TEXTOS CHICOS 1. Esparcid mis Cenizas en Eurodisney Rodrigo García ... Todo el mundo tenemos nuestras ocupaciones pero, ¿quién tiene su vida? En los parques y en las colas del supermercado y en las heladerías, las madres preguntaban a sus hijos de cuatro años ¿qué se dice? Y sus hijos respondían: gracias. Los dueños de perros gritaban a sus perros: sentado y los perros se sentaban. Y a eso se sumaban objetos inanimados. Y corazones rotos en el camino. Y las risas. ¡Todo lo tenía cerca, todo estaba a un palmo! Vi un enjambre de vida, vi un éxtasis aquí y allá, pensé en cada alma y en su trajinar cotidiano. Prometo que me di cuenta de todo y, sin embargo, todo, todo, me supo a poco. Vi la vida manifestarse y me pareció poco. Y regresé a casa en primavera, había pasado meses fuera de mi casa. Había dejado un paisaje seco y nevado, endurecido todo por el frío, árboles y rostros que se hacen duros y enjutos para protegerse, manos ocultas en guantes, cuerpos tensos dentro de un barullo de ropas... Y, ahora, a mi regreso, era primavera. La naturaleza estaba exultante. Y yo no. Y me reconocí atravesando caminos, en coche, con las ventanas bajadas y el aire era aire real y mi pelo y mi piel parecían artificiales. Y corté con lo que me parecía artificio, la música de la radio del coche. Y bajé del coche para seguir a pie. Pero todo seguía siendo incómodo y angustiante porque yo no habitaba la tierra, yo no estaba en el mismo sitio que la primavera. Es duro ver cambiar los árboles, ver crecer la hierba, ver terneros a montones pegados a sus vacas y sentirte el mismo de siempre, sin la oportunidad de renovarte, de resurgir. Llegué caminando a casa. Las ramas del árbol que yo había dado por muerto, casi se metían por las ventanas y yo estiraba un brazo para tocar las hojas y los frutos, con poca convicción y con un cansancio desconocido. Los años, pensé, los lleva mejor este nogal que yo. Daba frutos. Los paisajes dominados no tienen interés. Los paisajes por descubrir no existen. Los paisajes poco frecuentados hay que respetarlos con nuestra ausencia. 2. estem tan bronzejats que fem una mica de fàstic patricia pardo, juli disla i alejandro jornet luis. Mon pare arriba a casa de matinada (borratxo probablement) i escriu a la pissarra on ma mare anota les seues coses: l’esperança mata més gent que el càncer de pulmó”. Mentre desdejune, puc vore davant meu: comprar tomaques, ous i formatge de burgos, telefonar a l’electricista, l’esperança mata més gent que el càncer de pulmó. A la pissarra de la cuina ma mare es baralla amb la seua memòria, mon pare, amb la seua desesperació alcohòlica. Et mire i intente descobrir com envelleixes. És una estupidesa. Només tens vint-i-dos anys. Però, de vegades, em perd. Massa televisió, diu ma mare. Estic fart del seu cansament i del seu menjar ple de sobreentesos: la carn de porc a la crema d’oporto, el salmó al romaní i els ous remenats, les albergínies gratinades, el pastís de porros i el formatge de cabra amb ceba confitada. Quan era menut m’agradava que el seu cos fera olor a menjar. Passara el que passara, m’abraçava a ella i em sentia salvat. Una nit mon pare va escriure a la pissarra: “el temps ens fa més lletjos”. A l’endemà, ma mare el va mirar i va dir: eres un cabró de merda. Després em va mirar a mi i va dir: i tu eres un altre cabró de merda. Jo tenia dotze anys. Va ser la primera vegada que vaig pensar que les coses es trenquen sense que ningú no sàpiga, exactament, quan van començar a trencar-se. Així que et mire intentant descobrir el moment exacte en què comences a envellir. I, aleshores, t’abrace i m’adone que no estic salvat, que cap dels dos no ho estem. 