Aunque suene increíble, el libro de clases iban a ser en mi casa

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Aunque suene increíble, el libro de
Julita Astaburuaga, que tiene el sugerente
título de “Así lo hago yo”, no será lanzado
en ningún evento.-Ella,
una de las socialités santiaguinas, número puesto
en cuanto acto social o
cultural se precie y personaje que ha traspasado
épocas, decidió simplemente hacerlo llegar a las
librerías. En parte, porque
no se siente cómoda
cuando es el centro de
atención; pero también
“porque hay actos literarios que son eternos de
largos y una lata”, confiesa a “Estilo”.
La idea de escribir
este ‘‘Drimer v último
libro” Partió &ando una
señora de Los Arides la llamó para preguntarle dónde podía tomar clases de buenas
maneras. A su marido le tocaba recibir
mucho y ella no se sentía segura de si lo
hacía bien o no. “Le pregunté si quería que
yo le diera clases. Por supuesto, me contestó. Y quedé de llamarla a la brevedad para
concretar la idea”.
Llamada que nunca realizó. “Como las
clases iban a ser en mi casa, con mi
cristalería, manteles y todas mis cosas, no
supe cuánto cobrar. Y no la llamé”.
Y como esa no era ni la primera
ni la segunda llamada del
mismo tenor y cada cierto
tiempo había alguien que le
preguntaba qué llevar para un
wikén en la playa o cómo
poner la mesa para una comida
íntima pero sofisticada, decidió
escribir lo que ella practica
desde hace años.
El resultado son 149 páginas
con fotos en las que aparece
junto a Grace Kelly, Alí
Khan, Elsa Maxwell, entre
otros, y dibujos alusivos a
temas de protocolo.
Confiesa que no le costó
mucho escribir -lo hizo a
mano- porque aún guardaba los
apuntes de cuando dictó clases en la
Academia Diplomática. Y para nada cree
que su libro pueda ser catalogado de frívolo.
“Lo escribí para ayudar a mucha gente a
vivir mejor, porque hay quienes comen en
bandeja sentados frente al televisor y no
saben disfrutar de una mesa bien puesta y de
una buena conversación”.
Aunque no suelta prenda sobre lo que
dice en los 18 capítulos del libro, “para que
así todos lo compren”, adelanta algunos de
sus pensamientos. Como aquél en el que
a f m a que “ras parejas jóvenes rara vez
comprenden que niños y perros son dos
especies con algo en común, y es que se portan peor en casa ajena que en la propia”. O
esta otra: “No me parece que yo deba dejar
de invitar a alguien que me gusta porque no
le tengo pareja. Mi casa no es el Arca de
Noé, después de todo”.
“Que quede claro -concluye Julita- que
todos nacemos sin saber nada de nada y no
soy dueña de la verdad”.
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