Ocupaciones de fábricas en tiempos de crisis: el - Comune-info

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Ocupaciones de fábricas en tiempos de crisis: el caso italiano a la luz de la experiencia
argentina
Noi ripariamo i treni, forniamo un servizio alla collettività
e aspiriamo a continuare a fare il lavoro che facciamo
[Reparamos los trenes que prestan un servicio a la comunidad,
y aspiramos a seguir haciendo el trabajo que hacemos]
Trabajador de la Rail Service Italia
Coscia, Vanesa
vanesa.coscia@gmail.com
Instituto de Investigaciones Gino Germani, FSOC-UBA, Buenos Aires, Argentina
Perbellini, Melina
melinaperbellini@gmail.com
Centro de Investigaciones y Estudios del Trabajo (CIET). Facultad de Ciencia Política y RR.II.
UNR, Rosario, Argentina.
Spina, Elisa
spinaelisa@gmail.com
Universitá di Roma Tre, Roma, Italia
1. Introducción
En Argentina, con la implementación del modelo neoliberal –inaugurado durante la última
dictadura cívico-militar (1976-1983) y profundizado en la década del ’90 durante el mandato de
Carlos Menem –asistimos a un proceso de contracción del mercado interno, el cierre de fábricas, la
aparición de la precarización en las condiciones de trabajo a partir de las leyes de flexibilización
laboral, la apertura indiscriminada de bienes y servicios, la privatización de empresas, etc., que dejó
como saldo una creciente desocupación laboral. Una de las maneras que encontraron los
trabajadores para afrontar estos momentos de crisis económica y social y resistir a la pérdida de su
fuente de trabajo fue la ocupación y posterior recuperación de fábricas que tiene su máxima
expresión hacia el 2002/2003, post crisis de 2001.
Dado que el capitalismo se reestructura continuamente para asegurar su reproducción y su
supervivencia, sus crisis también se trasladan geográfica y temporalmente. Es por esta razón que, en
este estudio, y a partir de una aproximación global de los procesos sociales, nos proponemos
analizar algunos de los rasgos que adquiere la conflictividad laboral surgida en contextos de crisis.
En tanto modo de resistir a la avanzada de los gobiernos de claro corte neoliberal,
indagamos de qué modo se produce en Italia el incipiente fenómeno de ocupación de fábricas,
teniendo en cuenta la coyuntura de crisis financiera internacional y, en particular, de la zona euro.
Sostenemos que si bien cada contexto y cada coyuntura tiene sus particularidades referentes a la
propia historia social y cultural de cada país, los procesos desarrollados en Argentina durante la
década del ’90 y la crisis política, social y económica que estalló en diciembre de 2001 pueden
echar luz sobre el difícil proceso que atraviesa Italia en la actualidad. Sobre todo, teniendo en
cuenta que ambos países comparten fuertes tradiciones laborales, sindicales y políticas, y que
Argentina se convirtió en “ejemplo” de las consecuencias a las que llevan las políticas neoliberales
del llamado Consenso de Washington, así como hoy Italia –y los países europeos en general- siguen
las directivas de la tríada Unión Europea (UE)-Banca Central Europea (BCE)-Fondo Monetario
Internacional (FMI).
En efecto, en Italia desde mediados de los '90, independientemente de la orientación política
y bajo las directivas de la Unión Europea, los gobiernos vienen implementando reformas laborales
que están llevando a un histórico retroceso en los logros conseguidos hasta el momento por el
movimiento obrero italiano: reducción de amortizadores sociales (indemnizaciones, desocupación),
facilidades para despedir trabajadores, flexibilidad y precariedad en las condiciones contractuales y
de trabajo.1
Los efectos de las reformas y de la crisis económica –sobre todo en el sector industrial– se
reflejan claramente en el mercado del trabajo italiano. Como menciona el informe de la OIT (2012)
los datos laborales han empeorado a lo largo de todo el 2011 y siguieron empeorando en los
primeros seis meses del 2012. De hecho, en junio 2012 se registró una tasa de desempleo del
10,8%, es decir, un 2,7% más respecto del mismo periodo del 2011.2
Sin embargo, el dato real de desempleo debería incluir los trabajadores en movilidad y el
número de los llamados NEET (Not in Education, Employment or Training) - jóvenes que ni
estudian, ni trabajan, ni frecuentan cursos de formación – que ha llegado a 1,5 millones. Otros datos
alarmantes conciernen al desempleo juvenil que llegó al 34% y los desocupados de larga duración
que ya no buscan más trabajo que ha llegado al 5% del total de la fuerza trabajo del país.
Ante este escenario laboral adverso, con miedo a perder el empleo, y con subsidios y
derechos laborales cada vez más acotados, una de las formas que encuentran los trabajadores
italianos para afrontar la crisis e intentar resistir la pérdida de su fuente laboral es la ocupación de
fábricas. La elección del caso de la Rail Service Italia, empresa que se ocupa(ba) del mantenimiento
del servicio público de trenes nocturnos, se enmarca en este contexto. Y, de modo más amplio,
refleja también parte de las consecuencias de las políticas públicas neoliberales y de la especulación
financiera en Italia.
1
La primera de ese ciclo de reformas fue implementada en 1993 donde se introdujo la doble contratación
colectiva (nacional y empresarial) y se canceló la “scala mobile”, o sea el sistema de indexación salarial. En 1997 con la
ley Treu se profundizó esa tendencia a la flexibilidad que se cristalizó definitivamente con la famosa Ley Biagi en el
2003 a partir de la cual se introdujeron numerosas formas contractuales precarias, hecho que acentuó el carácter dual del
mercado del trabajo italiano, exacerbando las divisiones entre trabajadores marginales y estables. La última reforma
(Ley 92/2012) es del reciente “gobierno técnico” liderado por Mario Monti que empeoró las ya precarias condiciones
laborales, canceló un valuarte fundamental de los derechos laborales italianos como es el artículo 18 (que regulaba en
materia de despidos) y produjo una drástica reducción de los amortizadores sociales.
2
“Rapporto sul mondo del lavoro 2012. Lavori migliori per una economia migliore”. Ver:
http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---europe/---ro-geneva/---ilo-rome/documents/publication/wcms_179785.pdf
Para desarrollar este estudio, se realizaron entrevistas en profundidad a los trabajadores de la
empresa italiana y se retomaron entrevistas realizadas previamente en Argentina sobre el proceso de
ocupación y recuperación, así como análisis previos (nacionales e internacionales) especializados en
la temática de fábricas recuperadas.
