Sentencia: 00153 Expediente: 07-000759-0292-FA Fecha: 18/02/2009 Hora: 2:40:00 PM Emitido por: Sala Segunda de la Corte Contenido de interés 1 Tipo de contenido de interés: Voto de mayoría Rama del Derecho: DERECHO DE FAMILIA Redactor del texto de origen: Varela Araya Julia Temas (Descriptores) Subtemas (Restrictores) Sevicia Suspensión del habla entre los cónyuges constituye acto de agresión Reacción del obligado a soportar medidas cautelares en proceso de violencia doméstica Análisis normativo y jurisprudencial sobre el concepto y los actos que la califican como causal de divorcio Bienes gananciales Vehículo adquirido con el producto del cobro de alquileres sobre propiedad incluida en liquidación previa Divorcio Concepto de sevicia y actos que la constituyen Suspensión del habla entre los cónyuges constituye acto de agresión Determinación de la ganancialidad del vehículo adquirido con el producto del cobro de alquileres sobre propiedad incluida en liquidación previa Violencia doméstica sicológica Suspensión del habla entre los cónyuges constituye acto de agresión Violencia doméstica Suspensión del habla entre los cónyuges constituye acto de agresión Voto de mayoría Documentos relacionados: Citas de Legislación y Doctrina Citas de Jurisprudencia st1\:*{behavior:url(#ieooui) } “ IV.EXISTENCIA DE LA SEVICIA EN EL CASO CONCRETO: Los/as suscritos/as concuerdan con el ad quem en cuanto a que el señor Camacho Salas incurrió en una serie de comportamientos que configuraron una indiscutible sevicia. Debe quedar claro que no se examinarán aquí las agresiones previas al año 2003 que motivaron la interposición de la denuncia por violencia doméstica, sino la conducta desplegada por don Ezequiel hacia su pareja precisamente a raíz de aquel proceso. Por ello no es de recibo el alegato sobre la prescripción, amén de que no es ese el instituto que opera respecto de las causales de divorcio, sino la caducidad y, a mayor abundamiento, se trata de una excepción que fue rechazada tanto en forma interlocutoria (folio 50) como en la sentencia de primera instancia, sin que el demandado lo impugnase, lo que significa que se conformó con lo así dispuesto, tornándose en una cuestión procesalmente precluida. Una vez sentado lo anterior, procede analizar las probanzas aportadas a los autos. En la contestación de la demanda don Ezequiel reconoció (lo que constituye confesión espontánea al tenor del numeral 341 del Código Procesal Civil) que ya en los últimos tiempos no le dirigía la palabra a la demandante. Lo anterior concuerda con la confesional rendida por dicho señor a folios 74-77, concretamente la pregunta n.° 2: “DESPUÉS QUE DOÑA ELSA LE PUSO LA DEMANDA POR VIOLENCIA DOMÉSTICA EN EL 2003, POR QUÉ LE DEJÓ USTED DE HABLAR A ELLA? Es cierto porque a mí se me dijo que yo no tenía que molestarla para nada, entonces pensé que era mejor ni darle el saludo” (la negrita no está en el original). Como se observa, la iniciativa de aplicar la “ley del hielo” surgió de don Ezequiel, como evidente represalia por la denuncia por violencia doméstica que la actora interpuso en su contra ejerciendo su derecho a la tutela judicial -lo que desmiente que existiera un acuerdo mutuo de no hablarse, como se sugiere en el recurso de casación-. Debe tenerse en cuenta que entre las medidas de protección dictadas por el juez de violencia doméstica no estaba la de no dirigirle la palabra a doña Elsa, sino que lo que se le prohibió fue “agredir de palabra, molestar, perturbar o intimidar” (ver folio 15), por lo que eso no le puede servir de excusa al accionado para actuar como lo hizo. Se tiene además el testimonio del hijo de las partes, xxxx , quien a folio 78 narró que durante los últimos años la relación entre sus progenitores era casi nula porque no se hablaban (cabe abrir aquí un breve paréntesis para advertir que esta Cámara no tomará en cuenta la declaración de la otra hija de los contendientes, llamada xxxx, que aparece a folio 78, dado que la propia deponente manifestó haberse ido del hogar paterno cuando se casó, por lo que no le consta de primera mano cómo era la relación entre sus padres en los últimos años, y de su relato se extrae que se enteró de muchas cosas acerca de las cuales versó su declaración porque se las contaron, o sea, es una testigo de mera referencia, sin ningún valor probatorio; todo lo contrario al caso de su hermano xxxx , quien sí vivía con las partes). El que un cónyuge durante varios años no le dirija la palabra al otro es una indudable muestra de sevicia, según se consideró en el voto n.