SALVACIONISMO LA SANTIDAD Y LO NO NEGOCIABLE DEL SALVACIONISMO Una distinción crucial y básica El desafío resonó: ‘¿No ha pasado ya el Ejército de Salvación su fecha de vencimiento?’ Me estaban interrogando en un lugar público. Era como si el Ejército estuviera siendo juzgado y yo fuera su abogado defensor. El Señor me ayudó. Primero fue necesario aclarar la pregunta. Resultó que los que la formulaban conocían bastante acerca del Ejército. Conocían nuestras estructuras y métodos, nuestras doctrinas y políticas. De manera que no se trataba tanto del Ejército de Salvación como organización, sino era más bien un esfuerzo para investigar la naturaleza del Salvacionismo. Si el ‘Ejército de Salvación’ es el cuerpo eclesial conocido por ese nombre, la vasta organización internacional que es tanto una iglesia evangélica como una agencia de servicio social (ver el libro de este autor ¿Quiénes son estos salvacionistas? – Un Análisis para el Siglo XXI), entonces ‘Salvacionismo’ es la suma total o la combinación de diversas características distintivas que son peculiares al Ejército. Salvacionismo es una palabra que denota ciertas actitudes, una visión mundial en particular. Significa una amalgama de creencias, posiciones, compromisos, llamados que, al ser considerados en conjunto, no se pueden hallar en ningún otro cuerpo, religioso o secular. El desafío, así, se convirtió en: ‘¿Ha pasado el Salvacionismo su fecha de vencimiento?’ Para responder adecuadamente era necesario dilucidar el elusivo significado de Salvacionismo. Preguntar ‘¿Qué es Salvacionismo?’ no es lo mismo que preguntar ‘¿Qué es el Ejército de Salvación?’ Esta última pregunta puede ser contestada fácilmente refiriéndonos a nuestra historia, nuestros métodos y nuestras estructuras. El Salvacionismo, en cambio, es eso que es subyacente a y rodea todo aquello. Es lo que nos hace quienes somos. Es lo que respecta nuestro pulso, al ritmo de nuestro corazón. Es lo que tiene que ver con los no-negociables que nos hacen un pueblo distintivo, llamado por Dios. (En este estudio estoy usando ‘no-negociables’ y ‘distintivos’ como sinónimos.) El Salvacionismo fue inventado por Dios. El Ejército de Salvación fue levantado por Dios, que le confió el Salvacionismo como un legado sagrado. El Ejército es por ende el mayordomo, divinamente nombrado del Salvacionismo. Como ya se ha dicho, es importante no confundir lo uno con lo otro. Este estudio, por lo tanto, es un esfuerzo para reafirmar lo esencial del Salvacionismno. La santidad estará justo en el centro de esa afirmación. Obediencia a Dios Todavía es importante poder articular nuestros rasgos distintivos como un cuerpo cristiano. No debemos permitir que las voces que hoy en día llaman a prestarle menor atención a las características denominacionales especiales nos desvíen. Es verdad que el denominacionalismo puede ser, y a menudo ha sido, una barrera dañina entre los cristianos. En Norteamérica, por ejemplo, hay unas l.500 denominaciones y religiones. Es por eso que necesitamos, en cada sucesiva generación, comprender quiénes somos a la luz de la forma especial en que Dios nos trata como pueblo. No estamos en el negocio de proclamarnos mejores que otros, o de apuntar un dedo a algún otro. Sin embargo, definitivamente estamos, en primer lugar, en el negocio de saber quienes debemos ser y, segundo, de obedecer a Dios. Si Él nos ha llamado a ser un pueblo distintivo para Él, no podemos correr el riesgo de ser desobedientes. Si Él desea que seamos totalmente Salvacionistas, entonces vamos a serlo. Persistiremos en llevar las marcas del Salvacionismo, resistiendo el intento de trivializarlas o borrarlas. Las marcas que yo tengo en mente, destiladas después de haber servido en nombramientos en el Ejército en los cinco continentes y habiendo viajado extensamente a través del mundo salvacionista, tal vez no sean las cosas que generalmente se nos atribuyen. No estoy pensando, por ejemplo, en cosas como bandas de bronce, grados, terminología militar o música. Tenemos que ir más profundo. Las marcas perdurables del Salvacionismo no serán sinónimo de métodos, programas o adornos exteriores. Estas cosas generalmente son un medio para lograr un fin, aun cuando reconozco que algunas de ellas, con mucha razón, han llegado a ser muy queridas por nosotros. ¿Una receta para una torta salvacionista? ¿Qué es, entonces, el Salvacionismo? ¿En qué consiste? Supongamos que estamos a punto de hacer una torta salvacionista. ¿Cuáles serían los ingredientes esenciales? Ahora bien, otras tortas podrían contener algunos de los mismos elementos, pero sólo la torta salvacionista los tendrá todos. Yo deseo sugerir ocho ingredientes y primero los voy a nombrar como sustantivos: 1. Realismo 2. Idealismo 3. Aceptación (o Inclusivismo) 4. Compasión 5. Sencillez 6. Internacionalismo 7. Visibilidad 8. Audibilidad Nuestra torta va a necesitar todos estos ingredientes, mezclados en igual medida. Tomemos cada uno separadamente, pero ahora usando adjetivos en vez de sustantivos, y digamos: El Salvacionismo es una expresión del evangelio inventado por Dios y confiado al Ejército de Salvación. En su mejor expresión es realista, idealista, aceptativo, compasivo, sencillo, internacional, visible y audible. Ha estado en el mundo por alrededor de 140 años y puede ser localizado en cada continente en 108 países. Esta descripción (no es una definición) exige explicaciones. A primera vista puede parecer un poco blanda, como si estos fueron los atributos obvios que cualquier iglesia desearía tener. De modo que cada epíteto en la frase destacada más arriba necesita ser desmenuzado. Ahora haremos eso, ya que no todas las denominaciones reconocerían tener todas estas cosas. Después, al final, agregaré un noveno ingrediente llamado vulnerabilidad, porque debemos ser honestos y decirnos a nosotros mismos y a otros: El Salvacionismo también es algo vulnerable. El Salvacionismo es realista (Rasgo Distintivo 1) El Salvacionismo es realista. Es totalmente aterrizado respecto a la naturaleza humana y el pecado. Se dice que uno no puede asombrar a un salvacionista maduro al describirle las profundidades de lo pecaminoso de las acciones o el estilo de vida de uno. Le creemos a la Biblia cuando nos dice que no hay profundidad a la que no podamos caer. Nosotros hemos visto, o hemos experimentado en nuestras propias vidas, la verdadera fealdad del pecado. Aun cuando algunos pueden sentirse acobardados por esto, nosotros no. Buscamos hoy la gracia para obedecer el llamado de antaño de nuestro Fundador, General William Booth: ‘Id tras las almas y ¡buscad a las peores!’ Estamos llamados a tratar con los peores. Tenemos que ir donde puedan hallarse. El Salvacionismo busca. No se sienta y espera que los perdidos soliciten ayuda. El Salvacionismo tampoco comulga con la escuela de pensamiento de que el pecado es aceptable hoy en día. No es aceptable. La Biblia lo dice. El infierno reirá a gritos el día en que el Salvacionismo deje de defender osadamente, valientemente, inteligentemente e intencionalmente todas las piadosas normas de pureza y justicia. Nuestra percepción de lo horrendo del pecado, de su naturaleza insidiosa, de su capacidad esclavizadora, no es para debilitarnos. El Salvacionismo por tanto está perpetuamente en guardia. El gran Winston Churchill dijo, ‘Debemos estar listos a defendernos, en todo momento, de cualquier cosa que el enemigo pueda lanzarnos en su momento elegido.’ Él hablaba de una guerra física. ¡Cuánto más cierto es en el caso de la guerra espiritual! El Salvacionismo sabe que el pecado es cualquier transgresión de las leyes o de la voluntad de Dios. Aun cuando las víctimas principales de sus nuestras acciones son otras personas, el pecado es esencialmente en contra de Dios. El Salvacionismo ve al pecador como responsable por su propio pecado, pues aunque están expuestas a pecar, las personas son agentes libres. Nosotros sabemos que el pecado nos separa de Dios. Involucra culpabilidad y atrae la ira divina. Atrapa y esclaviza, oscureciendo la mente y profanando el corazón. Debilita la voluntad y aletarga la conciencia. Su penalidad es muerte, porque el alma pecaminosa y no perdonada no verá a Dios. El pecado es un mal terrible que tiene horribles consecuencias. Todo esto le da alas urgentes a nuestro trabajo de ganar almas. Sin embargo, en el centro del Salvacionismo se halla el símbolo del alma humana encontrándose con su RedentorCreador: el Banco de Misericordia (Éxodo 25:17; 26:34). Ningún lugar de adoración del Ejército de Salvación está completo sin un Banco de Misericordia. Es nuestro pulso, el latido de nuestro corazón. Allí el pecador halla perdón y el santo halla mayor gracia. Por lo tanto, en medio de nuestro realismo respecto al pecado, hay un idealismo invencible, boyante, respecto a las alturas que los seres humanos pueden alcanzar en Cristo. El Salvacionismo es idealista (Rasgo Distintivo 2) Esto no se refiere a ser ingenuamente idealista. No somos soñadores románticos. Tenemos nuestra cuota de soñadores, pero los salvacionistas sueñan sueños y ven visiones en el ámbito de lo realizable. Creyendo en la palabra de Dios, arriesgamos todo basados en la oferta de perdón divino que encontramos en Jesús de Nazaret, Salvador e Hijo de Dios. Un hombre o una mujer puede elevarse de los más bajos abismos del pecado para morar aquí y ahora en las mayores alturas de pureza y justicia. Jesús hace esto para la gente. El Salvacionismo cree ardientemente en la disponibilidad de perdón divino de los pecados por los cuales exista verdadero arrepentimiento. Creemos, más aún, que este mismo perdón es ofrecido libremente a cada persona. La expiación hecha por nuestro Señor fue para toda la humanidad. Todos los que lo desean pueden compartir su misericordiosa provisión. Dios no ha excluido a nadie. Desea que todos se salven. El Salvacionismo por ende involucra una convicción inextinguible, ardiente, de que nadie está más allá del amor y de la salvación de Dios revelada en Jesucristo. Nosotros debemos predicar, enseñar y compartir en toda ocasión ese incomparable amor de Dios por los pecadores. Jesús dio prueba de este amor en el Calvario cuando pagó el precio por nuestra salvación. Él tomó nuestro lugar. Nosotros proclamamos la sangre derramada de Jesús como el único remedio para el pecado. Es un mensaje que debe impregnar nuestra predicación, nuestra enseñanza, nuestros escritos y nuestro pensamiento a todo nivel. Es el fundamento de cada manifestación de Salvacionismo alrededor del mundo. Sin embargo, el Salvacionismo no se detiene ahí. Predicamos el perdón de los pecados, y la posibilidad práctica de vivir una vida santa. Somos un Ejército de salvación y de santificación. Al afirmarlo, hemos llegado a un punto crucial – algunos pueden llamarlo el pivote – en el análisis de este estudio respecto al Salvacionismo. Salvacionismo y santidad idealísta (Rasgo distintivo 2 - continuación) Somos gente de santidad. Debemos capturar de nuevo nuestro vigor respecto a la posibilidad de vivir una vida santa día por día. Este libro tiene por objeto ser una contribución más a ese proceso. La enseñanza explícita, bien informada respecto a la santificación está en peligro de convertirse en un arte olvidado en nuestras filas. Sin embargo, la intención de Dios es que sea un legado sagrado conferido a nosotros, una faceta central de todo lo que representamos en el mundo. La Décima Doctrina del Salvacionismo afirma: Creemos que es privilegio de todos los creyentes ser santificados por completo y que su ser entero, espíritu, alma y cuerpo, puede ser guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Tan distintiva es esta enseñanza (pocas otras iglesias subscribirían esta doctrina, siendo la Iglesia de los Nazarenos – todavía numéricamente significativa en Norteamérica – una notoria excepción) que, junto con nuestra posición respecto a los sacramentos (ver más abajo), equivale a casi la única posición teológica de especial significado que hemos podido ofrecer entre las iglesias. Llega al corazón mismo del Salvacionismo. Si me perdonan un toque de exageración retórica, hasta se podría decir que el Salvacionismo es santificación, tan fundamental es nuestra Décima Doctrina para lo que debemos ser, como pueblo distinto ante Dios. Una directa explicación respecto a la creencia salvacionista sobre la santidad se puede hallar en mi libro Never