E ESPECIALIDAD HIGIENE INDUSTRIAL Unidad Didáctica ema 1 1. 2 H igiene Agentes químicos (I). Toxicología laboral. El riesgo higiénico y los contaminantes químicos. 1.1 1.2 1.3 Concepto de riesgo higiénico. Clasificación de los contaminantes químicos. Elementos que definen el riesgo higiénico. 2. La respuesta del organismo. Cinética de los tóxicos. 3. Efectos de los contaminantes químicos: La toxicología. 3.1 Toxicología básica. 3.2 Efectos de los contaminantes más comunes. ESPECIALIDAD HIGIENE INDUSTRIAL Unidad Didáctica ema 1 H 2 E igiene Agentes químicos (I). Toxicología laboral. 1. El riesgo higiénico y los contaminantes químicos. 1.1. Concepto de riesgo higiénico. La Organización Mundial de la Salud (OMS.) define la salud humana como: “El perfecto estado de equilibrio y de bienestar somático, psíquico y social del hombre”. El desarrollo de una actividad laboral cualquiera provoca modificaciones en el ambiente de trabajo que originan estímulos agresivos para la salud de las personas implicadas. Dichos estímulos, que reciben el nombre de contaminan- tes, pueden presentarse como porciones de materia (inerte o viva), así como manifestaciones energéticas de naturaleza diversa y su presencia en el entorno laboral da lugar a lo que se conoce como riesgo higiénico. Este concepto puede definirse como: “La probabilidad de sufrir alteraciones en la salud por la acción de los contaminantes, también llamados factores de riesgo, durante la realización de un trabajo”. 1.2. Clasificación de los contaminantes químicos. Los contaminantes químicos, por su forma de presentarse en el ambiente de trabajo, según su estado de agresión, pueden clasificarse en: a) Sólidos. • Polvos: Conjunto de partículas sólidas en suspensión en el aíre, que proceden generalmente de una disgregación mecánica. Un ejemplo característico de esta forma de contaminación son las nubes de partículas que se producen en las canteras o en las plantas de áridos destinadas a la extracción y preparación de materiales para obras públicas y construcción. • Fibras: La American Society for Testing Materials (ASTM) define como fibra, toda partícula cuya sección transversal es inferior a 0,05 mm2, su diámetro menor de 0,25 mm y su relación longitud/diámetro superior a 10. Por su parte, la Orden de 31 de octubre de 1984, por la que se aprueba el Reglamento de Trabajos con Riesgo de Amianto, define en su artículo 2-1 el concepto de fibra para la citada sustancia, como “aquellas partículas de dicha fumigación de los plaguicidas, así como las nieblas de aceite mineral desprendidas en algunas operaciones de mecanizado de metales. Por la forma en que se presentan, según su materia en cualquiera de sus variedades, cuya longitud sea superior a 5 mm, su diámetro inferior a 3 mm y la relación longitud/diámetro superior a 3. Ejemplos de materiales fibrosos que pueden permanecer en suspensión en la atmósfera de trabajo son: El amianto, la fibra de vidrio, la lana de roca, etc. • Humos de combustión: Este concepto suele aparecer bajo la denominación “smoke” en las publicaciones anglosajonas, haciendo referencia al conjunto de partículas sólidas en suspensión en el aire, que proceden de una combustión incompleta y cuyo tamaño medio de las partículas suele ser inferior a 0,1 mm. Un ejemplo característico son los humos desprendidos por los motores de explosión, especialmente cuando la carburación no es correcta o los que se desprenden cuando se incinera materia orgánica a temperaturas no muy elevadas. • Humos metálicos: Se entiende por tal, el conjunto de partículas sólidas suspendidas en el aire, procedentes de una condensación del estado gaseoso, a partir de la sublimación o volatilización de un metal. Se presentan habitualmente en forma de óxido y su tamaño medio de partícula es similar al de los humos de combustión. En la bibliografía anglosajona esta forma de contaminación aparece bajo la denominación "fume" uno de cuyos ejemplos más corrientes lo constituyen los llamados “humos de soldadura”. b) Líquidos. Suelen presentarse como una suspensión