Libre del pecado, 2ª Parte

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
Libre del pecado, 2ª Parte
Escritura: Romanos 6:19-23
Código: 45-49
John MacArthur
Romanos capítulo 6. Y abramos nuestras Biblias de regreso en ese capítulo, y veamos si
podemos terminar nuestro estudio de este gran capítulo, por lo menos para esta serie; y
esperamos que en el futuro podamos estudiarlo de manera personal durante muchos años.
Ahora, estamos viendo Romanos 6:15-23. Permítame leérselos.
“¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois
esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia
para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido
de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado,
vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que
así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto
teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es
muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
En los primeros tres capítulos de la epístola de Pablo a los Romanos, él presentó la
pecaminosidad total del pecado, él pintó un retrato que es horrendo, dicho de una manera
suave; y los hombres deben entender su pecado, deben entender la pecaminosidad del
pecado. De otra manera, nunca podrán entender la gracia perdonadora de Dios. Ahora,
cuando uno se convierte en cristiano, el poder del pecado es quebrantado, la tiranía del
pecado se acaba; y hemos estado viendo eso aquí en el sexto capítulo de Romanos, cuando
Pablo presenta la gran doctrina de la justificación por la fe en los capítulos 3 y 4, él entonces
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se lanza a una explicación de sus resultados en los capítulos 5, 6, 7, y 8. Uno de esos
resultados es el quebrantamiento del poder del pecado, el quebrantamiento de la tiranía del
pecado, el quebrantamiento de la esclavitud al pecado. Cuando usted se convierte en
cristiano, la esclavitud al pecado es quebrantada y esa es la razón por la que vemos dos
veces en este pasaje la afirmación “libres del pecado”, “libre del pecado”.
Las buenas noticias ahí en el versículo 18, y ahí en el versículo 22, es que hemos sido
liberados del pecado. Ahora, la única manera en la que eso tenga algún significado para
nosotros es saber lo que significaba ser un esclavo al pecado, de lo cual él habló en el
versículo 17 y de nuevo en el versículo 20, permítame tan solo recordarle. El pecado, claro, es
el poder más devastador, más debilitador, más degenerador que jamás entró en la vida
humana, mata toda persona, y en últimas, fuera de la gracia que interviene por parte de Dios,
enviaría a todos a un infierno eterno. La Biblia lo llama el “anatema”. En Josué 7:13 es
comparado en las Escrituras a veneno de serpientes, y al hedor de la muerte; es definido para
nosotros en 1ª de Juan 3:4 como “transgresión de la ley de Dios”. Ahora, las Escrituras
caracterizan al pecado en muchas maneras – y no quiero regresar a cubrir algo de lo que
hemos ya visto, pero solo como un recordatorio; permítame recordarle unas cuántas de las
maneras en las que la Biblia describe al pecado.
En primer lugar, dice que el pecado contamina, contamina el alma; podría verlo de esta
manera, es al alma lo que el enmohecimiento es al oro, es al alma lo que las cicatrices son un
rostro hermoso, es al alma lo que una mancha es a la seda, lo que el smog es a un cielo
hermoso; es una contaminación, hace que el alma esté negra de culpabilidad; es una prenda
de ropa con sangre, en Isaías 30; son llagas de una plaga mortal, en 1ª de Reyes capítulo 8;
son trapos de inmundicia, en Zacarías capítulo 3; inclusive Dios, según Zacarías 11:8,
aborrece al pecador; Pablo lo llama en 2ª de Corintios 7:1 “inmundicia de carne y espíritu”;
entonces, el pecado contamina. En segundo lugar, la Biblia nos dice que el pecado es
rebelión; pisa la Palabra de Dios, se rebela contra la ley de Dios; el pecado es como un
hombre lo dijo: “Aquél que le gustaría matar a Dios”; si pudiera hacerlo, el pecado eliminaría a
Dios, Dios cesaría de existir si el pecador tuviera la opción de matar a Dios. En tercer lugar, el
pecado es ingratitud; Romanos 1 dice “ni fueron agradecidos”; como Absalón, quien como el
hijo de David, su padre, el rey, lo había besado y lo había llevado en su corazón, después
salió y planeó traicionar a su propio padre; habiendo sido el destinatario de todos los tesoros
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de su padre, él entonces se convirtió en un traidor; así también el pecador disfruta de la
bondad de Dios, disfruta de los tesoros de Dios, disfruta de las bendiciones de Dios en el
mundo que lo rodea, y después traiciona a Dios al servir a Satanás, el archienemigo de Dios.
El pecador entonces vive abusando de todos los regalos de Dios. En cuarto lugar, la Biblia
dice que el pecado es incurable; Jeremías 13:23 dice: “¿Podrá el etíope cambiar su piel?
¿Puede el leopardo cambiar sus manchas? ¿También vosotros podéis hacer bien estando
acostumbrados a hacer mal?”; en otras palabras, no tienen más posibilidades de cambiar su
naturaleza de lo que un leopardo puede cambiar sus manchas, y un etíope su piel. Pablo le
escribió a Tito en el capítulo 1:15 y dice: “Su consciencia, ésta es la parte interna de ellos,
aquello que motiva aún su conducta correcta está contaminada”. Juan Flavel dijo hace años
atrás, y cito: “Todas las lágrimas de un pecador penitente deben ser derramadas en una
cantidad como hay gotas de agua, debido a que la creación no puede lavar el pecado. El
fuego eterno en el infierno no puede purificar la conciencia ardiente del menor de los
pecados”. Fin de la cita.
El pecado es devastador de manera total, destruye de manera absoluta, es tan incurable que
inclusive la eternidad en el infierno no lo puede quitar; la Biblia también dice que el pecado es
odiado por Dios. En Jeremías 44 Dios dice: “Oh, no hagáis esto abominable que odio”, el
pecado también domina, se cuelga, como la oscuridad se cuelga de la noche, domina la
mente dice en Romanos 1:21; domina la voluntad, dice en Jeremías 44:15-17; domina los
deseos, los afectos, dice en Juan 3:19-21; y después el pecado trae el control satánico,
Efesios 2 dice que un pecador camina según el príncipe de la potestad del aire, él es un hijo
de desobediencia, Jesús dijo en Juan 8:44 “un hijo del diablo mismo”. Y después el pecado
trae miseria a la vida. En Job 5:7 dice que el hombre nace a los problemas, así como las
chispas vuelan al aire; en Romanos 8 dice que la criatura está sujeta a vaciedad, inutilidad;
quita el honor del hombre, quita su paz, quita el significado de su vida. Después, finalmente el
pecado condena al alma al infierno. Apocalipsis 20 habla de todos aquellos que no conocen a
Dios, y a Cristo, siendo arrojados en el lago de fuego.
