Irán: ¿Potencia regional? La visita del presidente Ahmadinejad al Líbano Por Mauricio Carabalí Baquero* La visita del Presidente Iraní al Líbano parece demostrar la posición de Irán como potencia regional en Oriente Medio. Con la visita realizada al Líbano los días 12 y 13 de octubre el Presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad consolidó su influencia sobre ese país por encima de Occidente. Es una influencia que ha venido forjando durante décadas. Desde la invasión israelí al Líbano en 1982, la influencia iraní sobre el país empezó a sentirse. Hizbolá, que es un grupo extremista musulmán chiita, fue creado por oficiales de la guardia revolucionaria iraní para empezar una guerra santa en contra de occidente, en general, e Israel, en particular. Durante la última confrontación regional, la guerra del Líbano del 2006 que enfrentó a Israel y al Hizbolá, este último continuó siendo patrocinado por Irán: la mayoría de las armas y equipo militar que Hizbolá usó contra Israel durante este conflicto eran de fabricación Iraní y se utilizaron por primera vez misiles de mediano alcance y misiles anti-embarcaciones guiados por radar. Durante la visita el presidente iraní recordó su deseo de borrar a Israel del mapa. Que es una amenaza que pronto podría cumplir si sus planes nucleares no son controlados por la comunidad internacional. ¿Potencia regional? Irán tiene todo para convertirse en una potencia regional: tiene la voluntad de sus líderes, la población más grande de todo Oriente Medio (alrededor de 70 millones de personas), y suficientes recursos financieros debido al aumento de los precios del petróleo durante la primera década del siglo XXI, que le han permitido consolidar sus instituciones internas, particularmente las fuerzas militares. Hay elementos en el contexto internacional y regional que le dan a Irán la oportunidad de convertirse en un gran poder. El colapso de la Unión Soviética condujo a la creación de al menos 4 países con mayorías musulmanas al norte de Irán (Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán y Azerbaiyán). La debilidad de los recién creados Estados de Asia Central ha sido una oportunidad para tratar de expandir su revolución islámica. En segundo lugar, Irán se convirtió en el único aliado de Siria que necesita de su petróleo a bajos precios. Al tiempo que ambos países han cooperado con respecto a la situación en el Líbano El tercer elemento fue la invasión estadounidense a Irak que eliminó el único contrapeso y enemigo de Irán en la región. Es más, algunos elementos la mayoría chiita iraquí es pro-iraní. La invasión estadounidense a Afganistán también eliminó una fuerza hostil a Irán que eran los talibanes. Desde entonces, Irán ha aumentado su influencia con las mayorías chiitas en la parte suroccidental de ese país. Retos y problemas para consolidar su poder Sin embargo, también tiene problemas para consolidar su poder en la región. La división entre persas y árabes es muy real. Y más aún lo es la división en el islam entre chiitas y sunitas. Los persas son musulmanes chiitas y los árabes son de mayoría sunita. En términos simbólicos, los nacionalistas árabes rechazan la designación del Golfo Pérsico y prefieren llamarlo Golfo Árabe. En tiempos de confrontación como durante la guerra Irán-Irak estas diferencias que convierten en odio real. En esa guerra, Irak decidió no esperar hasta que Irán fuera capaz de lanzar una Revolución Islámica en su país, por ello Saddam Hussein invadió Irán en 1980 en lo que se constituyó en un ataque preventivo. Los esfuerzos de la guerra favorecían a Irán debido a la guerra de trincheras que había planteado al sur de país. Un tipo guerra que tiene un alto costo en vidas humanas (en ese entonces Irán tenía 54 millones mientras que Irak solo tenía 16 millones), mientras que Irak luchaba gracias al apoyo de los países árabes, particularmente Arabia Saudita, la ayuda militar de occidente y el uso de armas químicas. Tras ocho años de lucha el Ayatola Jomeini, tuvo que buscar la paz. La revolución había sobrevivido. Los líderes que reemplazaron a Jomeini decidieron tener un control fuerte al interior del país y solo como una prioridad secundaria intentarían expandir la revolución islámica. En el ámbito interno hubo un periodo de permisividad política entre 1990 y los años 2000 candidatos reformistas ganaron todas las elecciones. En las últimas elecciones, los iraníes jóvenes demostraron su descontento con el régimen. Y cuando el petróleo empezó a bajar la economía empezó a tener problemas. La respuesta del régimen fue impedir que haya un cambio real. Internacionalmente Irán, ha actuado de forma secreta y cuidadosa. Sin embargo, la estrategia de expandir la revolución ha creado un ambiente hostil para ellos: insistir en que Estados Unidos en el “Gran Satán”, expandir el anti-americanismo en la región, patrocinar el terrorismo y tratar de bloquear cualquier progreso en la resolución del conflicto palestino-israelí han sido medidas que lo convierten en un Estado aislado de la comunidad internacional. A todos estos problemas el régimen respondió con firmeza ideológica, represión a la oposición, movilizaciones en masa, patrocinar el terrorismo y algunos movimientos revolucionarios, y la búsqueda de armas no convencionales de destrucción masiva. La comunidad internacional y, particularmente, la Organización de las Naciones Unidas, deberá enfrentarse pronto con mayor fortaleza diplomática a un Estado que obtuvo la posición de potencia regional y que no quiere respetar los compromisos legales y políticos que ha adquirido en el sistema internacional, para salvaguardar la paz en una región ya convulsionada. *Politólogo e Internacionalista. Profesor de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.