de partículas en forma de nieblas o brumas, procedentes de la atomización o pulverización de una sustancia líquida en condiciones normales (250 C y 760 mm Hg) o de la condensación de su fase gaseosa. Un ejemplo son las nubes de estado de agregación, pueden ser: Sólidos, líquidos y gaseosos. c) Gaseosos. Ordinariamente, se distinguen dos tipos: Gases y vapores. • Gases: Sustancias dispersas en el aire, cuyo estado físico a 250 0 y 760 mm Hg es el gaseoso. Como ejemplos cabe citar el monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, anhídrido sulfuroso, cloro, etc. • Vapores: Desde el punto de vista termodinámico, gas y vapor responden a un mismo concepto, si bien se entiende específicamente por vapor, la fase gaseosa de una sustancia volátil, cuyo estado de agregación normal a 250 C y 760 mm Hg es generalmente el líquido. Un ejemplo de esta forma de contaminación lo constituyen los vapores de los disolventes orgánicos utilizados en la industria para la limpieza y desengrase, así como para la fabricación y aplicación de pinturas y productos afines. d) Aerosoles. Genéricamente se conoce con este nombre a toda dispersión de partículas sólidas o líquidas en la atmósfera de trabajo. Cabe señalar como ejemplo, las nubes de pintura procedentes de una pistola de pintado aerográfico. 1.3. Elementos que definen el riesgo higiénico. El riesgo higiénico que puede originar un contaminante químico viene definido por cinco factores o elementos principales: • • • • • a) Naturaleza del contaminante. Vía de entrada en el organismo. Tiempo de exposición. Condiciones de trabajo. Susceptibilidad individual y entorno ambiental. Naturaleza del contaminante. Hace referencia al conjunto de características físico-químicas y tóxicas, capaces de inducir un efecto o efectos adversos sobre la salud de los trabajadores expuestos. Atendiendo a los efectos producidos, los contaminantes químicos pueden ser: • Irritantes: Son aquellos que producen una inflamación, más o menos inmediata, en la región anatómica con la que entran en contacto. (Ej.: Cloro, óxidos de nitrógeno, productos ácidos y alcalinos, etc.). • Asfixiantes: Son las sustancias capaces de impedir el aporte de oxígeno a los tejidos, bien por desplazar dicho elemento o reducir su concentración en el aire (asfixiantes simples) o por bloquear alguno de sus mecanismos de transporte biológico (asfixiantes químicos). Dentro de los asfixiantes simples cabe señalar el nitrógeno, dióxido de carbono y gases licuables de petróleo (propano, butano). Por lo que respecta a los asfixiantes químicos, se encuentran en este grupo el monóxido de carbono, que forma con la hemoglobina carboxihemoglobina, impidiendo su unión al oxigeno, así como los cianuros y el sulfuro de carbono, que bloquean el transporte electrónico en la cadena respiratoria, por inhibir la actividad de la citocromo-oxidasa, al formar complejos estables con el hierro de su grupo prostético. • Corrosivos: Las sustancias corrosivas constituyen un tipo de sustancias cuya acción nociva sobre el organismo se produce mediante destrucción o irritación fuerte de los tejidos que toman contacto directo con ellas. Suelen ser ácidos o álcalis cuyo contacto dérmico, incluso en tiempo muy corto, provoca quemaduras químicas. Muchas son soluciones líquidas como determinados ácidos tanto inorgánicos (sulfúrico, clorhídrico, nítrico, fosfórico, arsénico, etc.> como orgánicos (fórmico, acético, etc.). Existe también un amplio grupo de corrosivos en estado sólido como determinados álcalis y sales alcalinas (hidróxido sódico, potásico, etc.) cuya acción nociva se genera a través de la absorción del agua de la dermis, lo que permite su disolución y su acción destructora sobre los tejidos. • Narcóticos y anestésicos: Son sustancias, generalmente liposolubles, que actúan como depresores del sistema nervioso central (Ej.: Hidrocarburos, alcoholes, ésteres, etc.). • Neumoconióticos: Son aquellos que penetran y se depositan en los pulmones induciendo neumopatías, que pueden ser benignas, por simple acumulación o