LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 LA FUNCIÓN DE JUZGAR EN BASAVE. UN ACERCAMIENTO A LA NUEVA HERMENÉUTICA JUDGEMENT'S ROLE IN BASAVE. A NEW APPROACH TO HERMENEUTIC Efrén Vázquez Esquivel* Sumario: 1. Introducción. 2. Coincidencias y divergencias. 2.1. La posición de Gadamer en el tema de la interpretación. 2.2. La posición de Basave en el tema de la interpretación. 2.3. La jurisprudencia técnica: Una concepción objetivista del saber jurídico en materia de interpretación a la que se adhiere Basave en un principio 3. El deslindamiento de Basave de una técnica jurídica divorciada de la estimativa jurídica en la función de juzgar. 4. El modelo de interpretación objetivista. 5. El modelo hermenéutico. El sentido del autor del texto y el sentido del intérprete. 6. El mérito de Basave en el problema del método. Fecha de Recepción 16/10/2010. Fecha de Aceptación 05/12/2010. * Doctor en Derecho, profesor investigador de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, conferencista, miembro del SIN, nivel 1. Entre sus méritos académicos destaca haber sido el creador en la referida universidad, en el 2001, de la asignatura Interpretación y argumentación jurídica. Sus líneas de investigación son, dentro de la filosofía del derecho, los derechos humanos, procesos electorales y la indeterminación del derecho y el problema de la racionalidad en las decisiones judiciales en México. Su último libro, publicado por la Editorial Oficio-UANL, es Democracia y procesos electorales en México. 1 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 RESUMEN: El presente trabajo presenta diversos puntos de convergencia entre algunos postulados y posiciones de la hermenéutica contemporánea de la obra de Agustin Basave. ABSTRACT: This article presents various points of convergence between some principles and positions of contemporary hermeneutics of the work of Agustin Basave. PALABRAS CLAVE: Juzgar, hermenéutica, positivismo jurídico. KEYWORDS: Judge, hermeneutics, legal positivism. 1. Introducción.- Esta trabajo tiene como propósito demostrar que en la obra de Agustín Basave Fernández del Valle (1923-2006), quien fue profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León, aparecen ciertos puntos de convergencia con algunos de los postulados y posiciones de la hermenéutica contemporánea (o hermenéutica filosófica), concretamente con la hermenéutica dialógica de Hans-Georg Gadamer (1900-2002). Un segundo objetivo es indagar cuál es la posición de Basave en el debate que se ha venido dando en materia de interpretación, para lo cual se analizan ciertos presupuestos teóricos de la hermenéutica filosófica, del positivismo jurídico y del jusnaturalismo. Aunque aquí se hacen valer consideraciones propias del autor de esta investigación que pretenden apuntalar una fundamentación hermenéutica del Derecho, entre otras el análisis de la diferencia entre la seguridad jurídica fundada en la razón positiva y la seguridad jurídica fundada en la razón hermenéutica, no se trata de querer hacer coincidir a dos filósofos que produjeron su obra bajo la luz de paradigmas distintos, sino hacer ver, en primer lugar, que cuando hay coincidencia en los objetivos que se persiguen, independientemente de los caminos que se elijan, es posible que los resultados de la investigación logren ciertas convergencias. Con este estudio de dos pensadores tan alejados el uno del otro también se trata de hacer ver a quienes se dedican a la enseñanza del Derecho que a la verdad se llega no sólo a través del debate que se produce en el ámbito del paradigma hegemónico, sino también, y de manera más efectiva y enriquecedora, en el debate que se produce entre los distintos paradigmas que se encuentran en competencia por resolver de mejor los problemas que se plantean a la ciencia jurídica. Esta es la razón por la cual, independientemente de que el compromiso a un paradigma sea algo irrenunciable, la honestidad científica del jurista exige la apertura a todas las corrientes del pensamiento. El carácter «refutable» que caracteriza al conocimiento científico es algo que en las demás disciplinas constituye un valor entendido, pues se trata de 2 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 algo que forma parte del ethos de la ciencia. Es decir, de ese complejo de valores, reglas, costumbres, hábitos, actitudes, presuposiciones, etc., que disciplinan la tarea científica1; pero entre los juristas dedicados a la enseña y a la investigación, salvo excepciones, no acontece lo mismo2. Se suele creer entre los juristas que pensar el Derecho desde una perspectiva teórica distinta a la que nos formamos es algo más que imposible; o una traición a sí mismo, ya que con ello se pasaría por encima de la conciencia de sí mismo; y la conciencia de sí mismo, es uno de los principios deontológicos más aceptados entre la comunidad jurídica. “No pases por encima de un estado de tu conciencia”, establece el decálogo del abogado Osorio Gallardo”, el cual se asume por la comunidad jurídica mexicana como si se tratara de la Biblia de los abogados. Sin considerar siquiera que nuestra misma conciencia nos puede engañar y que es el diálogo, no el monólogo el que construye el conocimiento, la conciencia de sí mismo sobre lo dado, dicho sea de paso, se yergue como la norma deontológica fundamental que debe ser aceptada por todos los operadores del Derecho, si se quiere formar parte del gremio de los llamados abogados. Desde luego que las cosas pueden ser distintas en la comunidad jurídica, sobre todo en los jueces. También es posible un cambio de actitudes en la comunidad jurídica para acercarse, poco a poco, al ethos de la ciencia; para que el ethos de los juaristas no sea algo distinto el ethos de la ciencia. Por último, uno más de los propósitos de este trabajo es estimular la reflexión sobre ese cambio de actitudes que se necesita para dotar de mayor racionalidad las decisiones judiciales, con lo cual indudablemente se fortalecería el estado de Derecho de la sociedad mexicana. 2. Coincidencias y divergencias.- Un ejemplo del arribo al mismo punto de vista por caminos distintos es la primera de estas convergencias, a la cual han llegado no sólo estos dos pensadores sino todos los integrantes de la comunidad racional: que la igualdad ante la ley es el «primer principio» del Estado de Derecho, sin cuya realización no es posible ninguna hermenéutica, en razón de que “para la posibilidad de una hermenéutica jurídica es esencial que la ley vincule por igual a todos los miembros de la comunidad jurídica” 3. El primado de la «igualdad» ante el imperio de la ley presupone la idea de que por naturaleza, o como resultado de una convención, todos los seres humanos poseen un mismo valor ante la ley, independientemente de cuál sea la raza a la que pertenezcan, su nacionalidad, ideología, posición económica, religión, etc. 1 Véase a Mertón, Robert K., La sociología de la ciencia 2, pp. 355-368. Sobre el ethos de los juaristas véase a Vázquez Esquivel, Efrén, “La formación deontológica de los operadores del derecho en México”, en Ensayos Jurídicos y de política jurídica, UANL, México, 2002. 3 Verdad y método, p. 401. 