La estructura del trabajo se desarrolla, en primer lugar, contextualizando el caso del RSI con
los rasgos más sobresalientes de la política ferroviaria italiana de los últimos años. Luego, el estudio
se divide en tres partes que nos permiten comparar la experiencia italiana con la argentina: Ocupar
(se trata de identificar aquello que lleva a los trabajadores a decidir la ocupación de la fábrica);
Resistir (analizar de qué modo se desarrolla el proceso de ocupación en el vínculo con otras
organizaciones sociales, sindicales y políticas); Visibilizar (de qué modo se pone a consideración
pública, desde los medios masivos de comunicación, las experiencias laborales de lucha y toma de
fábricas).
2. Ferrocarriles en Italia: ¿Servicio público para todos o para pocos?
El caso de los ferrocarriles en Italia es un claro ejemplo de las consecuencias que comporta
la privatización parcial o la tercerización de empresas de servicios públicos. Por eso, y para
contextualizar el caso estudiado, consideramos necesario mencionar los principales desarrollos de la
historia de la empresa de ferrocarriles italiana, Ferrovie dello Stato.
Desde 1905 -año en que oficialmente fue nacionalizado el sistema italiano de ferrocarrilesla empresa Ferrovie dello Stato sufrió diferentes cambios producto de los vaivenes de las
condiciones políticas y económicas del país y de su inserción a nivel comunitario europeo.
Una etapa fundamental en este proceso de reconfiguración se puede localizar en el pasaje de
“azienda autonoma” a “ente pubblico autonomo” en 1985 y posteriormente en 1992 con la
privatización de la gestión y su consecuente transformación en sociedad anónima.3
La reorganización empresarial -que tuvo lugar en 1992- respondió a la exigencia de aplicar
las directivas europeas en el campo logístico y de transporte y se tradujo en la conformación de
diferentes sociedades participadas que se ocupaban de los diferentes sectores: gestión,
infraestructuras, transporte pasajeros y mercancías, etc.4
3
La “azienda autonoma” es una forma jurídica que dejaba estrechos márgenes de autonomía en cuanto a la
gestión de la empresa, que si bien estaba formalmente separada, dependía directamente del Ministerio de Transporte del
gobierno central. El pasaje a “ente pubblico economico”, que tuvo lugar mediante la ley nº 210/1985, proporcionó a la
empresa una personalidad jurídica separada de la Pública Administración y constituyó el pasaje intermedio hacía la
“società per azioni” (SpA o sociedad anónima) o sea a la completa privatización.
4
La directiva europea a la que nos referimos es la n. 440 del 1991 que, con el objetivo de liberalizar el mercado
para incrementar la eficiencia de los ferrocarriles, vincula a los Estados pertenecientes a la Comunidad Económica
Europea (CEE) para implementar reformas que introduzcan en el sector la libre competencia y la gestión separada de
las infraestructuras y del transporte de pasajeros y mercancías.
Por esa razón, en el año 2000, nació la firma Trenitalia SpA que se ocupa del sector
transporte. Al año siguiente, surgió Rete Ferroviaria Italiana (RFI) que maneja la parte de
infraestructura y Ferrovie dello Stato Italiane SpA (FS) que es la sociedad financiera que coordina
todo el grupo completando así el proceso de reestructuración empresarial, que no obstante
siguientes ajustes y cambios nominales (actualmente se denomina Ferrovie dello Stato SpA),
permaneció sustancialmente sin modificaciones hasta hoy en día.
Es importante subrayar que la transformación en sociedad anónima no se tradujo en una
mejora del servicio para la mayoría de la población. De hecho, todo lo contrario. Sin tener en cuenta
los drásticos recortes de personal sucedidos entre los ´80 y los ´90, durante el proceso de cambios y
de privatización de la gestión, a partir del 2000 y por diferentes razones (entre otras la liberalización
del mercado y la reciente entrada en el mercado de otros actores –como la empresa Nuovo
Trasporto Viaggiatori –NTV- liderada por Montezemolo), Ferrovie dello Stato asumió como
prioridad los trenes denominados de “Alta Velocidad”. De esta manera, dejó afuera lo que debería
ser la misión principal de una empresa de participación estatal que otorga un servicio público:
satisfacer las exigencias de toda la población y más aún la de menores recursos. Las grandes
inversiones en alta velocidad han dado lugar a una importante reducción de los servicios más
económicos para la gente y menos rentables para la empresa como son los trenes regionales y
nocturnos en todo el territorio nacional. Así, numerosas zonas del país consideradas “no rentables”
quedaron aisladas. En este sentido, es importante resaltar que los servicios de trenes de larga
distancia fueron drásticamente reducidos, obligando a quien tiene la necesidad de hacer este tipo de
trayectos -y no puede pagar las tarifas del tren de alta velocidad- a frecuentes cambios de trenes,
largas esperas y servicios de mala calidad.
Paralelamente, en los últimos años, se radicalizó en Italia la tendencia a la tercerización de
numerosos servicios y en diferentes rubros como estrategia empresarial para reducir costos,
incluidos los del trabajo.5 La actividad ferroviaria no fue la excepción. En este sentido, las
estrategias empresariales de adjudicación de servicios a empresas externas adoptadas por Ferrovie
dello Stato han tenido perjudiciales consecuencias para los trabajadores de las sociedades
participadas: despidos, flexibilización, precariedad en las condiciones laborales y de contratación.
En efecto, la supresión de numerosos trenes nocturnos y los consecuentes despidos de sus
trabajadores han desencadenado un fuerte ciclo de luchas. Casos ejemplares de este proceso
incluyen la casi totalidad de los trabajadores de la Wagon Lits, empresa transnacional francesa que
5
Esta tendencia a la tercerización de servicios se dio conjuntamente a la ya mencionada reforma Biagi del 2003
que propugnaba una reducción de derechos de los trabajadores. Estos últimos, al pasar de una empresa a otra perdían los
privilegios que habían conquistado en el tiempo, sufriendo un proceso de descalificación profesional.
opera en todo el mundo y especialmente en Europa, que en diciembre de 2011 decidió abandonar el
mercado italiano, despidiendo a más de 800 trabajadores.6
Los despidos y las movilizaciones subsecuentes han dado lugar a formas de luchas
innovadoras como la ocupación de la Torre Faro de la estación de Milán, la subida a los techos de
un edificio de los ferrocarriles en el área de Prenestina en Roma, la toma del campanario de la
catedral de Mesina, un acampe frente a la estación de Venecia Santa Lucia, entre otras.7
Esas prácticas de luchas ya habían visto su génesis en el “autumno” del 2009,8 período en el
cual numerosos directivos de empresas nacionales y transnacionales de diferentes rubros -desde el
metalúrgico hasta institutos de investigación altamente especializados- decidieron reducir las
actividades productivas, deslocalizarla o cerrar directamente las puertas de las empresas. Esa
situación agudizó la conflictividad laboral: los trabajadores, para lograr visibilidad, llegaron a
cumplir gestos extremos como subir a los techos y ocupar las fábricas, y en algunos casos secuestrar
a los directivos de las empresas para obligarlos a negociar.
