturales de esta naturaleza son la base de creencias y hábitos morales deseables que se recogen en este segundo momento de la educación moral. 3. Sin embargo, la construcción de la personalidad moral no puede quedar sin un conjunto de adquisiciones procedimentales. Nos referimos a la formación de aquellas capacidades personales de juicio, comprensión y autorregulación que han de permitir enfrentarse autónomamente a los conflictos de valor y a las controversias no resueltas que atraviesan la vida de las personas y de los grupos en las sociedades abiertas, plurales y democráticas. Se trata, pues, de formar la conciencia moral autónoma de cada sujeto, y de hacerlo en tanto que espacio de sensibilidad moral, de racionalidad y de diálogo para que sea realmente el último criterio de la vida moral. 2 4. Finalmente, la construcción de la personalidad moral concluye con la construcción de la propia biografía en tanto que cristalización dinámica de valores, y en tanto que espacio de diferenciación y creatividad moral. Estamos en el momento de la multiplicidad de opciones morales legítimas que resultan del esfuerzo de cada sujeto por elaborar formas de vida satisfactorias. En definitiva, se trata de edificar una vida que merezca la pena ser vivida y que produzca felicidad a quien la vive. Nos situamos, pues, en el nivel más concreto e individual de la construcción de la personalidad moral. Considerar la formación moral como un proceso de construcción de la personalidad moral quiere ser un camino para superar algunas limitaciones de los paradigmas anteriores pero, sobre todo, significa entender que la educación moral no es únicamente un medio de adaptación social o de adquisición de hábitos virtuosos, ni tampoco es tan sólo el desarrollo del juicio moral o el descubrimiento de los propios valores. La educación moral es una tarea compleja que llevan a cabo los seres humanos con la ayuda de sus compañeros y de los adultos para elaborar aquellas estructuras de su personalidad que les han de permitir integrarse críticamente en su medio sociocultural. Por lo tanto, es un proceso de elaboración de formas de vida y de maneras de ser que no están dadas totalmente de antemano ni aparecen gracias a la maduración de disposiciones previas, pero que tampoco surgen al azar. Es un proceso de construcción en el que intervienen elementos socioculturales preexistentes que nos trazan un camino, pero es un proceso en el que también interviene de un modo responsable, autónomo y creativo cada sujeto. El objetivo de dicha construcción personal es alcanzar un ritmo modo de vida en un medio social, cultural e histórico determinado. Pero ¿de qué manera y a través de qué elementos y dinamismos pueden los maestros y profesores desarrollarla en el aula? Para el GREM, una propuesta de educación moral no consiste ni puede consistir únicamente en proponer qué valores quieren enseñarse. Una propuesta de educación moral consiste, fundamentalmente, en proponer qué condiciones han de reunir las instituciones educativas, escuelas, institutos o universidades para que sean un escenario óptimo en el que la infancia, la adolescencia y la juventud que en ella aprenden puedan desarrollar todas aquellas dimensiones humanas que les permitan apreciar, valorar, estimar, aceptar y construir singularmente valores. Educar desde el punto de vista moral es, ante todo, proveer condiciones, generar climas y ayudar, como el andamio lo hace al que trabaja y construye, a recrear valores, generar formas nuevas en las que se encarnen valores ya existentes, crear nuevas formas de estar y valorar su vida y orientar para que el que aprende sea capaz no sólo de encontrar su lugar en el mundo sino además ser autor y, sobretodo, dueño de sus actos. Pero también este tipo de educación significa desarrollar en la persona 3 valores morales que, por ser nuestras sociedades abiertas y plurales, permitan vivirlas y profundizar en ellas a lo largo de toda la vida como sociedades pluralistas y democráticas. Esto quiere decir creer y actuar conforme a ello, en la diferencia como factor de progreso y en lo plural como algo valioso porque genera ruido, conflicto, posibilidades de crecimiento y creatividad humana tanto individual y como colectiva. Por todo lo anterior, la propuesta de educación moral del GREM supone la promoción, defensa y recuperación de una educación en valores mínimos que por el hecho de serlo deben entenderse como garantía de convivencia de ofertas de educación en valores de máximos en sociedades pluralistas y democráticas. Esta exigencia pedagógica de mínimos debe comprenderse como la garantía