La publicación oficial de la Asociación Nacional de Abogados Laboralistas Desencanto del social Dentro de mi actividad profesional, médico perito, realizo informes para solicitar incapacidades laborales permanentes, impugnación de altas, modificación de contingencias, etc. Los clientes son variados, pero tienen una característica común: se sienten incapaces de mantener una actividad laboral. Ya sea la suya en particular o cualquier otra. Distingo entre tres tipos de clientes, en relación a la solicitud de incapacidad permanente. Aquellos a los que les explicas que es muy difícil que se la concedan, pero ellos, aún siendo conscientes de ello, estiman que quien debe decidir es el juez. Otros que consideras que existe probabilidad de que les concedan la incapacidad, en algún grado, y encuentras justificada su solicitud. Y finalmente, un tercer grupo que estás convencido de que han perdido de forma permanente su capacidad laboral (ya sea para su profesión habitual o para cualquier profesión). De este tercer grupo es del que deseo hablar. Personas de las que estás totalmente convencido que han perdido capacidad laboral. Personas que es imposible que encuentren un trabajo que puedan desarrollar, no por edad ni por cualificación, sino por capacidad física. Personas que han perdido la esperanza de volver a trabajar, en lo suyo o en cualquier otra profesión. Que son incapaces de rendir en un trabajo, que tienen que realizar un esfuerzo superior a lo exigible, que la penosidad laboral (a todos nos cuesta un esfuerzo y podemos acabar la jornada con algún dolor o molestia soportable) es superior a lo que se le puede pedir. O aquellos que el sólo hecho de ir a trabajar ya les supone un estado de ansiedad, por el desplazamiento, por tener que enfrentarse a su jefe, por tener que relacionarse con otras personas, etc. Organismos evaluadores Lo primero que nos encontramos es con los EVI, el ICAM, etc. Se podría decir que consideran que todo aquel que solicita una incapacidad permanente es un vago que intenta vivir de los demás. O que exagera sus dolencias para el mismo fin, vivir sin trabajar. Porque, de lo contrario, no se entienden las valoraciones que se ven. Como muestra un botón: minero de baja por accidente laboral, intervenido en dos ocasiones del hombro derecho (diestro), que el médico de la empresa informa que no puede realizar una fuerza superior a diez kilogramos y que no puede elevar el brazo por encima del hombro. El ICAM informa que se le da el alta por poder realizar su trabajo y que se trata de un proceso degenerativo. Otra posibilidad es que ni se miraron los informes, no sé cual es peor. Peritos Si continuamos el proceso nos encontraremos con los peritos contratados por el INSS. Y fíjense bien, digo contratados por el INSS, son peritos de parte. Remarco esto porque muchas veces he de escuchar que son más objetivos que el perito del trabajador, pues éste último es de parte. Además, se les conceden privilegios. En muchos, mejor dicho, en casi todos los juzgados del social, entran las partes y los peritos. El contratado por el INSS habla después de haber escuchado al perito del trabajador. Pero el perito del trabajador no puede replicar después. Es una vulneración de los derechos del trabajador y de las garantías procesales. Se concede una ventaja sustancial a uno de los peritos. Sigamos con los ejemplos. Trabajadora con pérdida de audición total en un oído y muy importante en el otro. El perito del trabajador explica que la comunicación está muy alterada, que la paciente presenta un aislamiento sensorial. Pero viene el perito del INSS y dice que no hay problemas para mantener, con la trabajadora, una conversación (debiendo hacer constar que, ese perito, ni siquiera había explorado a la paciente). Y omite, o desconoce, c/ San Bernardo, 20 1º planta - 28015 Madrid Tel: 91 543 4547 Fax: 91 532 3132 www.elaboralista.com info@asnala.com La publicación oficial de la Asociación Nacional de Abogados Laboralistas que la paciente ha aprendido a leer los labios, y el perito de la trabajadora no puede replicar, explicar ese hecho. Eso si el perito no tergiversa una realidad evidente. Recuerdo un caso que es el paradigma de lo dicho. El paciente era un trabajador, joven, de la construcción. Su historial médico y policial era normal. Sin enfermedades, sin hábitos tóxicos y sin antecedentes de riñas, peleas, etc. En el trabajo sufrió una fractura craneal por contusión directa con lesión cerebral por las esquirlas óseas. Desde ese momento sufrió un trastorno de la personalidad. Manifestado en forma de agresividad, irresponsabilidad, actos antisociales, etc. Por lo que fue diagnosticado como trastorno orgánico de la personalidad. El Centro de Salud Mental confirmó el diagnóstico, y así lo declaró la psiquiatra que trataba al trabajador. Pero vino el perito de la mutua