NUTIBARA O NUTIBARÁ VOLUMEN 14 –15, NÚMERO 142, 1938 REPERTORIO HISTORICO ORGANO DE LA ACADEMIA ANTIOQUEÑA DE HISTORIA FUNDADA EN 1903 DECLARACIÓN OFICIAL DE LA ACADEMIA ANTIOQUEÑA DE HISTORIA SOBRE LA VOZ INDÍGENA "NUTIBARA" En su sesión ordinaria del 5 de los corrientes, la Academia sometió a la consideración de sus miembros presentes la siguiente declaración, que fue aprobada por unanimidad: "Vistos los estudios publicados en los diarios de la ciudad por los competentes y autorizados escritores doctor Antonio Gómez C., doctor Félix Mejía A., doctor Obdulio Palacio, doctor Gustavo White U., don Ramón A. Elejalde y otros, y habida consideración de la fonética tradicional de la palabra "Nutibara", tema ya suficientemente ilustrado por su competente académico don Agapito Betancur (q. de D. g.) la Academia Antioqueña de Historia hace la siguiente declaración oficial: "La voz indígena "Nutibara", que corresponde al nombre del cacique occidental, hijo de Anumaibe, que trató de oponerse a los conquistadores Juan Vadillo y Francisco César, debe pronunciarse con acento grave". El Vicepresidente, Joaquín G. Ramírez. — El Secretario, José Solís Moncada. NUTIBARA O NUTIBARA Por A. Gómez Campillo Con temor de desacertar, porque vamos a espigar en campo desconocido, y sólo por atender a la invitación de nuestro amigo don Luis M. Hernández, que es un veterano en el arte del bien decir, damos nuestro concepto sobre la pronunciación del nombre del cacique que en la época de la conquista extendía sus dominios desde la Serranía de Abibe hasta la Cordillera Occidental de los Andes, y quizás aún hasta las riberas del río Cauca, que se hizo célebre por la derrota que infligiera al mejor de los capitanes del Adelantado de Cartagena, don Pedro de Heredia. Para honrar la memoria de ese gran cacique tenemos ya el "Cerro de Nutibara", donde se levantará un hermoso y significativo monumento, y se piensa además en la construcción de un espacioso y cómodo hotel, digno de la metrópoli antioqueña que llevará el nombre de "Hotel Nutibara", y los curiosos en lingüística y en historia y aun los que no lo son, desean saber cuál es la verdadera pronunciación de ese vocablo. Desde luego nos inclinamos a la forma grave, Nutibara, que suena mucho mejor que la aguda, Nutibará, y vamos a dar algunas razones. Tres historiadores antiguos podemos citar como autoridades en esta cuestión: el Licenciado. Badíllo, que visitó personalmente los dominios del cacique y que, en la persona de su teniente Francisco César sufrió la gran derrota, cuya relación publica Fernández de Oviedo en su “Historia General y Natural de las Indias" (tomo II); Pedro Cieza de León, soldado del mismo Badillo y compañero de César ("Crónica del Perú), y Juan de Castellanos en sus famosas "Elegías de Varonas Ilustres de Indias". Badillo, a quien reconozco mayor autoridad, empleó siempre la forma grave: Nutibara. "E de allí envió e licenciado a llamar el cacique Nutibara". "E otro día siguiente, veynte y dos de abril, subieron "una sierra é llegaron a un valle que era el aposento de Qinochu, hermano de-Mutíbara". Ciezá de León, reconocido como un gran observador y famoso cronista, da al cacique su verdadero nombre, Nutibara, no Mutíbara, como lo llama Badillo, ni Utíbará, como le llama el Padre Castellanos, y emplea siempre la forma grave: "Todos los más destos indios, dice, que viven en estas montañas eran subjetos a un cacique grande y poderoso, llamado Nutibara"; "desta provincia era señor o rey uno llamado Nutibara"; "por otra parte desde valle, donde es señor Nutibara". El Padre Castellanos, que apenas es testigo de oídas, porque refiere lo que oyó a un soldado y a quien por lo mismo reconocemos escasa autoridad, fue el primero que empleó la forma aguda, quizás porque escribió en verso y porque en esa forma lo exigía la retórica, sin perjuicio de emplear la- forma grave cuando sonaba mejor. Así, encontramos aguda la palabra en estos versos: "Tierra fue del Guacá, tras de quien irnos. Toda la cual Utibará regía”. Por razones de métrica tenía que acentuar a Guacá y Utibará. Pero donde la métrica no exigía la forma