Oh Señora Mía ¡Oh Señora mía, oh Madre mía! Yo me ofrezco todo a Ti y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad!, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén. Esta oración, también llamada “Pequeña Consagración”, es un texto clásico de la espiritualidad mariana que data del siglo XVI. Esta breve oración de entrega confiada a María expresa con sencillez el amor del hijo y la pertenencia de todo su ser a quien es Madre de Cristo y de los hombres.