Ahora, todo eso es simplemente para recordarle lo que significa ser un esclavo al pecado, una
existencia horrenda; sin embargo, es la realidad de toda criatura que viene al mundo debido a
la maldición, como vimos en el cuarto capítulo, más bien en el tercer capítulo en Adán. Ahora,
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cuando usted entiende el pecado y su pecaminosidad, entonces usted valora lo que significa
ser liberado del pecado, y qué gloriosa liberación es esa. Y ese es el mensaje de Pablo en los
versículos 15 al 23; y no quiero regresar y repasar todo lo que hemos visto en el capítulo 6,
pero necesita conocer el capítulo entero. Entonces, si no ha estado aquí, escuche esos
sermones, y estudie la Palabra de Dios a lo largo de este capítulo maravilloso. Simplemente
recuerde esto. Y la discusión de Pablo es motivada por una pregunta antagonista en el
versículo 15, dijimos que esta era la pregunta del antagonista; Pablo ha oído esta pregunta
antes, él está predicando la gracia, y entonces alguien de manera inevitable viene y dice: “Oh,
la gracia”, en otras palabras: “¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia?
Eso es correcto. Estamos libres ahora, estamos bajo la gracia; Dios perdona nuestro pecado,
entonces simplemente podemos salir y pecar todo lo que queramos”.
Y esta siempre ha sido la crítica del antagonista, del mensaje de la gracia, que la gracia lleva
a la impiedad, la gracia lleva a la antinomianismo, la gracia lleva a la libertad sin restricciones,
la gracia lleva al abuso; y entonces la gente dice: “No solo puedes predicar gracia, no puedes
quitarles las restricciones a la gente, tienes que predicar la ley y las reglas y demás”, y
entonces la pregunta viene: “¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia?
¿La gente que está bajo la gracia simplemente se entrega a su pecado?”, y la respuesta es:
“¡No, no, no! De ninguna manera”, y ese es el segundo punto, la respuesta; y la respuesta de
Pablo es: “No, absolutamente no, la gracia no es una justificación para pecar, la gracia nunca
transforma a alguien en un pecador que se entrega a su pecado. Es realmente lo opuesto”. Y
eso nos lleva al axioma del versículo 16, y aquí hay un principio autoevidente, es simplemente
un principio muy elemental: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis?”, y puede detenerse ahí por un
momento.
Todo lo que está diciendo es: “Mire, si usted se ha entregado como un siervo a Dios en Cristo,
entonces la definición misma de ese servicio es que usted ha venido a obedecerlo a él, no a
desobedecerlo. Usted no se entregó de manera voluntaria a Cristo para desobedecer, usted
se entregó de manera voluntaria a Él para obedecer”. Entonces, tenemos un nuevo amo, y es
evidente en sí mismo en ese axioma y ese principio obvio, que cuando usted se entregó a sí
mismo a Cristo, se volvió obediente para la justicia, versículo 16. Ahora, sea que usted se
entregue a sí mismo al pecado en su vida antigua, lo cual resultó en muerte, o sea que se
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entregó a sí mismo a la obediencia, lo cual resulta en justicia, es un hecho evidente en sí
mismo, que cuando usted se entrega a sí mismo como esclavo a alguien, usted se
compromete con obedecer.
Entonces, cuando usted se convirtió en cristiano, usted no se está comprometiendo a una vida
de desobediencia, se está comprometiendo a sí mismo a una vida de obediencia, eso es
básico para la definición misma de los términos. Entonces, ya no –según el versículo 16–
nuestro amo es el pecado, nuestro nuevo amo es la obediencia, y estamos sujetos al Señor
quien produce en nosotros la obediencia para la justicia. Ahora, escuche de nuevo algo que
dije la semana pasada, y quiero re-enfatizarlo: No solo esta es una obligación ética, es un
milagro creador. En otras palabras, cuando usted se convirtió en cristiano, usted no solo tiene
la obligación de obedecer, usted ha sido creado para ser una persona obediente; entonces, no
solo es un deber que es un imperativo, es un hecho; un cristiano se caracteriza por la
obediencia. Jesús dijo: “Si me amáis, ¿Qué? Guardad mis mandamientos”. Y la pregunta
entonces surge en el Nuevo Testamento; si usted no hace eso, entonces no importa lo que
digo, usted no lo conoce, porque cuando usted viene a Cristo, usted está firmando su
identificación con el nuevo amo, y usted es una nueva criatura, y se vuelve en alguien que
obedecen.
Entonces, no es una obligación ética, es un milagro creador; usted no solo debe obedecer,
usted obedecerá, es una condición, un estado. Ahora, si estuvimos bajo la esclavitud al
pecado antes de que viniéramos a Cristo, ahora estamos bajo la esclavitud a la obediencia. La
gracia entonces nos da un nuevo amo. Ahora, para ayudarnos a entender esto, pasamos al
axioma del versículo 16, ahora al argumento de los versículos 17 al 22; entramos a esto un
poco la última vez, veamos si podemos cubrirlo. Aquí está su argumento. Así es como él
explica lo que él explicó en el versículo 16; es un contraste extenso entre dos esclavitudes:
usted o es un esclavo al pecado o es un esclavo a Dios, o usted es desobediente a Dios o es
obediente, o usted hace lo que el pecado le dice o usted hace lo que Dios le dice; y vamos a
expandir esto conforme avanzamos. Pero veamos en primer lugar la posición. El contraste
fluye de la posición a la práctica a la promesa; observe la posición de las dos personas, ese
es su estado.
Versículo 17: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido
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de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado,
vinisteis a ser siervos de la justicia”. Ahora, lo que él está diciendo aquí es que hay
básicamente dos posiciones: o usted es un esclavo al pecado o es un esclavo a la justicia,
esa es la posición, solo hay dos familias, toda persona está en una de estas dos familias; es la
marca de su vida que usted obedece al pecado, o la marca de su vida es que usted obedece
a la justicia; esto es su identidad. Observe de nuevo el versículo 17, lo que vimos la última
vez; usted ha sido vaciado en un molde, esa forma de enseñanza, “forma” siendo la idea de
un molde. Cuando usted se convirtió en cristiano, su viejo hombre fue derretido y usted fue
vaciado de nuevo en un nuevo molde, el molde que está constituido por las doctrinas del
evangelio, y entonces usted fue vaciado en un molde del evangelio, y usted salió como una
nueva criatura; y su estilo de vida ahora manifestará ese milagro creado, y usted entonces ya
no responderá como uno que está bajo el señorío de Satanás, sino que responderá como uno
que está bajo el señorío de Dios.