3. el matrimonio palavrakis Angélica Liddell mateo. ¿Seguro que están usadas? ¿Seguro que te las has puesto? ¿Quién te compra las bragas? Deberías comprar tus propias bragas. Deberías elegir tus bragas. Es algo íntimo, ¿me entiendes? Intimo. Es tu elección, tu punto de vista sobre las cosas, tu carácter. Hasta el gusano tiene un punto de vista sobre las cosas. Toma, coge el dinero. Cómprate unas bragas que te gusten. Tienes derecho. No dejes que tu madre elija por ti. Cómprate unas bragas bonitas. Algún día tienes que empezar. Es algo importantísimo. Hazme caso, importantísimo. Ya tienes edad para comprar tus propias bragas. ¿Cuántos años has cumplido?¿Doce? ¿Doce años? Buena edad para hablar con una mujer. Doce años. Una auténtica mujer. No estás a gusto, ¿verdad? Yo tampoco. Somos las víctimas. Ante todo somos las víctimas. Nunca lo olvides. Las víctimas. Te ha pegado. Tú padre te ha pegado. Cerdo. Y sólo porque eres hermosa. Sabe que no puede ponerte una mano encima si no es moliéndote a golpes. ¡Los padres! ¡Todos iguales! Te ha pegado. Te ha pegado por tus labios, porque tienes en la boca toda la sangre de una herida. Preciosa. Preciosa tu boca. ¿Un caramelo? Algo dulce para una mujer dulce. Lo dulce es lo que nos obliga a vivir, el deseo de lo dulce nos mantiene con vida. El deseo de lo dulce. Lo dulce. Ya veo, no estas a gusto. No estamos a gusto. Yo también lo odiaba. A mi padre. Lo odiaba tanto como tú al tuyo. Y yo salía corriendo a robar chocolatinas, pasteles, caramelos, y me hinchaba hasta reventar. Gracias a lo dulce fui capaz de sobrevivir. No dejes de comer dulce. No hagas caso a tus padres, las muelas, las caries, bah…No les hagas caso. Al final a todos se nos caen los dientes. Doce años. Buena edad para hablar con una mujer. Doce. ¿Sabes quién soy?¿Te han hablado de mí? Te lo habrán contado, te lo habrán contado todo. ¿Sabes lo que pasó? Imagino que sí. Lo sabes. Voy a decirte una cosa: Nunca tengas hijos, ¡nunca! 4. Martes. 3:00 A.M. Más al Sur de Carolina del Sur Arturo Sánchez Velasco Doc. Lo bueno de la perspectiva histórica es que ya sabes cómo va a acabar todo. N tiene ninguna emoción. Siempre va a acabar igual. De modo que uno puede enfrentarse a una hipotética situación histórica, pongamos, por ejemplo, la resistencia del soldado ruso frente a las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial, sin preocuparse. Puesto que sabe de antemano que, bueno, seguramente él vaya a morir. Es su deber, pero, al menos, le queda el consuelo de que a la postre, van a ganar la guerra. Lamentablemente, no todos los soldados rusos tuvieron esa facultad. Ni siquiera los soldados nazis la tuvieron. Sólo uno. Sólo Hitler me consta que tuviera puesta la mirada en la historia. Es lo bueno de todo esto. De jugar con el tiempo. Puedes adivinar cualquier cosa. Miras apenas un siglo atrás y sabes lo que puede pasar. Así es la Historia, la reescritura de los mismos episodios, la Guerra de Troya repetida miles de veces, la caída de Roma en continuo remake, la familia Borgia en versión venezolana, el asedio a Rusia por parte de las tropas napoleónicas al borde del invierno. Podría suponerse que Hitler sabía lo que iba a pasar y, sin embargo, lo hizo. Porque la Historia es eso: el empeño de algunos en cambiar lo que sólo la Historia ha podido cambiar. Hitler sabía, los rusos sabían, nosotros lo sabíamos: el invierno está a punto de llegar y nada, ni siquiera Hitler, va a cambiar su puntualidad. Lo malo de la perspectiva histórica, es que ya sabes cómo va a acabar. No tiene ninguna emoción. Ella era una encantadora Alicia en el país de las maravillas. Él se dio cuenta enseguida. Ella le siguió el juego. Él la invitó a salir. Y todo se estropeó por un total desconocimiento de las reglas básicas sobre las relaciones humanas. 