the Same Again (Editorial Crest Books, 1997, Alexandria), Capítulos 5 y 8. Los escritos clásicos de principios del Siglo XX del Comisionado Samuel Logan Brengle son absolutamente indispensables, y los del Comisionado Edward Read también proporcionarán muchas luces sobre el asunto. El libro Sanctified Sanity (Editorial Crest Books, 2003, Alexandria) es un bienvenido enfoque nuevo de la vida y enseñanzas de Brengle. Esto es sólo para mencionar unas pocas de las muchas útiles fuentes literarias abiertas para cada salvacionista. El Ejército necesita que sus soldados y oficiales estén imbuidos en este rasgo distintivo clave y que no sólo sean maestros, sino también modelos vivientes de la vida santa. Que nuestra santidad personal pueda ser contagiosa. Que ‘Cristo en ti’, no sea algo aburrido o restrictivo. Que el mundo vea a cientos de miles de salvacionistas santificados, vivos en Cristo, llenos del Espíritu Santo, victoriosos cada día sobre el pecado y la tentación en todas sus formas. Que nuestras vidas resuenen con alegría santa, que nuestro idealismo resplandezca al honrar al Señor Jesucristo con la plena y total verificación de todo lo que Él tiene para ofrecernos en esta vida y en la venidera. El tema de los estudios en este volumen es la santidad práctica. Cada escritor trata de demostrar, de una manera u otra, que una vida santificada es posible, que es atractiva, relevante, efectiva, y en realidad bastante normal. Queremos ilustrar (lo mejor que podamos) que no hay ningún aspecto de la existencia humana en el que no pueda tener ingerencia la enseñanza de la santidad. Es algo cotidiano. Toca nuestro ser entero y nuestra vida entera. La salvación tiene que ver con el pecado del pasado. La santificación tiene que ver, podríamos decir, con los pecados del futuro – el hecho empírico que la mayoría de las personas salvadas continúa pecando después de su conversión. Ojalá que los líderes del Ejército recorran los Territorios y Comandos a través de todo el mundo buscando identificar a oficiales y soldados que conocen la doctrina de la santidad, que la han comprendido con sus mentes, que han permitido que sus corazones quedaran impactados con ella como lo enseña la Escritura, que han llegado a ser capaces de explicarla, que la pueden predicar, exhortar, aconsejar y promover con una perenne pasión en el lenguaje del día de hoy. Cuánto necesitamos una nueva generación de escritores de santidad santificados y maestros de santidad. Con relación a la santidad, el Salvacionismo es idealista en el mejor sentido de la palabra. Creemos en el ideal práctico de ser como Jesús. Hablamos en serio al respecto. Entramos en pactos solemnes respecto a ello cuando nos convertimos en soldados del Ejército. Hacemos promesas respecto a nuestros estilos de vida y acciones. Los oficiales firman compromisos sagrados de por vida al ser comisionados, en el sentido que enseñarán y vivirán las doctrinas. Incluso los niños salvacionistas pequeños son alentados suavemente a aceptar a Jesús como Salvador y a prometer que vivirán una ‘vida que es limpia en pensamiento, palabra y hecho’. Si alguna vez ha existido una simple, memorable descripción de una vida santa, es ésta. Si usted fue alguna vez un Joven Soldado del Ejército, vuelva a leer su Tarjeta de Compromiso, esta vez con la mente y el corazón de un adulto maduro, y sienta su poder, su sencilla profundidad. (Ver Capítulo 11 para más acerca de hacer pactos sagrados.) Después de eso, visite el Capítulo IV de Soldado de Jesucristo – Órdenes y Reglamentos para Soldados del Ejército de Salvación (1977, rev. 1991) y contemple la lista de once preguntas de ‘auto-examen’ preparadas por William Booth. El Fundador era de opinión que se gana mucho con un cuidadoso auto-examen del alma cada semana. Tomaba en serio la enseñanza de 2 Corintios 13:5 que contiene una exhortación a que los creyentes se evalúen a sí mismos. He aquí algunos ejemplos de la lista de preguntas de Booth: ¿Soy habitualmente culpable de algún pecado conocido? ¿Practico o me permito cualquier pensamiento, palabra o hecho que sé que es malo? ¿Son tales mis pensamientos y sentimientos que no me avergonzaría de oírlos proclamados ante Dios? ¿Estoy haciendo todo lo que está a mi alcance por la salvación de los pecadores? ¿Siento preocupación por el peligro que corren? ¿Estoy en peligro de ser arrastrado por el deseo mundano de ser rico o admirado? El Ejército idealista de Booth puede así ser visto en su mejor momento y cuando está siendo todo lo que se proponía que fuera, tan completamente serio respecto a la vida santa, aunque no tengo idea cuánto usan una lista como ésta hoy en día los salvacionistas. Conozco a algunos que la usan, pero sospecho que muchos ni siquiera conocen esta ayuda a la santidad. Como un ejercicio espiritual, nace de una larga tradición hallada en la enseñanza y los hábitos de John Wesley, quien usó una lista algo similar mucho antes que el Salvacionismo apareciera en escena. Él y sus primeros colegas Metodistas regularmente se hacían 22 preguntas para chequear la santidad, tales como: ¿Soy honesto en todos mis hechos y palabras, o suelo exagerar? ¿Vivió la Biblia en mí hoy? ¿Estoy disfrutando de la oración? ¿Estoy derrotado en alguna parte de mi vida? ¿Idealista? ¿Imposible? No en Cristo y en el poder de Su amor. Es el privilegio de todos los creyentes, no solamente de los salvacionistas o de los nazarenos, ser enteramente santificados. Salvacionismo es aceptación/inclusivismo (Rasgo Distintivo 3) El Salvacionismo adopta una postura de brazos completamente abiertos para otros. Es una postura que señala bienvenida. Es inclusiva. Permítanme mencionar seis breves ejemplos de cómo funciona esto en la práctica. Primero, el Salvacionismo acepta que el evangelio es para todos. Nadie está más allá de su alcance; nadie ha caído demasiado profundo; nadie ha nacido destinado o predestinado a condenación. Nuestro cancionero está repleto de canciones de invitación a venir al Salvador. La invitación es para todos. Segundo, se ve una posición de aceptación en la ausencia de esnobismo. El Salvacionismo no hace distinción de clases. La necesidad universal de gracia, y el saber que todos han pecado