El cuarto poder En cualquier país occidental de los considerados civilizados, cuando se habla del «cuarto poder», raro sería el caso por el que no se entendiera que se trata de los medios de comunicación: de la Prensa. Y es que en esos países, la profesión periodística es seria; los profesionales que se precian, antes de publicar nada, investigan y se cercioran de la veracidad de lo que les cuentan y de lo que se enteran. No son monos de repetición, ni se creen cualquier bulo de los que permanentemente se divulgan. En nuestro país, eso no funciona así; aquí, lo primero que a un plumilla le cuentan, lo asume como cierto, lo publica sin rubor, y escudándose en la mal empleada libertad de expresión y en el derecho a la información, cometen las mayores tropelías y se levantan tan grandes como falsos testimonios, que resultan muy difíciles de esclarecer una vez hecho el daño. Y no pasa nada. Los medios de comunicación, están cautivos de su propia necesidad de supervivencia; se ven impulsados a publicar lo que sea, siempre que ese “lo que sea”, sea vendible. Lo natural, lo sencillo y lo cotidiano, si no son susceptibles de venderse, por muy cierto que fueran, nada les vale. Necesitan lo escandaloso para resaltar y destacarse, y para ello se valen de la manipulación y de las salidas de contexto para contar algo diferente a los que cuentan otros. Dominan el arte del bulo indocumentado que a lo largo del tiempo tanto rédito les dieron. Como complemento de lo que afirmo, recuérdese que fue la prensa, la que en EE.UU. derribó a un presidente de su mandato. Eso en España sería inviable, ya que es precisamente desde los círculos del poder, desde donde se alimentan miserablemente y a diario, a base de recibir prebendas a modo de subvenciones y dádivas diversas, con tal de halagar con sus lisonjas a quienes les llenan sus escudillas. Y esto no es que yo lo diga ― aunque lo proclamo ―, sino que lo dice alguien tan autorizado como el Profesor Vincenç Navarro en un artículo del mes de octubre que recomiendo su lectura de principio a fin, en el siguiente enlace: http://www.vnavarro.org/wp-content/uploads/2011/11/la-banca-el-fraude-fiscal-y-el-new-york-times2.pdf No, amigos; no es la prensa ni los medios de comunicación quienes ostentan ese cuarto poder tan temido en otras costas y latitudes. En nuestro caso, es La Banca. Es la institución financiera, quien aprovechándose de la escasez de medios económicos del Estado, se ha erigido como valedora del mismo, pero claro está, imponiendo sus condiciones, que ya sabemos que esos no dan puntada sin hilo. Si nos detenemos un poco en un momento crucial de nuestra reciente historia, recordemos que cuando ya se encontraba en los estertores de su “mandato” ― dicho esto con todas las reservas ―, el imbécil Rodríguez, allá por agostoseptiembre de 2011, España entera le pedía clamorosamente que soltara ya el cetro, y convocara elecciones tras disolver las cámaras. Todas las fuerzas vivas estaban en la misma sintonía, excepto Botín ― cómo no ―, quien fue el único que públicamente aconsejó que agotara la legislatura. Y eso por qué… ¿Acaso porque pensaba que era inmejorable desempeñando lo que nunca supo hacer? Lo único que hizo para la particular conveniencia del banquero, fue dilapidar todo el patrimonio y descapitalizar a la nación, para que la nación tuviera necesidad de recurrir a él si quería atender las necesidades del Estado. Y claro está, bajo sus propias condiciones impuestas. Por eso abogaba porque el presidente agotara la legislatura; para darle aun más tiempo a esquilmar las arcas del país. Y no lo consiguió. Lo que sí consiguió fue que el idiota Rodríguez, no solo agotara lo poco que quedaba, sino que siguió comprometiéndose con todos los que le reían sus gracietas, endeudando a España por muchos años y en el exclusivo favor de la institución financiera, consiguiendo que fuera ésta la auténtica fuerza gobernante del país. Y esa institución tiene un portavoz por todos conocido ― incluido el New York Times ―, que es quien en definitiva ejerce ese cuarto poder aparentemente complementario de los otros tres que componen el soporte de una convivencia parlamentaria, aunque esencialmente los tres dependan fielmente de los caprichos del Gran Señor. Si a eso añadimos la conocida voracidad de todos los que integran el estamento político y sus “ad lateres” por acaparar la mayor cuota de riqueza que todos anhelan, obtenemos el resultado de cómo nos encontramos a nivel de deuda interna, externa y medio pensionista. Y mientras tanto, el sistema bicameral juega un papel decisivo con la continua promulgación de leyes que benefician los intereses del Amo, ya que las leyes, de manera directa, indirecta o circunstancial según tengo publicado, suponen un flujo de capital que al carecerse de reservas propias, necesariamente lo ha de aportar quién únicamente lo posee, pero eso sí, bajo unas condiciones impuestas y muy lucrativas para el prestamista. Por tanto y según mi particular punto de vista, es La Banca y su portavoz el Amo y Serenísimo Gran Señor de las Españas maltrechas, el Zar, Emilio I el Oso, quien ostenta el cuarto y único poder real en nuestro país. Si alguien piensa lo contrario, que lo demuestre. Rafa