En ese amplio clima de luchas con el objetivo de lograr la recuperación de los puestos
laborales se inscribe la experiencia de la Rail Service Italia SpA, (ya ex Wagon Lits). La empresa,
que se dedica a la reparación y mantenimiento de trenes nocturnos, ubicada en el barrio Casal
Bertone de Roma, en la zona de la estación de trenes Tiburtina (la segunda en importancia luego de
la estación Termini), decidió en el 2008 vender la fábrica a un grupo empresario llamado Barletta
SpA, empresa que nunca se dedicó al rubro de transporte sino al de la construcción. En este sentido,
uno de sus trabajadores se pregunta: “¿Cómo pudo Trenitalia hacer adquirir este servicio a un
empresario privado que construye departamentos y centros comerciales?” (Emiliano Angeletti,
trabajador del RSI, 2012).
En ese marco, la lucha de sus trabajadores no es sólo una lucha por recuperar los puestos de
trabajo sino que refleja al menos otras dos problemáticas de la realidad actual italiana: las nefastas
consecuencias de las políticas públicas neoliberales y la especulación financiera. Veamos entonces
cómo se gestó este proceso que termina en la ocupación de la fábrica de la zona de Tiburtina en
Roma.
3. Ocupar la fábrica: un intento por sobrevivir
6
Ver http://www.newrest.eu/en/operations-2011/wagons-lits
Formas de luchas que implicaba la ocupación de lugares simbólicos – como el Coliseo, la Torre de Pisa, la
Mole Antonelliana, la Basílica de San Marco, etc. - ya fueron utilizadas previamente por estudiantes italianos en un
intenso momento de oposición a la reforma universitaria Gelmini en el otoño 2010.
8
La referencia de “autunno” se relaciona con el intenso periodo histórico de luchas sindicales y obreras surgido
en Italia en 1969 denominado “autunno caldo” (otoño caliente), cuyo logro mayor fue el “Estatuto de los Trabajadores”
en 1970.
7
En Argentina, como en Italia, las ocupaciones de fábrica se dieron en diferentes períodos de
sus respectivas historias. Es posible rastrear antecedentes en la década del ’80 a raíz del proceso
hiperinflacionario y la quiebra de empresas, e incluso remontarnos a las ocupaciones desarrolladas
en décadas anteriores, como es el caso del Frigorífico Lisandro de la Torre en el año 1959 y la
ocupación de la planta Ford de General Pacheco en el año 1984 (Fernández Álvarez y otras, 2004).
Si nos remitimos directamente al último proceso de ocupación de empresas, iniciado en la
segunda mitad de la década del ’90, las primeras experiencias fueron el Frigorífico Yaguané y la
cooperativa CIAM, ambas surgidas en el año 1996, y la metalúrgica IMPA en 1998. Sin embargo,
el gran crecimiento de la cantidad de empresas ocupadas por sus trabajadores, se da a partir del año
2000 junto a la intensificación de la protesta social. Es durante el 2002, el año de la mayor
depresión económica en la historia del país, cuando las mismas se expanden fuertemente.
El objetivo principal de la ocupación de fábricas por parte de sus trabajadores fue resistir a la
pérdida de su fuente de trabajo debido al cierre de las mismas o al vaciamiento producido en
condiciones fraudulentas por parte de sus directivos. Poco a poco el desempleo estructural fue
construido como conocimiento por los trabajadores. La posibilidad de perder el trabajo se sumaba al
hecho de que fuera de la empresa, las probabilidades de encontrar otro trabajo eran muy pocas. Es
en este contexto donde se genera la determinación de luchar por recuperar la empresa. Como bien
plantean Rebón y Saavedra “lo inevitable, la pérdida de la inserción laboral, del ‘trabajo digno’,
debía ser evitado” (2006: 18).
Es en este marco que surge en Argentina el denominado proceso de recuperación de
empresas por parte de sus trabajadores. Se trata de experiencias asociativas entre los trabajadores de
firmas quebradas, los cuales se negaron a abandonar sus fuentes de trabajo y las recuperaron
productivamente en lugar de aceptar un destino de exclusión social. “Se trata de unidades
productivas que constituyen un híbrido que rompe con la forma de explotación capitalista, creando
nuevas formas de asociatividad pero que queda dentro y dependiente del mercado” (Dicapua y
Perbellini, 2010).
Si bien las ocupaciones de fábricas tienen como objetivo más inmediato la defensa de la
fuente de trabajo, es a partir de dichas ocupaciones que se redefinen y resignifican reclamos y se
apelan a derechos institucionalizados, puestos en cuestión durante los años previos.
El ciclo inmediatamente anterior al proceso de recuperación, comienza con una fuerte
degradación de las condiciones laborales: reducción de sueldos o su pago en cuotas, cortes de obra
social, despidos, falta de insumos para producir, abuso patronal, visita de distintas consultoras.
La toma u ocupación de la fábrica es el momento fundacional del proceso de recuperación
de empresas. Supone la intensidad del conflicto, la modificación de las relaciones entre los
compañeros, la reconfiguración de las relaciones poder/saber y la generación de nuevos valores.
Como indica Fajn (2004: 130), “revela el momento del cambio y el paso de una lógica individual a
una lógica colectiva”. El paso posterior, es encontrar una forma legal que les dé la posibilidad de
negociar y reabrir la fábrica. El tercer momento, es la puesta en marcha de la producción a partir de
la gestión y organización de los trabajadores.9
Este proceso, nacido al calor de la crisis de 2001 en Argentina, siguió un camino de
consolidación. Hoy, en el 2012, hay más de 200 empresas recuperadas en el país. La fuerza laboral
de este conjunto ocupa a un total de aproximadamente 10.000 trabajadores. Las mismas se han
conformado como Cooperativas de Trabajo, forma legal que han encontrado los trabajadores para
reabrir y poner a producir nuevamente sus fábricas.
Seguramente es prematuro hablar de “empresas recuperadas” en Italia. No obstante haya
habido algunos intentos de reactivación de la producción en fábricas ocupadas como por ejemplo en
el caso de los trabajadores de Jabil (ex Nokia), afirmamos que los trabajadores italianos en lucha se
encuentran en la etapa inicial con la ocupación de los espacios fabriles.
En efecto, la defensa del trabajo ante los diferentes ataques que está sufriendo es el leitmotiv
que une las diferentes luchas, aunque hasta este momento, se limita a una reivindicación de
derechos y reclamos ante las instituciones. La búsqueda, o mejor dicho el redescubrimiento, de
modalidades de acción colectiva como la subida a los techos y la ocupación de las plantas, es el
resultado conjunto de la imposibilidad de encontrar otras salidas a la crisis frente a la retirada del
Welfare State. Por ende, las luchas de los trabajadores empiezan a ir más allá de las singulares
negociaciones sindicales de cada empresa, asumiendo un carácter global de oposición a un modelo
económico y social que socava su dignidad.10
Es importante subrayar que, como en Argentina, muchas de las fábricas en cuestión no
presentan problemas económicos relacionados a la crisis financiera como para justificar los
despidos y los achicamientos de personal, sino que responden a específicas estrategias
empresariales, a prácticas de deslocalización de la producción, o a operaciones especulativas
edilicias y financieras.
