Los hijos de Sitting bull», Eduardo Valverde

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«Los hijos de Sitting bull»,
Eduardo Valverde
Por Warren Ulloa Argüello
wulloa@literofilia.com
Se puede ver a Eduardo Valverde en cualquier actividad
cultural, en especial, literaria. Un hombre tranquilo de bajo
perfil que disfruta de las mesas llenas de amigos en algún bar
capitalino. Historiador y poeta no es sino hasta este año en
que publica su primer libro de poesía «Los hijos de Sitting
Bull», con la EUNED. Con este texto Eduardo viene a alimentar
un año bastante saludable en calidad poética para Editorial de
Universidad Estatal a Distancia.
1.¿Por qué decidió debutar literariamente con un poemario?
En realidad hubo muy pocas decisiones, en su estricto sentido,
involucradas en la conformación de este libro; su ruta fue más
bien inercial. Sin duda un factor determinante fue que poemas
es lo que escribo con mayor frecuencia. Por supuesto yo
hubiera preferido, como todos, debutar en la escena cultural
con un potente disco de rock, pero poemas era lo que había.
¿Cuánto tiempo le tomó decidirse a publicar?
Varios años. En el libro hay textos del 2008 o quizá más
viejos. Muchos de ellos, sino todos, los publiqué en un blog
personal donde, para mi sorpresa, fueron leídos por personas
distintas a mis amigos. Esa interacción pública que
posibilitaban los blogs hizo que me tomara el asunto un poco
más en serio, me dio digamos un pudor. Además, a través de los
blogs di con personas con un gran sentido del humor y una
generosidad a prueba de sospechas. Hablo de Gustavo Solórzano-
Alfaro que es un entusiasta de la literatura, y de G.A. Chaves
quien, además de tener entre sus cartas un libro como Vida
ajena, ahora se da el taco de ser un personaje de novela. A
ellos dos los importuné con una primera versión del libro hace
un par de años. A partir de sus críticas y comentarios, los
50 y tanto textos del principio se redujeron a los 30 que
componen el libro. Después fue cosa de llevarlo a editoriales
y esperar con disimulo.
El título me parece simpático. ¿A qué se debe?
El primer título que tuvo el libro era pedante y horroroso:
Las otras palabras que caben en los nombres. Después pensé
ponerle Poemas y Antipoemas, pero el libro no le hacía honor
al título. Los hijos de Sitting Bull es el título de un poema
que a mi padre y a un amigo les gusta mucho, los dos me lo
dijeron en persona. Por eso.
Usted es un poeta que hace su debut en el medio, desde esa
perspectiva cómo vio el crecimiento poético del medio?
Sobre el crecimiento poético del medio sinceramente no tengo
una opinión. Lo que sí es cierto es que se publican muchos
libros y existen en las últimas décadas esfuerzos importantes
de editoriales que se han ido consolidando, como Lanzallamas,
Espiral, Arlequín, Uruk y Germinal, además de las editoriales
estatales. Ahora, lo bueno, lo malo y lo feo de este proceso
está atravesado por las estrategias y azares que regulan el
mercado de los bienes de consumo y sus diferentes actores,
cosa que es sabida por todos y nos permite dormir tranquilos.
El saldo sin duda es positivo porque podemos leer a William
Eduarte, a Jonatan Lépiz, a Maurio Molina, a Byron Espinoza, a
Klaus Steinmetz, a Silvia Piranesi, a Paúl Benavides, a Luis
Chaves, a Emilia Villegas, a Alfredo Trejos.
¿En qué se parecen la Historia y la poesía?
En la mitología griega son hermanas y, según el caso, a veces
la misma mujer. Como oficios tanto el historiador como el
escritor necesitan de una buena dosis de imaginación para
realizarlos. Imaginación no en un sentido fantasioso, sino al
contrario, muy cerquita de la realidad y sus posibilidades. Si
bien para la historia el lenguaje es sobre todo un vehículo
que facilita comunicar un sentido o construir un conocimiento
que es distinto del lenguaje, mientras que para la poesía el
uso del lenguaje es consustancial al sentido poético; ambas
requieren de cierta audacia para echar luz, no sobre algo
nuevo, sobre algo que estaba oculto. Bueno, imaginación y
algunas aptitudes físicas básicas, aunque no excluyentes, que
comparten el escritor y el historiador.
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Los
hijos
de
Sitting
Bull/Poesía
costarricense/EUNE
D 20114
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