y han sido destituidos de la gloria de Dios, es un gran nivelador. Algunos son mejor educados, algunos están mejor económicamente, algunos han nacido en clases más altas, pero nada de esto le importa al Salvacionismo. Su enfoque sólo es Cristo, y al arrodillarnos ante Él, todos buscamos al mismo Salvador. Tercero, el Salvacionismo no hace distinción de sexo cuando se refiere a aceptación para oportunidades de ministerio. Nada es un reducto exclusivo para hombres o para mujeres. El oficialato comisionado está abierto por igual tanto a mujeres como a hombres. Las parejas casadas generalmente son asignadas juntos, pero como iguales, a nombramientos en el ministerio. El esnobismo en cuanto a géneros es vetado. También lo es el esnobismo académico. Al comprobar las vocaciones para servicio a tiempo completo como oficiales, el Salvacionismo no mira principalmente a las calificaciones formales de educación (aun cuando éstas no son ignoradas), sino deja la puerta totalmente abierta para el Juan o la Juana promedio que se convertirá en factor clave para ganar a otros para Cristo. Una pasión santa por las almas, junto con un ardiente odio por el pecado, no será descartada por el Salvacionismo. Cuarto, el Salvacionismo tiene un sentido del humor. Los salvacionistas se ríen, a menudo de sí mismos. Nos agradan los chistes sobre nuestras falencias, de los cuales hay muchos. Tratamos de no tomarnos demasiado en serio. La risa y la alegría está presente en la mayoría de nuestros servicios de adoración, y ésta es una señal saludable. Quinto, el Salvacionismo, mientras ostenta con serenidad y una medida de seguridad los rasgos distintivos que le ha dado Dios, acepta la posición y el papel de otras denominaciones de iglesia. El Salvacionismo tiene algo que ofrecer en la mesa ecuménica. Sabe también que tiene algo que aprender. Compartir perspectivas es un proceso doble. (Para una declaración formal respecto al Ejército de Salvación en relación con otras iglesias, ver el Anexo al final de este Capítulo.) Sexto y último, es necesario mencionar la actitud de aceptación del Salvacionismo de personas de otras creencias. Anhelamos su conversión a Cristo, pero respetaremos sus creencias y, de acuerdo con el sabio consejo del Fundador, jamás criticaremos. En cambio el Salvacionismo prefiere una palabra de testimonio personal, serena, positiva y cortés, cada vez que se presente la oportunidad. El Salvacionismo es compasivo (Rasgo Distintivo 4) Hoy en día todo el que conoce al Ejército espera que el Salvacionismo se manifieste a sí mismo con un rostro de compasión. El Salvacionismo es el amigo de los pobres. Es parcial hacia el socialmente menos privilegiado. El Salvacionismo compasivo está alineado con la necesidad, tanto así que de acuerdo a un famoso, pero apoyador, periodista de la televisión aquí en Nueva Zelanda, los salvacionistas ‘tienen sobre ellos el olor de las calles’. Eso fue dicho como un elogio. Y produjo efecto. El público tiene grandes expectativas que sólo pueden ser cumplidas por el Ejército en el poder de Cristo. Como un Ejército sin distinción de clases, seguimos a nuestro Salvador, carpintero, de la clase trabajadora, cuyas manos estaban marcadas y laceradas por el trabajo manual, cuyas uñas no siempre estaban limpias, y cuyos discípulos también conocían lo que significaba la labor y el sudor. Nosotros nos ensuciamos las manos si es necesario para servir entre los vulnerables y despreciados. Algunos han visto al Salvacionismo como ‘Cristianismo con sus mangas arremangadas’. Hay mucho que hacer para cumplir lo que se espera de nosotros. El Salvacionismo ha sido dotado por Dios con una marcada aptitud y capacidad para amar a los difíciles de amar y para servir a los descastados. Ello representa una carga tan enorme de responsabilidad que temblamos de sólo pensarlo. El equipo de herramientas del Salvacionismo compasivo consiste del lebrillo y la toalla, tanto literalmente como metafóricamente. Pies son lavados y espíritus sanados a través de programas relacionados con adicciones, carencia de vivienda, violencia intrafamiliar, familias quebrantadas, niños abandonados, analfabetismo, medidas sanitarias, generación de ingresos, entrenamiento para el trabajo, distribución de alimentos – la lista parece interminable. Y todo es apoyado por Dios. Él acopia los recursos. Él provee el empeño, la energía para seguir adelante. A veces Él nos toma por sorpresa y abre el camino para expresiones de compasión innovadoras e imaginativas. En la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda, Dios está llevando a cabo sus propósitos a través de un club de boxeo del Ejército de Salvación y, recientemente, a través de un programa para la remoción de tatuajes, algo especialmente significativo para nuevos convertidos cuyos tatuajes podrían parecer un lazo irrompible con un pasado no regenerado. El Salvacionismo es sencillo (Rasgo Distintivo 5) El Salvacionismo es esencialmente sencillo. En este contexto estoy usando ‘sencillo’ para decir no complicado, o no complejo. La sencillez no debe ser confundida con superficialidad. El Salvacionismo tiene profundidad, pero busca evitar las complicaciones. Esto se nota en nuestros estilos de adoración. No adoptamos liturgias complicadas, ni formas establecidas. El ser directo es la clave; la espontaneidad es el espíritu. La preparación es vital, pero los planes pueden ser modificados al instante o abandonados del todo si así lo guía el Espíritu de Dios. Se desea que la predicación sea sencilla – no algo por encima de las cabezas de los oyentes – pero suficientemente profunda para apelar a la persona más meditadora que esté presente. Las reuniones y los eventos de adoración van desenvolviéndose en forma segura hacia el momento de una simple elección: Cristo, sí, o no; santificación, sí, o no. Las metas son simples: primero honrar a Dios, y después lograr del oyente un veredicto, una respuesta de corazón. La inspiración es el patrón establecido por Jesús al contar sus parábolas, cada una llamando a una respuesta sincera de parte del oyente. Sencillo, pero profundo. La sencillez del Salvacionismo se halla también en las ceremonias salvacionistas. Cada una – la dedicación