de una construcción personal en la que influirán otros agentes educativos además de la escuela a través de sus ofertas de máximos. Los valores mínimos a los que hacen referencia son los que contemplan las constituciones de los países democráticos, no sólo formal sino vivencialmente, y las declaraciones de Derechos Humanos, o de la infancia en particular. Estos valores son morales, es decir, son valores que a diferencia de otros dependen de la libertad humana, solo pueden referirse a las personas, y contribuyen a hacer más humana la convivencia social. Son ejemplo de ello la libertad, la justicia, la solidaridad la igualdad y la honestidad. Sin embargo, a estos valores, que siendo morales son susceptibles de ser enraizados y encarnados de diferentes formas en las diferentes sociedades y culturas, el grupo de investigación propone añadir algunos criterios para guiar el establecimiento de condiciones para la acción y la práctica del profesorado. Estos vectores pedagógicos son a título de condiciones mínimas, necesarios pero no suficientes para educarse en valores como personas. Son tres criterios fundamentales en sociedades pluralistas y democráticas que hacen de la defensa y promoción del pluralismo y del respeto a la diferencia y del ejercicio democrático no sólo una forma de gobierno, sino una manera de vivir cotidianamente y de crecer como personas tanto individual como colectivamente. Estos criterios son: en primer lugar, el cultivo de la autonomía personal y de todas las capacidades de la persona que le permiten resistir la presión colectiva e impedir la alineación de su conducta; en segundo lugar, la disponibilidad hacia el diálogo como la única forma legítima de abordar los conflictos y las diferencias en torno a aquellas cuestiones en las que no coincidimos y, en tercer lugar, el cultivo de aquellas disposiciones volitivas y emocionales de la persona que le permiten ponerse en el lugar del otro y perseverar a través de la constancia y el esfuerzo para aceptar y respetar la diferencia, no necesariamente compartida, como valiosa y como una forma de tolerancia activa capaz de ser aplicada a las diferentes esferas actuales y futuras de la vida. La recuperación del valor 4 pedagógico del esfuerzo, el cultivo del diálogo y el respeto a la autonomía de la persona y a la humanidad en general son condiciones, criterios o guías que han de integrarse en los valores morales antes citados para conceder a los mismos viabilidad pedagógica y potencia para que las personas que aprenden en las escuelas sean capaces de construirse como tales y, como mínimo, en un tipo de sociedad y cultura en la que cada uno y una de forma legítima pueda optar por la matriz de valores que crea más conveniente. Conviene también destacar de entrada y a lo largo de todo el proceso de formación y de trabajo en equipo del profesorado, que la educación moral y en valores éticos para la democracia no se alcanza sólo a través de vías racionales. En esta idea comprensiva, global e integradora de la educación moral, no podemos olvidar que la moralidad de las personas, además de la cognitivo-racional, está formada por otras dos áreas: la afectivo-emocional y la volitivo-conductual. Este triple filtro ha de ser necesariamente integrado en una teoría general sobre la educación y, en especial, en una teoría general sobre la educación en valores. Las dimensiones emocional y volitiva de la persona son de fundamental trascendencia. Sin un programa de educación en valores que atienda a aquellos aspectos del desarrollo y aprendizaje en los ámbitos afectivos, de los sentimientos y las emociones y a aquellos relativos a la voluntad y al esfuerzo, es difícil abordar la construcción de personalidades morales que procuren hacer coherentes juicio y acción, pensamiento y conducta. De la misma manera, un modelo de educación en valores basado en la construcción racional y autónoma de valores como el que se defiende, no aborda en primera instancia la transmisión de tal y cual tipo de valores, sino el aprendizaje y la promoción de determinadas dimensiones de la personalidad moral en los educandos. Es de vital importancia ejercitar las diferentes dimensiones de la personalidad moral, pues sin su conjunción y complementariedad es difícil procurar un desarrollo integral y consecuentemente una educación equilibrada y satisfactoria de la persona. El GREM considera que son ocho las dimensiones de la personalidad moral, clasificadas en tres grandes ámbitos de la personalidad moral: la construcción del yo, la convivencialidad y la reflexión socio-moral. La construcción del yo parte de la comparación entre una visión idílica del “yo ideal” y el “yo real”. Es el ámbito a través del cual tomamos consciencia de cómo nos gustaría ser y cómo somos, y se centra en la búsqueda de mecanismos para acercar ambas posturas. Este ámbito está vinculado a la esfera más intima y personal de las personas, y comprende las dimensiones siguientes: - Autoconocimiento: entendemos por autoconocimiento la capacidad que posibilita el progresivo conocimiento de uno mismo, la autoconciencia del yo, así como su valoración. 