5. el mercader de venecia William Shakespeare ACTO III / escena primera SHYLOCK Él es causa de mi oprobio y me ha hecho perder medio millón, se ha burlado de mis ganancias, se ha reído de mis pérdidas y se ha mofado de mi raza, ha obstaculizado mis negocios, ha dado ínfulas a mis enemigos y ha enfriado a mis amigo, y todo, ¿por qué? Porque soy judío. ¿No tiene ojos un judío? ¿No tiene manos un judío, ni órganos, proporciones, sentidos, pasiones, emociones? ¿No toma el mismo alimento, le hieren las mismas armas, le atacan las mismas enfermedades, se cura por los mismos métodos? ¿No le calienta el mismo estío que a un cristiano? ¿No le enfría el mismo invierno? ¿Es que no sangramos si nos espolean? ¿No nos reímos si nos hacen cosquillas? ¿No nos morimos si nos envenenan? ¿No habremos de vengarnos, por fin, si nos ofenden? Si en todo lo demás somos iguales, también en eso habremos de parecernos. Si un judío ofende a un cristiano, ¿qué benevolencia ha de esperar? La venganza. Si un cristiano ofende a un judío, ¿con qué cristiana resignación la aceptará? ¡Con la de la venganza! Pondré en práctica toda la vileza que he aprendido, y malo será que no supere a mis maestros. 6. Hamlet-Machine Heiner Müller 1. ALBUM DE FAMILIA Aparece Horacio. Cómplice de mis pensamientos, llenos de sangre, desde que la mañana está velada por un cielo vacío. A BUENA HORA LLEGAS AMIGO MÍO/ PARA TU PAGA ES DEMASIADO TARDE/ EN MI TRAGEDIA YA NO HAY MÁS LUGAR. Horacio, me conoces. Acaso eres mi amigo, Horacio. Y si me conoces, cómo puedes ser mi amigo. Te gustaría hacer del Polonio, el que se quiere acostar con su hija, la deliciosa Ofelia, que entra cuando se le da el pie, mira cómo mueve el trasero, un papel trágico. Horacio Polonio. Ya sabía que eras un actor. Yo también, yo hago de Hamlet. Dinamarca es una cárcel, entre nosotros está creciendo un muro. Mira lo que crece el muro. Exit Polonius. Mi madre la novia. Sus pechos un cantero de rosas, su regazo la fosa de serpientes. Te olvidaste del texto, mamá. Te doy la letra. LÁVATE EL CRIMEN DE LA CARA, HIJO MÍO,/PONLE A DINAMARCA OJOS DE ENAMORADO. Yo haré que de nuevo seas virgen, madre, para que tu rey tenga una boda con sangre. LA CALLE DEL SENO MATERNO NO ES DE SENTIDO ÚNICO. Ahora te ato las manos a la espalda porque me repugna tu abrazo con velo de novia. Ahora te arranco el vestido de novia. Ahora hay que gritar. Ahora embadurno los harapos de tu vestido de novia con el lodo que se convirtió en mi padre. Con los harapos tu cara tu vientre tus pechos. Ahora te cojo a ti, mi madre por las invisibles huellas suyas, las de mi padre. A tu grito lo sofoco con mi boca. No reconoces el fruto de tu vientre. Y ahora vete a tu boda puta, ancha bajo el sol de Dinamarca que brilla sobre los vivos y los muertos. Quiero taponar las cagaderas con el cadáver para que el palacio se ahogue en mierda real. Después deja que te devore el corazón, Ofelia, que llora mis lágrimas. 7. Kurt y Peter Pablo Tomás ¿Qué quieres ser de mayor? ¿Qué quiero ser de mayor? No sé, no la había pensado, supongo que… no quiero crecer, porque no quiero hacer tonterías, no quiero casarme con una mujer y tener la obligación de amarla y, por tanto, la obligación de odiarla, no quiero tener que divorciarme de ella por no hacerle daño, por no pegarle, por amarla demasiado, no quiero no poder hacer caso a mi hijo porque el jefe quiere esos informes a primera hora de la mañana, no quiero olvidarme de él, no quiero hacerle daño, no hablo sólo de no pegar a mi hijo, hablo