9
Para profundizar sobre las características de este tercer momento, es decir, del proceso de autogestión obrera en
el caso argentino ver Atzeni y Ghigliani (2006). Para indagar, en perspectiva comparada, sobre los modelos de
autogestión en otros países, ver también Ruggeri (2011) y para el caso específico de la experiencia italiana desde mitad
de los ´70, ver AA. VV. (1980).
10
Por otro lado, Italia tiene una tradición histórica de ocupación de fábricas que puede remontarse al Biennio
Rosso (1919-1920), y a años subsecuentes a la Primera Guerra Mundial en los que se produjeron numerosas
ocupaciones y tentativos de autogestión obrera. Significativas son las palabras de Giovanni Giolitti, Presidente de la
Nación en ese entonces: “Ho voluto che gli operai facessero da sè la loro esperienza, perché comprendessero che è un
puro sogno voler far funzionare le officine senza l'apporto di capitali, senza tecnici e senza crediti bancari. Faranno la
prova, vedranno che è un sogno, e ciò li guarirà da illusioni pericolose” (Biagi, 1963: 108) “Quise que los obreros
hicieran por si mismos su propia experiencia para que comprendieran que es sólo un sueño querer hacer funcionar las
oficinas sin el aporte de los capitales, sin técnicos y sin crédito bancario. Probarán, verán que es un sueño, y eso los
curará de tener ilusiones peligrosas” [traducción propia].
Como se dijo previamente, la venta de la RSI al grupo Barletta en el 2008 fue uno de los
primeros pasos en la drástica situación que atravesaría la empresa y, consecuentemente, sus
trabajadores. En efecto desde dicho año, y aquí se puede realizar un paralelismo con el momento
inmediatamente anterior a la ocupación de las fábricas en Argentina, empeoraron las condiciones
laborales de sus trabajadores. En el caso del RSI, los sueldos se comenzaron a pagar
sistemáticamente con retraso, no se compraban nuevos materiales ni nuevos insumos para terminar
los trabajos comprometidos previamente, se despidió personal y se asistió a un proceso de
desinversión en todos los planos con suspensión de la producción (aunque siguiera existiendo la
demanda de trabajo). Fue en el 2010 que la empresa decidió cerrar la fábrica y pedir el subsidio que
otorga el Estado italiano a empresas con dificultades económicas, es decir, la Cassa Integrazione
Guadagni (CIG) para sus 59 trabajadores: 33 metalúrgicos y 26 obreros de los transportes.
La CIG es uno de los amortizadores sociales más importantes de la política laboral italiana y
tiene validez en todo el territorio nacional. Existen dos tipos de CIG: la ordinaria (CIGO) y la
extraordinaria (CIGS). La primera, instaurada a través del decreto legislativo 788 de 1945,
interviene por dificultades temporales o coyunturales, es decir, que es de carácter transitorio, tiene
una duración máxima de 52 semanas, y no depende del número de trabajadores de la empresa, y lo
regula el Instituto Nacional de la Seguridad Social (Istituto Nazionale della Previdenza Sociale –
INPS). La segunda, llamada Cassa Integrazioni Guadagni Straordinaria (CIGS), se instituye
mediante la ley 1115 de 1968, se concede por períodos más largos y a empresas con dificultades
estructurales, es decir, comprende casos de crisis, reestructuraciones, reorganizaciones,
conversiones productivas, privatizaciones, cierres, etc. Es el Ministerio de Trabajo el encargado de
controlar y gestionar las solicitudes de las empresas que requieren la CIGS.
Los trabajadores del RSI fueron puestos en CIGO por un año y luego en CIGS por otro año.
Durante el segundo año estuvieron 10 meses sin percibir el dinero que otorgaba el Estado, debido a
la falta de voluntad de la empresa de completar los requisitos burocráticos para que los trabajadores
obtuvieran dicho amortizador social: “La empresa no presentaba un documento que se llama SR41,
un documento que sirve justamente para hacer que el INPS liquide los subsidios de Cassa
Integrazione. Por lo tanto, ni siquiera si hubiera estado el dinero, a ellos les interesaba que
nosotros lo cobráramos” (Emiliano Angeletti, trabajador del RSI, 2012)
Podemos considerar entonces, que al pago de sueldos sistemáticamente atrasados, los
despidos, la falta de insumos de nuevos materiales y la falta de inversiones en infraestructura, se le
agrega el desinterés patronal para que los trabajadores cobrasen en tiempo y forma los subsidios
mensuales que le correspondían legalmente a raíz del cierre de la fábrica.
Por lo tanto, y luego de dos años de amortizadores sociales –incluido los diez meses en los
cuales no percibieron un euro– el 20 de febrero de 2012 los trabajadores decidieron la ocupación.
“Decidimos que la única solución era la de ocupar al menos las oficinas de la fábrica”, señala uno
de sus trabajadores.
4. Resistir colectivamente: los vínculos con otras organizaciones de la sociedad civil
El proceso de ocupación de las oficinas de la fábrica de la RSI llevó a la modificación de los
vínculos con diversas organizaciones de la sociedad civil.
En efecto, como se dijo previamente, uno de los pilares del proceso de ocupación de fábricas
en Argentina se dio producto del apoyo, del trabajo en red y de la contención de otras
organizaciones de la sociedad civil: sindicatos, estudiantes, organizaciones barriales. Todo lo cual,
permitió lograr un mayor nivel de organización y de resistencia para sobrellevar la lucha. Por otra
parte, no hay que olvidar que el auge del proceso se dio en un momento de efervescencia colectiva
en que la renovada participación social llevó a una reconstrucción de los lazos sociales debilitados
por tres décadas de neoliberalismo.
En efecto, el sistema de dominación social basado en la alianza entre grupos económicos
locales y capital transnacional había favorecido la agudización de la heterogeneidad y de la
polarización social, 11 poniendo en marcha un profundo proceso de desintegración del tejido social y
de “pérdida de los sostenes colectivos que configuran la identidad común” (Vigliarolo, 2011: 67).
Ese proceso experimentó un cambio de rumbo que empezó a conformarse y visibilizarse
desde mediados de los ‘90 hasta llegar a su punto culminante con el estallido de la crisis del 2001.
Ese momento vio configurar un diferenciado panorama de movimientos sociales en cuyas acciones
subyacían intentos de reapropiación material y simbólica de lugares y espacios públicos en
oposición al paradigma de la privatización, del individualismo y del consumo, que dominó el
periodo neoliberal (Spina, 2012: 95).