5 Permite la clarificación de la propia manera de ser, pensar y sentir, de los puntos de vista y valores personales. - Autonomía y autorregulación: Cuando nos referimos a la autonomía y la autorregulación hacemos referencia a la capacidad de autorregulación que permite promover la autonomía de voluntad y una mayor coherencia de la acción personal. Desde la perspectiva cognitiva y constructivista, significa que es la propia persona la que establece el valor y se organiza para actuar de acuerdo con él. El papel del/a educador/a en este ámbito debe ser el de promover niveles superiores de autoconocimiento que permitan a los educandos ir elaborando una autoimagen ajustada a la realidad y una valoración positiva de uno mismo. El segundo ámbito, el ámbito de la convivencialidad, hace referencia a la capacidad que tenemos las personas para poder compartir un espacio vivencial con personas distintas a nosotros mismos. No consiste únicamente en conseguir una convivencia, son también en ser capaces de mejorar las condiciones de dicha convivencia. Este ámbito está conformado por las dimensiones: - Capacidades de diálogo: Las capacidades de diálogo son capacidades que permiten huir del individualismo y hablar sobre todos aquellos conflictos de valor, no resueltos, que preocupan a nivel personal y/o social. Supone el poder intercambiar opiniones, razonar sobre los diferentes puntos de vista e intentar llegar a un entendimiento, a un acuerdo justo y racionalmente motivado. - Capacidad para transformar el entorno: Esta capacidad permite formular normas y proyectos contextualizados donde se pongan de manifiesto los criterios de valor relacionados con la implicación y el compromiso. El desarrollo de esta capacidad supone que la educación no se reduce, ni cognitiva ni conductualmente, al ámbito del aula, sino que se generaliza a ámbitos no formales de educación y a ámbitos informales. - Empatía y perspectiva social: El desarrollo de la capacidad de empatía y perspectiva social posibilita que el alumno/a vaya incrementando su consideración para con los demás, interiorizando valores como la cooperación y la solidaridad. La progresiva descentración posibilita el conocimiento y comprensión de las razones, sentimientos, actitudes y valores de otras personas. - Habilidades sociales y para la convivencia: Las habilidades sociales hacen referencia al conjunto de comportamientos interpersonales que va aprendiendo al persona y que configuraran su competencia social en los diferentes ámbitos de relación. Permiten la coherencia entre los criterios personales y las normas y principios sociales. 6 Por último, el ámbito de la reflexión socio-moral tiene un carácter transversal. Incide tanto en el ámbito de la construcción del yo como de la convivencialidad, ya que sin esta reflexión no seria posible construirnos a nosotros mismos ni hacer que la convivencia con los demás fuera eficaz. Este ámbito abarca un conjunto de capacidades de la persona que permiten que esta se manifieste progresivamente más competente desde un punto de vista argumentativo y comunicacional y comprende las dimensiones: - Comprensión crítica: La comprensión crítica implica el desarrollo de un conjunto de capacidades orientadas hacia la adquisición de información moralmente relevante acerca de la realidad, el análisis crítico de dicha realidad contextualizando y contrarrestando los diversos puntos de vista y, la actitud y compromiso y entendimiento para mejorarla. - Razonamiento moral: Y por último, el razonamiento moral es la capacidad que nos permite reflexionar sobre los conflictos de valor. Así el desarrollo del juicio moral tiene como finalidad el llegar a pensar según criterios de justicia y dignidad personal, teniendo en cuenta principios de valor universales. Por último, cabe mencionar los distintos escenarios de educación en valores y desarrollo que identifica el grupo. Además del aula, es necesario abordar otros escenarios en los que la acción pedagógica-moral y los modelos que los conforman sean susceptibles de aprendizaje social implícita o explícitamente, confirmando o no aquello