fibróticas. (Ej.: Sílice cristalina, amianto, etc.). • Tóxicos sistémicos: Son aquellos que con independencia de la vía de entrada, se distribuyen por el organismo produciendo efectos agresivos en uno o más tejidos u órganos específicos denominados “diana”. (Ej.: Plomo, manganeso, mercurio y metales pesados en general). • Alergenos: Son aquellas sustancias capaces de desencadenar en el organismo una reacción antígeno-anticuerpo descontrolada. (Ej.: Isocianatos, polvo de ciertas maderas tropicales, etc.). • • • Carcinógenos: Son sustancias capaces de inducir proliferación celular desordenada. (Ej.: amianto, benceno, compuestos hexavalentes. Teratógenos: Sustancias que provocan malformaciones congénitas (Ej.: Dioxinas, iperita o gas mostaza, etc.). Mutágenos: Son aquellas sustancias que, actuando sobre el material genético, provocan alteraciones hereditarias. Muchos mutágenos son cancerígenos (Ej.: Benzo-a-pireno). Conviene tener presente, que los contaminantes químicos no provocan, en general, un sólo efecto aislado, sino una combinación más o menos compleja de efectos, de la que se suele resaltar el más importante. Así, el benceno presenta un efecto irritante primario, como cualquier hidrocarburo líquido. No obstante, tiene un marcado poder narcótico debido a su elevada liposolubilidad, si bien el efecto que se considera más importante es su potencial cancerígeno. La acción simultánea de varios tóxicos puede, excepcionalmente, potenciar o inhibir los efectos que producirían actuando aisladamente. En los casos normales, unos efectos resultan independientes y algunos otros aditivos. La situación de aditividad es particularmente importante y se puede predecir cuando los efectos de los tóxicos participantes coincidan sobre un mismo órgano o mecanismo biológico. b) Vía de entrada en el organismo. La interacción entre el tóxico y el organismo se inicia en una zona del cuerpo en contacto con el medio externo contaminado, que constituye la vía de acceso y entrada del tóxico. Las principales vías de entrada en la exposición laboral a contaminantes químicos son la respiratoria y la cutánea. • Vía respiratoria: Es la vía de penetración de sustancias tóxicas más importante en el ambiente laboral. A través de ella penetran el aire respirado, el polvo, el humo, los aerosoles, los gases y los vapores de productos volátiles. La estructura pulmonar, muy ramificada, provoca la deposición de las partículas en suspensión de mayor tamaño, que quedan retenidas, junto con parte de los vapores de sustancias hidrosolubles, en la mucosidad que recubre las paredes internas de los conductos respiratorios. Esta mucosidad es finalmente impulsada hacia el exterior de modo involuntario, hasta ser eliminada (expectoración). Los vapores, gases y aerosoles no rechazados por este mecanismo son capaces de llegar hasta el alvéolo pulmonar, barrera entre el aire y la sangre, produciendo daños locales o atravesándolo para incorporarse a la sangre y ser distribuidos por todo el cuerpo. • Vía cutánea: Muchas sustancias son capaces de atravesar la piel en estado normal, alcanzar los capilares sanguíneos e incorporarse a la sangre, para ser de este modo distribuidas por todo el cuerpo, después de pasar por los pulmones. La superficie de penetración es importante, así como el estado de integridad de la piel, que puede estar debilitada por lesiones o por la acción de disolventes capaces de eliminar las grasas naturales que protegen su superficie. Por lo que respecta a la vía digestiva, salvo en casos accidentales o intencionados o en aquellos en que la falta de higiene personal conduzca a la ingestión de cantidades más o menos importantes de contaminante, carece de importancia en el plano laboral. Lo mismo sucede con la vía parenteral, constituida por una solución de continuidad en la piel producida a consecuencia de una lesión traumática, o con las mucosas, como se indicó al principio. También se considera una vía de entrada las mucosas (ocular, vaginal...), si bien carecen de importancia en el plano laboral. 