26 LA VANGUARDIA JUEVES, 9 AGOSTO 2007 El ministro Molina publica un poemario Los venecianos contemplan el controvertido puente de Santiago Calatrava, página 29 / Rafael Moneo amplía su emblemático Museo de Arte Romano de Mérida, página 30 CARTELERA PÁGINA 31 PÁGINA 27 HÁBITOS DE LECTURA ◗◗ Los clásicos vuelven en verano La demanda de autores consagrados por el tiempo se dispara en vacaciones ‘Las moradas’, de Teresa de Jesús (San Pablo, Alba, Biblioteca Nueva...) Superventas que duran siglos Las 10 novedades más vendidas 1 “Harry Potter and the deathly hallows”, de J.K. Rowling (Bloomsbury) 2 “El pont dels jueus”, de Martí Gironell (Columna/El Andén) 3 “El cuento número trece”, de Diane Setterfield (Lumen/Empúries) 4 “El niño con el pijama de rayas”, de John Boyne (Salamandra/Empúries) 5 “La catedral del mar”, de Ildefonso ‘Ilíada’/‘Odisea’, de Homero (RBA, Proa, Espasa, Cátedra...) Falcones (Grijalbo/Rosa dels Vents) 6 “La ciudad sin tiempo”, de Enrique Moriel (Destino/Columna) 7 “El corazón helado”, de Almudena Grandes (Tusquets) 8 “El secreto de Christine Fall”, de Benjamin Black (Alfaguara/Bromera) 9 “La ciudad de las bestias”, de Isabel Allende (DeBolsillo) 10 ‘Divina comedia’, de Dante (Alianza, Espasa, Proa, Quaderns Crema, Océano...) ‘Don Quijote de la Mancha’, de Cervantes (Alfaguara, Alianza, Cátedra, Crítica...) ‘Vida de Samuel Johnson’, de James Boswell (Acantilado, Espasa...) XAVI AYÉN Barcelona o sólo de Georgie Dann vive el verano. Libreros y editores constatan que esta época es la de mayor demanda de libros clásicos a lo largo del año. Siguiendo la máxima de Séneca, quien ya advertía de que “no es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos”, una parte de la población lectora aprovecha las vacaciones estivales, además de para broncearse, para tapar alguna que otra laguna cultural. Los editores lo saben y, en los últimos meses, han aumentado su ritmo de edición –bueno, reedición– de títulos cuya calidad o interés ha sido consagrado por el paso del tiempo, long-sellers que consiguen mantener un buen ritmo de ventas nada menos que a lo largo de los siglos. Dickens, N ‘En busca del tiempo perdido’, de Marcel Proust (Lumen, Proa, Alba, Alianza...) Proust, Balzac, Calderón, san Juan de la Cruz... acompañan a muchos ciudadanos en sus vacaciones. Gente como Alba López, una estudiante de Informática de 19 años a la que sorprendemos en la Casa del Llibre con un ejemplar de El conde de Montecristo de Alexandre Dumas. “Esta vez sí –comenta–, este verano me lo voy a leer. Hace dos años me hice una lista de 100 libros... y ya llevo 22 leídos. Claro que no todos eran tan gruesos...” Si en el 2005, el superventas indiscutible fue el Quijote, por celebrarse el cuarto centenario de su publicación, este año, hay dos títulos destacados. En castellano, la Vida de Samuel Johnson, obra de 1791 en la que James Boswell dibujó la monumental biografía de este poeta y ensayista inglés y que cuenta con sendas ediciones de Acantilado y de Espasa. En catalán, el segundo tomo de los Assaigs de Montaigne (Proa) ha conseguido la proeza de encaramarse a las listas de más vendidos. Jun- Y el más vendido... está en inglés El libro más vendido en lo que llevamos de verano en Catalunya está publicado en inglés: la última entrega de las aventuras de Harry Potter (véase recuadro). La pottermanía arrasa con todas las barreras idiomáticas. Junto a títulos que ya se impusieron en el pasado Sant Jordi –los de Gironell, Setterfield, Falcones y Moriel–, hay otros nuevos, como El niño con el pijama de rayas, del irlandés John Boyne, El secreto de Christine Fall, del también irlandés John Banville (en su seudónimo de Benjamin Black) y Hacia los confines del mundo de Harry Thompson (1960-2005). “Hacia los confines del mundo”, de Harry Thompson (Salamandra) Librerías consultadas: El Corte Inglés, FNAC, Casa del Llibre, Abacus (cadenas), totselsllibres.com, Áncora y Delfín, Catalònia, La Central, Laie, Ona, Proa (Barcelona), Empúries, Llibreria 22 (Girona), Punt de Llibre (Lleida), Robafaves (Mataró), La Llar del Llibre (Sabadell), Adserà (Tarragona) to a estas dos obras, y solamente en lo que llevamos del 2007 –la lista no es exhaustiva– se han editado obras de Thomas de Quincey (Los Césares, Confesiones de un opiófago inglés), Edgar Allan Poe (Arthur Gordon Pym, Cuentos), Edmundo D'Amicis (Constantinopla), Jack London (Colmillo blanco), Mark Twain (Aventuras de Huckleberry Finn), Aristóteles (Metafísica, Política, El hombre de genio y la melancolía), Agustín de Hipona (Las confesiones), Calderón de la Barca (El alcalde de Zalamea, La dama duende, La vida es sueño), Cervantes (Entremeses, El Quijote), así como lo que las editoriales presentan como inéditos en castellano de Victor Hugo (El promontorio del sueño) y Charles