El variado cuadro de las movilizaciones incluía diferentes actores sociales -como los
piqueteros, las asambleas barriales, los ahorristas,12 las redes de trueque,13 los emprendimientos
productivos sociales,14 los colectivos culturales, la prensa alternativa y las mismas empresas
11
En ese contexto es interesante la definición de “sociedad excluyente” dada por la convergencia de
modernización económica y polarización social (Svampa, 2005: 52-53) y que invoca el concepto de modernización
excluyente ya introducido por Barbeito y Lo Vuolo (1992).
12
Colectivos de ahorristas perjudicados por las medidas del “corralito” financiero que impedía la extracción de
fondos de los depósitos bancarios. El hecho que sus reclamos estaban ligados a la defensa de un interés particular, según
Svampa, no permitió la construcción de un “nosotros inclusivo” (2005: 322).
13
Para un tratamiento exhaustivo sobre la experiencia del trueque en Argentina durante la crisis, ver Hintze
(2003).
14
Luego de la crisis de 2001, se produjo el surgimiento de numerosos emprendedores productivos sociales que se
reunieron en ferias, como un nuevo modo de subsistencia y que, en algunos casos, fueron acompañados por los Estados
Municipales (Perbellini y Tifni, 2006).
recuperadas –que convirtió Argentina en un laboratorio social único que atrajo la atención de la
comunidad científica internacional-.15
Es importante subrayar que el mutuo apoyo de los varios actores sociales en el momento
más agudo del conflicto permitió, por un lado, establecer nuevos tipos de relaciones sociales, y por
otro lado, generar un alto grado de consenso social hacia las reivindicaciones de los actores en
lucha. A partir de ello, nos preguntamos, ¿de qué modo se produjo este apoyo y/o indiferencia en el
caso de los trabajadores del RSI con otras organizaciones sociales?
Desde los primeros momentos de ocupación de la fábrica, los trabajadores del RSI,
establecieron vínculos con centros sociales, en particular con un centro social llamado Strike,
Spazio Pubblico Autogestito, espacio recuperado ubicado al lado de las oficinas de la fábrica en el
barrio Casal Bertone en Roma.16 Tal como señala Leila, activista de este espacio desde hace varios
años, “La ocupación del centro en el 2002 se insertó en el contexto de las reapropiaciones de los
espacios con la idea de ofrecer a la ciudad un espacio donde encontrarse y debatir, donde dar vida a
proyectos y actividades, donde compartir saberes y conocimientos”. Dicho centro social además
había apoyado, previamente, la protesta de la ocupación de los techos del edificio de ferrocarriles de
la calle Prenestina, propiedad de Trenitalia, contra el despido colectivo de trabajadores y la
suspensión del servicio de trenes nocturnos. En virtud de lo cual, realizaron en enero de 2012 una
cena de solidaridad con un bono de € 10 para ayudar a sostener dicho reclamo. La activa
participación de Strike en este tipo de acciones se puede explicar también por su misma historia ya
que su ocupación se produce en la noche del 17 al 18 de octubre de 2002 en el marco de la
scioparade, una gran salida nocturna a las calles de la ciudad de Roma, en el contexto más amplio
de la huelga general del 18 de octubre convocada por la CGIL y sostenida por diversos
movimientos políticos y sociales.
En este caso, a partir de la ocupación de las oficinas de Casal Bertone por parte de los
trabajadores del RSI, los miembros del Strike organizaron diversas actividades en solidaridad con
ellos: muestras fotográficas, charlas, obras de teatro sobre la precariedad en el trabajo. Por otra
parte, la organización de estos eventos vio también la participación de los vecinos del barrio. En
efecto, “abrir las puertas” de la fábrica permitió dar a conocer lo que estaba pasando intramuros de
la empresa y como consecuencia de ello, los mismos vecinos mostraron su solidaridad por ejemplo,
cocinando para los trabajadores ocupantes de la fábrica. Sin embargo, estos apoyos no se tradujeron
en un renovado cambio en la relación de fuerzas empresario/trabajadores.
15
Véase tambien Svampa y Pereyra (2003) y Svampa (2008).
Los centros sociales en Italia son espacios autogestionados que si bien nacen a finales de los años '70, vieron
su expansión máxima en los '80. Se trata de ocupaciones de espacios abandonados –públicos o privados– con
finalidades culturales, políticas y, en ocasiones, habitacionales donde se organizan eventos, muestras de fotos,
proyecciones de cine, cursos de baile, cursos de idiomas para inmigrantes, etc.; además de cocina y pub con precios
populares. Profundizar sobre este tema en De Sario (2012).
16
Otro de los apoyos recibidos por los trabajadores del RSI fue también el de las
organizaciones sindicales de las tres principales confederaciones. En este punto, debemos destacar
que en Italia existen tres confederaciones sindicales reconocidas formal y legalmente: la
Confederazione Generale Italiana del Lavoro (CGIL) de raíz comunista y de orientación política de
izquierda, nacida en Milán en octubre de 1906;17 La Confederazione Italiana Sindacati dei
Lavoratori (CISL) de raíz democristiana y de orientación política de centro que nació en Roma en
abril de 1950; y La Unione Italiana del Lavoro (UIL) de raíz laica y de orientación política
socialista-de centro que nació también en 1950 en el contexto de la guerra fría y de las tensiones
entre el comunismo y el capitalismo.18 Estas dos últimas -CISL e UIL- se separan de la CGIL y
tienden a un modelo sindical más “participativo” o de diálogo, mientras la CGIL tiende a un modelo
de “conflictualidad” o de confronto.19 Entre las dos primeras confederaciones mencionadas -CGIL e
CISL- se encuentra hoy la mayoría de los incriptos (entre trabajadores activos y pensionados). En
total son 10,2 millones de inscriptos pero más de la mitad son pensionados.20
El modelo sindical italiano, así como el argentino, se divide en confederaciones,
federaciones y sindicatos únicos. La primera diferencia con el modelo sindical argentino es que en
Argentina existe una sola confederación sindical reconocida (la CGT) que es quien concentra la
mayoría de los afiliados sindicales. Por lo tanto la afiliación a otra central sindical (como la CTA)
no está reconocida formalmente por el Estado.
En cambio, en Italia el reconocimiento formal de las tres centrales sindicales, cada una con
ideologías políticas diversas y definidas, permite que los trabajadores puedan afiliarse libremente a
cualquiera de ellas, según sus preferencias políticas. En este sentido, y regresando al caso de los
trabajadores del RSI, la decena de trabajadores que aún continúan ocupando la fábrica están todos
sindicalizados, más o menos proporcionalmente, a las tres organizaciones sindicales desde las
cuales se mantiene el apoyo a su lucha. “Las tres siglas nos siguen siempre, en todas las
negociaciones (…) No es que nosotros fuimos abandonados por los sindicatos sino que la situación
es difícil en general (…) tienen las manos atadas por la situación, más allá de lo que pueden y/o
quieren hacer” señala Emiliano, de 39 años, delegado sindical de la Federazione impiegati Operai
Metallurgici (FIOM) perteneciente a la CGIL, que trabaja hace más de 12 años para la empresa.21
17
Un interesante estudio sobre la historia de la CGIL en sus diversas etapas se puede encontrar en Loreto (2009).