que se explicita verbal o conductualmente en las situaciones de aula o en las relativas a las acciones pedagógicas formuladas en sentido estricto. Como mínimo, pueden destacarse cuatro escenarios de educación en valores y desarrollo moral: la interacción entre iguales, la acción del profesorado, el clima moral de la institución y la doble transversalidad de sus contenidos. Las interacciones entre iguales junto a la acción directa del profesorado son los dos escenarios más naturales en los que formamos nuestra personalidad. El profesorado, a través del ejercicio de su función, debe propiciar condiciones para apreciar valores, gestionar el conocimiento, mediar en los conflictos y catalizar positivamente la expresividad humana a través de las formas verbales y no verbales que permiten nuestras manifestaciones artísticas, físicas, sentimentales y afectivas. Sin embargo, la institución en su conjunto y la doble transversalidad de los contenidos de los programes específicos de educación en valores también son escenarios especialmente relevantes para la construcción de la personalidad moral del alumnado: el clima moral de la institución es factor de desarrollo y puede serlo de progreso moral y la doble transversalidad de los contenidos nos muestra de nuevo cómo existen contenidos no sólo informativos sino también procedimentales y actitudinales que conforman nuestro hacer y sentir. La escuela 7 debe estar impregnada de los valores que se pretende que sean apreciados por las personas que en ella aprenden. Promover y cultivar la democracia como una forma de vivir, entender la participación en proyectos colectivos y practicar la búsqueda de acuerdos orientados al bien común son objetivos que únicamente pueden lograrse creando una atmósfera que represente estos valores y cuidando especialmente las relaciones interpersonales entre el profesorado, entre los sujetos que aprenden, y en definitiva, entre todos los que conviven en la escuela. Tendencias actuales de investigación En 1996, siete años después de su creación, el GREM fue consolidado y reconocido como grupo de calidad por la Generalitat de Catalunya, condición que conserva hoy en día. A lo largo de sus más de 25 años de historia, las líneas de investigación del GREM en torno a la educación moral se han ido diversificando. Actualmente, y con un total de 23 profesores miembros y 10 becarios y colaboradores habituales, el GREM desarrolla proyectos y estudios en diversos ámbitos: formal (Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Educación Superior), no formal (participación social de la infancia y violencia escolar) e informal (familias, mujeres e inclusión social, medios de comunicación y nuevas tecnologías, entre otros). Esta diversificación resulta imprescindible atendiendo a la naturaleza del objetivo de investigación del grupo; pues los valores éticos y su educación impregnan todas las situaciones educativas y sociales, sean formales, no formales o informales. Es por esto que, a partir de un modelo teórico común, en el trabajo del grupo se distinguen tres líneas de investigación principales. La primera de ellas es la denominada “Familia y Valores”. A través de esta línea se pretende profundizar en la influencia que el núcleo familiar tiene en el desarrollo moral de sus miembros, especialmente de los hijos e hijas. Con este objetivo se han desarrollado múltiples proyectos de investigación, varios de ellos competitivos y financiados por organismos externos. Una de sus investigaciones más destacables es la denominada “Prácticas familiares y corresponsabilidad: Análisis de los valores y propuesta de estrategias educativas para la conciliación de la vida personal, social y laboral”, un proyecto de investigación I+D financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (EDU2009-I0250). El principal objetivo de éste fue analizar el concepto de conciliación y la conciencia que de él tienen padres y madres de familia, tanto en relación con la organización de espacios y tiempos familiares y laborales, como de aquellos aspectos de la vida personal a menudo más descuidados. De este estudio se derivaron algunas conclusiones, entre las cuales cabe destacar el valor de la corresponsabilidad para desplegar una convivencia familiar que reestructure los estilos de 8 vida familiares, sociales, laborales y personales. En el libro “La conciliación familiar, laboral, social y personal: una cuestión ética” (2015), además de los resultados de la investigación, y artículos de diferentes expertos en la temática, se presenta una propuesta de intervención pedagógica que fomenta la conciliación de los ámbitos personal, social, familiar y laboral de las familias, conformada por un total de once competencias: 1. Favorecer la corresponsabilidad de las tareas. 