2 3 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 De ahí que cualquier acto de arbitrariedad en la aplicación de la ley originada por la deshonestidad del juez para favorecer a una de las partes, como refiere Basave, (“sólo una persona honesta puede administrar justicia”4, dice); o cualquier acto de autoritarismo del monarca absoluto, como refiere Gadamer5, anula la posibilidad de la hermenéutica, en virtud de que la interpretación correcta a que se llegue por medio de ésta, jamás podrá coincidir con la imposición de la voluntad del juez deshonesto convertida en decreto judicial (de un juez cuya conducta desplegada hacia la manipulación del sentido de la ley para hacer aparecer sus arbitrariedades con la apariencia de legalidad, en sociedades donde impera la simulación, jamás será percibida por los órganos internos de control y vigilancia); o con la voluntad del monarca motivada por su deseo insaciable de poder que, cual Rey Midas, con su palabra convierte en ley todo lo que quiere sin tener que justificar su actuar ante ninguna otra autoridad, ni mucho menos ante los gobernados. La posibilidad de la hermenéutica, entonces, exige la existencia de condiciones formales y materiales. La primera es que el imperio de la ley de manera no abolible vincule por igual a todos los miembros de la comunidad jurídica. Y la segunda consiste en que quienes ejercen la función jurisdiccional sean poseedores de una conciencia formada hermenéuticamente; y por supuesto, la formación de la conciencia hermenéutica presupone, necesariamente, la formación de la conciencia moral. ¿Qué sucede en los procesos de interpretación y aplicación de la ley si se anula la posibilidad de la hermenéutica, sea porque en el sistema de justicia la corrupción es tolerada o porque se vive en un régimen absoluto? Que no hay comprensión. Y si no hay comprensión, se cancela la posibilidad de la realización de la justicia. Esto es así en razón de que la comprensión correcta de las expresiones normativas, que es tarea propia de la hermenéutica jurídica, la cual, siguiendo el pensamiento de Gadamer “sólo se da allí donde algo está impuesto de forma que, como tal, es no abolible y vinculante”6. Pero también, aquí se añade, donde se cumple a cabalidad la condición material antes referida, esto es, donde hay conciencia formada hermenéuticamente. En esto, desde luego, no puede haber discrepancia ni en Basave, ni Gadamer, ni en ningún otro pensador. 2.1. La posición de Gadamer en el tema de la interpretación.- Para ver más adelante otras de las coincidencias de estos dos pensadores que se ocupan del problema de la comprensión en la búsqueda de la realización de la justicia, y por lo menos algunas de sus discrepancias, veamos ahora brevemente lo que Gadamer plantea en el tema de la interpretación, sin exponer por ahora los postulados y principios en los que se sostiene su 4 Basave Fernández del Valle, Agustín, Filosofía del derecho, p. 819. Ibídem. 6 Ibidem. 5 4 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 paradigma interpretativo, sino sólo aquellos considerados para los fines de esta exposición como estrictamente necesarios. Pero no sin antes bosquejar la tradición en la que se inserta su pensamiento, el cual, desde la aparición de Verdad y método, en 1960, ha venido ganando cada vez mayor influencia. Hay que decir, entonces, que Gadamer va al encuentro de la tradición hermenéutica que es resultado del debate histórico entre la ilustración y el romanticismo, tradición que se inicia en la modernidad con el teólogo alemán Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834); pero que sus raíces se encuentran en Platón, Aristóteles y San Agustín, entre otros. El principal mérito de Schleiermacher, discípulo de Friedrich von Schlegel (1772-1829), fue haber sacado la hermenéutica del ámbito de la teología, perspectiva desde la cual se había venido abordando desde la época de Filón de Alejandría (año 1 D.C.) como interpretación de textos antiguos para ser estudiada desde la perspectiva filosófica. La hermenéutica es refundada por este pensador como un saber práctico centrado en la comprensión (verstehen) de la individualidad de una producción original que de manera escrita u oral se comunica a otro, comprensión que precisa de la interpretación. Wilheim Dilthey (1833-1911), quien descubre y da a conocer el pensamiento de Schleiermacher llega a la misma conclusión. Pero para él la interpretación es “la comprensión técnica de las expresiones de la vida que han quedado fijadas en escritos”7. Después, por caminos distintos y diferencias de matices y enfoques, en los giros hermenéuticos de la filosofía fenomenológica de Edmund Husserl (1859-1938) y la filosofía de su discípulo Martin Heidegger (1889-1976), también aparece la idea de comprensión vinculada a la idea de interpretación. En Ser y tiempo Heidegger va mucho más allá, la fenomenología se transforma en filosofía hermenéutica, la cual se ocupa del fenómeno de la comprensión que no se reduce a una forma de conocimiento, o a un método puesto a disposición de las ciencias del espíritu, como lo fue en el caso de Dilthey, sino a una ontología del hombre, como algo propio del «ser del hombre» (Dassein). El hombre es, entonces, un ser que posee como necesidad vital la necesidad de comprender. Dicho de otro modo, el ser del hombre es comprender; y antes que cualquier otra cosa necesita comprenderse así mismo. “El comprender es siempre efectivo. Si nuestra exégesis hace de él un existenciario fundamental, con ello indicamos que concebimos el fenómeno como un modo de ser del «ser ahí» […] En el comprender existe existenciariamente la forma de ser del «ser ahí» como «poder ser»8, dice Heidegger. 7 Dilthey, Wilheim, El mundo histórico, versión, prólogo y notas de Eugenio Imaz, Fondo de Cultura Económica, México, 1944, p. 337. 8 Heidegger, Martin, El ser y el tiempo, traducción de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, pp. 160-161. 5 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 El camino de la ontologización de la hermenéutica es seguido por Gadamer, discípulo de Heidegger; de ahí que la comprensión es para Gadamer también una necesidad vital del hombre, y así como Kan interroga sobre las condiciones necesarias para el conocimiento humano del mundo, y hasta dónde llega éste, Gadamer también plantea una pregunta filosófica. Su pregunta, dice, no se planta sólo a las ciencias del espíritu, tampoco plantea está pregunta a las ciencias de la naturaleza y sus formas de experiencia; a quien él interpela “es el conjunto de la experiencia humana del mundo y de la praxis vital. Por expresarlo kantianamente, pregunta cómo es posible la comprensión9”. Comprender para Gadamer, al igual que sus predecesores, desde Schleiermacher, es ponerse de acuerdo sobre algo, pero en Gadamer se acentúa la idea que la comprensión sólo se logra a través de un proceso dialógico. Sostiene que ésta sólo se logra con la intercepción de dos horizontes: el del texto y el del intérprete. Lo que significa que, en todos los casos el intérprete hace valer su opinión. Dicho esto con otras palabras, la interpretación correcta exige que en el proceso de interpretación el intérprete gane el horizonte, desde el cual sólo es posible que se determine el sentido correcto del texto jurídico, haciendo valer su opinión. Textualmente dice que: La tarea de la interpretación consiste en concretar la ley en cada caso, esto