de que no quiero no quererle, no quiero pasarme semanas en el hospital porque mi hijo intentó suicidarse y no quiero que, cuando despierte, lo primero que salga de mi boca sea “tú no eres mi hijo”, no quiero sufrir, no quiero olvidar, no quiero olvidar que no quiero todo esto. Cuando sea mayor no quiero ser mayor porque no quiero ser idiota. Sí, muy bien, pero entonces, ¿qué quieres? Quiero… quiero muchas cosas ¿Por ejemplo? Quiero volar… quiero bailar, quiero saltar encima de la cama, quiero reír, quiero llorar de felicidad, quiero marcar un gol, no, cincuenta goles, quiero rascarme el brazo cuando me pica, quiero meterme el dedo en la nariz y llegar al cerebro, quiero tirarme pedos de color amarillo, quiero pintar hombres con cuerpo de mujer y cabeza de mujer, quiero escuchar música y emocionarme con un punteo, quiero meter la cabeza en un gran pastel de no cumpleaños, quiero decir puta, puta, quiero luchar contra malvados piratas, quiero respirar debajo del agua, quiero chuparme un ojo, quiero, quiero oler una flor y ver el universo, quiero sentirme inmortal, quiero olvidar, quiero olvidar el significado de la palabra imposible, quiero soñar, quiero vivir, quiero creer, quiero ser un niño… cuando sea mayor. Pero si tú ya eres mayor. No. ¿Cuántos años tengo? No sé. ¿Cincuenta? No, menos. ¿Sesenta y cuatro? Menos. ¿Diez? Más. Vale, pongamos diez. Aunque tuvieras diez, luego vendría el once y luego el doce, el trece y, cuando tuvieras tropecientos años, olvidarías que quisiste ser un niño por siempre y serás un idiota como todos los demás. No, porque no tengo diez años para once: tengo diez años para nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero, ¡PUM! Puedo volar. 8. la celestina Fernando de Rojas (versión de Soledad Puértolas) ACTO XIII / Escena 4.ª calisto.- (Solo) ¡Maldito sea este día! ¡Qué grande es mi desgracia, mi hacienda corre de mano en mano y mi nombre de lengua en lengua! Ahora se hará público lo que hablé con la vieja y con ellos, lo que sabían de mí, el negocio que teníamos entre manos. No puedo salir a la calle. ¡Oh, pecadores! ¡Qué desastre! ¡Mi gozo ha llegado a su fin! El antiguo proverbio dice que cuando se está muy alto las caídas son terribles. Anoche había alcanzado muchas cosas, hoy he perdido muchas más. No dura la bonanza en las aguas profundas. Los vientos de mi perdición se han agitado. ¡Oh, Fortuna, cómo me has atacado! Pero a la adversidad hay que hacerle frente con ánimo, así se prueba la condición del corazón y se miden los quilates de la virtud y del esfuerzo del hombre. Por muchos males y daños que me sobrevengan, no dejaré de cumplir el compromiso que tengo con quien ha sido la causa de todo. La gloria que me espera tiene para mí más peso que la pérdida que se desprende de esas muertes. Esos muchachos eran demasiado audaces, en algún momento habrían tenido que pagar por sus actos. La vieja era mala y mentirosa. Según se deduce , tenía trato con ellos y quería engañarles. Dios ha dispuesto que pagara por todos los adulterios que arregló. Recurriré a Tristán y a Sosias. Ellos me acompañarán. Llevarán escalas de cuerda, porque los muros son muy altos. Luego diré que he estado fuera y trataré de vengar estas muertes pero, si no es posible, me haré el loco porque quiero gozar de mi amor, como Ulises cuando evitó la batalla troyana y acudió al lecho de Penélope, su mujer. 9. el tío vania anton chejov ASTROV.