Dickens (Barnaby Rudge), y otros títulos de Dostoyevsky, Jane Austen, Emily Brontë o Jonathan Swift. Para el editor Andreu Jaume, que dirige la Continúa en la página siguiente LA VANGUARDIA 27 C U L T U R A JUEVES, 9 AGOSTO 2007 El ministro poeta JULIÀ GUILLAMON César Antonio Molina publica ‘Eume’, su segundo poemario en gallego E Obrigado a agardar... (Obrigado a agardar durante varias horas no aeroporto de Pequín, debido ás inclemencias do tempo, penso que xa estarán as chuvias caendo sobre o Eume) Unha mesta brétema e unha grande xistra impiden despegar. Onde queira que vaia: perigo e dificultade. O mesmo que en Madrid perdo o Metro, agora nestoutro continente detéñenme adversos aires. Envellezo en cada aeroporto Envellezo en cada Terminal, Envellezo en cada sala de espera. Onde van parar estas horas? Poderei reclamalas ao final dos meus días? Como nimbo vagabundeo a mercé dos altofalantes. Como nimbo vagabundeo a mercé das pantallas. A azafata de información sorrime E entrégame unha póla de salgueiro. Tu Lung escribiu esta máxima: Un bo viaxeiro é o que non sabe onde vai. Un viaxeiro perfecto é o que non sabe de onde vén. No aeroporto de Pequín o río humano de pasaxeiros perdidos tamén se chama Eume. KIM MANRESA / ARCHIVO César Antonio Molina, en una reciente visita a Barcelona TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: (Obligado a esperar durante varias horas en el aeropuerto de Pekín debido a las inclemencias del tiempo, pienso que ya estarán las lluvias cayendo sobre el Eume) / Una densa niebla y una gran lluvia gélida impiden / despegar. / Donde quiera que vaya: peligro y dificultades. / Lo mismo que en Madrid pierdo el Metro, / ahora en este otro continente / me detienen adversos aires. / Envejezco en cada aeropuerto. / Envejezco en cada terminal. / Envejezco en cada sala de espera. / ¿Dónde van a parar estas horas? / ¿Podré reclamarlas al final de mis días? / Como nimbo vagabundeo a merced de los altavoces. / Como nimbo vagabundeo a merced de las pantallas. / La azafata de información me sonríe / y me entrega una rama de sauce. / Tu Lung escribió esta máxima: / Un buen viajero es el que no sabe dónde va. / Un viajero perfecto es el que no sabe de dónde viene. / En el aeropuerto de Pekín / el río humano de pasajeros perdidos / también se llama Eume. años en los que recorrió el globo terráqueo como director del Instituto Cervantes. Así, muchas de las poesías están escritas en aeropuertos y hoteles, con el equipaje del viajero que evoca el río de su vida, repleto de amigos y experiencias. El libro, escrito entre el 2004 y este año, salió de la imprenta el 30 de mayo, cinco semanas antes de que Rodríguez Zapatero encargase a Molina la cartera de Cultura. “Que yo sepa, y a falta de una comprobación histórica, es la primera vez que un ministro en activo publica un libro en una de las otras lenguas oficiales de España”, explica con satisfacción el editor, Víctor Freixanes. Sin embargo, la presentación de ayer en A Coruña estuvo ensombrecida por las dificultades que ha mostrado el ministro para expresarse en gallego durante su gira por Galicia de esta semana. Criado en un ambiente coruñés castellanoha- blante y residente en Madrid desde hace tiempo, aunque con potentes vínculos con la cultura gallega, Molina cometió tantos errores al hablar en la lengua de Rosalía el lunes en Santiago que el propio presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, que no es precisamente un modelo de dicción en gallego, le recomendó que utilizase el castellano en su respuesta a los periodistas. Molina ha insistido estos días en que la lengua gallega “marca lo que somos y lo que representamos en el mundo”. Esta declaración guarda coherencia con su gestión en el Cervantes, instituto cuyas puertas abrió a las otras lenguas del Estado, como el catalán. El ministro poeta, que ya había publicado el poemario A fin de Fisterra, evoca en Eume la fina lluvia de Galicia, las truchas, los seres de los bosques y la espectacular desembocadura en Pontedeume mientras dialoga con otras culturas.c Las descargas de internet no han afectado a la venta de libros clásicos neas, cuyo afán por conocer el contenido provoca ansiedad, como el último Harry Potter. El lector de clásicos ama el libro como objeto y quiere tapa dura, buen papel y, a ser posible, bellas ilustraciones”. El hecho de que los clásicos sean textos libres de derechos de autor permite que editoriales pequeñas (Valdemar, Funambulista...) rivalicen con los grandes grupos (Planeta, Random House). Y las editoriales religiosas hacen su agosto no solamente con biblias (“que no se venden tanto como se dice”), sino con autores como san Juan de la Cruz o santa Teresa, de gran valor literario.c ANXO LUGILDE Santiago de Compostela l ministro de Cultura, César Antonio