aguda empleaba la grave: 'Subiendo sin rumores ni ruidos. Hasta la cumbre de mayor altura, Do Utibara tenía sus poderes, Grandes riquezas, hijos y mujeres". Y no citamos más historiadores como Herrera, Simón, Piedrahíta, porque se limitaron a copiar a aquellos tres. Juzgamos que se trata de una palabra compuesta de “Nuti", el nombre propio, cuyo significado desconocemos, y "bara", que en el idioma catío quería decir hacedor, rey. Había en la parte occidental de nuestro departamento dos provincias limítrofes: la de Guanchicoa, cuyo cacique se llamaba Antibara, situada más allá de la Serranía de Abibe, probablemente en la región que hoy forma el municipio de Pavarandocito; y Nutibara, cuyos dominios comprendían la serranía dicha, la Provincia de Guaca, hoy territorio del municipio de Dabeiba, y los valles de Nore, a donde el Capitán Juan de Cabrera trasladó la ciudad de Antioquia; y aquellas terminaciones de los nombres de ambos caciques en "bara", nos han hecho sospechar que se trate de palabras compuestas. Y si el componente no era agudo en la lengua catía, tampoco podía serlo la palabra compuesta. Pero lo que mas nos inclina a la forma Nutibara es que las lenguas sudamericanas, entre ellas la qhexwa, la aymará y entre nosotros la catía, carecían de acentos prosódicos, a semejanza del vascuense; así lo observaba el investigador uruguayo Benigno Ferraíro. La razón de agudizar las palabras geográficas es porque el sufíjo es monosílabo; pero esa regla no puede aplicarse a los nombres propios compuestos con disílabos. " Y ni aún las palabras geográficas deberían tildarse, si es que queremos conservar la fonética primitiva. El Padre Fray Pablo del Santísimo Sacramento, en su ensayo gramatical de la lengua katía (él la escribe así) nos da la regla que debemos observar: "Todas las sílabas en el idioma katío se pronuncian con la misma duración de tiempo; carecen, por tanto de acento prosódico. El que oye a estos indios pronunciar palabras aisladas produce (recibe) la impresión de que acentúan la última sílaba, como en los franceses, pero en realidad no hay tal. El .» indio pronuncia indistintamente, v. gr., pakuru o pákúrú, es decir, o las acentúa todas o no acentúa ninguna. Un oído extraño, no acostumbrado a semejante igualdad, busca en seguida el acento y cree entenderla .pakurú, pero repítaselas pákuru o pakúru y se notará que el indio no da la menor muestra de extrañeza, como lo haría un español a quien se le dijera v. gr. cáballero u hombré. Esta regla sirve igualmente para las palabras geográficas terminadas en Do, que por ser compuestas de este monosílabo final, parecen ser, con más propiedad, agudas, v. gr., Pegado, Choromando, etc., pero estas palabras pronunciadas por un indio en la conversación se someten totalmente a la ley común de la carencia de acento. No debe nadie extrañarse de esta particularidad del katío de carecer de acento prosódico; el Euzquera, lengua antigua y aglutinante como él, ofrece la misma particularidad, comprobada por los más sabios lingüistas. Careciendo, pues, de acento prosódico, no hay lugar en la escritura al acento ortográfico". Y al castellanizar la palabra, agregamos nosotros, como en castellano todas las palabras polisílabas llevan acento prosódico, sí no hay tilde, tiene que pronunciarse como si fuera grave. Dejemos, pues, el acento para la ultima silaba en las voces geográficas ya consagradas por la costumbre, como Antadó de anta (tagua), y do (río). Ópogadó, de Ópoga {iguana) y do (río), y para los nombres propios de lugares terminados en a, como Aná, Anzá, Buriticá; pero empleemos la forma grave para los nombres propios de personas: Nabuco, Sinago, Tone y el más notable de todos NUTIBARÁ. Medellín, 17 de junio de 1938. Señor N. N. Distinguido señor: Me refiero gustoso a su importante carta en que usted se sirve inquirir mi opinión sobre si se dice Nutibara (palabra grave) o Nutíbará (aguda). En mi concepto, si se trata de una voz catía —como me parece—- el punto se resuelve perentoriamente considerando que tal lengua no tiene acento prosódico, ni por consiguiente acento gráfico, —según afirmación categórica