Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO Anemia ferropénica 121.402 Raquel de Paza, Miguel Canalesa y Fernando Hernándeza,b a Servicio de Hematología y Hemoterapia. Hospital Universitario La Paz. Madrid. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid. España. b El hierro se considera un nutriente esencial requerido por todas las células del organismo1. Según la Organización Mundial de la Salud2, la deficiencia de hierro es uno de los trastornos nutricionales de mayor magnitud en el mundo y la causa más común de anemia. La anemia ferropénica se observa en todos los países y en todos los estratos sociales. Se ha calculado que afecta a uno de cada 3 habitantes. Afecta a ambos sexos y a todas las edades, pero su prevalencia es mayor en lactantes y adolescentes, mujeres en edad fértil, embarazadas y ancianos3,4. En la tabla 1 se describen los principales grupos de riesgo. Es ampliamente conocido que el síndrome anémico secundario a deficiencia férrica es multifactorial y en él interviene el estado fisiológico y genético individual, así como el aporte de este mineral en la dieta. Igualmente conocido es el papel que desempeña el hierro en determinadas funciones metabólicas esenciales del organismo: forma parte de la hemoglobina (transporta oxígeno a todos los tejidos) y de la mioglobina (almacena oxígeno en el músculo) e interviene en funciones enzimáticas (reacciones de óxido-reducción) formando parte de citocromos, catalasas y peroxidasas5. Biodisponibilidad y metabolismo férrico El hierro absorbido es transportado en el organismo por la transferrina hasta los lugares de depósito, donde se almacena en forma de ferritina y hemosiderina. En forma de ferritina se localiza en su mayoría en la pared intestinal y en el hígado; este hierro de depósito se encuentra principalmente en su forma férrica (Fe3+). Si los depósitos férricos de la pared intestinal o del hígado se agotan, la médula ósea estimulará la síntesis de los transportadores de hierro localizados en el intestino. Su eliminación se produce preferentemente por las heces y solamente una pequeña cantidad se elimina por orina. La homeostasis del hierro, al contrario de lo que sucede con la mayoría de los minerales, está regulada por su absorción, no por la excreción; de ahí la importancia de una ingesta dietética adecuada que incluya este mineral para mantener un buen estado nutricional. En la tabla 2 se hace una breve descripción de la biodisponibilidad férrica. La vitamina C incrementa la absorción del hierro alimentario al intervenir en la reducción del hierro en su forma férrica (Fe3+) a su forma ferrosa (Fe2+); forma complejos disociables de fácil absorción, mantiene el hierro de los alimentos en su forma ferrosa y provoca en gran medida la reducción del hierro férrico que poseen. Se estima que aproximadamente 100 ml de zumo de naranja triplican la absorción de hierro. Los ácidos cítricos y tartáricos, presentes estos últimos en uvas y fruta madura, atraviesan la pa- Correspondencia: Dra. R. de Paz. Servicio de Hematología y Hemoterapia. Hospital Universitario La Paz. P.º de la Castellana, 261. 28046 Madrid. España. Correo electrónico: depazraquel@terra.es Recibido el 11-7-2005; aceptado para su publicación el 30-11-2005. 100 Med Clin (Barc). 2006;127(3):100-3 red intestinal y forman complejos con el hierro. El ácido málico y, sobre todo, las proteínas de la carne y el pescado, en concreto los aminoácidos lisina, cisteína, histidina y metionina, participan en las propiedades reductoras, aparte de formar complejos disociables con el hierro. Éste posee además sus propios transportadores de membrana, por lo que, si aumenta el contenido de hierro en la dieta, aumenta su absorción al estimular dichos transportadores6. El contenido de hierro en el organismo no sólo debe cubrir las necesidades debidas a las pérdidas fisiológicas, sino que además debe haber reservas suficientes para las situaciones en que se necesita una mayor cantidad, como el embarazo o durante un crecimiento acelerado, así como ante la existencia de pérdidas patológicas, por lo que debe mantenerse siempre un remanente de hierro de