- Podrías alimentar las estufas con turba y construir los cobertizos de piedra. Además, yo admito que se talen árboles por necesidad; pero, ¿por qué exterminar los bosques? Los bosques rusos gimen bajo el hacha, los árboles perecen a millones, los habitáculos de las aves y los animales son devastados, los ríos pierden caudal y se secan, desaparecen sin remedio maravillosos paisajes... Y todo porque el hombre perezoso no tiene sentido común suficiente para agacharse y recoger el combustible del suelo. (A ELENA ADRÉIEVNA) ¿No estoy en lo cierto señora? Hace falta ser un bárbaro insensato para quemar en su estufa esta hermosura, para destruir lo que nosotros no podemos crear. El hombre está dotado de inteligencia y fuerza creativa para multiplicar lo que le ha sido dado. Sin embargo, hasta ahora no ha creado, si no que ha destruido. Cada día hay menos bosques, los ríos se secan, la caza desaparece, el clima se ha deteriorado y la tierra se vuelve más pobre y más fea. (A VOINITSKI.) Tú me miras con ironía y todo lo que estoy diciendo te parece poco serio... incluso es posible que se trate, en efecto, de una chifladura, pero cuando paso cerca de los bosques que he salvado de la tala o cuando oigo rumorear las hojas de un bosque joven plantado por mis manos, tengo conciencia de que el clima está también un poco en mi poder y de que si el hombre llega a ser feliz allá dentro de mil años, también habré contribuido un poco a ello. Cuando planto un abedul y luego lo veo verdear mecido por el viento, mi alma rebosa de orgullo y yo... (Viendo al OBRERO que entra con una copa de vodka en una bandeja.) Bueno... (Bebe.) Tengo que irme. En fin, puede que todo esto sea una chifladura. A los pies de ustedes. 10. don juan tenorio josé zorrilla ACTO I / Escena XII juan. Pues, señor, yo desde aquí, buscando mayor espacio para mis hazañas, di sobre Italia, porque allí tiene el placer un palacio. De la guerra y del amor antigua y clásica tierra, y en ella el emperador, con ella y con Francia en guerra, díjeme: “¿Dónde mejor? Donde hay soldados hay juego, hay pendencias y amoríos.” Di, pues, sobre Italia luego, buscando a sangre y a fuego amores y desafíos. En Roma, a mi apuesta fiel, fijé, entre hostil y amatorio, en mi puerta este cartel: “Aquí está don Juan Tenorio para quien quiera algo de él.” De aquellos días la historia a relataros renuncio: remítome a la memoria que dejé allí, y de mi gloria podéis juzgar por mi anuncio. Las romanas, caprichosas, las costumbres, licenciosas, yo, gallardo y calavera: ¿quién a cuento redujera mis empresas amorosas? Salí de Roma, por fin, como os podéis figurar: con un disfraz harto ruin, y a lomos de un mal rocín, pues me querían ahorcar. Fui al ejército de España; mas todos paisanos míos, soldados y en tierra extraña, dejé pronto su compaña tras cinco o seis desafíos. Nápoles, rico vergel de amor, de placer emporio, vio en mi segundo cartel: “Aquí está don Juan Tenorio, y no hay hombre para él. Desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca, no hay hembra a quien no suscriba; y a cualquier empresa abarca, si en oro o valor estriba. Búsquenle los reñidores; cérquenle los jugadores; quien se precie que le ataje, a ver si hay quien le aventaje en juego, en lid o en amores.” Esto escribí; y en medio año que mi presencia gozó Nápoles, no hay lance extraño, no hay escándalo ni engaño en que no me hallara yo. Por donde quiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé, y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé memoria marga de mí. Ni reconocí sagrado, ni hubo ocasión ni lugar por mi audacia respetado; ni en distinguir me he parado al clérigo del seglar. A quien quise provoqué, con quien quiso me batí, y nunca consideré que pudo matarme a mí aquel a quien yo maté. A esto don Juan se arrojó y escrito en este papel está cuanto consiguió: y lo que él aquí escribió, mantenido está por él.