2. La respuesta del organismo. Cinética de los tóxicos El tóxico, una vez dentro del organismo, desencadena una serie de respuestas por parte del organismo que dictarán la evolución del tóxico en el cuerpo humano. Esta secuencia de acontecimientos es lo que se denomina cinética del contaminante. La cinética de un tóxico evoluciona a través de las distintas fases que aparecen en la figura siguiente: BIOTRANSFORMACIÓN Fases: • Absorción: El contaminante penetra en el organismo por las vías de entrada ya mencionadas, después de atravesar las distintas barreras biológicas relacionadas con las diversas vías de acceso. • Distribución: Cuando el tóxico ha pasado a la sangre, ésta lo difunde por todo el cuerpo. La incorporación a la sangre puede realizarse por simple disolución o mediante una fijación a las proteínas o a las células sanguíneas. La rapidez de difusión del tóxico depende principalmente de la modalidad de esta incorporación a la sangre, así como de la vía de penetración seguida. • Acumulación: Los productos tóxicos distribuidos por la sangre a todo el organismo pueden fijarse en aquellos órganos por los que tengan más afinidad. Los órganos más afectados suelen ser los más vascularizados o los que poseen una constitución rica en lípidos. Cuando la fijación no origina un efecto local, constituye un proceso de acumulación, que es capaz de prolongar los efectos del tóxico, tras cesar la exposición, debido a la liberación progresiva del producto acumulado. • Metabolismo (biotransformación): Los compuestos químicos pueden ser alterados por su interacción con el organismo. Esta biotransformación tiene lugar principalmente en los órganos internos que a continuación se relacionan en orden de importancia: 1) hígado 2) pulmón, riñón, intestino 3) piel y gónadas Como resultado de esta metabolización aparecen los metabolitos que según sus niveles de toxicidad con respecto al contaminante sin metabolizar, se clasifican en: 1) menor nivel de toxicidad (inactivación) 2) igual toxicidad 3) mayor toxicidad (activación) • Eliminación: Los tóxicos absorbidos pueden ser eliminados del organismo por diversas rutas en función de varios factores. Las rutas de eliminación serían las siguientes: 1. Vía urinaria. Considerando que la arteria renal aporta a los riñones alrededor de un 20/25% del flujo cardíaco y que el volumen de la sangre filtrado es de unos 1.800 litros diarios, la vía urinaria constituye, sin duda, el más importante y eficaz medio de eliminación, tanto de las sustancias procedentes del metabolismo normal, como de los contaminantes absorbidos por el organismo. Por esta vía, se eliminan aquellas sustancias de peso molecular inferior a 60.000, así como las solubles en agua. 2. Vía biliar. Cuando un contaminante químico alcanza el hígado, tras su incorporación al torrente sanguíneo (absorción), suele experimentar procesos de biotransformación y el producto resultante puede ser segregado en la bilis, penetrar en el tracto gastroinstentinal y ser finalmente eliminado en las heces. Las cualidades tensoactivas de la bilis facilitan la eliminación de sustancias, cuyo peso molecular es superior a 300, por lo que, en general, los metabolitos conjugados se eliminan con mayor facilidad que los no conjugados. Esta ruta permite la excreción de una amplia gama de sustancias, tanto polares como apolares, catiónicas o aniónicas y no ionizadas. 3. Vía pulmonar. El organismo puede eliminar por esta vía sustancias gaseosas (gases y vapores) sin experimentar bíotransformación alguna. La excreción tiene lugar en el aire exhalado por difusión simple, dependiendo de la ventilación pulmonar y de la liposolubilidad del xenobiótico. En este sentido, cuanto mayor sea su solubilidad en la sangre, menor será la velocidad de eliminación por esta ruta y viceversa. 