depósito. Las pérdidas fisiológicas generalmente están restringidas a pequeñas cantidades del hierro contenido en la orina, bilis y el sudor. Además, hay que tener en cuenta la cantidad de hierro contenido en las células que se descaman diariamente del tracto gastrointestinal, urinario y la piel, así como mínimas pérdidas gastrointestinales en el varón y periódicas pérdidas en la mujer con la menstruación y el embarazo. En condiciones normales, el contenido de hierro en el organismo es de aproximadamente 2 g en la mujer y de 6 g en el varón; el 80% se encuentra en forma de hemoglobina. Por otro lado, la mujer dispone de menos hierro de depósito que el varón, por lo que el balance férrico es mucho más vulneTABLA 1 Grupos de riesgo de desarrollo de anemia ferropénica Lactantes y niños Prematuros y nacidos con bajo peso Entre los 6 meses y los 2 años Lactantes alimentados por madres estrictamente vegetarianas sin suplementación Adolescencia Mujeres en edad fértil Embarazadas Anorexia nerviosa Malabsorción intestinal Resección gástrica o intestinal Dietas vegetarianas estrictas Dietas macrobióticas en el momento del destete Ancianos Otras dietas TABLA 2 Biodisponibilidad del hierro Hierro hemínico Fácil absorción Alta biodisponibilidad (10-30%) Absorción no influida por la dieta De origen animal Hierro no hemínico En su forma férrica (Fe3+) debe ser reducido a su forma ferrosa (Fe2+) para su absorción Baja biodisponibilidad (1-5%) De origen vegetal y animal Absorción influida por otros componentes de la dieta Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DE PAZ R ET AL. ANEMIA FERROPÉNICA rable a las pérdidas excesivas o al aumento de las demandas. El balance negativo continuado de hierro, y en consecuencia la aparición de síndrome anémico, puede producirse por un bajo aporte dietético o por pérdidas crónicas sanguíneas. Las pérdidas diarias de hierro se estiman en aproximadamente 1 mg/día en el varón y 1,5 mg/día en la mujer con menstruación de cantidad y duración normales. Durante el embarazo la pérdida total media de hierro es de aproximadamente 500 mg o casi 2 mg/día durante los 280 días de gestación. Por lo tanto, si no se instaura una suplementación en las mujeres durante el período gestacional, prácticamente todas llegarían a tener deficiencia férrica, por lo que, para mantener un balance normal de hierro, debe absorberse 1 mg de hierro de la dieta cada día. Como sólo se absorbe entre un 10 y un 15% del hierro ingerido, las necesidades diarias de hierro en varones adultos son de aproximadamente 5-10 mg, y en las mujeres, de 7-20 mg. La ingesta férrica a través de la alimentación puede ser muy variable en función del origen vegetal o animal de los alimentos y de la cantidad consumida. Hay que tener en cuenta que la fibra alimentaria interfiere disminuyendo de manera importante la absorción de hierro, así como con la presencia de taninos (café, té y chocolate), polifenoles polimerizados, fosfatos y calcio, ácido fítico, oxalatos y proteínas de huevo y soja. Por lo tanto, para conocer cuánto hierro se absorbe con la dieta, no basta con saber la cantidad que contiene cada alimento, sino si el contenido es en forma férrica o ferrosa, si parte de los alimentos de esa dieta interfieren o favorecen su absorción, así como la cantidad de vitamina C que se ingiere con ella. Los fármacos que aportan hierro ofrecen a menudo cantidades excesivas de este mineral que se eliminan a través de las deposiciones. Etiopatogenia de la anemia ferropénica La ferropenia es un proceso secundario que se observa tanto en países subdesarrollados como en los más avanzados. La infección por helmintos es la principal causa de hemorragia crónica gastrointestinal en todo el mundo. En los países occidentales las causas de anemia ferropénica son bien distintas y ésta suele deberse a una absorción inadecuada como consecuencia de un aporte dietético insuficiente, o bien a una excreción aumentada de hierro orgánico a través de una amplia serie de potenciales conductos de pérdida. Estos mecanismos son el reflejo de un aumento de las demandas, como ocurre en la infancia y en la adolescencia, o de múltiples