laboral y dijo que se trataba de una alteración secundaria a consumo de drogas (había declarado haberse fumado algún porro, de forma ocasional). Y como la actitud del trabajador era un tanto "rara", tal y como corresponde a un trastorno orgánico de la personalidad, el juez consideró que no eran secuelas de accidente laboral y que no estaba incapacitado para trabajar (pues lo que debía hacer era rehabilitarse). Tampoco se tuvo en cuenta que todos los análisis toxicológicos realizados, con anterioridad al juicio, en el Centro de Salud Mental fueron negativos. Pruebas complementarias Capítulo a parte son las pruebas complementarias. Hasta hoy he mantenido, en los juzgados que las pruebas complementarias benefician a quien las paga. Siempre que quien las paga sea el INSS o una mutua laboral. Ya que si las paga el trabajador, son pruebas privadas y su objetividad queda en entredicho. Lo curioso es que, aunque he visto aspavientos, nadie me ha presentado una queja formal. Resonancias en las que todo es leve, o mínimo. O degenerativo, si se trata de un accidente laboral. O pruebas cuya indicación es más que dudosa y su interpretación mucho más. Como es el caso de la solicitud de pruebas biomecánicas a pacientes con fibromialgia. Son pacientes que no tienen ninguna lesión articular (arco de movilidad normal) y que presentan dolores que no les permiten realizar esfuerzos (y los tachan de fingidores). O aquel que, a pesar del dolor, se esfuerza al máximo. Al finalizar la prueba biomecánica debe ir a urgencias después de realizar el estudio, el dolor se convierte en insoportable. Pero como ha hecho la prueba quiere decir que puede trabajar. Interpretaciones más que interesadas, solicitudes no indicadas para poder realizar afirmaciones tergiversadas. Eso lo llaman objetividad. Los jueces y su entorno Estoy convencido de que nadie dicta unas directrices a los jueces en relación al sentido de sus sentencias. Lo que se oye por la calle, de que a los jueces del social se les indica dar las menos invalideces permanentes, considero que no es cierto. Pero sí que los jueces están influidos por su entorno social. Las noticias sobre la situación de las arcas del Estado, la situación de la Seguridad Social, etc., no les resultan ajenas. No pueden aislarse del mundo en el que viven. Y eso afecta al sentido de sus sentencias. A mayor bonanza, mayor facilidad en dictar sentencias de incapacidad permanente. Cuando la situación es más compleja: menor reconocimiento de situaciones de incapacidad permanente. También parece que exista una influencia cultural. Pues se hace evidente que los criterios varían ostensiblemente de una Comunidad Autónoma a otra. Siendo conocido, por todos, que existen Comunidades en las que conseguir una incapacidad permanente es mucho más sencillo que en otras. c/ San Bernardo, 20 1º planta - 28015 Madrid Tel: 91 543 4547 Fax: 91 532 3132 www.elaboralista.com info@asnala.com La publicación oficial de la Asociación Nacional de Abogados Laboralistas Pero también tenemos jueces que no desean dar una imagen de condescendencia con el trabajador. Temen que, en segunda instancia, se anule una incapacidad permanente que ellos han concedido. Les resulta incómodo pensar que se les pueda advertir sobre el número de incapacidades que conceden. En cambio, lo contrario, que se conceda un incapacidad que ellos han denegado, no les causa ninguna ansiedad. Desencanto del social Estos elementos perturbadores de la labor pericial producen una sensación de cansancio, frustración, malestar, etc., pues ves cómo se producen situaciones injustas a todas luces. Este conjunto de sensaciones es el que englobo bajo el término "desencanto". Aquella labor profesional realizada con toda, y valga la redundancia, profesionalidad no se ve correspondida por los resultados. Y no es una cuestión remediable. Porque si modificar el enfoque, la forma de exponer, etc., sirvieran para mejorar los resultados, sólo se tendrían que aplicar, las mejoras posibles. La cuestión es que se lucha contra elementos externos a nuestro control y que no podemos modificar. Este sobreesfuerzo no se ve recompensado con unos resultados acordes con nuestro criterio. Y me refiero al sentir del perito de parte. En otras ramas del derecho (civil, penal, etc.) te llevas alguna decepción al ver que la sentencia no es acorde a lo esperado. En el social, son tan frecuentes estas decepciones que hay momentos en los que te entran ganas de tirar la toalla. Sólo el deseo de modificar la tenencia, y alguna sentencia en la que ves que has podido superar todos los obstáculos (médicos, administrativos, sociales, etc.) te ayudan a seguir. Te ayudan a superar el "desencanto del social". Daniel Sanroque Perito médico c/ San Bernardo, 20 1º planta - 28015 Madrid Tel: 91 543 4547 Fax: 91 532 3132 www.elaboralista.com info@asnala.com