En general, una vez diagnosticada la hemorragia, el paciente debe ser trasladado a una Unidad de Cuidados Intensivos con experticia en el manejo de estos pacientes con el fín de estabilizar la condición del paciente, tratar los efectos de la hemorragia inicial y minimizar un resangramiento al determinar tratamiento definitivo temprano, dependiendo de las condiciones del paciente. Las dos complicaciones más frecuentes y temibles posteriores a una hemorragia subaracnoidea por aneurismas son el resangramiento y el vasoespasmo arterial. El resangramiento ocurre en un 30% de los pacientes en las primeras dos semanas y el 50% de las hemorragias son mortales. El vasoespasmo suele ocurrir a partir del 4to día del sangramiento y si es lo suficientemente severo, conlleva a áreas de isquemia e infarto cerebral en el territorio arterial comprometido. Debido a estas complicaciones y sus potenciales consecuencias, la tendencia actual es la de tratar en forma definitiva a los aneurismas en etapas agudas, siempre y cuando las condiciones clínicas del paciente así lo permitan. Una consideración muy importante para tomar decisiones de tratamiento de los aneurismas, es conocer su historia natural. Ciertos datos de importancia están bien establecidos: Tienen en promedio un riesgo de sangramiento del 2-4% anual acumulativo (razón por la cual aquellos pacientes más jóvenes tienen una mayor expectativa de vida y por ello están expuestos a mayor riesgo de sangramiento); tienden a sangrar en pacientes más viejos (mayores de 40 años) que los de MAV´s ; el sangramiento tiende a ser más devastador y la mortalidad posterior a un sangramiento por aneurisma se estima en 30%. Un estudio realizado en la década de los 60 (cuando la cirugía de aneurismas era muy riesgosa y por ello los pacientes eran manejados conservadoramente) determinó lo siguiente: De cada 100 pacientes con HSA manejados conservadoramente (sin ningún tratamiento quirúrgico), 15 fallecían antes de llegar al hospital. De los 85 restantes, otros 15 fallecían en las primeras 24 horas en el hospital. De los 70 restantes, otros 15 morían en las primeras 2 semanas. De los 55 restantes, otros 15 morían entre las primeras 2 semanas y 2 meses, y de los siguientes 40 sobrevivientes, otros 15 fallecían entre los 2 meses y 2 años, sobreviviendo solamente 25 personas al cabo de 2 años. Esta estadística fue clásicamente conocida como la “regla de los 15”. Aun cuando esta no es la realidad hoy en día, si evidencia lo grave que son los aneurismas cerebrales y justifica cualquier tratamiento para evitar nuevos sangramientos. TRATAMIENTO DE LOS ANEURISMAS CEREBRALES No hay duda de que un aneurisma roto con sangramiento subaracnoideo debe ser tratado de inmediato pero este debe ser ofrecido con mucha cautela. Hay dos modalidades de tratamiento existentes hoy en día: 1) Microcirugía con craneotomia y clipaje quirúrgico del cuello aneurismático con un clip especial 2) Colocación endovascular de alambres (coils) dentro del aneurisma. El coiling (colocación de pequeños alambritos enrollados) dentro del saco aneurismático por vía endovascular ha demostrado ser una forma muy efectiva de tratamiento y un importante adyuvante a la cirugía que ha ganado mucha popularidad en la última década, en particular por el hecho de que para rellenar el aneurisma no hay necesidad de abrir el craneo ya que se hace a través de un cateter dentro de la arteria. Sin embargo, esta técnica tiene como contrapartida el hecho que en un porcentaje no despreciable de casos se vuelve a permeabilizar el aneurisma, requiriendo entonces o una segunda embolización o clipaje quirúrgico. Las características particulares del aneurisma, la relación domo/cuello (difícil si la relación es menos de 1.5:1) , anatomia arterial del paciente pueden ser containdicaciones para el coiling de pacientes, así como el tamaño del aneurisma (los estudios han demostrado menor éxito en obtener oclusión completa de los aneurismas mayores de 8-10 mms y con cuellos más anchos de 4mm). Aun cuando el tratamiento definitivo de los aneurismas sigue siendo muy controversial, el consenso entre los neurocirujanos (y en la literatura neuroquirúrgica) es que la cirugía a través de la craniotomia y clipaje aneurismático es la forma más definitiva de resolver el problema en un 90 % de los pacientes. A pesar de los riesgos de la microcirugía (muy bajos hoy en día), el clipaje aneurismático consigue esencialmente curar de manera definitiva el problema, con una técnica que ha traspasado la barrera del tiempo en demostrar su efectividad y eficiencia. Una vez evaluado clínicamente al paciente así como sus estudios neuroradiológicos, el neurocirujano en conjunto con el neuroradiólogo decidirán cual es la mejor alternativa de tratamiento para cada paciente en particular y debe plantearsele a los familiares las diferentes alternativas terapeúticas, sus pros y contras, riesgos, potenciales complicaciones, etc y justificar su preferencia de una modalidad de tratamiento sobre la otra