Para profundizar sobre la historia y el rol de la CGIL en el llamado “biennio rosso italiano” (1918/1919), uno de los
momentos más combativos de la história sindical italiana ver también Pepe, Iuso e Loreto (2003).
18
Para continuar profundizando sobre el nacimiento de la CISL y la UIL en 1950 presentadas como tentativas de
un “nuevo sindicalismo”, ver Ravaglia (2009). Ampliar sobre la problemática sindical italiana en Primo Cella (1999).
19
El cuadro sindical italiano e completa, a nivel confederal, con La Unione Generale del Lavoro (UGL) de
orientación de centro-derecha.
20
En 2010, de acuerdo a estadisticas sindicales, el total de inscriptos a la CGIL es de 5,7 millones; 4,5 millones a
la CISL y solo 2,1 millones a la UIL.
21
A los trabajadores del RSI los tutela actualmente el Contrato Colectivo Nacional del Trabajo (CCNL) de
Metalmecánicos (FIOM). Anteriormente, los regía el CCNL del transporte que, tal como explican los mismos
En este punto, también podemos observar una diferencia sustancial con lo que sucedió en
Argentina, ya que en la mayoría de los casos los sindicatos no apoyaron las luchas de los
trabajadores. Con las debidas excepciones -principalmente la UOM de Quilmes y el sindicato
gráfico en Buenos Aires, o el Sindicato de Comercio en Rosario- lo que se pudo observar es una
substancial indiferencia y hasta complicidad con la patronal en el vaciamiento y achicamiento de
empresas y despidos de trabajadores.
Es necesario destacar también que, a diferencia del caso argentino, en Italia hasta el
momento, sólo se ha dado el proceso de lucha con la ocupación del espacio pero todavía no se ha
dado ningún caso en el cual los trabajadores hayan puesto efectivamente a producir nuevamente la
fábrica. Una de las razones que explican los ocupantes de la RSI es precisamente el tipo de
actividad productiva que se desarrolla allí: “Acá no somos una fábrica de remeras donde tal vez vos
continuas a hacer la remera y venderla. Nosotros acá que reparamos los trenes que son del Estado,
¿Qué hacemos? Aún si quisiéramos terminar los trabajos que tenemos acá, los terminamos,
pedimos el dinero a Treinitalia y la empresa nos dice ¿Quién les dijo de hacerlo? ¿Quién nos
paga? No es que podemos hacer otra cosa…”
Por otra parte, la débil relación de fuerza de los trabajadores, aún apoyados por los centros
sociales, el barrio y las organizaciones sindicales en la coyuntura de crisis actual que vive Italia en
el área laboral y con un gobierno contrario a las políticas públicas de recupero de “trabajo digno”,
no prevé ir un paso más allá de la ocupación del espacio. La ley de expropiación de una empresa no
existe en Italia, o más bien existe en casos particulares, cuando se trata de un delincuente o de una
asociación mafiosa.
En Argentina, tal como plantea Fontenla (2006), la misma Constitución Nacional contempla
la expropiación: “La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de
ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La Expropiación por causa de utilidad pública
debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”.22 O sea, que el derecho a expropiar por
parte del Estado surge de la Constitución Nacional. A su vez, existe una Ley Nacional de
Expropiaciones del año 1948, que se ha aplicado toda vez que el Estado necesitaba realizar obras de
infraestructura para algún fin público: “La utilidad pública que debe servir de fundamento legal a
la expropiación, comprende todos los casos en que se procure la satisfacción del Bien Común, sea
este de naturaleza material o espiritual”.
trabajadores, era más beneficioso a nivel remunerativo. Sin embargo, el contrato de la FIOM -la federación italiana más
combativa-, conserva más derechos en lo que refiere a la tutela del trabajador.
22
En Italia la expropiación por razones de interés colectivo es sancionada en el artículo 42 de la Constitución
Nacional y en el artículo 834 del Código Civil. Existe además un "Testo unico delle disposizioni legislative e
regolamentari in materia di espropriazione per pubblica utilità" (D.P.R. 8 giugno 2001, n° 327), que reúne en un único
acto normativo todas las disposiciones en materia y prevé la posibilidad de expropiación de todos los bienes inmuebles
y los derechos relativos sobre esos bienes para ejecutar obras públicas o de pública utilidad.
Es el Estado el que cede a los trabajadores los bienes en comodato. Esta solución se aplicó
por primera vez en una empresa recuperada, el 16 diciembre de 2000, en la empresa ex Gip-Metal
S.R.L., constituida en la Cooperativa de Trabajo Unión y Fuerza de Avellaneda Ltda., de la
Provincia de Buenos Aires.
En la mayoría de los casos se aplicó la expropiación temporaria del inmueble (renovable a
partir de la presentación de un proyecto productivo cada dos años) y en forma definitiva los bienes
muebles (marcas, maquinarias y patentes). Esta ley requiere el establecimiento de la utilidad pública
de la fábrica que se expropia, utilidad que se explicó por los índices de desocupación y por la crisis
económica que atravesaba el país (García Allegrone, 2006).
Es necesario tener en cuenta que los trabajadores pudieron hacerse de esta ley a partir de la
lucha y visibilización del conflicto, y todavía están luchando, en la mayoría de los casos, por las
expropiaciones definitivas.
5. Visibilizar: El vínculo con la esfera pública (¿qué se hace visible y de qué modo?)
En los inicios del llamado proceso de recuperación de fábricas en Argentina, los medios de
comunicación nacionales dieron visibilidad al proceso. Luego de la crisis de diciembre de 2001, los
medios se abocaron a mostrar la intensificación de la protesta social, en muchos casos
estigmatizando a los trabajadores desocupados convertidos en “piqueteros” y realizando una
campaña muy fuerte contra estos grupos organizados. La contracara, era mostrar las nuevas formas
de asociación de trabajadores, como los clubes de trueque, las ferias, o las empresas recuperadas.
Sin embargo, luego de un primer período de mucha visibilización, los medios nacionales dejaron de
preocuparse por mostrar estas nuevas experiencias.
