CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN CIVIL Magistrada ponente

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrada ponente
MARGARITA CABELLO BLANCO
Bogotá D.C., catorce (14) de enero de dos mil catorce
(2014).
Ref: Exp. 11001 02 03 000 2013 02102 00
Procede la Corte a dirimir el conflicto de competencia
suscitado entre los Juzgados Cuarto de Familia de Medellín (Antioquia)
y Familia de Calarcá (Quindío), respecto del conocimiento del cobro
compulsivo de cuotas alimentarias, promovida por CARLOS ANDRES
LOPERA
BETANCUR
contra
EUTIMIO
DE
JESUS
LOPERA
BETANCUR.
ANTECEDENTES
1. El actor, valido de los documentos necesarios que lo
acreditan como acreedor del demandado, presentó, a través de
apoderado constituido al efecto, demanda ejecutiva de alimentos
contra su padre por cuotas atrazadas no canceladas desde el año
2001.
2. El libelo incoativo, desde el comienzo (julio de 2013), fue
dirigido al Juez de Familia de Calarcá, funcionario que declinó su
conocimiento arguyendo para tal determinación que “no es posible
asumir competencia por este Despacho para conocer del presente
proceso, ya que como se indicó en el acápite de notificaciones de la
presente acción, el demandado posee su domicilio en la ciudad de
Medellín, Antioquia, ostentando la competencia por razón de territorio
los Jueces de Familia de reparto de dicha ciudad (…)”. Y, ciertamente,
según auto de diez (10) de julio del presente año, dispuso la remisión a
esos despachos.
3. El asunto, luego del respectivo reparto, fue asignado al
Juzgado Cuarto de Familia de Medellín, el que a través del proveído de
veintiuno (21) de agosto de esta misma anualidad, rehusó aprehender
el conocimiento atribuido y generó el conflicto que ocupa a la Corte.
La razón expuesta para declinar la competencia fue, en
esencia, que el artículo 335 del C. de P. C., estableció una
“competencia especial”, al disponer que la ejecución de una sentencia
debía asumirla quien impuso la respectiva condena, por ello, arguyó
dicho funcionario, a diferencia de lo considerado por el Juez de Familia
de Calarcá, la regla que debía operar no era la prevista en el numeral
1º del artículo 23 del C. de P.C.
Aquel funcionario agregó que por disposición del artículo
2º de la Ley 153 de 1887, en la medida en que el artículo 335 del C. de
P.C., estaba ubicado posteriormente al artículo 23 de la misma obra, su
aplicación debía prevalecer.
4. Consecuente con lo anterior, el último de los juzgadores
propuso el conflicto que ocupa la atención de la Sala.
5. El trámite previsto en esta Corporación para esta clase
de asuntos fue agotado a plenitud.
CONSIDERACIONES
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1.
Cumple
decir,
primeramente,
que
cuando
dos
funcionarios judiciales discrepan sobre a cuál de ellos le corresponde
asumir el conocimiento de un determinado asunto contencioso, siendo
los mismos de diferente Distrito Judicial, la ley ha facultado a la Corte
Suprema de Justicia para resolver tal confrontación (artículos 7º de la
Ley 1285 de 2009, reformatorio del artículo 16 de la Ley 270 de 1996,
Estatutaria de la Administración de Justicia y, el 28 del Código de
Procedimiento Civil).
En el presente asunto, ha surgido un conflicto negativo de
competencia entre el Juez de Familia de Calarcá y el Juez Cuarto de
Familia de Medellín, el primero pertenece al Distrito Judicial de Quindío
mientras que el segundo al de Medellín, por tanto, siendo disímiles
tales circunscripciones territoriales, esta Corporación está llamada a
dirimir la contienda.
2. Definir el funcionario judicial que debe, en un momento
determinado, asumir el conocimiento de un conflicto, impone observar
un mínimo de reglas que la doctrina ha denominado fueros y que son
aspectos relacionados con las personas vinculadas al pleito, la
naturaleza o cuantía del asunto litigado, el sitio en donde ocurrieron los
hechos, el domicilio de la parte demandada, la calidad del funcionario
que conoce del debate, etc. Una u otra de esas circunstancias, ya de
manera individual o conjunta, definen al juez natural.
3. Y en algunos eventos, la propia normatividad establece,
según las particulares circunstancias que rodean el caso, de las
situaciones descritas cuales prevalecen respecto de otras (arts. 22 y 24
C. de P. C.). También prevé la ley cuándo al actor tiene, ante la
presencia de varias de esas hipótesis, la potestad de hacer la selección
pertinente (art. 23 ib), y a partir de esa escogencia definir qué
funcionario es el llamado a aprehender el conocimiento del litigio.