Eso es lo que significa en Efesios 2:10 cuando dice que usted fue creado para buenas obras,
usted ha sido vaciado en un nuevo molde; lo antiguo es derretido, ya no está, usted ha sido
recreado. Ahora, eso no significa que admiramos la justicia, no significa que deseamos la
justicia, no significa que estamos intentando ser justos, no significa que estamos tratando de
practicar la justicia en nuestra vida diaria; significa que hemos sido colocados bajo el poder, el
control, y la influencia de la justicia, hemos sido transformados, y usted tiene que entender
esto. La gente se confunde mucho en este pasaje si no lo entiende. En el pasado, usted era el
súbdito, usted era gobernado, usted era controlado por el pecado; y ahora usted es
gobernado, controlado por la justicia; Dios implanta en nosotros la cimiente incorruptible de
justicia, se vuelve nuestro amo. Y 1ª de Juan 3:9-10 dice que ya no podemos seguir pecando
como pecábamos, y entonces la pregunta es torpe: ¿Perseveraremos en el pecado porque
estamos bajo la gracia? ¡Claro que no! El hecho de que estamos bajo la gracia hace a un lado
eso inclusive como posibilidad, va a haber un rompimiento en nuestro pecado.
Gracias a Dios por nuestra familia, porque cuando entramos a la familia de la obediencia y la
justicia, la familia del Señor, fuimos liberados de la tiranía del pecado, eso es muy importante
porque lo que signifique eso a nivel práctico es que usted no tiene que pecar, eso es lo que
significa; el pecado ya no es su amo, ¿Entendió eso? Usted ya no tiene que pecar, y eso es lo
que hace tan torpe que pequemos, no tenemos que hacer eso. Ahora, antes de que usted era
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cristiano, usted tenía que pecar porque el pecado era su amo y no tenía otra opción, y
entonces lo único que hacía, inclusive en el mejor de los casos, eran trapos de inmundicia,
ustedes solo pecaba, pecaba, pecaba, pecaba; inclusive, cuando usted hacía una obra buena
tenía un mal motivo porque no era para glorificar a Dios, era probablemente para sentirse
mejor acerca de usted mismo, o conformarse a algún estándar ético; y cualquier cosa que
queda corta de la gloria de Dios es un pecado, y entonces era pecado, pecado, pecado,
pecado.
Cuando usted se volvió cristiano, ya el pecado no tenía tiranía sobre usted, como hemos
estado viendo; es un gran pensamiento. Ahora somos esclavos de Dios, ahora somos siervos
de la justicia, ahora somos llamados a la obediencia; ¿y vamos a continuar en el pecado y la
impiedad? ¡Es ridículo! Escuche esto: antes de que usted fuera cristiano, usted no era libre.
La gente dice: “Oh, no quiero ceder mi libertad. Oh, no me voy a volver cristiano y voy a ser
restringido y todo eso”; ¡usted no era libre! Usted era un esclavo absoluto al pecado; era lo
único que hacía, la gente cree que es libre, no es libre, eso no es libertad. Cuando usted se
volvió cristiano, usted se volvió libre, usted fue libre por primera vez en su vida; no libre para
hacer lo malo, pero libre para hacer ¿Qué? lo correcto por primera vez, ¿Lo entiende? Escribe
eso en algún lugar, eso es muy importante, muy básico.
Cuando usted se volvió cristiano, usted dice: “Oh, tengo libertad en Cristo, ahora puedo hacer
lo que quiero”, ¡no, no! No. Usted ahora no tiene libertad para pecar, usted por primera vez
tiene libertad en su vida para hacer lo que es correcto, y esa es una libertad agradable. Lo que
significa es que antes de que era salvo usted no tenía alternativa, ahora tiene alternativa; y
debido a que el pecado no es su amo, usted puede escoger lo que es correcto. ¿No es eso
maravilloso? Entonces, los cristianos no son personas que tienen libertad para hacer lo malo,
son personas que están libres por primera vez para hacer lo correcto. Ahora, ¿Eso le da una
perspectiva diferente de la libertad cristiana? La gente dice: “Hombre, usted sabe, ahora que
usted es cristiano está bajo la gracia, no tenemos que preocuparnos por esto, no tenemos que
preocuparnos por aquello, podemos hacer esto”. Ese no es el punto. De hecho, si usted vive
así, dudo si usted está bajo la gracia. La gran liberad de ser un cristiano es la libertad de
hacer lo correcto por primera vez.
Entonces, dos esclavitudes y vimos su posición: una comienza en el nacimiento, y una
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comienza en el nuevo nacimiento, y está usted bajo la esclavitud al pecado, está bajo la
esclavitud a la justicia; y si usted es cristiano, usted ha sido liberado del pecado, ya no le
pertenece a ese amo antiguo, la justicia es su amo, la obediencia es su amo, el Señor es su
amo, y usted ha sido recreado para obedecer, y también tiene la obligación de obedecer a
nivel ético. Usted puede obedecer y debe hacerlo. Ahora, veamos de la posición a la práctica,
versículo 19, y este es un comienzo interesante. Él dice: “Hablo como humano, por vuestra
humana debilidad”; esa es una afirmación muy interesante; él dice: “Quiero que entiendan que
estoy usando esa analogía aquí acerca de amos y esclavos para acomodarme a su debilidad
humana”, en otras palabras, es difícil expresar información sobrenatural, eterna,
incomprensible, y poderla comprender en estas pequeñas cabezas limitadas.
Y Pablo dice: “Voy a tratar de acomodarme a ustedes lo mejor que puedo. Entonces, estoy
hablando como humano”, en otras palabras: “Estoy reduciéndolo a una analogía humana de
un esclavo y amo para que pueda acomodarme a la debilidad de su naturaleza humana”. Y
creo que es importante que Pablo diga eso, porque en cualquier analogía que usted encuentre
siempre hay un punto de quiebre en una analogía humana, ¿No es cierto? Y algunas
personas van a estar escuchando este asunto de amo-esclavo, y van a tratar de seguir esa
analogía a su última expresión, y en cierta manera se van a confundir, y entonces él dice:
“Miren, esto es simplemente un ajuste que es necesario debido a nuestro estado caído;
simplemente estamos tratando de entenderlo de la mejor manera que podamos”, y
simplemente como una nota él dice: “Hablo de esta manera debido a vuestra humana
debilidad”. Ahora, esa es una palabra muy importante. Vamos a verla de nuevo conforme
avanzamos a lo largo de Romanos, esa es una palabra clave. Significa “nuestra mortalidad”,
es un término paralelo que vimos allí en el versículo 12, su cuerpo mortal, su cuerpo mortal; y
allí es donde el pecado encuentra su plataforma de ataque.