es, en la aplicación. La complementación productiva del derecho que tiene lugar en ella está desde luego reservada el juez, pero éste está a su vez sujeto a la ley exactamente igual que cualquier otro miembro de la comunidad jurídica. En la idea de un ordenamiento jurídico está contenido el que la sentencia del juez no obedezca a arbitrariedades imprevisibles sino a una ponderación justa del conjunto. Todo el que haya profundizado en toda la concreción de la situación estará en condiciones de realizar esta ponderación. En esto consiste, precisamente, la seguridad jurídica de un estado de derecho: uno puede tener idea de a qué atenerse. Cualquier abogado y consejero está en principio para aconsejar correctamente, esto es, para predecir correctamente la decisión del juez sobre la base de las leyes vigentes10. He ahí la diferencia entre lo que es la seguridad jurídica fundada en la hermenéutica espiritual científica y lo que es la seguridad jurídica fundada en el paradigma positivista cientificista. En la primera la verdad jurídica es el resultado de de un proceso dialógico en el que de manera justa son debidamente ponderados el texto legal (por diferentes razones que aquí no se 9 Verdad y Método, pp. 11-12. Op. cit. Pp. 401-402. 10 6 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 habrán de exponer, considerado abierto) y el contexto, con lo que se garantiza un mayor índice de racionalidad en las decisiones judiciales. La segunda, en cambio, es legalista y formalista. Hay seguridad jurídica si y sólo sí en la interpretación de la ley se sigue la compostura de la letra con que está hecha la ley, sin estimar ninguna otra consideración, entre otras consideraciones de carácter meramente formal. Esto es, la seguridad jurídica descansa en hacer «coincidir» los hechos con las palabras formales con que está escrita la ley, sin importar el problema del sentido ni el de la congruencia en el conjunto, elemento esencial exigible en el ámbito de la razón hermenéutica. Esta coincidencia es ilusoria porque haciendo a una lado el problema de cómo es realmente posible la interpretación, aun en casos análogos, se recurre a uno u a otro método de interpretación, sólo para aparentar que hay congruencia. Como ejemplo de esta aseveración, en seguida se cita lo conducente de la tesis aislada de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) conocida como interpretación conforme, recientemente incorporada a la cultura jurídica mexicana y la cual, doctrinalmente, parte del supuesto del carácter indeterminado, razón por la cual los enunciados normativos pueden tener más de una sola interpretación correcta. He aquí esta tesis en cuestión: La interpretación de una norma general analizada en acción de inconstitucionalidad, debe partir de la premisa de que cuenta con la presunción de constitucionalidad, lo que se traduce en que cuando una disposición legal admita más de una interpretación, debe privilegiarse la que sea conforme a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Entonces, cuando una norma legal admita distintas interpretaciones, alguna de las cuales podría conducir a declarar su oposición a la Ley Suprema, siempre que sea posible, la Suprema Corte de Justicia Optará por acoger aquella que haga a la norma impugnada compatible con la Constitución, es decir, adoptará el método de interpretación conforme a ésta que conduce a la declaración de validez constitucional de la norma impugnada…11. El subrayado no es del texto original. Lo primero que se advierte en esta tesis es que el método (del griego métodos, derivado del hodós, que significa camino, camino adecuado que hay que seguir de manera necesaria para llegar a un conocimiento), comúnmente conocido como el instrumento esencial para descubrir y demostrar la verdad, aquí aparece como la cereza en el pastel, es decir, como un mero adorno, ya que el intérprete, prescindiendo del método en el proceso de interpretación, a priori debe de partir de la premisa de que la norma impugnada por la vía de la acción de inconstitucionalidad cuenta con la presunción de constitucionalidad. 11 Acción de inconstitucionalidad 27/2005. Número de Registro 20569, Novena Época, Instancia: Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Tomo XXXVI, Diciembre de 2007, pág. 864. 7 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 El método aquí aparece como la cereza en el pastel, o como un instrumento ideológico de legitimación, porque de acuerdo con esta norma hermenéutica impuesta por la SCJN, en el supuesto de que una norma jurídica admita varias interpretaciones; y en el supuesto, también, de que una de ellas sea contraria a la Constitución, la SCJN deberá optar por aquella que haga a la norma impugnada compatible con la Constitución, es decir, adoptará el método de interpretación conforme a ésta que conduzca a la declaración de validez constitucional de la norma impugnada. Esto es, por ejemplo, si la norma impugnada contradice a la Constitución de manera «expresa», entonces, para tratar de encontrar en el horizonte de ésta «otro sentido implícito» que no contradiga la Constitución, se podría elegir el método histórico sistemático. Y si por el contrario, se diera el caso de que la contradicción a la Constitución de la norma impugnada fuera de manera «tácita», no textual, entonces, el método que se tendría que elegir sería el exegético12, para así poder decretar que la norma que se estima que es inconstitucional jurídicamente no contradice la constitución. Por último, no se ignora que en la tesis de la interpretación conforme en México, haciendo a un lado el paradigma positivista en algunos de los casos difíciles, la SCJN ha echado mano del «principio de ponderación» para dotar de racionalidad a las decisiones judiciales. En tal virtud, se podría decir que sólo en esta tesis el método no es el camino que conduce al desvelaminto de la verdad jurídica, sino que sólo sirve para justificar una decisión; pero, aunque esto es materia de otra investigación, aquí se estima que no es así. En otro momento se tratará de probar la hipótesis de que cuando se decide bajo el paradigma del positivismo jurídico, independientemente del método jurídico que se elija, la metodología jurídica sólo sirve como instrumento ideológico de legitimación. 2.2. La posición de Basave en el tema de la interpretación.- Ahora se expondrá, también de manera breve, la posición de Basave sobre la interpretación; pero antes hay que señalar que su aportación más significativa a la filosofía fue en el campo de la ontología, donde logro desarrollar su propia teoría: La teoría de la habencia, no propiamente en la hermenéutica, tema en el que Gadamer sí logra destacar entre los mejores, a grado tal que es considerado como uno de los fundadores de la hermenéutica filosófica. No obstante, en su Filosofía del Derecho, publicada en 2001, aunque de manera tangencial aborda el problema hermenéutico, acercándose con sus posiciones a algunos de los postulados y posiciones de la hermenéutica filosófica. Esto es algo que llama la atención, ya que como se precisará más adelante, desde la cátedra él había venido defendiendo la teoría tradicional de la interpretación, la cual antepone la «primacía de la razón lógica jurídica» a la 12 Para un estudio a fondo de la interpretación conforme véase a Vázquez Esquivel, Efrén, la interpretación conforme en México (dos de sus antecedentes teóricos: Kelsen y Huarte de San Juan. Un estudio crítico desde la perspectiva de la hermenéutica filosófica). En Conocimiento y Cultura Jurídica, Año 2 Número 3 de la 2ª Época, Enero-Junio de 2008. 