de niños, los casamientos, los funerales, el enrolamiento de soldados, etc. – es intencionalmente sencilla, evitando los adornos superfluos. El objetivo es dignidad con accesibilidad. Ningún misterio porque sí. Ningún narcótico sólo para producir efecto. Ninguna complejidad ni grandeza que podría llevar al participante a pensar que es la ceremonia la que imparte gracia, sin requerir fe de corazón. Muy cercano a esto está la simple, muy bien pensada, ausencia de sacaramentos. El Salvacionismo se regocija en una libertad dada por Dios del ritual Sacramental. En cambio defiende una sencilla creencia en, y da testimonio a nivel mundial de, la inmediatez de la gracia divina. A los salvacionistas se les ha evitado las disputas tortuosas y divisoras que surgen cada vez que los sacramentos son debatidos y son colocados como algo central. No necesitamos tomar partido en las antiguas tensiones respecto a formato y teología. Simplemente podemos mirar con cierto - pero siempre benigno – asombro como otros sinceramente intentan obedecer lo que tal vez jamás haya sido ordenado, siguiendo rituales tremendamente diferentes basados en una interminable variedad de teologías mientras reclaman autenticidad para sus propios ‘esto’ frente a ‘lo otro’ de alguna otra persona. En su sencillez, el Salvacionismo es llamado por Dios a demostrar en la vida cotidiana la viabilidad de la santidad y la compasión semejante a la de Cristo, libre de sacramentos o cualquier cosa que erradamente pudiera ser comprendida como un sacramento. (Ver ¿Quiénes son estos Salvacionistas?, Parte II, Capítulos 4, 5 y 6.) Las Doctrinas formales del Salvacionismo también son sencillas declaraciones de fe resumidas. Los once Artículos de Fe son todos breves y precisos. El lenguaje es casi monosilábico, el contenido consistente con el Protestantismo general, ortodoxo. El Manual de Doctrina en cada edición (siendo la edición de 1940 especialmente poderosa) logra una exposición que puede ser comprendida por personas sencillas. Es algo profundo, que trata la verdad revelada en lenguaje que es accesible y en un estilo que no amenaza. Salvacionismo sencillo. El Salvacionismo es internacional (Rasgo Distintivo 6) Al decir que el Salvacionismo es internacional, queremos ir más allá que decir que el Ejército de Salvación puede ser hallado en un gran número de países. El Salvacionismo internacional se refiere a considerar a toda la gente como hermanos y hermanas bajo un solo Padre celestial, Creador de todo. El Salvacionismo no considera razas, grupos étnicos, color de piel, ni una cultura como superior a otra. Acepta los sentimientos naturales de patriotismo, el orgullo por el país propio y sus logros, pero rechaza el nacionalismo con su tono de superioridad racial. El Salvacionismo enseña que los cristianos son ciudadanos del mundo antes que ciudadanos de sus propios países. ‘Todas las tierras’, dijo el General Bramwell Booth, ‘son mi patria, pues todas las tierras son de mi Padre.’ Dios nos ha dado todo el mundo como nuestro escenario, y por lo tanto no podemos considerar a nadie como un enemigo, ni aun en tiempos de guerra. Es con tal seriedad que el Salvacionismo considera su internacionalismo. El Salvacionismo es visible (Rasgo Distintivo 7) El Salvacionismo invisible es una contradicción de términos. El Salvacionismo busca en todas partes tener un alto perfil con el fin de ser visto y oído. El ímpetu de esto es a veces para atraer el financiamiento para los programas sociales. Una mejor razón es llamar la atención al evangelio de Cristo. Con un perfil altamente visible, podemos, de alguna manera, golpear más allá de nuestras fuerzas. Podemos impactar para Dios mucho más allá de nuestro peso numérico. El Salvacionismo usa un uniforme por dos razones: para dar testimonio de Cristo, y como un medio para anunciar que uno está disponible para otros. El Salvacionismo vive para otros. Anhela que otros se salven, y no puede descansar mientras otros estén en necesidad. Solamente los que se comprometen como soldados en el Ejército tiene derecho a lucir el uniforme, pero los soldados tienen una elección. El uniforme no es una exigencia indispensable. Sin embargo, necesitamos que se use más, en vez de menos, si queremos seguir siendo visibles. Siempre me ha parecido un motivo valedero para hacerse soldado del Ejército, es decir, la posibilidad de usar el uniforme y ser visto como una persona que pertenece a Cristo. La visibilidad es un privilegio sagrado. El Salvacionismo no lo toma a la ligera. El Salvacionismo es audible (Rasgo Distintivo 8) La mención de un Salvacionismo audible seguramente suscitará bromas respecto a ruidosas bandas de bronce y sonoras panderetas. Está bien. Es una gran experiencia oír a músicos y congregaciones salvacionistas echar abajo el techo en alabanza a Dios. Hay sin embargo algo más que debe decirse. Si el Salvacionismo invisible es una contradicción de términos, también lo es el Salvacionismo silencioso. Debemos hacer que nuestro mensaje se oiga. Esto se refiere al mensaje del evangelio para los inconversos. Nada podría ser más urgente, más importante. Algunos de ustedes que están leyendo esto desearán ‘dejar sus redes’ para entregarse al Ejército para servicio a tiempo completo. Uno puede dedicar toda la vida, dedicar todas sus energías para hacer audibles las Buenas Nuevas de Cristo. Hay, sin embargo, otro aspecto de la audibilidad del Salvacionismo. Ya hemos mirado al Salvacionismo compasivo y a la atención de la necesidad humana. El Salvacionismo compasivo no será completo a menos que sea también un Salvacionismo audible. El Salvacionismo es una voz para los sin voz. Debe estar dispuesto a tomar riesgos en bien de los que no pueden hablar. Esta es una consecuencia natural de ser parcial hacia los pobres. La necesidad se revela por los síntomas, mas jamás hubo un síntoma que no haya tenido una causa. El Salvacionismo audible, inteligente, no puede contentarse con tratar los síntomas solamente. Son las causas lo que claman exigiendo atención. ¿Por qué están hambrientos los niños? ¿Por qué son golpeadas las mujeres? ¿Por qué todavía se necesita la distribución de alimentos en los países ricos en el Siglo XXI? Defender