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4. En el caso bajo análisis, en lo que respecta a las causas
propiamente dichas que originaron la confrontación, aparece que el
motivo de la controversia radica en si se aplica para asumir el
conocimiento de la demanda ejecutiva de alimentos la regla general de
competencia contemplada en el numeral 1º del artículo 23 del C. de
P.C., o, por el contrario, corresponde hacer regir las directrices
previstas en normas especiales, particularmente, las incorporadas en el
artículo 335 ibidem.
4.1. Cumple decir que a partir de la adopción de la Ley
794 de 2003, modificatoria del
artículo 335 del Código de
Procedimiento Civil, fue establecido que ante la necesidad de hacer
efectiva la obligación impuesta en una providencial judicial, “el acreedor
deberá solicitar la ejecución, ante el juez de conocimiento, para que se
adelante el proceso ejecutivo a continuación y dentro del mismo
expediente en que fue dictada”. De donde surge que el funcionario
competente en forma exclusiva en procura de la satisfacción del
derecho reconocido en una sentencia no es otro que aquel que impuso
la condena.
En
efecto,
a
diferencia
del
texto
señalado
precedentemente, que rige en la actualidad, la norma modificada decía:
“Vencidos los términos señalados en los incisos anteriores, la ejecución
sólo podrá demandarse en proceso separado, ante el Juez
competente, conforme a las reglas generales”. Y, precisamente, esa
novedosa redacción condujo a inferir que el propósito del legislador no
era otro que asignar al mismo funcionario la potestad de conocer la
ejecución de la decisión prohijada.
6. Plasmado lo anterior, no hay duda que los argumentos
expuestos por el funcionario de Familia de Calarcá, ante quien se
radicó en principio la demanda ejecutiva, no son de recibo habida
cuenta que la propia ley procesal estableció un fuero de atracción y, el
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mismo, respecto de las demás situaciones definidoras de competencia,
prevalece y excluye las restantes circunstancias.
7. Pero además de ello, existe otra situación que devela el
error del primer juzgador, dado que al momento de declinar el
conocimiento de la controversia, vindicó la regla del numeral 1º del
artículo 23 del C. de P.C., es decir, adujo que el domicilio del
demandado definía al juez competente y que el mismo al corresponder
a la ciudad de Medellín, allí debía remitirse el expediente; sin embargo,
al revisar el libelo incoativo, puede establecerse que el actor ni siquiera
señaló el domicilio del deudor, sólo informó el lugar en donde dicha
parte recibiría notificaciones y como lo ha señalado reiteradamente la
Corte, uno y otro concepto difieren y, según la ley, es el domicilio y no
el lugar de notificaciones, el aspecto que define el funcionario
competente.
8. No empece tal equivocación que, desde luego, libera al
Juzgado 4 de Familia de Medellín de asumir la competencia, no
significa
per se que el Juez de esa especialidad en la ciudad de
Calarcá sea el llamado a conocer del conflicto, porque al leer la
providencia que impuso la condena objeto de la ejecución, se observa
que no fue él quien la emitió, sino su homólogo de Armenia (folios 5 a
9), por tanto, en aplicación de la norma atrás memorada (art. 335 ib),
que, sin duda, es la disposición que gobierna el caso bajo estudio, le
corresponderá a dicho juzgador aprehender el conocimiento de la
ejecución de la obligación constituida.
En un evento de similar textura, la Corporación expuso:
“No obstante ello, atendiendo las pretensiones insertas en
el libelo incoativo, observa la Sala que la causa litigiosa no puede ser
conocida por ninguno de los Despachos judiciales vinculados a este
conflicto, pues, ciertamente, en lo que refiere al Juez de Bogotá, no
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alcanza su potestad jurisdiccional hasta el sitio en donde debía
cumplirse el contrato; y, alusivo la Unidad Judicial de GachancipaTocancipá, tampoco puede aprehender conocimiento en razón a la
cuantía, dado que el asunto trasciende los límites que le están
autorizados conocer” (Auto de 28 de marzo de 2008, Exp. 2007 02057
00).
8. Por las razones antedichas procede, entonces, remitir la
presente demanda al Juzgado Tercero de Familia de la ciudad de
Armenia, oficina en donde se tramitó el proceso de alimentos cuya
sentencia se pretende ejecutar y, comunicar lo decidido a los juzgados
de Familia de Calarcá (Quindío) y Cuarto de Medellín.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
Sala de Casación Civil,
RESUELVE
Primero: DECLARAR que el conocimiento del presente
asunto deberá asumirlo el Juzgado Tercero de Familia de Armenia
(Quindío).
COMUNICAR lo decidido a los Juzgados en conflicto,
haciéndoles llegar copia de esta providencia.
Segundo: REMITIR el expediente al juzgado referido en el
numeral primero de este proveído.
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Tercero: La Secretaría librará los oficios correspondientes.
Además, dejará las constancias del caso.
Notifíquese y devuélvase.
MARGARITA CABELLO BLANCO
Magistrada
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