8 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 razón hermenéutica; pero al mismo tiempo, en casos excepcionales siempre ha aceptado la discrecionalidad judicial para la realización de la justicia, aunque sin plantearse el problema hermenéutico de la aplicación ni el de las técnicas específicas para concretar el Derecho en los casos difíciles. No es sino hasta el inicio del nuevo milenio, en su Filosofía del Derecho, obra que es resultado de toda una vida de reflexión, cuando aparece en su pensamiento una ligera modificación a su postura, dando un paso más hacia la hermenéutica, lo cual se advierte en su siguiente definición de interpretación: “Yo definiría la interpretación jurídica como la investigación del auténtico contenido, alcance y sentido de las normas jurídicas, en relación con los casos concretos que hayan de ser reglados por el orden jurídico normativo”13. Pero no obstante la referida evasión, al decir que la interpretación es la búsqueda del auténtico contenido, alcance y sentido de las normas jurídicas (esto con relación con los casos concretos que se presentan al juzgador), indudablemente se coloca frente al problema de qué sentido ha de adquirir la norma general y abstracta al ser aplicada a un caso particular, lo que es conocido como problema hermenéutico de la aplicación y que en términos de Gadamer se puede sintetizar en la siguiente cita: Lo que es verdaderamente común a todas las formas de la hermenéutica es que el sentido que se trata de comprender sólo se concreta y se completa en la interpretación, pero […] al mismo tiempo esta acción interpretadora se mantiene enteramente atada al sentido del texto. Ni el jurista ni el teólogo ven en la tarea de la aplicación una libertad frente al texto14. Adviértase que en esta cita se revela como regla hermenéutica fundamental que para comprender el sentido de los enunciados normativos siempre se necesita de la interpretación, la cual aquí no aparece como ocasional, es decir, como auxiliar del Derecho, que es precisamente el status que le ha dado la teoría tradicional de la interpretación. Y por interpretación se entiende, además, concretar y completar de manera correcta el sentido que el legislador atribuyó a dichos enunciados normativos, en cada caso que se presente al juez. Hay que destacar también que en la hermenéutica filosófica, al enfrentar el problema hermenéutico de la aplicación, con el propósito de evitar la arbitrariedad, se postula que la acción interpretadora se deberá mantener en todo momento atada al sentido del texto. “Ni el jurista ni el teólogo ven en la tarea de la aplicación una libertad frente al texto”, se afirma, lo que significa que aquello que de manera explícita no aparezca en el texto de la norma jurídica, pudiera encontrarse de manera implícita en el horizonte del texto de ésta, en cuyo caso la interpretación correcta que haría el juez sería explicitar lo implícito de la norma; pero si no hay nada implícito en el horizonte del texto, entonces hermenéuticamente no es válido que el intérprete de la norma haga valer su 13 14 Op. cit. p. 681. Verdad y método I, p. 405. 9 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 opinión, quitando o poniendo algo que no se encuentra presupuesto en el horizonte del texto. Ahora bien, cuando Basave dice “que la decisión judicial constituye una tarea individualizadora de la justicia, una labor de concreción…”15; que aunque es cierto que “el juez está obligado a los esquemas normativos […], eso no obsta para que estime lo que hay de concreto e individual 16”; y así mismo, cuando advierte que “una legalidad revestida de forma normativa, al margen de la justicia, deja la puerta abierta a las dictaduras”17, y que “un verdadero juez no puede ser esclavo de esa apariencia de legalidad”18, pareciera ser que opta por la razón hermenéutica, o lo que es lo mismo, pareciera ser que Basave asume el problema hermenéutico de la aplicación en los términos que brevemente aquí se ha esbozado; pero de inmediato, la apertura que expresa en las anteriores citas, así como su posición integracionista en materia de interpretación que también asume, cambia un poco de tonalidad cuando establece la distinción entre interpretación de la ley e interpretación del Derecho. “La interpretatio legis busca el verdadero pensamiento contenido en la ley, sin exceso ni defecto, ---dice---. La interpretatio juris busca la solución a las nuevas necesidades y formula nuevas reglas jurídicas”19. La interpretación legis, o interpretación de la ley, es para Basave lo que usualmente se conoce como interpretación declarativa (o estricta), la cual consiste en seguir la compostura de la letra de la ley. La interpretatio juris (interpretación del Derecho), en cambio, es la que hace progresar el Derecho, es la que busca la realización de la justicia, sostiene. He ahí cómo Basave, después de haberse acercado a la razón hermenéutica, de inmediato se aleja de ésta al considerar la existencia de estos dos tipos de interpretación, cuando que en realidad, si se está de acuerdo que la interpretación sólo se logra con la intercepción de dos horizontes: el del texto y el del intérprete, toda interpretación sólo se logra a través de un proceso de integración. No cabría entonces hablar de interpretación legal e interpretación del Derecho, respondiendo cada una de éstas a reglas hermenéuticas distintas. Sobre todo si se considera que el Derecho, en cualquiera de sus acepciones, como conjunto de normas, como facultad, etc., es finalmente norma, y la ley también es norma, norma del derecho dictada, promulgada y sancionada por la autoridad pública. Y lo que subyace al Derecho y a la ley es la lingüisticidad, la que como tal, para su interpretación, se ha de someter a las mismas reglas y principios de la hermenéutica. Véase ahora cómo Basave plantea la función de la lógica en la interpretación de la ley y del Derecho. No niega la primacía de la lógica jurídica, pero ahora 15 Basave, Filosofía del Derecho, p. 710. Ibídem. 17 Basave, p. 833. 18 Ibídem 19 Basave, Filosofía del Derecho, p. 681. 