4. Otras vías. Además de las indicadas, el organismo puede utilizar otras rutas de excreción de los contaminantes, aunque de menor importancia desde el punto de vista cuantitativo como son: La leche, el sudor y la saliva. A través de la leche se pueden eliminar las sustancias tóxicas, pero, sin duda, tiene un efecto negativo sobre la salud de los lactantes. Por otro lado, la excreción de algunos contaminantes en el sudor puede originar dermatitis. Finalmente, hablamos de la saliva, que permite eliminar sustancias hidrosolubles, sin bien en mucha menor proporción que por vía urinaria. Ciertos factores influyen en la velocidad de eliminación de los tóxicos: • • • • • • • • • c) La ventilación pulmonar. La capacidad de biotransformación de los tóxicos. La afinidad por los depósitos. La afinidad por los constituyentes de la sangre. El grado de ionización. El funcionamiento del riñón. El funcionamiento del hígado. La reabsorción. La sudación. Tiempo de exposición. Es el tiempo real y efectivo durante el cual un contaminante ejerce su acción agresiva sobre la persona que realiza un trabajo. No debe confundirse con el tiempo de permanencia en el puesto, ya que éste suele ser generalmente mayor que el de exposición, a causa de la existencia de pausas y tiempos muertos durante el trabajo. d) Concentración del contaminante Es la concentración real del contaminante el ambiente de trabajo. Es un elemento de gran importancia y que será necesario determinar con la mayor precisión posible de cara a evaluar el riesgo higiénico de exposición. Esta concentración del contaminante en el ambiente de trabajo dependerá de los sistemas de ventilación general o localizado utilizados, cerramientos de las instalaciones o equipos de trabajo donde se generan los contaminantes, sistemas que eviten la dispersión de los contaminantes, etc. Lo más normal es que la concentración de un contaminante en el ambiente laboral pueda oscilar entre un rango de valores, tanto dentro de la misma jornada de trabajo como entre diferentes jornadas. Por ello es muy importante, como se verá en otros capítulos, plantear una buena estrategia de evaluación ambiental y llevar a cabo un tratamiento adecuado de los datos que se obtengan, que permita determinar con precisión la concentración real a la que está expuesto el trabajador. e) Susceptibilidad individual y entorno ambiental. Se incluyen en este apartado las características personales e intrínsecas del individuo que pueden condicionar el grado de afectación producido por un contaminante químico (edad, sexo, estilos de vida, estado previo de salud, hábitos alimentarios y de higiene personal, etc.), así como la influencia del entorno en que habita (proximidad de la vivienda al centro de trabajo, ubicación en áreas rurales o urbanas más o menos contaminadas, etc.). Por “tóxico” se entiende aquellas sustancias químicas que actúan negativamente sobre el organismo. 3. Efectos de los contaminantes químicos: La toxicología. 3.1. Toxicología básica. El posible efecto nocivo de los contaminantes químicos sobre la salud, debido a su presencia en los ambientes laborales es consecuencia de la acción tóxica que, en general, pueden ejercer las sustancias químicas. Se entiende por acción tóxica o toxicidad la capacidad de una sustancia para ocasionar daños en los organismos vivos una vez ha alcanzado un punto del cuerpo susceptible de su acción. Recordando lo ya visto, la exposición a un contaminante, entendida como situación de contacto efectivo del contaminante con el individuo, origina un proceso de interacción mutua en el que conviene distinguir dos fases de las que ya hemos hablado en el primer epígrafe: • La acción del organismo sobre el contaminante, que se traduce en su posible absorción, distribución, acumulación, metabolización y eliminación. • La acción adversa que puede desarrollar el contaminante sobre el organismo, característica de su toxicidad. Por ejemplo, acción (corrosiva, irritativa, etc.) La toxicología laboral es la disciplina que estudia las relaciones entre la cantidad de sustancia introducida en el organismo y el efecto biológico obtenido, tanto a nivel cualitativo como a nivel cuantitativo. Dentro de sus aplicaciones se encuentran: 1. Vía de absorción preferente de los contaminantes 2. Daños derivados del contacto con los tóxicos 