32 SALUSTIO ALVARADO Como en nuestro último trabajo hemos hecho notar (5), nuestro hallazgo del origen mitocondrial de los cloroplastos de los para­ usos d e Mnium sería compatible con los resultados anteriores d e SAPEHIN, SCIIERRER y MOTTIER, si los condriosomas que en los pa- rafisos d e ese musgo se transforman en cloroplastos procedieran de una metamorfosis regresiva de cloroplastos preexistentes ori­ ginados por las divisiones de los q u e estos autores encuentran en la célula apical del tallo. EMBERGER ( i l ) encuentra en los polipodiáceos una transformación d e ese género durante la formación de las células sexuales. Espermatozoides y oosferas no conten­ drían más que condriosomas semejantes, pero de los cuales una parte procederían d e cloroplastos. Después de la fecundación, dice EMBERGER, se asiste a una elaboración de almidón p o r «los elementos mitocondrialespredestinados a esta función». El autor supone q u e esas mitocondrias predestinadas a la función amilogenética son las resultantes d e la transformación d e los antiguos cloroplastos. Como consecuencia, concluye el autor admitiendo para los heléchos la existencia d e d o s variedades mitocondriales que conservarían su individualidad en el curso del desarrollo. A d m i t i e n d o que en efecto tenga lugar esa evolución regresi­ va de cloroplastos en condriosomas q u e descubre EMBERGER en los heléchos, y suponiendo q u e ocurra también en las muscíneas, no vemos prueba alguna de que precisamente hayan d e ser los condriosomas resultantes de esa metamorfosis d e los plastos los que se vuelvan luego cromatóforos y no los otros, o indistinta­ mente aquéllos y éstos, según las circunstancias con q u e el pro­ ceso plastogenético les rodee. No hay, pues, ningún hecho que permita hablar de «condrio­ somas vegetativos» y «condriosomas elaboradores» en la célula huevo recién fecundada de las filicíneas, ni en las células origina­ rias d e los parafisos de Mnium cuspidatum, ni en las células meristemáticas de todas las fanerógamas investigadas. Los hechos no hablan en favor d e la existencia de condriosomas predestina­ dos a una determinada función; hablan, sí, en favor de una dife-