Y entonces él dice: “Debido a su mortalidad, a su cuerpo de pecado, a su humanidad donde el
pecado reside”, no el nuevo usted, el usted santificado del que hablamos, no el usted
resucitado caminando en vida nueva; no la creación apropiada, apta para la eternidad, sino el
pecado que está en su cuerpo mortal, esa es su debilidad humana, esa es su carne; la carne
es la facultad del hombre influenciada por el pecado. Y aunque somos cristianos, mientras
que poseemos esta naturaleza humana, mientras que estemos encerrados en estos cuerpos
que están caídos, vamos a tener una lucha con el pecado; no pecado en la nueva criatura,
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sino pecado en la carne, la cual envuelve a la nueva criatura hasta que seamos glorificados; y
vimos eso antes en nuestro estudio; y somos débiles en nuestro entendimiento, somos débiles
debido a nuestro estado caído; y entonces, Pablo se está acomodando a nosotros con una
analogía humana.
Ahora, el avance en el versículo 19: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que
así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia”.
Esta es una gran, gran verdad. Ahora él ya no está hablando de nuestra posición, él está
hablando de nuestra práctica. Él ya ha dicho que tenemos un nuevo amo –versículo 18–,
hemos sido liberados del pecado, y nos hemos convertido en siervos de la justicia, esa es
nuestra posición; somos los siervos de la justicia, respondemos a la justicia, respondemos a la
obediencia, respondemos a Dios. Y ahora de manera interesante él dice en el versículo 19:
“Como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia”.
En otras palabras él dice: “Éste es usted” en el versículo 18; y ahora en el versículo 19 dice:
“Ahora actúe como tal, actúe como tal. Que su práctica se alinee con su posición”. Él no está
hablando de naturaleza, la naturaleza no es un individuo en el versículo 19, él estaba
hablando de eso en los versículos 17 y 18. Usted por naturaleza era un siervo al pecado o por
la nueva naturaleza es un siervo de Dios; pero él ahora está hablando de su estilo de vida, y
él está diciendo: “Su estilo de vida debe acomodarse a su naturaleza. Ahora, que usted no
tiene que ser un esclavo al pecado, ahora que usted es un siervo de la justicia, actúe como
tal”, y claro, la carne quiere meterse en el camino, y descubriremos más adelante cuando
lleguemos al capítulo 8 cómo enfrenta a la carne, pero básicamente Pablo dice: “Mátela”, y
descubriremos cómo matar la carne cuando lleguemos al capítulo 8. Pero él está diciendo
aquí: “Debido a que no tienen que pecar, no pequen”.
La ilustración es muy clara. En primer lugar, como cedieron, como presentaron sus miembros
a la inmundicia y a la iniquidad en el pasado, eso describe a la primera familia, la familia de
aquellos que están en pecado posicionalmente; su práctica es ceder de manera continua a
sus miembros – de nuevo, tiene que ver con sus facultades físicas, su humanidad al pecado;
ese era su estilo de vida, eso es lo único que pueden hacer; presentan sus miembros como
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esclavos a la impiedad, a la inmundicia; eso es básico, eso es la vida para ellos. La palabra
“miembros”, de nuevo, recuerde significa “partes corporales”, la carne, el cuerpo mortal; y
como puede ver, la persona en el estado de pecado no tiene alternativa, él tiene que
presentar, esa palabra significa “presentar u ofrecer”; él entrega su cuerpo al pecado.
Inclusive, usa la palabra “inmundicia”, esa es la palabra de contaminación interna; y después
usa la palabra “iniquidad”, esa es la palabra de impiedad externa.
Entonces, él dice: “Antes de que se volvieran cristianos, cuando estaban en la familia de
pecado estaban contaminados por dentro y eran malos por fuera”. De manera continua se
presentaban a sí mismos a eso, cedían a eso interna y externamente; no hay alternativa
involucrada, no había opción de manera absoluta. El cuerpo del pecado en una persona no
regenerada, escuche ahora, está en armonía total con la naturaleza del hombre; la naturaleza
del hombre es pecado, y el cuerpo del hombre es pecaminoso, entonces su naturaleza y su
cuerpo están en armonía total, su alma y su cuerpo están en acuerdo total, sirviendo al
pecado como su amo, y entonces él simplemente peca haciendo maldad de manera continua.
Ahora, observe la progresión. Usted cede sus partes corporales, siervos al pecado, a la
iniquidad, a la inmundicia, y después dice, a la iniquidad, muy interesante, ¿Adivine a qué
lleva el pecado? ¿A qué? Al pecado, más pecado. El pecado engendra pecado, es cáncer, se
reproduce a sí mismo, es un amo cruel.
Oscar Wilde, el gran escritor, mente brillante, un hombre muy estimado, de manera secreta
estaba involucrado en relaciones homosexuales y otras conductas desviadas, y fue
descubierto; y él escribió: “Olvidé que lo que un hombre es en secreto, algún día él lo gritará
en alta voz desde el techo de la casa”. El pecado engendra pecado, es descubierto, no hay
manera de detenerlo. Siempre pienso en Sinclair Lewis quien fue uno de los hombres más
prominentes del mundo literario, y él quería burlarse del cristianismo, y entonces escribió
“Elmer Gantry”, y “Elmer Gantry” fue un ataque contra las predicadores cristianos y el
evangelismo, presentando un personaje de un predicador que golpeaba la Biblia y predicaba a
Jesús, y era un alcohólico, fornicario y ladrón, todo malo. El mundo literario exaltó a Sinclair
Lewis, y pocas personas sabían que él murió como alcohólico en una clínica de tercer nivel en
algún lugar afuera de la ciudad de Roma, totalmente devastado.
Usted no se sale con la suya con el pecado, simplemente se engendra a sí mismo, y eso es lo
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que está diciendo. Ustedes solían estar bajo pecado, y conforme su posición estaba bajo la
esclavitud al pecado, su práctica estaba ahí también, y el pecado engendraba pecado,
engendraba pecado, engendraba pecado, engendraba pecado, engendraba pecado,
engendraba pecado; y como veremos en un momento, hay un fin definitivo. Pero él dice esto:
“Ahora han sido transferidos a un nuevo amo”, e hicieron eso en el pasado. Regrese al
versículo 19: “Ahora presenten, ofrezcan, cedan sus partes corporales como siervos a la
justicia lo cual produce, ¿Qué? Santidad”. Como sus miembros estaban 100% entregados al
pecado antes de Cristo, ahora deben estar entregados al 100% a la justicia desde Cristo.
Ahora, recuerde, la nueva criatura en el alma no tiene pecado, no soy yo, es el pecado que
está en mí, en mi humanidad; las partes corporales, nuestra mortalidad, nuestro estado caído,
nuestra naturaleza humana corrupta, debe ser presentada.
