JUNTOS, DESCUBRIÉNDOTE Gracias, Padre Dios, por hacernos padres como tú. Solo ahora podemos saber qué sientes por las personas, al tener en brazos a nuestro propio hijo. Gracias, Padre Dios, por su alegría y nuestra alegría. Por la protección que le damos y la que nosotros experimentamos de ti. Cuida de todos nosotros. Amén. Contra los prejuicios... ERES TÚ MI CAMINO Fue tu ley, Jesús, el Amor. Amaste a todos sin distinción. Miraste la humildad, la bondad, la sencillez del corazón. Te llevaron a la cruz los que no escucharon tu voz. Ahora sé que vives en mí. Ayúdame a ser fiel porque yo… Quiero encontrar tu camino Y seguir tu camino Eres tú mi camino Es el amor mi camino (bis) Mira a mi alrededor, te siento vivo en cada rincón, en quienes se desviven por mí, en las personas que amo yo. El amor es la razón. el sentido de la vida. En el gozo, en el dolor ayúdame a ser fiel porque yo… No te encalles! Nos encontramos ante la siguiente situación: estamos en el súper y llega una persona con una barra de pan en la mano. Como no lleva más, quiere que se le deje saltarse la cola; lleva el dinero justo. En la misma fila hay otras personas, además de la cajera y el chico de seguridad: una señora con un bebé que no para de llorar y otro niño de unos seis años, un inmigrante, una viejecita y un señor que dice tener mucha prisa. Vamos a recrear la situación, cada uno con nuestro papel… y algo más. Podemos decir que toda la vida de Jesús está llena de actitudes contra los prejuicios, también religiosos. Se acercaba a los enfermos, que si lo estaban se presuponía que era porque habían pecado; se acercaba a las mujeres, que se presuponía que eran propensas a pecar también, y a los niños, que no eran nada. Incluso a los pecadores públicos. Mateo era pecador público, y estaba mal visto… no sin razón, seguro. Los publicanos eran los recaudadores de impuestos. Los impuestos eran para Roma y recaían en el pueblo judío, gente pobre sin muchos recursos. No tiene nada de raro que los judíos mirasen a los publicanos con mala cara: estaban del lado del rico, eran los chaqueteros que se habían pasado al otro bando. Además, todo el mundo sabía que no eran precisamente honestos; todo lo que podían se lo llevaban a su bolsillo. Vamos, que no gozaban precisamente de la simpatía popular. Mirad la actitud de Jesús en este encuentro: ¿Cómo te has sentido en la representación? ¿Te parecía justa la actitud con que te han tratado? Cuando se marchaba de allí, vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos. Al verlo los fariseos, preguntaban a sus discípulos: “¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y los pecadores?”. Lo oyó Jesús y les dijo: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Entended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mt 9,9-13) ¿Has vivido alguna situación como esta? ¿Algún prejuicio que ha aparecido en la representación se vive en la sociedad? ¿Te sientes identificad@ con ellos? ¿Tienes tú alguno de esos u otros prejuicios? ¿Alguna vez has tratado o tratas a los demás según estos prejuicios? Si fuéramos capaces de meternos en la escena, tal vez el comportamiento de Jesús nos dejaría el cuerpo regular nada más. Si localizas algún prejuicio en ti mism@ no te preocupes, tal vez puedas hacer algo. Como es tuyo, puedes nombrarlo y después deshacerte de él.