del sabio Carmelita descalzo que la ha estudiado y ha escrito su gramática. No conozco otra sobre el particular. En otros términos, o todas las sílabas son tónicas o todas son átonas. De. manera, pues, que según esto, tan corriente es el nombre como grave o como agudo. Y así se explica sencillamente, la discrepancia del uso de los autores al respecto, aunque como usted lo habrá .visto por la prensa, el uso se inclina a la palabra grave. ' Agrega el docto religioso que esa carencia de acento es también propiedad del éuscaro o vascuence, lengua antiquísima y de carácter aglutinante como la catía; observación que trae a la memoria la del profesor americano Whitney en el sentido de que el Vascuence posee más sorprendentes analogías con los idiomas aborígenes de Sudamérica que con otro ninguno conocido. Entre paréntesis: no sobrara .anotar que ha habido autores graves que sustentan que el éuscaro es la lengua que se habló en el Paraíso. De usted agradecido y atento servidor, Obdulio Palacio M. NUTIBARA O NUTIBARÁ Por el Dr. Félíx Mejía Arango Con no poca extrañeza hemos visto en reclentes días adoptar para grandes empresas el nombre de nuestro gran cacique de Antioquía, en forma que nos mueve, si no a protestar, por lo menos sí a solicitar una razón de peso que autorice para desfigurar el bello nombre de Nutibara acentuándolo en su última sílaba. Solamente un argumento ha sido expuesto de manera tímida, naturalmente, como que no se está muy Seguro de él, y es el del acento indígena. Se cree generalmente que el vocablo indígena antioqueño, por el mero hecho de serlo, tiene forzosamente que pronunciarse acentuando la última vocal. El argumento histórico, no se ha traído a cuento porque no existe, sencillamente. Muchísimos ejemplos podríamos citar en que la palabra indígena cuya terminación es vocal no es aguda. Parece que la terminación to, do, da, que significan río o corriente de agua en sentido real o figurado, no hacen al nombre agudo necesariamente. Tenemos ejemplos muy claros y conocidos en los agudos Taparlo, Quitodó (Quibdó), Dochará o Dochadá; en graves como Tonuzco, Nare, Atrato. etc. En esta cuestión no hay regla alguna que nos indiqué de qué modo o en cuál forma debemos acentuar las palabras. Por estas razones buscamos en la historia y nos apoyamos en tradición que se orienta por la eufonía en el oído popular. Es indiscutible que son más agradables al oído y de más fácil pronunciación Nutibara, Andágueda, Atrato, Nare y Bredunco, que Nutibará, Andaguedá, Atrató, Naré y Breduncó. La fuente de información indiscutible es la que se basa en las investigaciones de los historiadores y cronistas, y no en hipótesis o suposiciones: afortunadamente en ellas tenemos argumentos de una claridad indiscutible. Solamente en las Elegías de Castellanos y en la reseña que ilustra la geografía de Antioquia, del doctor Uribe Ángel, hemos encontrado alterada la verdad histórica en relación con algunos nombres, entre los que se encuentran Utibará y Guacá en lugar de Nutibara y Guaca. A continuación transcribimos algunos apartes de autores antiguos y modernos donde se hace alusión al cacique de Antioquia: Pedro Cieza de León. — Este cronista de la expedición de Vadlllo, quien entró, como él mismo nos cuenta, de quince años a estas américas, y salió de treinta y dos, permaneciendo diez y siete en el interior; escribió entre 1541 y 1550, en su crónica del Perú: , "Todos los más destos indios que viven .en estas montañas eran subjetos a un señor o cacique grande y poderoso, llamado Nutibara". "Desta provincia era señor o rey uno llamado Nutibara, hijo de Anunaibe, tenía un hermano que se decía Quinunchu. Era en aquel tiempo su lugarteniente en los indios montañeses que vivían en las sierras de Abibe (que ya pasamos) y en otras partes: el cual proveyó siempre a este señor de muchos puercos, pescado, aves y otras cosas que en aquellas sierras se crían; y .le daban en tributo mantas y joyas de oro. Cuando iba a la guerra le acompañaba mucha gente con sus armas. Las veces que salía por estos valles caminaba en unas andas engastonadas en oro y en hombros de los más principales; tenía muchas-mujeres junto a .la puerta de su aposento, y lo mesmo en todas las casas de sus capitanes, tenían puestas muchas cabezas de sus enemigos, que ya habían comido: las cuales tenían allí como en señal de triunfo". Antonio de Herrera. — Escribió la historia general de Ios hechos de la conquista del Nuevo Reino de Granada, conocida con el célebre nombre de "Las Décadas de Herrera”. Su obra fue publicada en una bella edición en la imprenta de Francisco Martínez, en Madrid, entre los años 1720 y 1728. 