Y como dije antes, por primera vez tenemos una alternativa, esa es nuestra libertad. Y
entonces llegamos al capítulo 12 de Romanos, como una probada, y oímos estas palabras
conocidas: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros ¿Qué? Cuerpos”. ¿Dónde está el problema? Es el cuerpo, ¿No es cierto? Y esa es la
razón por la que él nos dice: “Presenten su alma”; su alma es una nueva creación; él no dice:
“Presenten su hombre interior”, eso ha sido transformado; presenten su ¿Qué?, su cuerpo,
porque ahí es donde el campo de batalla se encuentra, en su estado caído, en su humanidad,
y esa es la razón por la que Pablo también le dice a los Corintios: “Golpeo mi cuerpo y lo
pongo en servidumbre”; realmente tiene que controlarlo. Lea 1ª de Tesalonicenses capítulo 4
y vea cómo el cuerpo tiende a arrastrarnos a la maldad; y entonces él dice: “Ustedes se
presentaron a sí mismos de esa manera, ahora presenten sus partes corporales como
esclavos a la justicia. Ustedes harán esto porque ustedes son nuevos, pero háganlo siempre
porque pueden”, ¿Entiende eso? Lo hará, pero hágalo todo el tiempo; lo va a hacer en algún
momento; lo hará porque es nuevo; pero hágalo todo el tiempo. En otras palabras, escuche
ahora con atención: Cuando usted vino a la salvación en Jesucristo, la gracia de Dios no le
fue dada a usted para permitirle pecar y salirse con la suya, sino para que usted nunca tuviera
que pecar, ¿Entiende eso? Es una gran diferencia.
No creo que muchas personas entienden eso. Entonces, la idea entera de ser un cristiano no
es impunidad del pecado, la idea entera de ser un cristiano es que usted no nada más peca,
usted dice: “Espere un momento, ¿podemos hacer eso desde el punto de vista técnico?”, “Sí”,
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“¿Desde el punto de vista práctico?”, “No”, porque nuestro estado caído se mete en el
proceso, pero queremos hacerlo más y más. Y observe la progresión aquí: “Presentéis
vuestros miembros a la justicia, para ¿Qué? Santidad”, justicia significa hacer lo correcto,
justicia es hacer lo correcto; santidad es un estado de perfección. Así como la iniquidad lleva a
la iniquidad, hacer lo correcto lleva a la perfección espiritual, al término espiritual, a ser
totalmente separado del pecado; eso es lo que la santidad significa.
Martyn Lloyd-James quien con tanta frecuencia captura los pensamientos de una manera tan
vívida, dice esto y cito: “Conforme usted continúa viviendo la vida justa y practicándola con
toda su fuerza y energía, y todo su tiempo y todo lo demás, usted descubrirá que el proceso
que se llevó a cabo antes, en el cual iba de mal en peor, y se volvió más y más vil, es
totalmente revertido; se va a volver más y más limpio, y más y más puro, y más y más santo, y
más y más conformado a la imagen del Hijo de Dios”, fin de la cita. Ahora, ve usted cuál es la
diferencia, ¿Verdad? Esa es la diferencia de lo que produce esa nueva naturaleza en
contraste a lo que produce la antigua naturaleza, esa es la diferencia en la segunda mitad de
Romanos 6, al estar bajo el amo “el Señor”, bajo el amo “el pecado”. Entonces, progresamos
a pureza más y más grande, a santidad mayor y más grande conforme los pecadores van
hacia abajo, abajo, abajo.
Permítame añadir un comentario al margen. Nadie está totalmente detenido, y los cristianos
que escogen pecar, entendiendo de manera equivocada la gracia o porque se entregan a la
carne, notarán que va a producir en ellos el mismo principio que está operando en un
incrédulo, el pecado va a llevar a pecado, pecado, pecado, pecado. Entonces, cada esclavitud
es una esclavitud que se desarrolla; ninguna de las dos se detiene por completo. Cuando
Israel estuvo en Egipto –tomando una analogía–, Dios le dio a faraón un mandato; la mayoría
de la gente conoce el mandato: “Deja ¿Qué? Ir a mi pueblo”. ¿Usted conoce el resto de eso?
Eso no fue todo. Escuche lo que Dios dijo: “Deja ir a mi pueblo para que me sirvan”. Usted no
entiende el mandamiento si usted no entiende esa parte: “Deja ir a mi pueblo para que me
sirvan”.
Nadie jamás fue librado de la esclavitud para hacer lo que querían. Cuando fuimos liberados
de la esclavitud, fuimos liberados para hacer lo que Dios quiere. Él no dijo: “Deja ir a mi
pueblo para que puedan andar viajando por donde quieran el resto de su vida”. No fue
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dejarlos ir para que hicieran lo que quisieran; el plan de Dios para ellos era para que fueran
liberados de la esclavitud de sus amos crueles en Egipto, para que se comprometieran con un
nuevo amo y lo sirvieran; por cierto, tomó una generación entera para aprender eso.
Entonces, no hemos sido liberados del pecado para hacer lo que queremos, hemos sido
liberados del pecado para hacer lo que Él quiere. Entonces, la pregunta hecha en el versículo
15 es una pregunta ridícula. Ahora, finalmente el contraste de Pablo da un paso más hacia
delante, y él habla acerca de la promesa. ¿En dónde terminan estas dos esclavitudes?
Porque definitivamente terminan en dos lugares diferentes. Observe el versículo 20.
En primer lugar, ¿En dónde termina el pecado? “Porque cuando erais esclavos del pecado,
erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora
os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”. Observe estos dos versículos, son muy
simples, sin embargo son muy profundos. Él dice: “Cuando eran siervos o esclavos del
pecado en su vida antigua en esa posición, cuando cedían a esa vida, estaban libres de la
justicia, estaban totalmente libres de la justicia; no tenían causa para responder a la justicia,
no tenían necesidad; la justicia no demandaba nada de usted porque no tenía usted
capacidad alguna”. Bueno, qué afirmación tan increíble. Usted no puede responder a las
demandas de la justicia, usted no tiene la obligación de cumplirlas, no vamos por la calle y
dicen: “Ahora todos ustedes necesitan obedecer las leyes de Dios”, no tienen causa de hacer
eso, no tienen necesidad de hacer eso.
¿Quiere saber algo más? Tampoco les va a hacer bien alguno, están libres de la justicia; no
tienen responsabilidad a la justicia, están controlados y gobernados por el pecado, y lo único
que pueden hacer es pecar; tienen un amo, la justicia no tiene presión que les aplique a ellos
porque no tienen nada en su naturaleza que les haga responder a ella. ¿Entiende eso? Esa
es una afirmación tremenda, porque hay personas que no conocen a Cristo que creen que
son buenas personas. La verdad es que son esclavos al pecado, y están totalmente libres de
la justicia. La justicia no tiene causa por la cual ellos deban responder. ¡Hombre, qué
afirmación! El mundo está lleno de personas que creen que son personas buenas, creen que
hacen cosas correctas y cosas buenas, y cosas honorables, y a nivel no humano, así es; pero
cuando Dios comienza a hablar de los estándares que son los estándares de Él, son
totalmente libres de la justicia, no están obligados a obedecer la justicia, no tienen la
obligación de guardar la ley justa, no hay necesidad de eso porque no tienen capacidad de
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hacerlo.
