Mons. Jean Louis Bruguès O.P. Secretario de la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede Entrevista concedida a la Pontificia Universidad Católica de Chile con motivo de los 20 años de la publicación de Ex Corde Ecclesiae Periodista: Para comenzar, nos gustaría que usted le hiciera un saludo a la comunidad universitaria de la Pontificia Universidad Católica de Chile, invitando a realizar la revisión de este importante documento. M. Bruguès: Muy bien, buenos días, buon giorno, al modo italiano. recordar, en primer lugar, el viaje Quisiera que hice hace menos de dos años a Chile, visitando las Universidades Católicas de Valparaíso, Santiago (dos universidades en Santiago), Concepción y Temuco. por el reciente terremoto. Las dos últimas ciudades, muy golpeadas Y quisiera entonces saludar a todos los docentes y estudiantes que conocí allá. Nos hemos encontrado y hablado de un modo muy simpático para invitarles a participar con ánimo, con afán, en las distintas manifestaciones organizadas para celebrar el vigésimo aniversario de la publicación de la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae. Siempre he tenido, y no es una palabra de cortesía, siempre he tenido un cariño especial para Chile. 1 Un país en el cual podemos apreciar, yo diría, la locomotora de toda América Latina. En el plano económico y, sobretodo, desde el punto de vista cultural del continente. Periodista: Monseñor, ¿en qué debiera consistir la revisión de esta carta, si usted puede mencionar tres aspectos que podría considerarse? M. Bruguès: Hablando de las universidades católicas, quisiera subrayar dos hechos que me parecen muy importantes: la universidad, en el sentido moderno de la palabra, nació dentro de la Iglesia; en el corazón de la Iglesia, como dice el texto en su primera línea. Entonces, la universidad es una invención cristiana. La universidad forma parte de la historia cultural de la Iglesia y el hecho me parece esencial para entender la tarea y hasta el alma de la universidad, de toda universidad. La primera universidad nació en Bolonia hace casi mil años, y desde entonces la Iglesia enriqueció su experiencia, su capacidad de participar en un modo activo, original en la vida cultural de numerosos países. Hoy en día, contamos con alrededor de mil trescientas universidades católicas repartidas por todos los continentes. Algunas llegaron a ser muy importantes. Por ejemplo, la más numerosa tiene casi 56 mil estudiantes, ubicada en América Latina exactamente en Brasil. La segunda, se encuentra en Manila, Filipinas, llevada por los Padres Dominicos, ella cuenta con 47 mil estudiantes. Podemos imaginar fácilmente la diversidad estupenda, extraordinaria, de vida al contexto cultural, social, político, económico y hasta eclesial en el cual nacieron y se desarrollaron aquellas universidades. El desafío que tuvo que afrontar la iglesia era un desafío de unidad, de comunidad, de comunión, de compatibilidad entre tantas instituciones de enseñanza superior. Entonces, el Papa Juan Pablo II tuvo la idea, según yo, genial, de imaginar una constitución, es decir un texto común para todas, a pesar de la variedad de las situaciones. Firmó el texto el 15 de agosto 2 del año 1990; hace exactamente 20 años. En la vida política una constitución desempeña siempre el papel de ley superior. Detenta de referencia suprema para todas las instituciones. Ex Corde Ecclesiae puede ser llamada Magna Charta, referencia suprema para la enseñanza católica superior en todo el mundo. Refiriéndonos a los mil años de la historia de la universidad, Ex Corde Ecclesiae es un texto reciente, nuevo, me parece muy moderno. Su meta queda igual veinte años después, es decir, armoniza la perspectiva universitaria con la perspectiva católica. Perspectiva universitaria, es decir, abrirse, es una apertura a la amplitud del saber humano. La Universidad es por naturaleza curiosa, curiosa de todo. Una universidad católica debería de aparecer siempre como una universidad buscando lo mejor, la excelencia, el impacto de la verdad sobre la vida humana. La perspectiva católica implica un aprendizaje de la vida cristiana, un descubrimiento progresivo propuesto a todos los estudiantes, a todos, sin ninguna excepción. Descubrimiento de la cultura cristiana, de la historia cristiana, de la ética católica, de la antropología católica y, por qué no, de la teología católica. Entre los dos términos, saber por la razón, conocimiento por la fe, siempre hubo una tensión. Me atrevo a calificar esta tensión de feliz, bienaventurada. Sin embargo en los 20 últimos años esa tensión se hizo tal vez más viva, más aguda. ¿Por qué? Quisiera mencionar aquí tres factores que me parecen más fuertes, más importantes. La globalización del mundo, que empezó por ser una globalización económica y que ha llegado a ser después, hoy en día, una globalización cultural en la cual podrían desaparecer las culturas particulares, locales, las peculiaridades de las tradiciones, de las distintas tradiciones. El segundo factor, yo lo podría presentar así: los progresos del secularismo, yo no hablo de la secularidad de la sociedad, esto es un fenómeno histórico, no. Yo hablo de un estado de espíritu según el cual la religión es una cosa privada. No se le debería permitir una expresión pública. Hay que recordar que el cristianismo nació en la 3 plaza pública. Su discurso debe de ser público. El último factor de evolución: el extraordinario desarrollo de las posibilidades técnicas de la intervención humana sobre el proceso natural de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte. Esos tres factores pueden favorecer un aggiornamento del texto Ex Corde Ecclesiae, y este aggiornamento podría ser la tarea de los próximos 20 años. Periodista: ¿En alguna manera este “aggiornamento” cuestiona la vigencia de la constitución? M. Bruguès: No. El texto siembra definitiva, largo plazo, pero podemos imaginar, según la evolución de las sociedades, podemos imaginar algunos retoques. La congregación nuestra quisiera implicar a todas las universidades católicas del mundo para ayudarnos a realizar este retoque, este aggiornamento. Periodista: Monseñor, en la Carta, se habla bastante de nuestra identidad de universidad católica, ¿cómo es posible conciliar el humanismo, al que llama el evangelio, con los estándares de investigación que actualmente miden la excelencia académica? M. Brugès: Hay una tensión, acabo de hablar de una tensión, entre la perspectiva universitaria, la perspectiva profesional, profesionalista y la perspectiva católica. Pero esta tensión me parece constitutiva de la identidad de la universidad católica. Si existe una universidad católica en la cual no hay una tensión, eso significa que ha desparecido ya sea la perspectiva universitaria, entonces no es una universidad, o ha desparecido la referencia evangélica, entonces no es católica. Periodista: Permanecerá siempre. 4 M. Bruguès: Siempre, para todos, para siempre, para siempre. Para todos y para siempre. Periodista: Muy bien Monseñor, le agradecemos, especialmente de parte de nuestra Universidad, que va a realizar seminarios en torno a esta constitución y esperamos seguramente tenerlo nuevamente en Chile. M. Bruguès: Sí, me gustaría regresar a Chile. Buen trabajo y hasta la próxima vez. Gracias. 5