3. Detección precoz de los efectos 4. Susceptibilidad individual a determinados agentes 5. Tratamiento de las intoxicaciones agudas. Sobre el comportamiento de los contaminantes químicos en el organismo, habría que mencionar el concepto de dosis. La sentencia “dosis sola facit venenum” (sólo la dosis determina que algo sea o no veneno) pronunciada por el célebre médico suizo Theoprastus Bombastus von Hohenheim (1493-1591), conocido también con el sobrenombre de Paracelso, sugiere que la dosis es otro factor importante que condiciona la aparición de alteraciones en la salud por la acción de los contaminantes químicos. Tales alteraciones, que se manifiestan mediante el cambio de algún mecanismo biológico o función fisiológica, constituyen lo que a nivel individual se denomina efecto y que en muchas ocasiones puede medirse de forma objetiva. Por otra parte, entendiendo por dosis, la cantidad de xenobiótico (sustancia que ingresa en el organismo procedente del exterior) absorbida por el organismo en un tiempo determinado, que en el plano laboral puede estimarse en unas ocho horas, es posible establecer una relación dosis-efecto, cuya representación gráfica será distinta, según el xenobiótico y el individuo de que se trate. Si el efecto no es aparente, recibe el nombre de efecto subclínico, mientras que si es manifiesto se denomina efecto clínico. Cuando se relaciona la dosis con el porcentaje de población que manifiesta un determinado efecto, se obtiene lo que se conoce como relación dosis-respuesta. En el plano experimental, cuando se pretende estudiar un efecto colectivo de animales de una determinada especie, se utilizan los siguientes conceptos: Dosis tóxica mínima (Dtm): Cantidad mínima de sustancia administrada por cualquier vía, que se sepa haya producido algún efecto tóxico. Dosis letal mínima (Dlm): Cantidad mínima de sustancia que administrada por cualquier vía, produce la muerte a algún animal de experimentación. Dosis efectiva: Es aquella que produce el efecto deseado en el 50 % de los individuos que la reciben. Cuando el efecto estudiado es la muerte, se denomina dosis letal media o dosis letal 50. Tanto en el plano laboral, como en el de la experimentación con animales de laboratorio, la acción de un xenobiótico sobre un organismo provoca una alteración del estado de salud o intoxicación, que según el grado de afectación podrá calificarse como leve, moderada o severa. Desde un punto de vista evolutivo, en función del tiempo se pueden distinguir los siguientes tipos: Intoxicación crónica: Es la que se origina tras la repetida absorción de un agente tóxico, en cantidades insuficientes para manifestar un cuadro clínico agudo o subagudo, pero que por acumulación en el organismo, conduce con el tiempo a un estado patológico. Es la más frecuente en el ámbito laboral. Intoxicación subcrónica: Es la que aparece tras la absorción del agente tóxico durante un corto periodo de tiempo. Intoxicación aguda: Es aquella que, tras la absorción de un agente tóxico, aparece un cuadro clínico patológico más o menos grave. En muchos casos, los efectos de una intoxicación aguda se manifiestan antes de las 24 horas de haber entrado en contacto con el xenobiótico. No obstante, ciertos plaguicidas organofosforados, el fósforo y otras sustancias, pueden evidenciar sus efectos varios días después de su absorción. Intoxicación subaguda: Es la que presenta un cuadro clínico menos severo y evidente que la intoxicación aguda y de la que pueden derivarse efectos subclínicos, con alteraciones a distintos niveles biológicos. 