La macroeconomía. El consumo: entre el ahorro y la inversión - ¡Tiempo! - ¿Cuánto? - 20 minutos. Los he visto más rápidos, ¿eh? - Y eso, ¿cuánto crees que sería en dinero? - Pues no sé. Cuando veas un taller de bicis pregunta a cuánto cobran la hora. Calcula lo que te habrías gastado y esto que te has ganado. - ¿Ganado o ahorrado? - Pues no sé. - Tanto da. Lo pienso invertir en una bici nueva. Venga, que te llevo. - Se te ha pinchado la de atrás. - ¡Tiempo! Una familia, con los ingresos que obtiene por su trabajo, puede consumir bienes y servicios o puede ahorrar. El sistema financiero le ofrece diversas formas de inversión: depositarlos en un banco o caja de ahorros, adquirir bonos o acciones, contratar un seguro, etc., pero en cualquier caso, la familia ha decidido que no consume hoy, no gasta hoy, sino que ese dinero lo traslada al sistema financiero con el objetivo de recuperar una mayor cantidad de dinero en el futuro. Es decir, cambia consumo de hoy por consumo futuro. El sistema financiero se ocupará de canalizar el dinero de todos los ahorradores hacia aquellos que necesitan financiación para poder invertir. Si nos fijamos en la economía en su conjunto, en todas las familias, empresas y Estado, veremos que, del resultado de todo lo que la economía ha producido y que medimos mediante el producto interior bruto, una parte se destinará a consumo (privado y público) y otra parte será lo que entre todos se ha decidido ahorrar y que, a través del sistema financiero, irá a parar a aquellos que necesitan invertir y necesitan fondos. Por lo tanto, dentro de una economía —como en una familia— la capacidad global de invertir proviene de la capacidad global de ahorrar. - Vaya flipe. - ¡Qué pasote! - 3,33 GHz, 4 de RAM y 6 núcleos. ¡Un pepino! - No veas. ¡Es la caña! - Llevo un año ahorrando para comprármelo. - Jolín. - Sí. ¡Lo bueno se hace esperar! Y… eso no es todo. - ¿Qué es? - Tachán, tachaaaaaán. - ¡El Reality Fighter! - ¡Sí! - ¡Déjame ver! - ¿Mola, eh? - ¡Qué fuerte, Adri! - Ha valido la pena esperar un año. - Ya lo creo. ¿Sabes? Yo también estoy ahorrando… - ¿Sí? ¿Desde cuándo? - ¡Desde hoy! Para que una economía avance es necesario que invierta; que las empresas adquieran mejor maquinaria, que sean más competitivas, que logren producir con menos costes, lo que será beneficioso para todos, ya que se podrán consumir bienes y servicios de más calidad y a un precio inferior y se podrán producir productos más avanzados que requieren mejores tecnologías. Y para que esto ocurra deben ocurrir tres cosas. Que se produzca ahorro en la economía, ya que si se gastan todos los ingresos en consumir y nadie ahorra no habrá fondos suficientes para que las empresas inviertan. Que el sistema financiero sea eficiente y facilite el trasvase del ahorro hacia las empresas y las familias que desean invertir. Que las empresas inviertan eficientemente el dinero ahorrado por otros que han recibido gracias al sistema financiero por ejemplo préstamos, inversores que adquieren sus bonos o acciones, etc.) y gracias al ahorro de los demás, que han renunciado a consumir hoy con la expectativa de poder consumir más mañana. - ¿Has ido a comprarte la bici? - No, al final no he ido. - ¿Ah no? - No, he decidido ahorrar un poquillo. - Vaya, has escogido la prudencia. - Sí, pero me tienes que hacer un favor. - ¿Cuál? - Guardarme la pasta, que si no..., ¡me la gasto! Ha de quedarnos claro, por tanto, que ahorro e inversión son dos caras de una misma moneda. Un país tiene una capacidad de inversión equivalente al ahorro que es capaz de generar.