Molina, dio ayer un significativo paso para el fortalecimiento de la pluralidad lingüística y cultural de España al presentar en la feria del libro de A Coruña su segundo libro de poemas escritos en gallego. Eume, editado por Galaxia, es un recorrido por el territorio íntimo y afectivo del ministro, con ese río gallego rodeado por tupidos bosques atlánticos como hilo conductor que se entremezcla y confunde con el Mekong, el Hudson o el Ganges a lo largo de sus 141 páginas. “Bajo el puente de Brooklyn pasa el Eume”, proclama Molina en uno de los 120 poemas que componen su obra, marcada por su experiencia vital de los últimos E Viene de la página anterior colección Clásicos Mondadori (una de las editoriales que, como Alba, Cátedra, Acantilado, Gredos o Castalia, mantiene una importante línea de clásicos), “estos libros siempre funcionan muy bien, estamos reeditando constantemente y tene- Camy mos una media de venta de 5.000 ejemplares por título, superior a la de la mayoría de autores actuales”. Jaume coincide con Lluís Morral, propietario de la libreía Laie, en que “internet, y el hecho de que uno pueda descargarse todos estos títulos en la red, no afecta a la venta de los clásicos, sino más a obras contemporá- l señor de la mesa de al lado no ha cogido todavía el ritmo de las vacaciones. Está sentado en el centro de una butaca pegada a la pared, con respaldo de madera, y tiene a derecha y a izquierda a dos niños pequeños. Mientras habla sincopadamente de los problemas del servicio de fisioterapia donde trabaja, sus padres picotean distraídos. La esposa le enseña a su suegra una camiseta de lentejuelas. Los niños comen patatas fritas y calamares. Mientras los mayores acaban los platos, salen corriendo detrás del camarero y vuelven con dos Mini Milk: uno de fresa y uno de chocolate. Me pregunto a cuántas generaciones de niños les habrá pasado lo que a estos chicos: a la hora del helado, en lugar del polo plebeyo, de hielo, la madre o la abuela les persuaden de tomar uno de leche, “que té més aliment”. De pronto veo la calle del Castell en el momento que llega el camión de Camy. Mis abuelos regentan allí un hostal de temporada. Al mediodía, pasan los viajantes. El de los congelados deja el camión abandonado en medio de la calle, salta del estribo con un cuaderno de albaranes, y entra zumbando, cargado con una o dos cajas de porexpán, sacude la cortina mosquitera y asoma por el office. Es un tipo orondo y sonriente. Yo, con ocho o nueve años, le persigo por el patio o, si estoy almorzando con el servicio, me levanto para suplicarle uno de los cartelones de publicidad con las fotografías de los helados. Un día de reparto me trae uno: un cartel serigrafiado, montado sobre un bastidor de aluminio, con un gran logotipo de Camy, y a su alrededor, los polos de naranja y limón, el bombón helado, el almendrado y el Camy Jet. Los clientes de la fonda pasaban el verano en régimen de pensión completa o media pensión. Los únicos helados que se servían eran el tradicional de corte o bien las tarrinas de vainilla o de vainilla y chocolate. Comprar toda una caja de helados para tres meses no salía a cuenta, aún menos una caja de cada uno de los sabores. Los fines de semana los pensionistas recibían la visita de sus parientes DURANTE AÑOS y a veces venían niños. Hubiera sido la vida del pueblo absurdo colocar a la vista un cartel transcurrió al margen anunciando unos helados que no exisde la sociedad tían. Me llevé el cartel a mi habitación de consumo y de tarde en tarde lo contemplaba como un inventario de cosas deliciosas que me permitían escapar de la vida monótona del hostal. El hecho de que no pudiera probar ninguno de los helados no hacía sino aumentar su maravilla. Pensamos que dulces y refrescos están entre nosotros desde siempre, pero durante años la vida del pueblo transcurrió al margen de los reclamos de la sociedad de consumo: Cinteta refrescaba la calle salpicando el agua de la superficie del cubo, Joan de Can Torrent llegaba por sorpresa con un plato de higos, mi abuela hervía la leche o escondía la olla para que los truenos no cortaran el caldo. Frente a la puerta de Can Salau, el perro Dick se rascaba las pulgas con una media erección; Angelina, la peluquera, dirigía la tertulia de los vecinos en el banco, junto a la fuente. Una vez al año, la señora Pepeta conducía a la truja camino del matadero con un palo. Pago la cuenta y paso por delante del cartel de la marca Frigo, con la fotografía de la actriz Eva Longoria. Cada familia de helados aparece reunida sobre un fondo líquido de chocolate (Magnum), nata (Cornetto), naranja (Calippo) o fruta florescente (Solero). Los helados se recortan luminosos, las manchas se extienden sobre la superficie del cartel como un charco de realidad derretida por su brillo.c