16 10 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 sí, deslindándose de la teoría de la subsunción a la que conduce el objetivismo de la teoría tradicional de la interpretación, precisa que “la lógica jurídica ---que siguen los juristas en sus razonamientos--- no debe confundirse con la lógica deóntica o la lógica de las normas”20. A partir del análisis de las posiciones de Ulrich Klug, Kalinowski y Perelman, en el sentido de que stricto sensu no existe propiamente una lógica jurídica (lo que en todo caso existe es una aplicación específicamente jurídica de la lógica proposicional); y con base a la consideración de que el saber jurídico “es un saber práctico”21, llega a la conclusión de que a pesar de la respetable posición que sustentan estos grandes lógicos, “cabe hablar de una «Lógica del Derecho» para incursionar en un saber práctico de tipo especial. No se puede dudar que la lógica formal, cuando es aplicada al tipo determinado de razonamiento jurídico, sufre su influencia y adquiere su especificidad, sin perder su carácter de lógica formal”22. Como se podrá apreciar, para Basave el pensamiento del jurista en su desempeño de abogado o de juez, o en cualquiera de las profesiones jurídicas, no ha de ser un pensamiento calculador, en términos de Heidegger, como sí lo es el pensamiento del ingeniero, el físico, el químico, el lógico, el matemático, etc., sino un pensamiento meditativo que precisa ponderar de manera justa los nexos de sentido contenidos en las normas jurídicas sujetas a interpretación, con relación a los hechos a que se refiere el Derecho, todo lo cual sólo se puede pensar meditativamente desde la hermenéutica. Esto es verdad, en esto no se puede estar en desacuerdo. Sí, pero lo que no es sostenible es que cuando el juez o el abogado aplican la lógica formal al razonamiento jurídico, ésta sufre su influencia y adquiere una especificidad de jurídica, sin que pierda el carácter de lógica formal, como lo sostiene Basave. La lógica formal, al igual que la matemática, es una ciencia exacta, rigurosa, para lo cual construye su propio lenguaje y reglas (de construcción y derivación). Además de los principios lógicos, que sí son del dominio de los juristas, la lógica formal sólo puede proporcionar al intérprete jurista las leyes de la inferencia válida. En tal virtud, si los jueces y los abogados en el desempeño de su profesión hicieran uso del cálculo proposiciones normativas, tendrían que operar de manera necesaria en sus argumentaciones jurídicas con las leyes de la inferencia lógica: las leyes de Morgan, la ley del silogismo hipotético, la ley del modus ponendo tolens, la ley del modus ponendo ponens, etc., cosa que no hacen porque no han sido formados en este tipo de saber; o por lo menos nunca lo han hecho apegados estrictamente a las reglas de la lógica. De ahí que cuando el jurista razona sin considerar el cálculo de enunciados normativos y sin aplicar las aludidas leyes de la inferencia de la lógica formal, 20 Basave, p. 582. Op cit. P. 583. 22 Ibídem. 21 11 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 sino ponderando principios23 ; o bien deduciendo de premisas pero sin sujeción alguna a las leyes y reglas del cálculo lógico matemático, como es lo usual en sus prácticas, contrario a lo que sostiene Basave, ésta sí pierde su carácter de lógica formal, en cuyo caso ya no es lógica formal. Tan es así que esta fue la razón por la cual chaim Perelman, después de haber llegado a la conclusión de que en la aplicación de la ley siempre se involucran juicios de valor, los cuales no se pueden sujetar a los rigores de la lógica formal, opta por la búsqueda de una nueva racionalidad que resulta ser la razón de la retórica, disciplina que él refunda con el nombre de Nueva retórica. Este desacierto no le es óbice para advertir de la importancia de la comprensión de los enunciados normativos, enfatiza que se necesita de la hermenéutica para concretar el Derecho y para la realización de la justicia. Lo normal en la aventura del trabajo intelectual es que el investigador se muestre dubitativo ante los nuevos hallazgos que contradicen sus conocimientos que han sido parte significativa de su formación, hallazgos que no fácilmente son aceptados, más bien inconscientemente son rechazados y lo que éstos originan es hacer caer en contradicciones. He ahí la razón por la cual no hay investigador que en algún momento no haya caído en contradicciones. En el caso de Basave, como se verá más adelante, su acercamiento al paradigma de la hermenéutica contemporánea lo lleva a romper con las teorías tradicionales de la interpretación en algunos de sus presupuestos teóricos, pero a la vez se mantiene firme en su compromiso con estas teorías, lo que es plenamente comprensible si se considera que como filósofo cristiano que fue no hay otro centro dador de sentido más que Dios, por tanto, para él, decir que la interpretación de la ley es correcta o incorrecta, pero jamás podrá ser objetiva, es un disparate. Su principal temor a la razón hermenéutica contemporánea es porque él estima que el circunstancialismo no debe de determinar el sentido de las normas jurídicas, circunstancialismo que en todo caso, desde la perspectiva de la hermenéutica filosófica es algo que tiene que ver con el horizonte del intérprete (horizonte es un ámbito de visión que le es dado a la norma por el legislador, por tanto éste constituye la estructura de toda posible experiencia de comunicación de sentido); y también con su movilidad horizóntica que puede llegar a ganar el intérprete; pero de ninguna manera se trata de un circunstancialismo al garete, es decir, al margen de cualquier tipo de control por parte de los principios y reglas de la hermenéutica. Tal vez ese temor se deba a la posición de la escuela libre del Derecho sobre la interpretación, con excepción de positivismo flexible de Kelsen, muy alejada de la hermenéutica contemporánea, las cuales ciertamente, como bien refiere Basave, pretenden anular de manera absoluta los preceptos del Derecho imperativo. 23 Principios normativos (por ejemplo el principio de determinación de sentido en hermenéutica) y normas son algo diferente, los principios no son normas porque en ellos no se establece una orden que deba cumplirse con carácter de exacta; el principio puede dar origen al nacimiento de una norma siempre y cuando se recurra a algo externo al mismo principio. 12 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 Ante esta posición él sostiene que “si prescindimos de la regularidad inviolable del Derecho imperativo vamos a caer en la irregularidad caprichosa de la arbitrariedad”24. Su temor a caer en la arbitrariedad lo lleva a hacer suya la tesis del juez estadounidense, Traynord, el en sentido de que: Cada vez que un juez innova debe tomar muy en cuenta la antigua sospecha de que la creatividad judicial conspira obscuramente contra la estabilidad de la ley y que, por tanto, la verdadera preocupación no debe ser cómo aumentar con exceso las innovaciones judiciales, sino cómo conseguir que sean escasas25. Pero paradójicamente, a la vez que muestra el rostro del conservadurismo del juez Traynord para enfatizar la conveniencia de que las innovaciones en la interpretación y aplicación de la ley sean escasas, con el propósito de evitar caer en el riesgo de la arbitrariedad judicial, su anhelo por la realización de la justicia lo conduce de nuevo a asumir una actitud crítica que lo lleva a percibir, sin decirlo, el fenómeno y concepto de horizonte que está detrás de cada norma jurídica, que es precisamente de donde la norma adquiere su sentido. Esto es, después de señalar que el jurista busca siempre la fórmula normativa adecuada al caso concreto, para lo cual recurre a fórmulas normativas existentes que se adaptan a la «laguna» existente, establece con énfasis que “en rigor jurídicamente nunca existen lagunas, sino normativas implícitas. El término «laguna» existe —y se usa—gramaticalmente. Pero en el discurrir jurídico se va a la plenitud del sistema y no a los vacíos”26. Véase con detenimiento esta posición de Basave que lo acerca aun más a la hermenéutica filosófica. La idea de que la plenitud del sistema se integra por nomas explicitadas y no explicitadas, por lo que en realidad no hay lagunas de la ley, como se suele decir, es una de las posiciones de la hermenéutica contemporánea. No hay lagunas de la ley, como sostiene Basave, porque cuando de manera explícita el texto normativo no se enlaza literalmente al hecho al que se refiere, el horizonte del texto normativo, como ámbito de visión y centro dador de sentido, explicita lo que en el texto normativo aparece de manera implícita. Dicho esto de otra manera, se puede afirmar que en todo texto, entre ellos los normativos, hay algo «puesto» por alguien, en el caso de los textos normativos por el legislador, y algo «presupuesto» por el horizonte del texto. En esto se estima que resulta ser más claro José Máría García-Herás cuando, al referirse al horizonte como estructura de toda posible experiencia refiere que “el término horizonte, por consiguiente, expresa una perspectiva global de 24 Op. cit. p 827. Op. cit. p. 830. 