3.2. Efectos de los contaminantes más comunes. Al estudiar las relaciones entre la exposición a un contaminante y el efecto que produce éste, hay que tener presente que, a cada exposición a un contaminante por parte de un individuo determinado, se le pueden atribuir unos efectos iniciales concretos cualitativa y cuantitativamente propios del individuo y el contaminante. La evolución de dichos efectos a lo largo del tiempo estará, en general, ligada a la propia evolución de las condiciones de exposición. Estos efectos iniciales, a su vez, son causa de nuevos efectos, éstos causa de otros y así sucesivamente, de tal forma que un contaminante origina una o varias cadenas de efectos, cada una de las cuales puede considerarse un efecto global. A medida que avanza la exposición, los efectos que componen la cadena pueden evolucionar y a partir de un momento determinado mostrarse como signos externos perceptibles y, por tanto, fácilmente detectables. Antes o después, el efecto global se manifiesta a través de alteraciones asociadas generalmente a cuadros clínicos bien definidos y comienza a hablarse de enfermedad. Aunque en teoría es posible detectar y medir algunos de los efectos de la cadena desde el comienzo de la exposición, en la práctica es difícil y sólo se conoce para algunos contaminantes. Así pues, el efecto detectado y asociado a la exposición a un contaminante forma parte, normalmente, de la cadena de efectos de este contaminante y puede no ser, a la larga, el más grave o importante para la salud de la persona expuesta. Relación exposición-efecto. Existen diferentes tipos de evolución de la relación exposición-efecto que se comentan a continuación. • Efectos agudos y crónicos. Se dice que una exposición produce efectos agudos cuando, para tiempos de exposición cortos, dichos efectos son manifiestos y claramente detectables como ocurre con los compuestos irritantes. Por el contrario, se habla de efectos crónicos cuando éstos son detectables normalmente tras un tiempo de exposición largo (metales, cancerígenos). • Efectos reversibles e irreversibles. Se clasifica un efecto como reversible cuando, una vez cesada la exposición al contaminante, los cambios biológicos producidos por el mismo remiten y se recupera el estado normal anterior a la exposición como ocurre, por ejemplo, con el monóxido de carbono. Por el contrario, los efectos irreversibles son aquellos que no permiten la recuperación del estado normal, no remitiendo (total o parcialmente) los cambios biológicos como es el caso de la sordera profesional. • Efectos estocásticos y no estocásticos. Una exposición presenta efectos estocásticos (o cuantales) cuando la probabilidad de que éstos se produzcan aumenta con la dosis recibida, como ocurre con los compuestos cancerígenos. En cambio, se dice que presenta efectos no estocásticos (o graduales) cuando la intensidad o gravedad de éstos depende directamente de la dosis recibida, como es el caso de los compuestos irritantes o los tóxicos sistémicos. • Efectos relacionados con la acumulación en el organismo. Si el efecto de la exposición depende cualitativamente o cuantitativamente de la cantidad de contaminante (o su metabolito) presente en el organismo, estará en función entonces de la capacidad de acumulación del mismo. Desde este punto de vista se agrupan los contaminantes en tres tipos: • • • Acumulativos. No acumulativos. Parcialmente acumulativos. En el primer caso, se trata de compuestos con despreciable o nula velocidad de eliminación, pudiéndose acumular tanto en un órgano interno (pesticidas en el cerebro), como más externo (polvo neumoconiótico en los pulmones). El segundo grupo, incluye compuestos de velocidad de eliminación alta, como es el caso de muchos disolventes que se eliminan ya parcialmente por la misma vía de entrada y son metabolizados y eliminados rápidamente por la orina. Ello es importante en la Higiene del Trabajo donde se suelen contemplar exposiciones discontinuas pero regulares (por ejemplo, 8 horas/día, 5 días/semana) por lo que, a las pocas horas de haber cesado la exposición o bien durante el fin de semana se elimina totalmente la presencia (y sus efectos) del compuesto en el organismo. El tercer grupo, incluye compuestos que son eliminados lentamente, como los metales. En este caso, puede ocurrir que la velocidad de eliminación no sea suficiente frente al ritmo de exposición diario, con lo que se producirá una acumulación que sólo se atenuará en periodos largos de descanso (por ejemplo, las vacaciones anuales).