De hecho, ¿Sabe una cosa? Pablo tiene una buena palabra para la justicia personal, para el
hombre que hace su mejor esfuerzo fuera de Dios, ¿Sabe cómo lo llamó Él? Estiércol. Es
interesante, ¿No es cierto? Si se pregunta dónde está, eso es Filipenses 3:7-8. Y entonces,
eso para mí, el versículo 20, es simplemente una afirmación contundente, contundente; la
gente sin Jesucristo no tiene la obligación a la justicia en absoluto porque no la pueden
cumplir. Entonces, cuando digo que usted o es un esclavo del pecado o un esclavo de la
justicia, ¡Hombre!, eso es exactamente lo que Pablo está diciendo aquí; y nadie está en
medio. Y observe lo que dice en el versículo 21: “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de
las cuales ahora os avergonzáis?”, ¿Qué fruto tenía? Bueno, la respuesta a eso es: ninguno;
el único fruto que tenía cuando no era regenerado era fruto del cual ahora usted está ¿Qué?
avergonzado.
Usted ve al hombre que no tiene a Cristo, y él está hablando mucho, y dice: “Hombre,
deberías haber oído lo que hice, hice aquello”, él habla de todo su pecado y se jacta de todas
las cosas: “Hombre, engañé a tal y tal, y tengo este trato por acá, y le hice esto a esta
persona”, y se jacta en su pecado; y hombre, cuando viene a Jesucristo todos los resultados y
el producto de su pecado es causa de ¿Qué? vergüenza. Entonces, Pablo dice: “Miren, no
hagan una pregunta tan torpe como: Ahora que estamos bajo la gracia, ¿Continuamos
pecando?”. Miramos atrás ese periodo de tiempo, y vemos todo el fruto de nuestro pecado, y
lo único que trae a nosotros es ¿Qué? vergüenza. Siempre me gusta cuando alguien va a dar
su testimonio y han venido a Jesucristo, y han salido de algún pasado pecaminoso, horrible; y
cuando alguien realmente viene a Jesucristo, eso es lo último de lo que quieren hablar, o
quizá le quieran decir: “Usted cómo el Señor lo libró de las drogas o del crimen o de algún
pecado malo y demás”; pero no se regocijan ya en ese pecado, es vergonzoso para ellos.
Entonces, si eso es verdad, ¿por qué queremos venir a Cristo y después continuar pecando
cuando el único fruto de eso es algo de lo que estamos totalmente avergonzados? Juan
Calvino dijo, y cito: “Tan pronto como los piadosos comienzan a ser alumbrados por el Espíritu
de Cristo y la predicación del evangelio, reconocen de manera libre que su vida pasada entera
en la cual vivieron sin Cristo es digna de condenación. Entonces, lejos de tratar de justificarse
a sí mismos, de hecho están avergonzados de sí mismos, de hecho van más lejos, y
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continuamente llevan su desgracia en la mente para que la vergüenza de lo mismo los pueda
hacer ahora más de manera verdadera y dispuesta, humildes delante de Dios”. Bueno, esa es
una afirmación hermosa. El fruto del pecado no hace nada más que llenarnos de la
vergüenza. Usted ha tenido esa reacción en su vida; usted puede mirar hacia atrás, a su vida
antes de Jesucristo, y puede ver muchas cosas de qué avergonzarse; no debe querer hablar
de eso, usted no se gloría en eso; pero la gente que no conoce a Cristo, como puede ver, se
gloría en aquello de lo que usted se avergüenza.
¿Y a dónde lleva todo eso? Versículo 21: “El fin de ellas es muerte”. Porque un cristiano
justificado por la gracia mediante la fe, traído a Jesucristo con la alternativa de hacer lo
correcto, jamás escogería pecar cuando el pecado únicamente engendra pecado y tristeza, y
vergüenza, de lo cual fue liberado. ¿Sabe una cosa? Pablo realmente está presentando un
punto aquí. Si pecamos realmente somos torpes. Entonces, la manera en la que el diablo trata
de hacernos pecar es que nosotros no estemos ¿Qué? pensando; lleva a la muerte. ¿Qué
muerte es ésta? Muerte segunda, muerte espiritual, y el infierno, la muerte del alma; ahí es a
donde lleva el pecado, ese es su fruto. Ahora, si lo único que puede producir con el pecado es
fruto que trae vergüenza, y muerte espiritual y eterna; si el pecado es un homicida vergonzoso
del alma, entonces, ¿Qué razón tiene usted para llegarle a ofrecer su cuerpo al pecado? No
hay razón alguna, no hay razón. Pero qué hay acerca del segundo amo. Observe el versículo
22: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado”, no puedo decirle cómo he llegado a
querer esa afirmación, lo he leído muchas veces, enseñé Romanos, algunos de ustedes se
acordarán en 1969 aquí. Estábamos estudiando un capítulo por sermón, esos eran los días
cuando era joven y torpe, agoté todo mi conocimiento a esa velocidad; pero conforme he
estudiado esto una y otra vez, “habéis sido libertados del pecado”, ¡oh!, eso simplemente trae
gozo a mi corazón.
Y estaba pensando – observe conmigo de regreso en el capítulo 4 versículo 6, y Pablo dice:
“Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia
sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos
pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. Esa
es la primera parte. Oh, qué bendición que Dios no nos acusa de nuestro pecado, esa es una
cosa. Pero aquí en el capítulo 6 es una doble bendición que Dios no solo nos culpa de nuestro
pecado ya, sino que nos libera de su tiranía. Simplemente es saber que no tengo que pecar,
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ya no soy un súbdito, ¡es tan maravilloso! Entonces, versículo 22: “Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado”, no significa que usted es liberado de no volver a pecar, simplemente
significa que está liberado de su tiranía, no tiene que pecar; “Y hechos siervos de Dios”,
hechos esclavos de Dios, ahí está otra vez esa palabra de esclavitud; “Tenéis por vuestro
fruto”, un fruto totalmente diferente, “fruto” significa producto, “fruto” significa resultado. ¿Y
cuál es nuestro fruto? ¿Qué es? Santificación.
