14 | SOCIEDAD TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 13 de diciembre de 2014 ¿Empoderados o insufribles? Por: Rodrigo Guendelman L VIENE DE PÁG. 12 vigilancia en bibliotecas, bares y calles sigue siendo la cinta magnética. Es un tiempo donde mucha de la información cotidiana que la gente necesita se mantiene en sus cabezas o anotada en agendas. Y como las agendas se botan y las cabezas se confunden, la ruta paralela en Serial corre hacia una triste conclusión: la gran mayoría de los recuerdos y efemérides que construyen una familia, una comunidad o incluso un país, son inventados. La audiencia: Según informó el productor de This American Life al New York Times, Serial se demoró apenas un mes en alcanzar el millón de descargas por episodio. Es el podcast más popular en los rankings de iTunes, un mérito no menor considerando que la mayoría de los programas que lideran esas listas suelen ser shows cómicos o deportivos. Un millón de auditores puede no haber sido gran cosa hace treinta años. Pero en el panorama actual de los medios en Estados Unidos, con las grandes cadenas televisivas intentando sobrevivir repartiéndose trozos cada vez más segmentados de la población y con la prensa escrita resistiendo apenas la era del hashtag, el caso de Serial ha despertado mucho interés: ¿podría ser esta la nueva ventana masiva para reportajes de largo aliento? Los productores ya anunciaron una segunda temporada del podcast, pero –como un balde de agua fría- de paso dejaron claro que la continuación es imposible sin el apoyo monetario del público. Es muy probable que un gran segmento de la audiencia esté dispuesto a financiar futuras temporadas de Serial. Pero no es tan claro que esa fidelidad se pueda extender más allá de este caso particular. Los números locales: Para ilustrar el panorama en nuestro vecindario, citemos algunos ejemplos de distinto calibre. En Chile se producen varios podcasts, la mayoría de los cuales se pueden escuchar en streaming o descargar a través de sitios internacionales como Soundcloud. Hasta el año pasado existió en el país una plataforma similar llamada Podcaster. Andrés Valdivia, quien fue uno de sus gestores para luego irse a fundar Noise Media, recuerda que el programa original más popular en el sitio fue Tierra 2, el show de comedia de Pedro Ruminot: hacia el fi- RR Adnan Musud Syed es el inculpado por el asesinato de la joven Hae Min Lee. nal de su ciclo llegó a tener 100 mil descargas mensuales. Sin embargo, es bueno recordar que aunque fuera un show original para internet, tenía la ventaja de contar con figuras de fama televisiva, como Felipe Avello. Otra fuente de contenido para el formato son los sitios de emisoras radiales, que publican en internet programación previamente emitida. La periodista de Radio Duna Javiera Hernández explica que la página de podcast es la tercera más visitada de su web y que un contenido específico –como la entrevista a Mario Waissbluth sobre la idea de acortar carreras universitarias- puede alcanzar más de 8 mil descargas. En comparación con eso, el episodio más exitoso de Flimcast (aquel donde Hermes el Sabio y Paloma Salas destrozaron la última película de los hermanos Badilla) tiene casi 7.800 descargas, lo que es impresionante dado que su única ventana de difusión es el sitio de Flims.cl y las cuentas en Twitter de sus comentaristas. El futuro: Tal vez sea ingenuo aplicar las expectativas de Serial al contexto chileno. Después de todo, los mismos creadores del show se han declarado impactados por el alcance de su producto. Pero el fenómeno de Serial en general es un gran argumento en contra de quienes dicen que el futuro del periodismo va por las listas de “Diez cosas que no sabías…”, los tres párrafos, el tuit o el clip en YouTube. Y también es un atisbo de la penetración que puede tener en la cultura popular un formato que hasta hace poco era un nicho de nerds y adictos a internet y que ahora está siendo considerado como un espacio que podría –de nuevo- cambiarlo todo.T a reciente apertura de l a Pl a za de A rmas después de casi un año de estar sometida a labores de restauración, ha servido como experimento social para observar la manera en que los chilenos, o al menos los santiaguinos, estamos utilizando nuestro derecho a expresión. En pocas palabras: así como el nuevo rico suele pasar sin contemplaciones de la carencia a la ostentación, nosotros hemos dejado de ser un pueblo sumiso para transformarnos en una nación de seres vociferantes, agresivos, dueños de la verdad absoluta, tan absolutistas como enemigos de los matices, “expertos” en el área que nos pongan por delante y groseros. Me pregunto cuántos de los ciudadanos opinólogos que lanzaban frases taxativas acerca del supuesto despilfarro de fondos en la obra realizada por la Municipalidad de Santiago se dieron la molestia de ir a la Plaza de Armas a comprobar lo realizado con sus propios ojos. “Reportear” le llamamos a eso los periodistas. Me inquieta averiguar cuántos de los que dijeron “aquí no se ha hecho nada” o “apenas pusieron wifi” se tomaron la molestia de averiguar que se trataba de una restauración y no de una remodelación. ¿Se habrán conformado con una foto aparecida en la prensa que mostraba, a la distancia, pocos cambios aparentes para empezar a ladrar por redes sociales? Es cierto que los ánimos están algo caldeados y que eso, lamentablemente, nos hace buscar cualquier excusa para mostrar que el adversario está equivocado. Pero lo de Plaza de Armas raya en la neurosis. Y en la injusticia. Porque basta darse una pequeña vuelta por este hito tan importante de Santiago y abrir los ojos de manera desprejuiciada para notar que está lleno de novedades, tal vez no tan fotogénicas, pero sí de gran importancia. Desde las luminarias LED que rodean toda el área (son 160) hasta las cámaras de seguridad en línea, desde los 25 árboles nuevos y los 24 árboles en mal estado que fueron repuestos (lo que implica lograr un 70% de sombra en la medida que crez- Periodista can) hasta los letreros que explican de qué especies se tratan, desde los módulos construidos especialmente en el pasaje Ariztía para reubicar a los locatarios el Portal Bulnes hasta el cambio de ubicación de los pintores que le dio mucho más aire al espacio que hay entre la plaza y la Catedral. Eso, por nombrar sólo algunas de las novedades. La Plaza de Armas está preciosa, radiante, hay un muy fino trabajo de cantería que rodea a cada árbol o grupo de plantas. Se ve y se nota restaurada con cariño. Pero no. Al homo chilensis no le parece. Necesita gritarle improperios sexistas a la alcaldesa. Necesita ponerse un megáfono para acusar de corrupción en las obras sin tener el más mínimo argumento. Necesita decir que la plaza que nos merecemos es esa tan romántica de las fotos de fines del siglo XIX, cuando había mu- “Me pregunto cuántos de los ciudadanos opinólogos que lanzaban frases taxativas acerca del supuesto despilfarro de fondos en la obra realizada por la Municipalidad de Santiago se dieron la molestia de ir a la Plaza de Armas a comprobar lo realizado con sus propios ojos”. cho pasto: claro, en esa época había en la ciudad de Santiago apenas 250 mil personas. O sea, 25 veces menos que hoy. Este nuevo chileno insufrible, que se cree empoderado, pero en realidad está embriagado de neura, decidió la semana pasada que su punching ball iba a ser la Plaza de Armas. Pero como el objetivo a golpear debe ser reemplazado rápidamente, pues la falta de profundidad impide permanecer en un objetivo por más de un rato, basta revisar ahora los trending topics de Twitter para ver qué nuevo conejillo de Indias ha elegido mientras prepara una nueva ronda de escupitajos.