causas de pérdidas sanguíneas por la presencia de trastornos digestivos crónicos en el varón, embarazo y metrorragias en la mujer o en estados críticos7. Otra posible causa es la presencia de la mutación del exón 7 del gen de la transferrina G277S, que origina una alteración del metabolismo férrico que desencadena deficiencia férrica8. Los trastornos de absorción suelen estar en relación con síndromes malabsortivos generalizados como el esprue o la enfermedad celíaca, o tras gastrectomías totales o parciales9. Otras causas menos frecuentes suelen ser hemorragias genitourinarias crónicas, donde se incluyen la hemoglobinuria crónica o la hemosiderinuria resultante de enfermedades como la hemoglobinuria paroxística nocturna o hemólisis crónica intravascular. En la tabla 3 se resumen las principales causas de síndrome anémico de origen ferropénico. Diagnóstico de la anemia ferropénica La deficiencia de hierro puede presentar diversos grados de gravedad en el momento del diagnóstico, desde la depleción de las reservas férricas únicamente hasta el síndrome TABLA 3 Causas de anemia por déficit de hierro Extracciones frecuentes de sangre para pruebas de laboratorio (recién nacidos) Donación de sangre Ingesta de hierro disminuida Dieta insuficiente en hierro biodisponible Disminución de la absorción o transporte de hierro Síndromes malabsortivos Resección gástrica Alteraciones en el transporte de hierro Aumento de las necesidades de hierro Embarazo Infancia Hemólisis intravascular Pérdida hemática gastrointestinal: úlcera péptica, varices, procesos malignos, helmintiasis, etc. Pérdidas genitourinarias: pérdida menstrual, fibromas uterinos, neoplasias malignas Otras: hemoptisis recurrente, atrapamiento de sangre en el equipo de diálisis anémico por deficiencia de dicho mineral. Varios indicadores biológicos marcan la situación del paciente en cada estadio. Entre los métodos directos de diagnóstico destaca el examen de la médula ósea, que, aunque constituye la prueba definitiva, únicamente estaría indicado ante la coexistencia de deficiencia férrica y otros trastornos como pueden ser cualquier proceso inflamatorio o tumoral. El estudio morfológico de sangre periférica, así como los valores de hematocrito y hemoglobina, el número de hematíes y otros datos como el volumen corpuscular medio y la amplitud de la curva de distribución eritrocitaria, son parámetros indirectos útiles que sirven para diferenciar la anemia por déficit de hierro de la anemia secundaria a trastornos crónicos o determinadas hemoglobinopatías. Por otro lado, algunos indicadores del metabolismo férrico, como la ferritina, el índice de saturación, la capacidad de saturación de la transferrina y las concentraciones basales de hierro, permiten igualmente establecer el diagnóstico diferencial entre ferropenia y otros tipos de anemias microcíticas e hipocromas. La concentración del receptor soluble de la transferrina es otro indicador indirecto de los valores del hierro disponible en el organismo y es igualmente útil en el diagnóstico diferencial de otros trastornos. El descenso de sus concentraciones es indicativo de hipoplasia eritroide, que se observa fundamentalmente en las situaciones de aplasia medular e insuficiencia renal crónica, mientras que sus valores se incrementan en situaciones de depleción férrica e hiperplasia eritroide, generalmente secundaria a hemólisis crónica. En la figura 1 se detallan las orientaciones diagnósticas según la edad y el sexo en los distintos estados de ferropenia. Prevención de la anemia ferropénica La anemia ferropénica está directamente relacionada con trastornos del desarrollo, alteraciones en la conducta, disminución de la capacidad y rendimiento físico, laboral y deportivo, y en la gestante se triplica el riesgo de parto prematuro y feto con bajo peso al nacer. Aun cuando el hierro está ampliamente presente en una gran cantidad de alimentos (tabla 4), sobre todo en las carnes, la administración suplementaria de este mineral, aunque muy discutida, ha significado una importante ayuda para reducir la incidencia de falta de hierro. Una dieta equilibrada, que incluya una alimentación variada, cubre las necesidades de hierro siempre y cuando se asegure el consumo de alimentos de origen animal (carnes rojas y pescados en general)10. Se recomienda asimismo el consumo de alimentos de origen vegetal por Med Clin (Barc). 