La importancia del concepto de visibilidad radica en el análisis del modo en que las
problemáticas sociales, en particular aquí la del trabajo, son puestas a consideración pública. En ese
sentido, partimos de la concepción que los medios de comunicación masiva no pueden pensarse
como simple plataformas “neutrales” por las que circulan discursos sociales. Por el contrario,
sostenemos que los medios comerciales-masivos son empresas con intereses económicos y políticos
y que bajo el paraguas de la llamada “neutralidad”, gozan de la ventaja de ser pensados como
imparciales, mientras en realidad son siempre grupos de poder que intentan incidir en la sociedad de
un país en cada momento histórico. Mas aún cuando el sistema de medios de un país es
profundamente centralizado y concentrado en pocas manos, como es el caso italiano.
Si bien en Italia, teóricamente, se sancionaron leyes antimonopólicas como Mammi (1990) y
Gasparri (2004) que prohiben la concentración mediática y regulan el mercado de los medios
masivos, en realidad estas leyes se transforman en funcionales al holding multimedial Fininvest, ya
que permitieron que el ex presidente del Consiglio, Silvio Berlusconi, mantuviera su imperio
mediatico vendiendo solo un diario que le vendió, justamente, a su hermano, Paolo Berlusconi. Este
holding, propiedad de Berlusconi, es el mayor grupo editorial italiano con intereses en televisión,
gráfica y cine. Esta situación de concentración mediática, con la llegada del gobierno técnico de
Monti, no se ha modificado.23
En el caso de la cobertura televisiva sobre la lucha de los trabajadores del RSI, tal como
señalaron sus mismos protagonistas, existió en el noticiero denominado telegiornale (TG) un
espacio considerable otorgado a la ocupación de la RSI donde los trabajadores pudieron contar su
lucha y hacer visibles sus pedidos y reivindicaciones. Sin embargo, la transmisión se realizó en un
TG regional (sólo para la región del Lazio, adonde se encuentra ubicada la capital Roma) y en
horario nocturno, luego de medianoche. Lo cual limita considerablemente, la repercusión pública
que pueda tener el conflicto. No obstante, y dada la grave situación que atraviesa Italia en el terreno
de los derechos laborales uno de los trabajadores del RSI señaló que “también en el telegiornale
nacional de la RAI3 (TG3) se habló en prima serata de la situación de la RSI, aunque muy
brevemente”. “Prima serata” refiere a la franja horaria llamada “prime-time” (20 a 21 horas), el
horario de mayor audiencia. 24 Debemos resaltar aquí que en la TV italiana si bien existen tres
canales estatales RAI (RAI 1, 2 e 3), son RAI 1 y RAI 2 aquellos que son percibidos como
“neutrales” mientras que RAI 3 es considerado un canal con una orientación política “de
izquierda”. 25
En el caso de la información escrita, se constató una poca visibilidad otorgada al conflicto:
alguna noticia aislada en los portales electrónicos de los diarios nacionales como la repubblica. it26
(que se corresponde con el periódico nacional La Repubblica: el segundo diario de mayor tirada,
luego del Corriere della Sera)27 o de los diarios regionales –de Roma- como Paesera.it.28 No
obstante, en todas estas noticias antes que resaltar la ocupación de la empresa como novedosa forma
23
Para profundizar en el análisis de la relación entre poder mediático y poder político en la historia italiana, ver
Mancini, 2002.
24
Se debe resaltar, sin embargo, que la noticia trasmitida por RAI 3 no permite su llegada a todos los países, a
nivel internacional. En el caso de Argentina, el servicio de televisión pagada (televisión por cable) solo permite ver los
programas de RAI 1 que son política e ideológicamente menos criticos hacia el gobierno y sus acciones.
25
El cuadro de los canales de la tv italiana publica se completa con Mediaset-Fininvest que comprende Rete 4 e
Canale 5. Mediaset e Rai comparten el 95 % del mercado de la televisione. Resta el 5 % que posee Telecom (Rete 7:
MTV). Para profundizar in modo detallado el tema de la televisione italiana ver, por ejemplo, Mancini (2002) y
Menduni (2004)
26
Del 26 de marzo de 2012
http://roma.repubblica.it/cronaca/2012/03/26/news/lavoratori_dei_treni_notte_in_presidio_all_inps_da_otto_mesi_senz
a_cassa_integrazione-32242765/
27
En el caso de la prensa gráfica italiana, los dos diarios italianos que se dividen el mercado de lectores a nivel
nacional son Il Corriere della Sera e La Repubblica con un promedio de copias vendidas en el año 2008 de entre
780.000 e 710.00 respectivamente, según los datos de la Accertamenti Diffusione Stampa (ADS). Entre los diarios
nacionales que le siguen a los dos citados, se encuentras La Gazzetta dello Sport con una tirada de 513.000 copias; La
Stampa que es el diario de la FIAT y, por lo tanto, está ligada a la clase dirigente industrial, con una tirada di 418.00
copias; y después Il Giornale con una línea editorial de derecha, propiedad de Paolo Berlusconi, hermano del ex
Presidente del Consiglio, con 293.000 copias vendidas.
28
http://www.paesesera.it/Cronaca/Ex-Wagons-Lits-sotto-la-sede-dell-Inps-La-cassa-integrazione-e-un-diritto
de lucha y/o de intento de recuperación de la fuente laboral, las crónicas hacen hincapié en la falta
de pago del subsidio de Cassa Integrazione Straordinaria y se menciona solo superficialmente el
factor de la toma y ocupación del lugar de trabajo.
Donde sí puede rastrearse una cobertura más extensa es en algunos blogs de los propios
trabajadores como http://occuparsi.wordpress.com/, en notas en páginas de comunicación
alternativa
nacionales
e
internacionales
como
“informare per
resistere”,
“lavaca.org”,
“desinformemonos.org”, o en portales sindicales como rassegna.it, además de aquello que circula
por las redes sociales. En este sentido, según uno de los trabajadores del RSI, las páginas
alternativas así como los periódicos sindicales tienen varias diferencias con la prensa masiva: “En
primer lugar, los primeros están más atentos al detalle, a las causas de los conflictos. En cambio,
en los periódicos nacionales se da una noticia sin dar demasiada precisión sobre una situación
particular porque están además más sujetos a las críticas de los poderes de turno”.
En efecto, la escasa difusión de los medios alternativos así como la poca y superficial
atención que la prensa comercial masiva dedica a este tipo de conflictos no es casual y responde a
los intereses económicos y políticos de las grandes empresas mediáticas concentradas y
centralizadas en pocas manos.
En el caso de la ocupación de la RSI, se puede afirmar que la cuestión de la “toma” como
posible recuperación de la fuente laboral no se instala como central desde las agendas mediáticas
nacionales italianas, ni como un modo probable de afrontar y/o salir de la crisis. Por el contrario, lo
que se resalta es la falta de compromiso del Estado y del empresariado en el pago de los subsidios.
Esto implica que aquello que los medios masivos buscan instalar es, por un lado, el “desgaste”
estatal y, por el otro, la falta de voluntad empresarial en la ausencia de pago del subsidio, antes que
dar una visión más amplia y compleja sobre las implicancias que provocan las medidas que llevan a
profundizar el modelo neoliberal y la crisis laboral en Italia.