'Hace' mención al asunto que nos interesa en la VI década, libro VI, página 131: ". . . . eran sujetos a un cacique llamado Nutibara, que caminaba en andas de oro, i tenía a las puertas de su casa muchas cabezas de sus enemigos porque los cuerpos se los comían; su religión era adorar el sol, y el demonio les aparecía en diversas figuras, i hablaban con ellos. ..." Lucas Fernández Piedrahita. — En su historia del Nuevo Reino de Granada, edición de Medardo Rivas, hecha sobre la de Amberes de 1688, página 82, capítulo III nos relata: "Al fin descubierta gran .parte de la sierra poblada de Indios sujetos a Nutíbara, cacique poderoso de quien se decía caminar en andas de oro". , Fray Pedro Simón, — Pasó por la América en las postrimerías de la conquista y publicó en España la primera parte de su obra, "Noticias Historiales", en los años de 1626 y 1627. La obra completa fue publicada en la imprenta de Medardo Rivas, en Bogotá, de 1882 a 1892 y consta de cinco tomos. En la segunda noticia del tomo IV, capítulos II y III dice: "El rey y señor de esta provincia se llamaba Utibara, hijo de Anunaíbe, que también había sido señor de ella, porque aquí heredaban los hijos. Este Utibara tenía un hermano, que se llamaba Quinunchú, que a la sazón era su Lugar-Teniente sobre todos los indios montañeses de la sierra de Abibe, los cuales entre los Tributos que le daban en oro fundido y muchas mantas, le proveían sus despensas de muchos puercos zahínos, que son los que tienen el ombligo en la región de los riñones, y otros que llaman de manada, frescos y disecados en barbacoa, mucho pescado, ave, curíes, conejos y otras cosas de la tierra. Cuando salía a la guerra o a dar vista a estos valles y poblaciones de sus vasallos, iba acompañado de grandes escuadrones de gente con sus armas, en hombros de valientes y principales indios, en andas tachonadas de oro. Eran las señales de sus trofeos y victorias las cabezas de sus enemigos colgadas a lasa puertas de sus aposentos cuyos cuerpos ya se habían comido, lo que también tenían por privilegio sus capitanes, que aquella gente toda es carnicera: de carne humana, sin escapar ninguno de los que habían a las manos en guerras o en otra ocasión que no se lo comiesen, como no fuesen naturales de su pueblo; ceguera miserable en que los tenía puestos el Guaca. Servíase Utibara de muchas mujeres, y los .demás tenían las que podían sustentar; su religión era adorar al Demonio en grandes y bien formados templos donde se les aparecía en varias figuras, en especial de tigre, cuando los quería amenazar y meter en temor". "Comenzó a despuntar el cuarto, día esté ejército de Utibara por la cumbre de una sierra, adonde les dieron vista nuestros soldados, que a no destemplarse el gusto en verse tan pocos, lo fuera muy grande ver el innumerable ejército de salvajes en tan completo orden y discipIina militar, tan relumbrante y de brillantes joyas y patenas de fino oro a los .rayos del sol, con tan levantados penachos de rica y vistosa plumería con que mostraban apariencia de acrecentada corpulencia sobre la mucha que tenían. Oíanse innumerables instrumentos de guerra, con confuso estruendo de caracoles, flautas, fotutos, tambores y otros a su modo, cargados de arcos, flechas, hondas, macanas y lanzas; acompañabálos ,gran suma de mujeres con ollas y cargadores para cargar y cocer la carga de los nuestros, teniendo por cierta y segura la victoria, por verse en tan crecido número los bárbaros, a quienes gobernaba el Quinunchú, porque del Utibara sólo era presidir, cargado, como hemos dicho, en sus ricas andas, en hombros de sus