en el escenario público las causas de la pobreza social es un empeño exigente. Hay quienes nos advertirán que no lo hagamos, citando la posible pérdida de apoyo financiero si ofendemos a algunos al ser verdaderamente y penetrantemente audibles. Pero ser inaudibles no sirve. El Salvacionismo que esquiva el problema no es Salvacionismo. Somos llamados a la acción social tanto como al servicio social. El Salvacionismo va a ser escuchado. El Salvacionismo necesita mostrarse en las cámaras de debate de la nación, en los salones de influencia, en los estudios de televisión y en las emisoras de radio. El Salvacionismo tiene algo que decir sobre cosas que mejorarán al mundo y no debe, no puede atreverse a permanecer en silencio. Cuando el Salvacionismo habla, habla a nombre de Cristo. El precio del silencio es totalmente impensable. Esto nos lleva ahora a esa característica adicional, final, del Salvacionismo: la vulnerabilidad. El Salvacionismo Moderno es Vulnerable El Salvacionismo moderno es vulnerable de maneras que nos han ido afectando a veces imperceptiblemente. Al tratar de nombrar ocho elementos claves, distintivos (los he llamado no- negociables) del Salvacionismo, intencionalmente he escrito acerca del Salvacionismo en su mejor expresión, como si siempre fuera exactamente así en todas partes. En realidad, por supuesto, las cosas no son exactamente así. Hoy en día el Salvacionismo es vulnerable. En la parte final de esta parte, examinémoslo. Ya hemos dicho que Dios inventó el Salvacionismo, y se lo entregó a personas ahora llamadas salvacionistas. Ese fue un riesgo divino. Dios sabía lo que estaba haciendo cuando se lo entregó todo a seres humanos imperfectos. No puedo pensar en ningún cuerpo religioso que no podría decir lo mismo acerca de sí mismo. De manera que el Salvacionismo, en un nivel humano, está en manos de mortales lejos de ser perfectos. Estos están constantemente en necesidad de más gracia, y de buscar perdón en forma regular. Aun cuando el Ejército está creciendo globalmente, está experimentando dañinas pérdidas numéricas en demasiados lugares. Esto ha estado sucediendo por algún tiempo. El crecimiento en Africa y en el Sur de Asia es tremendo, pero no en Europa ni en las democracias occidentales de habla inglesa. En la tierra donde nació el Salvacionismo, el Reino Unido, las pérdidas en número de soldados son muy elevadas año tras año. Las conversiones de niños también son menos frecuentes. Algunos oficiales directivos en lugares que he visitado alrededor del mundo parecen no saber ya cómo guiar a un niño a Cristo. Estamos viendo un nuevo fenómeno: Cuerpos salvacionistas que no tienen ningún Joven Soldado. Esta negligencia de nuestra parte volverá para penarnos. La vulnerabilidad se ve también en una incertidumbre respecto a nuestra identidad y misión en los últimos años. No todos los salvacionistas pueden describir exactamente quienes hemos sido llamados a ser ante Dios. Ha habido cierta pérdida de coraje, con una menguada confianza en los rasgos distintivos del Salvacionismo, justamente las cosas a las que se refiere este estudio. Esto se ha podido ver también en ocasionales tentativas de aguar lo esencial del Salvacionismo, y de alejarse de la belleza y de la sostenida relevancia de lo que significa ser un soldado en el Ejército. Algunos cuerpos han tratado de convertirse en pálidos reflejos de otras iglesias evangélicas, para detrimento nuestro. Estamos siendo testigos aquí y allá de una falta de estabilidad, una disminución de la convicción de que Dios inventó al Salvacionismo y que Dios levantó al Ejército. Una vez que estas verdades hayan sido recapturadas, podría comenzar la recuperación en aquellos lugares donde ello es necesario. El Salvacionismo es vulnerable a presiones financieras. Es tan vasta la programación social, tan costoso el esfuerzo, que siempre estamos en necesidad de dinero. La vulnerabilidad comienza cuando empezamos a orientar nuestras velas salvacionistas según el viento del mundo y del dólar. No siempre podemos esperar ser populares. Jesús no lo fue. Los apóstoles no lo fueron. William Booth no lo fue. Hoy, sin embargo, en general nosotros lo somos. ¿Por qué será? La constante secularización de nuestra fuerza de trabajo es otra potencialmente desastrosa fuente de vulnerabilidad. Lo genial del Salvacionismo ha sido desde el principio que su misión es llevada a cabo por personas salvadas. Cada empleado debía ser un socio en la misión. Aun cuando ahora tenemos muchos espléndidos cristianos entre nuestro personal, el concepto básico ha sido prácticamente abandonado. El Salvacionismo ha quedado vulnerable. También están surgiendo amenazas por una creciente incertidumbre sobre el oficialato. Puestos que una vez sólo eran llenados por oficiales llamados, entrenados, comprometidos de por vida, hoy están siendo llenados por empleados laicos, no todos los cuales, como ya se dijo, son cristianos comprometidos. La moral de los oficiales está en juego. El atractivo del oficialato está en peligro de ser afectado en la proporción en que su rasgo distintivo esté siendo minado. La vulnerabilidad surge así al hacerse borrosas las líneas entre las funciones de los oficiales ordenados y comisionados y los roles asignados a otros que están dispuestos a servir como salvacionistas laicos o como empleados. Hay muchas partes en el mundo salvacionista en que estas cosas deben ser estudiadas urgentemente. No es demasiado alarmista decir que en algunos países el oficialato está en riesgo. El riesgo se profundiza cuando los que han hecho un pacto vocacional de por vida son marginados a favor de aquellos cuyas intenciones son explícitamente por un plazo corto o transitorio. La mayor amenaza de todas para el Salvacionismo hoy es una perceptible negligencia en la enseñanza de la santidad. Si no se detiene, tiene el potencial para minar el Salvacionismo desde su misma base. Estamos menos seguros respecto a esto que en el pasado. William Booth solía decir que hay pocos temas sobre los cuales hablamos con mayor frecuencia o en los que más verdaderamente nos gloriamos que el de santidad de corazón y de vida. ¿Es así hoy en día? No, no lo es. Algunos entre nosotros, con