EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES Es un lugar mágico situado en el extremo más occidental de la tierra y custodiado por las ninfas del Atardecer, las Hespérides (ya que es allí por donde se pone el sol cada día). En este Jardín, al que solo pueden acercarse los dioses, crecen manzanas cuyos frutos son de oro. Se decía que el jardín fue un regalo de bodas de Gea a Zeus y Hera. También se decía que las ninfas se dedicaban a recoger los frutos y vendérselos a algunos dioses, por lo que Zeus colocó a un dragón custodiando las manzanas. Algunos localizaron luego este mágico lugar en las inmediaciones de la cordillera del Atlas; otros, en cambio, aseguraban que estaba aún más allá, al otro lado de las corrientes del Océano, en unas islas que hoy podríamos identificar con las Canarias. TRABAJO DE HÉRCULES: conseguir unas cuantas manzanas del Jardín Para lograrlo Hércules tuvo que dar la vuelta a toda la tierra y engañar a Atlas, el padre de las Hespérides, para que fuera él al Jardín mientras le sujetaba la bóveda celeste (castigo al que le habían sometido los Olímpicos tras vencer a los Titanes en la Guerra de Sucesión mitológica). A su regreso, Atlas se negó a tomar sobre sus hombros de nuevo el firmamento y Hércules lo volvió a engañar haciéndole creer que lo aceptaba, pero que le sostuviese un momento los cielos para poder acoplarse la capa. Atlas no se libró de su castigo divino.