¿Estamos centrando los cuidados en el paciente?

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opinión
¿Estamos centrando los cuidados
en el paciente?
Mª ISABEL CARRASCOSA GARCÍA.
Jefe de Bloque de Formación, Investigación y Calidad. Complejo Hospitalario de Jaén.
Las necesidades de cuidados y de información
de los usuarios de servicios de salud (individuos,
familias, grupos, comunidades, y poblaciones en
general) ha aumentado enormemente con el
desarrollo tecnológico. El paciente, en muchos
casos, ha sabido adaptarse y responder a los
cambios. Ha dejado de ser pasivo, piensa mucho
sus decisiones y quiere compartirlas de igual a
igual con los que proveemos servicios de salud,
condicionando una nueva forma de relación con
nosotros, menos asimétrica, más informada y
más participada en las decisiones, influyendo
además en el diseño del modelo organizativo del
sistema de salud.
La Asociación de Enfermeras de Ontario en
Canadá, ya publicó en el año 2002 una Guía de
Práctica Clínica denominada “Cuidados
Centrados en el Cliente” evaluada y revisada en
este año 2006 y que aporta la definición y las
recomendaciones basadas en evidencias científicas sobre las que desarrollar dicha práctica. De
modo resumido, esta Guía propone que, centrar el
cuidado en el paciente es crear una relación
respetuosa que permita apoyar su propia capacidad para identificar “sus problemas” como factor
esencial para asegurar que la información se le da
en el tiempo apropiado y es relevante para su
propia toma de decisiones. Esto supone no sólo
escuchar y respetar sus opciones, sino también
propiciar que el paciente (individuos, familias,
grupos, comunidades, y poblaciones) sea el que
decida y participe en su cuidado. Todo ello
presidido por la continuidad, y unos cuidados que
sean accesibles y sensibles a sus deseos, valores,
prioridades, perspectivas, y preocupaciones e
intereses.
cuidado en general sino también sobre la participación de otros y reconocer que sean ellos los que
definan los objetivos que deben coordinar la
práctica de todo el equipo asistencial.
Por esto, todos los profesionales de la salud
deberíamos hacernos la siguiente reflexión,
¿hemos integrado suficientemente el hábito de
preguntar a nuestros pacientes lo que les gustaría
hacer y lo que ellos consideran beneficioso para
su salud?.
Las enfermeras ya hemos comenzado a dar
pasos en ese sentido; los modelos de organización
de cuidados orientados a la personalización, y el
desarrollo e implantación del Proceso Enfermero
en nuestra práctica clínica son herramientas que
facilitan a las enfermeras y a nuestros pacientes
ese espacio en el que desarrollar relaciones
continuas, ininterrumpidas y significativas. Pero
estas “buenas prácticas” deberían guiar los
procesos de todos los implicados en la provisión
de asistencia (independientemente de su rol), y
diseminarse en la práctica de todos los profesionales hacia ese fin.
Como siempre, el buen cuidado sigue y seguirá
estando en las manos de cada uno de nosotros en
nuestra interacción individual con cada paciente,
que es en definitiva el “momento de la verdad”.
Alcanzar esto, supone que hay que incorporar
en cada aspecto del cuidado valores y creencias
que permitan llevar a cabo ésta buena práctica
centrada en el respeto por los deseos de los
pacientes, sus preocupaciones, sus valores, sus
prioridades, sus perspectivas, y sus fortalezas.
Las enfermeras somos expertas en cuidar a los
pacientes como seres humanos completos y
únicos, no como problemas o diagnósticos, pero
ese respeto del que hablamos supone que además
se debe considerar a los pacientes como expertos
en su propia vida y por tanto nuestra actitud
cambiar desde una situación en la que “yo,
profesional, sé lo que es mejor para mi paciente” a
otra en la que permitirnos seguir sus indicaciones
en lo que concierne a la información que desean
recibir, las decisiones que toman no sólo sobre su
INQUIETUDES nº 35 | junio - diciembre 2006 | p. 03
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