Ahora, de nuevo, eso no solo es un “debiera”, esto es lo que usted debería de hacer, es un
hecho. Yo creo que si usted verdaderamente es salvo, y la vida divina está en usted, y usted
es una nueva criatura, la santidad es manifiesta. Lo creo. Yo creo que usted no puede tener
un cristiano que no tiene fruto en lo absoluto; bueno, tendría que ver por mucho tiempo y
encontrar ahí una uva medio arrugada aquí y allá, pero tiene que haber algo, tiene que haber
algo, su fruto es para la santidad. No sé cómo usted ve la palabra “santificación”, es una
palabra hermosa; creo que la amo porque es el atributo más glorioso de Dios. En Isaías 6 se
dice que Dios puede ser Santo, Santo, Santo, ¡y pensar que podemos ser como Dios!
Maravilloso. No podemos ser Dios, pero podemos ser como Él cuando caminamos en
santidad. Entonces, hemos sido liberados del pecado; no puede demandarnos nada, y nos
hemos convertidos en esclavos de Dios, y tenemos un nuevo producto, un nuevo fin, y eso es
la santidad. ¿Y a qué lleva eso? Y como fin, la vida eterna. El fin en el versículo 21 qué, el fin
de estas cosas es ¿Qué? Muerte en el versículo 21; el fin en el versículo 22: “Vida eterna”.
Esto es lo que llamo las promesas. Comienza con la posición: o usted está en esclavitud al
pecado o esclavitud a Dios; la práctica, su vida está o progresando a un nivel más y más vil, o
se está volviendo más y más santa; y después la promesa: el fin por aquí es muerte, y el fin
por aquí es vida eterna. Ahora, quiero señalarle que aquí la vida eterna es una calidad de
vida; no es tanto que significa que usted va a vivir para siempre, porque no significaría nada
vivir para siempre a menos de que la calidad de vida valiera la pena vivir para siempre,
¿Verdad?, y entonces es una calidad de vida. Entramos en un tipo de vida eterno, lo que
significa es un tipo de vida sobrenatural, un tipo de vida eterna que pertenece a Dios, la vida
de Dios en nosotros, vida abundante; y entonces, así es como Pablo presenta el contraste.
Entonces, él pasa a lo largo del antagonista, la respuesta, después él establece el axioma en
el versículo 16, después llega el argumento en los versículos 17 al 22, y finalmente el
absoluto, el absoluto.
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Y usted conoce este versículo quizá desde que era niño; versículo 23, ahora escuche: Esto es
para decir que hay una razón por la que el pecado, como un principio en la vida de una
persona que lo domina a él, lo lleva a una condición más y más, y más vil, y en últimas a
muerte eterna; y hay una razón por la que la justicia en la vida lleva a uno a ser más y más, y
más santo, entrando a la plenitud de la vida eterna; y la razón es porque hay una ley absoluta,
y esa ley de manera inevitable opera, y aquí está: “Porque la paga del pecado es muerte, mas
la dádiva de Dios es vida eterna”, y después el coup de grâce del capítulo entero: “En Cristo
Jesús Señor nuestro”. Este es el absoluto divino inviolable, no hay posibilidad de una
violación, así es como esto opera, y nadie puede evadir la ley absoluta, la razón por la que el
pecado añade al pecado, añade al pecado, termina en la muerte; es porque la paga del
pecado es muerte. Ahora, ¿Qué significa eso? La palabra “paga” es una palabra muy
interesante, es simplemente lo que parece ser, significa algo que se ha ganado usted, de
hecho la palabra es usada de manera común; de las raciones que eran dadas a los soldados
por su servicio militar a cambio de su deber, simplemente era compensación por servicios que
se habían dado; es como un sueldo, simplemente así como usted recibe su sueldo, su salario.
La idea es ésta: usted se gana la muerte, es correcto, se la gana. Cuando Dios lleva una vida
a la muerte eterna, al infierno para siempre, es porque la persona se ha ganado eso, es justo,
es una compensación apropiada por su pecado porque hay una ley inviolable en el universo
que dice: La paga del pecado es la muerte”. Es como cualquier otra ley. La ley de la gravedad
dice: Salta de algo y usted baja; esa es una ley. Así es como el universo es hecho, y si Dios
hizo leyes en una dimensión física, puede haber leyes como también en la dimensión
espiritual y aquí hay una de ellas, la paga del pecado es muerte, el sueldo del pecado es
muerte, muerte eterna, muerte espiritual es lo que usted se ha ganado. De hecho, permítame
decirlo de otra manera: La justicia tiene la obligación de pagarla; de lo contrario, estaría
defraudando al trabajador de su sueldo.
Cuando Dios da muerte eterna a un alma, Él le está dando aquello por lo que ha trabajado, lo
que se ha ganado, lo que merece, lo que es la compensación divina para su vida. Permítame
decirlo de otra manera: Si Dios no le diera infierno eterno sería injusto, y Dios no puede ser
injusto. Si usted se ganó la muerte por su pecado, usted la recibe; y aquellos que esperan el
perdón, y aquellos que esperan la liberación sin Cristo, están esperando que Dios sea injusto,
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y Dios no será injusto. Hay otro lado a lo absoluto, gracias a Dios por esto, dice esto: “Mas la
dádiva de Dios es vida eterna”. La vida eterna no es una paga. ¿Nota usted el cambio? ¿Es
un qué? Un regalo, una dádiva. ¿Puede usted ganarse la vida eterna? No. Es una dádiva, es
un regalo. De hecho, literalmente es un regalo gratuito. ¿Podría escribirlo ahí? Dice: El regalo
gratuito de Dios. Simplemente para que nadie se confunda es un regalo gratuito, usted no se
lo puede ganar por sus obras, no se lo puede ganar por su religiosidad, no se lo puede ganar,
punto.
Y eso nos lleva de regreso a Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, (¿Es un qué?) pues es don (regalo) de Dios; no por obras, para que
nadie se gloríe”. No hay mérito, no se lo puede ganar, no hay dignidad; es un regalo, es una
dádiva. Entonces, si usted quiere lo que merece, Dios se lo va a dar a usted; pero si usted
quiere lo que no merece, Dios también se lo va a dar a usted. Dice usted: “¿Cómo obtengo
eso?”, ¡Hombre! ¡Qué capítulo! “Yo no quiero ser un esclavo al pecado, yo no quiero ser libre
de poder hacer lo que está bien, y no quiero ir de pecado a pecado a pecado, de ser más y
más y más vil, en últimas terminando en muerte eterna, ¡no quiero hacer eso! ¡Quiero el
regalo de la vida eterna! ¿Cómo lo obtengo?”, bueno, ¿Cómo termina el capítulo? ¿Qué dice?
“En Cristo Jesús, Señor nuestro”.
