Prefacio E pistemología es una larga palabra para una simple idea, aquélla de que no todas las creencias son igualmente confiables. La ambiciosa tarea de la teoría del conocimiento, como se conoce con frecuencia a la epistemología, es procuramos un conjunto de principios y reglas para separar a las creencias confiables de las mal fundadas. Cualquier disciplina que aspire al estatus de ciencia, o simplemente al de un cuerpo respetable de creencias, requiere ser aceptada en términos epistemológicos. Así como no todas las creencias tienen la misma estatura epistémica, no todas las disciplinas o discursos intelectuales plantean los mismos retos de tipo epistémico. Por ello es crucial para los estudiantes de física o matemáticas o sociología, estudiar una versión contextualizada de la epistemología, más que una puramente abstracta, esto es, una versión que enmarque a los estudiantes cuestiones sobre la confiabilidad de las creencias en términos de su propia disciplina. La epistemología es una materia difícil incluso bajo las mejores circunstancias, pero se convierte en una mucho más difícil cuando se cultiva –como los filósofos a menudo tratan de cultivarla– en un ambiente divorciado de los ejemplos de la vida real y las necesidades. La materia se torna asimismo y frecuentemente más difícil por la asunción del filósofo de que los grandes teóricos del conocimiento –Platón y Aristóteles, Hume y Kant– debieran conformar la base principal de la teorización contemporánea sobre la naturaleza del conocimiento. El hecho es que en los últimos dos siglos la epistemología ha pasado por una revolución fundamental. Debido a que los primeros pensadores en este campo tomaron a las matemáticas (y especialmente a la geometría) como su ejemplo paradigmático del conocimiento, hubo la tendencia a suponer que cualesquiera afirmaciones de genuino conocimiento debían exhibir la seguridad de las demostraciones matemáticas. Esto implicaba que ninguna de las ciencias empíricas producía conocimiento; aún peor, conllevaba el que ninguna de ellas lograba calificar, ni siquiera y en principio, como auténtica ciencia. Desde 1800 esta suerte de apriorismo ha cedido su lugar a un más o menos vigente falibilismo. Ahora entendemos que es posible tener conocimiento (inclusive científico) que sea menos que cierto o menos que demostrado. Esta revolución ha abierto la posibilidad de concebir como conocimiento genuino a disciplinas empíricas tales como la química o la sociología, aun cuando ellas carezcan del rigor de la geometría. Este volumen de José Hernández Prado hace un espléndido trabajo al presentar los asuntos y problemas más importantes de la epistemología, de un modo que muestra su relevancia en las discusiones en curso entre los teóricos de la sociología. Ofrece una concisa introducción a los temas generales de la teoría del conocimiento, al tiempo que relaciona constantemente esa discusión con los debates, corrientes intelectuales y tradiciones de investigación de la sociología y la teoría social. Larry Laudan .'Instituto de Investigaciones Filosóficas, .Universidad Nacional Autónoma de México. epistemológicas del empirismo, el racionalismo y el criticismo (García Morente, 1985: 135 y ss). El problema del conocimiento muestra dos niveles. En el primero, el conocimiento aparece como problemático porque se juzga que tal vez no hay una realidad objetiva qué conocer, sino tan sólo una realidad subjetiva, puesta o construida mental o intelectualmente por el sujeto cognoscente. El primer nivel del problema del conocimiento seria, pues, el de la pregunta de si conocemos una realidad objetiva o una realidad subjetiva. Las dos posturas fundamentales de este nivel son el realismo epistemológico o materialismo, conforme al cual hay una realidad de objetos, hechos y procesos plenamente independiente del sujeto percipiente y cognoscente, y el idealismo epistemológico o inmaterialismo, para el que la realidad es tan sólo idea o ideas en la mente del sujeto, ya que las entidades objetivas son, propiamente, “hasta que” se las convierte en ideas o en contenido mental. De acuerdo con el idealismo, más que haber una realidad hay una “idealidad” de entidades creadas o construidas mentalmente por el sujeto. El idealismo propone, finalmente, que el mundo es justo como se lo entiende, y el realismo epistemológico que las cosas son como son, independientemente del modo en que se las entienda. El segundo nivel del problema del conocimiento sería el de la pregunta por aquello que hace conocimiento al conocimiento. En este segundo nivel el conocimiento aparece como problemático porque se estima que no todo presunto conocimiento está fundado sobre las bases, los cimientos y fundamentos o las garantías que lo harían efectivamente tal. Este segundo nivel del problema del conocimiento nos pone en contacto con las tres posturas Para el empirismo, lo que hace conocimiento al conocimiento; lo que fundamenta o garantiza a los conocimientos cabales, es la experiencia o la percepción sensible. El conocimiento sólo es verdaderamente tal si se apoya en la percepción de nuestros sentidos. Para el racionalismo, en cambio, lo que vuelve conocimiento al conocimiento y lo que lo fundamenta y garantiza es la razón, con sus mecanismos a priori o independientes de toda experiencia sensible. El conocimiento sólo es verdaderamente tal si está basado en los conceptos y las reglas de inferencia de la razón. Por último, para el criticismo, aquello que convierte en conocimiento al conocimiento y lo fundamenta o garantiza es una experiencia sensible moldeada por los mecanismos de la razón o de la mente humana, o bien ciertos mecanismos de la razón o de la mente aplicados a la experiencia sensible…