2006;127(3):100-3 101 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DE PAZ R ET AL. ANEMIA FERROPÉNICA Ferropenia Varón < 45 años Mujer en edad fértil Varón > 45 años o mujer posmenopáusica Hemorragia digestiva Hemorragia ginecológica Sangre oculta en heces (3) Enema opaco, colonoscopia, gastroscopia Estudio digestivo Sangre oculta en heces (3) Enema opaco, colonoscopia, gastroscopia Estudio ginecológico Fig. 1. Algoritmo diagnóstico. ser ricos en este mineral (judías, soja, trigo, lechuga, maíz, legumbres en general, espinacas). Las dietas vegetarianas estrictas carecen de hierro, pero no las lactoovovegetarianas11. En el caso del recién nacido, es fundamental la prevención de la aparición de anemia ferropénica. La lactancia materna cubre las necesidades de hierro, dado que el que contiene la leche materna se absorbe mejor que el de las fórmulas artificiales. Por otro lado, la lactancia materna protege al recién nacido de infecciones, que aumentarían el riesgo de padecer anemia12. Si se recurre a la lactancia artificial, serán necesarios suplementos de hierro de una o más fuentes alimentarias (leche, cereales infantiles fortificados) y se precisará un aporte de 1-2 mg de Fe2+/kg/día. De lo contrario, las reservas de hierro se utilizarían y agotarían al cabo de 10 a 14 semanas en prematuros, y después de 5 meses en niños recién nacidos a término13. Tratamiento La primera medida antes de iniciar el tratamiento consistirá en la corrección de la causa etiológica14. Corrección de la dieta y ferroterapia oral En la mayoría de los pacientes la ferroterapia oral es el tratamiento de elección. La respuesta suele ser excelente, objetivándose una mejoría subjetiva y clínica en los días sucesiTABLA 4 El hierro de los alimentos Alimento Cereales y derivados Galletas Harina de maíz Pan integral Carnes Carne magra Perdiz y codorniz Caballo Hamburguesas Pescados y mariscos Almejas Mejillones Ostras Sardinas Verduras Acelgas Espinacas Puré de patatas 102 Med Clin (Barc). 2006;127(3):100-3 Hierro (mg/100 g) 2 2 2,5 2,1 7,7 7 2,5 24 4,5 6,5 3,2 3 4 2,4 vos. A los 3-5 días del inicio del tratamiento se puede observar analíticamente una crisis reticulocitaria, que alcanza sus valores máximos al cabo de 8-10 días. Las dosis recomendadas son de 3 mg/kg/día en niños y de 100-200 mg/día de sal ferrosa en el adulto. La duración suele ser entre 3 y 5 meses en función de la gravedad de la deficiencia, la tolerancia y la respuesta clínica. Se administrará en varias tomas, separado de las principales comidas entre 15 y 30 min, y se asociará vitamina C. Se debe evitar la administración concomitante de antiácidos, antagonistas H2 o inhibidores de la bomba de protones. Los preparados con mayor eficacia clínica son los que contienen sales ferrosas, especialmente sulfato ferroso, pero también los de mayor intolerancia digestiva. Les siguen los preparados que contienen hierro trivalente y, por último, los compuestos de ferritina. Los efectos adversos se presentan sobre todo con las sales ferrosas, y entre ellos pueden observarse molestias digestivas, diarrea y pigmentación dentaria transitoria. La tolerancia a las sales ferrosas es dependiente de la dosis, y se toleran mejor si se administran de forma progresiva. Si no se toleran bien, pueden darse mezcladas con las comidas, aunque la absorción es mucho menor. Las sales férricas se toleran mejor y son los preparados con menores efectos adversos, aunque también son los de menor eficacia, al igual que los compuestos de ferritina. La respuesta global al tratamiento puede determinarse por la mejoría de los indicadores biológicos hemoglobina, hematocrito y proporción de reticulocitos, así como por la mejora de los síntomas clínicos a partir de la segunda semana. Un incremento de la cifra de hemoglobina de al menos 2 g/dl al cabo de 3 semanas de iniciado el tratamiento se considera un criterio de adecuada respuesta