más principales. Nótese que el Padre Simón apocopa el nombre de Nutibara, diciendo Utibara, y acentúa el de Quinunchu, diciendo Quinunchú. De esta relación y de la de Castellanos tomó seguramente el doctor Uribe Ángel la ortografía del nombre del cacique adulterada por completo. Dice el ilustre .sabio de Antioquia en su Gegorfía, página 595: "El Cacique Utibará regía como señor aquel país"; página 603: "Andando más, llegaron al. valle de Guaca, señorío de Utibará". ' Fuera de estos autores todos coinciden en la ortografía de los nombres Nutibara y Guaca. En cuanto a la relación de los hechos todos están más o menos de acuerdo. Traemos la octava de Castellanos donde se hace alusión al caso. Exprofeso no hemos dado Importancia a la ortografía de los nombres por tratarse de licencias poéticas que le eran indispensables al inspirado cantor tunjano para la métrica y el acento de sus versos. Lástima que el doctor Uribe Ángel no hubiera caído en cuenta de que se trataba de deformaciones permitidas en la lírica. La octava de Castellanos reza: "Y a cualquier valle que se descubría Tierra fue del Guacá tras de quien imos, Toda la cual Utibará regía, Aquel señor de quien mención hicimos, A donde, César y su. compañía, Entraron por el orden que dijimos, Mas no por do caminan .de presente Sino por otra parte diferente". José Antonio Plaza, — De sus memorias para la Historia del Nuevo Reino de Granada, capítulo VI, .pagina 87, tomamos: "El prófugo Vadillo intentó descubrir las tierras que se hallasen en las montañas de Abive e internado en éstas fue derrotado por los Indios al mando de su cacique. Nutibára. Aldana intimó al Licenciado que suspendiese sus proyectos de . nuevas expediciones i por algunas diferencias suscitadas lo compelió a que desalojase el país i hubo de marcharse al Perú, quedándose algunos oficiales con Aldana". Ernesto Restrepo Tirado. — Restrepo Tirado es .la primera autoridad en asuntos indígenas colombianos quien ha desenredado la complicada maraña de las tribus, tal como se encontraban regidas y repartidas en la época de la conquista. Publicó un extenso estudio con su carta geográfica informativa sobre las tribus indígenas de tierra firme (aborígenes de Colombia) .en los Anales de Instrucción Pública, de abril y mayo de 1892 y en la Revista Literaria, entrega 19 correspondiente a la misma época. De este estudio tomamos algunos párrafos, hay algunos transcritos literalmente del Padre Simón, menos en lo que se refiere al nombre de Nutibara en vez de Utibara. Dice: .... llNutibara • \ que allí reinaba a la llegada de César era hijo de Anunaibe su antecesor" … “Los .Caciques y Capitanes, a quienes la suerte de las armas había sido adversa, pagaban al vencedor, su jefe superior, un tributo de oro o esmeraldas, mantas o sal, productos naturales de su suelo, etc. Quinunchú, hermano y teniente de Nutibara hacía traer en barbacoas la colecta hecha entre los . dispersos vasallos de la serranía: consistía ésta en oro, mantas, jabalíes, saínos, etc." "Nutibara salía en andas tachonadas de oro; cuando visitaba oficialmente a sus vasallos iba escoltado por un escuadrón de indios armados". • Julio César García. — Del moderno autor de textos de Historia de Colombia y de un inteligente estudio sobre Primitivos, adoptados por el gobierno como textos oficiales, extractamos un párrafo: "A fines de 1536 partió de San Sebastián con cien soldados, a través del territorio comprendido entre el río León y la cordillera de Abibe, así llamada por el cacique que dominaba en ella, y llegó al valle de Guaca, comprendido aproximadamente desde el cerro León hasta el alto de Carrizal. entre los ríos León o Guacuba y Esmeralda o Tirubí. El cacique se llamaba Nutibara, hijo de Anunaibe, visitaba sus dominios sobre andas enchapadas de oro, llevadas en hombros de sus vasallos; tenía por lugarteniente a su hermano Quinunchú y los dos hicieron frente a los españoles con un .ejército numeroso". Creemos que con las citas hechas hay material más que suficiente para convencer a! más excéptico, pero no queremos cerrar este Comentario sin transcribir lo que sobre el acento en el idioma katío, dice Fray Pablo del Santísimo Sacramento en su interesante Ensayo gramatical publicado en 1936. Su tratado del acento explica: "Acento.