Es el gran clímax del capítulo. Digo, el capítulo es tan poderoso. Usted sabe que al final
necesita un recordatorio cómo obtiene usted esto: “En Cristo Jesús, Señor nuestro”. ¿Algún
otro lugar? No hay otro lugar. Ni en ninguno otro hay salvación porque no hay otro nombre
bajo el cielo dado a los hombres en el que podamos ser salvos (Hechos 4:12), no hay otro
nombre, no hay otro nombre. Jesús dijo: “Yo soy la puerta, la única manera de entrar es a
través de mí”; Jesús dijo: “Ninguno puede venir al Padre sino por mí”; es la afirmación de
mente más estrecha jamás presentada, también resulta ser verdad; usted puede ser estrecho
de mente si usted tiene razón. Jesús dijo: “Yo soy el camino, yo soy el único camino”, a través
de Jesucristo, nuestro Señor. No puedo – simplemente no sé qué más decirle al mundo para
ofrecerle el regalo de salvación que tan solo decirles lo que está en este capítulo. Me es
sorprendente ser liberado del pecado para heredar vida eterna, ser liberado de la esclavitud al
pecado y la culpabilidad y todas esas cosas, y tener la libertad de hacer lo que es correcto y
glorificar a Dios; y en lugar de ver la vida con cosas de las cuales se avergüenza una persona,
usted ve una vida llena de cosas por las cuales va a estar agradecido; en lugar de esperar la
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muerte, la muerte eterna, usted espera la vida, la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Entonces, el capítulo 6 nos ha enseñado en los primeros 14 versículos que somos uno con
Cristo, porque morimos con Él, resucitamos con Él, y como nuevas criaturas con vida de
resurrección caminamos en vida nueva; por lo tanto, de nuevo ceder a ese nuevo principio de
vida, ceder nuestra condición caída, nuestra humanidad, nuestros cuerpos mortales, ese
poder de nueva vida. Y después en la segunda mitad él usa una analogía diferente para decir
lo mismo; éramos esclavos al pecado, ahora nos hemos convertido en esclavos a la justicia;
entonces, morimos para caminar en una vida nueva; en otro sentido, tenemos un nuevo amo.
Ambos están diciendo lo mismo. La salvación no lo libera a usted para pecar, lo libera del
pecado por primera vez en su vida para hacer lo que es correcto; la salvación toma a hombres
impíos y los hace santos, la salvación es un llamado del pecado a la santidad; y ningún
evangelismo puede permanecer en pie sin este tipo de afirmación. Cualquier cosa diferente de
este tipo de presentación del evangelismo, creo yo, es gracia barata. Yo creo que tenemos
que decirle a la gente: “Mire, calcule el costo. Cuando usted viene a Jesucristo, lo está
llamando del pecado a la santidad, y si usted no está dispuesto a venir en esos términos, no
hay otros términos disponibles”. Jesús no está buscando gente que quiere añadirlo a su
pecado; Él no está buscando a personas que quieren añadirlo a su estilo de vida; Él está
llamando a hombres que quieren morir y resucitar; Él está llamando a hombres y mujeres que
quieren decirle “no” al amo actual, y “sí” a un nuevo amo. La gracia cubre el pecado, es
correcto; pero nunca lo tolera; y además transforma al pecador.
Permítame cerrar con esto. Dietrich Von Bonhoeffer, teólogo pensador alemán, algunas veces
sus conclusiones no eran las correctas, algunas veces correctas, escribió lo siguiente y cito:
“La gracia barata significa la justificación de pecados sin la justificación del pecador que se
aleja del pecado, y de quien el pecado se aleja. La gracia barata no es el tipo de perdón del
pecado que nos libera de los trabajos del pecado. La gracia barata es gracia sin discipulado,
gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo. La gracia costosa es la gracia de Cristo mismo, que
ahora está prevaleciendo en el discípulo para dejarlo todo y seguirlo a Él. Cuando él habló de
gracia, Lutero siempre implicó como corolario que le costó su vida entera, la vida que por
primera vez la sujetó a la obediencia absoluta en Cristo. Felices son aquellos que sabiendo
que la gracia puede vivir en el mundo, sin ser del mismo, quienes al seguir a Jesucristo están
tan seguros de su ciudadanía celestial, que verdaderamente están libres para vivir sus vidas
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en este mundo”.
Ese es el tipo de gracia al que Dios nos llama en Cristo. ¿Qué significa ser un cristiano? El
capítulo 5 dijo que significaba estar seguro, el capítulo 6 dice que significa estar libre del
pecado, capítulo 7 nos dirá que todavía hay una batalla, y capítulo 8 nos dirá cómo ganarla.
Oremos juntos. Señor, estamos tan agradecidos en esta noche por tu Palabra, qué rica.
Estamos agradecidos porque nos has liberado del pecado, y si somos indiferentes a eso en
esta noche, perdónanos. Oh, qué regalo tan glorioso. Y con qué trivialidad tratamos un tesoro
sin precio, con qué facilidad permitimos que la carne haga lo que quiera, y nos burlamos de
nuestra libertad. Gracias por recordarnos, Señor, que somos esclavos de la obediencia, como
Pablo dice en un versículo, esclavos de la justicia, como dice en otro, esclavos de Dios, como
dice en otro, es lo mismo; y libres de la tiranía del pecado. Te bendecimos por eso. Y que
vivamos en práctica lo que somos en posición, y nunca regresemos a las cosas que producían
vergüenza y muerte, sino siempre esas cosas que producen justicia, santidad, y vida.
Con su cabeza inclinada por tan solo un momento, si usted nunca ha venido a Jesucristo, y no
lo ha recibido como su Salvador y Señor, usted no está libre del pecado y lo matará a usted.
Pero Jesús ofrece su libertad a usted, si usted le entrega su vida, si usted cree que Él, Dios en
carne humana, murió y resucitó por usted. Entréguele su vida en este momento a Él. Diga:
“Quiero ser libre del pecado, y quiero ser un esclavo a la justicia, un poseedor de la vida
eterna”. Cristiano, reafirme a Dios su gratitud por la libertad que Él le ha dado a usted, dígale
que está agradecido porque usted no tiene que pecar, porque usted ha sido liberado de la
esclavitud y la tiranía de ese amo del pasado. Y después pida su perdón por las veces que
usted ha obedecido a un amo que no puede hacer demandas de usted, y en su condición
humana pecó; y después pídale que lo guíe por el camino de la santidad, para que usted
cumpla en su vida todo lo que Él desea de pureza y obediencia. Padre, pedimos que lleves a
cabo tu obra en todo corazón, que verdaderamente podamos entender lo que significa ser
libres y regocijarnos en esa libertad, que algunos inclusive en esta noche puedan ser
liberados. Es nuestra oración por causa de Cristo. Amén.
Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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