26 Basave, p. 582. 25 13 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 sentido, presupuesta, y no necesariamente explicitada, que predetermina el sentido y significado de cualquier hecho o palabra ubicado en ella”27. Luego, entonces, de lo anterior se puede concluir que el término Interpretar tiene como una de sus acepciones explicitar lo que lo que desde la perspectiva global de sentido del texto aparece como implícito. Esto no tiene nada de arbitrario. Arbitrario sería, y esto es a lo que se opone rotundamente Basave, que el intérprete de un texto jurídico atribuyera a éste un sentido que implícitamente no se encuentra en el horizonte del texto. 2.3. La jurisprudencia técnica: Una concepción objetivista del saber jurídico en materia de interpretación a la que se adhiere Basave en un principio.- Volviendo al punto referente a la evolución del pensamiento de Basave en materia de interpretación, en sus inicios él se adhiere a una concepción objetivista del saber, que aun sigue siendo hegemónica, que en el ámbito de la ciencia jurídica se ha dado en llamar «jurisprudencia técnica», la cual “tiene por objeto la ordenación ordenada y coherente de los preceptos jurídicos que se hallan en vigor en una época y un lugar determinados, y el estudio de los problemas relativos a su interpretación y aplicación”28. La jurisprudencia técnica se ha desarrollado como una doctrina de carácter positivo, no filosófica, por tanto, desde esta perspectiva teórica el orden positivo es percibido sólo como un conjunto de reglas positivas (no de principios) cuyo valor no se pone a discusión, lo que conlleva a que en la interpretación y aplicación de las normas jurídicas se debe proceder de una manera dogmática. Los problemas concernientes a la estimativa jurídica se dejan de lado, en virtud de que se considera que el problema de la interpretación de la ley no es un problema de la estimativa jurídica, sino de técnica jurídica, la cual aquí aparece divorciada de la Filosofía del Derecho. Eduardo García Máynez, uno de los juristas que desde México ha impulsado el desarrollo de esta doctrina, dice sobre el particular: Así como el geómetra parte en sus desarrollos de axiomas o verdades evidentes, que no necesitan ser demostradas, y el teólogo se funda en dogmas que estima revelados por Dios y reputa indiscutibles, el jurista, cuando procede estrictamente como tal vuelve los ojos a las leyes e instituciones de un ordenamiento determinado y se limita a sistematizarlas y a clasificarlas, más no emite juicios de valor acerca de su contenido ni se atreve a poner en duda su obligatoriedad29. Adviértase en esta cita el mencionado divorcio entre la jurisprudencia técnica y la estimativa jurídica que aparece en esta doctrina tradicional de la interpretación y aplicación de la ley; al lado de la actividad del jurista que “actúa 27 García-Herás, José María, p. 70. García Máynez Eduardo (1977). Introducción al estudio del derecho, p. 125. 29 Op. cit. P 125. 28 14 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 estrictamente como tal”, por lo que tiene que ver única y exclusivamente con las leyes (no los problemas de los juicios de valor en la aplicación de las leyes que pudieran influir sobre el juzgador) se encuentra la actividad del jurista cuando actúa como filósofo del Derecho. El jurista filósofo del Derecho, al igual quien el legislador, sí se encuentra legitimado para incursionar con su pensamiento meditativo en los campos de la estimativa jurídica. Así es de que, desde ésta perspectiva teórica de la que se deslindará Basave, aparece un sistema jurídico en el que ocupan sus respectivos lugares la técnica jurídica y la estimativa jurídica; pero sin tocarse, sin complicarse ni implicarse. Como lo sostiene Eduardo García Máynez, es verdad que la obediencia a una norma jurídica no se discute, mal haría el jurista si pusiese en duda la obligatoriedad de una norma jurídica. Pero para obedecer una norma, o incluso para desobedecerla por cualquier tipo de razón, o sin razón alguna (suponiendo que alguien quiera correr el riesgo y enfrentar las consecuencias por poner en duda la obligatoriedad de una norma), es necesario interpretarla para poder comprender su sentido. Esta es la posición de la hermenéutica filosófica, dentro de la cual, desde Schleiermacher (1768-1834), se parte del supuesto de que el otro es una completa oscuridad para mí, por lo que en toda comunicación oral o escrita yo necesito de la hermenéutica para la comprensión. El principio del que se parte en esta doctrina objetivista de la aplicación del Derecho es otro, muy distinto: in claris non fit interpretatio, esto es, lo claro no necesita interpretación. Se profesa la idea de que por lo general los textos son claros, por lo que no necesitan ser interpretados; se cree que la interpretación sólo se necesita cuando un texto no es claro, sino obscuro; se tiene la convicción de que la interpretación es ocasional, por lo que la hermenéutica es un mero instrumento auxiliar en la aplicación del Derecho. Así las cosas, siendo que de acuerdo a las investigaciones de Heidegger la interpretación no es ocasional, no es un modo de comportamiento del sujeto sino el modo de ser propio del hombre (del estar ahí humano en el mundo), sólo cabe preguntar, con relación a la postura que parte del supuesto de que la interpretación solo es necesaria cuando los textos no son claros, y ¿qué interpretamos cando decimos que no interpretamos? Se suele creer también que la interpretación de textos jurídicos no siempre aparece como un caso difícil, para lo cual, ante la crisis del paradigma positivista en los últimos tiempos se han desarrollado teorías alternativas que buscan la mejor manera, en términos de racionalidad30, de tratar dichos casos; pero de ahí a que la interpretación ocasionalmente es necesaria porque sólo los textos obscuros requieren de la interpretación, como se continúa sosteniendo por muchos, es algo que está por verse. 30 Véase a Serna, Pedro, Filosofía del derecho y paradigmas epistemológicos. De la crisis del positivismo a las teorías de la argumentación jurídica y sus problemas, Porrúa, México, 2006. 15 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 3. El deslindamiento de Basave de una técnica jurídica divorciada de la estimativa jurídica en la función de juzgar.