buenas intenciones, pero equivocados, buscan ofrecer el substituto de seudo-sacramentos o imitación de sacramentos en vez de una enseñanza bíblica sólida sobre, y en busca de, una vida santa. Ya no se habla ni se testifica acerca de la bendición de un corazón limpio. Muchos (¿la mayoría?) de los salvacionistas hoy simplemente desconocen lo que queremos decir cuando hablamos de ‘la bendición de un corazón limpio’. Dios, que nos levantó, nos está llamando a ser abiertos y honestos acerca del estado actual del Salvacionismo en el mundo. Este mismo Dios, sin embargo, es bueno y hay cosas maravillosas que están siendo hechas por Su poder. El compromiso y el empeño de oficiales y personal del Ejército de Salvación que he conocido en los cinco continentes es impresionante, para decir lo menos. Podemos reconocer que el Ejército aún está dando fruto para Dios, en cuyo corazón santo surgió una vez una emoción tan potente que hizo que el Salvacionismo naciera. Salimos del corazón de Dios. Estamos protegidos en las manos de Dios. Confiamos en la fuerza de Dios. Él nos bendecirá como un Ejército si permanecemos fieles a nuestro primer llamado. Paradójicamente, son generalmente las viejas fuentes las que nos guían al futuro. (Para otras percepciones respecto a un mayor rasgo distintivo Salvacionista del ‘pacto’, ver el Capítulo 11 por el Capitán Stephen Court.) Anexo La siguiente declaración ha sido publicada y usada para propósitos oficiales por el Ejército de Salvación en el Reino Unido y en Nueva Zelanda, Fiji y Tonga. El Ejército de Salvación en Relación con Otras Denominaciones Cristianas Una Declaración de Posición (por Shaw Clifton) Ver Reflexiones – Cómo las Iglesias ven su Vida y Misión (Londres, BCC, 1986) Declaración Resumida 1. La iglesia universal se compone de todos los verdaderos creyentes en Cristo Jesús. 2. Los creyentes tienen una relación espiritual el uno con el otro que no depende de alguna estructura de iglesia en particular. 3. El Ejército de Salvación es parte de la iglesia universal y una denominación cristiana llamada y sostenida como tal por Dios. 4. La variedad denominacional no es evidentemente contraria a la voluntad de Dios para su pueblo. 5. La armonía y cooperación inter-denominacional son valiosas para el enriquecimiento de la vida y el testimonio de cada denominación. 6. El Ejército de Salvación busca y acepta con agrado el involucramiento inter-iglesias y ecuménico en los 108 países en que el Ejército trabaja. Declaración ampliada La Iglesia Universal 1. NOSOTROS CREEMOS que la iglesia, el cuerpo de Cristo (Efesios 1:23) se compone de todos aquellos que no son nacidos de sangre ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios (Juan 1:13) La iglesia universal incluye a todos aquellos que creen en el Señor Jesucristo y confiesan que Él es Señor. NOSOTROS NO CREEMOS que la iglesia universal depende para su existencia o validez de alguna estructura eclesiástica en particular, ni de cualquier forma de adoración en particular, ni de la observancia de un ritual en particular. 2. NOSOTROS CREEMOS que la iglesia universal es un todo de la comunidad adoradora y testificadora cristiana a través de los siglos en cualquier agrupación, grande o pequeña, aceptada o perseguida, rica o pobre, en que sus miembros puedan haber sido estructurados en el pasado o son gobernados en el presente. NOSOTROS NO CREEMOS que una adecuada definición de la iglesia puede ser confinada a términos de una estructura eclesiástica, sino que más bien debe ser expresada en términos de una relación espiritual. Los miembros de la iglesia son aquellos que han sido incorporados en Cristo Jesús (Efesios 1:1) y por tanto reconciliados con Dios mediante Su Hijo. Todos ellos están en una relación espiritual el uno con el otro que comienza y continúa sin importar las circunstancias externas, de acuerdo con la oración de Jesús de que los que son Suyos pueden ser uno (Juan 17:23). Estas palabras de Jesús llaman a una unidad igual a la que hay en la unidad del Padre y del Hijo. Esta unidad es espiritual, no organizacional. 3. NOSOTROS CREEMOS que el Ejército de Salvación es parte de la iglesia universal y representante del cuerpo de Cristo. Cristo es la Vid Verdadera (Juan 15:1) y los creyentes son Sus ramas vivas, que dan fruto. NOSOTROS NO CREEMOS que cualquier comunidad de verdaderos seguidores de Cristo puede ser justamente considerada como estando fuera de la iglesia universal, no importa cual sea su historia, sus costumbres o prácticas, al compararse con las de otras comunidades cristianas. Solamente Dios sabe quienes son verdaderamente Suyos (2 Timoteo 2:19). Variedad Denominacional 4. NOSOTROS CREEMOS que el trato de Dios hacia Su pueblo es perfecto de acuerdo con Su voluntad, pero que todas las respuestas humanas son imperfectas y propensas a error. Puede ser el trato de Dios o las falibles respuestas humanas a ese trato lo que ha producido el rico y variado tapiz denominacional discernible hoy en día. NOSOTROS NO CREEMOS que la variedad denominacional u organizacional pueda automáticamente y en cada caso considerarse contraria a la voluntad de Dios para Su pueblo. 5. NOSOTROS CREEMOS que Dios levantó al Ejército de Salvación e inspiró los rasgos distintivos del Salvacionismo de acuerdo con Sus propósitos para Su gloria y la proclamación del evangelio. NOSOTROS NO CREEMOS que la existencia del Ejército de Salvación como una comunidad cristiana independiente y distintiva, que no tiene lazos formales, estructurados, con otras comunidades cristianas, es una afrenta al evangelio de Jesucristo o evidentemente contrario a la voluntad de Dios para el todo de Su cuerpo en la tierra. 