—Todas las sílabas en el idioma katío se pronuncian con la misma duración de tiempo; carece por tanto de acento prosódico. En el que oye a estos indios pronunciar palabras aisladas producen la impresión de que acentúan la última como los franceses, pero en realidad no hay tal. El indio pronuncia indistintamente, v. gr., pakuru o pákúrú, es decir o las acentúa todas o no acentúa ninguna. Un oído extraño, no acostumbrado a semejante igualdad, busca en seguida el acento y cree entenderles pakuró; pero repítase pákuru o pakúru y se notará que el indio no da la mayor muestra de extrañeza, como lo haría un español, a quien se le dijera, v. gr., cabállero u hombré. Esta regla sirve igualmente para las palabras geográficas terminadas en do, que por ser compuestas de este monosílabo final, parecen ser, con más propiedad, agudas, v. gr.: Pegado, Choromando, etc., pero estas palabras pronunciadas por un indio en la conversación se someten totalmente a la ley común de la carencia de acento. "No debe nadie extrañarse de esta particularidad del katío, de carecer de acento prosódico; el Euzkera, lengua antigua y aglutinante, como él, ofrece la misma particularidad, comprobada por los más sabios lingüistas. : "Careciendo de acento prosódico no ha lugar en la escritura el acento ortográfico". Es este el dictamen de un perito verdadero en un Idioma que apenas conocíamos someramente por los vocabularios, y que él somete primero que nadie a la técnica gramatical como perito en tan difíciles disciplinas. NTUBA- UABARA Varias veces hemos escrito sobre el nombre de nuestro famoso cacique —rey de los Katíos— y sobre el idioma y etnología de aquélla raza indígena que poblaba un área superior a la de los departamentos colombianos que moran sobre el río Cauca, Lo que hoy nos ocupa es el nombré del rey de los katíos, cuya memoria se ha conmemorado en varios lugares y cuyo nombre llevará el gran hotel que se proyecta en esta ciudad. Hotel que hará de Medellín la ciudad moderna de turismo y que será un ejemplo para la demolición de tanto edificio colonial cuya reconstrucción ayudará a la modernización de la ciudad. Mis distinguidos amigos, los doctores Félix Mejía Arango y Antonio Gómez Campillo, han agotado la materia relacionada con el acento de la palabra, la cual no es aguda, puesto que en el idioma katío no existe el acento. Es, pues, Nutibara y no Nutibará. El nombre del famoso guerrero, del .administrador, organizador y sabio cacique se compone de dos palabras, bien sugestivas, que significan altura, distancia o grandeza. Ntuba, significa cielo, zenit o altura, y Uabara significa distancia. El nombre del famoso cacique ha sido adulterado por nuestro idioma, por los siglos y por la ignorancia. Nuestra fonética nos ha llevado a pronunciar Nutibará en lugar de Ntuba-uabara, así como decimos hoy nendo en lugar de Nedó; Choromandó en lugar de Shoromando. - Si conversamos con un indio de Frontino, Dabeiba, Murindó, Chígorodó, Urrao, Andes o el Sinú, hallamos que nos dicen "katuma shoroma" (cordillera mayor), donde vemos que no suena la,'n', como no suena en dojura shoroma" (gran vuelta del río). A “Bokorodó" (río del sapo) lo hemos adulterado por Pocorondo, y así sucesivamente. Nuestro cacique merece los honores de una estatua, pues no le fue en zaga a los grandes reyes aztecas e incas. Nutibará fue un guerrero de alta estrategia militar, prueba de ello es la manera como distribuyó su ejército para vencer a los españoles poco más arriba de Dabeiba. Las tribus que dominó desde el Istmo de Panamá hasta el Páramo de Las Papas, recibieron la benéfica administración; la sabiduría, el progreso, en fin, de este conquistador Indígena que, unido a la fuerza de las armas, llevaba siempre adelante enarbolada la bandera de la hidalguía y del progreso envuelta en una sensibilidad que lo hizo Morar ante el cadáver de su hermano, muerto en la primera batalla que dieron a los españoles. Bájase de sus andas reales, tachonadas de oro, para