° 32-01 de este Despacho: “Según la doctrina y la jurisprudencia, la sevicia, en tanto causal de divorcio, se configura, por la violencia física o moral empleada por uno de los cónyuges en perjuicio del otro o de sus hijos, ya sea por medio de hechos o de palabras, o bien por acciones u omisiones, las que siendo altamente mortificantes perturban tanto la salud física como mental y por consiguiente hacen prácticamente imposible la vida en pareja (Voto número 213, de las 10:00 horas, del 24 de setiembre de 1997). Es decir, tal y como lo expresó la antigua Sala de Casación, en la sentencia número 11, de 1968: "La sevicia consiste, pues, en actos ciertos, evidentes, de crueldad excesiva o brutalidad, de un cónyuge para otro, con efecto físico o moral dañoso para el maltratado" (Colección de Sentencias, I semestre, tomo I, p. 162). Debe tratarse de uno o de varios actos gravemente infamantes y ofensivos y no de situaciones de poca trascendencia o aisladas (…). Ese desinterés y esa falta de comunicación con su familia, quedó en evidencia, con la siguiente manifestación del deponente: “La determinación de irse a dormir fuera de la habitación fue decisión de mi madre, dado que no había entre ellos comunicación”. Lo anterior, se refuerza con el testimonio de la empleada doméstica de la casa, quien declaró sobre la indiferencia del demandado para con su esposa e hijos: “… como dos años antes de salir él de la casa él llegaba, se encerraba en su cuarto, y ella estaba en el cuarto del hijo de ella, del mayor” (…). Así las cosas, a la luz del contenido del numeral 2 de la Ley contra Violencia Doméstica"la Violencia Doméstica citado, el aislamiento, el desinterés del demandado con relación no sólo a su esposa sino también para con sus hijos constituye definitivamente lo que la norma denomina violencia psicológica que, prolongada en el tiempo se puede considerar sevicia; pues, por ser altamente mortificante, atentaba contra la salud psíquica del cónyuge haciendo insostenible la vida en común”. Pero no solo eso hizo el demandado, sino que reiteradamente expresaba a viva voz su deseo de que doña Elsa y hasta su propio hijo se fueran del hogar, lo que es otra manifestación de sevicia. Así lo admitió el propio don Ezequiel al responder la pregunta n.° 15 de la confesional: “LE DIJO USTED ALGUNA VEZ A SU ESPOSA Y A SUS HIJOS QUE CUÁNDO SE IBAN A IR DE LA CASA? Sí lo dije porque ya yo había repartido las propiedades y como yo soy un viejo que me gusta acostarme temprano, y Elsa llegaba de noche a cocinar y a ver tele, entonces yo quería estar tranquilo y decía hasta cuándo Dios voy a tener paz si ya repartí las propiedades”. Sobre esto mismo declaró xxxx : “Mi papá sí nos dijo en varias ocasiones que él necesitaba que lo dejáramos solo y que quién sabe qué estábamos esperando para irnos”. Como corolario de lo expuesto, se estima acertada la decisión del Tribunal de declarar el divorcio con base en la causal de sevicia, la cual quedó plenamente demostrada. V.GANANCIALIDAD DEL VEHÍCULO PLACAS 289639: El accionado aceptó haber adquirido dicho automotor estando casado con la actora (ver contestación al hecho quinto de la demanda). Además, consta en la certificación de folio 1 que la causa adquisitiva fue onerosa. En consecuencia, dicho bien se encuentra cubierto por la presunción de ganancialidad, la cual no logró ser desvirtuada por el señor Camacho Salas. Acerca de esa presunción se ha sostenido: “El carácter de ganancial se presume respecto de aquellos bienes que han sido adquiridos durante la vigencia plena del matrimonio, pues se considera que han sido obtenidos en virtud del esfuerzo conjunto, de ambos consortes: “(...) los tribunales exigen a quien niega la calidad de gananciales a determinados bienes, la prueba de ello, que si no se aporta, permite tener el bien como adquirido a título oneroso dentro del matrimonio y por tanto sujeto a liquidación. Podemos afirmar así, que en lugar de una presunción de comunidad de bienes, lo que se da ahora es una presunción de ganancialidad de esos bienes” (TREJOS (Gerardo) y RAMÍREZ (Marina), Derecho de Familia Costarricense, Tomo I, quinta edición, Editorial Juricentro, San José, 1999, p. 225)” (voto n.° 202-01 de esta Cámara). No solo don Ezequiel no trajo prueba alguna para destruir esa presunción, sino que del expediente se desprende que el carro sí es un bien ganancial, por cuanto fue comprado gracias al dinero producto de unos alquileres generados por un inmueble cuya ganancialidad no está en discusión. En efecto, en la contestación de la demanda se consignó: “Es cierto con respecto a los bienes inmuebles, ya que los mismos en realidad eran bienes gananciales, sin embargo por acuerdo de todos, ya los mismos están repartidos y ambos padres tenemos el derecho de usufructo”. Esos inmuebles son a los que se refieren las certificaciones de folios 3-5, 92-94, 96 y 97. Luego, al ser sometido a confesión, se le preguntó al demandado: “Cuando la casa de la Trinidad estaba alquilada, quién cobraba el alquiler de la misma?”, a lo que él respondió: “Yo la cobraba para comprar un vehículo o propiedades (...)” (posición n.° 8), lo que calza perfectamente con lo manifestado por la actora en el escrito de folio 58, acápite n.° 3.” Clasificación elaborada por el Digesto de Jurisprudencia del Poder Judicial. Prohibida su reproducción y/o distribución en forma onerosa. Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 14/3/2012 1:07:39 PM