2. Reconocer las distintas tareas del ámbito doméstico, las personas que las realizan y su labor. 3. Favorecer la implicación en el cuidado doméstico y el cuidado de sí mismo. 4. Identificar los roles estereotipados en el seno familiar. 5. Responsabilizarse de las tareas domésticas. 6. Sensibilizar a los niños en la necesidad de compartir las tareas del hogar sin discriminación sexual. 7. Comprender que la familia, en sus diversas acepciones, es la unidad social básica. 8. Comprender y conocer las funciones sociales del trabajo doméstico: producción y reproducción. 9. Comprender las diferencias entre sexo y género. 10. Conocer los roles y funciones asignados o asumidos en función del sexo; 11. Transmitir los valores para la conciliación y erradicar los contravalores que conducen a la desigualdad sexual tanto en los hogares como en la sociedad. Como resultado de esta investigación surgió la categoría central a la que se dedica el equipo actualmente: el ocio en familia. El concepto de ocio compartido en el espacio familiar, u ocio en familia, representa un tiempo y un espacio con unas particularidades que ofrecen un gran potencial educativo. Hay que tener en cuenta que el ocio ha dejado de ser un tiempo del que disfrutaban las clases privilegiadas para pasar a ser un fenómeno de masas. La consecuencia de la democratización del ocio conduce a la irrupción de mecanismos industriales al mercado del tiempo libre. Por lo tanto, cabe desarrollar una mirada pedagógica del mismo, con la intención de hacer de este ocio un tiempo enriquecedor para la infancia y la familia. Así, la tarea principal del grupo es analizar la incidencia de las prácticas de ocio en familia en el desarrollo moral de los niños y niñas, para diseñar posteriormente orientaciones pedagógicas que ayuden a las familias a aprovechar más y mejor las prácticas de ocio que realicen con sus hijos e hijas y repercutir así en su aprendizaje moral. Otra de las principales líneas de investigación del grupo es la denominada “Cultura de la donación, aprendizaje servicio, integración social y ciudadanía”. El aprendizaje servicio es 9 uno de los temas más tratados por el grupo. Esta propuesta educativa combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado en el que los participantes se forman mientras trabajan sobre necesidades reales del entorno con objetivo de mejorarlo. La fusión que se da en el aprendizaje servicio entre intencionalidad pedagógica e intencionalidad solidaria es lo que ha llevado al GREM a hacer grandes esfuerzos para introducirlo en nuestro país, difundiendo esta metodología entre los educadores y el conjunto de la sociedad. Este sistema expresa bien la cultura de la donación (del altruismo y la cooperación), que permite contrarrestar (o reequilibrar) la preponderancia de una cultura excesivamente utilitarista que hoy impregna nuestras sociedades y que a menudo contribuye a crear desintegración social, marginación y notables dificultades educativas. El grupo parte de una idea básica: la mejor manera de contribuir a la educación de los jóvenes y a la integración social de personas en situación de marginación es pidiéndoles ayuda. Los educadores deben proporcionar a las personas en formación la oportunidad de contribuir de forma altruista y solidaria al bien común. Hacer una aportación en beneficio de la comunidad desencadena un retorno educativo que reciben los participantes en forma de reconocimiento social, aumento de la autoestima y adquisición de competencias y valores. En un inicio, el trabajo del equipo fue destinado a describir, fundamentar teóricamente y promover experiencias de aprendizaje servicio a lo largo del país. Actualmente, y sin dejar de lado esos objetivos, se están llevando a cabo otras investigaciones, muchas de ellas financiadas por organismos externos, con la intención de dar un paso más en el conocimiento e implementación de esta metodología. Con los últimos proyectos de esta línea, de entre los que destaca el “Recer Caixa 2013”, financiado por la entidad bancaria La Caixa y la Associació Catalana d’Universitats públiques (ACUP), se está trabajando en pro de construir una herramienta útil que pueda facilitar la puesta en marcha y la generalización de experiencias educativas y de integración social basadas en el aprendizaje servicio, para optimizar las que ya están implantadas, y para evaluar la calidad pedagógica de unas y otras. Para conseguirlo, se está llevando a