Más aún, este tipo de cobertura lejos de explicar factores claves tales como de dónde
proviene la tercerización, hacer foco sobre por qué la concesión fue otorgada a un tipo de empresa
que no es del rubro de transporte, dar cuenta de las implicancias de las gestiones privadas en los
servicios públicos, con la escasa visibilidad que le fue otorgada, el conflicto se reduce a un
problema de falta de pago de los subsidios. Subsidios que, por otra parte y como se dijo
previamente, con la última reforma laboral del gobierno de Monti, también se modifican en
perjuicio de los trabajadores.
Por su parte, es interesante recordar que en Argentina, a finales de la crisis de los ‘80 y
previo a la década de auge neoliberal, aquello que se intentó instalar desde los grandes medios
concentrados también fue la necesidad de profundización del modelo neoliberal como salida “única,
natural e inevitable” a la crisis financiera que sufría el país en dicha coyuntura, a partir de diversos
mecanismos discursivos tales como: el descrédito de lo estatal, las ventajas de la extranjerización,
las bondades del paradigma privatizador, la “inevitable” reducción de derechos laborales para
sobrellevar la crisis. 29
Es en este sentido que afirmamos con Gramsci (1974) que los medios masivos intentan
construir consensos sociales que adhieran y fortalezcan el sentido común hegemónico en las
diversas coyunturas históricas. Su incidencia en la vida cotidiana de los individuos y los discursos
que naturalizan, mostrados como “verdades y nociones inapelables”, se esconden tras el velo de la
“objetividad periodística”. Y cuando se trata de someter a consideración pública los conflictos
laborales no resulta casual la reducción de dicha problemática a representaciones mediáticas
simplificadoras y esquemáticas que no reponen la complejidad de los procesos sociales.30
6. Reflexiones finales
En virtud de lo analizado en este trabajo, es posible señalar que entre la experiencia
argentina y la italiana existen puntos de contacto así como diferencias en el proceso de ocupación
de fábricas.
En primer lugar, entre las condiciones que llevaron tanto a los trabajadores italianos como a
los argentinos a ocupar los espacios laborales se identifican similitudes centradas principalmente en
la degradación de las condiciones laborales: reducción de sueldos, despidos de personal, falta de
inversiones, falta de insumos, abuso patronal, entre otras. En el caso del RSI, a esto se le añade el
retraso en el pago de los amortizadores sociales, central en la política laboral italiana y que no es
contemplada entre los derechos laborales de Argentina. En ambos casos, la difícil situación
económica y política y las faltas de respuestas políticas a un escenario laboral adverso
(desocupación, tercerización, precarización, pérdida de derechos laborales conquistados
previamente) llevaron a los trabajadores a la ocupación de fábricas como intentos por no perder sus
fuentes de trabajo y enfrentar la crisis.
En segundo lugar, respecto de resistir colectivamente el proceso de lucha, que en este
estudio lo analizamos a partir del vínculo que tejen los trabajadores con otras organizaciones de la
sociedad civil, pudimos identificar que en el caso italiano si bien los trabajadores recibieron el
apoyo de los centros sociales, principalmente del Strike, de los vecinos del barrio y de las
principales organizaciones sindicales, esto no se tradujo en un cambio en la débil relación de
fuerzas trabajadores/empresarios. En el caso argentino, en cambio, la resistencia se dio en primer
lugar en un momento de alta efervescencia y movilización social del país –cosa que sucede en
29
En este sentido, y para profundizar en el análisis de las representaciones mediáticas a finales de los ´80 en
Argentina, ver Coscia (2008).
30
Para ampliar sobre la problemática de la visibilidad pública de las cuestiones laborales/sindicales en las
representaciones mediáticas contemporáneas en Argentina, consultar también Coscia (2011).
menor medida, actualmente, en Italia- y, en ese sentido, los actores más movilizados de la sociedad
–piqueteros, asambleas barriales, prensa alternativa, colectivos culturales- fueron quienes apoyaron
el proceso de lucha fortaleciendo la posición de los trabajadores en la relación de fuerzas
capital/trabajo. A esto debe añadirse que dicho proceso se produjo en el marco no sólo de las
ocupaciones de fábricas sino de la puesta en producción de las mismas. Esto último marca una
diferencia fundamental con el caso italiano donde el proceso se encuentra aún en la etapa inicial de
ocupación del espacio laboral sin la efectiva reanudación de las actividades productivas.
Finalmente, respecto de someter a consideración pública el conflicto, es decir, visibilizarlo a
través de los medios masivos de comunicación, en el caso italiano se pudo constatar por un lado, la
poca visibilidad otorgada al conflicto desde las agendas mediáticas nacionales. Por otro lado, dicha
visibilidad se concentró principalmente en la falta de pago de los subsidios antes que en el hecho de
resaltar la ocupación como novedoso proceso de acción colectiva y como una posible respuesta a la
crisis del mundo del trabajo en Italia. En Argentina fue diferente: el proceso de ocupación y
recuperación de fabricas tuvo inicialmente una alta visibilización y un fuerte apoyo de los grandes
medios de comunicación nacionales con el fin de mostrar nuevas formas de asociación de
trabajadores ante el “avance” de los grupos organizados (piqueteros) a quienes no dudaron en
estigmatizar como “aquellos que no quieren trabajar y quieren vivir de planes sociales”.
Debe destacarse que, tal como se señaló previamente, no sólo los contextos nacionales son
diferentes sino que también lo son las etapas de evolución de estos procesos. Mientras que en
Argentina se dio un proceso de ocupación, acompañado de la recuperación productiva de la fábrica;
en Italia, se está gestando aún sólo el primer paso. Esto marca una sustancial diferencia tanto en el
proceso de resistencia, es decir, en el modo de tejer los vínculos con otras organizaciones sociales y
políticas, como en el tipo de visibilidad otorgada al conflicto ya que en el caso argentino, aquello
que se resaltaba era una nueva forma alternativa de “volver al trabajo” en un momento de alta
desocupación y de crisis del mercado laboral.
En síntesis, es posible afirmar que, tal como se mencionó al inicio del trabajo, las crisis
capitalistas se van reconfigurando espacial y temporalmente; y es, en estos contextos, que se vuelve
relevante el análisis de los procesos de lucha y organización que los trabajadores llevan adelante en
un sistema capitalista cada vez más ofensivo. Consideramos que el análisis del caso del RSI si bien
es sólo un ejemplo de un incipiente proceso de ocupación de espacios laborales en Italia, permite
dar cuenta de un universo mayor que no sólo muestra la resistencia de los trabajadores sino que
hace visible las consecuencias que comportan las políticas sociales y económicas de los gobiernos
de corte neoliberal en los diversos contextos nacionales.
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