6. NOSOTROS CREEMOS que las prácticas del Ejército de Salvación tienen mucho en común con las prácticas de otras iglesias, pero que habiendo sido levantado por Dios para un trabajo especial, el Ejército ha sido guiado a adoptar la siguiente combinación de características distintivas: a) su énfasis en una religión personal y una regeneración espiritual individual mediante fe en Cristo, la que a su vez lleva a un compromiso para tratar de ganar a otros para Cristo; b) su enseñanza concerniente al vivir santo; c) su insistencia de que el evangelio es para todos: d) su uso del Banco de Misericordia: e) su evitar de formas fijas en la adoración, buscando alentar la espontaneidad; f) su enseñanza de que el recibir la gracia espiritual interna no depende de alguna observancia exterior en particular; g) su requerimiento de que sus miembros en pleno (soldados) públicamente confiesen su fe en Cristo Jesús como su Salvador y Señor, y acepten un formal compromiso doctrinal y ético, incluyendo este último la abstención del uso de alcohol, tabaco y el consumo no medicinal de drogas adictivas; h) su invitación a aquellos que no pueden aceptar el compromiso formal de ser soldados a entrar a la fraternidad del Ejército; i) su fuerte compromiso con el evangelismo, incluyendo el evangelismo al aire libre; j) su testimonio por medio del uso del uniforme distintivo por parte de la mayoría de los salvacionistas; k) su reconocimiento del lugar igualitario de hombres y mujeres en todos los aspectos del ministerio y liderazgo cristiano; l) su vocación ante Dios de servir a los necesitados y a ser una voz para los sin voz; m) su estructura a nivel mundial y su énfasis en el internacionalismo; n) su libertad de, y su intencional no uso de, prácticas sacramentales. Estas son parte de las bendiciones que hemos recibido mediante el bondadoso trato de Dios hacia nosotros a través de los años. NOSOTROS NO CREEMOS que sea evidentemente la voluntad de Dios para Su pueblo en el Ejército que ellos dejen de lado apresuradamente las bendiciones de los años pasados. La Iglesia Local 7. NOSOTROS CREEMOS que al igual que la verdadera iglesia universal se compone de todos los que creen en el Señor Jesucristo, cada iglesia denominacional se compone de verdaderos creyentes que tienen en común la forma en que el Señor, mediante Su Espíritu Santo, ha tratado con ellos como comunidad. A su vez, cada iglesia denominacional se compone de iglesias locales que se reúnen regularmente para adoración, fraternidad y servicio en una área geográfica relativamente confinada. NOSOTROS NO CREEMOS que la validez de una denominación o de sus iglesias locales depende de alguna tradición eclesiástica, estructura, jerarquía, forma de adoración o ritual en particular. Donde dos o tres se reúnen en el nombre de Cristo, Él está presente (Mateo 18:20) con una presencia no menos real que la que se discierne en entornos más formales o ritualistas. La Identidad del Ejército 8. NOSOTROS CREEMOS que el Ejército de Salvación es una denominación internacional cristiana evangélica junto con otras denominaciones cristianas y que los cuerpos locales del Ejército son iglesias locales junto con las iglesias locales de otras denominaciones. El Ejército surgió del movimiento de avivamiento Metodista y se ha mantenido sin ser asimilado por ninguna otra denominación NOSOTROS NO CREEMOS que la historia, estructuras, prácticas o creencias del Ejército de Salvación, permiten que sea considerado excepto como una denominación cristiana distinta con un propósito que realizar y un llamado que cumplir ante Dios. De la misma manera, sus cuerpos locales no pueden ser comprendidos apropiadamente a menos que se vean principalmente como una iglesia local que se reúne en forma regular en el nombre de Cristo para adoración, fraternidad y servicio. Los oficiales comisionados (tanto hombres como mujeres) del Ejército de Salvación son ministros ordenados del evangelio cristiano, llamados por Dios y capacitados por el Espíritu Santo para predicar y enseñar la verdad apostólica en el nombre de Cristo y por amor a Él. El Ejército y otras Iglesias 9. NOSOTROS CREEMOS que es la voluntad de Dios que se creen y sustenten relaciones ecuménicas armoniosas por Su gracia, entre cristianos en todas partes y entre todas las denominaciones cristianas, incluyendo sus iglesias locales. Los numerosos y extensos contactos del Ejército con otras comunidades cristianas, tanto en Gran Bretaña como alrededor del mundo, sirven para enriquecer la espiritualidad del Ejército y realzar su comprensión de la obra del Espíritu. Por esta razón el Ejército acepta con agrado tales contactos y busca con cordialidad extenderlos y profundizarlos. NOSOTROS NO CREEMOS que la estrechez o la exclusividad sean consistentes con la voluntad de Dios para Su pueblo, ni que Dios no tiene nada que enseñarnos al compartir y cooperar con Su gente en otras denominaciones. 10. NOSOTROS CREEMOS que cada unidad visible de la Iglesia universal está dotada con sus propias bendiciones y fuerzas como dones de Dios. Respetamos, y en muchos casos admiramos, dichas fuerzas, reconociendo además que debido a la fragilidad humana cada denominación, incluyendo el Ejército de Salvación, tiene sus imperfecciones. NOSOTROS NO CREEMOS que es tarea nuestra criticar o minar las tradiciones o énfasis de otras denominaciones, y ciertamente no en relación con los sacramentos, sobre los cuales nuestra posición es inusual, aunque no única. Es contrario a nuestras prácticas hacer comentarios hostiles respecto a la vida de cualquier denominación o iglesia local. Nos preocupamos de no denigrar las doctrinas o prácticas de cualquier otro grupo cristiano. El Ejército coloca el énfasis en su enseñanza, no en las cosas externas, sino en la necesidad de que cada creyente personalmente experimente la gracia espiritual interna de la cual testifican las observancias externas. Sostenemos que ninguna observancia externa puede en efecto ser considerada esencial para la salvación y que la verdad bíblica es que podemos encontrarnos con Dios y recibir Su gracia en cualquier lugar y en cualquier momento. 11. NOSOTROS CREEMOS que el Ejército de Salvación fue creado por la voluntad de Dios, que es sustentado como tal por la gracia de Dios, y que ha recibido poder para obedecer de parte del Espíritu Santo. Su propósito primordial es ganar las almas de hombres y mujeres y niños y niñas para Dios, mientras trabaja simultáneamente, y por amor a Cristo, para aliviar la situación material de aquellos que están en necesidad. NOSOTROS NO CREEMOS que sólo nosotros somos llamados a esta sagrada y enorme tarea, y por lo tanto nos regocijamos que en otras iglesias cristianas hallamos co-obreros para Dios.