“El tío Coquino y la tía Prolina” E l tío Croquino era un hombre muy rico. Era tío de mamá Nova y tenía tanto dinero como para comprarse todo Fantasilandia… Se había casado con la tía Prolina, que era tan pobre que no podía comprarse ni siquiera un chicle a la salida de Fantasilandia. Se habían conocido mientras ella barría la calle, él había pasado y se le habían caído dos billetes de $20.000. La tía Prolina los estaba barriendo pero al darse cuenta de que era dinero, había corrido tras el señor del sombrero y terno, para devolverle su dinero, pues era muy honrada. El tío Croquino, que no se daba cuenta del dinero que tenía ni del que se le había caído, pensó que una moza lo seguía perdidamente enamorada… sí, siempre había pensado que esa iba a ser la manera en que encontraría al amor de su vida… y así fue. Entonces, cuando la vio, en vez de recibir su dinero le dijo: “Sí, acepto” y se fueron inmediatamente a casar. La tía Polina no sabía ni lo que era casarse, pero al verse tan querida por él, ya nunca más quiso dejarlo y llegaron a formar una familia de trece hijos, infinitos nietos e infinitos bis nietos. A la Petro, la Antolaya, Belón y Moyo les gustaba visitarlo porque les contaba historias. ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ Estoy viejo –le dijo a los niños esa tarde mientras tomaban el té. ¿Por qué dices eso? –preguntaron los niños desconcertados. ¿Dije algo malo? –los increpó. Los niños se miraron. Sí –dijo finalmente la Petro. ¿Estar viejo es algo malo? –insistió el tío Croquino Los niños se miraron de nuevo. Es que ya no puedes caminar bien –dijeron. Pero puedo estar más tiempo sentado y mirar las flores de mi jardín ‐ ‐ ‐ ‐ -repuso. ¡Pero ya no puedes correr! –agregaron dubitativos. Por fin he dejado de correr por la vida… todo el tiempo apurado –dijo meditativo. Se te olvidan las cosas… -dijo suavemente la Petro, no queriendo ofenderlo. ¡Qué alegría! Siempre me preocupé por demasiadas cosas… por fin las dejé de pensar tanto -y soltó una carcajada profunda. Los niños se miraron y, a poco andar, se contagiaron con su carcajada. El tío se quedó sereno en su mecedora cuando la Antolaya le dijo: ‐ ‐ Tío Linterna, cuéntanos una historia. Sí, sí –asintieron todos preparándose para otra tarde de entretención. El tío, con su carcajada aún dibujada en su rostro, cerró sus ojos. Su cuerpo grande se quedó sin movimiento. Sus manos se quedaron quietas. Y dejó de respirar. Prolina, que le traía otra tasa de te (tomaba sesenta y ocho al día), lo miró al entrar e inmediatamente se dio cuenta que el tío Linterna los había dejado. Que ya no existía. Que se había muerto. - ¿Se quedó dormido? – preguntó alarmada la Petro ¡¿Va a despertar?! –agregó ilusionada. ‐ Tía Prolina , ¿él sólo está dormido, verdad? –dijo la Antolaya. ‐ No –dijo triste la tía Polina- él ya no va a despertar… el tío Croquino se murió. ‐ ¡No quiero que se muera! -dijo desolado Moyo. Los niños estaban tristes y confundidos, no entendían bien lo que ocurría, entonces la tía Prolina con sus ojitos llenos de lágrimas, sacó su pañuelo color blanco con encajes y secándoselas, los miró con ternura y les dijo: ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ¿Lo ven asustado a él? Bueno… noo…- respondió algo aturdida la Petro. ¿Se murió para siempre? –dijo la Petro. Sí. Ya no lo vamos a ver ni podremos tocarlo. No nos contará historias. Su cuerpo dejó de funcionar…Ya no respira… ni se mueve… ni habla… ni ve… dijo Prolina apenas pudiendo hablar de tanta pena. Niños, -prosiguió con lágrimas en los ojos- el tío Linterna entregó todo su amor mientras vivía… es cierto que ahora se murió, pero su vida ya estaba entregada, la dio toda mientras vivía… Y reflexionó: El tío Linterna era enojón, siempre pensaba que tenía la razón… ja ja… pero su corazón estaba hecho de bondad y justicia… Y continuó- construyó escuelas para que los niños se pudieran educar, capillas para que pudieran rezar, hospitales para que se pudieran sanar… El hizo tantas cosas buenas… Entonces, ¿por qué se murió? –preguntó contrariada la Petro. Porque todos morimos, los arbolitos nacen, crecen y mueren, somos parte de esa misma naturaleza. A él le tocaba ahora. ¿O sea que yo también me voy a morir? –preguntó la Petro asustada. Algún día, cuando seas muy, muy viejita, ¿ahora estás viva, no? Es lo único que importa –le dijo triste pero tranquila la tía. Al tío Linterna le gustaba conversar con todos sus nietos, a mí siempre me hacía retroceder cogiéndome con la curva de su bastón para que habláramos, ¡me encantaba!… –dijo melancólico Belón. A mí también –repuso Moyo acariciando sus manos. ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ¿Saben cuánto pollo comió en toda su vida? –preguntó de pronto tía Polina, desconcertándolos un poco a todos. Treinta y siete mil cuatrocientos cuarenta y cuatro trozos –dijo confiado Belón, sin levantar su mirada del suelo… Moyo y la Anto se comenzaron a reír… ¿Qué pasa? –dijo Belón algo aturdido. ¿Cómo sabes que comió esa cantidad de pollo? –preguntó la tía Prolina algo asombrada y mostrando su dulce sonrisa nuevamente. Nueve, comía nueve trozos a la semana, vivió hasta los 80, el resto es matemáticas –replicó tan confiado de sus habilidades matemáticas innatas. Todos volvieron a reír, incluído él. Entonces –concuyó Moyo - él cumplió su misión y ahora se va… Exactamente –dijo Polina que sabía que su marido moriría pronto- vengan a darle un besito, y a despedirse de él –agregó. Todos se acercaron ceremoniosamente, lo abrazaron con todo el amor que le tenían… Te voy a extrañar –le dijo Moyo al despedirse y luego lloró. Mientras tanto y no muy lejos de ahí, muchos niños se habían hecho ya hombres accediendo a una buena educación en uno de los muchos liceos o politécnicos que él fundara, teniendo oportunidades de mejores trabajos y de desarrollar sus habilidades y talentos… Otros accedían a Consultorios y Hospitales… pudiendo prevenir y sanar enfermedades… Y más de alguno rezaba, agradeciendo el paso de este buen hombre por su vida. Atardecía cuando el sol se despidió del día dejando el cielo rojizo, y el canto de un queltehue, le puso música a la despedida del tío Coquino que por cierto, se quedó a vivir por siempre en sus corazones… “Fin”