llevar en ellas el cadáver de Quinanchú, a quien seguía Nutibara a pié derramando copioso llanto, es una sensibilidad civilizada a la altura de los europeos de su tiempo. Y morir de tristeza por la muerte de su hermano y de sus .tribus vencidas y robadas por seres extraños y poderosos es un grito de protesta de la razón, del derecho, contra la fuerza; grito que aun repercute sobre el ambiente antioqueño. Gustavo White U. APUNTES DE MI CARTERA NUTIBARA ¡Qué nombre más simpático! Fue éste un guerrero autóctono que da prestigio a una época lejana, cuando los hijos de la Iberia dominadora empezaban a hacer sensible su poder tiranizante en América. Nutibara es pues la encarnación del. heroísmo primigenio y su actitud breve y justiciera lo ponen entre los primeros hombres que en las selvas vírgenes de Antioquia, pelearon las sagradas batallas del derecho. He aquí, pues, un aborigen magnánimo que resistió con heroico valor los ataques de los que vinieron a perturbar su felicidad selvática y quisieron usurparle el dominio en los bosques. Este hidalgo cacique indio, era dueño de la región que comprendía desde la sierra de Abibe hasta el río Cauca, y residía con preferencia en los valles de Guaca o sea en el territorio que forma parte del municipio de Dabeiba y sus alrededores. La tribu que comandaba el indio Nutibara era de las más adelantadas y fuertes entre los indígenas antioqueños y ocupaba a la vez una de las regiones más fértiles donde tenía, además algunos cultivos. Entre los españoles que vinieron a América a colonizar — con algunas excepciones—tenían entronizado en sus hechos a la diosa Ambición. El Oro había despertado en ellos grandes apetitos y en busca del señor Au de la Química, cometieron atropellos inauditos y crímenes que espantan. Algunos de estos, comandados por Francisco César llegaron al valle de Pítü y luego a Murri o Frontino, que era donde vivía el cacique Utibara o Nutibara que es lo mismo. Este se dio cuenta de que gentes extrañas se acercaban a su dominio, y entonces dispuso su tribu y los esperó impasible atrincherado en las más altas cumbres de sus selvas, y en esta vez, los indígenas pelearon con los españoles valerosamente, y el campo de la lucha quedó cubierto de armas, cadáveres y heridos. Allí el lusitano César dio muerte a Quinunchú, hermano del valiente Nutibara quien triunfador de la cáfila hispana quedó satisfecho y dueño como antes de la ubérrima comarca. Ese triunfo fue una lección de patriotismo en provecho de la Libertad. Los extranjeros ya maltrechos y aleccionados duramente, continuaron la marcha, y guiados por Pedro Fernández llegaron al valle de Nore que se hallaba habitado por unos indios cuyo cacique se llamaba Nabuco. Este dio a Juan Badillo más de dos mil pesos oro; luego lo condujo al valle de Buriticá habitado por el cacique del mismo nombre, y éste luchó con ellos de una manera que puso en relieve su heroísmo. Mas los españoles le aprisionaron la familia y entonces él lleno de pesar, les ofreció por el rescate doce cargas de oro y les prometió además que les mostraría las minas que producían el metal que ellos tanto codiciaban y perseguían. Pero esto no fue bastante para los ambiciosos, pues Badillo hizo quemar vivo a Nabuco y entonces la tribu espantada, creyó que Antomiá la castigaba cruelmente por cosas que sus Jaibanáes le había predicho. Todo esto parece una leyenda, una fantasía de las Mil y una Noches, pero no, es la verdad recogida por nuestra señora la Historia. El viejo Cromos se engulló á los nutabes. tahamíes, naratupias y otras numerosas tribus que poblaron a Antioquia y cuyo recuerdo es digno de que se evoque en ciertas épocas de la vida. El solo nombre de Nutibara ha hecho revivir en mí, cosas que ya tenía como olvidadas en los repliegues de la memoria. Es, pues, muy justo que se le rinda un homenaje de recuerdo al notable guerrero indígena Nutibara. y se ponga su nombre a algunas obras de la capital de Antioquía, sita en el valle del Aburra, donde también en años pretéritos, los hombres de la selva vivían felices, tatuados con achote, armados de cerbatana, disparando a las fieras del