- No obstante que Basave asume en las primeras etapas de su desarrollo intelectual, que la interpretación es un problema de deducción, en la que por interpretación se entiendo «describir» el sentido de las expresiones normativas, no «describir» y «atribuir» sentido a las expresiones normativas, sin llegar a plantearse el problema de la aplicación en los términos de la hermenéutica filosófica contemporánea, es decir, en los términos que hoy día se debate desde la aparición de Verdad y método de Gadamer (1960), apoyado en el jusnaturalismo de inspiración neotomista sostiene que la judicatura no debe ejercerse de manera formalista; que un verdadero juez no debe ser esclavo de la apariencia de legalidad; que en la aplicación de la ley el juez no debe actuar de manera autómata; que cuando se pueda recurrir a normas de rango superior para no cumplir una ley injusta, desde el punto de vista del jusnaturalismo, por supuesto, es tarea del buen juez recurrir la inconstitucionalidad de la ley injusta. También sostiene, ya en plena confrontación con la teoría de la subsunción, que las normas jurídicas plasmadas técnicamente en los códigos “no pueden convertirse en fines de sí mismos. Las leyes en que se apoya el juez para juzgar son simples medios para realizar el Derecho y la justicia que le es propia31”, a lo que añade que: El juez no es un aplicador mecánico del Derecho, un simple robot de la actividad judicial prefigurada en las leyes y en la jurisprudencia. La auténtica y noble actividad del juez no se comprende sin el reino de los valores jurídicos. Su función estriba en discriminar las posiciones apegadas a Derecho de las posiciones egoístas y antijurídicas32. En apoyo a esta posición cabe señalar algo que de manera recurrente aparece como elemento de confusión entre lo que es una decisión jurídica «apegada a Derecho» y lo que es una decisión judicial «antijurídica». Ese algo es la alternativa, por lo general excluyente, entre si la interpretación que el juez hace de la ley para aplicarla a un caso concreto ha de ser literal, en cuyo caso, debido a que desde este punto de vista sólo se hace valer el horizonte del texto, no es jurídico quitar ni poner ni una tilde al texto de la fórmula normativa; o si por el contrario, en busca de sentido de la expresión normativa, que es un tarea propia de la interpretación, el intérprete de la ley, sin dejar de estar sometido al texto, debe hacer valer su opinión para conferir a la singularidad un sentido único, que le es dado no en el aislamiento de los datos (en la relación que se establece entre la quaestio facti y la quaestio juri), sino más bien en un nexo de sentido integral que no ignora la teleología del texto de la ley. Por último, para pasar al siguiente punto, hay que decir que cuando Basave advierte que la seguridad jurídica, como certeza ordenadora, no puede ser auténtica si no es justa, y que los jueces que aplican el Derecho al margen de 31 32 Filosofía del derecho, p. 822. Filosofía del derecho, p. 822. 16 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 toda justicia están aplicando una apariencia de Derecho, advirtiendo que puede haber puntos de vista diversos sobre la justicia de un Derecho positivo, pero ese Derecho positivo no será Derecho sino tiene cierta dosis de justicia, aunque se trate de un justum imperfectum”33, indudablemente que esta posición lo coloca más cerca de la razón hermenéutica, desde la cual se propugna por hacer coincidir la verdad jurídica con la razón histórica. 4. El modelo de interpretación objetivista. Para ubicar mejor la posición de Basave en el debate sobre la interpretación que dese mediados del siglo XX se ha venido dando, ahora se expondrán las ideas más importantes de los dos principales modelos. Los partidarios del primer modelo de interpretación que aquí se analiza, el cual puede ser denominado objetivista porque el interprete no debe dar otro sentido a la ley más que el que declara la compostura de la letra34, sostienen que es posible que las leyes pueden escribirse con palabras claras, precisas, sin doble sentido y lo suficientemente patentes y manifiestas para que puedan ser memorizadas y comprendidas por todos. Y así, teniendo al alcance de todos los gobernados la comprensión de la ley, incluyendo hasta los de mente de poco entendimiento, nadie podrá fingir ignorancia. Esta idea ya se encontraba en Lucius Annaeus Seneca (S. 4 a. C.) (Epístolas 94, 38, Legem brevem esse oportet, quo facilius ab imperitis teneatur). También aparece en el pensamiento de los juristas que viven la transición del antiguo régimen feudal al renacimiento, según consta en la obra del renacentista Juan Huarte de San Juan (1529-1588), Examen de ingenios para las ciencias, en la cual se exponen dos tipos de saber sobre el Derecho que en ese entonces se debatía: 1) El de los «letrados», que requiere sólo de mucha memoria para repetir letra por letras las fórmulas legales en las cuales se han de subsumir los hechos; y 2) el de «cajón de sastre», que exige no mucha memoria sino mucho entendimiento para volver a hacer las leyes de nuevo, pero no de cualquier forma, sino sólo con base a dichos «principios», los que en esencia son parte del Derecho35. Por Huarte de San Juan se sabe que el nombre de «letrado» que se otorga a los juristas es porque, independientemente de cualquier otra razón, no pocos de éstos, lo que hacen cuando interpretan la ley es seguir el dictado del texto de la letra de la ley y tomar el sentido que resulte de la construcción, y no otro. Y así, después de referir que en lengua española carece de misterio que el nombre de letrado es para los juristas como si fuera su apellido, ello a pesar de que dicho nombre es común para todos los hombres de letras, se pregunta por qué razón esto es así; y después de dilucidar sobre lo que es la ley, para dar respuesta a dicha pregunta, concluye diciendo que “Es cosa muy clara saber 33 Ob. Cit. Pág.832. Véase a Huarte de San Juan, Juan, Examen de ingenios para las ciencias: donde se muestra la diferencia de habilidades, que hay en los hombres; y el género de letras, que a cada uno le corresponde en particular, Edición de Guillermo Serés, Cátedra, Col. Letras Hispánicas, Madrid, 1989, edición original en español, 1575. De manera particular véase el capítulo XI [XIII de la edición de 1594]. 35 Huarte de San Juan, p. 466-478. 34 17 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 ya por qué razón el legista se llama letrado Y es por ser a le letra dado, que quiere decir hombre que no tiene libertad de opinar conforme a su entendimiento, sino que por fuerza ha de seguir la composición de la letra”36. A partir de El Renacimiento el tipo de saber del Derecho de los letrados (en el cual interpretar significa desentrañar el sentido de las expresiones normativas, no atribuir sentido), evoluciona lentamente hasta llegar a encontrar fundamentación científica en el positivismo jurídico. El positivismo, al igual que el jusnaturalismo cuyo inicio de evolución se localiza en la misma cuna de la cultura occidental, Grecia antigua, busca un centro dador de sentido para la interpretación de las expresiones normativas. Para el jusnaturalismo, cualquiera que sea su tendencia, ese centro dador de sentido es finalmente Dios; para el positivismo, en cambio, el centro dador de sentido resulta ser la ciencia, una ciencia a la que se le exige, para que se le tenga como tal, una base empírica. En ambos paradigmas se exige al juez, con excepciones y diferencias de matices, una interpretación objetiva de la ley; en ambos paradigmas, además, los horizontes del texto y el del intérprete no se implican, es decir, aparecen distanciados el uno del otro, el único horizonte que se hace valer es el del texto, el horizonte del intérprete queda completamente anulado. 