terapéutica. Una vez corregida la anemia, el tratamiento con hierro debe continuarse empíricamente durante 4-6 semanas más, hasta la reposición completa de los depósitos. Una vez finalizado el tratamiento, es igualmente conveniente realizar un estudio de los parámetros hematológicos para confirmar su normalización, así como que la reserva férrica es adecuada15. Ferroterapia parenteral El empleo de hierro parenteral está restringido a las situaciones en que se considere imprescindible, como son los estados de malabsorción intestinal, incumplimiento reiterado del tratamiento, intolerancia gastrointestinal a todos los preparados orales y nutrición parenteral, ya que no induce Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DE PAZ R ET AL. ANEMIA FERROPÉNICA una respuesta más rápida y sus efectos adversos son importantes. Sin embargo, en la actualidad disponemos del complejo hierro-sacarosa, cuya magnífica tolerancia permite un mayor uso. La dosis total a administrar se calcula según la deficiencia estimada con la fórmula siguiente: 2,5 mg/kg de peso por cada gramo de hemoglobina a incrementar, más 10 mg para rellenar los depósitos. La dosis se fracciona procurando no superar en cada administración los 200 mg por vía intravenosa en 30 min. Los efectos adversos descritos con mayor frecuencia son dolor en el punto de inyección cuando la administración se realiza por vía intramuscular, diarrea, cefalea, fiebre, urticaria, dolor abdominal, malestar general, artralgias y reacción anafiláctica ocasionalmente grave. Transfusión de concentrado de hematíes La transfusión muy rara vez está indicada, sólo cuando hay anemia grave con estrecho margen para la descompensación cardiovascular (valores de hemoglobina < 5 g/dl), dependiendo de la situación clínica del paciente. El ritmo de la transfusión debe ser lento (aproximadamente 3 h) y no es necesario buscar la corrección total de los valores de hemoglobina, sino mejorar los síntomas del paciente. Deficiencia combinada de hierro y otras vitaminas Es posible encontrar anemia vinculada a déficit vitamínico, a pesar de una ingesta adecuada de hierro y ácido ascórbico16. Estudios realizados en animales de experimentación han demostrado el papel que la vitamina A cumple en la hematopoyesis17. Estudios clínicos y comunitarios han documentado la asociación entre la deficiencia de vitamina A y la anemia por deficiencia de hierro. Sin embargo, se desconoce el mecanismo por el cual esta vitamina modifica el metabolismo férrico. Se sabe únicamente que la deficiencia de vitamina A no disminuye la absorción de hierro, aunque sí deteriora el mecanismo de movilización de los depósitos. Además, la síntesis de hemoglobina se reduce, probablemente por la inhibición de la hematopoyesis. La vitamina B2 o riboflavina es una vitamina hidrosoluble, esencial para el crecimiento e importante en la reproducción celular, así como en la eritropoyesis. Su deficiencia se relaciona siempre con la deficiencia de hierro, ya que la riboflavina aumenta su absorción, además de mejorar la utilización de las vitaminas A y B1. Igualmente, el cobre ayuda en la conversión de hierro de su forma Fe3+ a Fe2+, además de ayudar en el transporte de éste hacia y desde los tejidos. Por lo tanto, su deficiencia puede producir anemia y sobrecarga de hierro en los tejidos. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que situa- ciones agudas de sepsis o traumatismo elevan las concentraciones plasmáticas de cobre en fases iniciales y que posteriormente estos pacientes pueden precisar soporte enteral suplementado con 2-3 mg/día de cobre para evitar complicaciones asociadas18. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Brittenham GM. Disorders of iron metabolism: iron deficiency and overload. En: Hoffman R, Benz EJ, Shattil SJ, Furie B, Cohen HJ, Silberstein LE, et al, editors. Hematology. Basic principles and practice. 4th ed. New York: Churchill Livingstone; 2005. p. 481-97. 2. World Health Organization. Consultation on iron deficiency: indicators and strategies for iron deficiency control programmes. Ginebra: WHO; 1999. 3. 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