bosque flechas impregnadas con veneno de rana. Fue grandemente feliz la idea de dar a una radiodifusora de la ciudad y a un hotel que se ha de construir, el nombre de Nutibara el príncipe indio, guerrero valeroso, por muchos motivos acreedor a todos los derechos que la fama les concede a los que han luchado en defensa de la Libertad. Nutibara es un símbolo de valor en estas tierras de Antioquía. Así, que sí se le da su nombre a algunas obras, sólo se hace con ésto un acto de justicia a uno de los hombres que en épocas lejanas supieron defender nuestros derechos del enemigo invasor. Nutibara es acreedor a vivir perennemente con nosotros, en obras magníficas, como recuerdo y recompensa a sus hazañas inmortales. Medellín, 16 de ¡unió de 1938. José Solís Moncada OTRO QUE SOSTIENE QUE ES NUTIBARA Frontino, Junio 28 .de 1938 Señor director del "Diario" — Medellín. Señor director: Con sumo agrado he leído en su acreditado diario los interesantes artículos que bajo el sugestivo rubro de "Pleito sobre Nutibara" han publicado los eminentes doctores Félix Mejía Arango y Antonio Gómez Campillo. Verdad es que los distinguidos escritores han agotado el argumento en la averiguación del acento que debe llevar el nombre del legendario abuelo en todo lo más que a este respecto puede hacerse, citar |os autores antiguos y modernos que están de acuerdo en que él nombre no es Nutibará sino Nutibara, si exceptuamos al Padre Castellanos que en aras de la rima sacrifica, frecuentemente, los nombres para acomodarles a sus magníficas octavas. Todavía pudieran aducirse otras razones, si lo son, en pro de la exégesis propuesta, tales como las de así haberlo usado López de Gomara y el Coronel Acosta, que coinciden con los autores citados, pero al fin, todo está basado en el único testimonio acreditado que es el de Cieza de León, que estuvo presente en Guaca, cuando el terrible encuentro con el valeroso casique y que aún éste fue sometido a un intérprete que como lo asegura el Padre Pablo pudo dejar en el cronista la impresión de un acento cuando en realidad era otro. Por desgracia, nuestra historia autóctona no ha sido escrita y sólo ahora empieza a inquietar a los investigadores de las cosas antiguas y como todas ellas se presentan borrosas en la lejanía de los tiempos, cuando tropezamos con un hecho concreto nos hallamos desprovistos de argumentos fundamentados para proponerlo y discutirlo. Yo, que también he gastado buena parte de mis años averiguando en la semi- obscuridad de las crónicas la historia de nuestros aborígenes, no por disciplinas intelectuales sino más bien por una especie de sentimentalismo ansestral, tampoco he hallado más razones que las expuestas por los escritores de su diario y con ellos estoy conforme, aun cuando basado en los mismos argumentos disiento de la opinión del doctor Gómez Campillo cuando dice que lo mismo suena Nabuco que Tone siendo que el nombre de este cacique agudo, como el de Nutibará grave están consagrados por la fonética popular. Si de nombres propios, que los catíos usaban con el acento en la penúltima sílaba, se quiere ejemplarizar, allí están los nombres de los hermanos Bayaquima y Tacujurango, caciques del valle de Nore en la época de Gaspar de Rodas e hijos, probablemente, de Nabonuco o Tabuco. Por ultimo, señor director, tengo otra razón para suscribir el dictamen de que el nombre del "intrépido cacique se pronuncia Nutíbara, y es la misma del insigne cuentista don Jesús del Corral: "Este nombre significa la altivez de Un pueblo libre y es sonoro como tambor de guerra". En todo caso sáquese o no algún conocimiento de esta cuestión él hecho de tratarla es mucho, pues él sólo nombre de ,Nutibara era generalmente desconocido, porque en nuestras pobres escuelas se enseña demasiado a rendir Tributo de admiración a los valores ajenos dejando los méritos propios en el más criminal de los olvidos cuando, guardadas las proporciones debidas, .las gestas gloriosas de esos aborígenes contra el dominio peninsular tienen, seguramente, más significación que las llevadas, a término posteriormente. Del señor director. Ramón A. Elejalde E.