cabo un minucioso proceso de investigación en el que se identifican, se analizan y se describen todos los dinamismos pedagógicos que componen este tipo de prácticas, se determinan y definen los sucesivos niveles de calidad y se desarrollan criterios y directrices para distinguirlos. Por último, la tercera línea más representativa del trabajo que desarrolla el GREM es la denominada “Aprendizaje ético y Educación Superior”. Esta línea se ocupa principalmente del estudio del aprendizaje ético de los alumnos en la educación superior, entendiendo por aprendizaje ético el conjunto de cambios relativamente reales y potenciales en los 10 comportamientos de las personas derivados de la práctica o el ejercicio, la reflexión y la observación, que permiten la optimización o mejora de la persona tanto en su dimensión convivencial (social) como en sus niveles de reflexión socio-moral y de capacidad dialógica, además de su dimensión personal o construcción del yo. La formación moral es una parte esencial de la formación universitaria, por ser esta una transformación vital, una experiencia de vida que conduce a la excelencia personal, intelectual, profesional y ciudadana. La Educación Superior no es solamente la educación que se encuentra en el nivel más alto del sistema educativo y, por lo tanto, está orientada a la máxima cualificación en los diferentes ámbitos del conocimiento; sino que también es la educación que debería permitir alcanzar el nivel superior de perfeccionamiento humano en el sentido más amplio y profundo del término. Sin embargo, tradicionalmente la educación universitaria se ha decantado en exceso por el aprendizaje técnico de una serie de habilidades; es por ello que los proyectos de investigación de esta línea pretenden conocer las relaciones entre los modelos formativos de las universidades y la presencia de elementos y situaciones favorecedoras para el aprendizaje ético de los estudiantes. Concretamente, en esta línea se están llevando a cabo distintos proyectos de investigación en los siguientes ámbitos: - Responsabilidad social, formación para la ciudadanía, aprendizaje servicio, modelo de formación e idea de universidad en la sociedad contemporánea. - Competencias y aprendizaje ético en la educación superior. - Los valores y los estudiantes en la educación superior. - Ética y deontología en la docencia universitaria Más específicamente, los proyectos que se están llevando a cabo actualmente tienen los siguientes objetivos: 1. Identificar y definir el alcance de las competencias éticas en el aprendizaje en la universidad. 2. Elaborar un sistema de indicadores de responsabilidad social universitária. 3. Analizar el estado en el que se encuentra la formación del carácter de los estudiantes del Grado de educación primaria de las universidades catalanas y diseñar, poner en marcha y evaluar la incidencia educativa de un programa de formación del carácter a partir de instantáneas culturales, y a través de diferentes asignaturas del plan de estudios del Grado de Educación Primaria de algunas universidades catalanas. Así pues, la finalidad última de esta línea de investigación es encontrar la manera de introducir contenidos procedimentales y actitudinales impregnados de carácter ético en la educación superior, para así conseguir estudiantes estratégicos en su trabajo, que se adapten a 11 contextos diversos, que regulen su propio proceso de aprendizaje y que lo modifiquen en el caso que lo consideren necesario; para conseguir, en definitiva, estudiantes competentes desde el punto de vista ético. En última instancia, cabe destacar que el Grupo de Investigación en Educación Moral (GREM) ha sido promotor y coordinador de diferentes ediciones de programas de doctorado de Educación Moral, Educación en Valores y Democracia en la Universidad de Barcelona desde 1988 hasta la actualidad; participando actualmente en el programa de Educación y Democracia y coordinando el máster oficial de Educación para la Ciudadanía y en Valores de la Universidad de Barcelona. Se han formado algunos profesores que hoy están trabajando en Universidades latinoamericanas. Además, el grupo sigue elaborando materiales formativos en educación en valores y educación para la ciudadanía para profesorado y educadores, en soporte digital y audiovisual, y también libros de texto. También participa en actividades de formación continua del profesorado y colabora con diferentes instituciones educativas y de investigación y forma parte de redes europeas, iberoamericanas e internacionales. Referencias Buxarrais, M.R. 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