5. El modelo hermenéutico. El sentido del autor del texto y el sentido del intérprete.- por el contrario, en el paradigma hermenéutico contemporáneo conocido como nueva hermenéutica o hermenéutica filosófica, el cual aquí se estima que tiene en Huarte de San Juan a uno de sus precursores, la comprensión sólo se logra con la intercepción de dos horizontes, el del texto y el del intérprete. En este paradigma interpretativo, que poco a poco penetra el ámbito de los operadores del Derecho, se parte del supuesto de que no hay una coincidencia entre el sentido que el intérprete encuentra en el texto que interpreta y el sentido que tuvo presente el autor del texto, es decir, el sentido que éste le atribuyó al crear el texto, sea legal o de cualquier otro tipo. Respecto a la no coincidencia entre el sentido del autor del texto y el del intérprete, dice Gadamer, siguiendo en este punto el pensamiento de Collingwood, que así como en el acontecer de la historia no hay en lo general una coincidencia, menor, aunque sea, con las representaciones del que vive y hace la historia, en el sentido de un texto tampoco existe coincidencia entre su autor y el interprete, pues lo que de hecho acontece es que “también las tendencias del sentido de un texto van en general mucho más allá de lo que el autor pudo tener presente. Sin embargo, la tarea de comprender se orienta en primer término al sentido del texto mismo”37. Esto es, no existe libertad frente al texto. Por tanto, como lo sostuvo ya Huarte de San Juan en la obra anteriormente citada, su única obra escrita, por cierto, es jurídico que el juez haga valer su 36 37 Huarte de San Juan, p. 468. Verdad y método, p. 450. 18 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 opinión o entendimiento para quitar o poner lo que la ley no puede decir con palabras. Sobre el particular el autor antes citado sostiene que: …ninguna ley puede comprender con palabras ni sentencias todas las cosas que determinan, […]; Y así, está dicho, neque leges nec senatus consulta ita scribi possunt ut omnes casus, qui quandoque inciderint, comprehendatur; sed sufficit ea quae plerumque accidunt contineri; como si dijera: no es posible escribir las leyes de tal manera que comprehendan todos los casos que pueden acontecer; basta determinar aquellos que ordinariamente suelen suceder. Y si otros acaecieran que no tengan ley que en propios términos los decida, no es el Derecho tan falto de reglas y principios, que si el juez o el abogado tienen buen entendimiento para saber inferir, no halle la verdadera determinación y defensión y de donde sacarla. De suerte que si hay más negocios que leyes, es menester que en el juez o en el abogado haya mucho entendimiento para hacerlas de nuevo, y no de cualquier manera, sino que, por su buena consonancia, las reciba sin contradicción el Derecho”38. En los paradigmas del positivismo y el jusnaturalismo de la interpretación, dentro de los cuales no se advierte el problema de la indeterminación que caracteriza al Derecho39 que en el siglo XVI Huarte de San Juan pudo descubrir, ni mucho menos se advierte el problema hermenéutico de la aplicación, se suele creer en la posibilidad de que la ley puede prever en todos los casos la manera como el juez debe colmar los silencios de la ley. Bajo esta tesitura, al legislador le corresponde ordenar la vida del hombre; o establecer de qué manera se deben comportar los gobernados, qué es lo que jurídicamente deben hacer y qué es lo que no deben hacer; al juez, por tanto, siguiendo el pensamiento de Montesquieu, sólo le corresponde ser la boca de la ley. 6.- El mérito de Basave en el problema del método.- El mérito de Basave es que sin haberle alcanzado el tiempo para encontrarse epocalmente con la comprensión fundada en la hermenéutica contemporánea, caracterizada por la radicalización ontológica inicialmente desarrollada por Heidegger, por sus propios caminos logra coincidir con las posiciones más avanzadas en el tema de la interpretación jurídica que hoy día se debaten en el mundo. Ciertamente, aunque el esfuerzo de toda su vida giró en tono de la comprensión de los problemas más acuciantes de la filosofía, el desamparo ontológico del hombre, la muerte, entre otros, él no escribió un libro dedicado al problema de la comprensión o la filosofía de la interpretación, lo que hace, orientado por la filosofía cristiana que profesó toda su vida, es inscribirse en 38 39 Huarte de San Juan, pp. 473-474. salvo excepciones, desde luego, entre las que se encuentran las posiciones de Kelsen y Ross. 19 LETRAS JURIDICAS NÚM. 12 PRIMAVERA DE 2011 ISSN 1870-2155 uno de los paradigmas interpretativos existentes para desde ahí desplegar su pensamiento meditativo sobre el tema que aquí nos ocupa. Sobre el problema hermenéutico, vinculado a la función de juzgar, en 1999 publicó en prensa de la Universidad Autónoma de Nuevo León el opúsculo Estructura y sentido de la judicatura. Función y misión del juez, en homenaje al 175 aniversario de la impartición de la primera cátedra de Derecho en el Estado de Nuevo León. El texto de esta pequeña obra de Basave, con algunas modificaciones, aparece tres años después como uno de los subtemas del capítulo XX de su Filosofía del derecho, publicada por la Editorial Porrúa. En ambas obras insiste, como antes ya se dijo, en que el juez no sólo debe ser un aplicador mecánico del Derecho, un simple robot del aparato judicial, sino que éste “tiene el Derecho y el deber de indagar la constitucionalidad o la inconstitucionalidad de los preceptos legales que puedan servir de base al proceso judicial”. Esto es algo muy alejado, por cierto, del sistema de control de la constitucionalidad concentrado que pervive en México, en el cual el sistema concentrado de control de la constitucionalidad sigue imperando. De ahí que para Basave la función de juzgar precise de un cierto margen de discrecionalidad, si es que se quiere que el juez actué con justicia; pero de inmediato acota en el sentido de que “arbitrio judicial no significa arbitrariedad personal del juez”. En opinión de Basave, el margen de discrecionalidad del juez, amplio o estrecho, debe servir única y exclusivamente para colmar los silencios de la ley con el minimum ético exigible a las normas, no para que brille con en todo su esplendor la arbitrariedad judicial. BIBLIOGRAFÍA CITADA Basave Fernández del Valle, Agustín (2001), Filosofía del derecho. Fundamentos y proyecciones de la filosofía jurídica, Ed. Porrúa, México. Dilthey, Wilheim (1944). El mundo histórico, versión, prólogo y notas de Eugenio Imaz, Fondo de Cultura Económica, México, 1944. (original en alemán 1923). Gadamer, Hans-Geor (1977). Verdad y método I, traducción de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, Ediciones Sígueme, Salamanca, (original en alemán 1960). 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